1. EN LAS REGIONALES: “SE OBEDECE PERO NO SE CUMPLE”
Hace siglos, las autoridades que representaban al Rey en sus colonias establecieron una
usanza que pronto se extendió por todas las colonias americanas: al recibir órdenes que
por diversas razones les incomodaban, alzaban la cédula real que contenía el mandato y
llevándola a la altura de la cabeza pronunciaban una especie de juramento alrevesado:
“Se obedece pero no se cumple”. Y ¡santo remedio!
La práctica, hija de cierto derecho indiano a que prevaleciera la vieja costumbre sobre la
nueva norma, sirvió a veces para suplantar al Rey, enervar la ley y alterar la voluntad de
la Corona, tan distante ella en ultramar. Y al parecer quedó incorporada a la mojigatería
de unos mandos medios que hoy burlan directrices a conveniencia o para cultivar su
abulia. Nada que ver con el “derecho a la insubordinación civil contra los malos
gobiernos” de ciertos constitucionalistas liberales. No, ¡nada de eso! No estamos ante
patriotas que defienden a sus pueblos o a sus administrados. Estos directivos y jefes
reivindican exactamente lo contrario: el derecho a dirigir mal, a maltratar a los de abajo
y a no cumplir orientaciones que alteren su rutina y su poder. No vaya a ser que un leve
cambio devele su mediocridad…
Tal cual ocurre en estos días en el SENA: directivos regionales que se creen reyes
convocan a sus séquitos para resistir o hacerle conejo a algunas de las orientaciones de
la Dirección General. No se trata de oponerse a la ampliación de cobertura, pues ya
saben cómo satisfacer las estadísticas y mermar la calidad y derechos para aumentar
guarismos. Nada de controvertir el desmonte de la misión institucional, ni el abandono
de la población objeto de la entidad. ¡Ni de fundas! Nada de revisar la entrega de
recursos a terceros, incluidos grandes empresarios que rentan de unos presupuestos
que tienen como destino misional a los trabajadores según reza la Ley 119/94. ¡Nada
que se oponga a los poderosos! Para estos tienen reservada una temblorosa rodilla en
tierra, para decirlo con Jorge Eliecer Gaitán.
Sus resistencias favorecen precisamente la perpetuación del statu quo, la
antidemocracia interna, las formas insanas y la arrogancia del de arriba.
Sus fobias principales son precisamente contra el derecho a la organización y a la
negociación. Y principalmente a la auténtica representación de los trabajadores y
estudiantes, que le resulta incómoda porque no le secunda, porque no le aplaude
incondicionalmente.
Y hasta tienen razón. Es que su poder se erige precisamente en el acomodamiento de
los subalternos, en la participación fingida, en los respaldos ganados con premios y
castigos, en la modorra institucional, en el halago y la zalamería. Su palacio falso, su
corona de oropel, su traje simulado, sólo aceptan la mirada complaciente y a la vez
socarrona de súbditos silentes.
Darle pábulo a la organización independiente de los estamentos básicos solo puede
conducir a que algún día no muy lejano, esa organización le grite al mundo que su falso
rey va desnudo. Y entonces todos hablarán de sus miserias, como ocurre hoy en tantas
entidades del Estado…
COMITÉ DE ESTUDIANTES Y EGRESADO - COES
Bogotá, 5 de abril de 2011