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El conductismo: historia de un fallido proyecto cientificista


                                        "El conductista pregunta: ¿Por qué no hacer de lo que podemos
                                       observar el verdadero campo de la psicología? Limitémonos a lo
                                       observable, y formulemos leyes sólo relativas a estas cosas. Ahora
                                          bien: ¿qué es lo que podemos observar? Podemos observar la
                                                                                               conducta."

                                                                                           J. B. Watson




Mg. Dante Bobadilla Ramírez
Universidad de San Martín de Porres
Lima – Perú




Resumen

Al conductismo se le ha reconocido -casi por la fuerza- como una escuela psicológica,
pero en realidad fue un producto cultural norteamericano que provocó una grave crisis en
la psicología. Surgió en los EEUU a inicios del siglo XX, poco tiempo después de
instalarse la psicología (1886) sobre la base del naturalismo inglés, por lo que los
primeros psicólogos americanos se entregaron a la experimentación con animales como
tarea central. Para entonces EEUU carecía de una tradición psicológica y los temas
básicos de la psicología europea le eran extraños. Veinte años después de trabajo
experimental, los noveles psicólogos americanos iniciaron una especie de rebelión
tecnocrática que buscaba validar su ocupación como un oficio en sí mismo, sin mayores
compromisos con las exigencias teóricas de la psicología, en especial con la conciencia,
cuestión que les resultaba imposible de estudiar en sus animales. Esto los llevó a fundar
una disciplina distinta cuyo único objetivo era el control de la conducta animal, pues no
conocían otra tarea ni concebían otra meta. Por desgracia, en lugar de hacer del
conductismo una disciplina diferente, ya que lo era, decidieron imponerlo como una
"nueva psicología", una "psicología científica", para lo cual iniciaron una insólita guerra en
contra de la psicología y la conciencia. A decir verdad el conductismo fue una
antipsicología que tan solo tenía la praxis de un método. Al carecer de fundamentos
epistémicos, asumieron el modelo causa-efecto, propio de la física, en la versión estímulo-
respuesta, para usarla como todo fundamento explicativo de la conducta.

El conductismo fue producto de una mala implantación de la psicología en Norteamérica,
basada en el formato experimental de la biología inglesa, lo que condujo a una psicología
mal concebida y a una praxis equivocada. Asumió la forma de un movimiento gremial que
buscó validar su oficio brindando servicios a la sociedad. Se caracterizó por una retórica
muy pretenciosa, con un antimentalismo sumamente agresivo. Buscaron imponer su

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modelo sobre un cientificismo militante, un tecnologismo efectista y un pragmatismo
utilitarista e inmediatista, sin conceder espacios a la reflexión filosófica ni teórica.
Recusaron a la filosofía por inútil. Concebían todo en términos simples, preocupados tan
solo por la aplicación directa e inmediata de su técnica en la vida cotidiana, lo cual fue
asumido como el fin supremo. En realidad, y en sentido estricto, el conductismo nunca fue
ni psicología ni ciencia, sino un conjunto de técnicas de control de conducta animal, que
se llenó de falacias argumentativas para convencer de que se trataba de una ciencia y de
una "nueva psicología", y en especial, una "psicología científica", debido a su empleo del
método experimental. Bajo su retórica y, sobre todo, de sus espectaculares exhibiciones
de amaestramiento animal, nuestra cultura se fue llenando de una cantidad enorme de
mitos alrededor del conductismo, los que se esparcieron muy pronto por occidente cuando
EEUU asumió en solitario el liderazgo mundial luego de la posguerra. La mayor parte de
lo que se publica hoy sobre el conductismo se basa en diversos conceptos errados y
mitos ya consagrados. En el aspecto teórico el conductismo es fundamentalmente una
maraña de conceptos vagos que se sostienen precariamente gracias al malabarismo
retórico de diversos autores.

En suma, el conductismo no fue más que un error cultural de los norteamericanos sobre el
cual se edificó un gran mito psicológico. Su mayor error fue confrontarse con la psicología
pretendiendo sustituirla. El conductismo se erigió como la corriente enemiga de la
psicología, dando inicio a una furibunda prédica antipsicológica caracterizada por sus
errores conceptuales en torno a la conciencia. Su apogeo llegó al éxtasis durante los años
1950s y 1960s, gracias al fulgor mediático alcanzado por B. F. Skinner. A partir de 1970 el
conductismo empezó a declinar irremediablemente cuando se comprobó que sus técnicas
no podían ser aplicadas a los humanos y especialmente cuando las críticas en el entorno
científico se multiplicaron. Los intentos por lograr versiones aplicables a la realidad
humana hicieron que el conductismo empezara a diluirse, pues se hizo necesario
incorporar factores internos en su modelo, es decir, propios de la psicología real, con lo
que se transitó al formato conocido como cognitivo-conductual, que fue la primera versión
realmente útil, pero ya no puramente conductual. Enseguida la psicología real volvió a
recuperar plenamente su sitial en el escenario científico de los EEUU probando que el
conductismo no fue ningún avance científico sino un penoso desvarío. Tal como ocurrió
con el psicoanálisis, hoy el conductismo permanece como una gama de técnicas
terapéuticas muy específicas.



Advertencia

A continuación haré un rápido pero detallado estudio histórico del fenómeno del
conductismo americano, analizando algunos de sus conceptos básicos. Mi propósito es,
primero, desmitificar el conductismo y corregir varias ideas equivocadas que se repiten
sobre él en artículos y libros. Para esto me basaré en los hechos históricos documentados
y en fuentes primarias y directas. Es decir, haré mi propia investigación histórica. De este
modo eludiré la historia oficial del conductismo plasmado en los libros, ya que está
plagada de errores, mitos y falacias. En segundo lugar, deseo responder a varias
afirmaciones que suelen hacer los conductistas respecto de la psicología y la conciencia.
En tercer lugar, demostrar que los conceptos básicos del conductismo son precarios y que
nunca ha sido ni puede ser una disciplina epistémica, es decir, una ciencia. Por último,
intento demostrar que el conductismo no es psicología ni ciencia, y que no está en
condiciones de debatir con la psicología por tener objetivos y campos distintos. Cualquier

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confrontación teórica sólo podría tener sentido en el plano filosófico de la ciencia, pero de
ningún modo en el terreno de la psicología al cual el conductismo es ajeno. Mi mayor
interés es responder las afirmaciones conductistas sobre la psicología, pues nunca se les
ha dado respuesta. Usualmente los psicólogos hemos permanecidos ajenos a los
gratuitos embates conductistas, pero me parece que ya se han acumulado demasiadas
falacias y es preciso aclarar sus conceptos, especialmente ahora que la mitología del
conductismo ha empezado a regarse por toda la web.

Antes de iniciar quisiera explicar por qué considero al conductismo como un cientificismo.
Es simple. A diferencia de la psicología y otras ciencias que se desprenden naturalmente
de la filosofía, donde se halla el germen de sus nociones básicas tratadas durante siglos,
desde la época de los griegos hasta la aparición formal de la ciencia, el conductismo en
cambio es un producto improvisado y equivocado desde su esencia, pues surge de un
error de montaje de la psicología en los EEUU y se fundamenta en las concepciones
culturales que sobre la ciencia ya constituida existían a fines del siglo XIX. El conductismo
nace bajo la influencia directa de la biología (experimentalismo animal) y de la física
(operacionismo y teorías de campo), y se supedita al método experimental del
naturalismo. En consecuencia, lo que generan es una disciplina netamente cientificista
cuyos conceptos dependen por completo de lo que su método permite. Es decir,
colocaron la carreta delante de los caballos. Primero acogieron un modelo de ciencia
basada en la biología experimental y en la física mecánica, y luego fabricaron una pseudo
psicología ajustada a sus creencias.




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Introducción

La aparición del conductismo alteró muchos conceptos, afectando incluso la definición de
la psicología, que fue declarada "una ciencia natural perteneciente a la biología, ocupada
de estudiar la conducta de los animales". Pero la psicología nunca fue eso. Por ello
resulta indispensable iniciar este estudio haciendo ciertas precisiones básicas, para luego
ubicarnos en los escenarios históricos en los que estudiaremos los hechos. La verdad irá
surgiendo sola.

En principio, la psicología es una ciencia que estudia al hombre. ¿Qué aspecto del ser
humano? Pues, entre otros, el aspecto más reciente y complejo de la evolución: los
fenómenos subjetivos, llamados también fenómenos mentales, correspondientes a las
estructuras y procesos propios de la porción más compleja del sistema nervioso: el
cerebro. El amplio escenario de la psicología implica procesos humanos tales como la
percepción, la conciencia de la realidad y la construcción cognitiva de la misma, es decir,
del pensamiento en sus procesos conscientes e inconscientes; la memoria y el
razonamiento, entendido este como un procesamiento arbitrario de información; así como
otros procesos cognitivos específicos como el aprendizaje. Por ejemplo, la psicología es
la ciencia responsable de explicar el fenómeno del conocimiento. A todo ello habría que
añadirle el estudio del hombre como tal, ya que la psicología es la ciencia que estudia el
desarrollo de la persona humana como producto de una cultura. Por ello, el campo de la
psicología alcanza la racionalidad cultural y los sistemas cognitivos sociales, así como la
propia cultura asumida como una red cognitiva social sostenida por una gran variedad de
sistemas de comunicación simbólicos, entre ellos, el lenguaje. Es solo a partir de este
complejo escenario que podemos ofrecer una explicación científica del funcionamiento del
ser humano como organismo concreto, es decir, como organismo de naturaleza cognitiva
y cultural. En consecuencia, podemos afirmar que la psicología es la ciencia encargada
de explicar el fenómeno humano en toda su extensión, para lo cual permanece en íntima
comunicación con todas las ciencias que estudian al ser humano, desde las neurociencias
hasta la antropología, con las cuales intercambia y contrasta información para edificar
teorías que se encuadren en el marco general de la ciencia. El campo de la psicología es
la última frontera de la ciencia, pues resulta la expresión última y más compleja de la
evolución y de la realidad de la que formamos parte, y grandes aspectos permanecen aún
como misterios por resolver. Por ello la psicología está además en contacto con la
filosofía, pues su escenario involucra nuestra misma noción de conocimiento y de
realidad. Uno de los temas más intensos de la filosofía moderna es justamente la filosofía
de la mente. Casi todas las ciencias derivan de la filosofía y van hacia ella, pero la
psicología es la que mantiene los vínculos más estrechos. Además, no se puede hacer
ciencia sin filosofía porque es ella la que nos orienta en la actividad científica, es como la
brújula del navegante que va en busca de la realidad y de la verdad.

La psicología no estudia pues la conducta de las personas y, mucho menos, la de los
organismos. La conducta del individuo humano es muy variada, azarosa y hasta arbitraria,
además de ser circunstancial y circunscrita, temporal y cambiante de acuerdo a la cultura,
por lo tanto no es materia de ninguna ciencia ni puede serlo, ya que tampoco es una
entidad independiente por sí misma y ajena al propio sujeto. La única conducta de interés
científico es el comportamiento social, estudiado por la sociología, la psicología social y
algunas áreas de la economía, entre otras. El campo de la psicología como ciencia se
refiere en sentido estricto y amplio a las capacidades superiores humanas. Y así fue
desde la época de los griegos. Se inicia formalmente con la publicación de "De Anima"
por Aristóteles en el año 300 AC. Aristóteles define al hombre como un "animal racional",

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y establece que la "psyche" es el motor que anima o mueve a los humanos, es decir, el
intelecto. Por tanto, la "psyche" se refiere al intelecto humano y no al "alma" del
cristianismo, como erróneamente fue traducido. La psyche es el aspecto cognitivo
humano, el ánima de los humanos, su aspecto racional, tal como lo estableció Aristóteles.
De modo que la psicología es el estudio de ese aspecto cognitivo de los humanos. Fueron
los escolásticos quienes confundieron la psyche con el "alma" y así fue como se difundió
por error; pero sería apenas el primer error histórico alrededor de la psicología. La historia
de la psicología está llena de errores conceptuales y culturales. Aunque el conductismo
llegó a ser quizá el mayor de todos.

Al igual que todas las ciencias, la psicología tuvo que transitar un largo proceso de
maduración durante milenios, clarificando sus nociones mediante intensos debates
filosóficos, antes de poder constituirse como ciencia real a mediados del siglo XIX. Luego
tuvo que iniciar el proceso de investigación natural de su campo para establecer sus
conocimientos científicos, construir sus teorías explicativas, confrontarlas, etc., antes de
poder ofrecer algún servicio concreto a la sociedad. Obviamente sufrió además los
embates de la religión durante varios siglos, y hasta el ataque del cientificismo americano,
además del manoseo de sus conceptos por el público. Pero todo esto tuvo que ser
superado. El avance científico en diversos campos conexos como las neurociencias y la
informática, la antropología y la paleontología, nutrieron a la psicología a lo largo del siglo
XX. Es sólo a partir de un cierto nivel de maduración epistémica, cuando el núcleo central
de una ciencia empieza a rodearse de disciplinas tecnológicas periféricas, orientadas a
ofrecer aplicaciones concretas en la sociedad. Este grado de desarrollo lo alcanzó la
psicología recién a finales del siglo XX. A principios del siglo XX la psicología estaba
apenas en su fase inicial de edificación como ciencia, concentrada básicamente en un
solo país (Alemania) y acabando de instalar plenamente sus primeros implementos. No
había pues razón para fustigarla ni apurarla ni criticarla. La psicología no era de ningún
modo una ciencia improvisada. Tenía ya una larga historia.

Los inicios de la psicología como ciencia se remontan a
Descartes, con su teoría del reflejo y su posterior tratado de la
relación cerebro-mente. Pero entonces aquello se consideraba
filosofía. Este desarrollo se prolongó a lo largo de los siglos
XVII al XVIII, hasta llegar a Kant (1781) y su magnífica obra,
en la que aborda los procesos subjetivos implicados en el
conocimiento, iniciando lo que luego sería la epistemología y,
mucho más tarde, la psicología cognitiva y hasta las
neurociencias (Seki, 1993). Es a partir de la formidable obra
de Kant que Alemania se convertiría en la cuna de la
psicología científica. Desde principios del siglo XIX se
establecen los primeros estudios científicos de la percepción,
las sensaciones y la visión del color. Hay una larguísima lista de científicos
comprometidos con los estudios de los procesos mentales más evidentes, inmediatos y
simples. Mencionemos, por ejemplo, a Charles Bell (1774-1842), Thomas Brown (1778-
1820), Johann Friedrich Herbart (1776-1841), Jan Evangelista Purkyne (1787-1869), Ernst
Heinrich Weber (1795-1878), Johannes Müller (1801-1858), Gustav Theodor Fechner
(1801-1887) y Wilhelm Wundt (1832-1920). Muchos fueron realmente los que iniciaron el
estudio científico de la mente, a partir de sus fenómenos más simples y accesibles.
Aunque la primera ley científica de la psicología, la Ley de Weber-Fechner, se publicó en
1860, la historia oficial ha establecido el inicio de la psicología científica cuando W. Wundt
abre su laboratorio de psicología experimental en Leipzig durante 1879, en una pequeña

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habitación del Konvict Building de la Universidad de Zurich. No obstante, este laboratorio
sería trasladado varias veces durante sus primeros años, hasta que recién en 1897 se
instala formalmente el Instituto Psicológico en un edificio propio. Fue este laboratorio el
que serviría de cuna a la psicología científica, y desde donde se emitirían los primeros
reportes oficiales de investigación psicológica, hasta la jubilación de Wundt en 1917,
quien además nos legó una magistral obra sobre la mente y la cultura, que ya desde
entonces eran vistas en íntima relación. Por todo esto, el nacimiento de la psicología
como ciencia fue siempre considerado un parto natural de la filosofía.

Para dar inicio a la investigación científica de la conciencia, Wundt empleó un método al
que denominó "introspección". Era lo que la época permitía, pues aún no existía
tecnología que permitiera otro tipo de métodos de indagación de la actividad consciente.
Lo importante es dejar en claro que este método introspectivo no era una cuestión
fundamental para la edificación de la psicología. De hecho surgirían otros métodos más
tarde. Lo que debemos entender es que ningún método en particular es fundamental para
edificar una ciencia. El método no determina a la ciencia. Los métodos surgen a partir de
una necesidad concreta de investigación y dependen del interés y creatividad del
científico. De modo que los métodos se sujetan a las necesidades de la ciencia y no al
revés, como lo entendieron los conductistas. Pero más allá de esta cuestión metodológica
estaban los logros de la psicología alemana durante un siglo de investigación y
experimentación. Para inicios del siglo XX, la psicología alemana florecía con la escuela
de la Gestalt, y sus estudios sobre la percepción de las formas, anunciando la teoría
sobre el fenómeno phi y un conjunto de leyes científicas. De modo que no se puede negar
que había un franco proceso de desarrollo de la psicología, el que lamentablemente sería
suspendido por las dos consecutivas guerras mundiales que devastaron Europa y
especialmente Alemania, con lo cual los norteamericanos tuvieron la oportunidad de
generar y publicitar su "nueva psicología", centrada en la conducta de los animales.

Antes de hablar plenamente del conductismo, debemos todavía revisar algunos otros
antecedentes históricos que nos permitan asumir una perspectiva completa, a fin de
entender cómo y por qué ocurrió este accidente de la historia. Cambiando de escenario, el
siglo XIX fue la era del resplandor tecnológico en la Gran Bretaña, que ya se había
iniciado incipientemente a fines del siglo anterior. Este suceso es conocido como la
Revolución Industrial, y se caracterizó por la incesante aparición de prodigios tecnológicos
tales como la máquina de vapor y la locomotora. Los ingenieros británicos se entregaron a
la invención de formidables maquinarias que impulsaron la producción agrícola y fabril.
Esta revolución tecnológica precedió con mucho a lo que sería más tarde la Revolución
Científica, cuyo inicio podría señalarse, con toda ley, en la publicación de la Teoría de la
Evolución, mediante un libro titulado "El origen de las especies por medio de la selección
natural", escrito por Charles Darwin (1859). Esto fue como un terremoto en medio de un
huracán. La teoría de Darwin provocó una fiebre de investigaciones en el terreno de la
biología, tal que cambiarían el escenario y las ideas respecto de la investigación científica.
Todos estos sucesos tuvieron un gran impacto en la cultura, pues produjeron cambios
dramáticos en las formas de pensar y concebir el mundo, y transformaron rápidamente la
mentalidad de la sociedad. Así empezó a gestarse un nuevo fenómeno sociocultural,
reconocido más tarde como "cientificismo", el cual se caracterizó por un sentimiento de
intensa admiración hacia la ciencia y la tecnología, predisponiendo a una ciega
aceptación de sus productos, modelos y formatos. Los científicos fueron elevados al
estatus más alto de la sociedad, mientras que la ciencia y la tecnología se mezclaban
equivocadamente en una misma imagen, siendo prácticas muy distintas, pues la
tecnología es muy anterior, e incluso podría remontarse a la Edad de Piedra. La ingeniería

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y la tecnología estuvieron siempre presentes en las grandes construcciones de los
antiguos imperios, y también en las batallas, obviamente. Pero la ciencia, tal como hoy la
conocemos, comienza con Galileo, se consagra con Newton y se establece plenamente a
mediados del siglo XIX con la teoría evolutiva, que sería seguida de inmediato por la
teoría atómica. Hasta entonces estuvo claramente definida y separada la imagen del
ingeniero o inventor ligado a la tecnología, y por otro lado, la del científico vinculado a la
filosofía, pues su interés estaba centrado en la producción de conocimientos y no de
productos. La confusión actual entre ciencia y tecnología sería fruto del cientificismo.

Luego de la Teoría de la Evolución, la ciencia naturalista experimentó un tremendo
avance, iniciando la investigación en torno a lo que esta teoría proponía. Como producto
de estos esfuerzos, desarrollaron una serie de experimentos con animales, poblaciones
de insectos, generaciones de plantas y bacterias, iniciándose también el estudio de la
genética. Todo esto los llevó a desarrollar técnicas específicas para el manejo de
abundantes datos. El resultado fue la aparición de técnicas estadísticas y de un modelo
experimental orientado a esta clase de problemas, los cuales eran muy distintos a los que
indagaba la psicología en Alemania. Pero fue esta ciencia naturalista la que llegó a
Norteamérica en la década de 1880, siendo presentada como el modelo de ciencia a
seguir, y de la cual surgiría más tarde el conductismo. En Norteamérica acogieron este
modelo, con el método de la biología, elaborado bajo el enfoque y para los problemas de
la biología, y lo usaron en la enseñanza de psicología, llevando a los estudiantes al dilema
de tener que estudiar la conciencia en animales. La idolatría generada en torno al modelo
de ciencia naturalista y por el método experimental transformó la tarea de investigación en
una parodia mecánica realizada exclusivamente en el laboratorio, bajo condiciones
escrupulosamente controladas, y siguiendo las manipulaciones del "Dios experimentador".
A diferencia del naturalismo inglés que estudiaba procesos naturales reales en
laboratorio, el conductismo americano estudiaba situaciones artificiales y forzadas. Hasta
entonces "el método" no había sido más que un concepto filosófico gaseoso, vinculado al
proceder heurístico de observación, razonamiento y pruebas de hipótesis, pero de pronto
quedó convertido por el cientificismo americano en un proceder experimental-estadístico
que poseía insospechados poderes para producir conocimiento científico de manera casi
mágica. No hacía falta más que ir cosechando los datos para hacer ciencia.

El ambiente predominante en los EEUU a principios del siglo XX era
el de una ciencia novata y una psicología bisoña que recién iniciaba
a instalarse como proyecto científico. Para entonces, la psicología
americana tenía un solo representante, William James, y su única
producción: "Principios de Psicología". Eso era prácticamente todo lo
que había en la psicología norteamericana, según los propios
historiadores americanos antes de la instalación de los primeros
laboratorios a mediados de la década de 1880. En buena cuenta, no
existían antecedentes importantes en la psicología de Norteamérica.
Lo que hubo fue una especie de psicología folclórica y teológica a
cargo de predicadores puritanos que se ocupaban de temas como la
moral, la voluntad y la naturaleza humana. Nada ni remotamente semejante a la
psicología científica que ya se practicaba en Alemania desde hacía un siglo. En
Norteamérica se manejaba todavía el concepto del alma inmortal e inmaterial, que fue
asumida equivocadamente como "conciencia" cuando se implementó la cátedra de
psicología alrededor de 1886. Incluso W. James, "el padre de la psicología americana",
confundía el alma con la conciencia en un lamentable artículo publicado en 1904 titulado
"¿Existe la conciencia?", artículo que hoy es considerado como el inicio de la expulsión de

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la conciencia de la psicología americana. Pero esta confusión sería todavía más patente
en Watson, como veremos más adelante. La psicología moderna de los EEUU fue una
importación cultural completa, que empezó luego de la instalación de laboratorios y la
adopción de la metodología experimental del naturalismo inglés. El trasfondo cultural
americano fue siempre religioso, con sus ideales propios del Movimiento por el Progreso
que predicaba llevar a la acción todas las ideas. Fue este escenario cultural el que
determinó la manera particular que tuvieron los norteamericanos para hacer y entender su
psicología.

El fundador de la psicología moderna en América y primer Ph.D. de Psicología del mundo
fue Granville Stanley Hall. Después de instalar el primer laboratorio de psicología, fundó la
APA y luego la primera revista de psicología en 1886. A continuación concluyó sus
estudios de teología y recibió el grado de "Bachelor of Divinity". Posteriormente, ya en
pleno siglo XX, fundó la "Revista de Psicología Teológica" en 1904. Años antes, W.
James había publicado "Las variedades de la experiencia religiosa", que lo convirtió en
padre de la Psicología Religiosa. No hace falta pues recalcar el fuerte predominio de la
religión en la cultura norteamericana, y lo cercana que estuvo de su psicología. Debemos
mencionar además que muchos clérigos fueron llamados a enseñar psicología en las
primeras dos décadas, pues no tenían más alternativas. Fueron estos clérigos quienes
tuvieron a su cargo la formación de las primeras generaciones de psicólogos, entre ellos
J. B. Watson. Los historiadores del conductismo suelen pasar por alto estas condiciones
culturales y materiales de la psicología norteamericana, y presentan al conductismo como
una creación original, novedosa y revolucionaria, pero nada de eso es cierto. En realidad
el conductismo fue la consecuencia natural de los errores de concepción que se
cometieron al momento de instalar la psicología en los EEUU, como una carrera de
formación académica cuando apenas era una ciencia en formación. Las universidades de
EEUU empezaron a otorgar títulos en psicología cuando aún no sabían de qué trataba.
Desde el principio la psicología en América asumió un formato biologista y experimental
centrado en los animales, algo muy distinto a lo que realmente era la psicología. El
conocimiento teórico sobre la moderna psicología era escaso en Norteamérica, y sus
antecedentes psicológicos y filosóficos eran muy limitados. Detrás de la implantación
académica de la psicología había en realidad intereses económicos muy concretos.

Además de todo lo anterior, en los EEUU hubo siempre una fuerte inclinación hacía la
tecnología, tal vez como herencia de la cultura británica de la que procedían. Esto les
permitió también desarrollar su agricultura desde fines del siglo XVIII, con una gran
variedad de innovaciones tecnológicas propias. La tecnología ha sido siempre una pasión
muy grande de los norteamericanos, al extremo en que desarrollaron inventos
fundamentales, como el aeroplano, el fonógrafo, el automóvil, el uso de la energía
eléctrica, etc. Los logros tecnológicos de los EEUU le permitieron ganar su primer Premio
Nobel de Física en 1907, aunque no por nuevas teorías sino gracias a la invención de
instrumentos ópticos de gran precisión que permitieron medir la velocidad de la luz. Pero
las creaciones tecnológicas no se limitaban a ingenios
mecánicos sino incluso al perfeccionamiento de los
procesos fabriles, como los que diseñó F. W. Taylor,
predecesor de la tecnología aplicada a la conducta humana
en el ámbito laboral. Y lo que podría sorprendernos hoy, es
que todo ese tremendo escenario tecnológico se dio sin
necesidad de ninguna ciencia, sino apenas con la habilidad
de ingenieros y simples curiosos como Tomas Alva Edison,
George Westinghouse y hasta humildes mecánicos como

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los hermanos Wright. También aquí ocurrió que los inventos precedieron con mucha
anticipación a la ciencia norteamericana, que florecería tardíamente, impulsada por los
apremios de la guerra mundial y la llegada de genios europeos. Para principios del siglo
XX, con la llegada de la ciencia naturalista y el impulso de las ciencias sociales en las
universidades, empezó a florecer un nuevo cientificismo, propiamente norteamericano,
que puede definirse como una ciencia mal entendida, pues la concibieron como una
herramienta para lograr la transformación de la sociedad mediante la generación de
tecnologías de control, guiados por su idiosincrasia pragmática y utilitarista, y por el
trasfondo religioso de su educación que marcaba sus pautas sociales, a lo que cabe
añadir su inclinación a los negocios. También la escasa filosofía americana apuntaba
hacia un pragmatismo utilitario e inmediato, como lo prueba la obra de William James:
"Pragmatismo" (1907), donde proclama que todas las ideas deben terminar convertidas
en hechos, y que deberían evitarse las discusiones teóricas y "metafísicas". Esta
inclinación pragmática los llevaría a concebir la ciencia como el simple empleo riguroso y
virtuoso de un método, por lo que todas sus ciencias tuvieron un fuerte carácter
metodologista, que fue el rasgo principal del cientificismo americano.

Con todo esto acabamos de describir el terreno cultural en el que floreció el conductismo
como algo muy natural, pero fue una afloración natural en todas las disciplinas científicas
sociales norteamericanas y no sólo en la psicología. También la sociología americana
asumió un marcado formato conductista. Por lo tanto, es equivocado considerar al
conductismo como un producto "psicológico", pues en realidad nunca lo fue. En todo caso
sería más adecuado entenderlo como un producto "biológico", ya que salió de los
laboratorios de biología y desde el estudio de animales. Lo real es que fue un producto
cultural típicamente norteamericano, con repercusiones en la psicología, llevándola a su
mayor crisis histórica y a su postergación científica por más de medio siglo. Veamos más
de cerca su origen directo.


Aparición del conductismo

Para decirlo de una manera rápida, simple y clara, el conductismo
se originó como una consecuencia natural del escenario
tormentoso de la psicología americana. Los psicólogos estaban
consagrados al empleo del método experimental del naturalismo
inglés, y entregados al estudio de animales. Sin embargo, como
psicólogos tenían la obligación teórica de explicar procesos
mentales y hablar de la conciencia. Vivían pues en medio de un
gran dilema entre la teoría y la práctica. No fueron pocos los que
escribieron sendos tratados sobre la mente animal. Por ejemplo,
Margaret Floy Washburn, la primera mujer en alcanzar el grado de
PhD en Psicología, publicó "La mente animal" (1908). El mismo
Watson expuso este curioso tema en su artículo "Estudiando la
mente de los animales", publicado en 1907 y donde aparece aún
muy convencido de esta posibilidad. Pero como tal cosa es en realidad imposible, poco a
poco se fue gestando una reacción tendiente a rechazar el estudio de la conciencia, pues
resultaba una situación muy enojosa y difícil de solventar con animales. Así surgió la
creciente opinión de limitarse al estudio de la conducta animal tal cual, sin tener que ir
más allá, argumentando que los datos experimentales obtenidos por simple observación
ya eran perfectamente útiles. Al mismo tiempo se originó una corriente pragmática que
empezó a sembrar dudas sobre la existencia de la conciencia, a la cual confundían con el

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alma en consonancia con su propia psicología folclórica. Además, desde la perspectiva
del estudio de animales, no se entendía la necesidad de buscar explicaciones basadas en
la conciencia cuando los mecanismos biológicos parecían ser más que suficientes para
explicar la conducta animal. Como consecuencia de todo esto, acabaron rechazando la
conciencia y la introspección, sobrestimaron el poder del método experimental naturalista
y decidieron supeditarse a lo que este ofrecía. Además se conformaron con la estimación
de los datos experimentales sin llegar a una teorización. Bajo esta postura, era suficiente
con poder usar los datos en alguna aplicación útil. El interés científico por hallar una
explicación teórica carecía de sentido y de interés práctico, por lo que llegó a considerarse
innecesaria y fatua. Por ello, si en Alemania la psicología científica fue el parto natural de
la filosofía bajo el interés de entender y explicar la conciencia humana como tarea inicial,
el conductismo americano fue el parto forzado de un cientificismo que se abrazó del
método experimental con animales para idolatrar un naciente modelo de ciencia físico-
naturalista. En su afán por eludir los compromisos teóricos, los conductistas inventaron un
novedoso e insólito concepto de "ciencia descriptiva". Aunque toda esta situación ya era
patente desde principios del siglo XX, se hizo pública y formal cuando John Broadus
Watson publicó en 1913 "La Psicología tal como la ve un conductista". De modo que
vamos a ocuparnos un poco de él.

Este artículo expone toda la tragedia y amargura de los psicólogos americanos, y expresa
por primera vez el rechazo a la psicología de una manera frontal, planteando su
reemplazo por el conductismo, es decir, por el estudio de la conducta animal tal cual. Se
queja de la situación incómoda en la que se hallan los psicólogos americanos, pues se
enfrentaban a una verdadera paradoja: tenían por un lado una práctica experimental
centrada en animales, y por otro, la teoría les exigía manejar conceptos como
"conciencia". De modo que estaban en medio de un dilema entre el método experimental
naturalista empleado con sus animales y la introspección, que era vista como el único
camino a la conciencia. Con toda razón, Watson se queja de que a menudo no sabía qué
hacer con los datos de sus experimentos, pues no le servían para deducir los estados de
conciencia de sus animales. Una queja muy válida, ciertamente, ya que el método
experimental del naturalismo no sirve para ese propósito, y es un tanto difícil pedirle
introspección a una rata. De modo tal que la amargura y frustración de Watson están
plenamente justificadas. Entonces decide rechazar esta situación y exige que los datos
experimentales se valoren como están, abandonando la necesidad de ir hacia estados de
conciencia. Aunque esto parecía muy razonable, Watson va más allá y propone hacer de
eso la "nueva psicología", afirmando que esa era la única manera en que la psicología
podría ser una ciencia. Watson no concebía la ciencia más allá del método que
practicaba. Este punto de vista "conductista" se origina en la forma en que los
norteamericanos aprendían psicología, pues en verdad la enseñanza era básicamente
biología. Una prueba de ello es la tesis de Watson titulada "Un estudio experimental sobre
el crecimiento físico de la rata blanca, correlacionada con el desarrollo de su sistema
nervioso". Evidentemente una tesis de biología en toda su extensión. Lo cierto es que los
primeros psicólogos americanos no hacían estrictamente psicología, pues carecían de
maestros de psicología y hasta de libros. Estos fueron escribiéndose a la vez que se
formaban las primeras generaciones, siendo básicamente guías experimentales, como la
obra inconclusa de E. C. Sanford (1891) "Laboratory Course in Physiological Psychology".

Además Watson expone un falso conflicto entre el método experimental naturalista y la
introspección, como si se tratara de una cuestión fundamental para determinar el carácter
científico de una disciplina. Cree que el método experimental es el único método
realmente científico, y por tanto decide acogerse a sus alcances. Su enfoque era errado.

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Bajo su perspectiva, el método experimental ofrecía datos sin necesidad de teorías,
mientras el otro exigía conceptos y teorías. En realidad ambos exigían conceptos, pues no
hay ciencia sin teorías, como lo demostró el propio Darwin; pero el plano teórico de la
psicología se hallaba en torno a la conciencia y no al comportamiento de los animales. Lo
cierto es que Watson no quería hacer teorías sino negocios, y para ello intentaba usar sus
datos, convencido de que estos revelaban relaciones de causalidad entre estímulos y
respuestas, y que a partir de ello podría conseguirse un control sobre la conducta animal
y, consecuentemente, hacer de eso un oficio rentable. Eso era todo. En buena cuenta, el
famoso "manifiesto conductista" de Watson, antes que una propuesta científica fue una
propuesta laboral y una declinación de la tarea de hacer real ciencia psicológica para
dedicarse a la venta de datos. Esa fue la primera propuesta de una "ciencia útil".
Finalmente, Watson rechaza amargamente la psicología porque no la entiende. Hay que
notar que se trataba de la psicología montada en Norteamérica. Pero claro, él ignora esto
y su rechazo suena como un rechazo general a toda la psicología. Su lógica es bastante
simple. Debido a que obtiene sus datos a partir de la observación del quehacer de los
animales, propone que los psicólogos se ocupen tan sólo de lo que observan, y asume
que lo que se observa es conducta. Sugiere entonces que sea la conducta y no la
conciencia el objeto de estudio de la psicología. Plantea además que la psicología imite a
la física en su forma de explicar la conducta, es decir, siguiendo la lógica causa-efecto, la
cual asume también como la única explicación científica. De este modo surge el famoso
esquema estímulo-respuesta, el cual, con escasas variantes, fue la base de todo el
enfoque conductista. Es decir, no es más que un fisicalismo simplista.

Plantear que la psicología abandone la conciencia era como sugerir que la astronomía
dejara los astros y se ocupara de otra cosa, por ejemplo las nubes, y llamar a eso la
"nueva astronomía". De hecho Watson no era consciente del disparate que planteaba. Es
necesario advertir que, además de desconocer la verdadera psicología, Watson tampoco
era ningún genio. Se trataba de un sujeto audaz, aventurero, eficiente en tareas prácticas,
pero sumamente limitado en el campo teórico y con una formación académica muy
concreta. Al final fue expulsado de la Universidad por sus escándalos sexuales y acabaría
sus últimos 25 años dedicado a la actividad comercial en la compañía Thompson. Así que
no pensemos que Watson estaba en condiciones de producir una revolución científica,
sino todo lo contrario: lo que causó fue el retraso y la perturbación de la psicología. Un
desastre que no pudo ser advertido en los EEUU y que luego sería heredada por una
sociedad confundida y alienada en la posguerra. Lo cierto es que la aparición del
conductismo nunca tuvo nada de esas imágenes megalomaníacas con que fue recubierta
después por sus seguidores.

En apoyo final de su propuesta, Watson expresa el malestar de sus colegas porque todo
su trabajo no tenía ninguna utilidad en la vida cotidiana de las personas, lo cual era visto
por la sociedad americana prácticamente como un pecado. Este fue su punto más fuerte
para ganar aceptación. Enseguida menciona su desprecio por la psicología confesando
que no la entiende. Cree que la conciencia se refiere al alma. Por último plantea un
ultimátum: o la psicología abandona la conciencia, o los conductistas la rechazarán para
fundar una nueva disciplina dedicada concretamente a la conducta animal, sin ir más allá
de lo que se observa. Obviamente él creía que bastaba el uso del método naturalista para
que esa tarea sea una ciencia. Añade que la época en que el hombre era el principal
interés de la ciencia ya pasó, desde que Darwin esclareció su origen animal. Entonces
asegura que no existe ya ninguna necesidad de estudiar al hombre de una manera
especial. Anuncia que aplicará a los humanos los mismos métodos que emplea en sus
animales, sin otorgarles ninguna prerrogativa especial. Así se confronta con los que llama

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"psicólogos humanos". Afirma también que ese es el único "método científico" y sostiene
que no se puede ir más allá de lo que él ofrece.

                            Antes de terminar, Watson explica, a manera de justificación,
                            que se ha pasado toda su vida experimentando con animales,
                            y que esto lo lleva a asumir una posición acorde con esta
                            realidad. Creo que esta es la frase que resume toda la verdad
                            del conductismo, pues era una disciplina creada alrededor del
                            estudio de animales con el método experimental naturalista,
                            siguiendo el formato de la biología. Para diferenciarse Watson
                            anunció que su objeto de estudio no sería el animal sino tan
                            solo su "conducta observable". Así fue como se creó el
ilusionismo general en torno a la conducta como si se tratara de algo diferente y separado
o separable del animal. Obviamente Watson no tenía la menor idea del frankeinstein
epistémico que estaba creando. Acababa de inventar un fantasma retórico que sería
asumido más tarde como "objeto" de una pretendida ciencia, cuando en realidad sólo se
trataba de crear una ocupación experimental en busca de datos comercializables, es
decir, una profesión técnica. Sin duda las ciencias no se improvisan. Ninguna ciencia nace
de un discurso o de una proclama; pero tampoco se las aniquila con retórica. Watson hizo
del desprestigio de la psicología la ocupación más abyecta que se haya visto jamás en la
ciencia, pese a confesar que no la entendía. Por ello sus ataques nunca fueron a la
psicología real que él ignoraba, sino a una lamentable caricatura extraída de su propio
trasfondo cultural. En su proclama se tomó el trabajo de anunciar una serie de
predicciones nefastas respecto de la psicología, todas las cuales fallaron. Y desde luego,
tampoco pudieron cumplirse los ofrecimientos grandiosos que anunció que sería capaz de
proporcionar el conductismo. Todo eso fracasó.

Desde luego, Watson tenía todo el derecho a fundar su propia disciplina, ocuparse de la
conducta animal, incluir a los humanos en sus métodos, vender sus datos, etc., pero no
tenía ningún derecho de llamar a eso "psicología". Estaba claro que la psicología era, en
la misma Alemania, una ciencia naciente que andaba en busca de establecer sus
fundamentos, pues apenas tenía veinte años de desarrollo como ciencia formal. En
cambio en Norteamérica ¡ya se ofrecían títulos académicos de psicología! En Europa la
psicología crecía confinada a los laboratorios de investigación científica, a cargo de unos
cuantos especialistas interesados en los misterios de la conciencia humana. En
Norteamérica, en cambio, montaron la psicología como una carrera profesional a ser
enseñada en la Facultad, como si se tratara de un oficio, y se supeditaron a hacer biología
en los hechos. Habían pues grandes errores de toda clase en la psicología
norteamericana, tanto en su trasfondo cultural como en su montaje académico. Esto es lo
que explica realmente el origen del conductismo así como su rápida aceptación en ese
medio. Pero lo más sorprendente de todo es que fue consagrada e idealizada por nuestra
cultura algunos años después. Y hoy aún pretende sostenerse como una forma de
psicología, tras unos maquillajes de rigor.

En resumen, el conductismo nació como producto de:

      Los antecedentes culturales de Norteamérica en donde no hubo ninguna
       psicología científica sino una psicología teológica y folklórica, una predilección por
       la tecnología y los negocios, junto a una filosofía del pragmatismo que alentaba
       eludir las discusiones teóricas y metafísicas para ir a ofrecer servicios directos a la
       sociedad.

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    El montaje equivocado de la psicología concebido como carrera profesional, es
        decir, como un oficio, pero confinada a laboratorios de biología y al empleo del
        método experimental sobre animales.
       La concepción equivocada de los conceptos básicos de la psicología,
        especialmente el de conciencia, erróneamente vinculada al alma de acuerdo a la
        psicología folclórica americana, y -peor aún- su pretendido estudio sobre
        animales.
       La concepción de la ciencia y, por consiguiente, de la psicología, como una
        actividad destinada a dar servicios directos a la sociedad.

Como se ve, no hay nada de aquellos argumentos míticos generados después en torno al
conductismo para mostrarlo como una revolución científica. Lo cierto es que no fue más
que un lamentable error cultural. Leamos la proclama de Watson, describiendo
claramente lo que era la psicología en Norteamérica.

       "La psicología, tal como los conductistas la consideran, es una rama
       puramente experimental de la ciencia natural. Su meta teórica es la predicción
       y control de la conducta. La introspección no forma parte esencial de sus
       métodos, ni el valor científico de sus datos depende de la prontitud con que
       se prestan a interpretación en términos de conciencia. El conductista, en sus
       esfuerzos por establecer un esquema unitario de respuesta animal, no
       reconoce ninguna diferencia entre el hombre y el animal". (Watson, 1913).

Esta sola frase ratifica la idea de que Watson desconocía la psicología. No es que
planteara otra forma de psicología. De hecho, no se puede plantear otra forma de
psicología, como no se puede plantear otra forma de biología o de física. Las ciencias son
una sola. Pueden ganar mayores perspectivas pero no se convierten en otra cosa. Por
todo esto, la frase de Watson resulta abiertamente absurda en todos sus extremos. Lo
mejor que podemos decir en favor de Watson, es que realmente ignoraba lo que era la
psicología, pues esta nunca fue "una rama puramente experimental de la ciencia natural".
En eso devino lamentablemente al llegar a Norteamérica y eso fue lo que Watson
conoció. Los objetivos de la psicología nunca tuvieron nada que ver con la conducta de
los animales sino con las capacidades superiores humanas. Ninguna ciencia tiene por
objetivo el control sino el conocimiento y la formulación de teorías explicativas. El control
no es una "meta teórica". En suma, la frase de Watson era un sinsentido total. Lo cierto es
que desde el punto de vista de un conductista, nunca se vio la psicología. Pero así fue
como empezó el gran engaño conductista sobre una supuesta "psicología científica" que
en realidad era cualquier cosa menos psicología. El conductismo fue siempre una
antipsicología y se constituyó como la negación de la psicología en todos sus aspectos.

El primer gran exponente de la psicología americana, tal
como estos la concibieron, fue Edward Thorndike, quien
trabajó con una gran variedad de animales y estableció lo
que luego serían las bases reales y únicas del conductismo,
más allá de Watson y su manifiesto, que sólo fueron
retórica. Lo cierto es que en más de medio siglo, el
conductismo americano difícilmente podía ir más allá de lo
que Thorndike hizo. En conclusión, queda claro que el
conductismo no nació de nuevas concepciones revolucionarias que permitieran un salto
cualitativo de la psicología. Nada de eso. Peor aún: todo lo contrario. El conductismo

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significó el retraso de la psicología en Norteamérica por casi medio siglo. Por tanto,
resulta equivocado hablar del conductismo como un "cambio paradigmático" en la
psicológica. Nunca hubo ningún nuevo paradigma. Los errores académicos no son
paradigmas científicos. Tampoco lo son las limitaciones culturales, ni los intereses
profesionales o los apuros comerciales.

Las consecuencias de la aparición del conductismo para la psicología en América fueron
las siguientes:

      En primer lugar falsearon la psicología convirtiéndola en otra cosa muy distinta.
       Ganaron aceptación por el error generalizado existente en Norteamérica sobre la
       psicología, y porque le dieron a su disciplina una utilidad social que la psicología
       original no tenía.
      Se justificaron como ciencia apelando al mito del "método científico", con lo cual
       lograron imponer el método experimental del naturalismo como fundamento del
       accionar psicológico, quedando reducidos a simples recolectores de datos.
      Convirtieron a la psicología en una ciencia natural al estilo de la física y la biología.
       Es decir, se acomodaron a los esquemas epistémicos y metodológicos de dichas
       ciencias. No crearon nada nuevo sino que falsearon su psicología disfrazándola
       con ropajes extraños llevados por un marcado cientificismo que los hacía
       proclamarse insistentemente en todos sus escritos como "nueva ciencia", “única
       psicología científica", "ciencia de la conducta", etc.
      Crearon sin mayor sustento teórico un nuevo objeto de estudio llamado
       "conducta", el cual fue asumido como un evento paralelo y exterior al organismo,
       susceptible de ser estudiado por sí mismo, sin tener que involucrarse con lo que
       ocurre en el organismo. Es decir, toda una falacia.
      Con la tesis de que la causa de la conducta estaba fuera del organismo,
       trasladaron su interés al ambiente y acabaron estudiando la nada. Era una especie
       de física estudiando eventos bajo la perspectiva causa-efecto, ignorando por
       completo de la naturaleza real del organismo.
      Establecieron la relación causa-efecto o estímulo-respuesta como todo principio
       explicativo, casi como un dogma, sin vislumbrar la necesidad de ir más allá, ni
       siquiera en los seres humanos.
      Colocaron a la modificación de la conducta como todo su objetivo. Asumieron pues
       un formato de amaestradores de animales con manejo de datos y recubiertos de
       retórica cientificista.
      Se confrontaron abiertamente con la psicología real tratando de deslegitimarla y
       reemplazarla. En este empeño consagraron diversos mitos y dogmas cientificistas
       como el objetivismo radical fundado en "lo observable".
      Asumieron el perfil de practicantes libres del método experimental como rasgo
       central, por lo que generaron una gran dispersión de modelos debido a que
       carecían de una epistemología básica, pero además porque extraviaron todo el
       horizonte teórico de la psicología real.
      Finalmente propiciaron el inicio de la gran crisis de la psicología en el siglo XX.




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El conductismo y la psicología

Hay que destacar las diferencias enormes entre la psicología y el conductismo. En primer
lugar, la psicología es una ciencia estructurada alrededor del interés por el hombre y, en
particular, por sus facultades superiores. Por el contrario, el conductismo se estructura
alrededor de los animales y todo su interés es diseñar técnicas de control conductual.
Aunque pretende aplicar sus técnicas a los humanos, lo hace rebajándolos a la condición
animal para acomodarlos a su perspectiva. Este solo detalle delata que no se trata de una
ciencia. En consecuencia, la psicología y el conductismo tienen perspectivas e intereses
diferentes y hasta divergentes, y parten de supuestos epistémicos completamente
opuestos. La psicología es una ciencia interesada, principalmente, en formular teorías
explicativas; mientras que el conductismo es una técnica interesada en el control de la
conducta animal. No tienen ni siquiera puntos de contacto. Para convencernos de que el
hombre no era ningún ser superior, que esa idea junto con la conciencia no eran más que
supercherías religiosas, los conductistas se dedicaron a difundir una variada serie de
embustes y falacias pseudocientíficas en contra de la conciencia, la psicología y del
mismísimo ser humano. Nunca antes una disciplina había tratado de sustentarse en la
aniquilación del "adversario" y en el rechazo de conceptos que no entendían y que no
usaban.

Otra diferencia fundamental es que la psicología -como cualquier otra ciencia-
procura entender y explicar su campo, que es el ser humano como organismo superior,
especialmente sus características cognitivas y culturales; el objeto de estudio de la
psicología es un existente real: el hombre como organismo complejo, sus procesos
internos de nivel psicológico y sus relaciones sociales en cuanto estructura cultural. En
cambio, el conductismo se ocupa de un mero concepto llamado "conducta" del cual no
intenta ninguna explicación sino tan solo su "predicción y control", aunque el término
"predicción" es solo parte de la retórica conductista y se refiere más bien a reacciones que
a conductas. En todo caso, el objetivo de control es propio de una tecnología. Pero como
el conductismo siempre ha confundido la tecnología con la ciencia, desarrollaron todas
sus técnicas creyendo que hacían ciencia. Lo peor de todo es que para hacer viable su
proyecto, el conductismo no solo rebajó al ser humano al mismo nivel de los demás
animales, sino que también les quitó la libertad, la autonomía y el libre albedrío, pues eran
características muy incómodas para sus intenciones de control. Introducir el factor de la
autonomía de los organismos era como pinchar el enorme globo del conductismo con un
simple alfiler. ¿Cómo controlar un organismo que tiene la capacidad de decidir sus
acciones con autonomía? La solución a este enojoso problema fue simple: negar la
autonomía. Lo que además los exoneraba de tener que estudiar los procesos internos,
que también fueron negados o rechazados por no ser observables ni prestarse a los
alcances del método naturalista. El conductismo se limitó a negar retóricamente todo lo
que contradecía sus intenciones, eliminó todas las cualidades humanas para que su
ciencia pudiera transitar libremente. Además de predicar en contra de la psicología y la
conciencia, sus ataques apuntaron también al hombre, quien, según ellos, ya no era el
centro del universo. Había que estudiarlo como a cualquier otro animal Este fue el sello
más distintivo del conductismo: se abrió camino derribando a sus oponentes y
acomodando la realidad a su propia perspectiva. Todo fue redefinido de acuerdo a sus
visiones e intereses, inventaron sus propios conceptos y sus propias verdades. Así fue
como adquirió su perfil de secta pseudocientífica.

La "conducta" como aparente objeto de estudio es una pura elaboración conceptual y
lingüística sobre la cual no se pueden establecer principios. El término "conducta" jamás

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pudo alcanzar la categoría de concepto científico, pues se trata de un atributo y no de un
objeto o fenómeno real. Todo organismo vivo tiene como propiedad fundamental su
movilidad. La acción, movimiento o "conducta" de un organismo vivo no es algo diferente
del mismo organismo, no se trata de una emanación o radiación que pueda estudiarse por
separado. De modo que concebir a la conducta como un objeto particular e independiente
de estudio es una impostura epistémica. En otros términos: un disparate. Es tan vago el
término que varios autores han notado que la mayoría de las ciencias sociales podrían
invocarla como su campo de estudio, por ejemplo, la Economía, la Historia, el Derecho,
etc. Todas ellas estudian, a su modo, la conducta humana. Aunque el conductismo afirma
que son la "ciencia de la conducta de los organismos". Es decir, estudiarían la conducta
de cualquier especie con las mismas técnicas, aún la de los seres humanos, ignorando
las diferencias evidentes que gobiernan la conducta de los humanos, basados
simplemente en la tesis ingenua de que el origen o causa de toda conducta se halla fuera
del organismo, con lo cual se sienten liberados de la complejidad interna de los
organismos. Se trata pues de una posición dogmática que carece de sentido científico. Y
aunque fuera cierto que sus técnicas funcionan, sería totalmente irrelevante si al final son
incapaces de explicar cómo es que los organismos controlan por sí mismos sus acciones.
Para entender y explicar las acciones de un organismo, como las de un robot -y hasta las
de una muñeca que camina- lo que necesitamos es conocer sus mecanismos internos de
control. Esa es la única posibilidad que tiene la ciencia para explicar el fenómeno del
accionar de los organismos. Y en el caso de los humanos, estos mecanismos pasan por
procesos de tipo cognitivo. El problema del conductismo era que no podía hablar de los
mecanismos internos de control del organismo y a la vez pretender controlarlo desde
afuera. Estaban dispuestos a vender su técnica de control y esto los llevó a falsificar la
realidad del organismo inventando una doctrina basada en falacias.

El conductismo en América

Dos años después de su proclama, Watson sería nombrado Presidente de la APA, con lo
cual ganó autoridad y tuvo la oportunidad de predicar su doctrina abiertamente. Sin
embargo, no se puede decir que Watson haya creado una escuela. Si bien es cierto que
otros autores desarrollaron también alguna forma de conductismo, no lo hicieron
siguiendo a Watson sino por la inercia de practicar la misma rutina experimental de la
psicología americana. El conductismo siguió practicándose en los EEUU tal como había
ocurrido desde principios del siglo, o desde la instalación de sus laboratorios. Algunos de
estos practicantes nunca sintieron la necesidad de renegar de la conciencia, como fue el
caso de Tolman, por ejemplo. Al final, lo que se llamó "conductismo" fue en realidad un
conjunto variado de prácticas y practicantes del método experimental naturalista, tratando
penosamente de hacer alguna forma de psicología en medio de la orfandad y la
heterodoxia, pues carecían de una guía teórica y de un sustento filosófico de su actividad.

El conductismo fue, en buena cuenta, el esfuerzo norteamericano por hacer psicología
desde la nada, empleando tan solo el método naturalista de la biología inglesa, que fue lo
que les instalaron en sus universidades con la etiqueta de "ciencia". Podríamos aplicar
aquí el dicho: quien tiene un martillo ve todo como un clavo. Por eso el conductismo veía
todo desde la perspectiva del naturalismo y del estudio de animales. De modo pues que el
conductismo no fue una creación de nadie en particular. Fue simplemente la
consecuencia inevitable de un error de montaje y del trasfondo cultural en el que se
instaló la psicología en Norteamérica. Todo lo que hizo Watson fue otorgarle validez
formal a la actividad experimental sobre animales, eludiendo los compromisos científicos
con la conciencia para tomar el camino corto de convertirse en una simple disciplina

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ocupacional, extendiendo su método hasta los humanos con la intención de venderle
datos a las demás disciplinas, como lo propone en su artículo. Todo el andamiaje teórico
que se levantó luego en torno a estas prácticas fue el resultado de las mil y una formas a
las que se apeló para entenderlo e interpretarlo como "psicología". Pero de hecho no era
una psicología. Fue a fines de los 60, después de la consagración de la teoría de Thomas
Kuhn sobre las revoluciones científicas, que los defensores del conductismo apelaron a la
tesis de que se trataba de un "nuevo paradigma" en la psicología. Una falacia más ya que
la aparición del conductismo no guarda ninguna relación con la estructura de las
revoluciones científicas descritas por Kuhn.

En suma, el manifiesto de Watson no fue ninguna pieza científica magistral, sino
esencialmente un reclamo profesional en busca de solucionar el problema de los
psicólogos en su trabajo experimental con animales. Lo malo fue que lejos de rechazar
esta actividad por insulsa, la consagró, impidiendo así que la psicología pudiera
desarrollarse apropiadamente. Si bien la psicología americana, aun con todos sus
defectos de instalación, andaba en camino de consolidarse como ciencia, con la
validación del conductismo ese proyecto quedó trunco, y derivó hacia una simple técnica
animalista llena de pretensiones absurdas. El empleo del método naturalista les sirvió
como pretexto para mostrarse como una ciencia; pero aunque contaban con un método,
carecían de una epistemología. Obviamente, las ciencias no se improvisan. El
conductismo aparecía como una "ciencia hueca" que había tomado prestado el método
del naturalismo, pero no tenían ninguna teoría de fondo. Ninguna filosofía en toda la
historia de la humanidad se había ocupado jamás de algo llamado "conducta". Debido a
esto el conductismo se llenó de una exuberante retórica pseudocientífica en busca de
sustentar sus postulados. Al final nunca hubo un concepto unitario en torno a la conducta.
Su máximo exponente se limitó a decir: "es lo que uno ve que el otro hace".

Esta retórica se caracterizó primero, por sus ataques a la psicología y a la conciencia
desde concepciones equivocadas; segundo, por sus extravagantes afirmaciones respecto
del ser humano, muy categóricas pero sin fundamento alguno; y tercero, por sus alardes
megalomaníacos de su condición científica, basadas únicamente en su método. Todo ese
discurso asumió el formato de un dogma doctrinal que sería repetido como un credo en
cada texto conductista. Adicionalmente, aparecieron abundantes mitos en torno al
conductismo, al punto que la gran mayoría de artículos y libros sobre conductismo están
plagados de esos mitos. Por ejemplo nos presentan al conductismo como la verdadera
ciencia psicológica, afirmando que fue una creación de Watson, que Watson creó el
término "conductismo", que se basó en los estudios de Pavlov, en la filosofía de Mach, en
la teoría de Darwin, en Bacon, etc., y que el conductismo hizo de la psicología una
ciencia, que permitió comprender el aprendizaje humano, entre muchas otras
afirmaciones absurdas. En suma, la mitología del conductismo junto a sus falacias
doctrinales han sido el producto más emblemático de la psicología norteamericana
durante el siglo XX. Y lo peor fue que toda esa aberración pseudocientífica se publicaba
en los libros y se enseñaba así, lo que produjo en el ambiente académico la aparición de
una secta de fanáticos del conteo de respuestas, engañados por el discurso conductista
sobre la objetividad, el "método científico", y la lucha antimentalista.




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Pavlov y el conductismo

Uno de los mitos más generalizados en torno al conductismo es
que se fundamenta en la obra de Pavlov. Esta falacia se inventó
con la intención de otorgar legitimidad científica al proyecto
conductista y sugerir que se trata de un estado superior a la obra
del científico ruso, pues Skinner empleó el mismo término de
"condicionamiento". Lo cierto es que el conductismo, en cualquiera
de sus formas, no es ni una sombra pálida del trabajo de Pavlov.
Para confirmar esto, el mismo Pavlov les dedicó un artículo a los
conductistas. Se titula "Respuesta de un fisiólogo a los
psicólogos", publicado en Psychological Review, vol. 37, nro. 5,
1930. Primero hay que decir que en este artículo Pavlov no se
interesa por Watson. En la primera parte da cuenta de E. Guthrie,
y en la segunda se ocupa de K. S. Lashley. En general demuestra el error del
conductismo en su labor de estudio de ratas en laberintos y sus interpretaciones. Incluso
se toma el trabajo de explicar el mecanismo del amaestramiento de animales poniendo
por ejemplo cómo aprende un perro a dar la mano. A decir verdad, Pavlov dicta una
cátedra magistral a los conductistas, mostrando sus falencias como experimentadores y
demostrando que no se puede explicar la conducta sin entender la complejidad del
sistema nervioso en su conjunto, como sistema. Muchos autores sostienen que el
conductismo quedó sin piso cuando Chomsky desbarató una tesis de Skinner; pero se
debe a que este artículo de Pavlov se mantuvo oculto y fue ignorado. En realidad el
conductismo nació sin piso, y este documento científico es la prueba de ello. Después de
haberles mostrado sus falencias a los conductistas y ofrecido una gran lección de ciencia,
Pavlov concluye de esta categórica manera:

     "Me parece superfluo detenerme por más tiempo en los argumentos que el
     autor esgrime contra la importancia de la estructura en el sistema nervioso.
     En general, no presta ninguna atención a cuanto se sabe sobre la
     complejidad de esta estructura y todavía menos a lo que se supone sobre la
     misma: la simplifica continuamente, reduciéndola, con manifiesto partidismo,
     al más sumario trazo esquemático para explicar la relación directa entre
     excitación y reacción. ¿Qué propone nuestro autor en lugar de la teoría de los
     reflejos? Nada." (Pavlov, 1930).

Lo que nos dice Pavlov es que el conductismo no explica absolutamente nada. Tan solo
es una correlación viciosa entre estímulos y respuestas. Luego de esta crítica pasaron 20
años hasta que el conductismo volviera a sonar con Skinner. Pero estoy convencido de
que si Pavlov hubiese leído los estudios y conclusiones de Skinner, tampoco hubiera
tardado mucho en demostrar la precariedad y falencia de sus enunciados, pues eran casi
los mismos que ya había criticado veinte años antes. De modo que no existe ninguna
justificación para considerar a Pavlov como un antecedente del conductismo, puesto que
son dos cosas totalmente diferentes. Pavlov era un científico que estudiaba el cerebro
humano y tenía una clara convicción de que faltaba mucho por conocer acerca del ser
humano, y de que se trataba de un escenario muy particular, diferente, amplio y
misterioso. Nos dejó sus pautas para seguir en su estudio y, a la vez, nos dio una
magistral explicación sobre lo que significa hacer ciencia, realmente.

     "El hombre es un sistema, y está sometido -como cualquier otro sistema de la
     naturaleza- a leyes naturales. Se trata de un sistema que, dentro de los

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límites de nuestros conocimientos, se nos presenta como incomparable por su
     facultad de autorregulación. El estudio del hombre-sistema es el mismo que el
     de cualquier otro sistema: descomposición en sus partes constituyentes,
     estudio de la importancia de cada una de estas partes, estudio de las
     correlaciones con el medio ambiente y luego, tomando como base lo anterior,
     explicación de su funcionamiento. Nuestro sistema -autorregulador en su más
     elevada expresión- es capaz por sí mismo, de mantenerse, reintegrarse,
     repararse, incluso perfeccionarse. La impresión más fuerte y duradera que
     nos proporciona el estudio de la actividad nerviosa superior, es la extrema
     plasticidad de su actividad y sus inmensas posibilidades: nada está inmóvil,
     nada es inflexible, cualquier cosa siempre puede ser alcanzada y mejorada,
     siempre que se cumplan ciertas condiciones necesarias. [...] Desde el punto
     de vista de la evolución ¿no es el hombre la suma culminación de la
     naturaleza, la encarnación más elevada de los infinitos recursos de la materia,
     la realización de potentes leyes naturales todavía inexploradas?" (ibid).

Como queda en evidencia, Pavlov no puede ser de ningún modo un antecedente del
conductismo. Creo que es justo liberar a Pavlov de semejante responsabilidad. También
queda muy claro que el conductismo, lejos de ser una fase superior, fue un retroceso
absoluto del nivel que ya Pavlov había señalado como siguiente meta de la ciencia. Esta
meta fue comprendida por la psicología rusa, pero no por la americana que cayó en el
más puro animalismo simplista y en un mecaniscismo externalista, sin entender las
peculiaridades especiales del ser humano y sin querer saber nada del organismo que
tenían en frente. Si los conductistas consideraban que Pavlov era su padre biológico, es
obvio que en realidad eran huérfanos. Incluso se quedarían sin su padre putativo, ya que
Watson terminó sus últimos 25 años dedicado a la actividad comercial en una empresa
privada, en donde amasó una respetable fortuna. Por ello es otra falacia típica referirse a
"la obra de Watson", ya que no dejó ninguna obra sino un desastre en la psicología y un
mito pseudocientífico. Todo el valor del conductismo reposa en una variedad de técnicas
muy específicas, pero carece de cualquier valor como disciplina epistémica, es decir,
como ciencia.



El resultado final del proyecto conductista

Al igual que las personas, las culturas también cometen errores. En especial cuando se
trata de emplear productos culturales, importados de otra realidad muy distinta, y peor
aún, más avanzada. Los americanos importaron la psicología alemana y la biología
inglesa, y trataron de hacer psicología en laboratorios de biología. Por desgracia los
errores culturales son imposibles de ser percibidos por quienes viven inmersos en ella, y
son difíciles de subsanar. Pueden quedar rezagados o adoptar formas novedosas y hasta
aberrantes, pero nunca desaparecen porque siempre quedará un segmento de creyentes
que mantiene vivo el credo. Suelen reaparecer de tiempo en tiempo renovados con
nuevas justificaciones y recursos. El túmulo cultural del conductismo siguió creciendo
desordenadamente con cada practicante del método, que en el afán de subsistir producía
esforzados argumentos y complejos modelos, además de recurrir a múltiples falacias
teóricas para refutar a la psicología. Como una conclusión final, habría que reconocer que
Watson provocó una seria crisis en la psicología, similar al Gran Cisma del cristianismo,
ya que teníamos una psicología científica en Europa estudiando la conciencia (Gestalt), y
otra en Norteamérica negando su existencia. Evidentemente, ambos no podían tener la

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razón. El conductismo en América llegó a su cenit con Skinner, a mediados del siglo,
luego de lo cual empezó a declinar rápidamente al hacerse evidente sus falencias como
pretendida ciencia y falsa psicología. El consenso científico rechazó las tesis conductistas
y la psicología original recobró su sitial en los EEUU antes de finalizar el siglo XX. Esto no
impidió que aparecieran nuevos núcleos de conductistas empeñados en sostener la
escuela apelando a viejas y olvidadas teorías (y hasta completamente diferentes) como la
de J. R. Kantor (1924).

La mayoría de psicólogos norteamericanos, en medio de la barahúnda que era el
escenario de la psicología norteamericana, decidieron seguir sus propios criterios. Ese fue
el caso de E. C. Tolman, quien luego diría:



      “Tal vez mi teoría no se encuadre con ninguno de los cánones finales del
      proceder científico, pero me tiene sin cuidado. He preferido pensar en la
      psicología de la manera en que he probado que se me acomoda. Desde que
      todas las ciencias, y especialmente la psicología, están todavía inmersas en
      un tremendo escenario de incertidumbre y desconocimiento, lo mejor que
      puede hacer un científico, en especial un psicólogo, parece ser, es seguir su
      propia luz y su propia curva, aunque pueda resultar inadecuado. Y creo que
      así lo hice. Al final, el único criterio seguro es divertirse, y yo me he divertido”.

Kurt Danziger (1979) explica así la situación creada por la proclama de Watson:

      "La razón de que su mensaje encontrara una resonancia masiva e inmediata
      fue que la mayoría de los psicólogos americanos ya aceptaban la premisa de
      que el negocio de su disciplina era producir datos para ser utilizados 'de
      manera práctica' por educadores, hombres de negocios y así sucesivamente,
      y de producirlos rápidamente. Dada esta premisa, la propuesta de Watson,
      despojada de unas cuantas exageraciones polémicas, estaba, obviamente, en
      la línea correcta."

      "Lo que Watson había hecho, era colocar el sello retórico final, en el
      establecimiento de la psicología como una ciencia administrativa, como una
      tecnología a ser manejada por los gestores de la sociedad con la finalidad de
      dirigir las acciones de aquellos a su cargo hacia los canales deseados."


Otro historiador de la psicología, Daniel M. Robinson (1982) ha resumido lo que ocurrió
con esta frase:

      "…Ahora bien, lo que había ocurrido era la adopción de una posición
      metafísica no sobre la naturaleza de la 'verdad' sino sobre la naturaleza de la
      'psicología'. Se tomó la decisión de que la psicología no era más que una
      cierta clase de método, un método 'experimental', y que sólo aquellas partidas
      tratables mediante este método constituirían la materia sobre la que
      versaría.".


Bernard Baars (1989), ha resumido su opinión del conductismo así:

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“Si uno tuviera que ser un crítico del conductismo, no lo sería acerca de lo
     que ellos trataron de conseguir, sino por aquello que creyeron necesario
     negar. Fundamentalmente, negaron la necesidad de las teorías, porque se
     limitaron al registro de los estímulos y respuestas observables. Negaron todo
     el sentido común. Negaron los constructos más elementales sin los cuales
     ninguno de nosotros podría permanecer en el mundo: la experiencia
     consciente, el pensamiento, el conocimiento, las imágenes mentales, los
     sentimientos, los deseos y todo lo demás. De hecho, rechazaron todo el
     sentido común sólo por ser simple, en lugar de comprobarlo y trascenderlo
     como lo hicieron todas las ciencias.”.



La "conducta" como objeto

El apuro por la prestación de servicios y por convertirse en una
"ciencia útil", indujo al conductismo a pasar por alto todos los
problemas teóricos y filosóficos de la psicología clásica, e
incluso los de cualquier ciencia respetable, proclamando
simplemente que estos no importaban o, por último,
asegurando incluso que no existían. Se llegó al extremo de
acusar a la filosofía de ser una pérdida de tiempo y una fuente
de confusión. Se sacralizaron conceptos como objetividad y
empirismo, los que pasaron a formar parte de los fetiches
ideológicos de esta nueva psicología, que en realidad no era
más que una simple técnica de análisis conductual en busca de programas de control de
la conducta animal. Me atrevería a decir incluso que las viejas técnicas de
amaestramiento de animales trataron de meterse al club de las ciencias encubiertas con
un disfraz de psicología y con un carnet de tecnociencia. La mayor parte de los anuncios
de esta novedosa "ciencia conductual", tales como el papel de los premios y castigos en
el comportamiento, eran conocimientos populares y cotidianos, tan viejos como la
humanidad, pero expresados en un novedoso lenguaje tecnicista. Su único valor
agregado era la técnica experimental y de observación sistemática, en busca de
programas de reforzamiento o extinción de conductas. Al fin y al cabo, a eso se reducía
todo el conductismo, aunque habría que añadirle su encendido discurso antimentalista
para completar su escenario. Lo más curioso y contradictorio de esta supuesta "psicología
científica", es que se propuso no saber nada acerca de los mecanismos internos de
control del organismo, y limitarse dogmáticamente a lo observable desde afuera. Una
determinación que carece de sentido científico y hasta de sentido común. Y este empeño
en la ignorancia de los factores internos sería la parte fundamental de su doctrina. Fue la
primera vez que una disciplina incorporaba a la ignorancia como su fundamento
epistémico. De hecho, tal posición insólita aisló al conductismo dejándolo como una
disciplina autista, sin comunicación con otras ciencias, sumido en su propio mundo, con
sus propios conceptos y sus propias verdades. Lo que llevó al conductismo a asumir su
forma peculiar de secta pseudocientífica.

El conductismo se presentaba como una psicología sin mente y sin organismo. Había que
tener mucha imaginación para adivinar lo que estudiaban. Y es que en verdad, no
estudiaba nada, primero porque el conocimiento no formaba parte de sus intereses sino
tan sólo la producción de técnicas de control conductual; y segundo porque era obvio que
la conducta no podía ser "objeto" de ninguna ciencia. Únicamente sirvió de pretexto para

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vender una técnica como una falsa nueva ciencia. Toda la retórica conductista nunca
pasó de ser una falacia pseudocientífica. Por ejemplo, la intención de ocuparse tan sólo
de lo observable, carece de todo sentido. Hasta llega a ser ridículo hoy. La condición de
ser observable nunca ha sido un criterio científico para definir un objeto de estudio. De
hecho, la ciencia se ocupa de muchas cosas que no son observables, y ni siquiera
perceptibles, como la presión atmosférica. En la ciencia hay muchos objetos de estudio
que no son observables y que incluso permanecen desconocidos, como la gravedad o los
agujeros negros, pero cuya existencia es obvia por los efectos que produce. Por eso hoy
la física habla de partículas virtuales y ha incorporado a la incertidumbre como parte del
conocimiento científico, debido a que la realidad tiene límites naturales que nos impiden
conocerla de manera observable y medible. En el ser humano también hay evidencia de
fenómenos como la memoria y el procesamiento de información. Hay evidencia de una
realidad virtual que sólo existe en la conciencia humana, y a partir de lo cual el hombre
programa sus acciones sobre el mundo real transformándolo.

La conducta no es más que una construcción conceptual, propia de un observador. Todo
observador goza de la capacidad de determinar lo que observa y otorgarle un atributo a lo
observado. La conducta es uno de esos atributos empleados cuando se observa un
organismo vivo. Hay otros como movilidad, actividad, habilidad, dinamismo, coincidencia,
inteligencia, etc. De modo que el concepto conducta es propio de un observador, pero no
es un existente real sobre el que puedan establecerse propiedades y principios
universales. En otras palabras, la conducta no es un "algo" que se desprenda del animal
para ser tratada aisladamente, tal como una emanación o radiación. Todo lo que hay es
un organismo en acción, que es como todo organismo vive. Vale decir, que lo único que
hay "realmente" es un organismo vivo. Lo único que tenemos para estudiar es a un
organismo. Y todo lo que "es" un organismo está en el interior del cuerpo que observamos
y no fuera de él. Su relación con el mundo que le rodea no es una relación de causa-
efecto como la que se concibe en el campo de la física entre objetos, pues los organismos
gozan de mecanismos internos que les otorgan cierta autonomía a sus movimientos, por
consiguiente el enfoque de la física es inadecuado, no les son aplicables. Las respuestas
a las interrogantes que nos plantea nuestra observación del movimiento de los
organismos están, por tanto, dentro de ese cuerpo observado. El escenario que rodea al
organismo es tan solo un marco de referencia; no es lo determinante.

Muchas ciencias se ocupan de estudiar a los organismos debido a que en ellos ocurren
diversos procesos: físicos, químicos, fisiológicos, mecánicos, biológicos, etc. Y también
psicológicos, cuando se trata de seres humanos, que son los organismos más complejos
que hay. Toda la gama de ciencias que estudia a los organismos lo hacen
coordinadamente para darle un mismo sentido coherente a la realidad del organismo. Por
lo tanto, la psicología como parte de esas disciplinas, toma los conocimientos de las
demás disciplinas así como también reporta sus hallazgos y se confrontan. Así es como
funciona la ciencia. No existen las ciencias aisladas y autistas, con campo y credo propio,
y sin comunicación con las demás, como ha sido siempre el conductismo. Eso es lo
característico de las pseudociencias.

Cuando vemos a una flor abriéndose, no podemos
separar este hecho de la propia flor o planta. No se
puede decir: "no me interesa la flor sino tan sólo su
acción observable de abrirse". No se puede pretender
crear una "ciencia" dedicada a “lo observable” en la flor,
e ignorando todo lo que ocurre en la planta. Si esto nos

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parece absurdo ¿por qué no el conductismo, que pretende exactamente lo mismo del
animal? El conductista podría ir más allá y ocuparse incluso del movimiento de las olas
del mar, sin abordar nunca el fenómeno en sí, estableciendo tan sólo la recurrencia del
movimiento; pero para saber porqué golpean las olas, porqué se abre una flor y porqué
canta el ruiseñor, hay que indagar en sus interiores y entender el sistema que conforman.
Saber que si le proporcionamos aire, agua y sol a una planta, eventualmente se abrirá
una flor, es lograr un saber utilitario, pragmático, pero no constituye ciencia, por más útil
que sea. Tampoco se puede pretender una "ciencia" de lo observable en el animal porque
con esa actitud nos quedamos en la ignorancia. Lo que observamos en un animal no es
solo "conducta" sino el despliegue de un organismo en tanto ser vivo. Lo que observamos
"realmente" es un organismo, y eso es lo que tenemos para estudiar: un organismo. Un
observador puede decir que observa la "personalidad", otro podrá decir que observa la
"inteligencia", otros pueden decir lo que quieran; un conductista dirá que observa la
"conducta", pero todos estos términos son apenas conceptos extraídos de la imaginación
de un observador. Lo único real es que al frente solo hay un organismo. Cualquier cosa
que se pretenda estudiar tiene que ser parte intrínseca de ese organismo, y debe ser
asumido como parte integrante de su sistema en su integración con sistemas mayores,
como el medio ambiente, la cultura o la sociedad, sin inventar entidades especiales ni
conceptos ad hoc, como hacen las pseudociencias.

Todo esto significa que no se puede estudiar la conducta por sí misma, sino asumiéndola
como el despliegue de un organismo, que es el verdadero objeto de estudio, pues no se
trata de dos fenómenos distintos sino de uno solo. Quiero ser reiterativo en esto: tratar de
separar la conducta y el organismo es un disparate ontológico. En consecuencia, la
conducta resulta ser más fantástica que la propia mente, pues no existe más que en la
mente. No se puede pues hacer una "ciencia de la conducta" por la misma razón que no
podemos hacer una "ciencia del amanecer". No son fenómenos reales independientes
sino percepciones y nociones de un observador. Lo único que hay realmente es un
organismo vivo, ergo, lo único que puede ser objeto de una ciencia es el mismo
organismo. Debemos pues involucrarnos con este organismo si queremos hacer ciencia.
Debemos ir a desarmar su estructura, descubrir sus elementos, mecanismos o procesos
internos, conocer los principios de tales procesos y mecanismos, etc. Así es como
procede la ciencia.

En tanto tecnología de la conducta, el conductismo estaba irremediablemente condenado
al inmediatismo de un organismo en particular y, por tanto, sin probabilidades de poder
generalizar y enunciar leyes universales de la conducta, ya que toda conducta observada
está referida a la circunstancialidad de un contexto particular. El concepto "moderno" de
interconducta es todavía peor, pues las interrelaciones de las personas se dan en un
contexto social, que es un escenario eminentemente caótico y azaroso, donde nunca se
va a encontrar regularidad alguna. La teoría del "campo interconductual" solo tiene
sentido sobre el papel pero no en la realidad. Es por eso que demanda tantos esfuerzos
teóricos para hacerla viable.

Sólo confiando en la repetición de todas las condiciones sociales podríamos esperar la
regularidad de una conducta, lo que en el contexto histórico y cultural del ser humano se
hace imposible, pues nunca se repiten las mismas condiciones: las personas crecemos,
envejecemos, aprendemos, las sociedades se transforman, el azar de la existencia social
nos garantiza dinamismo constante. El modelo conductista se inspiró en un contexto
experimental de laboratorio bajo condiciones controladas. Pero el mundo real y la vida
humana están lejos de ese modelo. Por tanto, su utilidad como técnica de control

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conductual queda relegada, en el mejor de los casos, a sujetos individuales y a conductas
sumamente restringidas, casi reactivas. No puede ir más allá y no han podido ir más allá.
Por eso mismo, el conductismo jamás ha podido enunciar conocimientos científicos
universales, principios o "leyes de la conducta humana", como lo anunció el cientificismo
del siglo XIX. Todo lo que han hecho es patentar técnicas específicas de control para
situaciones específicas. Nadie duda de su utilidad y valor, pero eso no es lo que estamos
discutiendo acá. Esto deja en evidencia su falencia epistémica, pues no pueden
constituirse en cuerpo de conocimientos universales de la nada. Por ello mismo siempre
fue una isla o disciplina autista, ajena a la confrontación y verificación de sus enunciados
y sin conexión con otras disciplinas. En su ansiedad por sobrevivir, no han dudado en
abrazar otra propuesta cientificista, aunque se trate de algo diferente como la
interconducta. Ahora han tenido que refugiarse en la meditación filosófica para saber lo
que son o lo que pueden ser. Pero eso no los hace una filosofía, lamentablemente, por
mucho que se sientan así.

Si bien durante el siglo XVIII la psicología escolástica separó cuerpo y mente, el
conductismo no fue muy diferente, pues acabaron separando cuerpo y
conducta, convencidos de que tenían sustento científico debido a que "la conducta es
observable". Por ello, el conductismo hizo de la observación su principal fetiche
metodológico. La vista se elevó así a la categoría de órgano rector en la edificación de la
ciencia conductista, pues postulaban que la realidad -y hasta el conocimiento- llegaba
desde afuera ya estructurado y simplemente impactaba en un cerebro pasivo. Debido a
esto rechazaban las teorías y procuraban centrarse en los hechos experimentales puros,
yendo al revés de la ciencia. En la ciencia, primero se hace una teoría observando la
realidad natural, y luego se la somete a pruebas y confrontaciones con otros enfoques. En
el conductismo solo se hacían experimentos controlados en laboratorio, y con eso les
bastaba para enunciar sus afirmaciones, llenándose de especulaciones respecto de lo
que sería la conducta humana.

Por otro lado, no se puede hablar propiamente de "conducta humana" si no apelamos a
una interpretación adecuada de lo observado en una persona o sociedad,
considerándolas dentro de su circunstancia individual y cultural. Sólo así podríamos
hablar de una cierta clase de "conducta". Este es el enfoque de las ciencias sociales,
humanas y culturales, cuya epistemología empezó a ser definida por Dilthey (1910) y
Windelband (1924), entre muchos otros. Pero el conductismo se definió rápidamente
como un naturalismo positivista, abrazó una metodología de colección de datos y recusó
toda interpretación, sin advertir que la ciencia se basa en interpretaciones y verificaciones.
El enfoque metodologista del conductismo orientado hacia animales y a la recolección de
datos es opuesto al proceder científico. El requisito de la doctrina conductista reposa en la
objetividad absoluta, entendida esta como "lo observable", sin conjeturas acerca de lo que
el organismo quiere hacer. De modo que en realidad se refieren lo que se puede observar
como movimientos físicos de un organismo desde una perspectiva exterior, basados en el
principio físico de causa-efecto. Otro absurdo contracientífico era asumir que el hombre
debía ser igual que los demás animales, cuando todas las evidencias a la vista
demuestran lo contrario. Esta pretensión implicaba desconocer el proceso evolutivo e
histórico del ser humano, e incluso desconocer el desarrollo de su cerebro. Así pues,
como se puede apreciar, el conductismo adolecía de graves deficiencias epistémicas de
forma y de fondo. Nunca fue pues una ciencia. No podía serlo.


¿Qué era realmente el conductismo? ¿Una psicología sin mente?

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¿Un naturalismo sin organismo? ¿Una física de movimientos animales? ¿Qué era? ¡Nadie
lo sabía! Si fuera una ciencia, ¿qué clase de ciencia sería? ¿A qué nivel de la realidad y
de la evolución dirigía su atención? ¿Con qué otras disciplinas científicas intercambiaba
información y qué clase de información? ¿Con qué objeto trataba realmente? Por
supuesto, todas estas inquietudes se reflejaban tan sólo al nivel de la filosofía de la
ciencia, ya que los hechos socioculturales simplemente se dan como se dan, con todos
sus errores, y las acciones humanas solo siguen acumulando material para configurar un
túmulo cultural. Y el conductismo era netamente un producto sociocultural, movido por
inquietudes socioculturales de moda. El conductismo fue un evidente error cultural
norteamericano en la concepción e implantación de la psicología en moldes tomados de la
biología inglesa, que luego adoptó formas retóricas cientificistas en busca de asumir la
imagen de una profesión socialmente útil, convirtiéndose finalmente en una de las estafas
intelectuales más grande de la historia de la humanidad, fuera del terreno religioso, claro
está.


La objetividad conductista

Watson creía ingenuamente que bastaba con resignarse a lo observable para ser
científico. De este modo hizo de la observación su principal fetiche metodológico, aunque
nunca supo cómo es que llegaba a observar. Basados en el solo mito de la observación,
los conductistas se han pasado la vida ufanándose de su "objetividad", pero esto se debe
a un error de concepto respecto de lo que es la objetividad. El conductismo siempre ha
confundido la objetividad con "lo observable y medible", una noción propia del siglo XIX.
Aunque esta noción se mantuvo durante las primeras décadas del siglo pasado, sufrió un
cambio definitivo en los años 30, gracias a los avances de la física que descubrió varias
partículas y eventos que no son observables ni medibles. Y no por "limitaciones
tecnológicas" como han dicho algunos conductistas sino por la naturaleza misma de la
realidad a escala subatómica. De otro lado, Einstein cambió la ciencia física con su Teoría
de la Relatividad, formulada sin hacer experimentos de ningún tipo y apelando tan sólo a
la imaginación, es decir, sobre un escenario subjetivo de la realidad. Si se puede estudiar
la curvatura del espaciotiempo no veo por qué no se podría estudiar la lógica del
razonamiento. Todo esto transformó las viejas concepciones sobre el conocimiento
científico, pero no llegaron a afectar al conductismo ya constituido. Por ello el conductismo
ha permanecido hasta hoy creyendo en la fantasía de su objetividad por ocuparse de lo
"observable y medible". Vamos a demostrar que ninguno de esos conceptos tiene sentido
hoy.

Pongamos un simple ejemplo: la visión del color. Los colores sólo existen en la mente del
ser humano, no existen en la "realidad objetiva exterior". Pero a pesar de que no existen
en la "realidad objetiva exterior", los colores son observables. Entonces, ¿los colores
existen o no existen? Si son observables, el conductismo supone que existen en la
realidad física, lo cual es falso. Los colores sólo existen como fenómeno mental y forman
parte de la construcción cognitiva de la realidad humana. Ahora pongamos otro caso: la
psicología, al igual que el conductismo, ha recogido conceptos de la calle, es decir, del
vulgo. Al igual que el término "conducta", la psicología también recogió el término
"personalidad" e "inteligencia", entre otros. Ambos son sólo conceptos. No son existentes
reales. No hay nada en el mundo que sea una "personalidad" ni una "inteligencia". Sin
embargo... ¡se miden! Y como las mediciones no son más que representaciones mentales
de ciertas propiedades vinculadas a una escala, la conducta pasa también a ser el conteo


                                                                                          25
de ciertas acciones visibles. ¿Y en dónde está finalmente la "conducta"? Pues sólo en la
mente de un observador que mide.

Como vemos, ni lo observable ni lo medible son condiciones que puedan asegurarnos una
objetividad. Ya es hora de que los conductistas superen esta noción equivocada. La
objetividad tiene dos sentidos: uno es ontológico y el otro es epistémico. En el primer
caso, quiere decir que lo que se tiene por objeto de estudio es un existente real, bien sea
como entidad o como fenómeno; mientras que en el segundo caso, se entiende que el
conocimiento logrado, no depende de creencias culturales. Pues bien, en ambos casos, el
conductismo falla. Primero porque la conducta no es un existente real sino una noción de
quien observa un organismo vivo, que es el existente real; y segundo, porque su saber es
fabricado en base a las nociones culturales del cientificismo, del utilitarismo y del
tecnologismo. Por el contrario, la psicología sí posee ambas objetividades, ya que los
fenómenos mentales son reales, existen gracias a la actividad cerebral superior, siendo
fenómenos propios de cualquier ser humano. Además porque su conocimiento está libre
de influencias culturales. El conocimiento de cómo se perciben los colores, no responde a
ningún condicionamiento cultural. Es, por tanto, un conocimiento objetivo de un fenómeno
subjetivo. En adición, cabe agregar que en la psicología no existen doctrinas ni dogmas
que seguir ni proclamar; su saber está permanentemente confrontado y validado por
diversas disciplinas conexas, como las neurociencias. Así pues, como vemos, la
psicología clásica es sumamente objetiva, en todos los sentidos. Mientras que el
conductismo sólo tiene la ilusión de su objetividad fundada en sus mediciones y conteos.



El antimentalismo conductista

El primer producto netamente conductista no fue una teoría de la conducta, como cabría
esperar, sino una rabiosa doctrina antimentalista. Fundada, por supuesto, en la confusión
conceptual reinante en la cultura norteamericana respecto de la psicología y sus términos
científicos. A pesar de declararse una ciencia, la conducta de los conductistas no
resultaba tan científica, pues se dedicaron al desprestigio de la psicología clásica. Esto es
algo que nunca ha ocurrido en la ciencia. Es una conducta más bien típica de sectas
políticas y religiosas. Los conductistas confundieron a la psicología con esa "psicología
teológica" que prevaleció en Norteamérica como antecedente inmediato, y cuyas nociones
siguieron vivas. Luchaban contra unas concepciones muy distantes y distintas de los
conceptos científicos manejados en Alemania o Rusia. Nunca tuvieron una idea clara de
lo que era la psicología real, sus conceptos y problemas. A causa de toda esta confusión,
el conductismo rechazó a la psicología, y se dedicó al desprestigio de la conciencia,
tratando de imponer a la conducta, convencidos de que esta era observable y aquella no.
Debido a sus falencias epistémicas y sus apuros utilitaristas, cayeron víctimas de una
ilusión. Pese a todo, siempre hubo un halo de misterio en torno de la posición final del
conductismo frente a la mente, pues unos la admitían y otros la negaban, mientras que
otros, como Skinner, proponían su "reinterpretación" en términos de conducta observable.
Es decir, trasladar cualquier concepto que hiciera referencia a un proceso interno, a
términos de una conducta observable. Un recurso que provenía directamente del
operacionalismo, pero que más allá de las ventajas metodológicas que ofrecía dentro de
un experimento concreto, carecía de todo sentido y valor epistemológico.

Para entender el origen del antimentalismo conductista leamos a Watson hablando de la
psicología clásica y de la conciencia:

                                                                                          26
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El conductismo: historia de un fallido intento cientificista

  • 1. El conductismo: historia de un fallido proyecto cientificista "El conductista pregunta: ¿Por qué no hacer de lo que podemos observar el verdadero campo de la psicología? Limitémonos a lo observable, y formulemos leyes sólo relativas a estas cosas. Ahora bien: ¿qué es lo que podemos observar? Podemos observar la conducta." J. B. Watson Mg. Dante Bobadilla Ramírez Universidad de San Martín de Porres Lima – Perú Resumen Al conductismo se le ha reconocido -casi por la fuerza- como una escuela psicológica, pero en realidad fue un producto cultural norteamericano que provocó una grave crisis en la psicología. Surgió en los EEUU a inicios del siglo XX, poco tiempo después de instalarse la psicología (1886) sobre la base del naturalismo inglés, por lo que los primeros psicólogos americanos se entregaron a la experimentación con animales como tarea central. Para entonces EEUU carecía de una tradición psicológica y los temas básicos de la psicología europea le eran extraños. Veinte años después de trabajo experimental, los noveles psicólogos americanos iniciaron una especie de rebelión tecnocrática que buscaba validar su ocupación como un oficio en sí mismo, sin mayores compromisos con las exigencias teóricas de la psicología, en especial con la conciencia, cuestión que les resultaba imposible de estudiar en sus animales. Esto los llevó a fundar una disciplina distinta cuyo único objetivo era el control de la conducta animal, pues no conocían otra tarea ni concebían otra meta. Por desgracia, en lugar de hacer del conductismo una disciplina diferente, ya que lo era, decidieron imponerlo como una "nueva psicología", una "psicología científica", para lo cual iniciaron una insólita guerra en contra de la psicología y la conciencia. A decir verdad el conductismo fue una antipsicología que tan solo tenía la praxis de un método. Al carecer de fundamentos epistémicos, asumieron el modelo causa-efecto, propio de la física, en la versión estímulo- respuesta, para usarla como todo fundamento explicativo de la conducta. El conductismo fue producto de una mala implantación de la psicología en Norteamérica, basada en el formato experimental de la biología inglesa, lo que condujo a una psicología mal concebida y a una praxis equivocada. Asumió la forma de un movimiento gremial que buscó validar su oficio brindando servicios a la sociedad. Se caracterizó por una retórica muy pretenciosa, con un antimentalismo sumamente agresivo. Buscaron imponer su 1
  • 2. modelo sobre un cientificismo militante, un tecnologismo efectista y un pragmatismo utilitarista e inmediatista, sin conceder espacios a la reflexión filosófica ni teórica. Recusaron a la filosofía por inútil. Concebían todo en términos simples, preocupados tan solo por la aplicación directa e inmediata de su técnica en la vida cotidiana, lo cual fue asumido como el fin supremo. En realidad, y en sentido estricto, el conductismo nunca fue ni psicología ni ciencia, sino un conjunto de técnicas de control de conducta animal, que se llenó de falacias argumentativas para convencer de que se trataba de una ciencia y de una "nueva psicología", y en especial, una "psicología científica", debido a su empleo del método experimental. Bajo su retórica y, sobre todo, de sus espectaculares exhibiciones de amaestramiento animal, nuestra cultura se fue llenando de una cantidad enorme de mitos alrededor del conductismo, los que se esparcieron muy pronto por occidente cuando EEUU asumió en solitario el liderazgo mundial luego de la posguerra. La mayor parte de lo que se publica hoy sobre el conductismo se basa en diversos conceptos errados y mitos ya consagrados. En el aspecto teórico el conductismo es fundamentalmente una maraña de conceptos vagos que se sostienen precariamente gracias al malabarismo retórico de diversos autores. En suma, el conductismo no fue más que un error cultural de los norteamericanos sobre el cual se edificó un gran mito psicológico. Su mayor error fue confrontarse con la psicología pretendiendo sustituirla. El conductismo se erigió como la corriente enemiga de la psicología, dando inicio a una furibunda prédica antipsicológica caracterizada por sus errores conceptuales en torno a la conciencia. Su apogeo llegó al éxtasis durante los años 1950s y 1960s, gracias al fulgor mediático alcanzado por B. F. Skinner. A partir de 1970 el conductismo empezó a declinar irremediablemente cuando se comprobó que sus técnicas no podían ser aplicadas a los humanos y especialmente cuando las críticas en el entorno científico se multiplicaron. Los intentos por lograr versiones aplicables a la realidad humana hicieron que el conductismo empezara a diluirse, pues se hizo necesario incorporar factores internos en su modelo, es decir, propios de la psicología real, con lo que se transitó al formato conocido como cognitivo-conductual, que fue la primera versión realmente útil, pero ya no puramente conductual. Enseguida la psicología real volvió a recuperar plenamente su sitial en el escenario científico de los EEUU probando que el conductismo no fue ningún avance científico sino un penoso desvarío. Tal como ocurrió con el psicoanálisis, hoy el conductismo permanece como una gama de técnicas terapéuticas muy específicas. Advertencia A continuación haré un rápido pero detallado estudio histórico del fenómeno del conductismo americano, analizando algunos de sus conceptos básicos. Mi propósito es, primero, desmitificar el conductismo y corregir varias ideas equivocadas que se repiten sobre él en artículos y libros. Para esto me basaré en los hechos históricos documentados y en fuentes primarias y directas. Es decir, haré mi propia investigación histórica. De este modo eludiré la historia oficial del conductismo plasmado en los libros, ya que está plagada de errores, mitos y falacias. En segundo lugar, deseo responder a varias afirmaciones que suelen hacer los conductistas respecto de la psicología y la conciencia. En tercer lugar, demostrar que los conceptos básicos del conductismo son precarios y que nunca ha sido ni puede ser una disciplina epistémica, es decir, una ciencia. Por último, intento demostrar que el conductismo no es psicología ni ciencia, y que no está en condiciones de debatir con la psicología por tener objetivos y campos distintos. Cualquier 2
  • 3. confrontación teórica sólo podría tener sentido en el plano filosófico de la ciencia, pero de ningún modo en el terreno de la psicología al cual el conductismo es ajeno. Mi mayor interés es responder las afirmaciones conductistas sobre la psicología, pues nunca se les ha dado respuesta. Usualmente los psicólogos hemos permanecidos ajenos a los gratuitos embates conductistas, pero me parece que ya se han acumulado demasiadas falacias y es preciso aclarar sus conceptos, especialmente ahora que la mitología del conductismo ha empezado a regarse por toda la web. Antes de iniciar quisiera explicar por qué considero al conductismo como un cientificismo. Es simple. A diferencia de la psicología y otras ciencias que se desprenden naturalmente de la filosofía, donde se halla el germen de sus nociones básicas tratadas durante siglos, desde la época de los griegos hasta la aparición formal de la ciencia, el conductismo en cambio es un producto improvisado y equivocado desde su esencia, pues surge de un error de montaje de la psicología en los EEUU y se fundamenta en las concepciones culturales que sobre la ciencia ya constituida existían a fines del siglo XIX. El conductismo nace bajo la influencia directa de la biología (experimentalismo animal) y de la física (operacionismo y teorías de campo), y se supedita al método experimental del naturalismo. En consecuencia, lo que generan es una disciplina netamente cientificista cuyos conceptos dependen por completo de lo que su método permite. Es decir, colocaron la carreta delante de los caballos. Primero acogieron un modelo de ciencia basada en la biología experimental y en la física mecánica, y luego fabricaron una pseudo psicología ajustada a sus creencias. 3
  • 4. Introducción La aparición del conductismo alteró muchos conceptos, afectando incluso la definición de la psicología, que fue declarada "una ciencia natural perteneciente a la biología, ocupada de estudiar la conducta de los animales". Pero la psicología nunca fue eso. Por ello resulta indispensable iniciar este estudio haciendo ciertas precisiones básicas, para luego ubicarnos en los escenarios históricos en los que estudiaremos los hechos. La verdad irá surgiendo sola. En principio, la psicología es una ciencia que estudia al hombre. ¿Qué aspecto del ser humano? Pues, entre otros, el aspecto más reciente y complejo de la evolución: los fenómenos subjetivos, llamados también fenómenos mentales, correspondientes a las estructuras y procesos propios de la porción más compleja del sistema nervioso: el cerebro. El amplio escenario de la psicología implica procesos humanos tales como la percepción, la conciencia de la realidad y la construcción cognitiva de la misma, es decir, del pensamiento en sus procesos conscientes e inconscientes; la memoria y el razonamiento, entendido este como un procesamiento arbitrario de información; así como otros procesos cognitivos específicos como el aprendizaje. Por ejemplo, la psicología es la ciencia responsable de explicar el fenómeno del conocimiento. A todo ello habría que añadirle el estudio del hombre como tal, ya que la psicología es la ciencia que estudia el desarrollo de la persona humana como producto de una cultura. Por ello, el campo de la psicología alcanza la racionalidad cultural y los sistemas cognitivos sociales, así como la propia cultura asumida como una red cognitiva social sostenida por una gran variedad de sistemas de comunicación simbólicos, entre ellos, el lenguaje. Es solo a partir de este complejo escenario que podemos ofrecer una explicación científica del funcionamiento del ser humano como organismo concreto, es decir, como organismo de naturaleza cognitiva y cultural. En consecuencia, podemos afirmar que la psicología es la ciencia encargada de explicar el fenómeno humano en toda su extensión, para lo cual permanece en íntima comunicación con todas las ciencias que estudian al ser humano, desde las neurociencias hasta la antropología, con las cuales intercambia y contrasta información para edificar teorías que se encuadren en el marco general de la ciencia. El campo de la psicología es la última frontera de la ciencia, pues resulta la expresión última y más compleja de la evolución y de la realidad de la que formamos parte, y grandes aspectos permanecen aún como misterios por resolver. Por ello la psicología está además en contacto con la filosofía, pues su escenario involucra nuestra misma noción de conocimiento y de realidad. Uno de los temas más intensos de la filosofía moderna es justamente la filosofía de la mente. Casi todas las ciencias derivan de la filosofía y van hacia ella, pero la psicología es la que mantiene los vínculos más estrechos. Además, no se puede hacer ciencia sin filosofía porque es ella la que nos orienta en la actividad científica, es como la brújula del navegante que va en busca de la realidad y de la verdad. La psicología no estudia pues la conducta de las personas y, mucho menos, la de los organismos. La conducta del individuo humano es muy variada, azarosa y hasta arbitraria, además de ser circunstancial y circunscrita, temporal y cambiante de acuerdo a la cultura, por lo tanto no es materia de ninguna ciencia ni puede serlo, ya que tampoco es una entidad independiente por sí misma y ajena al propio sujeto. La única conducta de interés científico es el comportamiento social, estudiado por la sociología, la psicología social y algunas áreas de la economía, entre otras. El campo de la psicología como ciencia se refiere en sentido estricto y amplio a las capacidades superiores humanas. Y así fue desde la época de los griegos. Se inicia formalmente con la publicación de "De Anima" por Aristóteles en el año 300 AC. Aristóteles define al hombre como un "animal racional", 4
  • 5. y establece que la "psyche" es el motor que anima o mueve a los humanos, es decir, el intelecto. Por tanto, la "psyche" se refiere al intelecto humano y no al "alma" del cristianismo, como erróneamente fue traducido. La psyche es el aspecto cognitivo humano, el ánima de los humanos, su aspecto racional, tal como lo estableció Aristóteles. De modo que la psicología es el estudio de ese aspecto cognitivo de los humanos. Fueron los escolásticos quienes confundieron la psyche con el "alma" y así fue como se difundió por error; pero sería apenas el primer error histórico alrededor de la psicología. La historia de la psicología está llena de errores conceptuales y culturales. Aunque el conductismo llegó a ser quizá el mayor de todos. Al igual que todas las ciencias, la psicología tuvo que transitar un largo proceso de maduración durante milenios, clarificando sus nociones mediante intensos debates filosóficos, antes de poder constituirse como ciencia real a mediados del siglo XIX. Luego tuvo que iniciar el proceso de investigación natural de su campo para establecer sus conocimientos científicos, construir sus teorías explicativas, confrontarlas, etc., antes de poder ofrecer algún servicio concreto a la sociedad. Obviamente sufrió además los embates de la religión durante varios siglos, y hasta el ataque del cientificismo americano, además del manoseo de sus conceptos por el público. Pero todo esto tuvo que ser superado. El avance científico en diversos campos conexos como las neurociencias y la informática, la antropología y la paleontología, nutrieron a la psicología a lo largo del siglo XX. Es sólo a partir de un cierto nivel de maduración epistémica, cuando el núcleo central de una ciencia empieza a rodearse de disciplinas tecnológicas periféricas, orientadas a ofrecer aplicaciones concretas en la sociedad. Este grado de desarrollo lo alcanzó la psicología recién a finales del siglo XX. A principios del siglo XX la psicología estaba apenas en su fase inicial de edificación como ciencia, concentrada básicamente en un solo país (Alemania) y acabando de instalar plenamente sus primeros implementos. No había pues razón para fustigarla ni apurarla ni criticarla. La psicología no era de ningún modo una ciencia improvisada. Tenía ya una larga historia. Los inicios de la psicología como ciencia se remontan a Descartes, con su teoría del reflejo y su posterior tratado de la relación cerebro-mente. Pero entonces aquello se consideraba filosofía. Este desarrollo se prolongó a lo largo de los siglos XVII al XVIII, hasta llegar a Kant (1781) y su magnífica obra, en la que aborda los procesos subjetivos implicados en el conocimiento, iniciando lo que luego sería la epistemología y, mucho más tarde, la psicología cognitiva y hasta las neurociencias (Seki, 1993). Es a partir de la formidable obra de Kant que Alemania se convertiría en la cuna de la psicología científica. Desde principios del siglo XIX se establecen los primeros estudios científicos de la percepción, las sensaciones y la visión del color. Hay una larguísima lista de científicos comprometidos con los estudios de los procesos mentales más evidentes, inmediatos y simples. Mencionemos, por ejemplo, a Charles Bell (1774-1842), Thomas Brown (1778- 1820), Johann Friedrich Herbart (1776-1841), Jan Evangelista Purkyne (1787-1869), Ernst Heinrich Weber (1795-1878), Johannes Müller (1801-1858), Gustav Theodor Fechner (1801-1887) y Wilhelm Wundt (1832-1920). Muchos fueron realmente los que iniciaron el estudio científico de la mente, a partir de sus fenómenos más simples y accesibles. Aunque la primera ley científica de la psicología, la Ley de Weber-Fechner, se publicó en 1860, la historia oficial ha establecido el inicio de la psicología científica cuando W. Wundt abre su laboratorio de psicología experimental en Leipzig durante 1879, en una pequeña 5
  • 6. habitación del Konvict Building de la Universidad de Zurich. No obstante, este laboratorio sería trasladado varias veces durante sus primeros años, hasta que recién en 1897 se instala formalmente el Instituto Psicológico en un edificio propio. Fue este laboratorio el que serviría de cuna a la psicología científica, y desde donde se emitirían los primeros reportes oficiales de investigación psicológica, hasta la jubilación de Wundt en 1917, quien además nos legó una magistral obra sobre la mente y la cultura, que ya desde entonces eran vistas en íntima relación. Por todo esto, el nacimiento de la psicología como ciencia fue siempre considerado un parto natural de la filosofía. Para dar inicio a la investigación científica de la conciencia, Wundt empleó un método al que denominó "introspección". Era lo que la época permitía, pues aún no existía tecnología que permitiera otro tipo de métodos de indagación de la actividad consciente. Lo importante es dejar en claro que este método introspectivo no era una cuestión fundamental para la edificación de la psicología. De hecho surgirían otros métodos más tarde. Lo que debemos entender es que ningún método en particular es fundamental para edificar una ciencia. El método no determina a la ciencia. Los métodos surgen a partir de una necesidad concreta de investigación y dependen del interés y creatividad del científico. De modo que los métodos se sujetan a las necesidades de la ciencia y no al revés, como lo entendieron los conductistas. Pero más allá de esta cuestión metodológica estaban los logros de la psicología alemana durante un siglo de investigación y experimentación. Para inicios del siglo XX, la psicología alemana florecía con la escuela de la Gestalt, y sus estudios sobre la percepción de las formas, anunciando la teoría sobre el fenómeno phi y un conjunto de leyes científicas. De modo que no se puede negar que había un franco proceso de desarrollo de la psicología, el que lamentablemente sería suspendido por las dos consecutivas guerras mundiales que devastaron Europa y especialmente Alemania, con lo cual los norteamericanos tuvieron la oportunidad de generar y publicitar su "nueva psicología", centrada en la conducta de los animales. Antes de hablar plenamente del conductismo, debemos todavía revisar algunos otros antecedentes históricos que nos permitan asumir una perspectiva completa, a fin de entender cómo y por qué ocurrió este accidente de la historia. Cambiando de escenario, el siglo XIX fue la era del resplandor tecnológico en la Gran Bretaña, que ya se había iniciado incipientemente a fines del siglo anterior. Este suceso es conocido como la Revolución Industrial, y se caracterizó por la incesante aparición de prodigios tecnológicos tales como la máquina de vapor y la locomotora. Los ingenieros británicos se entregaron a la invención de formidables maquinarias que impulsaron la producción agrícola y fabril. Esta revolución tecnológica precedió con mucho a lo que sería más tarde la Revolución Científica, cuyo inicio podría señalarse, con toda ley, en la publicación de la Teoría de la Evolución, mediante un libro titulado "El origen de las especies por medio de la selección natural", escrito por Charles Darwin (1859). Esto fue como un terremoto en medio de un huracán. La teoría de Darwin provocó una fiebre de investigaciones en el terreno de la biología, tal que cambiarían el escenario y las ideas respecto de la investigación científica. Todos estos sucesos tuvieron un gran impacto en la cultura, pues produjeron cambios dramáticos en las formas de pensar y concebir el mundo, y transformaron rápidamente la mentalidad de la sociedad. Así empezó a gestarse un nuevo fenómeno sociocultural, reconocido más tarde como "cientificismo", el cual se caracterizó por un sentimiento de intensa admiración hacia la ciencia y la tecnología, predisponiendo a una ciega aceptación de sus productos, modelos y formatos. Los científicos fueron elevados al estatus más alto de la sociedad, mientras que la ciencia y la tecnología se mezclaban equivocadamente en una misma imagen, siendo prácticas muy distintas, pues la tecnología es muy anterior, e incluso podría remontarse a la Edad de Piedra. La ingeniería 6
  • 7. y la tecnología estuvieron siempre presentes en las grandes construcciones de los antiguos imperios, y también en las batallas, obviamente. Pero la ciencia, tal como hoy la conocemos, comienza con Galileo, se consagra con Newton y se establece plenamente a mediados del siglo XIX con la teoría evolutiva, que sería seguida de inmediato por la teoría atómica. Hasta entonces estuvo claramente definida y separada la imagen del ingeniero o inventor ligado a la tecnología, y por otro lado, la del científico vinculado a la filosofía, pues su interés estaba centrado en la producción de conocimientos y no de productos. La confusión actual entre ciencia y tecnología sería fruto del cientificismo. Luego de la Teoría de la Evolución, la ciencia naturalista experimentó un tremendo avance, iniciando la investigación en torno a lo que esta teoría proponía. Como producto de estos esfuerzos, desarrollaron una serie de experimentos con animales, poblaciones de insectos, generaciones de plantas y bacterias, iniciándose también el estudio de la genética. Todo esto los llevó a desarrollar técnicas específicas para el manejo de abundantes datos. El resultado fue la aparición de técnicas estadísticas y de un modelo experimental orientado a esta clase de problemas, los cuales eran muy distintos a los que indagaba la psicología en Alemania. Pero fue esta ciencia naturalista la que llegó a Norteamérica en la década de 1880, siendo presentada como el modelo de ciencia a seguir, y de la cual surgiría más tarde el conductismo. En Norteamérica acogieron este modelo, con el método de la biología, elaborado bajo el enfoque y para los problemas de la biología, y lo usaron en la enseñanza de psicología, llevando a los estudiantes al dilema de tener que estudiar la conciencia en animales. La idolatría generada en torno al modelo de ciencia naturalista y por el método experimental transformó la tarea de investigación en una parodia mecánica realizada exclusivamente en el laboratorio, bajo condiciones escrupulosamente controladas, y siguiendo las manipulaciones del "Dios experimentador". A diferencia del naturalismo inglés que estudiaba procesos naturales reales en laboratorio, el conductismo americano estudiaba situaciones artificiales y forzadas. Hasta entonces "el método" no había sido más que un concepto filosófico gaseoso, vinculado al proceder heurístico de observación, razonamiento y pruebas de hipótesis, pero de pronto quedó convertido por el cientificismo americano en un proceder experimental-estadístico que poseía insospechados poderes para producir conocimiento científico de manera casi mágica. No hacía falta más que ir cosechando los datos para hacer ciencia. El ambiente predominante en los EEUU a principios del siglo XX era el de una ciencia novata y una psicología bisoña que recién iniciaba a instalarse como proyecto científico. Para entonces, la psicología americana tenía un solo representante, William James, y su única producción: "Principios de Psicología". Eso era prácticamente todo lo que había en la psicología norteamericana, según los propios historiadores americanos antes de la instalación de los primeros laboratorios a mediados de la década de 1880. En buena cuenta, no existían antecedentes importantes en la psicología de Norteamérica. Lo que hubo fue una especie de psicología folclórica y teológica a cargo de predicadores puritanos que se ocupaban de temas como la moral, la voluntad y la naturaleza humana. Nada ni remotamente semejante a la psicología científica que ya se practicaba en Alemania desde hacía un siglo. En Norteamérica se manejaba todavía el concepto del alma inmortal e inmaterial, que fue asumida equivocadamente como "conciencia" cuando se implementó la cátedra de psicología alrededor de 1886. Incluso W. James, "el padre de la psicología americana", confundía el alma con la conciencia en un lamentable artículo publicado en 1904 titulado "¿Existe la conciencia?", artículo que hoy es considerado como el inicio de la expulsión de 7
  • 8. la conciencia de la psicología americana. Pero esta confusión sería todavía más patente en Watson, como veremos más adelante. La psicología moderna de los EEUU fue una importación cultural completa, que empezó luego de la instalación de laboratorios y la adopción de la metodología experimental del naturalismo inglés. El trasfondo cultural americano fue siempre religioso, con sus ideales propios del Movimiento por el Progreso que predicaba llevar a la acción todas las ideas. Fue este escenario cultural el que determinó la manera particular que tuvieron los norteamericanos para hacer y entender su psicología. El fundador de la psicología moderna en América y primer Ph.D. de Psicología del mundo fue Granville Stanley Hall. Después de instalar el primer laboratorio de psicología, fundó la APA y luego la primera revista de psicología en 1886. A continuación concluyó sus estudios de teología y recibió el grado de "Bachelor of Divinity". Posteriormente, ya en pleno siglo XX, fundó la "Revista de Psicología Teológica" en 1904. Años antes, W. James había publicado "Las variedades de la experiencia religiosa", que lo convirtió en padre de la Psicología Religiosa. No hace falta pues recalcar el fuerte predominio de la religión en la cultura norteamericana, y lo cercana que estuvo de su psicología. Debemos mencionar además que muchos clérigos fueron llamados a enseñar psicología en las primeras dos décadas, pues no tenían más alternativas. Fueron estos clérigos quienes tuvieron a su cargo la formación de las primeras generaciones de psicólogos, entre ellos J. B. Watson. Los historiadores del conductismo suelen pasar por alto estas condiciones culturales y materiales de la psicología norteamericana, y presentan al conductismo como una creación original, novedosa y revolucionaria, pero nada de eso es cierto. En realidad el conductismo fue la consecuencia natural de los errores de concepción que se cometieron al momento de instalar la psicología en los EEUU, como una carrera de formación académica cuando apenas era una ciencia en formación. Las universidades de EEUU empezaron a otorgar títulos en psicología cuando aún no sabían de qué trataba. Desde el principio la psicología en América asumió un formato biologista y experimental centrado en los animales, algo muy distinto a lo que realmente era la psicología. El conocimiento teórico sobre la moderna psicología era escaso en Norteamérica, y sus antecedentes psicológicos y filosóficos eran muy limitados. Detrás de la implantación académica de la psicología había en realidad intereses económicos muy concretos. Además de todo lo anterior, en los EEUU hubo siempre una fuerte inclinación hacía la tecnología, tal vez como herencia de la cultura británica de la que procedían. Esto les permitió también desarrollar su agricultura desde fines del siglo XVIII, con una gran variedad de innovaciones tecnológicas propias. La tecnología ha sido siempre una pasión muy grande de los norteamericanos, al extremo en que desarrollaron inventos fundamentales, como el aeroplano, el fonógrafo, el automóvil, el uso de la energía eléctrica, etc. Los logros tecnológicos de los EEUU le permitieron ganar su primer Premio Nobel de Física en 1907, aunque no por nuevas teorías sino gracias a la invención de instrumentos ópticos de gran precisión que permitieron medir la velocidad de la luz. Pero las creaciones tecnológicas no se limitaban a ingenios mecánicos sino incluso al perfeccionamiento de los procesos fabriles, como los que diseñó F. W. Taylor, predecesor de la tecnología aplicada a la conducta humana en el ámbito laboral. Y lo que podría sorprendernos hoy, es que todo ese tremendo escenario tecnológico se dio sin necesidad de ninguna ciencia, sino apenas con la habilidad de ingenieros y simples curiosos como Tomas Alva Edison, George Westinghouse y hasta humildes mecánicos como 8
  • 9. los hermanos Wright. También aquí ocurrió que los inventos precedieron con mucha anticipación a la ciencia norteamericana, que florecería tardíamente, impulsada por los apremios de la guerra mundial y la llegada de genios europeos. Para principios del siglo XX, con la llegada de la ciencia naturalista y el impulso de las ciencias sociales en las universidades, empezó a florecer un nuevo cientificismo, propiamente norteamericano, que puede definirse como una ciencia mal entendida, pues la concibieron como una herramienta para lograr la transformación de la sociedad mediante la generación de tecnologías de control, guiados por su idiosincrasia pragmática y utilitarista, y por el trasfondo religioso de su educación que marcaba sus pautas sociales, a lo que cabe añadir su inclinación a los negocios. También la escasa filosofía americana apuntaba hacia un pragmatismo utilitario e inmediato, como lo prueba la obra de William James: "Pragmatismo" (1907), donde proclama que todas las ideas deben terminar convertidas en hechos, y que deberían evitarse las discusiones teóricas y "metafísicas". Esta inclinación pragmática los llevaría a concebir la ciencia como el simple empleo riguroso y virtuoso de un método, por lo que todas sus ciencias tuvieron un fuerte carácter metodologista, que fue el rasgo principal del cientificismo americano. Con todo esto acabamos de describir el terreno cultural en el que floreció el conductismo como algo muy natural, pero fue una afloración natural en todas las disciplinas científicas sociales norteamericanas y no sólo en la psicología. También la sociología americana asumió un marcado formato conductista. Por lo tanto, es equivocado considerar al conductismo como un producto "psicológico", pues en realidad nunca lo fue. En todo caso sería más adecuado entenderlo como un producto "biológico", ya que salió de los laboratorios de biología y desde el estudio de animales. Lo real es que fue un producto cultural típicamente norteamericano, con repercusiones en la psicología, llevándola a su mayor crisis histórica y a su postergación científica por más de medio siglo. Veamos más de cerca su origen directo. Aparición del conductismo Para decirlo de una manera rápida, simple y clara, el conductismo se originó como una consecuencia natural del escenario tormentoso de la psicología americana. Los psicólogos estaban consagrados al empleo del método experimental del naturalismo inglés, y entregados al estudio de animales. Sin embargo, como psicólogos tenían la obligación teórica de explicar procesos mentales y hablar de la conciencia. Vivían pues en medio de un gran dilema entre la teoría y la práctica. No fueron pocos los que escribieron sendos tratados sobre la mente animal. Por ejemplo, Margaret Floy Washburn, la primera mujer en alcanzar el grado de PhD en Psicología, publicó "La mente animal" (1908). El mismo Watson expuso este curioso tema en su artículo "Estudiando la mente de los animales", publicado en 1907 y donde aparece aún muy convencido de esta posibilidad. Pero como tal cosa es en realidad imposible, poco a poco se fue gestando una reacción tendiente a rechazar el estudio de la conciencia, pues resultaba una situación muy enojosa y difícil de solventar con animales. Así surgió la creciente opinión de limitarse al estudio de la conducta animal tal cual, sin tener que ir más allá, argumentando que los datos experimentales obtenidos por simple observación ya eran perfectamente útiles. Al mismo tiempo se originó una corriente pragmática que empezó a sembrar dudas sobre la existencia de la conciencia, a la cual confundían con el 9
  • 10. alma en consonancia con su propia psicología folclórica. Además, desde la perspectiva del estudio de animales, no se entendía la necesidad de buscar explicaciones basadas en la conciencia cuando los mecanismos biológicos parecían ser más que suficientes para explicar la conducta animal. Como consecuencia de todo esto, acabaron rechazando la conciencia y la introspección, sobrestimaron el poder del método experimental naturalista y decidieron supeditarse a lo que este ofrecía. Además se conformaron con la estimación de los datos experimentales sin llegar a una teorización. Bajo esta postura, era suficiente con poder usar los datos en alguna aplicación útil. El interés científico por hallar una explicación teórica carecía de sentido y de interés práctico, por lo que llegó a considerarse innecesaria y fatua. Por ello, si en Alemania la psicología científica fue el parto natural de la filosofía bajo el interés de entender y explicar la conciencia humana como tarea inicial, el conductismo americano fue el parto forzado de un cientificismo que se abrazó del método experimental con animales para idolatrar un naciente modelo de ciencia físico- naturalista. En su afán por eludir los compromisos teóricos, los conductistas inventaron un novedoso e insólito concepto de "ciencia descriptiva". Aunque toda esta situación ya era patente desde principios del siglo XX, se hizo pública y formal cuando John Broadus Watson publicó en 1913 "La Psicología tal como la ve un conductista". De modo que vamos a ocuparnos un poco de él. Este artículo expone toda la tragedia y amargura de los psicólogos americanos, y expresa por primera vez el rechazo a la psicología de una manera frontal, planteando su reemplazo por el conductismo, es decir, por el estudio de la conducta animal tal cual. Se queja de la situación incómoda en la que se hallan los psicólogos americanos, pues se enfrentaban a una verdadera paradoja: tenían por un lado una práctica experimental centrada en animales, y por otro, la teoría les exigía manejar conceptos como "conciencia". De modo que estaban en medio de un dilema entre el método experimental naturalista empleado con sus animales y la introspección, que era vista como el único camino a la conciencia. Con toda razón, Watson se queja de que a menudo no sabía qué hacer con los datos de sus experimentos, pues no le servían para deducir los estados de conciencia de sus animales. Una queja muy válida, ciertamente, ya que el método experimental del naturalismo no sirve para ese propósito, y es un tanto difícil pedirle introspección a una rata. De modo tal que la amargura y frustración de Watson están plenamente justificadas. Entonces decide rechazar esta situación y exige que los datos experimentales se valoren como están, abandonando la necesidad de ir hacia estados de conciencia. Aunque esto parecía muy razonable, Watson va más allá y propone hacer de eso la "nueva psicología", afirmando que esa era la única manera en que la psicología podría ser una ciencia. Watson no concebía la ciencia más allá del método que practicaba. Este punto de vista "conductista" se origina en la forma en que los norteamericanos aprendían psicología, pues en verdad la enseñanza era básicamente biología. Una prueba de ello es la tesis de Watson titulada "Un estudio experimental sobre el crecimiento físico de la rata blanca, correlacionada con el desarrollo de su sistema nervioso". Evidentemente una tesis de biología en toda su extensión. Lo cierto es que los primeros psicólogos americanos no hacían estrictamente psicología, pues carecían de maestros de psicología y hasta de libros. Estos fueron escribiéndose a la vez que se formaban las primeras generaciones, siendo básicamente guías experimentales, como la obra inconclusa de E. C. Sanford (1891) "Laboratory Course in Physiological Psychology". Además Watson expone un falso conflicto entre el método experimental naturalista y la introspección, como si se tratara de una cuestión fundamental para determinar el carácter científico de una disciplina. Cree que el método experimental es el único método realmente científico, y por tanto decide acogerse a sus alcances. Su enfoque era errado. 10
  • 11. Bajo su perspectiva, el método experimental ofrecía datos sin necesidad de teorías, mientras el otro exigía conceptos y teorías. En realidad ambos exigían conceptos, pues no hay ciencia sin teorías, como lo demostró el propio Darwin; pero el plano teórico de la psicología se hallaba en torno a la conciencia y no al comportamiento de los animales. Lo cierto es que Watson no quería hacer teorías sino negocios, y para ello intentaba usar sus datos, convencido de que estos revelaban relaciones de causalidad entre estímulos y respuestas, y que a partir de ello podría conseguirse un control sobre la conducta animal y, consecuentemente, hacer de eso un oficio rentable. Eso era todo. En buena cuenta, el famoso "manifiesto conductista" de Watson, antes que una propuesta científica fue una propuesta laboral y una declinación de la tarea de hacer real ciencia psicológica para dedicarse a la venta de datos. Esa fue la primera propuesta de una "ciencia útil". Finalmente, Watson rechaza amargamente la psicología porque no la entiende. Hay que notar que se trataba de la psicología montada en Norteamérica. Pero claro, él ignora esto y su rechazo suena como un rechazo general a toda la psicología. Su lógica es bastante simple. Debido a que obtiene sus datos a partir de la observación del quehacer de los animales, propone que los psicólogos se ocupen tan sólo de lo que observan, y asume que lo que se observa es conducta. Sugiere entonces que sea la conducta y no la conciencia el objeto de estudio de la psicología. Plantea además que la psicología imite a la física en su forma de explicar la conducta, es decir, siguiendo la lógica causa-efecto, la cual asume también como la única explicación científica. De este modo surge el famoso esquema estímulo-respuesta, el cual, con escasas variantes, fue la base de todo el enfoque conductista. Es decir, no es más que un fisicalismo simplista. Plantear que la psicología abandone la conciencia era como sugerir que la astronomía dejara los astros y se ocupara de otra cosa, por ejemplo las nubes, y llamar a eso la "nueva astronomía". De hecho Watson no era consciente del disparate que planteaba. Es necesario advertir que, además de desconocer la verdadera psicología, Watson tampoco era ningún genio. Se trataba de un sujeto audaz, aventurero, eficiente en tareas prácticas, pero sumamente limitado en el campo teórico y con una formación académica muy concreta. Al final fue expulsado de la Universidad por sus escándalos sexuales y acabaría sus últimos 25 años dedicado a la actividad comercial en la compañía Thompson. Así que no pensemos que Watson estaba en condiciones de producir una revolución científica, sino todo lo contrario: lo que causó fue el retraso y la perturbación de la psicología. Un desastre que no pudo ser advertido en los EEUU y que luego sería heredada por una sociedad confundida y alienada en la posguerra. Lo cierto es que la aparición del conductismo nunca tuvo nada de esas imágenes megalomaníacas con que fue recubierta después por sus seguidores. En apoyo final de su propuesta, Watson expresa el malestar de sus colegas porque todo su trabajo no tenía ninguna utilidad en la vida cotidiana de las personas, lo cual era visto por la sociedad americana prácticamente como un pecado. Este fue su punto más fuerte para ganar aceptación. Enseguida menciona su desprecio por la psicología confesando que no la entiende. Cree que la conciencia se refiere al alma. Por último plantea un ultimátum: o la psicología abandona la conciencia, o los conductistas la rechazarán para fundar una nueva disciplina dedicada concretamente a la conducta animal, sin ir más allá de lo que se observa. Obviamente él creía que bastaba el uso del método naturalista para que esa tarea sea una ciencia. Añade que la época en que el hombre era el principal interés de la ciencia ya pasó, desde que Darwin esclareció su origen animal. Entonces asegura que no existe ya ninguna necesidad de estudiar al hombre de una manera especial. Anuncia que aplicará a los humanos los mismos métodos que emplea en sus animales, sin otorgarles ninguna prerrogativa especial. Así se confronta con los que llama 11
  • 12. "psicólogos humanos". Afirma también que ese es el único "método científico" y sostiene que no se puede ir más allá de lo que él ofrece. Antes de terminar, Watson explica, a manera de justificación, que se ha pasado toda su vida experimentando con animales, y que esto lo lleva a asumir una posición acorde con esta realidad. Creo que esta es la frase que resume toda la verdad del conductismo, pues era una disciplina creada alrededor del estudio de animales con el método experimental naturalista, siguiendo el formato de la biología. Para diferenciarse Watson anunció que su objeto de estudio no sería el animal sino tan solo su "conducta observable". Así fue como se creó el ilusionismo general en torno a la conducta como si se tratara de algo diferente y separado o separable del animal. Obviamente Watson no tenía la menor idea del frankeinstein epistémico que estaba creando. Acababa de inventar un fantasma retórico que sería asumido más tarde como "objeto" de una pretendida ciencia, cuando en realidad sólo se trataba de crear una ocupación experimental en busca de datos comercializables, es decir, una profesión técnica. Sin duda las ciencias no se improvisan. Ninguna ciencia nace de un discurso o de una proclama; pero tampoco se las aniquila con retórica. Watson hizo del desprestigio de la psicología la ocupación más abyecta que se haya visto jamás en la ciencia, pese a confesar que no la entendía. Por ello sus ataques nunca fueron a la psicología real que él ignoraba, sino a una lamentable caricatura extraída de su propio trasfondo cultural. En su proclama se tomó el trabajo de anunciar una serie de predicciones nefastas respecto de la psicología, todas las cuales fallaron. Y desde luego, tampoco pudieron cumplirse los ofrecimientos grandiosos que anunció que sería capaz de proporcionar el conductismo. Todo eso fracasó. Desde luego, Watson tenía todo el derecho a fundar su propia disciplina, ocuparse de la conducta animal, incluir a los humanos en sus métodos, vender sus datos, etc., pero no tenía ningún derecho de llamar a eso "psicología". Estaba claro que la psicología era, en la misma Alemania, una ciencia naciente que andaba en busca de establecer sus fundamentos, pues apenas tenía veinte años de desarrollo como ciencia formal. En cambio en Norteamérica ¡ya se ofrecían títulos académicos de psicología! En Europa la psicología crecía confinada a los laboratorios de investigación científica, a cargo de unos cuantos especialistas interesados en los misterios de la conciencia humana. En Norteamérica, en cambio, montaron la psicología como una carrera profesional a ser enseñada en la Facultad, como si se tratara de un oficio, y se supeditaron a hacer biología en los hechos. Habían pues grandes errores de toda clase en la psicología norteamericana, tanto en su trasfondo cultural como en su montaje académico. Esto es lo que explica realmente el origen del conductismo así como su rápida aceptación en ese medio. Pero lo más sorprendente de todo es que fue consagrada e idealizada por nuestra cultura algunos años después. Y hoy aún pretende sostenerse como una forma de psicología, tras unos maquillajes de rigor. En resumen, el conductismo nació como producto de:  Los antecedentes culturales de Norteamérica en donde no hubo ninguna psicología científica sino una psicología teológica y folklórica, una predilección por la tecnología y los negocios, junto a una filosofía del pragmatismo que alentaba eludir las discusiones teóricas y metafísicas para ir a ofrecer servicios directos a la sociedad. 12
  • 13. El montaje equivocado de la psicología concebido como carrera profesional, es decir, como un oficio, pero confinada a laboratorios de biología y al empleo del método experimental sobre animales.  La concepción equivocada de los conceptos básicos de la psicología, especialmente el de conciencia, erróneamente vinculada al alma de acuerdo a la psicología folclórica americana, y -peor aún- su pretendido estudio sobre animales.  La concepción de la ciencia y, por consiguiente, de la psicología, como una actividad destinada a dar servicios directos a la sociedad. Como se ve, no hay nada de aquellos argumentos míticos generados después en torno al conductismo para mostrarlo como una revolución científica. Lo cierto es que no fue más que un lamentable error cultural. Leamos la proclama de Watson, describiendo claramente lo que era la psicología en Norteamérica. "La psicología, tal como los conductistas la consideran, es una rama puramente experimental de la ciencia natural. Su meta teórica es la predicción y control de la conducta. La introspección no forma parte esencial de sus métodos, ni el valor científico de sus datos depende de la prontitud con que se prestan a interpretación en términos de conciencia. El conductista, en sus esfuerzos por establecer un esquema unitario de respuesta animal, no reconoce ninguna diferencia entre el hombre y el animal". (Watson, 1913). Esta sola frase ratifica la idea de que Watson desconocía la psicología. No es que planteara otra forma de psicología. De hecho, no se puede plantear otra forma de psicología, como no se puede plantear otra forma de biología o de física. Las ciencias son una sola. Pueden ganar mayores perspectivas pero no se convierten en otra cosa. Por todo esto, la frase de Watson resulta abiertamente absurda en todos sus extremos. Lo mejor que podemos decir en favor de Watson, es que realmente ignoraba lo que era la psicología, pues esta nunca fue "una rama puramente experimental de la ciencia natural". En eso devino lamentablemente al llegar a Norteamérica y eso fue lo que Watson conoció. Los objetivos de la psicología nunca tuvieron nada que ver con la conducta de los animales sino con las capacidades superiores humanas. Ninguna ciencia tiene por objetivo el control sino el conocimiento y la formulación de teorías explicativas. El control no es una "meta teórica". En suma, la frase de Watson era un sinsentido total. Lo cierto es que desde el punto de vista de un conductista, nunca se vio la psicología. Pero así fue como empezó el gran engaño conductista sobre una supuesta "psicología científica" que en realidad era cualquier cosa menos psicología. El conductismo fue siempre una antipsicología y se constituyó como la negación de la psicología en todos sus aspectos. El primer gran exponente de la psicología americana, tal como estos la concibieron, fue Edward Thorndike, quien trabajó con una gran variedad de animales y estableció lo que luego serían las bases reales y únicas del conductismo, más allá de Watson y su manifiesto, que sólo fueron retórica. Lo cierto es que en más de medio siglo, el conductismo americano difícilmente podía ir más allá de lo que Thorndike hizo. En conclusión, queda claro que el conductismo no nació de nuevas concepciones revolucionarias que permitieran un salto cualitativo de la psicología. Nada de eso. Peor aún: todo lo contrario. El conductismo 13
  • 14. significó el retraso de la psicología en Norteamérica por casi medio siglo. Por tanto, resulta equivocado hablar del conductismo como un "cambio paradigmático" en la psicológica. Nunca hubo ningún nuevo paradigma. Los errores académicos no son paradigmas científicos. Tampoco lo son las limitaciones culturales, ni los intereses profesionales o los apuros comerciales. Las consecuencias de la aparición del conductismo para la psicología en América fueron las siguientes:  En primer lugar falsearon la psicología convirtiéndola en otra cosa muy distinta. Ganaron aceptación por el error generalizado existente en Norteamérica sobre la psicología, y porque le dieron a su disciplina una utilidad social que la psicología original no tenía.  Se justificaron como ciencia apelando al mito del "método científico", con lo cual lograron imponer el método experimental del naturalismo como fundamento del accionar psicológico, quedando reducidos a simples recolectores de datos.  Convirtieron a la psicología en una ciencia natural al estilo de la física y la biología. Es decir, se acomodaron a los esquemas epistémicos y metodológicos de dichas ciencias. No crearon nada nuevo sino que falsearon su psicología disfrazándola con ropajes extraños llevados por un marcado cientificismo que los hacía proclamarse insistentemente en todos sus escritos como "nueva ciencia", “única psicología científica", "ciencia de la conducta", etc.  Crearon sin mayor sustento teórico un nuevo objeto de estudio llamado "conducta", el cual fue asumido como un evento paralelo y exterior al organismo, susceptible de ser estudiado por sí mismo, sin tener que involucrarse con lo que ocurre en el organismo. Es decir, toda una falacia.  Con la tesis de que la causa de la conducta estaba fuera del organismo, trasladaron su interés al ambiente y acabaron estudiando la nada. Era una especie de física estudiando eventos bajo la perspectiva causa-efecto, ignorando por completo de la naturaleza real del organismo.  Establecieron la relación causa-efecto o estímulo-respuesta como todo principio explicativo, casi como un dogma, sin vislumbrar la necesidad de ir más allá, ni siquiera en los seres humanos.  Colocaron a la modificación de la conducta como todo su objetivo. Asumieron pues un formato de amaestradores de animales con manejo de datos y recubiertos de retórica cientificista.  Se confrontaron abiertamente con la psicología real tratando de deslegitimarla y reemplazarla. En este empeño consagraron diversos mitos y dogmas cientificistas como el objetivismo radical fundado en "lo observable".  Asumieron el perfil de practicantes libres del método experimental como rasgo central, por lo que generaron una gran dispersión de modelos debido a que carecían de una epistemología básica, pero además porque extraviaron todo el horizonte teórico de la psicología real.  Finalmente propiciaron el inicio de la gran crisis de la psicología en el siglo XX. 14
  • 15. El conductismo y la psicología Hay que destacar las diferencias enormes entre la psicología y el conductismo. En primer lugar, la psicología es una ciencia estructurada alrededor del interés por el hombre y, en particular, por sus facultades superiores. Por el contrario, el conductismo se estructura alrededor de los animales y todo su interés es diseñar técnicas de control conductual. Aunque pretende aplicar sus técnicas a los humanos, lo hace rebajándolos a la condición animal para acomodarlos a su perspectiva. Este solo detalle delata que no se trata de una ciencia. En consecuencia, la psicología y el conductismo tienen perspectivas e intereses diferentes y hasta divergentes, y parten de supuestos epistémicos completamente opuestos. La psicología es una ciencia interesada, principalmente, en formular teorías explicativas; mientras que el conductismo es una técnica interesada en el control de la conducta animal. No tienen ni siquiera puntos de contacto. Para convencernos de que el hombre no era ningún ser superior, que esa idea junto con la conciencia no eran más que supercherías religiosas, los conductistas se dedicaron a difundir una variada serie de embustes y falacias pseudocientíficas en contra de la conciencia, la psicología y del mismísimo ser humano. Nunca antes una disciplina había tratado de sustentarse en la aniquilación del "adversario" y en el rechazo de conceptos que no entendían y que no usaban. Otra diferencia fundamental es que la psicología -como cualquier otra ciencia- procura entender y explicar su campo, que es el ser humano como organismo superior, especialmente sus características cognitivas y culturales; el objeto de estudio de la psicología es un existente real: el hombre como organismo complejo, sus procesos internos de nivel psicológico y sus relaciones sociales en cuanto estructura cultural. En cambio, el conductismo se ocupa de un mero concepto llamado "conducta" del cual no intenta ninguna explicación sino tan solo su "predicción y control", aunque el término "predicción" es solo parte de la retórica conductista y se refiere más bien a reacciones que a conductas. En todo caso, el objetivo de control es propio de una tecnología. Pero como el conductismo siempre ha confundido la tecnología con la ciencia, desarrollaron todas sus técnicas creyendo que hacían ciencia. Lo peor de todo es que para hacer viable su proyecto, el conductismo no solo rebajó al ser humano al mismo nivel de los demás animales, sino que también les quitó la libertad, la autonomía y el libre albedrío, pues eran características muy incómodas para sus intenciones de control. Introducir el factor de la autonomía de los organismos era como pinchar el enorme globo del conductismo con un simple alfiler. ¿Cómo controlar un organismo que tiene la capacidad de decidir sus acciones con autonomía? La solución a este enojoso problema fue simple: negar la autonomía. Lo que además los exoneraba de tener que estudiar los procesos internos, que también fueron negados o rechazados por no ser observables ni prestarse a los alcances del método naturalista. El conductismo se limitó a negar retóricamente todo lo que contradecía sus intenciones, eliminó todas las cualidades humanas para que su ciencia pudiera transitar libremente. Además de predicar en contra de la psicología y la conciencia, sus ataques apuntaron también al hombre, quien, según ellos, ya no era el centro del universo. Había que estudiarlo como a cualquier otro animal Este fue el sello más distintivo del conductismo: se abrió camino derribando a sus oponentes y acomodando la realidad a su propia perspectiva. Todo fue redefinido de acuerdo a sus visiones e intereses, inventaron sus propios conceptos y sus propias verdades. Así fue como adquirió su perfil de secta pseudocientífica. La "conducta" como aparente objeto de estudio es una pura elaboración conceptual y lingüística sobre la cual no se pueden establecer principios. El término "conducta" jamás 15
  • 16. pudo alcanzar la categoría de concepto científico, pues se trata de un atributo y no de un objeto o fenómeno real. Todo organismo vivo tiene como propiedad fundamental su movilidad. La acción, movimiento o "conducta" de un organismo vivo no es algo diferente del mismo organismo, no se trata de una emanación o radiación que pueda estudiarse por separado. De modo que concebir a la conducta como un objeto particular e independiente de estudio es una impostura epistémica. En otros términos: un disparate. Es tan vago el término que varios autores han notado que la mayoría de las ciencias sociales podrían invocarla como su campo de estudio, por ejemplo, la Economía, la Historia, el Derecho, etc. Todas ellas estudian, a su modo, la conducta humana. Aunque el conductismo afirma que son la "ciencia de la conducta de los organismos". Es decir, estudiarían la conducta de cualquier especie con las mismas técnicas, aún la de los seres humanos, ignorando las diferencias evidentes que gobiernan la conducta de los humanos, basados simplemente en la tesis ingenua de que el origen o causa de toda conducta se halla fuera del organismo, con lo cual se sienten liberados de la complejidad interna de los organismos. Se trata pues de una posición dogmática que carece de sentido científico. Y aunque fuera cierto que sus técnicas funcionan, sería totalmente irrelevante si al final son incapaces de explicar cómo es que los organismos controlan por sí mismos sus acciones. Para entender y explicar las acciones de un organismo, como las de un robot -y hasta las de una muñeca que camina- lo que necesitamos es conocer sus mecanismos internos de control. Esa es la única posibilidad que tiene la ciencia para explicar el fenómeno del accionar de los organismos. Y en el caso de los humanos, estos mecanismos pasan por procesos de tipo cognitivo. El problema del conductismo era que no podía hablar de los mecanismos internos de control del organismo y a la vez pretender controlarlo desde afuera. Estaban dispuestos a vender su técnica de control y esto los llevó a falsificar la realidad del organismo inventando una doctrina basada en falacias. El conductismo en América Dos años después de su proclama, Watson sería nombrado Presidente de la APA, con lo cual ganó autoridad y tuvo la oportunidad de predicar su doctrina abiertamente. Sin embargo, no se puede decir que Watson haya creado una escuela. Si bien es cierto que otros autores desarrollaron también alguna forma de conductismo, no lo hicieron siguiendo a Watson sino por la inercia de practicar la misma rutina experimental de la psicología americana. El conductismo siguió practicándose en los EEUU tal como había ocurrido desde principios del siglo, o desde la instalación de sus laboratorios. Algunos de estos practicantes nunca sintieron la necesidad de renegar de la conciencia, como fue el caso de Tolman, por ejemplo. Al final, lo que se llamó "conductismo" fue en realidad un conjunto variado de prácticas y practicantes del método experimental naturalista, tratando penosamente de hacer alguna forma de psicología en medio de la orfandad y la heterodoxia, pues carecían de una guía teórica y de un sustento filosófico de su actividad. El conductismo fue, en buena cuenta, el esfuerzo norteamericano por hacer psicología desde la nada, empleando tan solo el método naturalista de la biología inglesa, que fue lo que les instalaron en sus universidades con la etiqueta de "ciencia". Podríamos aplicar aquí el dicho: quien tiene un martillo ve todo como un clavo. Por eso el conductismo veía todo desde la perspectiva del naturalismo y del estudio de animales. De modo pues que el conductismo no fue una creación de nadie en particular. Fue simplemente la consecuencia inevitable de un error de montaje y del trasfondo cultural en el que se instaló la psicología en Norteamérica. Todo lo que hizo Watson fue otorgarle validez formal a la actividad experimental sobre animales, eludiendo los compromisos científicos con la conciencia para tomar el camino corto de convertirse en una simple disciplina 16
  • 17. ocupacional, extendiendo su método hasta los humanos con la intención de venderle datos a las demás disciplinas, como lo propone en su artículo. Todo el andamiaje teórico que se levantó luego en torno a estas prácticas fue el resultado de las mil y una formas a las que se apeló para entenderlo e interpretarlo como "psicología". Pero de hecho no era una psicología. Fue a fines de los 60, después de la consagración de la teoría de Thomas Kuhn sobre las revoluciones científicas, que los defensores del conductismo apelaron a la tesis de que se trataba de un "nuevo paradigma" en la psicología. Una falacia más ya que la aparición del conductismo no guarda ninguna relación con la estructura de las revoluciones científicas descritas por Kuhn. En suma, el manifiesto de Watson no fue ninguna pieza científica magistral, sino esencialmente un reclamo profesional en busca de solucionar el problema de los psicólogos en su trabajo experimental con animales. Lo malo fue que lejos de rechazar esta actividad por insulsa, la consagró, impidiendo así que la psicología pudiera desarrollarse apropiadamente. Si bien la psicología americana, aun con todos sus defectos de instalación, andaba en camino de consolidarse como ciencia, con la validación del conductismo ese proyecto quedó trunco, y derivó hacia una simple técnica animalista llena de pretensiones absurdas. El empleo del método naturalista les sirvió como pretexto para mostrarse como una ciencia; pero aunque contaban con un método, carecían de una epistemología. Obviamente, las ciencias no se improvisan. El conductismo aparecía como una "ciencia hueca" que había tomado prestado el método del naturalismo, pero no tenían ninguna teoría de fondo. Ninguna filosofía en toda la historia de la humanidad se había ocupado jamás de algo llamado "conducta". Debido a esto el conductismo se llenó de una exuberante retórica pseudocientífica en busca de sustentar sus postulados. Al final nunca hubo un concepto unitario en torno a la conducta. Su máximo exponente se limitó a decir: "es lo que uno ve que el otro hace". Esta retórica se caracterizó primero, por sus ataques a la psicología y a la conciencia desde concepciones equivocadas; segundo, por sus extravagantes afirmaciones respecto del ser humano, muy categóricas pero sin fundamento alguno; y tercero, por sus alardes megalomaníacos de su condición científica, basadas únicamente en su método. Todo ese discurso asumió el formato de un dogma doctrinal que sería repetido como un credo en cada texto conductista. Adicionalmente, aparecieron abundantes mitos en torno al conductismo, al punto que la gran mayoría de artículos y libros sobre conductismo están plagados de esos mitos. Por ejemplo nos presentan al conductismo como la verdadera ciencia psicológica, afirmando que fue una creación de Watson, que Watson creó el término "conductismo", que se basó en los estudios de Pavlov, en la filosofía de Mach, en la teoría de Darwin, en Bacon, etc., y que el conductismo hizo de la psicología una ciencia, que permitió comprender el aprendizaje humano, entre muchas otras afirmaciones absurdas. En suma, la mitología del conductismo junto a sus falacias doctrinales han sido el producto más emblemático de la psicología norteamericana durante el siglo XX. Y lo peor fue que toda esa aberración pseudocientífica se publicaba en los libros y se enseñaba así, lo que produjo en el ambiente académico la aparición de una secta de fanáticos del conteo de respuestas, engañados por el discurso conductista sobre la objetividad, el "método científico", y la lucha antimentalista. 17
  • 18. Pavlov y el conductismo Uno de los mitos más generalizados en torno al conductismo es que se fundamenta en la obra de Pavlov. Esta falacia se inventó con la intención de otorgar legitimidad científica al proyecto conductista y sugerir que se trata de un estado superior a la obra del científico ruso, pues Skinner empleó el mismo término de "condicionamiento". Lo cierto es que el conductismo, en cualquiera de sus formas, no es ni una sombra pálida del trabajo de Pavlov. Para confirmar esto, el mismo Pavlov les dedicó un artículo a los conductistas. Se titula "Respuesta de un fisiólogo a los psicólogos", publicado en Psychological Review, vol. 37, nro. 5, 1930. Primero hay que decir que en este artículo Pavlov no se interesa por Watson. En la primera parte da cuenta de E. Guthrie, y en la segunda se ocupa de K. S. Lashley. En general demuestra el error del conductismo en su labor de estudio de ratas en laberintos y sus interpretaciones. Incluso se toma el trabajo de explicar el mecanismo del amaestramiento de animales poniendo por ejemplo cómo aprende un perro a dar la mano. A decir verdad, Pavlov dicta una cátedra magistral a los conductistas, mostrando sus falencias como experimentadores y demostrando que no se puede explicar la conducta sin entender la complejidad del sistema nervioso en su conjunto, como sistema. Muchos autores sostienen que el conductismo quedó sin piso cuando Chomsky desbarató una tesis de Skinner; pero se debe a que este artículo de Pavlov se mantuvo oculto y fue ignorado. En realidad el conductismo nació sin piso, y este documento científico es la prueba de ello. Después de haberles mostrado sus falencias a los conductistas y ofrecido una gran lección de ciencia, Pavlov concluye de esta categórica manera: "Me parece superfluo detenerme por más tiempo en los argumentos que el autor esgrime contra la importancia de la estructura en el sistema nervioso. En general, no presta ninguna atención a cuanto se sabe sobre la complejidad de esta estructura y todavía menos a lo que se supone sobre la misma: la simplifica continuamente, reduciéndola, con manifiesto partidismo, al más sumario trazo esquemático para explicar la relación directa entre excitación y reacción. ¿Qué propone nuestro autor en lugar de la teoría de los reflejos? Nada." (Pavlov, 1930). Lo que nos dice Pavlov es que el conductismo no explica absolutamente nada. Tan solo es una correlación viciosa entre estímulos y respuestas. Luego de esta crítica pasaron 20 años hasta que el conductismo volviera a sonar con Skinner. Pero estoy convencido de que si Pavlov hubiese leído los estudios y conclusiones de Skinner, tampoco hubiera tardado mucho en demostrar la precariedad y falencia de sus enunciados, pues eran casi los mismos que ya había criticado veinte años antes. De modo que no existe ninguna justificación para considerar a Pavlov como un antecedente del conductismo, puesto que son dos cosas totalmente diferentes. Pavlov era un científico que estudiaba el cerebro humano y tenía una clara convicción de que faltaba mucho por conocer acerca del ser humano, y de que se trataba de un escenario muy particular, diferente, amplio y misterioso. Nos dejó sus pautas para seguir en su estudio y, a la vez, nos dio una magistral explicación sobre lo que significa hacer ciencia, realmente. "El hombre es un sistema, y está sometido -como cualquier otro sistema de la naturaleza- a leyes naturales. Se trata de un sistema que, dentro de los 18
  • 19. límites de nuestros conocimientos, se nos presenta como incomparable por su facultad de autorregulación. El estudio del hombre-sistema es el mismo que el de cualquier otro sistema: descomposición en sus partes constituyentes, estudio de la importancia de cada una de estas partes, estudio de las correlaciones con el medio ambiente y luego, tomando como base lo anterior, explicación de su funcionamiento. Nuestro sistema -autorregulador en su más elevada expresión- es capaz por sí mismo, de mantenerse, reintegrarse, repararse, incluso perfeccionarse. La impresión más fuerte y duradera que nos proporciona el estudio de la actividad nerviosa superior, es la extrema plasticidad de su actividad y sus inmensas posibilidades: nada está inmóvil, nada es inflexible, cualquier cosa siempre puede ser alcanzada y mejorada, siempre que se cumplan ciertas condiciones necesarias. [...] Desde el punto de vista de la evolución ¿no es el hombre la suma culminación de la naturaleza, la encarnación más elevada de los infinitos recursos de la materia, la realización de potentes leyes naturales todavía inexploradas?" (ibid). Como queda en evidencia, Pavlov no puede ser de ningún modo un antecedente del conductismo. Creo que es justo liberar a Pavlov de semejante responsabilidad. También queda muy claro que el conductismo, lejos de ser una fase superior, fue un retroceso absoluto del nivel que ya Pavlov había señalado como siguiente meta de la ciencia. Esta meta fue comprendida por la psicología rusa, pero no por la americana que cayó en el más puro animalismo simplista y en un mecaniscismo externalista, sin entender las peculiaridades especiales del ser humano y sin querer saber nada del organismo que tenían en frente. Si los conductistas consideraban que Pavlov era su padre biológico, es obvio que en realidad eran huérfanos. Incluso se quedarían sin su padre putativo, ya que Watson terminó sus últimos 25 años dedicado a la actividad comercial en una empresa privada, en donde amasó una respetable fortuna. Por ello es otra falacia típica referirse a "la obra de Watson", ya que no dejó ninguna obra sino un desastre en la psicología y un mito pseudocientífico. Todo el valor del conductismo reposa en una variedad de técnicas muy específicas, pero carece de cualquier valor como disciplina epistémica, es decir, como ciencia. El resultado final del proyecto conductista Al igual que las personas, las culturas también cometen errores. En especial cuando se trata de emplear productos culturales, importados de otra realidad muy distinta, y peor aún, más avanzada. Los americanos importaron la psicología alemana y la biología inglesa, y trataron de hacer psicología en laboratorios de biología. Por desgracia los errores culturales son imposibles de ser percibidos por quienes viven inmersos en ella, y son difíciles de subsanar. Pueden quedar rezagados o adoptar formas novedosas y hasta aberrantes, pero nunca desaparecen porque siempre quedará un segmento de creyentes que mantiene vivo el credo. Suelen reaparecer de tiempo en tiempo renovados con nuevas justificaciones y recursos. El túmulo cultural del conductismo siguió creciendo desordenadamente con cada practicante del método, que en el afán de subsistir producía esforzados argumentos y complejos modelos, además de recurrir a múltiples falacias teóricas para refutar a la psicología. Como una conclusión final, habría que reconocer que Watson provocó una seria crisis en la psicología, similar al Gran Cisma del cristianismo, ya que teníamos una psicología científica en Europa estudiando la conciencia (Gestalt), y otra en Norteamérica negando su existencia. Evidentemente, ambos no podían tener la 19
  • 20. razón. El conductismo en América llegó a su cenit con Skinner, a mediados del siglo, luego de lo cual empezó a declinar rápidamente al hacerse evidente sus falencias como pretendida ciencia y falsa psicología. El consenso científico rechazó las tesis conductistas y la psicología original recobró su sitial en los EEUU antes de finalizar el siglo XX. Esto no impidió que aparecieran nuevos núcleos de conductistas empeñados en sostener la escuela apelando a viejas y olvidadas teorías (y hasta completamente diferentes) como la de J. R. Kantor (1924). La mayoría de psicólogos norteamericanos, en medio de la barahúnda que era el escenario de la psicología norteamericana, decidieron seguir sus propios criterios. Ese fue el caso de E. C. Tolman, quien luego diría: “Tal vez mi teoría no se encuadre con ninguno de los cánones finales del proceder científico, pero me tiene sin cuidado. He preferido pensar en la psicología de la manera en que he probado que se me acomoda. Desde que todas las ciencias, y especialmente la psicología, están todavía inmersas en un tremendo escenario de incertidumbre y desconocimiento, lo mejor que puede hacer un científico, en especial un psicólogo, parece ser, es seguir su propia luz y su propia curva, aunque pueda resultar inadecuado. Y creo que así lo hice. Al final, el único criterio seguro es divertirse, y yo me he divertido”. Kurt Danziger (1979) explica así la situación creada por la proclama de Watson: "La razón de que su mensaje encontrara una resonancia masiva e inmediata fue que la mayoría de los psicólogos americanos ya aceptaban la premisa de que el negocio de su disciplina era producir datos para ser utilizados 'de manera práctica' por educadores, hombres de negocios y así sucesivamente, y de producirlos rápidamente. Dada esta premisa, la propuesta de Watson, despojada de unas cuantas exageraciones polémicas, estaba, obviamente, en la línea correcta." "Lo que Watson había hecho, era colocar el sello retórico final, en el establecimiento de la psicología como una ciencia administrativa, como una tecnología a ser manejada por los gestores de la sociedad con la finalidad de dirigir las acciones de aquellos a su cargo hacia los canales deseados." Otro historiador de la psicología, Daniel M. Robinson (1982) ha resumido lo que ocurrió con esta frase: "…Ahora bien, lo que había ocurrido era la adopción de una posición metafísica no sobre la naturaleza de la 'verdad' sino sobre la naturaleza de la 'psicología'. Se tomó la decisión de que la psicología no era más que una cierta clase de método, un método 'experimental', y que sólo aquellas partidas tratables mediante este método constituirían la materia sobre la que versaría.". Bernard Baars (1989), ha resumido su opinión del conductismo así: 20
  • 21. “Si uno tuviera que ser un crítico del conductismo, no lo sería acerca de lo que ellos trataron de conseguir, sino por aquello que creyeron necesario negar. Fundamentalmente, negaron la necesidad de las teorías, porque se limitaron al registro de los estímulos y respuestas observables. Negaron todo el sentido común. Negaron los constructos más elementales sin los cuales ninguno de nosotros podría permanecer en el mundo: la experiencia consciente, el pensamiento, el conocimiento, las imágenes mentales, los sentimientos, los deseos y todo lo demás. De hecho, rechazaron todo el sentido común sólo por ser simple, en lugar de comprobarlo y trascenderlo como lo hicieron todas las ciencias.”. La "conducta" como objeto El apuro por la prestación de servicios y por convertirse en una "ciencia útil", indujo al conductismo a pasar por alto todos los problemas teóricos y filosóficos de la psicología clásica, e incluso los de cualquier ciencia respetable, proclamando simplemente que estos no importaban o, por último, asegurando incluso que no existían. Se llegó al extremo de acusar a la filosofía de ser una pérdida de tiempo y una fuente de confusión. Se sacralizaron conceptos como objetividad y empirismo, los que pasaron a formar parte de los fetiches ideológicos de esta nueva psicología, que en realidad no era más que una simple técnica de análisis conductual en busca de programas de control de la conducta animal. Me atrevería a decir incluso que las viejas técnicas de amaestramiento de animales trataron de meterse al club de las ciencias encubiertas con un disfraz de psicología y con un carnet de tecnociencia. La mayor parte de los anuncios de esta novedosa "ciencia conductual", tales como el papel de los premios y castigos en el comportamiento, eran conocimientos populares y cotidianos, tan viejos como la humanidad, pero expresados en un novedoso lenguaje tecnicista. Su único valor agregado era la técnica experimental y de observación sistemática, en busca de programas de reforzamiento o extinción de conductas. Al fin y al cabo, a eso se reducía todo el conductismo, aunque habría que añadirle su encendido discurso antimentalista para completar su escenario. Lo más curioso y contradictorio de esta supuesta "psicología científica", es que se propuso no saber nada acerca de los mecanismos internos de control del organismo, y limitarse dogmáticamente a lo observable desde afuera. Una determinación que carece de sentido científico y hasta de sentido común. Y este empeño en la ignorancia de los factores internos sería la parte fundamental de su doctrina. Fue la primera vez que una disciplina incorporaba a la ignorancia como su fundamento epistémico. De hecho, tal posición insólita aisló al conductismo dejándolo como una disciplina autista, sin comunicación con otras ciencias, sumido en su propio mundo, con sus propios conceptos y sus propias verdades. Lo que llevó al conductismo a asumir su forma peculiar de secta pseudocientífica. El conductismo se presentaba como una psicología sin mente y sin organismo. Había que tener mucha imaginación para adivinar lo que estudiaban. Y es que en verdad, no estudiaba nada, primero porque el conocimiento no formaba parte de sus intereses sino tan sólo la producción de técnicas de control conductual; y segundo porque era obvio que la conducta no podía ser "objeto" de ninguna ciencia. Únicamente sirvió de pretexto para 21
  • 22. vender una técnica como una falsa nueva ciencia. Toda la retórica conductista nunca pasó de ser una falacia pseudocientífica. Por ejemplo, la intención de ocuparse tan sólo de lo observable, carece de todo sentido. Hasta llega a ser ridículo hoy. La condición de ser observable nunca ha sido un criterio científico para definir un objeto de estudio. De hecho, la ciencia se ocupa de muchas cosas que no son observables, y ni siquiera perceptibles, como la presión atmosférica. En la ciencia hay muchos objetos de estudio que no son observables y que incluso permanecen desconocidos, como la gravedad o los agujeros negros, pero cuya existencia es obvia por los efectos que produce. Por eso hoy la física habla de partículas virtuales y ha incorporado a la incertidumbre como parte del conocimiento científico, debido a que la realidad tiene límites naturales que nos impiden conocerla de manera observable y medible. En el ser humano también hay evidencia de fenómenos como la memoria y el procesamiento de información. Hay evidencia de una realidad virtual que sólo existe en la conciencia humana, y a partir de lo cual el hombre programa sus acciones sobre el mundo real transformándolo. La conducta no es más que una construcción conceptual, propia de un observador. Todo observador goza de la capacidad de determinar lo que observa y otorgarle un atributo a lo observado. La conducta es uno de esos atributos empleados cuando se observa un organismo vivo. Hay otros como movilidad, actividad, habilidad, dinamismo, coincidencia, inteligencia, etc. De modo que el concepto conducta es propio de un observador, pero no es un existente real sobre el que puedan establecerse propiedades y principios universales. En otras palabras, la conducta no es un "algo" que se desprenda del animal para ser tratada aisladamente, tal como una emanación o radiación. Todo lo que hay es un organismo en acción, que es como todo organismo vive. Vale decir, que lo único que hay "realmente" es un organismo vivo. Lo único que tenemos para estudiar es a un organismo. Y todo lo que "es" un organismo está en el interior del cuerpo que observamos y no fuera de él. Su relación con el mundo que le rodea no es una relación de causa- efecto como la que se concibe en el campo de la física entre objetos, pues los organismos gozan de mecanismos internos que les otorgan cierta autonomía a sus movimientos, por consiguiente el enfoque de la física es inadecuado, no les son aplicables. Las respuestas a las interrogantes que nos plantea nuestra observación del movimiento de los organismos están, por tanto, dentro de ese cuerpo observado. El escenario que rodea al organismo es tan solo un marco de referencia; no es lo determinante. Muchas ciencias se ocupan de estudiar a los organismos debido a que en ellos ocurren diversos procesos: físicos, químicos, fisiológicos, mecánicos, biológicos, etc. Y también psicológicos, cuando se trata de seres humanos, que son los organismos más complejos que hay. Toda la gama de ciencias que estudia a los organismos lo hacen coordinadamente para darle un mismo sentido coherente a la realidad del organismo. Por lo tanto, la psicología como parte de esas disciplinas, toma los conocimientos de las demás disciplinas así como también reporta sus hallazgos y se confrontan. Así es como funciona la ciencia. No existen las ciencias aisladas y autistas, con campo y credo propio, y sin comunicación con las demás, como ha sido siempre el conductismo. Eso es lo característico de las pseudociencias. Cuando vemos a una flor abriéndose, no podemos separar este hecho de la propia flor o planta. No se puede decir: "no me interesa la flor sino tan sólo su acción observable de abrirse". No se puede pretender crear una "ciencia" dedicada a “lo observable” en la flor, e ignorando todo lo que ocurre en la planta. Si esto nos 22
  • 23. parece absurdo ¿por qué no el conductismo, que pretende exactamente lo mismo del animal? El conductista podría ir más allá y ocuparse incluso del movimiento de las olas del mar, sin abordar nunca el fenómeno en sí, estableciendo tan sólo la recurrencia del movimiento; pero para saber porqué golpean las olas, porqué se abre una flor y porqué canta el ruiseñor, hay que indagar en sus interiores y entender el sistema que conforman. Saber que si le proporcionamos aire, agua y sol a una planta, eventualmente se abrirá una flor, es lograr un saber utilitario, pragmático, pero no constituye ciencia, por más útil que sea. Tampoco se puede pretender una "ciencia" de lo observable en el animal porque con esa actitud nos quedamos en la ignorancia. Lo que observamos en un animal no es solo "conducta" sino el despliegue de un organismo en tanto ser vivo. Lo que observamos "realmente" es un organismo, y eso es lo que tenemos para estudiar: un organismo. Un observador puede decir que observa la "personalidad", otro podrá decir que observa la "inteligencia", otros pueden decir lo que quieran; un conductista dirá que observa la "conducta", pero todos estos términos son apenas conceptos extraídos de la imaginación de un observador. Lo único real es que al frente solo hay un organismo. Cualquier cosa que se pretenda estudiar tiene que ser parte intrínseca de ese organismo, y debe ser asumido como parte integrante de su sistema en su integración con sistemas mayores, como el medio ambiente, la cultura o la sociedad, sin inventar entidades especiales ni conceptos ad hoc, como hacen las pseudociencias. Todo esto significa que no se puede estudiar la conducta por sí misma, sino asumiéndola como el despliegue de un organismo, que es el verdadero objeto de estudio, pues no se trata de dos fenómenos distintos sino de uno solo. Quiero ser reiterativo en esto: tratar de separar la conducta y el organismo es un disparate ontológico. En consecuencia, la conducta resulta ser más fantástica que la propia mente, pues no existe más que en la mente. No se puede pues hacer una "ciencia de la conducta" por la misma razón que no podemos hacer una "ciencia del amanecer". No son fenómenos reales independientes sino percepciones y nociones de un observador. Lo único que hay realmente es un organismo vivo, ergo, lo único que puede ser objeto de una ciencia es el mismo organismo. Debemos pues involucrarnos con este organismo si queremos hacer ciencia. Debemos ir a desarmar su estructura, descubrir sus elementos, mecanismos o procesos internos, conocer los principios de tales procesos y mecanismos, etc. Así es como procede la ciencia. En tanto tecnología de la conducta, el conductismo estaba irremediablemente condenado al inmediatismo de un organismo en particular y, por tanto, sin probabilidades de poder generalizar y enunciar leyes universales de la conducta, ya que toda conducta observada está referida a la circunstancialidad de un contexto particular. El concepto "moderno" de interconducta es todavía peor, pues las interrelaciones de las personas se dan en un contexto social, que es un escenario eminentemente caótico y azaroso, donde nunca se va a encontrar regularidad alguna. La teoría del "campo interconductual" solo tiene sentido sobre el papel pero no en la realidad. Es por eso que demanda tantos esfuerzos teóricos para hacerla viable. Sólo confiando en la repetición de todas las condiciones sociales podríamos esperar la regularidad de una conducta, lo que en el contexto histórico y cultural del ser humano se hace imposible, pues nunca se repiten las mismas condiciones: las personas crecemos, envejecemos, aprendemos, las sociedades se transforman, el azar de la existencia social nos garantiza dinamismo constante. El modelo conductista se inspiró en un contexto experimental de laboratorio bajo condiciones controladas. Pero el mundo real y la vida humana están lejos de ese modelo. Por tanto, su utilidad como técnica de control 23
  • 24. conductual queda relegada, en el mejor de los casos, a sujetos individuales y a conductas sumamente restringidas, casi reactivas. No puede ir más allá y no han podido ir más allá. Por eso mismo, el conductismo jamás ha podido enunciar conocimientos científicos universales, principios o "leyes de la conducta humana", como lo anunció el cientificismo del siglo XIX. Todo lo que han hecho es patentar técnicas específicas de control para situaciones específicas. Nadie duda de su utilidad y valor, pero eso no es lo que estamos discutiendo acá. Esto deja en evidencia su falencia epistémica, pues no pueden constituirse en cuerpo de conocimientos universales de la nada. Por ello mismo siempre fue una isla o disciplina autista, ajena a la confrontación y verificación de sus enunciados y sin conexión con otras disciplinas. En su ansiedad por sobrevivir, no han dudado en abrazar otra propuesta cientificista, aunque se trate de algo diferente como la interconducta. Ahora han tenido que refugiarse en la meditación filosófica para saber lo que son o lo que pueden ser. Pero eso no los hace una filosofía, lamentablemente, por mucho que se sientan así. Si bien durante el siglo XVIII la psicología escolástica separó cuerpo y mente, el conductismo no fue muy diferente, pues acabaron separando cuerpo y conducta, convencidos de que tenían sustento científico debido a que "la conducta es observable". Por ello, el conductismo hizo de la observación su principal fetiche metodológico. La vista se elevó así a la categoría de órgano rector en la edificación de la ciencia conductista, pues postulaban que la realidad -y hasta el conocimiento- llegaba desde afuera ya estructurado y simplemente impactaba en un cerebro pasivo. Debido a esto rechazaban las teorías y procuraban centrarse en los hechos experimentales puros, yendo al revés de la ciencia. En la ciencia, primero se hace una teoría observando la realidad natural, y luego se la somete a pruebas y confrontaciones con otros enfoques. En el conductismo solo se hacían experimentos controlados en laboratorio, y con eso les bastaba para enunciar sus afirmaciones, llenándose de especulaciones respecto de lo que sería la conducta humana. Por otro lado, no se puede hablar propiamente de "conducta humana" si no apelamos a una interpretación adecuada de lo observado en una persona o sociedad, considerándolas dentro de su circunstancia individual y cultural. Sólo así podríamos hablar de una cierta clase de "conducta". Este es el enfoque de las ciencias sociales, humanas y culturales, cuya epistemología empezó a ser definida por Dilthey (1910) y Windelband (1924), entre muchos otros. Pero el conductismo se definió rápidamente como un naturalismo positivista, abrazó una metodología de colección de datos y recusó toda interpretación, sin advertir que la ciencia se basa en interpretaciones y verificaciones. El enfoque metodologista del conductismo orientado hacia animales y a la recolección de datos es opuesto al proceder científico. El requisito de la doctrina conductista reposa en la objetividad absoluta, entendida esta como "lo observable", sin conjeturas acerca de lo que el organismo quiere hacer. De modo que en realidad se refieren lo que se puede observar como movimientos físicos de un organismo desde una perspectiva exterior, basados en el principio físico de causa-efecto. Otro absurdo contracientífico era asumir que el hombre debía ser igual que los demás animales, cuando todas las evidencias a la vista demuestran lo contrario. Esta pretensión implicaba desconocer el proceso evolutivo e histórico del ser humano, e incluso desconocer el desarrollo de su cerebro. Así pues, como se puede apreciar, el conductismo adolecía de graves deficiencias epistémicas de forma y de fondo. Nunca fue pues una ciencia. No podía serlo. ¿Qué era realmente el conductismo? ¿Una psicología sin mente? 24
  • 25. ¿Un naturalismo sin organismo? ¿Una física de movimientos animales? ¿Qué era? ¡Nadie lo sabía! Si fuera una ciencia, ¿qué clase de ciencia sería? ¿A qué nivel de la realidad y de la evolución dirigía su atención? ¿Con qué otras disciplinas científicas intercambiaba información y qué clase de información? ¿Con qué objeto trataba realmente? Por supuesto, todas estas inquietudes se reflejaban tan sólo al nivel de la filosofía de la ciencia, ya que los hechos socioculturales simplemente se dan como se dan, con todos sus errores, y las acciones humanas solo siguen acumulando material para configurar un túmulo cultural. Y el conductismo era netamente un producto sociocultural, movido por inquietudes socioculturales de moda. El conductismo fue un evidente error cultural norteamericano en la concepción e implantación de la psicología en moldes tomados de la biología inglesa, que luego adoptó formas retóricas cientificistas en busca de asumir la imagen de una profesión socialmente útil, convirtiéndose finalmente en una de las estafas intelectuales más grande de la historia de la humanidad, fuera del terreno religioso, claro está. La objetividad conductista Watson creía ingenuamente que bastaba con resignarse a lo observable para ser científico. De este modo hizo de la observación su principal fetiche metodológico, aunque nunca supo cómo es que llegaba a observar. Basados en el solo mito de la observación, los conductistas se han pasado la vida ufanándose de su "objetividad", pero esto se debe a un error de concepto respecto de lo que es la objetividad. El conductismo siempre ha confundido la objetividad con "lo observable y medible", una noción propia del siglo XIX. Aunque esta noción se mantuvo durante las primeras décadas del siglo pasado, sufrió un cambio definitivo en los años 30, gracias a los avances de la física que descubrió varias partículas y eventos que no son observables ni medibles. Y no por "limitaciones tecnológicas" como han dicho algunos conductistas sino por la naturaleza misma de la realidad a escala subatómica. De otro lado, Einstein cambió la ciencia física con su Teoría de la Relatividad, formulada sin hacer experimentos de ningún tipo y apelando tan sólo a la imaginación, es decir, sobre un escenario subjetivo de la realidad. Si se puede estudiar la curvatura del espaciotiempo no veo por qué no se podría estudiar la lógica del razonamiento. Todo esto transformó las viejas concepciones sobre el conocimiento científico, pero no llegaron a afectar al conductismo ya constituido. Por ello el conductismo ha permanecido hasta hoy creyendo en la fantasía de su objetividad por ocuparse de lo "observable y medible". Vamos a demostrar que ninguno de esos conceptos tiene sentido hoy. Pongamos un simple ejemplo: la visión del color. Los colores sólo existen en la mente del ser humano, no existen en la "realidad objetiva exterior". Pero a pesar de que no existen en la "realidad objetiva exterior", los colores son observables. Entonces, ¿los colores existen o no existen? Si son observables, el conductismo supone que existen en la realidad física, lo cual es falso. Los colores sólo existen como fenómeno mental y forman parte de la construcción cognitiva de la realidad humana. Ahora pongamos otro caso: la psicología, al igual que el conductismo, ha recogido conceptos de la calle, es decir, del vulgo. Al igual que el término "conducta", la psicología también recogió el término "personalidad" e "inteligencia", entre otros. Ambos son sólo conceptos. No son existentes reales. No hay nada en el mundo que sea una "personalidad" ni una "inteligencia". Sin embargo... ¡se miden! Y como las mediciones no son más que representaciones mentales de ciertas propiedades vinculadas a una escala, la conducta pasa también a ser el conteo 25
  • 26. de ciertas acciones visibles. ¿Y en dónde está finalmente la "conducta"? Pues sólo en la mente de un observador que mide. Como vemos, ni lo observable ni lo medible son condiciones que puedan asegurarnos una objetividad. Ya es hora de que los conductistas superen esta noción equivocada. La objetividad tiene dos sentidos: uno es ontológico y el otro es epistémico. En el primer caso, quiere decir que lo que se tiene por objeto de estudio es un existente real, bien sea como entidad o como fenómeno; mientras que en el segundo caso, se entiende que el conocimiento logrado, no depende de creencias culturales. Pues bien, en ambos casos, el conductismo falla. Primero porque la conducta no es un existente real sino una noción de quien observa un organismo vivo, que es el existente real; y segundo, porque su saber es fabricado en base a las nociones culturales del cientificismo, del utilitarismo y del tecnologismo. Por el contrario, la psicología sí posee ambas objetividades, ya que los fenómenos mentales son reales, existen gracias a la actividad cerebral superior, siendo fenómenos propios de cualquier ser humano. Además porque su conocimiento está libre de influencias culturales. El conocimiento de cómo se perciben los colores, no responde a ningún condicionamiento cultural. Es, por tanto, un conocimiento objetivo de un fenómeno subjetivo. En adición, cabe agregar que en la psicología no existen doctrinas ni dogmas que seguir ni proclamar; su saber está permanentemente confrontado y validado por diversas disciplinas conexas, como las neurociencias. Así pues, como vemos, la psicología clásica es sumamente objetiva, en todos los sentidos. Mientras que el conductismo sólo tiene la ilusión de su objetividad fundada en sus mediciones y conteos. El antimentalismo conductista El primer producto netamente conductista no fue una teoría de la conducta, como cabría esperar, sino una rabiosa doctrina antimentalista. Fundada, por supuesto, en la confusión conceptual reinante en la cultura norteamericana respecto de la psicología y sus términos científicos. A pesar de declararse una ciencia, la conducta de los conductistas no resultaba tan científica, pues se dedicaron al desprestigio de la psicología clásica. Esto es algo que nunca ha ocurrido en la ciencia. Es una conducta más bien típica de sectas políticas y religiosas. Los conductistas confundieron a la psicología con esa "psicología teológica" que prevaleció en Norteamérica como antecedente inmediato, y cuyas nociones siguieron vivas. Luchaban contra unas concepciones muy distantes y distintas de los conceptos científicos manejados en Alemania o Rusia. Nunca tuvieron una idea clara de lo que era la psicología real, sus conceptos y problemas. A causa de toda esta confusión, el conductismo rechazó a la psicología, y se dedicó al desprestigio de la conciencia, tratando de imponer a la conducta, convencidos de que esta era observable y aquella no. Debido a sus falencias epistémicas y sus apuros utilitaristas, cayeron víctimas de una ilusión. Pese a todo, siempre hubo un halo de misterio en torno de la posición final del conductismo frente a la mente, pues unos la admitían y otros la negaban, mientras que otros, como Skinner, proponían su "reinterpretación" en términos de conducta observable. Es decir, trasladar cualquier concepto que hiciera referencia a un proceso interno, a términos de una conducta observable. Un recurso que provenía directamente del operacionalismo, pero que más allá de las ventajas metodológicas que ofrecía dentro de un experimento concreto, carecía de todo sentido y valor epistemológico. Para entender el origen del antimentalismo conductista leamos a Watson hablando de la psicología clásica y de la conciencia: 26