La autora explica por qué dejó de hacer voluntariado en el extranjero. Se dio cuenta de que, como mujer blanca de un país desarrollado, no tenía las habilidades adecuadas para proporcionar una ayuda concreta y soluciones a largo plazo. Aunque tenía buenas intenciones, su presencia era innecesaria y perpetuaba el concepto del "salvador blanco". En su lugar, fomenta el liderazgo local y el desarrollo de capacidades dentro de las propias comunidades.
Guía ilustrada 'Diferentes', una obra dirigida a niños de 4 a 8 años que, con un formato muy visual y gráfico, presenta la discapacidad con un tono divertido, amable, educativo y normalizador.
http://www.capacidadymas.com/web/pdf/diferentes.pdf
Guía ilustrada 'Diferentes', una obra dirigida a niños de 4 a 8 años que, con un formato muy visual y gráfico, presenta la discapacidad con un tono divertido, amable, educativo y normalizador.
http://www.capacidadymas.com/web/pdf/diferentes.pdf
Publicado en enero del 2016.
Redactor jefe: Alejandro Cantizani
Adjuntos al redactor jefe: Ángel Marchan, José Luis Moreno
Redactores: Alejandro Cantizani, Juan Enrique Chacón, Ángel Marchán, José Luis Moreno, Samuel Gómez, Estefanía Martos, Raúl Caballero, Toñi Jurado, María José Fernández, María José Cejas, Rafael Muñoz González, Alejandro Ramírez, Lucía Román, Araceli Exojo, Laura Burgos, Pilar Mahedero, Andrés Leiva, Miguel Ángel Nieva, Inmaculada Blázquez
Reporteros gráficos: Rafael Muñoz, Samuel Gómez, Jesús Ruiz Jiménez
Enlace AMPA: Toñi Jurado
Tipografías: Daniel Luque
Redacción profesorado: Sergio Álvarez, Antonio Porras, Pablo Regodón, Sisa Piedra, Pilar Mahedero, Andrés g. Leiva, Ana Carolina Yébenes
Publicado en enero del 2016.
Redactor jefe: Alejandro Cantizani
Adjuntos al redactor jefe: Ángel Marchan, José Luis Moreno
Redactores: Alejandro Cantizani, Juan Enrique Chacón, Ángel Marchán, José Luis Moreno, Samuel Gómez, Estefanía Martos, Raúl Caballero, Toñi Jurado, María José Fernández, María José Cejas, Rafael Muñoz González, Alejandro Ramírez, Lucía Román, Araceli Exojo, Laura Burgos, Pilar Mahedero, Andrés Leiva, Miguel Ángel Nieva, Inmaculada Blázquez
Reporteros gráficos: Rafael Muñoz, Samuel Gómez, Jesús Ruiz Jiménez
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Tipografías: Daniel Luque
Redacción profesorado: Sergio Álvarez, Antonio Porras, Pablo Regodón, Sisa Piedra, Pilar Mahedero, Andrés g. Leiva, Ana Carolina Yébenes
Instrucciones del procedimiento para la oferta y la gestión conjunta del proceso de admisión a los centros públicos de primer ciclo de educación infantil de Pamplona para el curso 2024-2025.
El problema de las chicas y chicos blancos, by Pippa Biddle.
1. El problema de las chicas blancas (y chicos)
Por qué dejé de hacer voluntariado turístico
Pippa Biddle en Culture Club
Los blancos no estamos acostumbrados a que nuestro color de piel juegue en
nuestra contra. Por lo general, no tenemos problemas para pasar los controles
policiales, no soportamos miradas furtivas en los barrios acomodados y se
supone que tenemos una predisposición para el éxito basada en una
característica física, el color de nuestra piel, aunque en realidad aparte del
protector solar y los aceites bronceadores, tenemos poco control sobre ello.
Después de estar seis años trabajando y recorriendo distintos países donde los
blancos somos una minoría, me he dado cuenta que hay un lugar en el que mi
color de piel no es solo un punto en contra, sino que también resulta negativo:
en casi todos los países en vías de desarrollo.
En el instituto organizamos un viaje escolar a Tanzania. Junto con unas
profesoras, éramos 14 chicas blancas y una negra, a la que para su frustración
casi todo el mundo allí la llamaba blanca. Pagamos unos 2000 euros por pasar
una semana en un orfanato para colaborar en la construcción de una biblioteca
y jugar al fútbol en la calle, todo ello seguido de una larga semana de safari.
Nuestra misión en el orfanato era construir una biblioteca. Pero resulta que
nosotras, un grupo de estudiantes que recibían una educación privilegiada en un
internado privado, éramos pésimas en las labores de construcción más básicas.
Todas las noches un grupo de hombres tenía que deshacer la precaria estructura
de ladrillos que habíamos estado colocando, y volver a construirla, de forma que
a la mañana siguiente no nos diésemos cuenta de nuestros fallos. Lo más seguro
es que esto se tratase de una rutina diaria. Mientras nosotras mezclábamos
cemento y poníamos ladrillos durante más de 6 horas, los hombres deshacían
nuestro trabajo al anochecer, volvían a colocar los ladrillos y luego actuaban
como si nada hubiese pasado. Y de esta forma continuaba el ciclo.
En resumen, el único motivo de nuestra estancia allí no tenía sentido. Hubiese
resultado más rentable, más estimulador para la economía local y eficiente para
el orfanato, coger nuestro dinero y contratar a lugareños para hacer el trabajo.
Pero no, ahí estábamos intentando construir paredes rectas sin usar un nivel.
2. Ese mismo verano me desplacé a la República Dominicana para colaborar en la
organización de un campamento de verano para niños con VIH. Durante días mis
pobres conocimientos de español no me ayudaron a establecer relaciones con
los trabajadores locales. De hecho, me sentía como un extraterrestre. Imagínate
cuidar a niños que tienen una enfermedad grave y que no están predispuestos a
escucharte porque no conoces su idioma. No es nada fácil. Ahora, 6 años
después, controlo mucho mejor el español y aún estoy muy involucrada en la
gestión, dirección y recaudación de fondos del campamento. Sin embargo, al
final he aceptado que mi presencia es innecesaria y que no corresponde a un
encargo divino como me hicieron creer las organizaciones, documentales y
programas sociales.
Verás, el trabajo que hacíamos tanto en la República Dominicana como en
Tanzania tenía buen fondo. El orfanato necesitaba una biblioteca para que la
escuela tuviese un mayor nivel de reconocimiento. El campamento de la
República Dominicana necesitaba recursos y suministros que proporcionasen a
los niños con VIH programas integrales para su salud mental o física. El trabajo
no estaba fuera de lugar. Era yo.
Yo, una chica blanca, soy buena en muchas cosas. Se me da bien recaudar
fondos, formar a voluntarios, coordinar programas, y contar experiencias. Soy
flexible, creativa y capaz de estar con los pies sobre la tierra. En comparación
con la media, en teoría estoy altamente cualificada para realizar ayuda
humanitaria internacional. Pero en la práctica no es así.
No soy profesora, médico, carpintera, científica, ingeniera, o cualquier otro
profesional que pueda proporcionar una ayuda concreta y soluciones a largo
plazo a comunidades en países en vías de desarrollo. Soy una chica blanca que
mide un metro 60 que puede transportar mochilas algo pesadas, sabe montar a
caballo con niños, puede impartir clases y contar mi propia experiencia sobre
cómo me encontré a mí misma (con powerpoint incluido) a unos miles de
personas. Y poca cosa más.
Algunos pensarán que con eso es suficiente. Que con tal de ir a un país X con
una mentalidad abierta e intenciones buenas, volveré de mi corta estancia
habiendo dejado como mínimo a un niño tan feliz que durante años pensará en
mí cada mañana.
3. No quiero que en Ghana, Sri Lanka o Indonesia haya una niña pensando en mí
todas las mañanas al levantarse. No quiero que me dé las gracias por recibir
educación, cuidados médicos o ropa nueva. Aunque esté proporcionando la
financiación para mantener las cosas en marcha, quiero que piense en su
profesora, en la líder de su comunidad o en su madre.
Después de mi primera experiencia en la República Dominicana, me prometí a
mí misma que algún día tendríamos un campamento dirigido por dominicanos.
Hoy, casi siete años después, el director del campamento, los líderes del
programa y casi todos menos un pequeño grupo de abogados son dominicanos.
Cada año llevamos a miembros del Cuerpo de Paz y voluntarios cualificados
procedentes de Estados Unidos, que aportan valor a nuestro programa, pero no
son los que están al mando. Creo que por fin estamos realizando labores de
ayuda de forma correcta, sin necesidad de estar allí.
Este verano, antes de inscribirte a un viaje de voluntariado en cualquier parte
del mundo, sopesa si posees las capacidades necesarias para que ese viaje
resulte productivo. Si es así, perfecto. Si no, te recomiendo que reconsideres tu
viaje. Desgraciadamente, formar parte de una ayuda internacional donde no
eres de gran ayuda resulta más negativo que gratificante. Ralentiza el
crecimiento positivo y perpetúa el concepto del “salvador blanco” que, durante
cientos de años, ha obsesionado tanto a los países que intentamos “salvar”
como a nuestras propias mentes. Si realizas un viaje, hazlo con cabeza e intenta
mantenerte informado y conocer las culturas. Las soluciones a largo plazo se
crean comprendiendo los problemas que tiene cada comunidad y fomentando el
desarrollo continuo de habilidades dentro de esa comunidad.
Versión original publicada en pippabiddle.com