El Príncipe feliz, una estatua, estaba triste porque no podía ayudar a la gente. Una golondrina se ofreció a llevar las joyas de la estatua a personas necesitadas en su nombre. La golondrina ayudó al Príncipe a alegrar la vida de una costurera y un escritor dándoles sus joyas. Cuando la estatua se quedó sin brillo, el alcalde ordenó tirarla. Solo quedaron el corazón del Príncipe y la golondrina, que Dios llevó al cielo por su bondad.