Taller sobre la Guerra Civil, realizado en Gijón el día 23 de octubre de 2016, organizado por la asociación Fosa Común de Tiraña y coordinado por Goyo Armañanzas Ros, psiquiatra.
Guerra Civil. Parando el silencio, compartiendo vivencias
1. GUERRA CIVIL. PARANDO EL SILENCIO, COMPARTIENDO VIVENCIAS
Este taller se realizó en Gijón el día 23 de octubre de 2016. Estaba organizado por la
asociación Fosa Común de Tiraña. La convocatoria iba dirigida a personas que se sintieran
afectadas por el trauma de la Guerra Civil Española y quisieran trabajar sobre ello. Estuvo
coordinado por Goyo Armañanzas Ros.
Acudieron trece personas. Nueve personas eran de Asturias y cuatro de fuera de
Asturias. Las edades oscilaban entre 19 y 70 años. Entre ellas había varias personas con lazos
familiares: nieta de asesinado, sus dos biznietas y la pareja de una de ellas. Dos nietas de
asesinado, hermanas, y el marido de una de ellas.
Hicimosalgunos ejercicios para generar un acercamiento y aumento de la confianza en
el grupo.Establecimosunpactode confidencialidad, de forma que no saldría del grupo quién
dijo qué ni otros detalles personales. Por otro lado, convinimos en que si trataríamos de
compartirlo que aprendiéramosyayudara a otrosa entenderseyentenderestostraumasque
nos deja la historia. Este resumen es un intento de ello.
Surgió que una buena parte tenían familiares afectados por la guerra civil en los dos
bandos. Tres o cuatro personas indicaron que sus familias habían sido afectadas
personalmente por la segunda guerra mundial.
Cincoo seispersonasrefirieronhabervividosituacionesde maltrato anivel familiar.Una
persona comentó como, tras sufrir la represión franquista, alguien inició una conducta de
maltrato en casa.
Exploramos tres sentimientos importantes en estas situaciones de transmisión del
trauma: la tristeza, la rabia y la vergüenza.
Trabajamos en varias personas la expresión de la rabia. Costaba hacerlo, pero fueron
aumentandosusrecursos para ellos. En una ocasión, la aparición de la tristeza pudo tratar de
ocultarla rabia.Es sabidocómoestopuede darse así y tambiénen el sentido contrario: que la
rabia oculte la tristeza. Hubo otras personas que expresaron la tristeza y la vergüenza. Una
persona expresó que jamás sintió vergüenza. Esos sentimientos se expresaban en relación a
familiares afectadosporlaguerra, como padresy abuelos.Enalgunoscasosvinculado a lo que
estos vivieron en la guerra ( algunos asesinados), y en otros casos, relacionado con otras
circunstancias.
Aproximadamente la mitad del grupo expresó tener entre las personas cercanas,
antecesores del lado franquista de la Guerra civil. Dos personas expresaron sentimientos de
ternura, cercanía y lo que habían recibido de bueno de parte de estos familiares ( padre y
abuelo). Se narraron asesinatos atroces por parte de franquistas cometidos en 1948, nueve
años después de la guerra, en el Pozo de Funéres.
Las personas terminaron el taller escribiendo una carta a un ancestro del cual habían
recibidoalgoimportante.Algunaspersonasrecrearonel encuentro en el cual hablaban lo que
tenían pendiente de decirles.
Es importante destacar que, a pesar de haber ancestros de diferentes bandos en la
guerra,todos pudimos compartir y respetar los sentimientos y vivencias de todos, dentro de
un clima de confianza y apoyo mutuo. El enfrentamiento que se puede imaginar, se teme y
que se da a un nivel público, no se da cuando las personas se acercan personalmente y
comparten sus vivencias en un contexto de seguridad, sabiendo que van a ser respetados y
cuidados.
2. EVOCACIONES DEL TALLER
Sé que es difícil poner en palabras sentimientos tan delicados y guardados. No
obstante me parece importante la posibilidad de aprendizaje que puede dar el compartirlos.
Por ellosolicitéque quienquisiera, podía mandar las evocaciones que le trajo la experiencia.
Una participante nacida en Irlanda, con su familia de origen afectada por la segunda
guerra mundial y su familia de España afectada por la Guerra Civil, nos cuenta lo que le ha
evocado el taller:
“Hubo muchasreferenciasalaviolenciadoméstica.Cuandoenmi familianosenteramos
recientemente de las experiencias límite de mi padre en la Segunda Guerra Mundial,
entendimos sus comportamientos violentos en casa. Me resultó extraño estar ayudando a
alguiena expresar la rabia (refiriéndose a la ayuda que prestó a otra persona en el taller), yo
que vengode una familiadonde latareaes contener y encauzar. Me conmovió la historia que
se contó de un niñoapedreadoenel puebloporlo que su padre debió hacer o dejar de hacer.
Mi emigraciónparahuirde laviolencia.Mi padre vinode la Segunda Guerra Mundial con unas
experiencias que no fueron atendidas emocionalmente de forma adecuada. Fue un hombre
con unosaltibajosde humorinexplicables.Hastalosniñosde losvecinosse largabanrápido de
jugar ennuestrojardíncuando le veían venir. Tendía a pensar que le estaban criticando. Pero
cuando estaba de buenas, era cariñoso, lleno de energía, imaginativo y buen padre. Mis
hermanosa pesarde no ir a la guerra,han repetidopatronesde comportamiento como los de
su padre. Los tres están divorciados y no saben por qué.
En cuanto a la vergüenza,mi padre nuncanoscontó a loshijos,ydudo que lo supiera mi
madre, aquel bombardeo alemán sobre una lancha presa de la marea en Normandía. Hubo
variosmuertosysugirieronllevarloauntribunal porincompetencia.Nopudo contarlo. Fue su
hermano mayor quien me lo contó, años después de que él muriera.
Respectoa lafamiliaconla que me emparenté al veniraEspaña,han tenidouna historia
con la Guerra Civil en la que han investigado poco. Los comportamientos de autodestrucción
que he vividoenmi compañeroyen algúnhijo, no tienen otra explicación. La tristeza que me
invade aveces me viene de cuandohe vistoy padecidola incapacidad de ellos de ser felices y
de gozar de lo que la vida les ha proporcionado en abundancia. Los miedos y penurias de
aquellos años de la guerra y la postguerra parece que siguieran vivos todavía. ¡Qué pena no
haber vivido y amado con plenitud!”
Otro participante nieto de asesinado en la Guerra Civil, escribe:
“No puedoquitarme de lacabezadoscosas que se contaron enel taller.Una de ellasfue
como en1948 cogierona gente,losllevaronal pozode Funéres en el monte, les dispararon y
los tiraron al pozo. A algunos vivos porque se les acabaron las balas. Los somatenes eran los
peores. Luego un pastor escuchó gritos de los que no habían muerto y bajó a dar la alarma.
Llegóa oídos de otros que subieroncon gasolinay les dieron fuego. ¡ Nueve años después de
la guerra!
La otra experiencia que me impresionó es de una madre a la que encerraron en una
cuadra, dejando fuera a su hija de cuatro años. Le dieron fuego a la cuadra y se fueron. La
madre gritaba a la hijaque le abriera,peroellanopodía. La mujer murió quemada y la niña se
volvió loca. No puedo entender tanta crueldad”
Otra persona,hijade un militar franquista que participó en la guerra, nos transmite sus
evocaciones y otras reflexiones a las que le ha llevado:
“Yo he militado siempre en la izquierda en tiempos de Franco en el PCE, luego en
Izquierda Unida. Sé que pertenezco al lado de los vencidos. Pero la sorpresa fue mayúscula
3. cuando,enel anteriortallerque hice contigo,me vi a mí mismapidiendoperdón como hija de
“perpetrador”. Eso me desconcierta.
Eso esalgo que enestasesiónde Gijónse me aclara: yo puedopertenecersinceramente
y de corazón a algo. Una pertenencia elegida. Pero hay otra pertenencia igual de profunda,
pero con un origen más “ancestral”, que me ata a una suerte de materia primigenia muy
poderosa: es la genética.
La carta que nos sugeriste en el taller, se la escribí a mi padre. Entonces me coloqué
claramente ahíen mi familia,en la genética. Pertenezco a ese hilo de gente, de vivencias, de
experiencias.Ydesde ahípidoperdón.Unperdónmuysentido,muysincero,doloroso,porque
mi alma me hace ponerme enlapiel del otro.Yse funde el de donde vengoyloque soy ahora.
Y ahí se disuelve todo.
Sentí una especia de plenitud al final de la sesión que casi me avergonzaba porque me
parecía un poco obscenofrente apersonasque se debatenensusufrimientoyrabia.Personas
que se están animando a nombrar gritar en público.
Me viene también eso que tú dices de que en las familias suele haber alguien que se
erige de hecho en portavoz del grupo familiar para ciertas cosas. Pues a mí me toca ser el
portavoz de esto de ese pedir perdón necesario. Lo asumo plenamente.
Me debe ayudar a ello esa metamorfosis mía de pertenecer de alguna forma a los dos
bandos. También el hecho de que mi línea de “perpetradores” no fue exactamente de esos
matones duros.
En el taller de Gijón empecé con la boca seca porque, al entrar en la sala, percibí un
cambio sutil en dos personas del taller que había conocido poco antes. Deduje que habían
sabidode dónde venía.Peroenseguida me sentí libre para participar en la primera propuesta
que nos hiciste.Habíaque pasearun recorridode la vida: yo, de niña, salta alegremente y, de
repente, una caída brutal: la muerte de mi padre y la separación. La marcha a América me
redime con las danzas concheras indígenas.
Yo estaba frenándome un poco por no intervenir mucho y dar el cante. Pero el corazón
se me aceleró mucho con el ejercicio de las tres sillas con tres sentimientos: rabia, duelo y
vergüenza. Me salió la rabia que llevo acumulada por todas las guerras de este planeta, por
este país cainita que no soporto más y por todo el dolor sentido. La propuesta de escribir y
cerrar algo pendiente me volvió a sorprender.
Me parece una osadía lo que hice de escribirle a mi padre un militar de Franco,
cuantísimo lo amaba y la paz que me daba el pedir perdón a la vez que daba las gracias.
Tal vez descubro ahora escribiendo esto que esa paz pudiera venir de pedir perdón
humilde y sinceramente.”
Resumido por Goyo Armañanzas Ros, psiquiatra.