El documento presenta la biografía del sargento Juan Bautista Cabral, un héroe de la independencia argentina nacido en Saladas, Corrientes. Detalla su nacimiento, su incorporación al Regimiento de Granaderos a Caballo de San Martín en 1812, y su heroico sacrificio salvando la vida de San Martín durante la batalla de San Lorenzo en 1813, donde recibió dos bayonetazos mortales. Resalta que Cabral es un ejemplo del patriotismo argentino.
Lecciones 05 Esc. Sabática. Fe contra todo pronóstico.
El sargento correntino Juan Babiista Cabral
1. EL SARGENTO CABRAL
Emilio Noya
La historia patria es pródiga en hechos cuyos protagonistas gravitaron decisivamente
en el arduo proceso de la independencia y posterior organización nacional,
mereciendo a la postre juicios laudatorios de parte de sus contemporáneos y aún
encarnan ponderables modelos de arrojo y desinterés, puestos al servicio de la noble
causa de la argentinidad. No obstante, sobre otros personajes de nuestro acontecer
histórico, que cumplieron importantes desempeños en circunstancias particularmente
difíciles del acontecer histórico, todavía se abaten las dudas y la polémica desatada
relegó sus acciones a planos secundarios, como si se trataran de verdaderas
invenciones de mentes proclives a encumbrar mitos. Entre esa pléyade de héroes no
siempre valorados en sus justas dimensiones, emerge la figura arquetípica del
sargento de granaderos Juan Bautista Cabral, quien no vaciló en inmolarse para salvar
la vida de su jefe, en un acto que la posteridad recoge como el más hermoso ejemplo
de sublimato patriotismo.
De él solo sabemos que había nacido en jurisdicción del pueblo de San Jose de las
Muchas Islas y las Lagunas Saladas, ignorándose la fecha precisa dado que no fue
posible dar con la partida que certifique fehacientemente ese punto oscuro de su
existencia. Aquí cabe efectuar una breve disquisición sobre los orígenes e importancia
del solar nativo en el concierto provincial, e inclusive, en el plano nacional. Así el
naturalista español Félix de Azara sostiene en su obra ‘Geografía física y esférica de
las provincias del Paraguay y Misiones Guaranís’, que la fundación de Saladas se
remonta al año 1703. En tanto, Raúl de Labougle opina en su libro ‘Historia de los
Comuneros’ que tuvo lugar en 1732, cuando los estancieros del contorno peticionan la
edificación de una capilla y solicitan el nombramiento de un párroco permanente a la
jerarquía eclesiástica, siendo gobernador don Bruno de Zabala y obispo el Ilustrísimo
Fray Juan de Arregui.
El citado autor narra en ‘Litigios de antaño’, que poseía más de 300 habitantes y el
patriarca San Jose era titular de la parroquia. Por su parte, Hernán F. Gómez
manifiesta en ‘El Municipio de Saladas’ que los orígenes del vecindario datan de los
primeros días del siglo XVII y confirma que Azara toma su antigüedad de una
inscripción hallada en la puerta del templo (enero de 1703) y fue una ‘guardia’
establecida para proteger a las explotaciones pecuarias del medio. El ilustre
historiador Manuel Florencio Mantilla, en cambio, agrega en su monumental obra
2. ‘Crónica histórica de la Provincia de Corrientes’, que el pueblo de las Lagunas Saladas
era centro de la campaña más habitada provisto de ganados y sementeras.
Federico Palma señala en ‘Orígenes del pueblo de Saladas’: ‘A fines del siglo XVII el
pago de las Lagunas Saladas, asi denominado por el sabor salobre de las aguas de
sus numerosas lagunas, comenzó a poblarse mediante la voluntad de los vecinos de
Corrientes y no pocos foráneos, favorecidas por la bondad de las pasturas naturales y
abundancia de aguadas, llegando a ser denominado ‘el riñon de las estancias de
Corrientes’, según la gráfica expresión del capitán Jose Antonio Mieres, vecino
feudatario y procurador de ella. Esto mueve al Lugarteniente a resolver arruinar al
poblado, ordenando la demolición de la capilla y todas las casas circundantes, con la
obligación de edificarlas en el pago de ‘Anguá’ (mortero, en guaraní).
La drástica medida originó encendidas protestas encabezadas por el presbítero
maestro Jose Francisco de Casajus, vicario (por oposición) del curato de Las Saladas
desde 1742, motivando la intervención del gobierno de Buenos Aires, que ordena el
restablecimiento del pueblo a su sitio originario y el consiguiente abandono del Anguá
el 22 de agosto de 1751. Posteriormente, el clérigo participa de un alzamiento contra
las autoridades impuestas desde España, episodio conocido con el nombre de
‘Revolucion de los Comuneros’, el 29 de octubre de 1764. Enviado prisionero a
Buenos Aires, fallece en el convento de la Recoleta el 22 de mayo de 1767. Su sobrina
nieta, Tomasa de Casajús y Casajús, hija de Francisco Javier de Casajús y Ruíz de
Bolaños y doña Rosa de Jericó de Casajús y Pesoa, recibió una merced de tierras de
dos leguas y media al nordeste de Saladas.
En dicho predio, la esclava Carmen (quien toma el apellido de doña Maria de Robledo,
siguiendo la inveterada costumbre de los amos de otorgar el suyo al personal de
servicio) concibe un hijo con el indio Francisco, al cual llaman Juan Bautista. Más
tarde, Luis Cabral desposó a Tomasa en 1805 y con ella se instalan en una vivienda
ubicada frente a la plaza del pueblo, haciendo cruz con la iglesia, donde no es
aventurado suponer trajo entre sus fieles servidores al propio vástago de la pareja,
quien ya figuraba con el apellido del patrón. El periodo transcurrido desde esa fecha
hasta que viaja a Buenos Aires para incorporarse al Regimiento de Granaderos a las
ordenes de su comprovinciano, coronel Jose Francisco de San Martin, vuelve a
perderse en la nebulosa que caracteriza su corta vida terrena.
En el legajo de la Sala X- 6- 3- 2 del Archivo General de la Nación, se encuentra la
nómina de 75 reclutas incorporados por la leva realizada por el Teniente Gobernador
de la Ciudad de San Juan de Vera de las Siete Corrientes, Teniente Coronel don
Toribio de Luzuriaga. (Dicha lista que pese a haber sido del conocimiento de eruditos
historiadores permanecia inédita, recién es transcripta por el mayor ® de artillería
3. Arturo de Carranza en su documentado trabajo ‘Nuestro Cabral’), incluyendo los
nombres de tres personas conducidas en calidad de presos y otros once que quedan
enfermos en la capital correntina. Suscriben el documento Jose Ignacio Avendaño, con
el visto bueno del citado Luzuriaga.
Jurisdicción de Corrientes, octubre 1812
Lista de los mozos destinados al servicio de las armas que se remiten de esta
jurisdicción por el Teniente Gobernador y Comandante General de Armas, con arreglo
a la Orden Superior del 5 de septiembre último.
Martiniano Rolón Zacarías Gallardo Juan Fernández
Juan Bautista Báez Luciano Millán Atanacio Ríos
Valentin González Solano Ojeda Silverio Zarza
Roque Valdez José Leyes José Correa
Juan de la Cruz José Alegre Dionicio Delgado
González Miguel Leyes Antonio López
Antonio Escobar Manuel Frutos Antonio Segovia
Severino Servín Manuel Maciel José Segovia
Lino Sosa Lázaro Maciel Antonio López
Sebastian Gauna Tomás Alegre Antonio Frias
Fernando Benítez Santiago Alarcón Cipriano García
Norberto Suárez Mariano Acevedo Alejandro Ojeda
Feliciano Soler Luciano Ballejos Feliciano Silva
Pedro Estigarribia Roque Medina Pedro Segovia
Clemente Núñez Juan Silguero José Meza
Simón Arellano Pedro Acevedo Carlos Acevedo
Domingo Rodríguez Juan Gomez Mariano Vargas
Francisco Robledo José Silva José Fernández
Pedro Alegre Mariano Ojeda Manuel Bergara
Felipe Zárate Pedro Avalos Domingo Romero
Juan Salinas Francisco Recalde Pedro Medina
Francisco Macareno Iglesias Ojeda Bautista Cabral
Alejo Segovia Marcelo Cáceres
Pedro Artiaga Pedro Aguirre
Pedro Pardo Manuel Altamirano
Acencio Román Juan Caballero
Ignacio Cuenca Eugenio Taboada
4. En la numeración se advierte la presencia de otro correntino, quien ofrenda su vida en
el combate de San Lorenzo. Trátase de Feliciano Silva, hijo de Francisco Antonio de
Silva, hijo de Francisco Antonio de Silva y Casajús y de Florencia Navarro (no Sylvas
ni Florencia, como publican en la Gazeta del 10 de marzo de 1813), nacido y
bautizado en Corrientes el 17 de junio de 1792, advierte de Carranza en el opúsculo
mencionado.
Dicho contingente partió en la lancha del patrón Pastor Pérez el 3 de noviembre de
1812, a cargo del Teniente de Milicias de Voluntarios de Caballeria, don Juan Bautista
Parrety Figueroa. Luego de 4 días de navegación por el río Paraná desembarcan en
Santa Fé, desde allí continúan por tierra y a caballo, pasando alternativamente por
Coronda, Capilla del Rosario, San Nicolás, San Pedro y San Fernando, y arriban a
Buenos Aires, incorporándose sólo 50 hombres al cuartel del Retiro el 19 del mismo
mes, quienes de inmediato son sometidos a rigurosa instrucción militar. Sin embargo,
no todo resultaría satisfactorio para nuestro Juan Bautista, pues su nombre figura
entre los internados en el Hospital de Hombres de la Residencia, cuya administración
ejercían los hermanos de la Orden de Belén.
En efecto, ingresa en el establecimiento sanitario el 29 de diciembre de 1812 y
permanece con parte de enfermo sin consignarse el carácter de la dolencia que lo
aqueja hasta el 3 de enero del año siguiente, en que se reintegra a la primera
compañía del primer escuadrón del Regimiento. Atestiguan su internación los frailes
betlemitas Antonio Severino de San Alberto y Bernardo de Copacabana, con la
constancia del Sargento Mayor, José Zapiola y el visto bueno del coronel San Martín.
Nuevamente la oscuridad proyecta sombras en torno del saladeño hasta que en la
inminencia del intento de desembarco de fuerzas realistas sitiadas en Montevideo por
Rondeau, el Triunvirato ordena a San Martin marchar por tierra al frente de 125
granaderos el 28 de enero de 1813, para proteger las poblaciones costeras del
Paraná.
Amanecía el 3 de febrero, cuando el militar observa desde el Monasterio de San
Carlos Borromeo (conocido como ‘Convento de San Lorenzo’ por encontrarse situado
en San Lorenzo, Santa Fe) el despliegue de la flotilla enemiga en un número de 250
efectivos. Sobre la elevada planicie que remata la barranca, tuvo lugar el
enfrentamiento entre ambas fuerzas. Durante su desarrollo, un disparo de cañón
alcanzó al caballo de San Martin, que al caer fulminado aprisiona la pierna izquierda
del jinete, quien recibe en la incómoda posición una herida en la mejilla del mismo
lado, dejándole una cicatriz permanente. En circunstancias que varios soldados se
disponían a rematarlo, Cabral desmonta y sable en mano libera a su jefe del peso que
lo oprime, recibiendo dos bayonetazos que lo hieren mortalmente.
5. El combate se resolvió en fracción de minutos (no más de 15) y al crepúsculo fueron
recogidos los cadáveres del campo de marte. Se los arrastraba a la cincha de las
cabalgaduras, en virtud de su estado de descomposición. Posteriormente, los padares
lorenzinos les dieron cristiana sepultura junto al muro de la huerta del convento al pie
de unos cipreses, según consta en el Boletin de la Comisión Nacional de Museos y
Monumentos y Lugares Históricos. El arquitecto Mario J. Buschiazzo relata en ‘‘El
Histórico Convento de San Lorenzo’’, como los soldados voluntarios ejecutaron la
excavación de una larga zanja destinada a tumbas de sólo medio metro de prfundidad,
y que la tierra que cubria los cuerpos sobrepasaba dicha superficie, ofreciendo un
panorama sobrecogedor. Por su parte, Adolfo P. Carranza menciona en el libro ‘San
Martin’ la existencia de un acta suscripta en San Lorenzo el 22 de marzo de 1894, que
lleva las firmas de Fray Domingo Delfino, a la sazón guardián del convento y del propio
Carranza, director del Museo Histórico Nacional, donde consta que los despojos de
Cabral fueron inhumados en el ‘campo santo’ del monasterio, lugar en el cual San
Martín le erigió un cenotafio que ha desaparecido.
Respecto de las bajas experimentadas por el ejército patriota, Bartolomé Mitre informa
en ‘Historia de San Martin y de la Emancipación Sudamericana’: ‘Los Granaderos
tuvieron 27 heridos y 15 muertos, siendo de estos últimos 1 correntino, 2 porteños, 3
puntanos, 2 riojanos, 2 cordobeses, 1 oriental y 1 santiagueño, estando todas las
demás Provincias Unidas representadas por algún herido, como si en aquel estrecho
campo de batalla se hubiesen dado cita sus más valientes hijos para hacer acto de
presencia en la vida y en la muerte´´.
Pese a la rotunda afirmación de tan calificado autor, en la Relación de los individuos
que han muerto en San Lorenzo figuran 2 comprovincianos caídos, a saber: Juan
Bautista Cabral, hijo de Francisco y de Carmen Robledo, natural de Saladas,
Corrientes, estado soltero. Y en la misma Primera de línea, mensiona a Feliciano
Sylvas, hijo de Francisco Antonio y de Florencia Navarro, natural de Corrientes, estado
soltero. Suscribe el documento, José Zapiola.
El 27 de febrero, San Martin oficiaba al gobierno de Buenos Aires, recomendando a la
superioridad el heroísmo puesto en evidencia por aquellos valientes, en estos
términos: ‘Como sé la satisfacción que tendrá V.E. (vuestra excelencia) en
recompensar las familias de los individuos del regimiento, muertos en la acción de San
Lorenzo, o de sus