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A PROPÓSITO DE UN CASO
EMDR: Revisión de la técnica y aplicación a un
caso clínico
EMDR: Review of the treatment and application to a clinical case
Eva Lago Blanco*, Guillermo Larraz Geijo**
Recibido: 20/03/12
Aceptado: 15/10/12
Resumen
El trastorno por estrés postraumático (TEPT) es uno de los trastornos de ansiedad que
presenta un mayor abanico de síntomas: reexperimentación persistente del trauma, evitación
conductual y cognitiva de los estímulos asociados al trauma e hiperactivación basal. A lo largo
de los años ha recibido diversas nomenclaturas, como Neurosis de Guerra (Grinker y Spiegel,
1943), Síndrome de los Campos de Concentración (Cristal y Niederland, 1968), Síndrome del
Trauma de la Violación (Burgess y Holmstrom, 1974) y Síndrome del Superviviente (Kijak y
Funtowicz, 1982). Incluido en el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales
(DSM-III) como entidad diagnóstica diferenciada en el año 1980. La EMDR constituye uno de
los tratamientos de elección para el TEPT, en el que se trabajan los recuerdos asociados al
trauma, incluyendo elementos de la terapia cognitivo-conductual combinándola con ciertos
tipos de estimulación (ocular, táctil, auditiva) que incrementan la atención del sujeto. El pre-
sente trabajo pretende realizar una revisión exhaustiva de la técnica: historia, indicaciones, pro-
tocolo de aplicación, posibles mecanismos de acción y estudios sobre la eficacia de la misma,
así como describir su aplicación a un caso clínico.
Palabras clave: Desensibilización por Movimientos Oculares y Reprocesamiento. Trastorno de
Estrés Postraumático. Trauma.
Summary
Post Traumatic Stress Disorder (PTSD) is one of the anxiety disorders with the widest range
of symptoms: persistent reliving of the trauma, behavioral and cognitive avoidance of stimuli
* Psicóloga Clínica. Hospital de Día del Hospital Comarcal de
Inca.
** Psicólogo Clínico. Coordinador del Hospital de Día del Ins-
tituto Balear de Salud Mental de la Infancia y Adolescencia.
Hospital Universitario Son Espases.
Correspondencia: Dra. Eva Lago Blanco
Hospital de Día Psiquiatría, Hospital Comarcal de Inca
Carretera Vella de Llubí, s/n
07300 Inca - Mallorca
evalagoblanco@hotmail.com
CUADERNOS DE
MEDICINA PSICOSOMÁTICA Y PSIQUIATRÍA DE ENLACE
C. Med. Psicosom, Nº 104 - 2012 45
INTRODUCCIÓN
La palabra trauma procede etimológicamente
del griego y significa herida. Inicialmente se vin-
culó su significado con determinados acontecimien-
tos externos de tipo violento, que podían dañar fí-
sicamente el cuerpo. Con el paso de los años, el
trauma ha ocupado un lugar central en las teorías
sobre la enfermedad mental del siglo XIX. Charcot
y Janet, así como Freud y Bleuler se centraron en
este tema en sus primeros escritos, reelaborando el
concepto de trauma hacia el enfoque de una reac-
ción de tipo emocional que podía dejar una impre-
sión duradera en el inconsciente. Con posterioridad
se renovó el interés por este tema, debido al surgi-
miento de las neurosis de guerra, al reconocimien-
to de la prevalencia del abuso sexual infantil (25%)
y de la violencia de género y su impacto en el de-
sarrollo del bienestar psicológico.
El trauma representa una experiencia extrema
de indefensión y pérdida de control sobre el indivi-
duo, que genera un fuerte sentimiento de desam-
paro y la visión del mundo como un lugar impre-
visible, amenazador y violento, que puede llevar a
cuestionar el sistema de creencias o expectativas
de la persona sobre las que basa su sentimiento de
seguridad. Para muchos autores, el núcleo de la
experiencia traumática lo constituyen la indefen-
sión y el abandono, pudiendo conceptualizarse el
trauma como un continuum de respuestas a la
amenaza que abarca desde la adaptación que es pro-
tectora, a la indefensión aprendida en que cesan los
intentos vanos de protegerse (Crittenden, 1998).
Shapiro (2001) diferencia dos tipos de trauma:
los denominados trauma “T” y trauma “t”. Los
traumas T serían todas aquellas situaciones que
normalmente comprendemos como trauma, en las
que el organismo se encuentra o ha permanecido
en peligro de muerte y que constituyen experien-
cias terriblemente dolorosas, como por ejemplo
un accidente, una catástrofe natural, un robo o un
abuso físico o sexual. Los traumas tipo t ven-
drían representados por todas aquellas experiencias
perturbadoras que no llegan a representar una
amenaza de muerte para el cuerpo, pero que al
repetirse un número variable de veces pueden pro-
ducir un efecto acumulativo tan impactante como
un trauma T. Serían situaciones más de tipo in-
terpersonal como el acoso escolar o laboral.
Ambos tipos de trauma pueden ser abordados
desde la óptica de la EMDR (Ross & Halpern,
2009). Desde este enfoque se conceptualiza el
trauma como un trastorno de la memoria (resul-
tado del modo en que la información permanece
en el cerebro), en el cual se produce un bloqueo
del sistema de procesamiento adaptativo de la
información (SPIA), no permitiendo la integra-
ción del recuerdo. De esta forma, la información
relacionada con el trauma permanece encapsulada
en los sistemas de la memoria implícita en forma
de sensaciones, imágenes o emociones, no inte-
grándose en la memoria explícita o narrativa.
Este fracaso en procesar la información a nivel
simbólico representa, para algunos autores, la
base de la patología del TEPT (Van der Kolk,
1996).
46 C. Med. Psicosom, Nº 104 - 2012
associated with the trauma and basal hyperactivation. Throughout the years it has received
several nomenclatures such as War Neurosis (Grinker & Spiegel, 1943), Concentration Camp
Syndrome (Cristal & Niederland, 1968), Rape-Trauma Syndrome (Burgess & Holmstrom, 1974)
and Survivor Syndrome (Kijak & Funtowicz, 1982). It was included in the Diagnostic and
Statistical Manual of Mental Disorders (DSM-III) as a distinct diagnostic in 1980. EMDR is one
of the most common treatment options for PTSD, where the memories associated to the trauma-
tic event are worked on using elements of behavioral and cognitive therapy in combination with
certain types of stimulation (ocular, tactile, auditory) which increase the subject’s attention. The
present paper intends to conduct a comprehensive review of the technique: history, indications,
application protocol, possible mechanisms of action and studies regarding the effectiveness of
the technique, as well as a description of its application in a clinical case.
Key words: Eye Movement Desensitization and Reprocessing. Post-Ttraumatic Stress Disorder.
Trauma.
EMDR: DESARROLLO HISTÓRICO Y
CONCEPTUAL
EMDR son las siglas de Eye Movement De-
sensitization and Reprocessing, que podría tradu-
cirse como Desensibilización por Movimientos
Oculares y Reprocesamiento. La técnica fue des-
cubierta en el año 1987 por la Dra. Francine Sha-
piro. A diferencia de otras técnicas, la EMDR no
nació a raíz de un enfoque teórico previo. Su des-
cubrimiento fue accidental. La Dra. Shapiro, “Se-
nior” en el Mental Research Institute en Palo Al-
to, observó y pudo comprobar que ante la apari-
ción de pensamientos perturbadores, sus ojos se
movían rápidamente, y a continuación disminuía
la intensidad de la angustia asociada a los pensa-
mientos negativos. Posteriormente comprobó es-
te efecto con sus colegas, utilizando el movimien-
to de sus dedos como facilitador del movimiento
ocular. En el año 1989 inicia una investigación
para la evaluación del tratamiento con individuos
traumatizados, concretamente veteranos de la gue-
rra del Vietnam y víctimas de abuso sexual, en el
denominado Estudio de Mendocino, en honor a la
localidad en que se llevó a cabo y comprobando
que la técnica reducía de manera significativa los
síntomas del Trastorno por Estrés Postraumático.
Inicialmente la técnica se denominó EMD, ya
que solamente se consideraba el efecto de desensi-
bilización del miedo y la ansiedad.
En 1990, se introduce el reprocesamiento de la
experiencia como el proceso central del método,
pasando a denominarse EMDR. Algo que F. Sha-
piro (2004) lamenta, es el nombre asignado a la
técnica. La autora explicaba que si actualmente
tuviese que ponerle un nombre, este sería terapia
del reprocesamiento –restando importancia al mo-
vimiento ocular–, tras comprobarse en 1990 que
otros tipos de estimulación como la táctil y/o la
auditiva eran posibles e igualmente efectivas.
El resultado es una técnica innovadora que se
nutre y comparte características comunes con otros
enfoques terapéuticos, integrándolos de una forma
particular. Así, comparte con la exposición los
mecanismos de condicionamiento clásico, descon-
dicionamiento del miedo y desensibilización en
un entorno seguro (Rogers & Silver, 2002). Con-
lleva un componente de reestructuración cogni-
tiva ya que los pensamientos automáticos negati-
vos se reformulan, así como un enfoque corporal
y experiencial. Asimismo, comparte con otros mo-
delos teóricos, tales como el psicoanálisis, el fenó-
meno de la abreacción, catarsis y asociación mental.
Durante las sesiones de EMDR, las lecturas
electroencefalográficas de los sujetos se caracteri-
zan por la presencia de ondas cerebrales tipo Beta,
asociadas a los parámetros normales de la vigilia,
manteniéndose la persona consciente en todo
momento. Esto se diferencia de los registros elec-
troencefalográficos de sujetos sometidos a sesio-
nes de hipnosis, que indican la presencia de un
aumento de las ondas Alfa y Theta, directamente
asociadas al aumento de la sugestibilidad.
La técnica se puede utilizar de manera puntual
dentro de un paquete de tratamiento más amplio,
en el que se trabajen diversos aspectos, o utilizarla
como el tratamiento de elección dedicando ínte-
gramente las sesiones a la aplicación de EMDR.
EVIDENCIA DE SU EFICACIA E
INDICACIONES
La EMDR es uno de los métodos más inves-
tigados en el tratamiento del trauma, con publica-
ciones de estudios controlados que apoyan su efi-
cacia. Los primeros estudios se centraron en com-
probar la eficacia de la técnica aplicada al trauma,
donde se obtuvieron mejores resultados en los ca-
sos de trauma simple (circunscrito a un único epi-
sodio) con mejorías del 70-80% en la remisión de
la sintomatología en 6 sesiones (Hogberg,. 2007),
persistiendo los resultados a los 3, 6 (Marcus, Mar-
quis & Sakai, 1997, 2004) y 15 meses (Wilson, Be-
cker & Tinker, 1997).
Los estudios de meta-análisis concluyen que
la EMDR y la exposición son superiores al trata-
miento farmacológico, y que la EMDR tiene la
ventaja sobre la exposición de no conllevar tareas
para casa y disminuir la sintomatología de reexpe-
rimentación en 3-5 sesiones de 90 minutos (Vau-
ghan, Armstrong, Gold, O’Connor, Jenneke & Ta-
rrier, 1994; Rothbaum, 1997; Chambless, 1998;
Van Etten & Taylor, 1998; Davidson & Parker,
2001; Rothbaum, Astin & Marsteller, 2005; Vi-
són & Andrew, 2007).
La EMDR está recomendada como tratamien-
to eficaz para el TEPT por la Guía de Práctica
Clínica (G.P.C) de la Asociación Americana de
47
C. Med. Psicosom, Nº 104 - 2012
Psiquiatría (APA, 2004) y por la G.P.C de la
Sociedad Internacional para el estudio del estrés
postraumático (2000). En el año 2002, el Consejo
Israelí de Salud Mental designa la EMDR como
uno de los tres tratamientos de elección para víc-
timas del terrorismo, junto a la exposición y la
inoculación de estrés (Bleich, Koter, Kutz &
Shaley, 2002). En el año 2003, Irlanda del Norte
lo reconoce como uno de los dos tratamientos de
elección para el TEPT (Crest, 2003). La guía
NICE considera a la terapia cognitivo-conductual
centrada en el trauma, y la EMDR como la terapia
de elección corroborada empíricamente para el tra-
tamiento de adultos que padecen trastornos por
estrés postraumático (National Institute for
Clinical Excellence, 2005). En el estudio del Ins-
tituto Nacional de Salud Mental (Van der Kolk,
2003; Van der Kolk, Spinazzola, Blaustein, Ho-
pper, Hopper, Korn, & Simpson, 2007) se avala
la eficacia de la técnica como superior al empleo de
tratamiento farmacológico mediante Fluoxetina.
Existen estudios (Albright & Thyer, 2010) que
centran su interés en los efectos específicos de la
EMDR en veteranos de guerra que sufren de TPET.
Sus resultados concluyen la escasez y ambigüedad
de la evidencia que apoya el uso de la técnica en
esta población, recomendando una mayor base
probatoria que incluya ensayos controlados alea-
torios (ECA) a gran escala.
La técnica está indicada para el Trastorno de
Estrés Postraumático y el Trastorno por Estrés
Agudo. En el caso de las Fobias los resultados son
menos concluyentes, no habiéndose realizado es-
tudios comparativos controlados, limitándose es-
tos a estudios de casos (Goldstein & Feske, 1993,
1994, 1997; Kleinknecht, 1993; Dun, 1996; Mu-
ris, 1998; Tinker & Wilson, 1999). Por lo que res-
pecta a los Trastornos de la Conducta Alimentaria
y los Trastornos de la Personalidad, su aplicación
está indicada siempre y cuando exista alguna si-
tuación traumática de base.
La técnica también, siendo aplicada en casos de
Trastorno de Pánico, Dolor por Miembro Fantas-
ma y en el campo del deporte para la mejora del
rendimiento de los deportistas, si bien no existen
estudios controlados al respecto y únicamente des-
cripciones de casos.
En cuanto a la edad en la que se puede utilizar,
esta abarca prácticamente todos los rangos de edad,
y su uso es compatible con tratamiento farmaco-
lógico, aunque el uso simultáneo de benzodiace-
pinas puede interferir con el aprendizaje.
En cuanto a las precauciones, se recomienda no
aplicarla en trastornos de base orgánica y en todos
aquellos casos en los que la persona no puede tole-
rar y manejar emoción intensa.
MECANISMO DE ACCIÓN
Si bien, como hemos visto por los estudios rea-
lizados, queda confirmada la eficacia de la técnica,
hasta la fecha se desconoce el mecanismo por el
cual funciona. Se han contemplado diferentes hi-
pótesis:
1. Respuesta de relajación (Shapiro, 1989; Wil-
son, Silver, Covi, & Foster, 1996), incrementando
el sistema parasimpático.
2. Los cambios sinápticos (Shapiro, 1989,
1991; Larson & Linch, 1989; Arai & Linch, 1992)
que provocan las descargas nerviosas de los movi-
mientos oculares podrían estar conectadas con el
procesamiento del recuerdo. La estimulación a ba-
ja frecuencia desensibilizaría los recuerdos permi-
tiendo la conexión de los mismos.
3. Fase REM (Shapiro, 1989). Existen auto-
res que establecen un vínculo entre el TEPT y la
interrupción del sueño REM (Ross, 1994). El
estado REM tiene una función en el procesa-
miento y almacenamiento de la información en la
memoria (Fishbein & Gutwein, 1977; Gabel, 1987;
Sutton, Mamelak & Hobson, 1992; Winson, 1993),
y su privación va acompañada de una disminu-
ción del aprendizaje de habilidades recién aprendi-
das (Kami, Tanne, Rubenstein, Askenasi & Sagi,
1992). En cuanto a este proceso, se ha investiga-
do que la tasa de sueño REM está relacionada con
la intensidad de las emociones negativas presentes
en el sueño. A mayor intensidad de la emoción,
más rápidos son los movimientos oculares (Hong,
Gillin, Callaghan & Potkin, 1992). Lo que pare-
ce sugerir que el sueño REM favorece el procesa-
miento emocional. La relación encontrada se basa
en que, por un lado, las personas que sufren un
TEPT se despiertan a menudo y tienen pesadillas,
interrumpiéndose el sueño REM y la posibilidad
de procesar la información asociada al trauma; y
48 C. Med. Psicosom, Nº 104 - 2012
por otro, en que los movimientos oculares esti-
mulan el mismo proceso que ocurre en la fase
REM del sueño. Otro dato que refuerza la hipóte-
sis es que la norepinefrina, liberada durante el
trauma, puede suprimir la fase REM del sueño y
desencadenar desincronización interhemisférica (Ra-
uch, 1996; Teicher, 1997), provocando un desajus-
te interhemisférico que impide el procesamiento
cerebral del evento traumático.
4. La EMDR activa el sistema de procesamien-
to de la información (SPIA), mecanismo innato de
curación (Shapiro, 2001, 2002, 2007). Esta hipóte-
sis plantea que los recuerdos no procesados cons-
tituyen la base de la patología y de las reacciones
disfuncionales que aparecen en diversos trastornos
mentales. En situaciones de estrés severo, la ex-
cesiva estimulación de los cuerpos amigdalinos,
interfiere con la función reguladora del hipocam-
po y de la corteza prefrontal izquierda (Van der
Kolk & Van der Hart, 1989; Van der Kolk, 1994).
Consecuentemente, en estudios de tomografía por
emisión de positrones, se observa una inhibición
de la corteza cerebral del hemisferio izquierdo y
una sobreactivación del hemisferio derecho (Ra-
uch, 1996; Teicher, 1997) Así, los sucesos se al-
macenarían como un conjunto de sensaciones y
emociones, no procesados ni contextualizados en
el espacio y el tiempo. La EMDR posibilitaría el
procesamiento integrado de la información.
Francine Shapiro postula que al igual que a ni-
vel físico, si una persona se corta y se hace una
herida inmediatamente se pone en marcha un pro-
ceso natural de cicatrización, a no ser que exista
una astilla que lo impida, a nivel psicológico plan-
tean que ocurre algo similar, pudiendo curarse con
la misma prontitud si se ponen las herramientas
adecuadas (Shapiro, 1997, 2004). Tras la aplica-
ción de la técnica, la información traumática entra
en conexión con otras redes asociativas, dejando
de mantenerse aislada e interactuando con infor-
mación adaptativa actual.
5. Estudios independientes con neuroimagen
(Van der Kolk, 1999; Nicosia, 1999) demuestran
la incidencia de la EMDR a nivel neurofisioló-
gico, por medio de PET Scan previo y posterior
en un conjunto de tres sesiones de EMDR. Se
pedía a los sujetos que imaginaran la escena trau-
mática, observándose activación de la corteza or-
bitofrontal en el hemisferio no dominante, siendo
estos resultados compatibles con la dificultad de
codificación verbal del trauma. Con posterioridad
a las sesiones de EMDR y ofreciendo la misma
consigna, la imagen evidenciaba un efecto de
emparejamiento de la actividad cerebral en ambos
hemisferios, mediante la activación de la corteza
prefrontal izquierda e incremento de la actividad
del cuerpo calloso, concomitante con una mejora
en los síntomas presentados y con la posibilidad
de completar la narrativa del trauma.
6. Denny (1995), propone que el mecanismo
subyacente es la elicitación del reflejo de orienta-
ción/inhibición, mecanismo descrito por Pavlov
en el año 1927. La estimulación bilateral alter-
nada y la atención dual (sobre la información ob-
jeto de la intervención y en los estímulos recibi-
dos) estimulan ambos hemisferios alternativa-
mente, favoreciendo su intercomunicación y des-
bloqueando la información contenida en el siste-
ma nervioso.
Después de un tratamiento con éxito con EMDR,
se espera que el malestar afectivo disminuya o
desaparezca, los pensamientos negativos se refor-
mulen y se reduzca el nivel de ansiedad.
PROTOCOLO DE ACTUACIÓN
Fase 1. Historia Clínica y Plan de Trata-
miento
En esta fase se evalúa la capacidad del indivi-
duo para manejar y tolerar la emoción intensa,
durante y entre las sesiones, que puede presentarse
al procesar la información traumática, tanto a
nivel psicológico como físico. Una vez seleccio-
nado, se realiza la historia clínica y se establecen
los objetivos específicos del tratamiento.
Fase 2. Preparación
Se explica el procedimiento a seguir y se es-
coge con el paciente el tipo de estimulación a uti-
lizar: ocular, táctil o auditiva. La estimulación
ocular es la que ha recibido un mayor estudio.
Consiste en situar los dedos índice y corazón a
unos 30 cms. de la cara del paciente, realizando
movimientos laterales u oblicuos mediante tan-
das, al ritmo de unos 2 movimientos por segundo
aproximadamente. En el caso de los niños, pueden
49
C. Med. Psicosom, Nº 104 - 2012
50 C. Med. Psicosom, Nº 104 - 2012
emplearse marionetas y muñecos para facilitar su
aplicación. El segundo tipo de estimulación, la
táctil o también denominada tapping, consiste en
aplicar una serie de golpecitos en las rodillas,
hombros o manos del paciente. En el caso de los
niños más pequeños pueden realizarse movimien-
tos de mecimiento, adaptando el protocolo. Por úl-
timo, la estimulación auditiva se aplica mediante
la alternancia de tonos y silencios en ambos oídos.
Con el objetivo de incrementar la capacidad de
control del paciente, se acuerda en esta fase una se-
ñal de parada no verbal y la identificación de un
lugar seguro, que puede ser real o imaginario.
Se le ha de explicar e informar al paciente que
pueden aparecer sensaciones intensas durante y en-
tre las sesiones, así como modificación de recuer-
dos, algo a tener en cuenta por ejemplo, de cara a de-
claraciones en juicios. Pueden producirse efectos
secundarios como: dolores de cabeza, náuseas, vó-
mitos y sensación de flotar. Se recomienda indi-
carle que ha de tener especial cuidado después de
las sesiones, ya que la atención disminuye. Es ha-
bitual el cansancio postsesión y el que aparezcan
nuevos recuerdos intersesiones, que el paciente
tendrá que registrar y comentar en la siguiente se-
sión. Si el paciente está de acuerdo, se firmará un
consentimiento informado.
Fase 3. Evaluación
En ella se define el foco de trabajo. El indivi-
duo identifica la imagen más representativa del
acontecimiento traumático, así como una cogni-
ción negativa asociada. Según F. Shapiro (2004),
la práctica totalidad de cogniciones negativas rela-
cionadas con eventos traumáticos suelen agrupar-
se en 4 categorías:
– Autoconcepto: cogniciones del tipo “no me-
rezco ser amada/o; soy mala persona; no valgo
nada; merezco lo peor”.
– Responsabilidad: “soy culpable; soy irres-
ponsable”
– Falta de seguridad: “estoy en peligro; no sé
defenderme”.
– Falta de control/elección: “no tengo el con-
trol; no logro tener lo que quiero”.
Si existen lagunas en el recuerdo de la infor-
mación, cabe la posibilidad de trabajar con el re-
cuerdo de lo que le han contado, proporcionando
mayor énfasis al recuerdo de lo sucedido que al he-
cho en sí mismo.
Asimismo, ha de registrarse una cognición po-
sitiva (personal, afirmativa y realista) que reem-
plazará a la negativa durante la fase cinco, siendo
ambas evaluadas: la primera mediante una escala
de validez de cognición (VC, de 1 a 7) y la se-
gunda mediante una escala de unidades subjetivas
de perturbación (USP, de 0 a 10). Se recoge la
emoción vinculada a la imagen traumática y se
registra la zona corporal en que aparece.
Fase 4. Desensibilización
Las tres primeras fases son de tipo preparato-
rio. La técnica utilizada en esta cuarta fase es es-
pecífica de la EMDR y la caracteriza.
Se denomina desensibilización porque se cen-
tra en las emociones y sensaciones angustiosas eva-
luadas mediante la escala USP. Esta fase abarca
todas las respuestas de la persona, incluidos los re-
cuerdos y asociaciones que pueden presentarse a
lo largo de las sesiones, a medida que el evento se-
leccionado va modificándose y se solucionan sus
aspectos perturbadores. Durante esta fase, el tera-
peuta dirige a la persona a través de una serie de
movimientos oculares hasta que su nivel USP se
reduce a 0 o, en el caso de que resulte apropiado,
a 1 o 2.
Brevemente, el procedimiento implica perma-
necer el paciente concentrado intensamente en el
segmento más aflictivo del recuerdo traumático,
mientras se aplican tandas de estimulación segui-
das de feedback para recoger las impresiones del
paciente. El procedimiento se repite hasta que la
persona no reporta mayor aflicción y puede reali-
zar un reencuadre positivo.
En esta fase es el paciente el que realiza la ma-
yor parte del trabajo. El terapeuta no realiza apor-
taciones de contenido. Anima al paciente a que con-
tinúe con el procesamiento, sin interferir ni blo-
quear al mismo.
Durante las tandas y una vez avanzada la se-
sión es frecuente que aparezcan cambios indicado-
res de que el procesamiento está teniendo lugar.
Entre ellos destacan el descenso en los niveles de
ansiedad (USP); la apertura del foco atencional
hacia otros aspectos de la imagen inicial así co-
mo el desvanecimiento de la misma; aparición de
51
C. Med. Psicosom, Nº 104 - 2012
insights al conectarse dos tipos de información,
pasando a integrarse; modificaciones en la expe-
riencia emocional, evolucionando desde estados de
ansiedad, culpa, rabia, hacia emociones más eco-
lógicas, que serían aquellas emociones negativas
que la población general posee pero no llegan a
causar perturbación.
Las tandas de estimulación se repiten hasta que
el valor de la escala USP es de 0 ó 1.
Fase 5. Instalación
Es una fase breve, que representa la oportuni-
dad de anclar la cognición positiva para reempla-
zar la negativa, recién desensibilizada. Se realiza
un proceso similar al de la fase cuatro, pero ahora
con la atención centrada en la cognición positiva,
debiéndose continuar hasta que el valor de la es-
cala de VC sea de 6 ó 7.
Fase 6. Body Scan o Chequeo Corporal
La información disfuncional es almacenada en
el cerebro, pero experimentada en el cuerpo. Se
realiza un enfoque corporal, para valorar si el pa-
ciente tiene alguna molestia. Si no las tiene, se
realizan tandas cortas de estimulación. Si las tie-
ne, tandas largas hasta alcanzar niveles de 0, fina-
lizando esta fase con el lugar seguro. Es la prueba
final de que el recuerdo ha sido procesado.
Fase 7. Cierre
En esta fase se lleva al paciente a un estado de
equilibrio emocional. Si el procesamiento fue com-
pleto, es probable que no haga falta emplear nin-
guna técnica en especial. En caso contrario, será
necesario aplicar técnicas de reducción de la ansie-
dad (como relajación muscular progresiva o
pasiva, imaginación guiada, hipnosis, etc.) Tam-
bién se ha de informar al paciente de que es pro-
bable que el procesamiento continúe entre sesio-
nes mediante los sueños, sensaciones, recuerdos y
emociones, para lo cual será necesario que lleve
un registro, de tal forma que los mismos puedan
ser utilizados como blanco del nuevo reprocesa-
miento en la siguiente sesión.
Fase 8. Reevaluación
Conlleva la evaluación de la situación traba-
jada en la sesión previa, para comprobar si los
efectos logrados se mantienen, o si ha quedado al-
gún aspecto a procesar.
TRATAMIENTO DE UN CASO CLÍNICO
El paciente es un varón de 30 años, que acude
a la Unidad de Salud Mental (Calvià) en Abril de
2010, derivado por su M.A.P por presentar osci-
laciones en el estado de ánimo, insomnio, flash-
backs y un episodio autoagresivo.
Es natural de Mallorca y en el momento de la
primera entrevista, convive con su mujer (24), su
hija (4) y sus suegros (46 y 45). Sus padres tam-
bién viven en Mallorca. Asimismo, tiene una her-
mana de 25 años con la que apenas mantiene con-
tacto. Presenta una buena cobertura psicosocial.
Ha formado parte del Cuerpo de Operaciones
Especiales del Ejército Español durante 3 años y
de la Legión Francesa durante 4. Describe con or-
gullo que ha sido condecorado en 4 ocasiones, y
que ha combatido en Afganistán desde Junio del
2009 hasta Enero del 2010. Relata un episodio trau-
mático:
“Formando parte de una operación especial
de reconocimiento de una zona urbana, escuché
cierto ruido y automáticamente me encontré en-
cañonando con mi arma a un niño de la misma
edad que mi hija. El suceso me impactó tanto que
llevó a cuestionarme el sentido de lo que allí
estaba realizando, toqué fondo y me planteé de-
jar el Ejército. Durante los 6 meses que estuve
allí destinado, he presenciado muertes, he po-
dido ver trozos de cadáveres esparcidos por el
suelo y explosiones. Llegó un momento en el que
apenas dormía y estaba alerta las 24 horas”.
SINTOMATOLOGÍA
Refiere irritabilidad, intolerancia a los ruidos,
reviviscencias y flashbacks de la zona de comba-
te, así como estado permanente de alerta con ge-
neralización a otros estímulos (cuando le adelan-
tan otros coches por la carretera, estando en el su-
permercado, viendo la televisión) desde Enero de
2010. Describe diversas somatizaciones en forma
de tensión muscular y opresión en el pecho. Pre-
senta desregulación del sueño en forma de inte-
rrupciones y despertar precoz. No pesadillas. No se
objetivan alteraciones de la forma ni del conte-
52 C. Med. Psicosom, Nº 104 - 2012
nido del pensamiento o del lenguaje. No altera-
ciones sensoperceptivas ni de la esfera psicótica.
No presenta ideación suicida ni sentimiento de cul-
pabilidad por haber sobrevivido. Afecto paratími-
co con bajos niveles de integración experiencial.
A nivel conductual evita el contacto con sus ex
compañeros del Ejército y presenta dificultades en
el ajuste a las normas civiles.
EVALUACIÓN Y DIAGNÓSTICO
Junto a la entrevista de evaluación y la con-
fección de la historia clínica, se le administraron
dos instrumentos de evaluación, previo y poste-
riormente a la aplicación de la EMDR:
Escala de Trauma de Davidson (DTS; David-
son, 1997; Davidson, Tharwani & Connor, 2002.
Versión española González, 2000).
Se trata de una escala de tipo autoadministra-
da, compuesta por 17 ítems que recogen la fre-
cuencia (0-4) y gravedad (0-4) de los síntomas del
trastorno por estrés postraumático. Sus ítems se
basan en los criterios DSM-IV. Se encuentra vali-
dada en nuestro medio por Bobes y colaboradores.
El rango de las subescalas de severidad y gravedad
es de 0 a 68 puntos y el del total de la escala de 0
a 136. A mayor puntuación mayor severidad y/o
frecuencia. Los autores proponen como punto de
corte más eficiente los 40 puntos, que muestran
una sensibilidad del 69%, una especificidad del
95%, un valor predictivo positivo del 92% y un
valor predictivo negativo del 83%. La fiabilidad
test-retest tras dos semanas es de 0.86. La consis-
tencia interna, tanto para las subescalas de fre-
cuencia y gravedad como para el total son eleva-
das (alfa de Cronbach de 0.97 – 0.98 – 0.99 res-
pectivamente). Asimismo, ofrece valores adecuados
de validez concurrente y discriminante.
Índice Global de Duke de Mejoría del Tras-
torno por Estrés Postraumático (DGRP; David-
son, 1998)
Esta escala proporciona una evaluación global
del TEPT que resulta especialmente útil en la me-
dida de los resultados del tratamiento. Está consti-
tuida por 4 ítems que evalúan la gravedad y la me-
joría experimentada en cada uno de los 3 cluster
sintomatológicos del TEPT: intrusión (criterio B),
evitación y embotamiento (criterio C), e hiperarou-
sal (criterio D). El último ítem evalúa la gravedad
o la mejoría global del cuadro. Para puntuar el
cambio dispone de una escala tipo Likert de 7
valores, en la que 1 significa muchísimo mejor y
7 muchísimo peor. Ha sido validada en nuestro
país, en un proyecto multicéntrico, demostrando
ser factible y poseer unas propiedades psicométri-
cas aceptables.
El diagnóstico según el DSM IV-TR (APA,
2002) fue de Trastorno de Estrés Postraumático
(309.81).
MOTIVACIÓN Y OBJETIVOS
TERAPÉUTICOS
Durante esta primera entrevista el paciente se
muestra abordable y colaborador. Se encuentra mo-
tivado a cambios (Estadio de cambio tipo III). Se
exploran las soluciones intentadas hasta la fecha
(gritar y golpear), y se concretan de mutuo acuer-
do, los objetivos terapéuticos principales, que son:
“digerir lo ocurrido, disminuir la irritabilidad y me-
jorar el control de impulsos”.
Destacar que no se refieren antecedentes somá-
ticos ni psiquiátricos, tanto personales como fa-
miliares. Explica que es capaz de tolerar emoción
intensa y que fuma tabaco (20 cigarrillos/día).
Se inicia tratamiento farmacológico por parte
de su M.A.P con Alprazolam (0,25 mg) 1-1-1,
que abandona tras la primera semana.
INTERVENCIÓN
En la primera sesión se valoró la posibilidad de
aplicar EMDR. Se informó al paciente del funcio-
namiento de la técnica y se le entregó, junto al con-
sentimiento informado, un autorregistro o ficha
de evaluación con los principales aspectos a tra-
bajar en la siguiente sesión (diana, imagen, cog-
nición negativa, cognición positiva, emoción y
enfoque corporal).
La segunda sesión se realizó al cabo de una
semana. Como diana de tratamiento escogió la
operación de vigilancia de la vivienda. Comenzó
la sesión con el recuerdo de la imagen de la pis-
tola encañonando la cabeza del niño. La cogni-
ción negativa asociada a esa imagen era: “Está vi-
vo de suerte. Entré tirando con un fusil de asalto.
Soy un inconsciente. Soy culpable”. El nivel de
malestar puntuado fue de 8 USP. La cognición
positiva inicial, presentó una credibilidad VOC de
2 (“Hice lo que pude”). Como lugar seguro esco-
gió la visualización de un entorno y previamente
nos aseguramos de que podía tranquilizarse al
imaginar dicho lugar. Asimismo, se acordó una
señal no verbal de parada, para que el paciente
pudiera incrementar el autocontrol de la situación
en caso de excesivo malestar.
La sesión tuvo una duración total de 60 minu-
tos, donde se aplicó el protocolo de EMDR de
tipo ocular, en diferentes tandas. A lo largo de la
misma, se pusieron de manifiesto durante el pro-
cesamiento, una serie de cambios. Inicialmente el
paciente se mostraba algo incómodo y alerta con
el movimiento ocular. Las imágenes y cognicio-
nes fueron variando (“¿y si hubiera disparado al
niño?; actué mal; fui contra mis principios en
algunas acciones; supongo que hice lo que pu-
de”), finalizando con las siguientes cogniciones
positivas (VOC de 6): “salvé dos niños; ahora
estoy a salvo; obedecía órdenes; soy inocente”.
Al volver a la escena original, el paciente explicó
tener la percepción de que la imagen sucedía más
rápido y a más distancia.
A nivel emocional desplegó un abanico de
emociones que oscilaron desde la impotencia y
frustración, hasta la reducción de los niveles de
ansiedad e impotencia a un nivel de 1 USP, ter-
minando con la visualización del lugar seguro.
Destacó durante el proceso de trabajo el lenguaje
no verbal del paciente, identificando el malestar, a
nivel corporal, en los puños, en el estómago y en
la tensión mandibular.
En las siguientes sesiones (3ª a 5ª, con fre-
cuencia quincenal), se revisó la posible aparición
de nuevo material y los efectos secundarios tras la
aplicación de la técnica (náuseas, vómitos y ma-
reos). En la 3ª sesión, el paciente explicó impor-
tante disminución en la frecuencia e intensidad de
los recuerdos traumáticos, así como en sensación
de reexperimentación, irritabilidad, tensión mus-
cular y acortamiento del futuro. Durante las se-
siones 4ª y 5º, no se realizaron nuevas aplicacio-
nes de EMDR y se procedió a monitorizar la sin-
tomatología del paciente, así como a trabajar los
rasgos antisociales, la falta de control de impul-
sos y el ajuste a las normas civiles.
A continuación se presenta la evaluación pre-
post EMDR, al término de la 3ª sesión, mante-
niéndose los resultados al cabo de 3 meses.
CONCLUSIONES
Esta técnica permite revivir el trauma en un
contexto de seguridad, en el que se facilita el
acceso al recuerdo y el procesamiento del mismo.
Es importante destacar que la estimulación bilate-
ral es solamente un componente más dentro del
protocolo de aplicación de la técnica, la cual
puede aplicarse de forma única o combinada den-
tro de otro tipo de intervención o enfoque terapéu-
tico más amplio. Hoy en día sabemos que la téc-
nica es eficaz, pero la investigación todavía no ha
aclarado cuál es el mecanismo subyacente de
acción. A la EMDR se le ha criticado el ser una
técnica en la que el paciente ha de estar expuesto
a niveles elevados de ansiedad y sufrimiento, al
tener que revivir el trauma. Sus defensores expli-
Gráfico 1
Escala de Trauma de Davidson previa y posterior a 3
sesiones de EMDR
Gráfico 2
Índice global de Duke de mejoría del TPET(DGRP)
previa y posterior a 3 sesiones de EMDR
53
C. Med. Psicosom, Nº 104 - 2012
54 C. Med. Psicosom, Nº 104 - 2012
can que no se produce retraumatización, sino que
supone una abreacción con un tiempo muy limi-
tado y en un entorno seguro.
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C. Med. Psicosom, Nº 104 - 2012
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  • 1. A PROPÓSITO DE UN CASO EMDR: Revisión de la técnica y aplicación a un caso clínico EMDR: Review of the treatment and application to a clinical case Eva Lago Blanco*, Guillermo Larraz Geijo** Recibido: 20/03/12 Aceptado: 15/10/12 Resumen El trastorno por estrés postraumático (TEPT) es uno de los trastornos de ansiedad que presenta un mayor abanico de síntomas: reexperimentación persistente del trauma, evitación conductual y cognitiva de los estímulos asociados al trauma e hiperactivación basal. A lo largo de los años ha recibido diversas nomenclaturas, como Neurosis de Guerra (Grinker y Spiegel, 1943), Síndrome de los Campos de Concentración (Cristal y Niederland, 1968), Síndrome del Trauma de la Violación (Burgess y Holmstrom, 1974) y Síndrome del Superviviente (Kijak y Funtowicz, 1982). Incluido en el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-III) como entidad diagnóstica diferenciada en el año 1980. La EMDR constituye uno de los tratamientos de elección para el TEPT, en el que se trabajan los recuerdos asociados al trauma, incluyendo elementos de la terapia cognitivo-conductual combinándola con ciertos tipos de estimulación (ocular, táctil, auditiva) que incrementan la atención del sujeto. El pre- sente trabajo pretende realizar una revisión exhaustiva de la técnica: historia, indicaciones, pro- tocolo de aplicación, posibles mecanismos de acción y estudios sobre la eficacia de la misma, así como describir su aplicación a un caso clínico. Palabras clave: Desensibilización por Movimientos Oculares y Reprocesamiento. Trastorno de Estrés Postraumático. Trauma. Summary Post Traumatic Stress Disorder (PTSD) is one of the anxiety disorders with the widest range of symptoms: persistent reliving of the trauma, behavioral and cognitive avoidance of stimuli * Psicóloga Clínica. Hospital de Día del Hospital Comarcal de Inca. ** Psicólogo Clínico. Coordinador del Hospital de Día del Ins- tituto Balear de Salud Mental de la Infancia y Adolescencia. Hospital Universitario Son Espases. Correspondencia: Dra. Eva Lago Blanco Hospital de Día Psiquiatría, Hospital Comarcal de Inca Carretera Vella de Llubí, s/n 07300 Inca - Mallorca evalagoblanco@hotmail.com CUADERNOS DE MEDICINA PSICOSOMÁTICA Y PSIQUIATRÍA DE ENLACE C. Med. Psicosom, Nº 104 - 2012 45
  • 2. INTRODUCCIÓN La palabra trauma procede etimológicamente del griego y significa herida. Inicialmente se vin- culó su significado con determinados acontecimien- tos externos de tipo violento, que podían dañar fí- sicamente el cuerpo. Con el paso de los años, el trauma ha ocupado un lugar central en las teorías sobre la enfermedad mental del siglo XIX. Charcot y Janet, así como Freud y Bleuler se centraron en este tema en sus primeros escritos, reelaborando el concepto de trauma hacia el enfoque de una reac- ción de tipo emocional que podía dejar una impre- sión duradera en el inconsciente. Con posterioridad se renovó el interés por este tema, debido al surgi- miento de las neurosis de guerra, al reconocimien- to de la prevalencia del abuso sexual infantil (25%) y de la violencia de género y su impacto en el de- sarrollo del bienestar psicológico. El trauma representa una experiencia extrema de indefensión y pérdida de control sobre el indivi- duo, que genera un fuerte sentimiento de desam- paro y la visión del mundo como un lugar impre- visible, amenazador y violento, que puede llevar a cuestionar el sistema de creencias o expectativas de la persona sobre las que basa su sentimiento de seguridad. Para muchos autores, el núcleo de la experiencia traumática lo constituyen la indefen- sión y el abandono, pudiendo conceptualizarse el trauma como un continuum de respuestas a la amenaza que abarca desde la adaptación que es pro- tectora, a la indefensión aprendida en que cesan los intentos vanos de protegerse (Crittenden, 1998). Shapiro (2001) diferencia dos tipos de trauma: los denominados trauma “T” y trauma “t”. Los traumas T serían todas aquellas situaciones que normalmente comprendemos como trauma, en las que el organismo se encuentra o ha permanecido en peligro de muerte y que constituyen experien- cias terriblemente dolorosas, como por ejemplo un accidente, una catástrofe natural, un robo o un abuso físico o sexual. Los traumas tipo t ven- drían representados por todas aquellas experiencias perturbadoras que no llegan a representar una amenaza de muerte para el cuerpo, pero que al repetirse un número variable de veces pueden pro- ducir un efecto acumulativo tan impactante como un trauma T. Serían situaciones más de tipo in- terpersonal como el acoso escolar o laboral. Ambos tipos de trauma pueden ser abordados desde la óptica de la EMDR (Ross & Halpern, 2009). Desde este enfoque se conceptualiza el trauma como un trastorno de la memoria (resul- tado del modo en que la información permanece en el cerebro), en el cual se produce un bloqueo del sistema de procesamiento adaptativo de la información (SPIA), no permitiendo la integra- ción del recuerdo. De esta forma, la información relacionada con el trauma permanece encapsulada en los sistemas de la memoria implícita en forma de sensaciones, imágenes o emociones, no inte- grándose en la memoria explícita o narrativa. Este fracaso en procesar la información a nivel simbólico representa, para algunos autores, la base de la patología del TEPT (Van der Kolk, 1996). 46 C. Med. Psicosom, Nº 104 - 2012 associated with the trauma and basal hyperactivation. Throughout the years it has received several nomenclatures such as War Neurosis (Grinker & Spiegel, 1943), Concentration Camp Syndrome (Cristal & Niederland, 1968), Rape-Trauma Syndrome (Burgess & Holmstrom, 1974) and Survivor Syndrome (Kijak & Funtowicz, 1982). It was included in the Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders (DSM-III) as a distinct diagnostic in 1980. EMDR is one of the most common treatment options for PTSD, where the memories associated to the trauma- tic event are worked on using elements of behavioral and cognitive therapy in combination with certain types of stimulation (ocular, tactile, auditory) which increase the subject’s attention. The present paper intends to conduct a comprehensive review of the technique: history, indications, application protocol, possible mechanisms of action and studies regarding the effectiveness of the technique, as well as a description of its application in a clinical case. Key words: Eye Movement Desensitization and Reprocessing. Post-Ttraumatic Stress Disorder. Trauma.
  • 3. EMDR: DESARROLLO HISTÓRICO Y CONCEPTUAL EMDR son las siglas de Eye Movement De- sensitization and Reprocessing, que podría tradu- cirse como Desensibilización por Movimientos Oculares y Reprocesamiento. La técnica fue des- cubierta en el año 1987 por la Dra. Francine Sha- piro. A diferencia de otras técnicas, la EMDR no nació a raíz de un enfoque teórico previo. Su des- cubrimiento fue accidental. La Dra. Shapiro, “Se- nior” en el Mental Research Institute en Palo Al- to, observó y pudo comprobar que ante la apari- ción de pensamientos perturbadores, sus ojos se movían rápidamente, y a continuación disminuía la intensidad de la angustia asociada a los pensa- mientos negativos. Posteriormente comprobó es- te efecto con sus colegas, utilizando el movimien- to de sus dedos como facilitador del movimiento ocular. En el año 1989 inicia una investigación para la evaluación del tratamiento con individuos traumatizados, concretamente veteranos de la gue- rra del Vietnam y víctimas de abuso sexual, en el denominado Estudio de Mendocino, en honor a la localidad en que se llevó a cabo y comprobando que la técnica reducía de manera significativa los síntomas del Trastorno por Estrés Postraumático. Inicialmente la técnica se denominó EMD, ya que solamente se consideraba el efecto de desensi- bilización del miedo y la ansiedad. En 1990, se introduce el reprocesamiento de la experiencia como el proceso central del método, pasando a denominarse EMDR. Algo que F. Sha- piro (2004) lamenta, es el nombre asignado a la técnica. La autora explicaba que si actualmente tuviese que ponerle un nombre, este sería terapia del reprocesamiento –restando importancia al mo- vimiento ocular–, tras comprobarse en 1990 que otros tipos de estimulación como la táctil y/o la auditiva eran posibles e igualmente efectivas. El resultado es una técnica innovadora que se nutre y comparte características comunes con otros enfoques terapéuticos, integrándolos de una forma particular. Así, comparte con la exposición los mecanismos de condicionamiento clásico, descon- dicionamiento del miedo y desensibilización en un entorno seguro (Rogers & Silver, 2002). Con- lleva un componente de reestructuración cogni- tiva ya que los pensamientos automáticos negati- vos se reformulan, así como un enfoque corporal y experiencial. Asimismo, comparte con otros mo- delos teóricos, tales como el psicoanálisis, el fenó- meno de la abreacción, catarsis y asociación mental. Durante las sesiones de EMDR, las lecturas electroencefalográficas de los sujetos se caracteri- zan por la presencia de ondas cerebrales tipo Beta, asociadas a los parámetros normales de la vigilia, manteniéndose la persona consciente en todo momento. Esto se diferencia de los registros elec- troencefalográficos de sujetos sometidos a sesio- nes de hipnosis, que indican la presencia de un aumento de las ondas Alfa y Theta, directamente asociadas al aumento de la sugestibilidad. La técnica se puede utilizar de manera puntual dentro de un paquete de tratamiento más amplio, en el que se trabajen diversos aspectos, o utilizarla como el tratamiento de elección dedicando ínte- gramente las sesiones a la aplicación de EMDR. EVIDENCIA DE SU EFICACIA E INDICACIONES La EMDR es uno de los métodos más inves- tigados en el tratamiento del trauma, con publica- ciones de estudios controlados que apoyan su efi- cacia. Los primeros estudios se centraron en com- probar la eficacia de la técnica aplicada al trauma, donde se obtuvieron mejores resultados en los ca- sos de trauma simple (circunscrito a un único epi- sodio) con mejorías del 70-80% en la remisión de la sintomatología en 6 sesiones (Hogberg,. 2007), persistiendo los resultados a los 3, 6 (Marcus, Mar- quis & Sakai, 1997, 2004) y 15 meses (Wilson, Be- cker & Tinker, 1997). Los estudios de meta-análisis concluyen que la EMDR y la exposición son superiores al trata- miento farmacológico, y que la EMDR tiene la ventaja sobre la exposición de no conllevar tareas para casa y disminuir la sintomatología de reexpe- rimentación en 3-5 sesiones de 90 minutos (Vau- ghan, Armstrong, Gold, O’Connor, Jenneke & Ta- rrier, 1994; Rothbaum, 1997; Chambless, 1998; Van Etten & Taylor, 1998; Davidson & Parker, 2001; Rothbaum, Astin & Marsteller, 2005; Vi- són & Andrew, 2007). La EMDR está recomendada como tratamien- to eficaz para el TEPT por la Guía de Práctica Clínica (G.P.C) de la Asociación Americana de 47 C. Med. Psicosom, Nº 104 - 2012
  • 4. Psiquiatría (APA, 2004) y por la G.P.C de la Sociedad Internacional para el estudio del estrés postraumático (2000). En el año 2002, el Consejo Israelí de Salud Mental designa la EMDR como uno de los tres tratamientos de elección para víc- timas del terrorismo, junto a la exposición y la inoculación de estrés (Bleich, Koter, Kutz & Shaley, 2002). En el año 2003, Irlanda del Norte lo reconoce como uno de los dos tratamientos de elección para el TEPT (Crest, 2003). La guía NICE considera a la terapia cognitivo-conductual centrada en el trauma, y la EMDR como la terapia de elección corroborada empíricamente para el tra- tamiento de adultos que padecen trastornos por estrés postraumático (National Institute for Clinical Excellence, 2005). En el estudio del Ins- tituto Nacional de Salud Mental (Van der Kolk, 2003; Van der Kolk, Spinazzola, Blaustein, Ho- pper, Hopper, Korn, & Simpson, 2007) se avala la eficacia de la técnica como superior al empleo de tratamiento farmacológico mediante Fluoxetina. Existen estudios (Albright & Thyer, 2010) que centran su interés en los efectos específicos de la EMDR en veteranos de guerra que sufren de TPET. Sus resultados concluyen la escasez y ambigüedad de la evidencia que apoya el uso de la técnica en esta población, recomendando una mayor base probatoria que incluya ensayos controlados alea- torios (ECA) a gran escala. La técnica está indicada para el Trastorno de Estrés Postraumático y el Trastorno por Estrés Agudo. En el caso de las Fobias los resultados son menos concluyentes, no habiéndose realizado es- tudios comparativos controlados, limitándose es- tos a estudios de casos (Goldstein & Feske, 1993, 1994, 1997; Kleinknecht, 1993; Dun, 1996; Mu- ris, 1998; Tinker & Wilson, 1999). Por lo que res- pecta a los Trastornos de la Conducta Alimentaria y los Trastornos de la Personalidad, su aplicación está indicada siempre y cuando exista alguna si- tuación traumática de base. La técnica también, siendo aplicada en casos de Trastorno de Pánico, Dolor por Miembro Fantas- ma y en el campo del deporte para la mejora del rendimiento de los deportistas, si bien no existen estudios controlados al respecto y únicamente des- cripciones de casos. En cuanto a la edad en la que se puede utilizar, esta abarca prácticamente todos los rangos de edad, y su uso es compatible con tratamiento farmaco- lógico, aunque el uso simultáneo de benzodiace- pinas puede interferir con el aprendizaje. En cuanto a las precauciones, se recomienda no aplicarla en trastornos de base orgánica y en todos aquellos casos en los que la persona no puede tole- rar y manejar emoción intensa. MECANISMO DE ACCIÓN Si bien, como hemos visto por los estudios rea- lizados, queda confirmada la eficacia de la técnica, hasta la fecha se desconoce el mecanismo por el cual funciona. Se han contemplado diferentes hi- pótesis: 1. Respuesta de relajación (Shapiro, 1989; Wil- son, Silver, Covi, & Foster, 1996), incrementando el sistema parasimpático. 2. Los cambios sinápticos (Shapiro, 1989, 1991; Larson & Linch, 1989; Arai & Linch, 1992) que provocan las descargas nerviosas de los movi- mientos oculares podrían estar conectadas con el procesamiento del recuerdo. La estimulación a ba- ja frecuencia desensibilizaría los recuerdos permi- tiendo la conexión de los mismos. 3. Fase REM (Shapiro, 1989). Existen auto- res que establecen un vínculo entre el TEPT y la interrupción del sueño REM (Ross, 1994). El estado REM tiene una función en el procesa- miento y almacenamiento de la información en la memoria (Fishbein & Gutwein, 1977; Gabel, 1987; Sutton, Mamelak & Hobson, 1992; Winson, 1993), y su privación va acompañada de una disminu- ción del aprendizaje de habilidades recién aprendi- das (Kami, Tanne, Rubenstein, Askenasi & Sagi, 1992). En cuanto a este proceso, se ha investiga- do que la tasa de sueño REM está relacionada con la intensidad de las emociones negativas presentes en el sueño. A mayor intensidad de la emoción, más rápidos son los movimientos oculares (Hong, Gillin, Callaghan & Potkin, 1992). Lo que pare- ce sugerir que el sueño REM favorece el procesa- miento emocional. La relación encontrada se basa en que, por un lado, las personas que sufren un TEPT se despiertan a menudo y tienen pesadillas, interrumpiéndose el sueño REM y la posibilidad de procesar la información asociada al trauma; y 48 C. Med. Psicosom, Nº 104 - 2012
  • 5. por otro, en que los movimientos oculares esti- mulan el mismo proceso que ocurre en la fase REM del sueño. Otro dato que refuerza la hipóte- sis es que la norepinefrina, liberada durante el trauma, puede suprimir la fase REM del sueño y desencadenar desincronización interhemisférica (Ra- uch, 1996; Teicher, 1997), provocando un desajus- te interhemisférico que impide el procesamiento cerebral del evento traumático. 4. La EMDR activa el sistema de procesamien- to de la información (SPIA), mecanismo innato de curación (Shapiro, 2001, 2002, 2007). Esta hipóte- sis plantea que los recuerdos no procesados cons- tituyen la base de la patología y de las reacciones disfuncionales que aparecen en diversos trastornos mentales. En situaciones de estrés severo, la ex- cesiva estimulación de los cuerpos amigdalinos, interfiere con la función reguladora del hipocam- po y de la corteza prefrontal izquierda (Van der Kolk & Van der Hart, 1989; Van der Kolk, 1994). Consecuentemente, en estudios de tomografía por emisión de positrones, se observa una inhibición de la corteza cerebral del hemisferio izquierdo y una sobreactivación del hemisferio derecho (Ra- uch, 1996; Teicher, 1997) Así, los sucesos se al- macenarían como un conjunto de sensaciones y emociones, no procesados ni contextualizados en el espacio y el tiempo. La EMDR posibilitaría el procesamiento integrado de la información. Francine Shapiro postula que al igual que a ni- vel físico, si una persona se corta y se hace una herida inmediatamente se pone en marcha un pro- ceso natural de cicatrización, a no ser que exista una astilla que lo impida, a nivel psicológico plan- tean que ocurre algo similar, pudiendo curarse con la misma prontitud si se ponen las herramientas adecuadas (Shapiro, 1997, 2004). Tras la aplica- ción de la técnica, la información traumática entra en conexión con otras redes asociativas, dejando de mantenerse aislada e interactuando con infor- mación adaptativa actual. 5. Estudios independientes con neuroimagen (Van der Kolk, 1999; Nicosia, 1999) demuestran la incidencia de la EMDR a nivel neurofisioló- gico, por medio de PET Scan previo y posterior en un conjunto de tres sesiones de EMDR. Se pedía a los sujetos que imaginaran la escena trau- mática, observándose activación de la corteza or- bitofrontal en el hemisferio no dominante, siendo estos resultados compatibles con la dificultad de codificación verbal del trauma. Con posterioridad a las sesiones de EMDR y ofreciendo la misma consigna, la imagen evidenciaba un efecto de emparejamiento de la actividad cerebral en ambos hemisferios, mediante la activación de la corteza prefrontal izquierda e incremento de la actividad del cuerpo calloso, concomitante con una mejora en los síntomas presentados y con la posibilidad de completar la narrativa del trauma. 6. Denny (1995), propone que el mecanismo subyacente es la elicitación del reflejo de orienta- ción/inhibición, mecanismo descrito por Pavlov en el año 1927. La estimulación bilateral alter- nada y la atención dual (sobre la información ob- jeto de la intervención y en los estímulos recibi- dos) estimulan ambos hemisferios alternativa- mente, favoreciendo su intercomunicación y des- bloqueando la información contenida en el siste- ma nervioso. Después de un tratamiento con éxito con EMDR, se espera que el malestar afectivo disminuya o desaparezca, los pensamientos negativos se refor- mulen y se reduzca el nivel de ansiedad. PROTOCOLO DE ACTUACIÓN Fase 1. Historia Clínica y Plan de Trata- miento En esta fase se evalúa la capacidad del indivi- duo para manejar y tolerar la emoción intensa, durante y entre las sesiones, que puede presentarse al procesar la información traumática, tanto a nivel psicológico como físico. Una vez seleccio- nado, se realiza la historia clínica y se establecen los objetivos específicos del tratamiento. Fase 2. Preparación Se explica el procedimiento a seguir y se es- coge con el paciente el tipo de estimulación a uti- lizar: ocular, táctil o auditiva. La estimulación ocular es la que ha recibido un mayor estudio. Consiste en situar los dedos índice y corazón a unos 30 cms. de la cara del paciente, realizando movimientos laterales u oblicuos mediante tan- das, al ritmo de unos 2 movimientos por segundo aproximadamente. En el caso de los niños, pueden 49 C. Med. Psicosom, Nº 104 - 2012
  • 6. 50 C. Med. Psicosom, Nº 104 - 2012 emplearse marionetas y muñecos para facilitar su aplicación. El segundo tipo de estimulación, la táctil o también denominada tapping, consiste en aplicar una serie de golpecitos en las rodillas, hombros o manos del paciente. En el caso de los niños más pequeños pueden realizarse movimien- tos de mecimiento, adaptando el protocolo. Por úl- timo, la estimulación auditiva se aplica mediante la alternancia de tonos y silencios en ambos oídos. Con el objetivo de incrementar la capacidad de control del paciente, se acuerda en esta fase una se- ñal de parada no verbal y la identificación de un lugar seguro, que puede ser real o imaginario. Se le ha de explicar e informar al paciente que pueden aparecer sensaciones intensas durante y en- tre las sesiones, así como modificación de recuer- dos, algo a tener en cuenta por ejemplo, de cara a de- claraciones en juicios. Pueden producirse efectos secundarios como: dolores de cabeza, náuseas, vó- mitos y sensación de flotar. Se recomienda indi- carle que ha de tener especial cuidado después de las sesiones, ya que la atención disminuye. Es ha- bitual el cansancio postsesión y el que aparezcan nuevos recuerdos intersesiones, que el paciente tendrá que registrar y comentar en la siguiente se- sión. Si el paciente está de acuerdo, se firmará un consentimiento informado. Fase 3. Evaluación En ella se define el foco de trabajo. El indivi- duo identifica la imagen más representativa del acontecimiento traumático, así como una cogni- ción negativa asociada. Según F. Shapiro (2004), la práctica totalidad de cogniciones negativas rela- cionadas con eventos traumáticos suelen agrupar- se en 4 categorías: – Autoconcepto: cogniciones del tipo “no me- rezco ser amada/o; soy mala persona; no valgo nada; merezco lo peor”. – Responsabilidad: “soy culpable; soy irres- ponsable” – Falta de seguridad: “estoy en peligro; no sé defenderme”. – Falta de control/elección: “no tengo el con- trol; no logro tener lo que quiero”. Si existen lagunas en el recuerdo de la infor- mación, cabe la posibilidad de trabajar con el re- cuerdo de lo que le han contado, proporcionando mayor énfasis al recuerdo de lo sucedido que al he- cho en sí mismo. Asimismo, ha de registrarse una cognición po- sitiva (personal, afirmativa y realista) que reem- plazará a la negativa durante la fase cinco, siendo ambas evaluadas: la primera mediante una escala de validez de cognición (VC, de 1 a 7) y la se- gunda mediante una escala de unidades subjetivas de perturbación (USP, de 0 a 10). Se recoge la emoción vinculada a la imagen traumática y se registra la zona corporal en que aparece. Fase 4. Desensibilización Las tres primeras fases son de tipo preparato- rio. La técnica utilizada en esta cuarta fase es es- pecífica de la EMDR y la caracteriza. Se denomina desensibilización porque se cen- tra en las emociones y sensaciones angustiosas eva- luadas mediante la escala USP. Esta fase abarca todas las respuestas de la persona, incluidos los re- cuerdos y asociaciones que pueden presentarse a lo largo de las sesiones, a medida que el evento se- leccionado va modificándose y se solucionan sus aspectos perturbadores. Durante esta fase, el tera- peuta dirige a la persona a través de una serie de movimientos oculares hasta que su nivel USP se reduce a 0 o, en el caso de que resulte apropiado, a 1 o 2. Brevemente, el procedimiento implica perma- necer el paciente concentrado intensamente en el segmento más aflictivo del recuerdo traumático, mientras se aplican tandas de estimulación segui- das de feedback para recoger las impresiones del paciente. El procedimiento se repite hasta que la persona no reporta mayor aflicción y puede reali- zar un reencuadre positivo. En esta fase es el paciente el que realiza la ma- yor parte del trabajo. El terapeuta no realiza apor- taciones de contenido. Anima al paciente a que con- tinúe con el procesamiento, sin interferir ni blo- quear al mismo. Durante las tandas y una vez avanzada la se- sión es frecuente que aparezcan cambios indicado- res de que el procesamiento está teniendo lugar. Entre ellos destacan el descenso en los niveles de ansiedad (USP); la apertura del foco atencional hacia otros aspectos de la imagen inicial así co- mo el desvanecimiento de la misma; aparición de
  • 7. 51 C. Med. Psicosom, Nº 104 - 2012 insights al conectarse dos tipos de información, pasando a integrarse; modificaciones en la expe- riencia emocional, evolucionando desde estados de ansiedad, culpa, rabia, hacia emociones más eco- lógicas, que serían aquellas emociones negativas que la población general posee pero no llegan a causar perturbación. Las tandas de estimulación se repiten hasta que el valor de la escala USP es de 0 ó 1. Fase 5. Instalación Es una fase breve, que representa la oportuni- dad de anclar la cognición positiva para reempla- zar la negativa, recién desensibilizada. Se realiza un proceso similar al de la fase cuatro, pero ahora con la atención centrada en la cognición positiva, debiéndose continuar hasta que el valor de la es- cala de VC sea de 6 ó 7. Fase 6. Body Scan o Chequeo Corporal La información disfuncional es almacenada en el cerebro, pero experimentada en el cuerpo. Se realiza un enfoque corporal, para valorar si el pa- ciente tiene alguna molestia. Si no las tiene, se realizan tandas cortas de estimulación. Si las tie- ne, tandas largas hasta alcanzar niveles de 0, fina- lizando esta fase con el lugar seguro. Es la prueba final de que el recuerdo ha sido procesado. Fase 7. Cierre En esta fase se lleva al paciente a un estado de equilibrio emocional. Si el procesamiento fue com- pleto, es probable que no haga falta emplear nin- guna técnica en especial. En caso contrario, será necesario aplicar técnicas de reducción de la ansie- dad (como relajación muscular progresiva o pasiva, imaginación guiada, hipnosis, etc.) Tam- bién se ha de informar al paciente de que es pro- bable que el procesamiento continúe entre sesio- nes mediante los sueños, sensaciones, recuerdos y emociones, para lo cual será necesario que lleve un registro, de tal forma que los mismos puedan ser utilizados como blanco del nuevo reprocesa- miento en la siguiente sesión. Fase 8. Reevaluación Conlleva la evaluación de la situación traba- jada en la sesión previa, para comprobar si los efectos logrados se mantienen, o si ha quedado al- gún aspecto a procesar. TRATAMIENTO DE UN CASO CLÍNICO El paciente es un varón de 30 años, que acude a la Unidad de Salud Mental (Calvià) en Abril de 2010, derivado por su M.A.P por presentar osci- laciones en el estado de ánimo, insomnio, flash- backs y un episodio autoagresivo. Es natural de Mallorca y en el momento de la primera entrevista, convive con su mujer (24), su hija (4) y sus suegros (46 y 45). Sus padres tam- bién viven en Mallorca. Asimismo, tiene una her- mana de 25 años con la que apenas mantiene con- tacto. Presenta una buena cobertura psicosocial. Ha formado parte del Cuerpo de Operaciones Especiales del Ejército Español durante 3 años y de la Legión Francesa durante 4. Describe con or- gullo que ha sido condecorado en 4 ocasiones, y que ha combatido en Afganistán desde Junio del 2009 hasta Enero del 2010. Relata un episodio trau- mático: “Formando parte de una operación especial de reconocimiento de una zona urbana, escuché cierto ruido y automáticamente me encontré en- cañonando con mi arma a un niño de la misma edad que mi hija. El suceso me impactó tanto que llevó a cuestionarme el sentido de lo que allí estaba realizando, toqué fondo y me planteé de- jar el Ejército. Durante los 6 meses que estuve allí destinado, he presenciado muertes, he po- dido ver trozos de cadáveres esparcidos por el suelo y explosiones. Llegó un momento en el que apenas dormía y estaba alerta las 24 horas”. SINTOMATOLOGÍA Refiere irritabilidad, intolerancia a los ruidos, reviviscencias y flashbacks de la zona de comba- te, así como estado permanente de alerta con ge- neralización a otros estímulos (cuando le adelan- tan otros coches por la carretera, estando en el su- permercado, viendo la televisión) desde Enero de 2010. Describe diversas somatizaciones en forma de tensión muscular y opresión en el pecho. Pre- senta desregulación del sueño en forma de inte- rrupciones y despertar precoz. No pesadillas. No se objetivan alteraciones de la forma ni del conte-
  • 8. 52 C. Med. Psicosom, Nº 104 - 2012 nido del pensamiento o del lenguaje. No altera- ciones sensoperceptivas ni de la esfera psicótica. No presenta ideación suicida ni sentimiento de cul- pabilidad por haber sobrevivido. Afecto paratími- co con bajos niveles de integración experiencial. A nivel conductual evita el contacto con sus ex compañeros del Ejército y presenta dificultades en el ajuste a las normas civiles. EVALUACIÓN Y DIAGNÓSTICO Junto a la entrevista de evaluación y la con- fección de la historia clínica, se le administraron dos instrumentos de evaluación, previo y poste- riormente a la aplicación de la EMDR: Escala de Trauma de Davidson (DTS; David- son, 1997; Davidson, Tharwani & Connor, 2002. Versión española González, 2000). Se trata de una escala de tipo autoadministra- da, compuesta por 17 ítems que recogen la fre- cuencia (0-4) y gravedad (0-4) de los síntomas del trastorno por estrés postraumático. Sus ítems se basan en los criterios DSM-IV. Se encuentra vali- dada en nuestro medio por Bobes y colaboradores. El rango de las subescalas de severidad y gravedad es de 0 a 68 puntos y el del total de la escala de 0 a 136. A mayor puntuación mayor severidad y/o frecuencia. Los autores proponen como punto de corte más eficiente los 40 puntos, que muestran una sensibilidad del 69%, una especificidad del 95%, un valor predictivo positivo del 92% y un valor predictivo negativo del 83%. La fiabilidad test-retest tras dos semanas es de 0.86. La consis- tencia interna, tanto para las subescalas de fre- cuencia y gravedad como para el total son eleva- das (alfa de Cronbach de 0.97 – 0.98 – 0.99 res- pectivamente). Asimismo, ofrece valores adecuados de validez concurrente y discriminante. Índice Global de Duke de Mejoría del Tras- torno por Estrés Postraumático (DGRP; David- son, 1998) Esta escala proporciona una evaluación global del TEPT que resulta especialmente útil en la me- dida de los resultados del tratamiento. Está consti- tuida por 4 ítems que evalúan la gravedad y la me- joría experimentada en cada uno de los 3 cluster sintomatológicos del TEPT: intrusión (criterio B), evitación y embotamiento (criterio C), e hiperarou- sal (criterio D). El último ítem evalúa la gravedad o la mejoría global del cuadro. Para puntuar el cambio dispone de una escala tipo Likert de 7 valores, en la que 1 significa muchísimo mejor y 7 muchísimo peor. Ha sido validada en nuestro país, en un proyecto multicéntrico, demostrando ser factible y poseer unas propiedades psicométri- cas aceptables. El diagnóstico según el DSM IV-TR (APA, 2002) fue de Trastorno de Estrés Postraumático (309.81). MOTIVACIÓN Y OBJETIVOS TERAPÉUTICOS Durante esta primera entrevista el paciente se muestra abordable y colaborador. Se encuentra mo- tivado a cambios (Estadio de cambio tipo III). Se exploran las soluciones intentadas hasta la fecha (gritar y golpear), y se concretan de mutuo acuer- do, los objetivos terapéuticos principales, que son: “digerir lo ocurrido, disminuir la irritabilidad y me- jorar el control de impulsos”. Destacar que no se refieren antecedentes somá- ticos ni psiquiátricos, tanto personales como fa- miliares. Explica que es capaz de tolerar emoción intensa y que fuma tabaco (20 cigarrillos/día). Se inicia tratamiento farmacológico por parte de su M.A.P con Alprazolam (0,25 mg) 1-1-1, que abandona tras la primera semana. INTERVENCIÓN En la primera sesión se valoró la posibilidad de aplicar EMDR. Se informó al paciente del funcio- namiento de la técnica y se le entregó, junto al con- sentimiento informado, un autorregistro o ficha de evaluación con los principales aspectos a tra- bajar en la siguiente sesión (diana, imagen, cog- nición negativa, cognición positiva, emoción y enfoque corporal). La segunda sesión se realizó al cabo de una semana. Como diana de tratamiento escogió la operación de vigilancia de la vivienda. Comenzó la sesión con el recuerdo de la imagen de la pis- tola encañonando la cabeza del niño. La cogni- ción negativa asociada a esa imagen era: “Está vi- vo de suerte. Entré tirando con un fusil de asalto. Soy un inconsciente. Soy culpable”. El nivel de
  • 9. malestar puntuado fue de 8 USP. La cognición positiva inicial, presentó una credibilidad VOC de 2 (“Hice lo que pude”). Como lugar seguro esco- gió la visualización de un entorno y previamente nos aseguramos de que podía tranquilizarse al imaginar dicho lugar. Asimismo, se acordó una señal no verbal de parada, para que el paciente pudiera incrementar el autocontrol de la situación en caso de excesivo malestar. La sesión tuvo una duración total de 60 minu- tos, donde se aplicó el protocolo de EMDR de tipo ocular, en diferentes tandas. A lo largo de la misma, se pusieron de manifiesto durante el pro- cesamiento, una serie de cambios. Inicialmente el paciente se mostraba algo incómodo y alerta con el movimiento ocular. Las imágenes y cognicio- nes fueron variando (“¿y si hubiera disparado al niño?; actué mal; fui contra mis principios en algunas acciones; supongo que hice lo que pu- de”), finalizando con las siguientes cogniciones positivas (VOC de 6): “salvé dos niños; ahora estoy a salvo; obedecía órdenes; soy inocente”. Al volver a la escena original, el paciente explicó tener la percepción de que la imagen sucedía más rápido y a más distancia. A nivel emocional desplegó un abanico de emociones que oscilaron desde la impotencia y frustración, hasta la reducción de los niveles de ansiedad e impotencia a un nivel de 1 USP, ter- minando con la visualización del lugar seguro. Destacó durante el proceso de trabajo el lenguaje no verbal del paciente, identificando el malestar, a nivel corporal, en los puños, en el estómago y en la tensión mandibular. En las siguientes sesiones (3ª a 5ª, con fre- cuencia quincenal), se revisó la posible aparición de nuevo material y los efectos secundarios tras la aplicación de la técnica (náuseas, vómitos y ma- reos). En la 3ª sesión, el paciente explicó impor- tante disminución en la frecuencia e intensidad de los recuerdos traumáticos, así como en sensación de reexperimentación, irritabilidad, tensión mus- cular y acortamiento del futuro. Durante las se- siones 4ª y 5º, no se realizaron nuevas aplicacio- nes de EMDR y se procedió a monitorizar la sin- tomatología del paciente, así como a trabajar los rasgos antisociales, la falta de control de impul- sos y el ajuste a las normas civiles. A continuación se presenta la evaluación pre- post EMDR, al término de la 3ª sesión, mante- niéndose los resultados al cabo de 3 meses. CONCLUSIONES Esta técnica permite revivir el trauma en un contexto de seguridad, en el que se facilita el acceso al recuerdo y el procesamiento del mismo. Es importante destacar que la estimulación bilate- ral es solamente un componente más dentro del protocolo de aplicación de la técnica, la cual puede aplicarse de forma única o combinada den- tro de otro tipo de intervención o enfoque terapéu- tico más amplio. Hoy en día sabemos que la téc- nica es eficaz, pero la investigación todavía no ha aclarado cuál es el mecanismo subyacente de acción. A la EMDR se le ha criticado el ser una técnica en la que el paciente ha de estar expuesto a niveles elevados de ansiedad y sufrimiento, al tener que revivir el trauma. Sus defensores expli- Gráfico 1 Escala de Trauma de Davidson previa y posterior a 3 sesiones de EMDR Gráfico 2 Índice global de Duke de mejoría del TPET(DGRP) previa y posterior a 3 sesiones de EMDR 53 C. Med. Psicosom, Nº 104 - 2012
  • 10. 54 C. Med. Psicosom, Nº 104 - 2012 can que no se produce retraumatización, sino que supone una abreacción con un tiempo muy limi- tado y en un entorno seguro. BIBLIOGRAFÍA 1. Albright, D.L y Thyer, B.: (2010) Does EMDR reduce post-traumatic stress disorder symptoma- tology in combat veterans?. Behavioral Interven- tions, 25 (1): 1-19. 2. American Psychiatric Association. (2004) Practice Guideline for the Treatment of Patients with Acute Stress Disorder and Posttraumatic Stress Disorder. Washington: Masson. 3. Bisson, J. y Andrew, M.: (2007) Psychologi- cal Treatment of Post-Traumatic Stress Disorder (PTSD). Cochrane Database of Systematic Re- wiews, Issue 3. Art. No: CD003388. 4. Bleich, A., Koter, M., Kutz, E y Shaley, A.: (2002) APosition Paper of the Israeli National Council for Mental Health: Guidelines for the Assessment and Professional Intervention with Terror Victims in the Hospital and the Commu- nity. 5. Bradley, R., Greene, J., Russ, E., Dutra, L. y Westen, D. : (2005) AMultidimensional Me- ta-Analysis of Psychotherapy for PTSD. Ame- rican Journal of Psychiatry, 162: 214-227. 6. Carl s o n, J. G. : (1998) Eye Movement Desen- sitization and Reprocessing (EMDR) Treatment for Combat-Related Posttraumatic Stress Disor- der. Journal of Traumatic Stress, 11 (1): 3-24. 7. Chambl es s , D. L. : (1998) Update on Empiri- cally Validated Therapies. The Clinical Psycho- logist, 51, 3-16. 8. Crest. (2003) The management of post trauma- tic stress disorder in adults. Clinical Resource Efficiency Support Team of the Northern Ireland Department of Health, Social Services and Pu- blic Safety. Belfast. 9. Crittenden, P. M. : (1998) Dangerous behavior and dangerous contexts: Athirty-five year per- pective on research on the developmental effects of child physical abuse. In P. Trickett (Ed.), Violence to Children, 11-38. Washington, D.C: American Psychological Association. 10. Davidson, P.R. y Parker, K.C.H.: (2001) Eye Movement Desensitization and Reprocessing (EMDR): A Meta-Analysis. Journal of Consul- ting and Clinical Psychology, 69, p. 305-316. 11. Dun, T. M. : (1996) Measuring Effectiveness of Eye Movement Desensitization and Reproce- ssing (EMDR) in Non-Clinical Anxiety: AMul- ti-Subject, Yoked-Control Design. J Behav Ther Exp Psychiatry, 27(3): 231-9. 12. Dutch National Steering Committee Guide- lines Mental Health Care. (2003). Multidis- ciplinary Guideline Anxiety Disorders. Utrecht: Quality Institute Health Carer CBO/Trimbos Institute. 13. Foa, E. B. , Keane T. N. y Friedman, M. J. : (2000) Effective treatments for PTSD: Practice Guidelines of the International Society for Trau- matic Stress Studies. Nueva York: Guilford. 14. Feske, U. y Goldstein, A.J.: (1997) Eye Mo- vement Desensitization and Reprocessing Treat- ment for Panic Disorder: AControlled Outcome and Partial Dismantling Study. J Consult Clin Psychol, 65(6): 1026-35. 15. Goldstein, A. y Feske, U. : (1994) Eye Mo- vement Desensitization and Reprocessing for Panic Disorder: A Case Series. Journal of An- xiety Disorders, 8, págs. 351-362. 16. Ho g berg , G. : (2007). On Treatment with Eye Movement Desensitization and Reprocessing of Chronic Post-Traumatic Stress Disorder in Pu- blic Transportation Workers: A Randomized Controlled Study. Nordic Journal of Psychiatry, 61: 54-61. 17. Hong, C., Gillin, C., Callaghan, G.A. y Pot- ki n, S. : (1992) Correlation of Rapid Eye Mo- vement Density with Dream Report Length and Not With Movements in the Dream: Evidence Against the Scanning Hypothesis. Annual Mee- ting Abstracts, 12. 18. INSERM. (2004) Psychotherapy: An evalua- tion of three approaches. Institut National Fran- çais de la Santé et de la Recherche Médicale, París. 19. Kami, A., Tanne, D., Rubenstein, B.S., As- kenas i , J. J. y Sag i , D. : (1992) No Dreams, No Memory: The Effect of REM Sleep Depri- vation on Learning a New Perceptual Skill. So- ciety for Neuroscience Abstracts, 18: 387. 20. Kl ei nknecht, R. A. : (1993) Rapid Treatment of Blood and Injection Phobias with Eye Mo- vement Desensitization. Journal of Behavior The- rapy and Experimental Psychiatry, 24, nº3, págs. 25-31. 21. Levin, P., Van der Kolk, B.A y Lazrove, S.: (1999). What psychological testing and neuroi- maging tell us about the treatment of posttrau- matic stress disorder by eye movement desensi- tization and reprocessing. Journal of anxiety disorders, vol.13 nº1-2, pp 159-172. 22. Marcus, S., Marquis, P. y Sakai, C.: (1997) ControlledStudy of Treatment of PTSDUsing EMDR in an HMOSetting. Psychotherapy, 34: 307-315.
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