El debut literario de Mikel Santiago conquista los mercados internacionales
1. L I T E RATURA Fe n óme n o
AMBIENTADO
El autor
Mikel
Santiago,
39 años,
en una
biblioteca de
Dublín, uno de
los escenarios
de su novela.
AUTOR DE
SEIS
CIFRAS
El contrato millonario de MIKEL SANTIAGO
por traducir al inglés La última noche en
Tremore Beach alcanza un anticipo de seis
cifras. Esta inquietante novela de intriga
psicológica es su debut literario.
Por JAVIER CABALLERO
?
2. l primer tópico se hace añicos.
Le afligió más la muerte del
tragicómico Robin Williams
que la de la vampiresa del cine
noir Lauren Bacall: “Cuando
me enteré, pensé: ‘¿Pero toda-vía
seguía viva?’”. La mitoma-nía
suele ser una buena mane-ra
E
de abrir fuego y conversación con un escritor novel,
prometedor, brillante y que pertenece a esa genera-ción
indefinida –a caballo entre El Padrino y Los Simp-son–
que está a las puertas de los 40. Más aún si el
género en el que bucea es un cóctel de suspense y
novela gótica, donde hay desfiladeros, tormentas y ator-mentados,
hospitales y aparentes desórdenes menta-les,
frías playas vacías, premoniciones, casas de ma-dera
que cruje y personajes
inquietantes con pasado y esco-peta
escondidos en el baúl.
Tira de una escenografía muy
cinematográfica Mikel Santiago
(Bilbao, 8 de septiembre de
1975) para construir sus relatos.
Los engarza con inequívocas re-ferencias
a John Conolly, Agatha
Christie, Edgar Allan Poe, Alfred
Hitchcock, y hasta Tim Burton,
aunque él trata de huir de los epó-nimos
y los eslóganes de promo-ción
del estilo “no se pierdan al
Stephen King de Portugalete”:
“Me parece que esa es una mane-ra
de colocar a una persona en
una tienda donde hay 20.000 li-bros.
Ese calificativo aún me que-da
fuera de rango. Yo estoy empe-zando.
Tengo mucho aprendido
de su método y, por supuesto, me
encanta su narrativa. Tanto él
como yo concebimos la escritu-ra
como un trabajo duro, una dis-ciplina
diaria de no levantarse
de la silla. Como diría Javier Re-verte,
hay que escribir con el
culo”, comenta el último fenóme-no
literario que ha entrado como
un tiro en librerías analógicas y di-gitales
gracias a La última noche
en Tremore Beach (Ediciones B), su
primer volumen. Desde el 4 de ju-nio
hasta hoy ha despachado seis
ediciones de su debut, o lo que es
lo mismo, más de 30.000 ejempla-res.
Y subiendo.
TRIUNFADOR. Algo tendrá el
vizcaíno cuando lo bendice tan-to
la crítica doméstica como los
que manejan el cotarro edito-rial
mundial. Ya despertaron cu-riosidad
Historia de un crimen per-fecto
o Noche de almas, relatos de
terror que colgó en Amazon.
Pero el pelotazo mediático ha
llegado con una obra madura
y rotunda. “Una intriga psicoló-gica
NUESTROS
INTERNACIONALES
de gran altura. Formida-ble”,
glosó Pedro Unamuno, EL MUNDO. “Empecé
a leer este libro en el tren. Es la primera vez en mi vida
que me paso de estación”, reseñó Luis Algorri en la
revista Tiempo. “Al acabar la lectura, surge la pre-gunta:
¿dónde ha estado escondido este autor?”, plas-mó
José Andrés Espelt en la prestigiosa bitácora de-dicada
a la novela negra Cruce de Cables.
tan bien y los devoraba con tanta fruición que ha aca-bado
trabajando de desarrollador de software. “Uno de
mis hobbies, como hacer surf, es programar. Leía esos
tochos para entender cómo se hacen las cosas. Tirar
códigos es una analogía de la escritura. En la actuali-dad
hago aplicaciones móviles y programas de servi-cios
como servidores y bases de datos”, explica. Para
llegar a este punto profesional tuvo que emigrar. Pri-mero
se empleó en la Firestone de Bilbao y en un
par de consultorías y empresas de ingeniería. Luego
tocó hacer el petate y presentarse en el aeropuerto.
EXPATRIADO. Emigró por voluntad propia (“no
soy de la remesa que salió a la desesperada”), y par-te
de su biografía se entrelaza y casi confunde con la
de Peter Harper, protagonista de Tremore Beach. Am-bos
aman la música, en diferentes géneros, y ambos
se tuvieron que ir con ella a otra parte: Irlanda. “Un
amigo me convenció y me marché a Dublín. Estaba
en plena crisis de los 30 y mi dibujo de la vida no era
el que me habían vendido”, evoca.
Estuvo en la isla desde 2007 hasta 2010 siguien-do
con su faceta de informático. Allí gestó la que
está siendo una de las últimas sensaciones edito-riales.
“Me gustaron mucho los irlandeses como con-tadores
de historias y por cómo cambian la realidad
de lo que les rodea. Es un país encantador. Llegué a
Donegal, en la costa norte, y visualicé la historia.
Dos casas en la playa, un tipo solitario...”. Ya tenía el set
up donde encajar su obra. Pero no la remataría in situ,
sino en otras latitudes, en Ámsterdam, donde aterri-zó
en 2011 atraído por otra oferta laboral. Dos años
ha tardado en fraguar Tremore Beach, dejándola re-posar
como una buena receta y testándola con sus me-jores
censores, Ainhoa, su pareja, y sus amigos bi-bliófilos,
críticos y directos, sin mediatizar. “Pensé que
iba a ser una catástrofe, que lo iba a colgar en Amazon
y no lo iba a comprar ni dios”, confiesa.
Afortunadamente se equivocó. Y con esa atmós-fera
y ese thriller tan arrobador, la traslación al cine
parece cuestión de tiempo: acaba de vender los de-rechos
para una posible adaptación a la gran panta-lla
a la productora de Alejandro Amenábar. “Veo una
especie de Twin Peaks, con más personajes y más de-sarrollo
de tramas. Como Doctor en Alaska, pero de
intriga”, vaticina mientras se enfrasca en el cursor
que parpadea. “Lo que escribo ahora es secreto, una
novela completamente diferente. La protagoniza una
mujer y se sitúa en Nueva York. Pero contiene simi-litudes:
es una intriga con una gran historia de amor
a día de hoy. Sé que hay cierta presión sobre el se-gundo
libro cuando se tiene éxito con el primero, pero
la ventaja es que hace tiempo que lo tengo medio es-crito.
Es una obra más madura”, detalla.
Cada día Mikel Santiago emplea 300 minutos
en teclear y fantasear con historias
que bullen no se sabe bien
dónde. Busca como Peter
Harper, la revelación, “ser el
médium capaz de hablar con
otro mundo, un mundo de
fantasmas bellos y escurridi-zos”.
Mientras espera frente
al ordenador que aparezca la
musa de la literatura, sigue
tocando con otros españoli-tos
de Ámsterdam en grupos
como Los Rosario Brothers,
una banda tex mex de cala-veras
y difuntos. t
Quienes ya saben de las coordenadas de Santiago
son los cazatalentos de la editorial estadounidense
Simon & Schuster, que acaban de adquirir los de-rechos
en inglés de esta obra que sí, se lee gusto-samente
en un periquete (la filial de Simon, Atria
Books, es la que publica a Stephen King, de ahí los
paralelismos...). Los americanos han apoquinado de
buena gana un anticipo de seis cifras, algo que en
jerga denominan six figure deal y que podrían ser
100.000... o 999.999 dólares. Aseguran que hubo puja
con otras dos editoriales y que en Simon & Schuster
–que también tiene en nómina a nuestros superventas
Javier Sierra, María Dueñas y Juan Gómez Jurado– la
premisa era no dejar escapar a este mirlo blanco.
Santiago se ha colado junto a ellos en una privile-giada
estadística: solo un 3% de los libros publicados
en la tierra de las barras y las es-trellas
no están escritos en el
idioma de Shakespeare. De mo-mento
nueve son los idiomas a
los que ha sido traducida la no-vela.
A la venta en Francia, Po-lonia,
Grecia, Taiwan, Brasil..., y
así hasta 15 países: “Me hizo gra-cia
tener en las manos el ejem-plar
en japonés”, comenta este
trotamundos bilbaíno que cre-ció
en la margen fea con vistas
bonitas de la ría: Portugalete.
Hijo de bancario y ama de
casa, es fruto de esa generación
cuyos progenitores “no tuvieron
pájaros en la cabeza y se dedi-caron
a trabajar”. Las algaradas
de la kale borroka y el monstruo
de ETA, la reconversión indus-trial,
la droga ochentera y el rito
iniciático de aquella España en
Transición compusieron el pai-sanaje
juvenil de Santiago. “Tam-poco
voy a dibujar mi vida como
la peli Calles de fuego, pero viví
todo el conflicto de la siderurgia,
el terrorismo, las manifestacio-nes...
En cualquier caso, disfruté
de una infancia y una adolescen-cia
felices, formando cuadrilla
gótica en el colegio y arrimándo-me
a los típicos botellones. Pron-to
empecé a dedicarme a cosas
creativas y escribir cuentos. Los
libros que frecuentaba eran los
de Sherlock Holmes, de Julio
Verne y de Poe, las lecturas típi-cas
del colegio”, rememora.
Cuando terminó COU, el
novelista en ciernes no tenía pa-jolera
idea de por dónde tirar.
Tal vez por el Periodismo. Tal
vez por el rock con su grupo new
romantic La Negra Loca, que a
punto estuvo de persuadir a una
discográfica de su rentabilidad.
Pero con unos padres como los
suyos no pudo saltarse la univer-sidad.
Empezó Económicas
aunque lo que terminó fue So-ciología,
JAVIER SIERRA
MARÍA DUEÑAS
JUAN GÓMEZ
JURADO
“una carrera que agarré con más ganas y com-patibilicé
a duras penas con la banda. Ahí me espa-bilé,
me quité el pavo de la cara”, reconoce.
Además de devorar 1984, de George Orwell, las no-velas
de Stephen King y las historias de Lovecraft,
Santiago hundió la cerviz en otros libros repletos de
misterios: los de programación informática. Se le dio
Desde la mo-destia
y el vér-tigo
que impone
ser un novel,
Mikel Santiago
pretende emular
a otros autores
españoles que
fueron pioneros
en la conquista
del lejano oeste
y otros merca-dos
internacio-nales.
Como Ja-vier
Sierra (que
en 2006 colocó
su libro La cena
secreta en el
sexto puesto del
Top Ten de los
superventas de
EEUU); María
Dueñas (cuyo
El tiempo entre
costuras supera
ampliamente el
millón de ejem-plares
vendidos
y ha sido tradu-cido
a 25 idio-mas),
o Juan
Gómez Jurado
(sus tramas,
como Espía de
Dios, se venden
en más de 40 países y han conquis-tado
a lectores de todo el mundo), que
también forman parte de la plantilla
editorial de Simon & Schuster, a la que
acaba de incorporarse el bilbaíno San-tiago.
¿El objetivo? Alcanzar algún día
al súmmum de los fenómenos editoria-les:
Carlos Ruiz Zafón, con La sombra
del viento, el único megaseller patrio
al haber superado los 10 millones
de ejemplares (alcanzó los 14).
Más información sobre el autor y su novela en
www.mikelsantiago.com y www.edicionesb.com
CARLOS RUIZ
ZAFÓN
6ª EDICIÓN. La última
noche en Tremore
Beach (Ediciones B),
de Mikel Santiago.
Precio: 18 euros.
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