Al hilo del cuarto centenario de la muerte del Greco, encuentro con el actual conde de Orgaz en su casa de Ávila. Una vida intensa, y para nada ociosa....
2. EL
TATARA..
NIETO
DEL CONDE
Está doctorado en Historia y afirma haber dado múltiples lecciones magistrales de la pintura del entierro recreado por El Greco. El
XXI conde de Orgaz, descendiente de Gonzalo Ruiz de Toledo,
repasa su noble vida. por Javier Caballero fotografía de Chema Conesa
ORGULLO FAMILIAR
Gonzalo Crespí de
Valldaura, de 77
años, en su casa de
Ávila, junto a un
cuadro anónimo del
siglo XVII del entierro
de su antepasado
y retratos de
viejos nobles.
Si el manoseado aforismo “nobleza
obliga” se define como el virtuoso proceder en cualesquiera camino que se
emprenda –y que a su vez justifica y
homenajea el augusto linaje en cuestión– en la figura de don Gonzalo Crespí de Valldaura y Bosch-Llabrús la frase se cumple a carta cabal. Porque este
conde de Orgaz del nuevo milenio ha sabido estar a la altura (filantrópica y humanitaria) de la mayoría de sus antepasados. Ha sido la suya una vida de
entrega a los demás y de curiosidad casi
renacentista, sin menoscabo de abstraerse de los placeres mundanos que su abolengo le procuró desde la cuna.
Inquieto humanista, poliédrico y políglota, personaje total y prácticamente
desconocido a los voraces ojos de los
medios, don Gonzalo Crespí es mucho
más que el dignísimo vigésimo primer
conde de Orgaz, descendiente, por tanto, del personaje central del cuadro que
El Greco pintó hacia 1586. Hoy día este
noble madrileño nacido en el año 36 camina por el siglo XXI con deleite, exqui-
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sitos modales e hiperactividad. Se doctoró en Historia; pudo ser gran economista; trabajó en Publicidad en los 70 rodeado de gente sin afeitar; metió en el
barro de la India sus zapatos castellanos
para fundar Ayuda en Acción en los
80, implantando en España eso tan rimbombante de apadrinar niños del Tercer
Mundo; viajó de sobra; importó mecheros; jugó al golf; tuvo cinco hijos y regateó los siete mares. Después de todo,
y entre sesiones de pilates, aún preside
la Orden de Malta.
“También tengo una ganadería que
comercializa ternera de Ávila”, agrega el conde, mientras crepita la chimenea de su casona abulense del siglo
XV, que fue propiedad de parientes
de Santa Teresa y que ahora es archivo
objeto de estudio (con cita previa) para
escrutar legajos de “paleografía diplomática”. Entre retratos de viejos nobles
–“que nos miran hostilmente”– y suelos crujientes, rebobina don Gonzalo
sus recuerdos y desbroza el origen de
su genealogía.
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Impreso por . Prohibida su reproducción.
EL NOBLE GONZALO CRESPÍ DE VALLDAURA
3. CO
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Al cuadro de El Greco le debe gran parte de la resonancia que ostenta su blasón. Don Gonzalo, que atiende al teléfono como “conde de Orgaz”, conoce
al detalle la temática, el simbolismo, la
historia detallada del óleo. “Existen pocos entierros: el de El Greco, el que pintó Meléndez en tiempos de Felipe V y
este del siglo XVII, un poco naíf, que tengo yo y cuyo autor es anónimo”, enumera. “Mi antepasado Gonzalo Ruiz de Toledo, señor de Orgaz, fue notario mayor
de Castilla, ayo del rey Alfonso XI, alcalde de Toledo… No fue hombre de guerra, sino más bien un buen administrativo y un benefactor. Murió en 1323
y dejó escrito en su testamento que la villa de Orgaz entregara anualmente al
cura de Santo Tomé –iglesia en un pico
de la judería de Toledo– una suma de dinero, además de carneros y otras prebendas. Esta manda no se cumplió hasta
que, 200 años después, el párroco, Andrés Núñez, reclamó la deuda, que fue
satisfecha con efecto retroactivo. En
agradecimiento, encargó ese cuadro
de la glorificación a El Greco, que cobró 1.200 ducados por él”, explica.
PINTURA ANACRÓNICA. Así fue como a Do-
ménikos Theotokópoulos le cayó en suerte plasmar uno de los más sublimes milagros de la Historia del Arte, prodigioso
deceso disfrutado cada año en la Iglesia
de Santo Tomé por 300.000 personas, a
2,50 euros la entrada. “El Greco hizo algo
sacrílego puesto que pintó el cuadro 200
años después. Es como si ahora Antonio López pintara a un santo de 1790 y
le rodeara de Felipe González, Zapatero,
Rajoy, el Rey y Cristiano Ronaldo. Todo el
mundo se echaría las manos a la cabeza”,
explica don Gonzalo. “El cuadro fue una
restitución a la figura de Gonzalo Ruiz,
pero incluso parece que no es él el retratado, sino que pudo ser el conde del momento, Juan Hurtado de Mendoza, porque a El Greco le divirtió ese juego, ese
guiño anacrónico”, prosigue.
Decenas, centenares de veces, le ha
tocado al conde de Orgaz explicar el cuadro a amigos, familiares y compromisos varios. La cosa le entretiene, no le irrita, tirando de su academicismo de
historiador. Para los devoradores de arcanos, no ve en el cuadro ningún esoterismo o mensaje cifrado en plan Dan
Brown. “No hay que buscar tres pies al
gato, aunque lo plasmado sea una inverisimilitud histórica”.
Vinculado históricamente al instante del
deceso de un antepasado, la vida de don
Gonzalo Crespí de Valldaura también merecería un cuadro de colosales dimensiones. De la guerra, bautizado en 1936, no
se acuerda de nada; de la posguerra, de
poca cosa. Su infancia jugueteó en la placidez de Chamberí (Madrid) y el Cole-
En la década de los 80 se emancipó de
McCann para fundar su propia agencia
(con moderado éxito). Fue después cuando trajo a España la franquicia inglesa Action Aid bajo el epígrafe Ayuda en Acción. Estuvo 23 años como presidente.
Consiguió dinero bajo las piedras y canalizó y verificó la ayuda. Aquello le dio una
perspectiva del mundo totalmente diferente. Siempre pagó viajes y estancias de
su bolsillo. Conoció lo más mísero de África, Sudamérica y Asia; también la millonaria generosidad de Vicente Ferrer.
“Era un ser absolutamente carismático,
muy activo, con un gran poder de atraer
a la gente. Es un santo laico”, califica
con brillo en sus claras pupilas.
CABALLERO DE CORAZÓN. El conde de Orgaz
UNA CASA PALACIO SOCIALISTA.
Muchos hitos han jalonado a la estirpe de don
Gonzalo Crespí, algunos aún muy vigentes. Su
padre Esteban y su tío Agustín fueron promotores del metro de Madrid. También participaron
en el levantamiento de la (entonces) distinguidísima urbanización Parque Conde de Orgaz, a
orillas del norte de la M-30 madrileña.
Y paseando por la Gran Vía aún se enseñorea
el Palacio de la Prensa (en la imagen), vieja
residencia familiar donde hoy hay salas de cine,
discoteca y hasta una sede del PSOE.
gio del Pilar, al tiempo que su padre, ingeniero artillero, abandonaba los galones
para primero trabajar en Agromán y luego administrar el patrimonio de la saga.
“Mi madre murió joven y me crió mi
abuela”, evoca brevemente. La juventud
la pasó a caballo entre Madrid y Barcelona. Tanto puente aéreo acabó en
boda con una catalana, María Eugenia
Cardenal de Caralt. Corría el año 1959.
También fue el año en que falleció su
progenitor, heredando, por consiguiente, el condado de Orgaz. Estrenó la responsabilidad con sinsabores. En el terreno académico, se descabalgó de
Económicas, pero esa pequeña derrota le llevó por un camino inesperado en
1962. “Lo que aprendí en la carrera lo
pude aplicar luego en el campo de la publicidad, un noble como yo metido en
ese mundo tan moderno. Trabajé para
McCann Ericsson, que primero fue Publicidad Ruescas, como ejecutivo de
cuentas, y entonces eras como un semidiós. Llevaba Pond’s, tabaco Águila,
Land Rover Santana… España era un
país encerrado en sí mismo, antiguo, y
mi trabajo me hizo ver un mundo nuevo”, asevera quien permaneció entre eslóganes hasta 1970. “Pero no me gusta
la serie esa de Mad Men, las cosas no sucedieron así y aunque los publicistas
americanos bebían mucho está todo
muy exagerado”, explica.
asegura que nunca dirigió la institución
desde “una torre de Marfil”, por eso dejó
el cargo cuando las fuerzas escasearon, en
2004. Sin demasiada transición, don Gonzalo se enroló en la presidencia de la Orden de Malta, cuyo emblema refulge desde la solapa de su traje. “Somos 700
miembros en España y 12.500 en todo el
mundo. Para ingresar solo hay que querer
ayudar, sobre todo a los enfermos. Es un
club restringido en el sentido de que si no
trabajas, no entras. No hace falta abolengo a grandes apellidos compuestos, todos
somos caballeros, aunque de distinta índole”, explica, para añadir que “la labor
más importante que realizamos son los
comedores sociales”.
–¿Cómo se trabaja uno justificar ser noble en este siglo XXI?
–La nobleza tiene un papel más testimonial en la Historia actual. No tenemos ninguna prerrogativa, ni obligación más que
con nuestras familias. He tratado de vivir
intensamente y no ser un parásito.
–¿Cómo imagina su propio sepelio?
–No me preocupa especialmente. Pues
mire, en Sumacárcer (Valencia), a los pies
de un cristo milagroso, tenemos el panteón familiar.
–¿Quién heredará el título?
–Mi hijo Agustín. Trabaja en Ganga Producciones, la de Cuéntame. A veces me
impone alguna película torturante (yo
me quedo con My Fair Lady). Eso sí, yo
creo que el condado está más cerca de un
cineasta que del publicista que fui yo
cuando lo heredé.
–¿Cree que habrá algo más tras doblar la
esquina?
–Creo en el cielo, en el sentido católico de
la palabra, aunque el cielo también te lo
puedes crear en la Tierra, igual que el
infierno. Lo más importante es no odiar.
Si volviese a vivir, mi vida se acercaría
mucho a esto. Ni en mis sueños más
disparatados pensaba en el cambio que
ha dado este país. Yo he visto niños descalzos por Madrid y en España se ha
muerto gente de hambre. ¯
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TODOS LOS CONDES
El Conde de Orgaz
que pintó El Greco
realmente no
ostentaba tal
título. Gonzalo
Ruiz de Toledo,
fallecido en 1323,
era señor de
Orgaz. Fue en 1520
cuando Carlos I
otorgó por primera
vez este condado.
I. Álvaro Pérez de
Guzmán y Mendoza.
El rey le nombró
conde para premiar
su fidelidad.
II. Juan Hurtado de
Mendoza Rojas y
Guzmán. Relevante
en la corte de Felipe II.
III. Juan Hurtado de
Mendoza Guzmán y
Rojas. Cuando los
moriscos fueron
expulsados de
Granada le tomaron
como protector.
Mayordomo de Felipe
II y prestamero de
Vizcaya.
IV. Juan Hurtado de
Mendoza y Toledo.
Hijo del anterior, no
prestó grandes
labores a la
monarquía. Fue
señor de Mendivil.
V. Esteban de
Mendoza y Barroso.
Nacido en 1551 e hijo
del señor de
Mendivil.
VI. Baltasar de
Mendoza y Gómez de
Sandoval. Nacido en
1600, estaba
emparentado con la
familia del rey
Fernando de Castilla.
VII. José de
Mendoza y Gómez
de Sandoval. Yerno
de Benito Trilles,
marqués de Torralba
y noble cercano a
Felipe IV.
VIII. Agustín de
Mendoza Trilles.
Murió
sin sucesión.
IX. María de
Mendoza y Trilles.
Heredó el estado de
Orgaz de su hermano
Agustín y posterior-
mente pasaría a su
hermana Josefa.
X. Josefa de
Mendoza y Trilles.
Casada con don
Joaquín Crespí de
Valldaura.
XI. Cristóbal Crespí
de Valldaura. El
condado de Orgaz
pasó al linaje de los
Crespí de Valldaura.
XII. Joaquín Crespí
de Valldaura.
Fallecido en 1814,
también fue conde
de Castrillo.
XIII. José Crespí de
Valldaura y Hurtado
de Mendoza. Muere
sin descendencia.
XIV. Cristóbal Crespí
de Valldaura y
Hurtado de
Mendoza. Hereda el
título de su hermano.
XV. Joaquín Crespí
de Valldaura Lequina
y Garca. Recibió el
título con 10 años,
tras la muerte de
su padre.
XVI. Agustín Crespí
de Valldaura y de
Carvajal. Conde de
Orgaz y varios títulos
más. Grande de
España.
XVII. Agustín Bou
Crespí de Valldaura
Carvajal y Caro.
Participó en política,
presidió la minoría
carlista del conde de
Orgaz.
XVIII. Esteban
Crespí de Valldaura y
Fortuny. Participó en
la construcción del
metro de Madrid.
XIX. Agustín Crespí
de Valldaura y
Cavero. Fue coronel
de Infantería.
Sucedió a su padre y
murió sin sucesión.
XX. Esteban Crespí
de Valldaura y
Cavero. Heredó el
título de su hermano.
XXI. Gonzalo Crespí
de Valldaura
y Bosch-Labrus.
Sucedió a su padre
en el título de conde
de Orgaz en 1959.