Los pueblos germánicos fueron tribus indoeuropeas que habitaban la región al norte del Imperio Romano conocida como Germania. A pesar de ser tribus separadas, compartían características como una monarquía electiva y el derecho consuetudinario. Tras la caída del Imperio Romano, los germanos se apropiaron de sus tierras y las repartieron según su organización gentilicia, transformando progresivamente esta estructura en organizaciones territoriales y estados, como el Imperio Franco.