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EN CONSTRUCCIÓN

                                               PÁGINA


INTRODUCCIÓN                                     1
SECCIÓN DE ARQUEOLOGÍA
SECCIÓN DE ETNOGRAFÍA

          AGRICULTURA                            5
          GANADERÍA Y PASTOREO                   6
          CAZA Y PESCA                           7
          TRANSFORMACIÓN DE RECURSOS             9
          OFICIOS
              CARPINTERÍA                       10
              ORFEBRERÍA                        11
              MANUFACTURA TEXTIL                12
              ALFARERÍA                         14
          INDUMENTARIA                          15
          AJUAR DOMÉSTICO                       18
          COMERCIO                              19
          CREENCIAS                             20
          MÚSICA                                23

SECCIÓN DE BELLAS ARTES
INTRODUCCIÓN



                                                   Se aloja en dos edificios históricos del Casco Antiguo de Cáceres,
                                              declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. La Casa de las
                                              Veletas alberga las Secciones de Arqueología y Etnografía; se trata de
                                              un edificio cuyo aspecto tiene su origen en las obras realizadas en 1600
                                              por su propietario Don Lorenzo de Ulloa y Torres en un solar que tal vez
                                              pudo haber sido ocupado por el desaparecido Alcázar musulmán. De
                                              aquella intervención data el bello patio de planta cuadrada sostenido por
                                              ocho columnas toscanas; en el siglo XVIII, sin embargo, la Casa es
                                              reformada por Don Jorge de Cáceres y Quiñones, que introduce las
                                              gárgolas y los bellos remates de cerámica esmaltada de la cubierta
                                              además de los grandes escudos de la fachada principal.
     Casa de las Veletas. Fachada principal




       La colección de Bellas Artes se puede contemplar en la Casa de los
Caballos, que fue una caballeriza y posteriormente vivienda hasta su
conversión en espacio museístico; tras su rehabilitación, fue abierta al
público en 1992.
                                                                                           Detalle de fachada. Gárgola


                                                         Aunque el primer Patronato de Museo se constituyó en 1917, la
                                               idea de su creación surge en 1899 cuando un grupo de estudiosos de la
                                               Historia cacereña comienza a recogerobjetos de interés arqueológico y
                                               artístico depositándolos en el Instituto de Segunda Enseñanza. En 1931
                                               se arrienda el Palacio de las Veletas para albergar el Museo, que tras
                                               una intervención arquitectónica, es inaugurado el 12 de febrero de
                                               1933. Tras la posterior adquisición del inmueble, es rehabilitado en
                                               1971 y se reforma la exposición permanente, tarea que se repite en
                                               1976 en la Sección de Etnografía. En 1989 el Ministerio de Cultura
                                               transfiere la gestión del Museo a la Junta de Extremadura, conservando
          Casa de las Veletas. Patio           la titularidad del edificio y de parte de sus fondos.
AGRICULTURA

       La agricultura y la ganadería siguen siendo, en gran medida, la base de la economía cacereña,
ocupando a la tercera parte de la población activa; las fincas agrícolas son pequeñas en las áreas montañosas
y del norte de la provincia, mientras que los grandes latifundios dominan el llano. Tradicionalmente los cultivos
dominantes han sido el olivo y el viñedo, junto a los cereales de secano, aplicando el sistema de año y vez,
dejando las tierras en barbecho en año alternos. La introducción del regadío y los abonos industriales permitió
un aprovechamiento intensivo de las nuevas especies, como el tabaco, la cereza, el pimiento pimentonero, el
arroz o el maíz.

        Mención aparte merece el espacio de la dehesa, que supone una
explotación racional del bosque mediterráneo combinando la agricultura de
secano con la ganadería extensiva y el aprovechamiento forestal.
        Los aperos o utensilios de la labranza se han mantenido con escasas
variaciones desde la época romana hasta la mecanización del campo. Para
remover la tierra se usaba la azada o zacho, la podadera para limpiar el
matorral, el arado de palo -posteriormente metálico- para hacer los surcos, la
hoz para segar el cereal y las zoquetas o dediles para proteger los dedos de
los segadores, quienes en gran número bajaban del norte de la Meseta cada
año para hacer su trabajo. El trillo de pedernal o de ruedas servía para
separar el grano de las espigas, rastrillos y aparvaderas se utilizaban para
separar la parva, horcas y bieldos para aventar el grano y la criba para
limpiarlo.
                                                                                                    Trillo de pedernal


                                                                             En la Sala 9, dentro de vitrina se expone
                                                                    un arado de vertedera metálico, así como rejas
                                                                    y otras piezas del arado tradicional, junto a otras
                                                                    herramientas de las utilizadas en la agricultura,
                                                                    como una podadera y varias hoces, zoquetas y
                                                                    dediles, horcas, bieldos, palas y una aparvadera
                                                                    para juntar el grano. Junto a estos objetos,
                                                                    pueden verse otros elementos propios de la
                                                                    agricultura tradicional como el trillo de pedernal
                                                                    (tipo tribullum), fiambreras o un costal de lino.
                                                                            Fuera de las vitrinas, puede observarse
                                                                    un trillo de ruedas, de tipo plostellum,
     Arado de vertedera metálico y rejas del arado tradicional
GANADERÍA Y PASTOREO


        Extremadura tiene desde antiguo un marcado carácter ganadero; el
 modelo tradicional es una ganadería extensiva en que predominan la cabaña
 ovina y porcina, basada en el aprovechamiento de los pastos estacionales y
 económicamente viable gracias al bajo coste de la mano de obra; sin embargo,
 la mecanización del campo, la irrupción de piensos elaborados y la importación
 de razas alóctonas, llevaron desde la década de 1960 a una transformación
 radical de la explotación ganadera en la región. En la actualidad se ha producido
 una intensificación generalizada de las explotaciones y un considerable aumento
 de la cabaña vacuna y orientación hacia especies caracterizadas por su elevada
 producción de leche y carne.                                                                       Zurrón de cuero



                                            Es bien conocida la abundancia de la cabaña ovicaprina cacereña, formada
                                     por reses que pastan en los campos adehesados y en las alturas de los Valles del
                                     Jerte, Las Hurdes, Sierra de Gata, etc. Tradicionalmente, la lana se llevaba a
                                     lavaderos como el de Malpartida de Cáceres y se exportaba o se utilizaba en la
                                     confección de paños y lienzos.
    Carranca o collar para perro
       Aún persiste una cierta proporción de ganado trashumante, que cada año baja de Castilla para pasar la
invernada en los campos de Plasencia, Cáceres o Navalmoral, arrendando para ello los pastos de las dehesas.
En muchos casos, los movimientos trashumantes todavía se realizan a pie, lo que obliga a llevar a los pastores un
precario equipaje personal y a obtener del entorno, en particular de las reses, lo necesario para sobrevivir. La
vivienda, en esas condiciones, es también precaria, predominando los chozos de diferentes tipos; sin embargo,
en los últimos decenios la incorporación de vehículos a motor permite a estas personas mantenerse en contacto
con las poblaciones y abastecerse de todo lo necesario.

        Algunas comarcas cacereñas, como Las Hurdes o Las Villuercas,
destacan por la cantidad y calidad en la producción de miel. Allí aún se sigue
practicando una apicultura artesanal basada en métodos y conocimientos
tradicionales.
        El corcho se utiliza para la elaboración de colmenas al menos desde
época romana, según recomienda Columela por su escasa conductividad del
calor. En Extremadura, ha venido siendo la forma predominante de
fabricación colmenera hasta la imposición de otros tipos como los sistemas
Langstroth o Dadant, que permiten extraer los panales sin destruir la
colmena. Pueden ser de una sola pieza o enterizas, de dos piezas (de dos
paños o con hija), de tres y hasta de cuatro paños.
                                                                                                 Colmena de corcho

                                          En la sala 9, la ganadería está representada con dos yugos (boyero y de
                                   caballerías), una collera y otros elementos; sobre el pastoreo y apicultura se
                                   exponen varios enseres, como el zurrón, cayado, gancho, tijeras del esquileo,
                                   campanillos o el curioso collar de perro (carranca) y un modelo a escala de chozo
                                   de pastor.
  Tijeras del esquileo
CAZA Y PESCA

        La colocación de cepos y lazos para conejos y liebres o de trampas para perdices, tordos y otras
aves ha sido una práctica habitual en las áreas rurales cacereñas. Al mismo tiempo, también se han
utilizado este tipo de técnicas de caza para controlar la población de alimañas o de especies dañinas para
la agricultura o el ganado. El uso de la escopeta ha estado escasamente extendido a causa del elevado
coste tanto del arma como de los cartuchos y de las dificultades para conseguir una licencia. Por otro lado,
el desigual reparto de la propiedad de la tierra ha hecho que muchas de las personas que se dedicaban a
la caza, aun ocasionalmente, fuesen furtivos a quienes no les interesaba alertar a los guardas con el ruido
de los disparos.

         El cepo utilizado en nuestra provincia corresponde al tipo
llamado ibérico, formado por la traba y el rabo, siendo su plancha
de disparo en forma de tambor; especialmente concebido para la
caza del conejo, se fabricó masivamente en Don Benito (Badajoz)
según un modelo desarrollado en 1900.

                                                                                             Cepo ibérico

                                            La sala 9 alberga diferentes piezas relacionadas con la caza, tanto de
                                            pequeños animales, como ratones o páajaros, como de alimañas y
                                            conejos. Destacan los dos cepos ibéricos, fabricados en Don Benito y los
                                            polvorines de cuerno, ricamente decorados en un fino trabajo propio de
        Polvorín de cuerno                  pastores.


       Un modo de vida ya prácticamente desaparecido ha sido la pesca fluvial, que en nuestra provincia
tuvo sus puntos más importantes en las cuencas de los ríos Tajo y Alagón. Garrovillas, Ceclavín,
Torrejoncillo y Plasencia han sido las poblaciones donde esta actividad alcanzó mayor importancia. El tipo
de barca más utilizado en el Tajo posee una característica forma triangular y se usaba tanto para
desplazarse por el río como para lanzar las redes, recoger y trasladar las capturas.

                                                                             Los aparejos de pesca más frecuentes
                                                                            son el trasmallo, red triple en que la
                                                                            malla central tiene los rombos mucho
                                                                            más pequeños que las dos exteriores o
                                                                            albitranas, la traviesa, red similar al
                                                                            trasmallo pero de una sola pieza, o la
                                                                            tarraya, que es una red de forma
                                                                            circular. Tradicionalmente se utilizaba
                                                                            para la confección de redes el hilo de
                                                                            torzal, si bien desde la década de 1960
                                                                            se popularizó el nylon; las agujas
                                                                            apuntadoras son de diferentes tamaños
                                                                            según su finalidad, ya sea para coser
                             Barca del ríoTajo
                                                                            desperfectos, montar el trasmallo o tejer
                                                                            la albitrana.
La tarea de tejer la red fue casi siempre patrimonio de las mujeres,
                         mientras que los hombres se reservaban la faena de armar las redes con las
                         corchas de la parte superior y los plomos de la inferior. Las técnicas de pesca
                         con red eran variadas: de cerco, participando tres o más embarcaciones; de
                         rastreo, empalmando varios trasmallos a lo ancho del río, de costana en las
                         orillas, con tarraya, de atranque, etc. Con ellas se capturaban bogas, barbos,
                         carpas, tencas o lampreas entre otras especies.
       Agujas

        Ocupando una posición principal en la sala 10 se expone una de las últimas barcas del Tajo, con su
tradicional forma triangular, acompañada de una completa red (trasmallo) de nylon y tres agujas para su
reparación.
TRANSFORMACIÓN DE RECURSOS

Queso, aceite y vino
       Los productos procedentes de la caza, pesca, recolección, agricultura, ganadería y actividades
extractivas, requieren un proceso de transformación para su conversión en alimentos o bienes de
consumo. Hasta la industrialización, estos procesos de manufacturado se realizaban aprovechando como
fuentes de energía la fuerza animal, humana o del agua en movimiento. Todas estas actividades de
transformación dieron lugar a la especialización en el trabajo y al surgimiento de oficios y talleres, a veces
familiares, y en otras ocasiones organizados a través de gremios y hermandades. Pero muchas de ellas
siguieron realizándose de forma casera como medio de autoabastecimiento de alimentos básicos para el
consumo familiar.

         El queso, elaborado principalmente por los pastores, requería
la utilización de una sencilla tecnología pero de un complejo
conocimiento del proceso químico de fermentación láctea con cuajo
natural. La importante cabaña ovicaprina de la provincia fue siempre
una excelente materia prima para la generación de una gran variedad
de quesos artesanos que aún pervive.

         El aceite de oliva continúa siendo uno de los pilares de la
 alimentación humana además de otros usos presentes y pasados,
 como la iluminación. Su prensado en la almazara se hacía usando
 grandes capachos de esparto superpuestos. El vino casero o de
 pitarra, se sigue elaborando en numerosas localidades de la                            Cántara de aceite
 provincia, utilizando para ello la característica prensa artesanal.




                                                        La fabricación de queso se representa en la sala 10
                                                con la mesa utilizada para ello (esprimijo) junto a cinchos de
                                                diferentes materiales, como el esparto, la madera y la
                                                hojalata, además de una paleta de madera. La elaboración
                                                del aceite se ilustra con un capacho de esparto, de los
                                                utilizados para el prensado de la aceituna en las almazaras,
                                                un modelo a escala de una almazara propia del sur de la
                                                península, dos cántaras para contener aceite y una medida
                                                de las utilizadas tradicionalmente en el comercio de este
                                                producto. Una prensa de vino, procedente de Arroyomolinos
                                                de la Vera, y de las utilizadas en los hogares tradicionales
                                                para la elaboración del vino de pitarra sirve para representar
                                                la transformación de la uva en vino.


                Prensa de vino
OFICIOS


Carpintería
       A pesar de ser tan necesario, y de que ha sido practicado desde
muy antiguo, el oficio de carpintero en nuestra provincia es mucho
menos conocido que otros que han atraído la atención de los
estudiosos.
La riqueza forestal del territorio cacereño ha permitido la existencia de
una tradición de buenos artesanos de la madera, que se han empleado
tanto en tares auxiliares de la construcción, realizando vigas, marcos,
puertas y ventanas como en la confección de mobiliario y otros
elementos necesarios para la vida cotidiana, tales como carros, aperos
de labranza o utensilios domésticos de todo tipo.
                                                                                      Puertas de alacena


       Históricamente han destacado los carpinteros de Ceclavín por su maestría en la elaboración de
sillones, escaños, arcas y arcones, mientras que es bien conocida la destreza de los artesanos de
Garrovillas en la realización de las artísticas puertas de la localidad, además de barcas y todo tipo de
muebles así como en la talla de elementos auxiliares como especieros o soportes de almirez. Más
recientemente, Hervás se ha erigido en un importante centro productor de muebles, incorporando ya
nuevos métodos industriales en la fabricación de los mismos.
       Otras localidades, como Villanueva de la Vera, Ahigal o Plasenzuela se caracterizaron por la
elaboración de sillas, bien torneadas o bien con asiento de enea, mientras que la talla de pequeños
elementos de madera la podemos encontrar por toda la provincia.


                                            Fuera de las vitrinas de la sala 10 se reserva un pequeño
                                    espacio para presentar algunos objetos representativos de la
                                    carpintería en la provincia, como un gran sierro metálico de los
                                    utilizados en Brozas tanto para la tala de árboles como para la
                                    elaboración de tablones, y las puertas de una alacena casera fabricada
              Azuela
                                    por carpinteros de Garrovillas. En una vitrina plana se exponen
                                    diferentes herramientas de carpintero, utilizadas en las diferentes fases
                                    de la transformación de la madera y fabricación de muebles y enseres;
                                    entre estas piezas destacan la azuela metálica, la segureja para el
                                    descortezado, el gramil, para confeccionar espigas o el garlopín para
                                    hacer rebajes.
    Garlopa para hacer molduras
OFICIOS


Orfebrería
      El de orive ha sido un oficio muy arraigado en poblaciones como
Zarza la Mayor, Ceclavín y Torrejoncillo, y más recientemente Trujillo y
Cáceres. Allí, los orives o filigranantes han desarrollado su labor siempre
de forma artesanal, transmitiéndose los conocimientos de padres a hijos
mediante libros de recetas y plantillas para la confección de las joyas; los
propios artesanos salían a vender sus mercancías por los pueblos de
alrededor en las vísperas de las fiestas patronales.
                                                                                               Libro de modelos


                                  Los metales trabajados han sido el oro y el cobre, imponiéndose últimamente
                          la plata, todos ellos en forma de hilo. Los hilos de oro se obtienen pasándolo por el
                          banco de estirar, donde se les da el grosor deseado tirando con el timón del hilo
                          sujeto por la tenaza. Existe también un torno de mano que se usa para obtener un
                          hilo aún más fino.
                           Con las pinzas se va dando forma al hilo y el volumen de la pieza se obtiene
                          martilleando con el vástago en la embutidera. Cuando se tienen todas las piezas
                          hechas, se sueldan con fuego de candil, y posteriormente se lava el oro con arena y
                          agua. Las piezas de cobre y plata se doran y se bruñen.
  Tas o bigornia




         Hay una gran variedad de joyas realizadas a base de
 filigrana, pero destacan la Cruz de pebas, llamada de
 Pingayo en Montehermoso, la tembladera de origen
 salmantino y el galápago, de aspecto macizo. Además, se
 trabajan pendientes de media luna y arracadas, gargantillas,
 alfileres para el pelo y las cruces llamadas veneras.
                                                                         Pendientes de cinco picos

                                                                                                                  Collar de galápago


                                          La vitrina 40 exhibe un taller de orive prácticamente completo,
                                  procedente de Ceclavín. Se pueden ver desde la mesa de trabajo hasta el
                                  banco de estirar, incluyendo el tas o bigornia, crisoles para la fundición, tenazas
                                  y martillo de fragua o el fuelle utilizado para avivar el fuego. Por su parte, la
                                  vitrina 20 alberga algunos objetos también propios del orive, como los libros de
                                  modelo, que pasaban de generación en generación, el barreño cerámico para el
                                  abrillantado de las piezas y una selección de joyas tradicionales, entre las que
       Fuelle de fragua           destacan las cruces de Pebas o pingayo, los pendientes de penderique, etc.
OFICIOS


 Manufactura textil

         La obtención del tejido requiere una tarea previa de transformación
 de las materias primas básicas, que son el lino y la lana. A finales del
 siglo XVIII funcionaban en la provincia de Cáceres 229 telares de paño de
 lana y 560 de lienzo de lino, destacando las poblaciones de Casatejada,
 Torrejoncillo, Hervás, Torremocha y Villa del Campo entre los pañeros, y
 Plasencia, Alcuéscar, Almoharín, Casar de Cáceres o Garganta la Olla                         Lanzadera
 entre los de lienzo. También se fabricaron medias de seda en
 Arroyomolinos, y cordón en Casas de Millán, pero sólo en algunos de
 aquellos talleres, como Hervás o Torrejoncillo, podía hablarse de una
 organización industrial del trabajo, siendo en los demás un negocio
 puramente doméstico que sólo ocupaba a los miembros de la familia.
 Particularmente, la fabricación de lienzo solía estar destinada al
 autoconsumo familiar en forma de toallas, ropa interior, manteles, sacos y                    Huso
 alforjas.


                                      Tanto la fibra del lino, una vez limpia, machada y rastrillada con la
                              rastra, como la lana, después de esquilada, lavada, escarmenada y cardada
                              con las cardas, se hilan colocando el copo en la parte superior de la rueca y
                              arrollando una de sus hebras al huso, el cual se hace girar para ir formando el
                              hilo. La husada o hilo así obtenido se pasa al madejador y posteriormente se
                              guarda en forma de madejas que se devanarán en la devanadera o en el torno
                              de hilar, quedando listas para formar en el telar la urdimbre o armazón del
                              tejido o bien la trama del mismo.

          Madejador


        En la sala 11 se expone una rastra para el lino, consta de una tabla
rectangular de madera con una especie de cepillo de puntas de forma circular en el
centro, ceñido por dos aros metálicos. El orificio del extremo servía como
agarradera y para introducir el pie cuando se trabaja en el rastrillado. Cinco ruecas
de distintos tipos, instrumentos formados por una varilla larga y fina de madera que
es coronada en su parte superior por un abultamiento llamado rocador en el que se
coloca el copo de fibra; el rocador puede ser fijo, a menudo formado por la propia
vara que ha sido rajada longitudinalmente o por labor de cestería, o móvil (de
cobertura) con una pieza a modo de caperuza troncocónica realizada en cartón, tela
o fibra. La vitrina aloja también tres husos, útiles que constan de un palo cilíndrico
con una ranura en espiral en la parte superior por donde pasa el hilo, y un rodete o
tortera más ancho en la parte inferior. Uno de ellos lleva en su parte inferior un
pequeño gancho metálico destinado a trenzar una segunda hebra, ya que pertenece                Rastra para el lino
a un telar mecánico que elaboraba hilo de dos hebras.
Fuera de vitrinas, se puede ver un madejador o
aspa cruciforme procedente de Montehermoso; el hilo
se colocaba en la parte exterior de los brazos, siendo
abatible uno de ellos para poder sacar la madeja al
finalizar el trabajo. Además, se expone una devanadera
formada por un armazón de seis varas verticales que
unen dos aspas estrelladas en los extremos; se asienta
sobre un cajón destinado a guardar los ovillos que se
iban formando. Junto a ella, podemos ver un torno
canillero, que servía para hacer canillas (ovillos de hilo
para la trama del tejido); para ello se colocaba un eje
metálico en la parte opuesta a la rueda y en él se
encajaba la canilla sobre la que se iba enrollando el hilo
con el movimiento manual de la rueda. Algunas de
estas canillas pueden verse en la cajita de madera que
se expone en la vitrina; en la misma vitrina también hay
cuatro ovillos de hilo de lino dispuestos para formar la
urdimbre, así como un rollo de lienzo de lino.
                                                                                  Telar manual

       La pieza que reviste quizá mayor interés es el telar manual, procedente de Torrejoncillo. En él, los
hilos que formaban la urdimbre se disponían en el enjulio o rollo de la parte posterior para, pasando a través
de los lizos y peines, como los que cuelgan en la pared de la sala, ser tejidos con el hilo de la trama que el
tejedor pasaba de lado a lado mediante la lanzadera en la que se alojaba la canilla. Algunas de estas
lanzaderas pueden verse en las vitrinas, siendo la más grande procedente de un telar mecánico de Hervás, y
las restantes de Campillo de Deleitosa.
OFICIOS


Alfarería

       En cualquier hogar cacereño hasta las primeras décadas del siglo XX, las ollas y vajillas de uso
cotidiano eran de barro, realizadas en alguno de los alfares de la provincia, como Ceclavín, Arroyo de la
Luz, Trujillo o Montehermoso o bien traídas de la provincia de Badajoz, donde sobresalió por su abundante
y afamada producción la población de Salvatierra de los Barros.


        El recorrido por las vitrinas de la sala 13 se inicia con la que recoge una
representación de los trabajos alfareros del centro más importante de la región:
Salvatierra de los Barros, reflejado aquí con dos pitorros, uno de ellos de engaño,
jarritas y mariconas (especie de botijo sin asa) además de otras piezas. Junto a
Salvatierra, vemos una muestra de la alfarería de Talarrubias, también en la
provincia pacense, de donde se pueden contemplar jarras, tiestos, un macetero y
una cantarilla.
                                                                                        Jarro enchinado. Ceclavín

         De Ceclavín son las más vistosas piezas de la siguiente vitrina, enchinadas con pequeñas piedras
 de cuarzo, que se pegan cuando el barro aún está tierno; junto a ellas se exponen una cocinilla y dos
 jarros bobos de Trujillo, además de dos ollas y un jarro chato de cerámica común cacereña del siglo XVII.


        También a la alfarería cacereña se destina otra vitrina, poblada de
 piezas de diferentes facturas originarias de los alfares de Casatejada y
 Montehermoso; las primeras, vidriadas en un tono marrón oscuro, son
 verdaderas creaciones artísticas que todavía hoy es posible adquirir,
 mientras que las montehermoseñas pueden considerarse reliquias al
 haber desaparecido este oficio en aquella población, mostrando un
 antiguo ejemplo de la llamada cerámica enchinada que todavía hoy se
 practica en la localidad de Ceclavín.
                                                                                       Botijo “Borracho””. Casatejada



                                              Otra representación de cerámica común originaria de la región
                                       extremeña, la encontramos en los alfares de Arroyo de la Luz (Cáceres) y
                                       Fregenal de la Sierra (Badajoz). Los trabajos de Arroyo presentan tanto
                                       cerámica común sin vidriar, siendo de destacar el carbotero o asador de
                                       castañas, como vidriada en blanco, verde y amarillo, siendo muy
                                       conocidos sus lebrillos; los de Fregenal se reconocen por su vidriado
                                       parcial en verde sobre el barro basto.

    Plato vidriado. Arroyo de la Luz
INDUMENTARIA

            La indumentaria tradicional de la provincia de Cáceres, forma de vestir que tiene sus raíces en la
    que era usual entre las clases populares en los siglos XVIII y XIX, poco a poco fue fijándose en la memoria
    colectiva como el modo de vestirse propio de las diferentes localidades de la provincia. Hay que decir que
    desde principios del siglo XIX este tipo de indumentaria ha venido sufriendo un largo proceso de
    elaboración y sofisticación, añadiendo nuevos elementos de lujo o adornos, junto a otra transformación
    tendente a homogeneizar los distintos tipos en cada población para crear en ellas el traje típico de la
    localidad. En todo caso, todavía hoy se siguen vistiendo estos trajes en días muy señalados como son las
    romerías, fiestas patronales, ferias, etc.

    Traje femenino
           Por lo que se refiere al traje de la mujer, hay una serie de prendas que
    son comunes en todos los pueblos, aunque puedan llamarse de forma distinta en
    cada uno de ellos. De arriba hacia abajo, los sombreros han sido de uso común
    para el trabajo, generalmente hechos con paja de centeno (bálago); de ellos el
    más célebre es la gorra de Montehermoso, adornada con lana de colores cuando
    la usuaria es joven, pudiendo llevar un espejito en el frente para que las mozas
    puedan acicalarse durante el trabajo agrícola; las más mayores llevan el mismo
    tipo de gorra con adornos en negro o colores oscuros. Ha sido frecuente también
    el uso de otras prendas para cubrir la cabeza, como las cobijas o mantillas, que
    pueden ser incluso de terciopelo (Cáceres y Montehermoso). Las joyas con que                 Gorra de Montehermoso
    se adornan las mujeres eran realizadas fundamentalmente en Torrejoncillo,
    Zarza la Mayor, Trujillo y Ceclavín, hechas de filigrana (hilo) de plata, oro o
    cobre; destacan las gargantillas, los colgantes de galápago, la cruz de pebas o
    pingayo, las cruces veneras y los pendientes de herradura, de lazo, etc. El
    peinado también es importante, siendo de destacar el moño de picaporte, así
    llamado por la forma de recoger el pelo a los lados de la cabeza.
                                                                                                  Faltriquera o limosnera

                                    De entre los pañuelos y mantones hay que citar el de cien colores, muy
                            utilizado en toda la provincia y el de plumaje de Malpartida de Cáceres, bordado en
                            lana sobre verde oliva con motivos vegetales. En Montehermoso la mujer llevaba un
                            dengue o esclavina de color negro con bordado ribeteado en rojo. Bajo el mantón o
                            esclavina, la mujer cacereña solía vestir un jubón negro, de terciopelo, satén o raso,
                            muy ceñido y adornado con lentejuelas o encajes en las bocamangas. La falda
                            recibe un nombre distinto en cada lugar (refajo en Cáceres, mantilla en
                            Montehermoso, saya o manteo en muchas otras localidades); suele ser fruncida o
   Cintas “sígueme pollo”
                            tableada, y de colores lisos verde, amarillo o rojo (granate en Montehermoso) a
                            menudo decorada con bordados en la parte baja, de color blanco, rojo o negro. En
                            algunas localidades, como Trujillo, se usaba la pollera, falda que no es de paño,
                            sino tejida en vivos colores, que se llevaba como ropa de diario para el trabajo.
                            Complemento frecuente son los mandiles, generalmente negros, la faltriquera o
                            limosnera, pequeña bolsa de lana de colores que se llevaba atada a la cintura o las
                            cintas sígueme pollo, bordadas y decoradas con lentejuelas que se colocaban en
                            diferentes sitios según la costumbre de cada pueblo.

Zapatos de montehermoseña
Las medias del traje de fiesta son un elemento común en el traje femenino, generalmente de lana o
de lino, labradas o caladas, suelen ser de un solo color (blanco, generalmente) a veces bordadas con otro
color en la parte delantera y laterales. En Montehermoso son siempre de color azulón. Los zapatos son de
piel negra abotinados (a veces se usa el botín); se atan con cinta de raso o cordones; más modernos son
los bordados sobre terciopelo que llevan lentejuelas.

       La ropa interior era de lino o lienzo, generalmente adornada con puntilla o
bordado en las escasas zonas que quedaban a la vista, como las bocamangas
de las camisas.

 Traje masculino
        Ofrece una menor variedad, al no haber quedado sujeto a tanta
                                                                                              Sombrero de “queso”
 innovación o adulteración como el femenino. El sombrero era de paja
 para el trabajo, y de fieltro negro para el traje festivo, el más
 generalizado es el llamado de queso por parecerse a un cincho su copa
 revestida de terciopelo. Además de las capas de Torrejoncillo o de Aliste
 que se usaban, se solía llevar una chaqueta negra y corta, de paño,
 terciopelo o astracán, como en Cáceres, y un chaleco del mismo tejido y
 de doble botonadura, a veces ésta de plata. En Montehermoso, la
 solapa era ricamente adornada con bordado y lentejuelas. Para ir a
 trabajar se llevaba la chambra o blusa amplia con bolsillos de ojal,
 siendo de destacar la de Malpartida de Plasencia, de cuadros blancos y                        Chambra
 negros.

                                                       Para la cintura se llevaba una faja de algodón o lana,
                                               roja o negra bordada en diferentes colores, y el pantalón
                                               (calzón de alzapón) era negro, de pana, paño o terciopelo,
                                               llegando hasta por debajo de la rodilla, donde se abrocha.
                                               Era general el uso de medias blancas de lana o lino, más
                                               ricas que las de las mujeres, se solían fijar con ligas o con
                                               chías (machos) atadas y acabadas en borlones de lana de
                                               colores. Los zapatos eran de piel negra o cuero al natural,
         Chaleco de doble botonadura           aunque en lugares como Malpartida de Plasencia se llevaban
                                               botas de media caña adornadas con pieles y pespuntes de
                                               colores sobre el cuero natural; en algunos puntos se usaban
                                               polainas de cuero natural abrochadas por el lateral y calzas
                                               de paño negro también abotonadas lateralmente. La ropa
                                               interior masculina era fundamentalmente de lino, los
                                               calzoncillos llegaban a media pierna y se ataban con botones
                                               o cordón, mientras que las camisas eran ricamente
                                               adornadas con bordados y encaje especialmente en la
                                               pechera y puños, que solían quedar á la vista.
           Botas de media caña
La sala 12 aloja un total de catorce trajes típicos de diferentes localidades de la provincia,
empezando por el de Cáceres, representado por una pareja en que él lleva la típica chaqueta de astracán
y el sombrero de queso, y ella el pañuelo de cien colores y el refajo (falda) amarillo; otros dos maniquíes
muestran los refajos rojo y verde. Junto a ellos, una pareja de chinatos (de Malpartida de Plasencia) en
que el hombre lleva la típica chambra de trabajo y la mujer, que se peina con el moño de picaporte, lleva
también el vistoso calzado de la localidad. El traje femenino de Trujillo se caracteriza por la falda tejida y
adornada con motivos florales y faunísticos en colores, mientras que del traje de Malpartida de Cáceres
destaca el típico pañuelo de plumas. En una vitrina contigua vemos una pareja del municipio norteño de
Cabezabellosa, cuya forma de vestir está muy influenciada por la indumentaria de la provincia de
Salamanca, como puede observarse en detalles del traje de hombre como el sombrero charro, la
botonadura del chaleco, etc. mientras que en frente pueden contemplar tres trajes femeninos y uno
masculino de Montehermoso, siendo los de la izquierda el de moza y de anciana y el de más a la derecha
el de boda, aun cuando lleve en el brazo la gorra, que no era utilizada en esas ceremonias.



       En el centro de la sala se observa una
curiosa mantilla que podía usarse con el luto y con
el medio luto o de alivio, mientras que las vitrinas
que la flanquean muestran dos típicos pañuelos de
cien colores.
                                                                           Pañuelo de cien colores

       En las paredes se pueden ver toallas con las iniciales de sus dueñas, paños de afeitar de
Malpartida de Plasencia, paños velatorios de boda y un juego de puños y cuellos de camisa. Al fondo
varias vitrinas muestran algunos ejemplos de ropa interior masculina y femenina de Malpartida de
Plasencia y Campillo de Deleitosa.
AJUAR DOMÉSTICO



       Además de las ollas y vajillas de barro para uso cotidiano, los hogares
cacereños se equipaban con lozas de mayor calidad y fama que las locales; las
familias más pudientes conservaban con esmero antiguas vajillas de Talavera,
Puente del Arzobispo, Manises o Triana, que usaban en las grandes ocasiones.
Los cántaros del Puente decorados con el nombre de su dueña o la fecha de su                 Jarra de Manises
boda se transmitían de madres a hijas y eran una de las más queridas piezas
del ajuar familiar. Platos, jarras y fuentes de Manises procedentes de las
fábricas de “Arenes” y “Aviñó” pueden contemplarse en varias vitrinas de la sala
13, junto a los platos, escudillas y jarras de cerámica de Puente del Arzobispo
fechables en el siglo XIX.
                                                                                        Plato de Talavera de la Reina

                                      Los grandes calderos para calentar el agua y cocinar, así como los
                               cazos, sartenes, escalfadores, chocolateras, etc. eran fabricados con
                               plancha de cobre en Guadalupe, donde un floreciente gremio de caldereros,
                               nacido al calor del monasterio jerónimo todavía hoy sigue vendiendo sus
                               productos. En la sala 13, objetos expuestos en el interior de una vitrina nos
                               recuerdan el buen oficio y la justa fama adquirida por los caldereros de
                               Guadalupe desde la Baja Edad Media; pueden verse un especiero de
                               madera y un almirez de bronce junto a un guarda onzas, tres ollas, una
                               palmatoria, una chocolatera, una cantarilla, un pote, una escalfadora, una
                               pieza de alambique y un aguamanil de cobre. Sobre la pared se exhibe una
                               amplia colección de objetos de uso doméstico realizados por los afamados
                               caldereros de Guadalupe: potes, escalzaores, cántaros, sartenes y cazos,
         Alambique             espumaderas, etc.


        En la sala están también representadas algunas
 actividades caseras de transformación, como la
 elaboración de aguardiente mediante el uso de
 alambiques hechos de cobre. Se exponen además,
 cuatro morteros, tres moldes para dulces, varias
 cucharas y un cucharero de madera, junto a un par de
 cuernos para el aceite y el vinagre, colodras (recipientes
 para líquidos) de cuerno y una curiosa colección de diez
 sellos de pan fabricados en madera, que permitían
 distinguir el pan de cada familia en el horno comunal en
 que se cocía.                                                               Sellos de pan


          Repartidos por toda la sala pueden admirarse otros enseres domésticos presentes en las casas
  tradicionales; además de los ya citados se encuentran la consabida cantarera que proporcionaba el
  suministro de agua al hogar y los numerosos cuencos de madera de encina que se utilizaban para la
  preparación del gazpacho y, sobre todo, para amasar las morcillas en la matanza del cerdo, un verdadero
  rito familiar que todavía hoy se sigue practicando en la provincia.
COMERCIO



        Tanto los objetos propios del ajuar doméstico como otras
muchas mercancías eran vendidas de pueblo en pueblo por los
arrieros que utilizaban en sus viajes carros de mulas como el que
se expone en el centro de la sala 13, procedente de la localidad de
Zorita; a menudo estos comerciantes se servían de pesos y
medidas tradicionales tales como la libra o la onza para el peso; la
cántara, la arroba o el cuartillo para el aceite o el vino, y la fanega
o el celemín para el grano.                                                                    Celemín



                                                                          En la misma sala se puede observar una
                                                                  representativa colección de pesos y medidas
                                                                  tradicionales procedentes de diversas poblaciones
                                                                  de la provincia de Cáceres . Los materiales en que
                                                                  se fabrican van desde la madera de la arroba (25
                                                                  libras) y el celemín (4 cuartillos), medidas para
                                                                  áridos y grano, al latón, la hojalata y el cobre con
                                                                  que se confeccionaban las medidas de leche, las
                                                                  cántaras (8 azumbres) para el aceite o los cuartillos
                                                                  de aceite o vino (4 copas).
   Cuartillo de aceite o vino      Medida de leche

       Muchas de estas medidas se utilizaban contrapesándolas en las balanzas de dos platos como las
 que se exponen con las pesas de hierro (onzas) o bien pesándolas simplemente en una romana como las
 que aún se ven en puestos callejeros.




                                                 Carro de mulas
CREENCIAS



        La Sala 14 está dedicada a las creencias y a la música. En el primer apartado se ha querido dar
una visión amplia del mundo de las creencias en lo inmaterial dentro de la cultura tradicional;
obviamente, la religiosidad católica ocupa un lugar preeminente en este ámbito, pero también se
presentan elementos vinculados a otras ideas y creencias que, bien pueden tener un origen anterior al
cristianismo, o bien responden a una ideología paralela a éste; se trataría, pues, de creencias en
fuerzas sobrenaturales no aceptadas por la doctrina católica, pero firmemente arraigadas durante siglos
en la mentalidad popular.


        Así pues, la sala se inicia con una vitrina que muestra varios objetos
ligados a la práctica religiosa católica, si bien en su vertiente de experiencia
ordinaria o más bien conocida como “religiosidad popular”. Así, la muerte se
hace presente en la lámpara de cementerio y las lamparillas que la mantienen
con lumbre, especialmente el Día de Difuntos. La oración, como práctica
religiosa habitual, se representa en el rosario de pasta, muestra de una
tradición compartida con otras religiones como el Islam.                                    Rosario



                                  Otras piezas de la vitrina responden a diferentes prácticas vinculadas a
                           las creencias religiosas, como la pililla de agua bendita, que solían estar
                           expuestas en las casas particulares, y de la que las personas tomaban agua
                           para santiguarse al entrar o salir de casa. Similar función, aunque con un
                           marcado carácter protector, tienen los evangeliarios que también se exponen;
                           son en realidad relicarios que contienen estampas de advocaciones religiosas
                           (San Antonio, la Virgen del Carmen) y, en pequeño tamaño, el texto de inicio de
                           los Evangelios, que se supone protegen a quien los porta contra las desgracias
                           y el mal de ojo. La cruz de madera decorada con los atributos de la Pasión de
                           Cristo es también, probablemente, un elemento que se llevaba colgado al cuello
                           en momentos particulares del ciclo litúrgico, como es la Semana Santa.
 Pililla de agua bendita



        En la vitrina pueden verse también piezas que nos hablan de la
presencia del mundo religioso en todos los ámbitos de la vida cotidiana en la
sociedad tradicional. Es evidente que estos motivos decorativos se escogen
sobre todo para favorecer la protección del mundo sobrenatural sobre la
persona que posee los objetos; así, encontramos la representación de San
Antonio (que ayuda a las solteras a encontrar novio) en un pendiente; el
Cordero Místico en un aplique de hilo de plata y la Cruz de Cristo, acompañada
del Sagrado Corazón, en la hoja de un cuchillo, como una forma de
encomendar la defensa de quien lo porta a la divinidad. Los candiles decorados
con la cruz son también un elemento destinado a ahuyentar a los malos
espíritus que pueblan la oscuridad.
                                                                                            Hoja de cuchillo
La siguiente vitrina se dedica a mostrar la representación material
   del mundo de las creencias heterodoxas, algunas de ellas todavía muy
   ligadas a la religiosidad cristiana, y otras que decididamente podrían
   encuadrarse en un ámbito pagano. Entre las primeras, vemos la rosca
   de pan de San Blas, reminiscencia de las “caridades” que se repartían
   antaño en numerosas romerías y fiestas religiosas destinadas a aliviar la
   necesidad de los más pobres; en este caso, es evidente la relación que
   existe entre la forma de circunferencia de la rosca y el papel que se le
   atribuye a San Blas como protector contra los males de la garganta.                         Rosca de San Blas



         En este mundo de práctica religiosa popular se encuadra también el Semanario de Cuaresma, de
   caña, que servía para llevar la cuenta de las semanas previas a la Semana Santa, en que no se podía
   consumir carne. Cada viernes, se cortaba uno de los hilos dando por terminada una semana.




                                            A caballo entre lo religioso y lo profano están diferentes elementos de
                                     la naturaleza a los que se confiere un poder protector. El ave, representado en
                                     el plato de loza, es un elemento ligado a la iconografía católica (paloma del
                                     Espíritu Santo, representación del alma) pero también presente en el
         “Piedra del rayo”           imaginario popular (hay aves de buen y de mal agüero, presagian desgracias
                                     o hechos felices, etc.). Y entran claramente en lo que se ha venido llamando
                                     “supersticiones” los restantes elementos de la vitrina, como son la “Piedra del
                                     rayo”, que en realidad es una herramienta neolítica y que los pastores
                                     recogían del suelo en la creencia de que eran la marca dejada por un rayo y
                                     que tenía poder protector sobre los ganados y las personas; también la media
                                     luna que vemos representada en los amuletos de plata y en los candiles es un
                                     símbolo destinado a proteger a las personas que los poseen contra el
                                     “alunamiento”, un temible mal que podía llevar a la muerte o a la locura.
Plato con representación de un ave



         La permeabilidad entre este mundo de creencias paganas y el
 cristianismo es continua y evidente, y así, el poder de la luna sobre el ser
 humano y especialmente sobre la mujer, se ve reflejado en elementos de la
 iconografía cristiana como la representación de la Inmaculada Concepción
 pisando los cuernos de la luna (véase la pililla de agua bendita en la vitrina
 anterior).
                                                                                                         Amuleto
Las referencias a la religiosidad en una compleja
relación de sincretismo con creencias anteriores al
cristianismo se completan con las figuras de la Carantoña
de Acehúche y el Jarramplas de Piornal. Ambas son
máscaras del ciclo festivo de invierno, que salen por la
fiesta de San Sebastián, y coinciden en su función de
asustar. Jarramplas es una personificación del santo, que
murió asaeteado, aunque aquí las flechas se sustituyen por
nabos. La Carantoña es una figura grotesca propia de una
sociedad pastoril, como las que se encuentran por toda
Europa vinculadas a esta forma de vida. En ambos casos,
permanece latente el hecho de la expulsión del mal; las dos
figuras representan el mal, el frío y la escasez del invierno;
por ello son expulsadas simbólicamente de la comunidad,
para favorecer el resurgimiento de los campos y los
ganados en la incipiente primavera que se avecina.



                                                                 Jarramplas
MÚSICA



        Dos vitrinas de la sala 14 están dedicadas a la música popular en
la provincia. Ésta se representa a partir de los instrumentos de uso y
fabricación tradicional; así, la gaita extremeña (en realidad una flauta de
pico que se maneja con una sola mano) y el tamboril han sido desde muy
antiguo casi la única instrumentación de los bailes populares en nuestra
provincia. Otros instrumentos, preferentemente de percusión, han servido
también para animar las danzas populares; entre ellos hay que mencionar
el almirez (a menudo fabricado expresamente para su uso musical), las
hueseras, flautas y cañas de percusión, las sonajas, que incorporan
platillos de metal, y sobre todo las castañuelas, así llamadas por su forma
de castaña, también conocidas como crótalos o palillos, usadas
generalmente para marcar el ritmo del baile, tanto por hombres como por
mujeres.
                                                                                Tamboril




           Gaita extremeña                             Huesera


         Mención especial merece el rabel, el instrumento de cuerda pastoril
  por excelencia. De uso muy extendido por casi toda España, generalmente
  se ha fabricado de madera, con una caja de resonancia cubierta por una piel
  de gato, aunque también los hay de calabaza, que alcanzan menor
  sonoridad. Se tañe con un arco equipado con crines de caballo.
                                                                                       Rabel

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Exposición Permanente del Museo de Cáceres

  • 1. EN CONSTRUCCIÓN PÁGINA INTRODUCCIÓN 1 SECCIÓN DE ARQUEOLOGÍA SECCIÓN DE ETNOGRAFÍA AGRICULTURA 5 GANADERÍA Y PASTOREO 6 CAZA Y PESCA 7 TRANSFORMACIÓN DE RECURSOS 9 OFICIOS CARPINTERÍA 10 ORFEBRERÍA 11 MANUFACTURA TEXTIL 12 ALFARERÍA 14 INDUMENTARIA 15 AJUAR DOMÉSTICO 18 COMERCIO 19 CREENCIAS 20 MÚSICA 23 SECCIÓN DE BELLAS ARTES
  • 2. INTRODUCCIÓN Se aloja en dos edificios históricos del Casco Antiguo de Cáceres, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. La Casa de las Veletas alberga las Secciones de Arqueología y Etnografía; se trata de un edificio cuyo aspecto tiene su origen en las obras realizadas en 1600 por su propietario Don Lorenzo de Ulloa y Torres en un solar que tal vez pudo haber sido ocupado por el desaparecido Alcázar musulmán. De aquella intervención data el bello patio de planta cuadrada sostenido por ocho columnas toscanas; en el siglo XVIII, sin embargo, la Casa es reformada por Don Jorge de Cáceres y Quiñones, que introduce las gárgolas y los bellos remates de cerámica esmaltada de la cubierta además de los grandes escudos de la fachada principal. Casa de las Veletas. Fachada principal La colección de Bellas Artes se puede contemplar en la Casa de los Caballos, que fue una caballeriza y posteriormente vivienda hasta su conversión en espacio museístico; tras su rehabilitación, fue abierta al público en 1992. Detalle de fachada. Gárgola Aunque el primer Patronato de Museo se constituyó en 1917, la idea de su creación surge en 1899 cuando un grupo de estudiosos de la Historia cacereña comienza a recogerobjetos de interés arqueológico y artístico depositándolos en el Instituto de Segunda Enseñanza. En 1931 se arrienda el Palacio de las Veletas para albergar el Museo, que tras una intervención arquitectónica, es inaugurado el 12 de febrero de 1933. Tras la posterior adquisición del inmueble, es rehabilitado en 1971 y se reforma la exposición permanente, tarea que se repite en 1976 en la Sección de Etnografía. En 1989 el Ministerio de Cultura transfiere la gestión del Museo a la Junta de Extremadura, conservando Casa de las Veletas. Patio la titularidad del edificio y de parte de sus fondos.
  • 3.
  • 4.
  • 5. AGRICULTURA La agricultura y la ganadería siguen siendo, en gran medida, la base de la economía cacereña, ocupando a la tercera parte de la población activa; las fincas agrícolas son pequeñas en las áreas montañosas y del norte de la provincia, mientras que los grandes latifundios dominan el llano. Tradicionalmente los cultivos dominantes han sido el olivo y el viñedo, junto a los cereales de secano, aplicando el sistema de año y vez, dejando las tierras en barbecho en año alternos. La introducción del regadío y los abonos industriales permitió un aprovechamiento intensivo de las nuevas especies, como el tabaco, la cereza, el pimiento pimentonero, el arroz o el maíz. Mención aparte merece el espacio de la dehesa, que supone una explotación racional del bosque mediterráneo combinando la agricultura de secano con la ganadería extensiva y el aprovechamiento forestal. Los aperos o utensilios de la labranza se han mantenido con escasas variaciones desde la época romana hasta la mecanización del campo. Para remover la tierra se usaba la azada o zacho, la podadera para limpiar el matorral, el arado de palo -posteriormente metálico- para hacer los surcos, la hoz para segar el cereal y las zoquetas o dediles para proteger los dedos de los segadores, quienes en gran número bajaban del norte de la Meseta cada año para hacer su trabajo. El trillo de pedernal o de ruedas servía para separar el grano de las espigas, rastrillos y aparvaderas se utilizaban para separar la parva, horcas y bieldos para aventar el grano y la criba para limpiarlo. Trillo de pedernal En la Sala 9, dentro de vitrina se expone un arado de vertedera metálico, así como rejas y otras piezas del arado tradicional, junto a otras herramientas de las utilizadas en la agricultura, como una podadera y varias hoces, zoquetas y dediles, horcas, bieldos, palas y una aparvadera para juntar el grano. Junto a estos objetos, pueden verse otros elementos propios de la agricultura tradicional como el trillo de pedernal (tipo tribullum), fiambreras o un costal de lino. Fuera de las vitrinas, puede observarse un trillo de ruedas, de tipo plostellum, Arado de vertedera metálico y rejas del arado tradicional
  • 6. GANADERÍA Y PASTOREO Extremadura tiene desde antiguo un marcado carácter ganadero; el modelo tradicional es una ganadería extensiva en que predominan la cabaña ovina y porcina, basada en el aprovechamiento de los pastos estacionales y económicamente viable gracias al bajo coste de la mano de obra; sin embargo, la mecanización del campo, la irrupción de piensos elaborados y la importación de razas alóctonas, llevaron desde la década de 1960 a una transformación radical de la explotación ganadera en la región. En la actualidad se ha producido una intensificación generalizada de las explotaciones y un considerable aumento de la cabaña vacuna y orientación hacia especies caracterizadas por su elevada producción de leche y carne. Zurrón de cuero Es bien conocida la abundancia de la cabaña ovicaprina cacereña, formada por reses que pastan en los campos adehesados y en las alturas de los Valles del Jerte, Las Hurdes, Sierra de Gata, etc. Tradicionalmente, la lana se llevaba a lavaderos como el de Malpartida de Cáceres y se exportaba o se utilizaba en la confección de paños y lienzos. Carranca o collar para perro Aún persiste una cierta proporción de ganado trashumante, que cada año baja de Castilla para pasar la invernada en los campos de Plasencia, Cáceres o Navalmoral, arrendando para ello los pastos de las dehesas. En muchos casos, los movimientos trashumantes todavía se realizan a pie, lo que obliga a llevar a los pastores un precario equipaje personal y a obtener del entorno, en particular de las reses, lo necesario para sobrevivir. La vivienda, en esas condiciones, es también precaria, predominando los chozos de diferentes tipos; sin embargo, en los últimos decenios la incorporación de vehículos a motor permite a estas personas mantenerse en contacto con las poblaciones y abastecerse de todo lo necesario. Algunas comarcas cacereñas, como Las Hurdes o Las Villuercas, destacan por la cantidad y calidad en la producción de miel. Allí aún se sigue practicando una apicultura artesanal basada en métodos y conocimientos tradicionales. El corcho se utiliza para la elaboración de colmenas al menos desde época romana, según recomienda Columela por su escasa conductividad del calor. En Extremadura, ha venido siendo la forma predominante de fabricación colmenera hasta la imposición de otros tipos como los sistemas Langstroth o Dadant, que permiten extraer los panales sin destruir la colmena. Pueden ser de una sola pieza o enterizas, de dos piezas (de dos paños o con hija), de tres y hasta de cuatro paños. Colmena de corcho En la sala 9, la ganadería está representada con dos yugos (boyero y de caballerías), una collera y otros elementos; sobre el pastoreo y apicultura se exponen varios enseres, como el zurrón, cayado, gancho, tijeras del esquileo, campanillos o el curioso collar de perro (carranca) y un modelo a escala de chozo de pastor. Tijeras del esquileo
  • 7. CAZA Y PESCA La colocación de cepos y lazos para conejos y liebres o de trampas para perdices, tordos y otras aves ha sido una práctica habitual en las áreas rurales cacereñas. Al mismo tiempo, también se han utilizado este tipo de técnicas de caza para controlar la población de alimañas o de especies dañinas para la agricultura o el ganado. El uso de la escopeta ha estado escasamente extendido a causa del elevado coste tanto del arma como de los cartuchos y de las dificultades para conseguir una licencia. Por otro lado, el desigual reparto de la propiedad de la tierra ha hecho que muchas de las personas que se dedicaban a la caza, aun ocasionalmente, fuesen furtivos a quienes no les interesaba alertar a los guardas con el ruido de los disparos. El cepo utilizado en nuestra provincia corresponde al tipo llamado ibérico, formado por la traba y el rabo, siendo su plancha de disparo en forma de tambor; especialmente concebido para la caza del conejo, se fabricó masivamente en Don Benito (Badajoz) según un modelo desarrollado en 1900. Cepo ibérico La sala 9 alberga diferentes piezas relacionadas con la caza, tanto de pequeños animales, como ratones o páajaros, como de alimañas y conejos. Destacan los dos cepos ibéricos, fabricados en Don Benito y los polvorines de cuerno, ricamente decorados en un fino trabajo propio de Polvorín de cuerno pastores. Un modo de vida ya prácticamente desaparecido ha sido la pesca fluvial, que en nuestra provincia tuvo sus puntos más importantes en las cuencas de los ríos Tajo y Alagón. Garrovillas, Ceclavín, Torrejoncillo y Plasencia han sido las poblaciones donde esta actividad alcanzó mayor importancia. El tipo de barca más utilizado en el Tajo posee una característica forma triangular y se usaba tanto para desplazarse por el río como para lanzar las redes, recoger y trasladar las capturas. Los aparejos de pesca más frecuentes son el trasmallo, red triple en que la malla central tiene los rombos mucho más pequeños que las dos exteriores o albitranas, la traviesa, red similar al trasmallo pero de una sola pieza, o la tarraya, que es una red de forma circular. Tradicionalmente se utilizaba para la confección de redes el hilo de torzal, si bien desde la década de 1960 se popularizó el nylon; las agujas apuntadoras son de diferentes tamaños según su finalidad, ya sea para coser Barca del ríoTajo desperfectos, montar el trasmallo o tejer la albitrana.
  • 8. La tarea de tejer la red fue casi siempre patrimonio de las mujeres, mientras que los hombres se reservaban la faena de armar las redes con las corchas de la parte superior y los plomos de la inferior. Las técnicas de pesca con red eran variadas: de cerco, participando tres o más embarcaciones; de rastreo, empalmando varios trasmallos a lo ancho del río, de costana en las orillas, con tarraya, de atranque, etc. Con ellas se capturaban bogas, barbos, carpas, tencas o lampreas entre otras especies. Agujas Ocupando una posición principal en la sala 10 se expone una de las últimas barcas del Tajo, con su tradicional forma triangular, acompañada de una completa red (trasmallo) de nylon y tres agujas para su reparación.
  • 9. TRANSFORMACIÓN DE RECURSOS Queso, aceite y vino Los productos procedentes de la caza, pesca, recolección, agricultura, ganadería y actividades extractivas, requieren un proceso de transformación para su conversión en alimentos o bienes de consumo. Hasta la industrialización, estos procesos de manufacturado se realizaban aprovechando como fuentes de energía la fuerza animal, humana o del agua en movimiento. Todas estas actividades de transformación dieron lugar a la especialización en el trabajo y al surgimiento de oficios y talleres, a veces familiares, y en otras ocasiones organizados a través de gremios y hermandades. Pero muchas de ellas siguieron realizándose de forma casera como medio de autoabastecimiento de alimentos básicos para el consumo familiar. El queso, elaborado principalmente por los pastores, requería la utilización de una sencilla tecnología pero de un complejo conocimiento del proceso químico de fermentación láctea con cuajo natural. La importante cabaña ovicaprina de la provincia fue siempre una excelente materia prima para la generación de una gran variedad de quesos artesanos que aún pervive. El aceite de oliva continúa siendo uno de los pilares de la alimentación humana además de otros usos presentes y pasados, como la iluminación. Su prensado en la almazara se hacía usando grandes capachos de esparto superpuestos. El vino casero o de pitarra, se sigue elaborando en numerosas localidades de la Cántara de aceite provincia, utilizando para ello la característica prensa artesanal. La fabricación de queso se representa en la sala 10 con la mesa utilizada para ello (esprimijo) junto a cinchos de diferentes materiales, como el esparto, la madera y la hojalata, además de una paleta de madera. La elaboración del aceite se ilustra con un capacho de esparto, de los utilizados para el prensado de la aceituna en las almazaras, un modelo a escala de una almazara propia del sur de la península, dos cántaras para contener aceite y una medida de las utilizadas tradicionalmente en el comercio de este producto. Una prensa de vino, procedente de Arroyomolinos de la Vera, y de las utilizadas en los hogares tradicionales para la elaboración del vino de pitarra sirve para representar la transformación de la uva en vino. Prensa de vino
  • 10. OFICIOS Carpintería A pesar de ser tan necesario, y de que ha sido practicado desde muy antiguo, el oficio de carpintero en nuestra provincia es mucho menos conocido que otros que han atraído la atención de los estudiosos. La riqueza forestal del territorio cacereño ha permitido la existencia de una tradición de buenos artesanos de la madera, que se han empleado tanto en tares auxiliares de la construcción, realizando vigas, marcos, puertas y ventanas como en la confección de mobiliario y otros elementos necesarios para la vida cotidiana, tales como carros, aperos de labranza o utensilios domésticos de todo tipo. Puertas de alacena Históricamente han destacado los carpinteros de Ceclavín por su maestría en la elaboración de sillones, escaños, arcas y arcones, mientras que es bien conocida la destreza de los artesanos de Garrovillas en la realización de las artísticas puertas de la localidad, además de barcas y todo tipo de muebles así como en la talla de elementos auxiliares como especieros o soportes de almirez. Más recientemente, Hervás se ha erigido en un importante centro productor de muebles, incorporando ya nuevos métodos industriales en la fabricación de los mismos. Otras localidades, como Villanueva de la Vera, Ahigal o Plasenzuela se caracterizaron por la elaboración de sillas, bien torneadas o bien con asiento de enea, mientras que la talla de pequeños elementos de madera la podemos encontrar por toda la provincia. Fuera de las vitrinas de la sala 10 se reserva un pequeño espacio para presentar algunos objetos representativos de la carpintería en la provincia, como un gran sierro metálico de los utilizados en Brozas tanto para la tala de árboles como para la elaboración de tablones, y las puertas de una alacena casera fabricada Azuela por carpinteros de Garrovillas. En una vitrina plana se exponen diferentes herramientas de carpintero, utilizadas en las diferentes fases de la transformación de la madera y fabricación de muebles y enseres; entre estas piezas destacan la azuela metálica, la segureja para el descortezado, el gramil, para confeccionar espigas o el garlopín para hacer rebajes. Garlopa para hacer molduras
  • 11. OFICIOS Orfebrería El de orive ha sido un oficio muy arraigado en poblaciones como Zarza la Mayor, Ceclavín y Torrejoncillo, y más recientemente Trujillo y Cáceres. Allí, los orives o filigranantes han desarrollado su labor siempre de forma artesanal, transmitiéndose los conocimientos de padres a hijos mediante libros de recetas y plantillas para la confección de las joyas; los propios artesanos salían a vender sus mercancías por los pueblos de alrededor en las vísperas de las fiestas patronales. Libro de modelos Los metales trabajados han sido el oro y el cobre, imponiéndose últimamente la plata, todos ellos en forma de hilo. Los hilos de oro se obtienen pasándolo por el banco de estirar, donde se les da el grosor deseado tirando con el timón del hilo sujeto por la tenaza. Existe también un torno de mano que se usa para obtener un hilo aún más fino. Con las pinzas se va dando forma al hilo y el volumen de la pieza se obtiene martilleando con el vástago en la embutidera. Cuando se tienen todas las piezas hechas, se sueldan con fuego de candil, y posteriormente se lava el oro con arena y agua. Las piezas de cobre y plata se doran y se bruñen. Tas o bigornia Hay una gran variedad de joyas realizadas a base de filigrana, pero destacan la Cruz de pebas, llamada de Pingayo en Montehermoso, la tembladera de origen salmantino y el galápago, de aspecto macizo. Además, se trabajan pendientes de media luna y arracadas, gargantillas, alfileres para el pelo y las cruces llamadas veneras. Pendientes de cinco picos Collar de galápago La vitrina 40 exhibe un taller de orive prácticamente completo, procedente de Ceclavín. Se pueden ver desde la mesa de trabajo hasta el banco de estirar, incluyendo el tas o bigornia, crisoles para la fundición, tenazas y martillo de fragua o el fuelle utilizado para avivar el fuego. Por su parte, la vitrina 20 alberga algunos objetos también propios del orive, como los libros de modelo, que pasaban de generación en generación, el barreño cerámico para el abrillantado de las piezas y una selección de joyas tradicionales, entre las que Fuelle de fragua destacan las cruces de Pebas o pingayo, los pendientes de penderique, etc.
  • 12. OFICIOS Manufactura textil La obtención del tejido requiere una tarea previa de transformación de las materias primas básicas, que son el lino y la lana. A finales del siglo XVIII funcionaban en la provincia de Cáceres 229 telares de paño de lana y 560 de lienzo de lino, destacando las poblaciones de Casatejada, Torrejoncillo, Hervás, Torremocha y Villa del Campo entre los pañeros, y Plasencia, Alcuéscar, Almoharín, Casar de Cáceres o Garganta la Olla Lanzadera entre los de lienzo. También se fabricaron medias de seda en Arroyomolinos, y cordón en Casas de Millán, pero sólo en algunos de aquellos talleres, como Hervás o Torrejoncillo, podía hablarse de una organización industrial del trabajo, siendo en los demás un negocio puramente doméstico que sólo ocupaba a los miembros de la familia. Particularmente, la fabricación de lienzo solía estar destinada al autoconsumo familiar en forma de toallas, ropa interior, manteles, sacos y Huso alforjas. Tanto la fibra del lino, una vez limpia, machada y rastrillada con la rastra, como la lana, después de esquilada, lavada, escarmenada y cardada con las cardas, se hilan colocando el copo en la parte superior de la rueca y arrollando una de sus hebras al huso, el cual se hace girar para ir formando el hilo. La husada o hilo así obtenido se pasa al madejador y posteriormente se guarda en forma de madejas que se devanarán en la devanadera o en el torno de hilar, quedando listas para formar en el telar la urdimbre o armazón del tejido o bien la trama del mismo. Madejador En la sala 11 se expone una rastra para el lino, consta de una tabla rectangular de madera con una especie de cepillo de puntas de forma circular en el centro, ceñido por dos aros metálicos. El orificio del extremo servía como agarradera y para introducir el pie cuando se trabaja en el rastrillado. Cinco ruecas de distintos tipos, instrumentos formados por una varilla larga y fina de madera que es coronada en su parte superior por un abultamiento llamado rocador en el que se coloca el copo de fibra; el rocador puede ser fijo, a menudo formado por la propia vara que ha sido rajada longitudinalmente o por labor de cestería, o móvil (de cobertura) con una pieza a modo de caperuza troncocónica realizada en cartón, tela o fibra. La vitrina aloja también tres husos, útiles que constan de un palo cilíndrico con una ranura en espiral en la parte superior por donde pasa el hilo, y un rodete o tortera más ancho en la parte inferior. Uno de ellos lleva en su parte inferior un pequeño gancho metálico destinado a trenzar una segunda hebra, ya que pertenece Rastra para el lino a un telar mecánico que elaboraba hilo de dos hebras.
  • 13. Fuera de vitrinas, se puede ver un madejador o aspa cruciforme procedente de Montehermoso; el hilo se colocaba en la parte exterior de los brazos, siendo abatible uno de ellos para poder sacar la madeja al finalizar el trabajo. Además, se expone una devanadera formada por un armazón de seis varas verticales que unen dos aspas estrelladas en los extremos; se asienta sobre un cajón destinado a guardar los ovillos que se iban formando. Junto a ella, podemos ver un torno canillero, que servía para hacer canillas (ovillos de hilo para la trama del tejido); para ello se colocaba un eje metálico en la parte opuesta a la rueda y en él se encajaba la canilla sobre la que se iba enrollando el hilo con el movimiento manual de la rueda. Algunas de estas canillas pueden verse en la cajita de madera que se expone en la vitrina; en la misma vitrina también hay cuatro ovillos de hilo de lino dispuestos para formar la urdimbre, así como un rollo de lienzo de lino. Telar manual La pieza que reviste quizá mayor interés es el telar manual, procedente de Torrejoncillo. En él, los hilos que formaban la urdimbre se disponían en el enjulio o rollo de la parte posterior para, pasando a través de los lizos y peines, como los que cuelgan en la pared de la sala, ser tejidos con el hilo de la trama que el tejedor pasaba de lado a lado mediante la lanzadera en la que se alojaba la canilla. Algunas de estas lanzaderas pueden verse en las vitrinas, siendo la más grande procedente de un telar mecánico de Hervás, y las restantes de Campillo de Deleitosa.
  • 14. OFICIOS Alfarería En cualquier hogar cacereño hasta las primeras décadas del siglo XX, las ollas y vajillas de uso cotidiano eran de barro, realizadas en alguno de los alfares de la provincia, como Ceclavín, Arroyo de la Luz, Trujillo o Montehermoso o bien traídas de la provincia de Badajoz, donde sobresalió por su abundante y afamada producción la población de Salvatierra de los Barros. El recorrido por las vitrinas de la sala 13 se inicia con la que recoge una representación de los trabajos alfareros del centro más importante de la región: Salvatierra de los Barros, reflejado aquí con dos pitorros, uno de ellos de engaño, jarritas y mariconas (especie de botijo sin asa) además de otras piezas. Junto a Salvatierra, vemos una muestra de la alfarería de Talarrubias, también en la provincia pacense, de donde se pueden contemplar jarras, tiestos, un macetero y una cantarilla. Jarro enchinado. Ceclavín De Ceclavín son las más vistosas piezas de la siguiente vitrina, enchinadas con pequeñas piedras de cuarzo, que se pegan cuando el barro aún está tierno; junto a ellas se exponen una cocinilla y dos jarros bobos de Trujillo, además de dos ollas y un jarro chato de cerámica común cacereña del siglo XVII. También a la alfarería cacereña se destina otra vitrina, poblada de piezas de diferentes facturas originarias de los alfares de Casatejada y Montehermoso; las primeras, vidriadas en un tono marrón oscuro, son verdaderas creaciones artísticas que todavía hoy es posible adquirir, mientras que las montehermoseñas pueden considerarse reliquias al haber desaparecido este oficio en aquella población, mostrando un antiguo ejemplo de la llamada cerámica enchinada que todavía hoy se practica en la localidad de Ceclavín. Botijo “Borracho””. Casatejada Otra representación de cerámica común originaria de la región extremeña, la encontramos en los alfares de Arroyo de la Luz (Cáceres) y Fregenal de la Sierra (Badajoz). Los trabajos de Arroyo presentan tanto cerámica común sin vidriar, siendo de destacar el carbotero o asador de castañas, como vidriada en blanco, verde y amarillo, siendo muy conocidos sus lebrillos; los de Fregenal se reconocen por su vidriado parcial en verde sobre el barro basto. Plato vidriado. Arroyo de la Luz
  • 15. INDUMENTARIA La indumentaria tradicional de la provincia de Cáceres, forma de vestir que tiene sus raíces en la que era usual entre las clases populares en los siglos XVIII y XIX, poco a poco fue fijándose en la memoria colectiva como el modo de vestirse propio de las diferentes localidades de la provincia. Hay que decir que desde principios del siglo XIX este tipo de indumentaria ha venido sufriendo un largo proceso de elaboración y sofisticación, añadiendo nuevos elementos de lujo o adornos, junto a otra transformación tendente a homogeneizar los distintos tipos en cada población para crear en ellas el traje típico de la localidad. En todo caso, todavía hoy se siguen vistiendo estos trajes en días muy señalados como son las romerías, fiestas patronales, ferias, etc. Traje femenino Por lo que se refiere al traje de la mujer, hay una serie de prendas que son comunes en todos los pueblos, aunque puedan llamarse de forma distinta en cada uno de ellos. De arriba hacia abajo, los sombreros han sido de uso común para el trabajo, generalmente hechos con paja de centeno (bálago); de ellos el más célebre es la gorra de Montehermoso, adornada con lana de colores cuando la usuaria es joven, pudiendo llevar un espejito en el frente para que las mozas puedan acicalarse durante el trabajo agrícola; las más mayores llevan el mismo tipo de gorra con adornos en negro o colores oscuros. Ha sido frecuente también el uso de otras prendas para cubrir la cabeza, como las cobijas o mantillas, que pueden ser incluso de terciopelo (Cáceres y Montehermoso). Las joyas con que Gorra de Montehermoso se adornan las mujeres eran realizadas fundamentalmente en Torrejoncillo, Zarza la Mayor, Trujillo y Ceclavín, hechas de filigrana (hilo) de plata, oro o cobre; destacan las gargantillas, los colgantes de galápago, la cruz de pebas o pingayo, las cruces veneras y los pendientes de herradura, de lazo, etc. El peinado también es importante, siendo de destacar el moño de picaporte, así llamado por la forma de recoger el pelo a los lados de la cabeza. Faltriquera o limosnera De entre los pañuelos y mantones hay que citar el de cien colores, muy utilizado en toda la provincia y el de plumaje de Malpartida de Cáceres, bordado en lana sobre verde oliva con motivos vegetales. En Montehermoso la mujer llevaba un dengue o esclavina de color negro con bordado ribeteado en rojo. Bajo el mantón o esclavina, la mujer cacereña solía vestir un jubón negro, de terciopelo, satén o raso, muy ceñido y adornado con lentejuelas o encajes en las bocamangas. La falda recibe un nombre distinto en cada lugar (refajo en Cáceres, mantilla en Montehermoso, saya o manteo en muchas otras localidades); suele ser fruncida o Cintas “sígueme pollo” tableada, y de colores lisos verde, amarillo o rojo (granate en Montehermoso) a menudo decorada con bordados en la parte baja, de color blanco, rojo o negro. En algunas localidades, como Trujillo, se usaba la pollera, falda que no es de paño, sino tejida en vivos colores, que se llevaba como ropa de diario para el trabajo. Complemento frecuente son los mandiles, generalmente negros, la faltriquera o limosnera, pequeña bolsa de lana de colores que se llevaba atada a la cintura o las cintas sígueme pollo, bordadas y decoradas con lentejuelas que se colocaban en diferentes sitios según la costumbre de cada pueblo. Zapatos de montehermoseña
  • 16. Las medias del traje de fiesta son un elemento común en el traje femenino, generalmente de lana o de lino, labradas o caladas, suelen ser de un solo color (blanco, generalmente) a veces bordadas con otro color en la parte delantera y laterales. En Montehermoso son siempre de color azulón. Los zapatos son de piel negra abotinados (a veces se usa el botín); se atan con cinta de raso o cordones; más modernos son los bordados sobre terciopelo que llevan lentejuelas. La ropa interior era de lino o lienzo, generalmente adornada con puntilla o bordado en las escasas zonas que quedaban a la vista, como las bocamangas de las camisas. Traje masculino Ofrece una menor variedad, al no haber quedado sujeto a tanta Sombrero de “queso” innovación o adulteración como el femenino. El sombrero era de paja para el trabajo, y de fieltro negro para el traje festivo, el más generalizado es el llamado de queso por parecerse a un cincho su copa revestida de terciopelo. Además de las capas de Torrejoncillo o de Aliste que se usaban, se solía llevar una chaqueta negra y corta, de paño, terciopelo o astracán, como en Cáceres, y un chaleco del mismo tejido y de doble botonadura, a veces ésta de plata. En Montehermoso, la solapa era ricamente adornada con bordado y lentejuelas. Para ir a trabajar se llevaba la chambra o blusa amplia con bolsillos de ojal, siendo de destacar la de Malpartida de Plasencia, de cuadros blancos y Chambra negros. Para la cintura se llevaba una faja de algodón o lana, roja o negra bordada en diferentes colores, y el pantalón (calzón de alzapón) era negro, de pana, paño o terciopelo, llegando hasta por debajo de la rodilla, donde se abrocha. Era general el uso de medias blancas de lana o lino, más ricas que las de las mujeres, se solían fijar con ligas o con chías (machos) atadas y acabadas en borlones de lana de colores. Los zapatos eran de piel negra o cuero al natural, Chaleco de doble botonadura aunque en lugares como Malpartida de Plasencia se llevaban botas de media caña adornadas con pieles y pespuntes de colores sobre el cuero natural; en algunos puntos se usaban polainas de cuero natural abrochadas por el lateral y calzas de paño negro también abotonadas lateralmente. La ropa interior masculina era fundamentalmente de lino, los calzoncillos llegaban a media pierna y se ataban con botones o cordón, mientras que las camisas eran ricamente adornadas con bordados y encaje especialmente en la pechera y puños, que solían quedar á la vista. Botas de media caña
  • 17. La sala 12 aloja un total de catorce trajes típicos de diferentes localidades de la provincia, empezando por el de Cáceres, representado por una pareja en que él lleva la típica chaqueta de astracán y el sombrero de queso, y ella el pañuelo de cien colores y el refajo (falda) amarillo; otros dos maniquíes muestran los refajos rojo y verde. Junto a ellos, una pareja de chinatos (de Malpartida de Plasencia) en que el hombre lleva la típica chambra de trabajo y la mujer, que se peina con el moño de picaporte, lleva también el vistoso calzado de la localidad. El traje femenino de Trujillo se caracteriza por la falda tejida y adornada con motivos florales y faunísticos en colores, mientras que del traje de Malpartida de Cáceres destaca el típico pañuelo de plumas. En una vitrina contigua vemos una pareja del municipio norteño de Cabezabellosa, cuya forma de vestir está muy influenciada por la indumentaria de la provincia de Salamanca, como puede observarse en detalles del traje de hombre como el sombrero charro, la botonadura del chaleco, etc. mientras que en frente pueden contemplar tres trajes femeninos y uno masculino de Montehermoso, siendo los de la izquierda el de moza y de anciana y el de más a la derecha el de boda, aun cuando lleve en el brazo la gorra, que no era utilizada en esas ceremonias. En el centro de la sala se observa una curiosa mantilla que podía usarse con el luto y con el medio luto o de alivio, mientras que las vitrinas que la flanquean muestran dos típicos pañuelos de cien colores. Pañuelo de cien colores En las paredes se pueden ver toallas con las iniciales de sus dueñas, paños de afeitar de Malpartida de Plasencia, paños velatorios de boda y un juego de puños y cuellos de camisa. Al fondo varias vitrinas muestran algunos ejemplos de ropa interior masculina y femenina de Malpartida de Plasencia y Campillo de Deleitosa.
  • 18. AJUAR DOMÉSTICO Además de las ollas y vajillas de barro para uso cotidiano, los hogares cacereños se equipaban con lozas de mayor calidad y fama que las locales; las familias más pudientes conservaban con esmero antiguas vajillas de Talavera, Puente del Arzobispo, Manises o Triana, que usaban en las grandes ocasiones. Los cántaros del Puente decorados con el nombre de su dueña o la fecha de su Jarra de Manises boda se transmitían de madres a hijas y eran una de las más queridas piezas del ajuar familiar. Platos, jarras y fuentes de Manises procedentes de las fábricas de “Arenes” y “Aviñó” pueden contemplarse en varias vitrinas de la sala 13, junto a los platos, escudillas y jarras de cerámica de Puente del Arzobispo fechables en el siglo XIX. Plato de Talavera de la Reina Los grandes calderos para calentar el agua y cocinar, así como los cazos, sartenes, escalfadores, chocolateras, etc. eran fabricados con plancha de cobre en Guadalupe, donde un floreciente gremio de caldereros, nacido al calor del monasterio jerónimo todavía hoy sigue vendiendo sus productos. En la sala 13, objetos expuestos en el interior de una vitrina nos recuerdan el buen oficio y la justa fama adquirida por los caldereros de Guadalupe desde la Baja Edad Media; pueden verse un especiero de madera y un almirez de bronce junto a un guarda onzas, tres ollas, una palmatoria, una chocolatera, una cantarilla, un pote, una escalfadora, una pieza de alambique y un aguamanil de cobre. Sobre la pared se exhibe una amplia colección de objetos de uso doméstico realizados por los afamados caldereros de Guadalupe: potes, escalzaores, cántaros, sartenes y cazos, Alambique espumaderas, etc. En la sala están también representadas algunas actividades caseras de transformación, como la elaboración de aguardiente mediante el uso de alambiques hechos de cobre. Se exponen además, cuatro morteros, tres moldes para dulces, varias cucharas y un cucharero de madera, junto a un par de cuernos para el aceite y el vinagre, colodras (recipientes para líquidos) de cuerno y una curiosa colección de diez sellos de pan fabricados en madera, que permitían distinguir el pan de cada familia en el horno comunal en que se cocía. Sellos de pan Repartidos por toda la sala pueden admirarse otros enseres domésticos presentes en las casas tradicionales; además de los ya citados se encuentran la consabida cantarera que proporcionaba el suministro de agua al hogar y los numerosos cuencos de madera de encina que se utilizaban para la preparación del gazpacho y, sobre todo, para amasar las morcillas en la matanza del cerdo, un verdadero rito familiar que todavía hoy se sigue practicando en la provincia.
  • 19. COMERCIO Tanto los objetos propios del ajuar doméstico como otras muchas mercancías eran vendidas de pueblo en pueblo por los arrieros que utilizaban en sus viajes carros de mulas como el que se expone en el centro de la sala 13, procedente de la localidad de Zorita; a menudo estos comerciantes se servían de pesos y medidas tradicionales tales como la libra o la onza para el peso; la cántara, la arroba o el cuartillo para el aceite o el vino, y la fanega o el celemín para el grano. Celemín En la misma sala se puede observar una representativa colección de pesos y medidas tradicionales procedentes de diversas poblaciones de la provincia de Cáceres . Los materiales en que se fabrican van desde la madera de la arroba (25 libras) y el celemín (4 cuartillos), medidas para áridos y grano, al latón, la hojalata y el cobre con que se confeccionaban las medidas de leche, las cántaras (8 azumbres) para el aceite o los cuartillos de aceite o vino (4 copas). Cuartillo de aceite o vino Medida de leche Muchas de estas medidas se utilizaban contrapesándolas en las balanzas de dos platos como las que se exponen con las pesas de hierro (onzas) o bien pesándolas simplemente en una romana como las que aún se ven en puestos callejeros. Carro de mulas
  • 20. CREENCIAS La Sala 14 está dedicada a las creencias y a la música. En el primer apartado se ha querido dar una visión amplia del mundo de las creencias en lo inmaterial dentro de la cultura tradicional; obviamente, la religiosidad católica ocupa un lugar preeminente en este ámbito, pero también se presentan elementos vinculados a otras ideas y creencias que, bien pueden tener un origen anterior al cristianismo, o bien responden a una ideología paralela a éste; se trataría, pues, de creencias en fuerzas sobrenaturales no aceptadas por la doctrina católica, pero firmemente arraigadas durante siglos en la mentalidad popular. Así pues, la sala se inicia con una vitrina que muestra varios objetos ligados a la práctica religiosa católica, si bien en su vertiente de experiencia ordinaria o más bien conocida como “religiosidad popular”. Así, la muerte se hace presente en la lámpara de cementerio y las lamparillas que la mantienen con lumbre, especialmente el Día de Difuntos. La oración, como práctica religiosa habitual, se representa en el rosario de pasta, muestra de una tradición compartida con otras religiones como el Islam. Rosario Otras piezas de la vitrina responden a diferentes prácticas vinculadas a las creencias religiosas, como la pililla de agua bendita, que solían estar expuestas en las casas particulares, y de la que las personas tomaban agua para santiguarse al entrar o salir de casa. Similar función, aunque con un marcado carácter protector, tienen los evangeliarios que también se exponen; son en realidad relicarios que contienen estampas de advocaciones religiosas (San Antonio, la Virgen del Carmen) y, en pequeño tamaño, el texto de inicio de los Evangelios, que se supone protegen a quien los porta contra las desgracias y el mal de ojo. La cruz de madera decorada con los atributos de la Pasión de Cristo es también, probablemente, un elemento que se llevaba colgado al cuello en momentos particulares del ciclo litúrgico, como es la Semana Santa. Pililla de agua bendita En la vitrina pueden verse también piezas que nos hablan de la presencia del mundo religioso en todos los ámbitos de la vida cotidiana en la sociedad tradicional. Es evidente que estos motivos decorativos se escogen sobre todo para favorecer la protección del mundo sobrenatural sobre la persona que posee los objetos; así, encontramos la representación de San Antonio (que ayuda a las solteras a encontrar novio) en un pendiente; el Cordero Místico en un aplique de hilo de plata y la Cruz de Cristo, acompañada del Sagrado Corazón, en la hoja de un cuchillo, como una forma de encomendar la defensa de quien lo porta a la divinidad. Los candiles decorados con la cruz son también un elemento destinado a ahuyentar a los malos espíritus que pueblan la oscuridad. Hoja de cuchillo
  • 21. La siguiente vitrina se dedica a mostrar la representación material del mundo de las creencias heterodoxas, algunas de ellas todavía muy ligadas a la religiosidad cristiana, y otras que decididamente podrían encuadrarse en un ámbito pagano. Entre las primeras, vemos la rosca de pan de San Blas, reminiscencia de las “caridades” que se repartían antaño en numerosas romerías y fiestas religiosas destinadas a aliviar la necesidad de los más pobres; en este caso, es evidente la relación que existe entre la forma de circunferencia de la rosca y el papel que se le atribuye a San Blas como protector contra los males de la garganta. Rosca de San Blas En este mundo de práctica religiosa popular se encuadra también el Semanario de Cuaresma, de caña, que servía para llevar la cuenta de las semanas previas a la Semana Santa, en que no se podía consumir carne. Cada viernes, se cortaba uno de los hilos dando por terminada una semana. A caballo entre lo religioso y lo profano están diferentes elementos de la naturaleza a los que se confiere un poder protector. El ave, representado en el plato de loza, es un elemento ligado a la iconografía católica (paloma del Espíritu Santo, representación del alma) pero también presente en el “Piedra del rayo” imaginario popular (hay aves de buen y de mal agüero, presagian desgracias o hechos felices, etc.). Y entran claramente en lo que se ha venido llamando “supersticiones” los restantes elementos de la vitrina, como son la “Piedra del rayo”, que en realidad es una herramienta neolítica y que los pastores recogían del suelo en la creencia de que eran la marca dejada por un rayo y que tenía poder protector sobre los ganados y las personas; también la media luna que vemos representada en los amuletos de plata y en los candiles es un símbolo destinado a proteger a las personas que los poseen contra el “alunamiento”, un temible mal que podía llevar a la muerte o a la locura. Plato con representación de un ave La permeabilidad entre este mundo de creencias paganas y el cristianismo es continua y evidente, y así, el poder de la luna sobre el ser humano y especialmente sobre la mujer, se ve reflejado en elementos de la iconografía cristiana como la representación de la Inmaculada Concepción pisando los cuernos de la luna (véase la pililla de agua bendita en la vitrina anterior). Amuleto
  • 22. Las referencias a la religiosidad en una compleja relación de sincretismo con creencias anteriores al cristianismo se completan con las figuras de la Carantoña de Acehúche y el Jarramplas de Piornal. Ambas son máscaras del ciclo festivo de invierno, que salen por la fiesta de San Sebastián, y coinciden en su función de asustar. Jarramplas es una personificación del santo, que murió asaeteado, aunque aquí las flechas se sustituyen por nabos. La Carantoña es una figura grotesca propia de una sociedad pastoril, como las que se encuentran por toda Europa vinculadas a esta forma de vida. En ambos casos, permanece latente el hecho de la expulsión del mal; las dos figuras representan el mal, el frío y la escasez del invierno; por ello son expulsadas simbólicamente de la comunidad, para favorecer el resurgimiento de los campos y los ganados en la incipiente primavera que se avecina. Jarramplas
  • 23. MÚSICA Dos vitrinas de la sala 14 están dedicadas a la música popular en la provincia. Ésta se representa a partir de los instrumentos de uso y fabricación tradicional; así, la gaita extremeña (en realidad una flauta de pico que se maneja con una sola mano) y el tamboril han sido desde muy antiguo casi la única instrumentación de los bailes populares en nuestra provincia. Otros instrumentos, preferentemente de percusión, han servido también para animar las danzas populares; entre ellos hay que mencionar el almirez (a menudo fabricado expresamente para su uso musical), las hueseras, flautas y cañas de percusión, las sonajas, que incorporan platillos de metal, y sobre todo las castañuelas, así llamadas por su forma de castaña, también conocidas como crótalos o palillos, usadas generalmente para marcar el ritmo del baile, tanto por hombres como por mujeres. Tamboril Gaita extremeña Huesera Mención especial merece el rabel, el instrumento de cuerda pastoril por excelencia. De uso muy extendido por casi toda España, generalmente se ha fabricado de madera, con una caja de resonancia cubierta por una piel de gato, aunque también los hay de calabaza, que alcanzan menor sonoridad. Se tañe con un arco equipado con crines de caballo. Rabel