1. EL HOMBRE DE LA GORRA MARRÓN
No hace muchotiempopaseabaporla ciudad un hombre que llevaba puestasobre su
cabezauna gorra de color marrón. Al llegar a la estaciónde ferrocarril,el hombre se metió
enel vestíbuloyse detuvo a contemplara la gente que entrabaysalía cargada con sus
maletas,susbolsasysus carteras.En esasestaba cuando,de pronto,exclamóconvozalta:
-¡Vaya,vaya!
A continuaciónabandonó la estación precipitadamente y siguió paseando.
Pocodespués,el hombre de la gorra marrón llegó a un paso subterráneo.Observó
detenidamentelaentradadel túnel yse introdujo enél caminandopor unaacera estrecha,
que estaba separada de la calzadapor una pequeñavalla.Ycuando se encontraba en
medio del túnel,se detuvoavercómo loscarros pasabana todavelocidadenuna y otra
dirección.Pocodespuésgritó:
-¡Vaya,vaya!
Inmediatamente el hombre continuósucaminomientrasel ecode sus palabrasse
confundíacon el rumor de loscarros.
A la salidadel túnel había un edificio muy alto con grandes ventanalesoscuros.Tenía
todaslas ventanascerradasy desde fuerano podía verse loque la gente hacía enel interior
puestoque loscristaleshacíanel efectode unespejoenel que se reflejabanel cieloylas
nubes.El hombre de la gorra marrón se detuvofrente al edificio yesperóa versi alguien
abría alguna de aquellas ventanas. Pasó el tiempoylasventanaspermanecíancerradas.
Entoncesnuestrohombre dijocasi gritando:
-¡Vaya,vaya!
Y volvióaesperara que ocurrieraalgo.
Cuandovioque todas lasventanascontinuabancarradasa cal y canto, gritóde nuevo,yesta
vezcon mucha más fuerza:
-¡Vaya,vaya!
Y tras esto,continuósatisfechosucamino.
Pasadoun rato, el hombre de la gorra marrón llegó a un parque muybonitoenel que
había un pequeñolago.Lagente paseabaplácidamente porlaorillayse sentabade vezen
cuandoen unosbancospintados de rojoa contemplarcómopaseabanlosdemás.También
había muchas madresyabuelosque empujabansillitasde bebé,ancianasque echaban
miguitasde pana laspalomas,niñosque corríanhacia ellasparaasustarlasy verlassalir
volando,gente de todaslas edadesque corría, saltaba y hacía deporte...Y,a la orilladel
lago,había un empedradodonde se habían sentadoparejasde enamoradosygrupos de
jóvenes que tocaban la guitarra.
2. Justoenel centro de aquel parque se alzabauna esculturaen laque se representabaaun
jovendesnudoyfrente aél unave de rapiña. El jovenseñalabaconsumanoderechaal ave y
elevabalaotra mano hacia el cielo.
El hombre de la gorra marrón se detuvoante aquella estatua. Luego miróenderredor y
estuvocontemplandounbuenratoa la gente.Y, de repente,volvióagritar a plenopulmón:
-¡Vaya,vaya!
Algunaspersonasque paseabanporel parque se pararoncuriosasy se quedaronesperando
a ver si aquel hombre decíao hacía algomás. Peroél se limitóaemprenderde nuevosu
caminosinañadirni mediapalabra.
Y andando,andando,el hombre de lagorra marrón llegó a un gran edificiogrisque
estabasituadoenuna amplia avenida.Delante del edificiohabíanmuchoscarrosde policía
aparcados. El hombrecillo se detuvoante lapuertay gritóen tonodecidido:
-¡Vaya,vaya!
Al instante salieronprecipitadamente de aquel edificio algunospolicías,arrestaronal
hombre de la gorra marrón y le introdujeron en lacomisaría. Allílorequisaronpara ver si
llevaba armas y le interrogaronafondo.Despuésde comprobarque el hombre de la gorra
marrón no pretendíanadamalo,le sacaronde la comisaríay le dijeron:
-A nosotrosnonos hace ningunagracia que ustedvayagritandopor todaspartes"¡Vaya,
vaya!".Perocomo no hayningunaleyescritaque prohíbadecirpor la calle "¡Vaya,vaya!",
tenemos que dejarlo en libertad.
Y ¿sabéisloque enaquel mismomomentorespondió el hombre de la gorra marrón?
Sí, exactamente eso.
Franz Hohler