El documento describe el juego como un derecho de los niños y un aspecto fundamental de la infancia, que permite el desarrollo del conocimiento, la expresión social y cultural, y la creatividad. También señala que el juego debe tener un lugar central en la educación inicial y que los docentes deben garantizar espacios para el juego, enriquecer la capacidad de los niños para jugar, y articular el juego con la enseñanza.