San Agustín describe la memoria como una fuerza propia del ser humano que distingue a los humanos de los animales. La memoria almacena imágenes mentales de objetos percibidos por los sentidos en el pasado. Estas imágenes mentales almacenadas en la memoria nos permiten conocer y recordar objetos aunque no estemos en contacto directo con ellos, y usar esos recuerdos para imaginar el futuro.