1. Centro de Estudios a Distancia de Salta – Cedsa
Profesorado de LENGUA
"EL ROL SOCIAL DE LA MUJER ARGENTINA
POSTDICTADURA".
Tema: El rol de la mujer.
Libro: “Los Prisioneros de la Torre” de Elsa Drucaroff.
Tipo de trabajo: Ensayo.
Autores: Diaz Ludmila Carla, Gauna Macarena Marcía, Gilles Noelia
Carolina, Leiva Roció Evangelina
Carrera: Lengua y Literatura.
UG: La Paz.
Comisión: 3.
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La literatura reconstruye los años más oscuros y traumáticos de la historia,
revelando la herida latente del cuerpo, así como el rol que ocupó la mujer. Que
permanecerán en la memoria colectiva de todos los argentinos…
El llamado feminismo surge en la ola de los años 60 del siglo pasado, emerge no solo
para denunciar la discriminación contra la mujer, sino también para expresar que fue
ignorada por la historia durante mucho tiempo, ya que sabemos que la misma fue
escrita a lo largo del tiempo por hombres, donde se tiene el pensamiento de que la
mujer estaba exclusivamente para las tareas domésticas, el cuidado y crianza de los
hijos dentro del matrimonio y brindar servicios maritales a su esposo de manera
obligatoria.
Entonces nos preguntamos ¿qué factores han contribuido a este renacer femenino
en la literatura argentina?, por un lado, la escritura de mujeres se enmarca en lo
“nuevo” que ha protagonizado en la escena cultural latinoamericana, mediante el
cultivo de temas como lo son el trauma del pasado dictatorial, la memoria falsa, los
fantasmas y desaparecidos que nos ha dejado los gobiernos de facto, la preocupación
por el lenguaje y la civi-barbarie. En una entrevista a Elsa Drucaroff, sobre “los
prisioneros de la torre” nos dice que en la NNA (nueva narrativa argentina) es uno de
los nuevos factores aparentes es la mirada de género, es decir la aparición de la
mirada femenina en la escritura, donde las mujeres que escriben tienden a investigar
su propia perspectiva, no cumpliendo con las expectativas ajenas.
Por otro lado, Elsa Drucaroff, señala un hito, la postdictadura, para marcar la irrupción
de lo que llama la NNA. Esta autora tiene sus comienzos en los 90, con la colección
“Biblioteca del Sur”, que dirigió Juan Forn, y describe sus rasgos formales como “el
predominio de una entonación mucho más socarrona que sería la caída de los
grandes relatos, marcada por la caída de la sintaxis, ha generado cuentos sin grandes
acontecimientos climáticos. Otro cambio importante es que la literatura anterior
estaba muy alimentada por las vanguardias europeas y la NNA corre la centralidad
de esta estética hacia una escuela norteamericana de relato mucho más lineal, con
un trabajo referencial del lenguaje muy cuidado”.
Esto es un caso similar al de las mujeres europeas para la publicación de sus
manuscritos, donde pretendían aportar su mirada y observación hacia los temas que
tocaba la literatura de Europa, bien conocido es el caso de la escritora inglesa, Jane
Austen, que se veía obligada a publicar en el anonimato solo por su género, o el de
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las hermanas británicas Charlotte, Emily y Anne Brontë (Emily es la autora de
"Cumbres borrascosas" y Charlotte, de "Jane Eyre"), quienes publicaron sus libros
con los nombres de Currer, Ellis y Acton Bell, respectivamente. Y al igual que ellas,
las mujeres que sufrieron durante la dictadura Argentina, no callaron sus voces, a
pesar de no ser escuchadas, sus voces están presentes en los testimonios, escritos
y registros donde ellas proclaman justicia por sus crímenes cada vez que estos
vuelven a ser leídos.
Durante la última dictadura militar la mayoría de las mujeres secuestradas sufrieron
formas de violencia específicas por su condición de mujeres, luego de un tiempo
transcurridos estás quisieron dar testimonios de lo sucedido, pero nadie las escuchó.
El 33% de los desaparecidos entre 1976 y 1983 fueron mujeres y el 10% de ellas
estaban embarazadas. Muchas de estas, que fueron protagonistas de esta página
negra de la historia de nuestro país, dieron testimonios de las aberraciones que
sufrieron, padecieron humillaciones, abortos, esclavitud y de cada una de las
prácticas inhumanas a las que ese sistema atroz las sometió sin piedad.
Cada testimonio sacó a la luz secretos a voces, dejando en evidencia que el ser
humano, en ocasiones, puede llegar hacer un daño descomunal. Su dolor se puso en
palabras cuando en 1985 se realizó el Juicio a las Juntas Militares, sin embargo esas
denuncias no fueron consideradas, como así tampoco lograron que se haga justicia
ya que los abusos sufridos quedaron excluidos de las Leyes de Obediencia Debida y
Punto Final.
En el ensayo de Elena Drucaruff con respecto a la obra, “Los Prisioneros de la Torre”,
la autora introduce nuevas voces de perspectiva vital e histórica para construir un
diálogo audaz con preguntas nuevas, abarcando trece capítulos en los cuales se
demuestra un trabajo crítico, no solo lleno de literatura, sino también cuenta textos
publicado hace más de quince años, realizando un estudio sociológico de las etapas
que fue atravesando la sociedad argentina, entre los años 1990 y 2007, con lo que la
autora afirma que “Cada generación es entonces un resumen del pasado, está hecha
de ese pasado” (pág. 34).
Esta obra es un excelente punto de partida, ya que en él se despliega un corpus
literario de más de 200 autores y 500 obras publicadas por la generación de
postdictadura. Esto hace de este libro rico en información, mostrando un panorama
mucho más amplio, y también nombrando a autores de antes como Borges, Piglia,
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Cortazar; también se comentan libros de Carlos Gamerro, de Marcos Herrera y, por
supuesto, de Rodolfo Fogwil. Metafóricamente hace alusión a la hazaña vivida en
Malvinas, episodios que serán imborrables en la historia y en la memoria de los
argentinos.
Elsa Drucaroff le ha dedicado un capítulo completo a Sarlo, a través de preguntas
retóricas la escritora desarrolla sus diferencias con la periodista: “¿Nuestra crítica cree
realmente que en 1980 la gente “no sabía” lo que había ocurrido en la literatura, por
eso, representaba el tema para informar?” (219). Con esta y otras ironías la defensora
de la NNA remata afirmando: “Sarlo hace sistemáticamente crítica “patovica”, la que
tiene como objetivo subir o bajar el pulgar a los libros y se auto otorga el monopolio
del poder de administrar los privilegios llamados prestigio y distinción” (220).
¿Sarlo se ha quedado en el tiempo, en comparación con Elsa Drucaroff?
Posiblemente Sarlo no entiende este tiempo y se ha quedado escribiendo como en
los 90, puede que esto ocurra porque a la periodista le ha tocado ser joven en una
época en la que la crítica literaria era parecida a la “policía política”.
La escritora afirma que:
“Sarlo se transformó en el “espíritu de su tiempo”, censurando a los escritores:
“Cómo van a ser realistas si ya no hay nada para decir políticamente, cómo van
a hablar del pasado de la dictadura si eso ya está resuelto”. Escribir en el 2006
aunque ya sabemos lo que pasó y a la literatura no le importaba, cuando los
represores estaban empezando a ser juzgados –pero en buena medida todavía
se paseaban por las calles–, cuando desapareció Julio López, cuando el trauma
estaba a flor de piel en la sociedad, cuando hay dos generaciones marcadas por
la culpa, es tener poca sensibilidad. Sarlo es un ejemplo coherente de alguien
que nunca entendió este país. Ni antes ni ahora.
Ya que es imposible abarcar todos los capítulos de la obra, pero vale la pena rescatar
lo que sugiere en: “El oscuro parto de la NNA” (Cap.3, pg. 100) la autora con respecto
al cuento, Historia Argentina de Rodrigo Fresán, (1991) lo define como un libro que
tematiza la dictadura y en el que se mezcla todo “con alegría postmoderna”. Es allí
donde arranca lo que será la Nueva Narrativa Argentina: en el principio de la historia
argentina, una obra capaz de construir nuevos lectores para una nueva narrativa
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debía generar en ellos, tanto como en los críticos y la sociedad en sí: polémicas,
replanteos y descubrimientos.
Se podría decir entonces, que “Los Prisioneros”, es una aventura y un riesgo que
alguien debía tomar para dar cuenta de las generaciones postdictadura, para intentar
contrastar la actualidad literaria argentina.
Una muestra de lo vivido durante el periodo de la dictadura militar y de las
desapariciones de personas ocurridas en Argentina, lo podemos encontrar en
“Memoria falsa” de Ignacio Apolo, una novela que, como afirma Elsa Drucaroff es
fundacional de la literatura de postdictadura. Apolo construye una historia de dolor
que responde a esta necesidad de expresar una sensación y una situación que es
“una mancha temática” de la Nueva Narrativa Argentina y pone en el cuerpo y la voz
del narrador aquella palabra en acción, que por fin viene a romper una cadena que
ata y esclaviza al pasado, cuya ruptura les dará oxígeno a las generaciones por venir.
En esta novela aparece su protagonista como hijo de aquella época oscura de la
argentina, que se niega a creer que exista vida antes de él. Esta novela es la voz de
todos aquellos hijos de desaparecidos:
“Pero justo antes, un minuto antes diría, yo di a luz. Di a luz un niño, y le puse por
nombre Emanuel, que en hebreo significa “Dios con nosotros”. El padre pronto
habría de ser borrado por la máquina, y no figura en ningún libro, ni en el libro de
los nombres, aunque para que me entiendas haya que darle uno; supongamos
que se llamaba Carlos. Carlos lo levantó en brazos, y luego se fue corriendo y me
dejó allí, y nunca supe más de él. Yo estaba en otro lado, en un lugar ahora
inexistente, como tantos otros, un lugar cerrado con una única salida; eso fue
hace más de veinte años. Sí, yo tengo más de veinte años, más del doble de
veinte años, diría yo; es así. Yo asistí al nacimiento del mundo, podría decirse, y
también a su destrucción, pero su destrucción se llevó a mi vástago. Es una
irresponsabilidad contarlo como lo cuento, tal vez, pero no puedo hacerlo de otra
manera.” (Apolo, 1996, 91, 92)
En la cita anterior se puede apreciar como el dolor se apodera de esta madre, pues
le han quitado a su hijo recién nacido, y ese es un dolor que quema hasta las entrañas
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y no importa cuánto tiempo haya pasado, ese dolor se puede sentir en el cuerpo al
cerrar los ojos.
Memoria falsa expresa ese miedo por parte de sus personajes, miedo que resulta
impensable pero que está ahí, presente en todo momento, es un miedo que vive en
la memoria de todos y que no se puede asimilar, es el miedo de no saber qué pasa,
miedo a conocer la verdad de todo, miedo a no ver más a sus seres queridos, a
olvidarlos: “A veces abro los ojos, hermano, y me cago todo. No la veo y es como
dejarla de querer. Me asusta.” (Apolo, 1996, 32)
¿Qué posibilidad hay de narrar tanto horror de una manera sutil? ¿Cómo contar
hechos terribles a través de la ficción? La escritura es una manera de poder expresar
todas estas cuestiones que atravesaron nuestro país, es una forma de exteriorizar
tanto dolor, de dejar de sufrir en silencio, de comenzar a superar los miedos que nos
han transmitido a lo largo de generaciones, es una forma de lucha contra todo el
tiempo de silencio que nos tocó vivir.
«Graciela acaba de parir. Un niño ha nacido prisionero. Mientras las manos de los
verdugos lo reciben en el mundo, la sombra de la vida se retira, triunfadora a medias,
derrotada a medias. Sobre los hombros lleva un poncho de injusticia ¿Cuántos niños
por día nacen prisioneros en La Escuelita?» (Partnoy, 2006: 104).
Es así como en esta obra como en tantas otras podemos percibir la forma en que sus
protagonistas van exteriorizando cuestiones internas, recreando quizás sus fisuras
contenidas en el mapa mental y corporal de esos recuerdos que muchos quizás
quisieran recortar cual se recorta una cinta cinematográfica al editar sus partes. Pero
saben que eso es imposible, porque la película es aterradoramente real, y es hoy para
ellos, esencialmente necesario desahogarse de lo que antes vivieron en cuerpo y que
hoy son cicatrices en el alma, y que demandan de la verborrea literaria para así, no
solamente hacer recordar a todos, que aquello que nos parece tan ajeno y ficcional,
no es más que la cruda realidad vivida por una generación brutalmente acallada, sino
también para generar conciencia social sobre que esto jamás debería volver a ocurrir.
La infinidad de relatos e historias investigadas comparten elementos recurrentes entre
aquellos que las exponen y son protagonistas, siendo los principales el castigo y la
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tortura corporal y psicológica ante la sublevación, al optar por no callar, la constante
persecución ideológica y la desaparición, pero también hay un punto en común entre
todos estos escritores que han logrado sobrevivir a aquel período atroz, y ese es
justamente, el elemento que los hermana aún más, ya que la mayoría, además,
sufrieron el desarraigo del exilio, “el tener que vivir lejos de su patria”, añorando en
cada suspiro, volcando la angustia en cada palabra escrita, recreando lo que un
régimen absurdo y sin sentido les hizo a sus vidas, arrebatándoselo en un instante.
Otra obra que podemos mencionar es “La casa de los conejos “, de la autora Laura
Alcoba, una escritora argentina que reside en París desde 1979. Dicha novela es
autobiográfica, donde la escritora relata lo vivido durante el golpe de estado en
Argentina, cuando tenía siete años, le tocó vivir bajo la clandestinidad atravesando
por diferentes situaciones de miedo, dolor, violencia y muerte. La protagonista vivía
junto a su mamá, en una casa donde funcionaba la imprenta clandestina de
Montoneros (organización a la que pertenecía su padre que estaba preso), oculta bajo
la fachada de un criadero de conejos. La casa de los conejos reconstruye desde lo
ficcional el dolor y el miedo propio de los años más sombríos de la historia Argentina,
empleando estrategias narrativas con el estilo propio de lo testimonial-autobiográfico,
recreada desde la mirada de la pequeña protagonista. En ese sentido, Alcoba plasma
los recuerdos de su infancia imprimiendo en su escrito el desamparo, la angustia, el
dolor, el desasosiego y el horror de la realidad de esa época que se agudiza más
desde la mirada infantil; buscando de esta manera narrar el daño que ocasionó el
terrorismo dictatorial, que afectó tanto lo físico como lo psíquico a los militantes que
vivían en la clandestinidad en la casa de los conejos.
“Mi madre se decide finalmente a explicarme, a grandes rasgos, lo que pasa. Hemos
tenido que dejar nuestro departamento, dice, porque desde ahora los Montoneros
deberán esconderse. Es necesario, ciertas personas se han vuelto muy peligrosas:
son los miembros de los comandos de las AAA, la Alianza Anticomunista Argentina,
que “levantan” a los militantes como mis padres y los hacen desaparecer. Por eso
debemos refugiarnos, escondernos; y también resistir. Mi madre me explica que eso
se llama “pasar a la clandestinidad”. “Desde ahora viviremos en la clandestinidad”.
Esto, exactamente, es lo que dice. Yo escucho en silencio. Entiendo todo muy bien,
pero no pienso más que una cuestión: la escuela. Si vivimos escondidos, ¿cómo voy
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a hacer para ir a clase? Para vos, eso será como antes. Con que no digas a nadie
dónde vivimos, ni siquiera a la familia, es suficiente. Todas las mañanas te vamos a
subir a un micro. El micro para justo en la puerta de los abuelos. Ellos se van a ocupar
de vos durante el día. Y ya veremos la manera de pasarte a buscar a la tardecita o a
la noche”. (Alcoba 2008, 14 y 15)
La escritora entreteje la ficción con sus recuerdos de la casa ubicada en La Plata, que
el 24 de noviembre de 1976, poco después de su exilio, fue atacada por las fuerzas
armadas del gobierno, donde durante el enfrentamiento muere Diana Teruggi, quien
aparece en la novela como Didí y se cree que la hija recién nacida de la misma (Clara
Anahí) fue apropiada, ya que el cuerpo nunca apareció, por lo que aún la siguen
buscando. Esta obra al igual que otras novelas, también hace referencia a la literatura
de los hijos desaparecidos, exponiendo la herida ocasionada por la violencia y los
crímenes cometidos. Según Gabriel Gatti, “Esta narración debe superar lo que ha
llamado una catástrofe del sentido; una condición a partir de la cual ningún lenguaje
o sistema de referencia logra describir plenamente el trauma causado por los
crímenes de lesa humanidad perpetrados por las dictaduras del cono sur durante el
siglo XX, en especial la detención-desaparición forzada”.
Por último, podemos decir que la dictadura militar que vivimos en nuestro país fue un
hecho que marcó a sangre la historia de cada uno de los argentinos, por su violencia,
por el abuso de poder por parte de quienes gobernaban. Los sentimientos que surgen
al recordarla son tan intensos y amplios que desde la literatura se buscó transformar
estos sucesos y expresarlos desde otra perspectiva, dándoles otra mirada, como por
ejemplo el rol de la mujer, y contando desde otro lugar esta historia que duele hasta
los huesos.
La literatura es una herramienta fundamental a la hora de expresar los que uno siente
y cree, es una forma de conectar el sentimiento corporal con las palabras, justamente
eso mismo es lo que intentan hacer los autores de las obras expuestas, buscan
mediante la escritura mostrar el dolor latente de un pueblo, el abuso a las mujeres,
donde se las maltrata, y se les robaba a sus hijos, y hoy aún se intenta sanar esa
herida latente que permanece abierta en nuestros días. La memoria colectiva de
nuestro pueblo está compuesta por todos estos recuerdos de tortura, aflicción,
desconsuelo, por esa angustia y esa pesadumbre que todos hemos experimentado al
recordar alguna vez los soldados de Malvinas o los desaparecidos. Donde muchas
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mujeres dedicadas a la rama de la salud formaron parte, desde un rol activo como
enfermeras, no solo brindaron atención médica sino contención emocional y
psicológica a los combatientes, también las abuelas de Plaza de Mayo, todos ellos
están en nuestra memoria y los traemos al presente con solo cerrar los ojos y esto
nos provoca un gran tormento.
Las obras anteriormente mencionadas a lo largo del presente ensayo comparten el
mismo eje temático, exponiendo los hechos sucedidos durante la dictadura militar;
por lo que mediante la NNA que proponen los diferentes autores trabajados, sale a la
luz desde lo ficcional y lo testimonial, la realidad de los años más dolorosos y oscuros
de la historia que han dejado marcas en la memoria de todos los argentinos. Esta
nueva narrativa con su estilo particular reconstruye y preserva la historia, ya que,
mediante la misma, se puede percibir la voz de las víctimas que han sido silenciadas,
haciendo visible lo oculto y reivindicando la realidad más cruel y terrorífica que los
cuerpos no pueden callar porque la herida sigue latente. La literatura reaviva esos
estigmas, el sinsabor que nos dejó ese pasado y que aún sigue y seguirá presente en
la memoria de cada uno de nosotros.
Es sumamente valioso que las nuevas generaciones conozcan el pasado de nuestro
país, lo padecido, lo que algunos han vivido en carne propia, no descartando, que en
la actualidad nos sigue doliendo en lo más profundo de nuestro ser, recordar estos
acontecimientos que han marcado a toda una época.
Para concluir podemos destacar que hoy en día como mujeres , tenemos lugar para
expresarnos en esta sociedad, cada vez nos apoyamos más, somos ejemplo de
inteligencia y fortaleza, lo que se ve reflejado en la capacidad para superar las
adversidades ante la discriminación y abusos a las que nos sometieron y someten a
lo largo de la historia Argentina, como si fuéramos un objeto, a pesar de que se
considere una sociedad igualitaria y tolerante, aún existe un núcleo de personas
machistas que hacen atrocidades, que nos acosan, nos hacen sentir menos, pero
¡NO!, hoy decidimos unirnos, apoyarnos, amarnos, afrontar, luchar, poder de una vez
por todas adquirir esa libertad por completo, nos preguntamos muchas veces,
¿Porque una vez más ellas fueron objetos de violencia, de maltrato y de burla?,¿
Porque una vez más la historia de nuestro bendito país está en deuda con las
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mujeres?, y muchas veces sin obtener respuesta, pero basta, no tenemos que dejar
que se repita, no tenemos que volver atrás, por ellas, por nosotras y por las que
vendrán, no dejemos de luchar.
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Bibliografía
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Fogwill". La posta. https://lapostachacabuco.com/leyendoencasa-los-
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● Pifano, D. & Paz-Mackay, S. (2016). La casa de los conejos de Laura Alcoba y
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terrorismo de Estado en Argentina. Poligramas, No. 42, junio., pp.: 127-156.
● Simón, P. (2014, 09 11). "Exilio y autotraducción en la narrativa testimonial
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Tertius, 19(20), 29-39.
https://www.orbistertius.unlp.edu.ar/article/view/OTv19n20a04
● Mujeres valientes de Malvinas https://www.uncuyo.edu.ar/bienestar/mujeres-
valientes-de-malvinas (31-09-21)