1. ESTAMPAS DE LILIPUT:
BOSQUEJOS PARA UNA
SOCIOLOGIA DE
MEXICO
ESCUELA: RICARDO FLORES MAGÓN
NOMBRE: YESENIA ESTEFANÍA JIMÉNEZ MAZA
ÁREA: QUÍMICO – BIOLÓGICAS
NL: 20
Examen final de
Mundo
Contemporáneo I
2. 1
I.UNA FANTASÍA GIGANTESCA
Fernando Escalante comienza realizando una comparación metafórica entre el
Estado y Gulliver, expresando que además de la amable fantasía que se basa en
un gigante cordial, educado y bien dispuesto existe un significado moral que
consiste en el despojo de toda responsabilidad, puesto que frente a un monstruo
de ese tamaño, nada de lo que hiciéramos sería muy grave, haciendo a “Gulliver”
responsable de todo, sin discusión y de manera irrebatible.
Al Estado unos lo pintan justiciero y otros opresor y cruel, repentinamente
democrático; en lo fundamental están todos de acuerdo: es un gigante capaz de
cualquier cosa. Y a fuerza de desearlo, terminamos persuadidos de que vivimos a
la sombra de Gulliver… y ciertamente concuerdo en que el contraste de la fantasía
común es violento y desorbitante.
Escalante comenta que la ciudad está compuesta de calles en donde hace
falta que se cumplan las leyes. Ocupar la calle tiene un sentido cívico y se lleva a
cabo la ley del más fuerte, en donde es preocupante que el Estado no sea el más
fuerte y que se sobrepongan a él los ambulantes y el transporte colectivo.
Finalmente Fernando Escalante llega a la conclusión de que no tenemos calles
y no esta Gulliver para remediarlo.
II. LA REVOLUCIÓN INTERMINABLE
“Las necesidades del pueblo” conforman a la premisa básica de la retórica
revolucionaria mexicana, que sirven como criterio moral para juzgar, rebajarle
autoridad, restarle prestigio y dignidad al gobierno y decidir el curso de la historia;
y que además los niños aprenden con el cuento de don Porfirio Díaz
encaminándolos a menospreciar la ley, a descreer en la autoridad del Estado y a
cultivar el resentimiento.
Y así la sociedad mexicana ha conseguido imponer otras formas de
autoridad: más próximas y flexibles, puesto que al final solo tienen validez las
3. 2
opiniones revolucionarias, las demás son inmorales; y mientras tanto los políticos
lucran con esta rivalidad entre el pueblo y el Estado para interponer la legalidad.
III. LA POLÍTICA DEL RESENTIMIENTO
Para Escalante nuestro principio de gobierno lo da la complicada coexistencia de
una aparatosa trama de instituciones modernas y unas prácticas hostiles a la
modernidad: al mercado, a la rigidez del derecho, al poder del Estado. Nuestro
acuerdo político necesita sustituir en cada caso la lógica impersonal de la
competencia, el mérito o la igualdad, por otra más a fin a las formas naturales de
autoridad –la familia, la fuerza-. Algo de manera muy aproximativa suele llamarse
“corrupción” pero que solo remotamente es un problema moral.
El autor encuentra afinidades entre el resentimiento y el nacionalismo,
puesto que son emociones que se prestan a confusión; y lo que hace que el
resentimiento se ajuste a las necesidades de nuestro arreglo político con tal feliz
exactitud es su tolerancia para con el fraude.
A pesar de todo el mecanismo tiene inconvenientes: el primero, nada puede
ser definitivo: el propio arreglo político tiene un aire de cosa precaria, provisional.
El segundo, y por mucho el más grave, el fracaso de la formación de las elites, en
las cuales también abunda el resentimiento.
IV. VIRTUDES INDISPENSABLES
Nuestras elites están llenas de recién llegados que hacen uso de recursos no muy
bien vistos para avanzar en la movilidad social. En estas virtudes se encabezan la
improvisación, la capacidad para simulación, el sentido de oportunidad y sobre
todo la capacidad para grillar.
En nuestro arreglo político a falta de instituciones necesita picaros, a falta
de Estado se necesita una aparatosa clase política; puesto que los que conforman
la elite mexicana no son los mejores ni pueden exhibir virtudes apreciables y solo
impresionan por sus carencias.
4. 3
V. MEDITACIÓN SOBRE LA CLASE INQUIETA
El mundo de la clase media es un mundo profesional, acelerado, de un modesto
cosmopolitismo pero francamente moderno, sobre todo en su estilo altamente
consumista. Y resulta que ese mundo, entre nosotros, no funciona.
Nuestra clase media es protestona y descontentadiza, se siente ajena a la
corrupción y, por poco, ajena también al país, se siente insegura, excluida, fuera
de lugar. Escalante explica que la razón de esto es porque nuestra clase media se
siente que está fuera de los arreglos fundamentales de nuestro orden político,
pero no se dan cuenta de que son indispensables.
A nuestra clase media le gustaría vivir en otro país, en un país moderno,
decente y funcional; por eso mismo no puede evitar un movimiento de envidia
instintiva hacia los extranjeros, gringos y europeos en particular. Quieren que les
adecenten un poquito el país, pero sin ser movida su posición, sin tener que
habérselas con una competencia profesional exigente, sin tener que lavarse la
ropa, sin apearse del caballo. El problema es que lo más probable sea que al estar
en un país más “decente”, ellos dejarían de existir como lo han hecho hasta ahora.
VI. NUESTRO ESTADO DE NATURALEZA
Escalante analiza los comerciales en donde se afirman que los mexicanos nos
comportamos de buena manera en la comodidad de nuestra familia, pero que en
la vida pública no somos lo que deberíamos para el bien del país.
La idea misma de los adefesios publicitarios supone no sólo que la familia
es un lugar pleno de virtud, modelo, sino que también es el resorte moral básico,
el único capaz de inspirar los sentimientos de culpa y vergüenza que constituyen
la conciencia moral, lo que el autor sugiere es que tal vez lo que funciona en
México es el “¿Qué diría tu mamá?”, porque al final es a la familia a quien le
debemos nuestra paz y nuestra defensa.
5. 4
VII. ALABANZA DE LA ALDEA
Para los ojos de Fernando Escalante la modernización es un proceso caótico que
no sucede espontáneamente ni transcurre en paz, puesto que cada vez que surge
una posibilidad de modernización seria las personas tienden a estar en contra; la
gente busca cierta protección en los aspectos que ellos consideran estables
porque les ofrece una ilusión de seguridad.
Expone que el PRI era un estorbo para la modernización, además de un
lastre moral considerable (en mi opinión lo sigue siendo); entonces para que la
política vuelva a hacerse en paz y sin sobresaltos ni estrecheces se sugiere que
el presidente puede modernizarse, pero sin llevar a rastras a todos los demás.
Llega a la conclusión de que el fin de nuestras protestas no es que se
cumpla la ley, sino que se haga justicia.
VIII. LA TEORÍA DEL MUÉGANO
“A la mexicana” es lo que los sociólogos llaman un estereotipo auto denigratorio,
que parece tristemente ser verdad.
Nuestro autor propone la teoría del muégano como una forma de
sociabilidad caracterizada por la aglomeración, bajo una fachada personal, de
vínculos lucrativos de todo tipo. Se hacen y se mantiene básicamente por su
utilidad y no por el cariño. El muégano funciona porque genera confianza y ofrece
un mínimo de seguridad donde las instituciones no alcanzan a hacerlo.
El muégano se presenta como una forma de contrarrestar algunas
consecuencias típicas del proceso de modernización; es un camino hecho para
evitar las nuevas exigencias que vienen yuxtapuestas con ésta, surge y prospera
al paso de la modernización y como consecuencia suya, como excrecencia
parasitaria de las instituciones modernas.
Claro, desde una perspectiva racional el muégano resulta ciertamente
ineficiente porque ignora las leyes, dando paso a la ilegalidad y corrupción.
6. 5
IX. A CADA UNO LO SUYO
Nuestra preocupación por la justicia es casi neurótica aunque también por lo
general apocada, pasiva con un vago acento fatalista. El sentido de la justicia del
mexicano es sensible y delicado, que se agita casi con cualquier cosa y busca un
igualitarismo emotivo, irracional para poder compensar ese complejo de exclusión.
El razonamiento muestra la desconexión entre la idea de justicia y los
mecanismos institucionales de la modernidad
Las acciones que cometen el Estado y el mercado contra los parásitos
(agitadores estudiantiles, líderes de ambulantes e invasores, caciques sindicales),
aunque se haga con todas las de la ley, causa de inmediato una reacción de
opinión en las masas y lo hace para decir que no es justo, porque ellos (“los
parásitos”) son los que necesitan, son mártires, son solo un efecto colateral de la
existencia de la opulenta clase alta; y se exige de manera infantil que tales
situaciones se arreglen inmediatamente, no queremos que se cumpla la ley,
queremos que se haga justicia (en mi opinión) de una manera muy “a la
mexicana”.
X. LOS ANARQUISTAS QUE NOS GOBIERNAN
La burocracia nos parece antipática, pues ante ésta todos estamos indefensos,
todos somos prisioneros de la rigidez de sus procedimientos, de sus decisiones
mecánicas. Por lo que el mexicano ha encontrado un maravilloso remedio para
acortar las interminables filas y los complicados procedimientos: la corrupción.
A causa de la ingeniosa solución anterior se buscó otra aún más brillante
para corregir a los burócratas corruptos, los entusiastas gerentes que nos
gobiernan (anarquistas que odian el aparato administrativo del estado) finalmente
decidieron combatir fuego con fuego haciendo una burocracia para los burócratas,
generando así una agobiada fila de burócratas, andando en círculos, esperando a
que alguien les autorice para autorizar, ralentizando aún más al país y
contribuyendo a la destrucción del tejido administrativo.
7. 6
XI. LOS SALVAJES DE LAHONTAN
En el libro Diálogos del barón de Lahontan y un salvaje en América aparecen
todos los lugares comunes que constituyen la idea del buen salvaje: el elogio de la
vida silvestre, la espontaneidad, la franqueza, la igualdad y la libertad. No es gran
cosa decir que en el mundo civilizado no hay nada de lo anterior.
En México uno de los recursos preferidos por los políticos ha sido el pasado
indígena, exhibirse como los herederos del glorioso antaño prehispánico
(resaltando la parte del poder de los imperios); presentarse como los
descendentes de otros indígenas pero al mismo tiempo de una manera casi
abstracta; les servía para justificar su ruptura con la monarquía española y
sentirse absolutamente ajenos a ella, como una especie de bautismo místico del
poder político, una forma de justificarlo. Se ha dicho y con razón que lo que se
juega en ello es la identidad nacional, y en esto está la gracia.
Conviene notar en nuestro caso que los acontecimientos importantes,
aquellos en que se funda ese mundo común pertenecen a un pasado no solo
lejano sino incierto, irreal, pero tristemente ese linaje imaginario es nuestro
arquetipo.
XII. LILIPUT VISTO DESDE LEJOS
Lo que llama la atención al autor es que las noticias, las crónicas, los reportajes,
los análisis y editoriales son emocionantes, conmovedores y pintorescos medios
para mostrar los hechos de países pequeños como una película sentimentalista y
llena de aventuras.
Lo primero es el punto indispensable de exotismo, después esta lo que se
llama “drama humano” (la narración de una historia concreta) y finalmente el toque
de heroísmo donde el bueno ideal es un individuo con una biografía acrobática o
en otro sentido ejemplar.
Liliput visto desde lejos es cursi, más que otra cosa y un recurso para que la
gente se sienta buena sin correr riesgos; las efusiones que inspira son dignas de
8. 7
lástima porque manifiestan esa necesidad básica, esa necesidad de un mundo
simple y entendible. En cuyo origen está probablemente una secreta falla de la
civilización.
XIII. LA POSIBLE DEMOCRACIA MEXICANA
Escalante pronostica que vendrán tiempos desordenados, violentos y forcejeados,
causados por la “transición a la democracia”. Esta teoría expone que una porción
muy considerable de nuestros males desaparecerá el día que consigamos
deshacernos de los mafiosos; y para ese propósito lo único necesario es la
democracia.
Los factores: la debilidad del Estado y la heterogeneidad política
(consecuencia de la desigualdad), han hecho indispensables la actividad de una
extensa red de intermediarios para salvar de algún modo la distancia entre el
orden jurídico y las necesidades de la vida social, pero desafortunadamente los
intermediarios son parásitos que aprovechan la debilidad de las instituciones, la
falta de realismo de las leyes, las desigualdades y la miseria; convirtiéndose en un
obstáculo para la consolidación del Estado.
Como suele suceder, todo cambia para que todo siga básicamente igual,
nuestro estado sigue siendo tan débil, ineficiente, destartalado y chambón, nuestra
sociedad sigue siendo igualmente heterogénea, sigue sin conformarse cabalmente
con los supuestos de la ley. De modo que para gobernar seguirá haciendo falta un
arreglo más o menos tramposo, a menos que a alguien se le ocurra inventar de
nuevo al PRI.