El documento presenta tres artículos: 1) Un crucigrama numérico con palabras relacionadas a Jesús y Juan el Bautista. 2) Lecturas bíblicas de la misa dominical sobre Jesús como el Cordero de Dios y el testimonio de Juan. 3) Un cuento sobre un cachorro problemático que cambia su comportamiento después de establecer un vínculo con un albañil.

1. La hojitade los niños
Año XIX • nº 1.337 • 15 de enero de 2017
¡La buena noticia para todos! • Domingo 2º durante el año
CRUCIGRAMA NUMÉRICOMensaje de
La Palabra de Dios
para esta semana
Juan vio lo que sucedía
alrededor de Jesús,
creyó en él y dio
testimonio de que era
el Hijo de Dios.
Nosotros,
¿experimentamos el
amor de Jesús en
nuestra vida?
¿Dejamos que Jesús
nos transforme?
Cuando dejamos que
Jesús habite en
nuestro corazón,
lo sentimos más cerca
y de esa forma también
podremos dar
testimonio de él.
10 3 1 7 16 12
3 16 4 2 11 4 7 14
3 15 7 3 12 2 9
13 2 8 2 11 13 11
2 11 2 10 6 7 8
3 12 2 12 7 3 11
V
E
D
S
A
H
Y
L
M
U
I
O
J
Q
N
T
Reemplazar cada número por la letra co-
rrespondiente para leer una frase de Juan
el Bautista cuando bautiza a Jesús.
V = Cantidad de túnicas de Juan (Mt. 3.4)
E = Ciegos curados por Jesús (Mt. 9, 27)
D = Años que tenía Jesús cuando se quedó en el Templo
escuchando y preguntando a los doctores de la ley.
S = D - V
A = E x E + V
H = S - A
Y = E x A + H
L = Y - H
M = L + E + E
U = S + E
I = D - A
O = E + V
J = S + O - H
Q = J + V
N = A x O
T = S - I
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2. La Biblia, el libro de la Palabra de Dios
Las lecturas de la misa del domingo
Primera lectura: Isaías 49, 3-6
l Se­ñor me di­jo:
–Tú eres mi ser­vi­dor, Is­rael, por ti yo me glo­ri­fi­ca­ré.
Pe­ro yo di­je:
– En va­no me fa­ti­gué, pa­ra na­da, inú­til­men­te, he gas­ta­do mi fuer­za.
Sin em­bar­go, mi de­re­cho es­tá jun­to al Se­ñor y mi re­tri­bu­ción, jun­to a mi Dios.
Y aho­ra, ha­bla el Se­ñor, el que me for­mó des­de el vien­tre ma­ter­no pa­ra que yo sea su
ser­vi­dor, pa­ra ha­cer que Ja­cob vuel­va a él y se le reú­na Is­rael.
Yo soy va­lio­so a los ojos del Se­ñor y mi Dios ha si­do mi for­ta­le­za. Él di­ce: «Es de­ma­sia­do
po­co que seas mi ser­vi­dor pa­ra res­tau­rar a las tri­bus de Ja­cob y ha­cer vol­ver a los so­bre­
vi­vien­tes de Is­rael; yo te des­ti­no a ser la luz de las na­cio­nes, pa­ra que lle­gue mi sal­va­ción
has­ta los con­fi­nes de la tie­rra».
E
Evangelio: Juan 1, 29-34
uan Bau­tis­ta vio acer­car­se a Je­sús y di­jo: «És­te es el Cor­de­ro de
Dios, que qui­ta el pe­ca­do del mun­do. A él me re­fe­ría, cuan­do
di­je: des­pués de mí vie­ne un hom­bre que me pre­ce­de, por­que exis­tía an­
tes que yo. Yo no lo co­no­cía, pe­ro he ve­ni­do a bau­ti­zar con agua pa­ra que
él fue­ra ma­ni­fes­ta­do a Is­rael».
Y Juan dio es­te tes­ti­mo­nio: «He vis­to al Es­pí­ri­tu des­cen­der del cie­lo en for­ma de pa­lo­ma
y per­ma­ne­cer so­bre él. Yo no lo co­no­cía, pe­ro el que me en­vió a bau­ti­zar con agua me
di­jo: aquél so­bre el que veas des­cen­der el Espí­ri­tu y per­ma­ne­cer so­bre él, ése es el que
bau­ti­za en el Es­pí­ri­tu San­to.
Yo lo he vis­to y doy tes­ti­mo­nio de que él es el Hi­jo de Dios».
J
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3. Les habían regalado un perro cachorro. Era
imposible convivir con él. Rompía todo, en-
suciaba por cualquier lado. Si dejaban la
puerta abierta, entraba a la casa y se escon-
día para que no lo vieran.
Era capaz de quedarse
un tiempo larguísimo
debajo de una cama, por
supuesto, siempre co-
miéndose una zapatilla o
una media.
—No dejen las cosas al
alcance, decía la mamá
todo el tiempo.
Pero ni ella podía cum-
plirlo. El perro le agarró
una cartera nueva y la
destrozó. Casi colapsó, según sus textuales
palabras.
—¡Voy a colapsar, voy a colapsar con ese pe-
rro!
Sus hijos no entendían el significado exacto
de esa palabra. Pero, se daban cuenta de que
era algo terrible. En este caso, colapsaría ella
y seguro el perro. Los niños amaban al cacho-
rro y jugaban con él todo el tiempo posible.
Pero a veces hacía frío o estaban en la escuela
o tenían partido los sábados y domingos y el
perro pasaba mucho tiempo solo en el patio.
Tiempo que aprovechaba para comerse un
arbolito recién plantado, pisar toda la huerta,
morder las patas de la mesa y de las sillas del
patio. Todos motivos de colapso total.
Los niños buscaron en internet cómo educar
cachorros y probaron los métodos más di-
versos, algunos más sensatos y otros ridícu-
los. El padre, fanático de los animales y otro
enamorado del cachorro,
también intentó lo posi-
ble.
—Denle una golosina
cuando haga algo bien.
Y un golpecito suave en
el hocico con un repasa-
dor si muerde algo fuera
de lugar. Si quieren que
se siente, muéstrenle un
alimento y llévenlo ha-
cia atrás de su cabeza,
cuando lo haga, denle el
premio... Esos fueron los consejos de la ve-
terinaria.
Nada de esto sirvió, cuando el padre le mos-
tró la golosina e intentó llevarla hacia atrás,
casi le comió la mano. Ya estaban resignados,
cuando en pocos días, el cachorro cambió to-
talmente de actitud.
—Habrá madurado, dijo la madre.
—No creo, no pasó tanto tiempo, es raro que
cambie de un día para otro. ¿Estará enfer-
mo?
Lo llevaron a la veterinaria que lo encontró
lo más bien. Ella también reconoció que el
perro estaba diferente, ya no mordía todo lo
que encontraba y se dejó revisar tranquila-
mente.
El cuento
El cachorro
de María Inés Casalá y aportes de Andrés Pisano Casalá • Dibujo de Hania Kollenberger
Si deseás contactar a la autora podés escribirle a: inescasala@gmail.com
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4. Una mañana descubrieron el motivo. En el
fondo de la casa estaban haciendo un pe-
queño galpón para guardar las herramien-
tas y usar de estudio para pintar. Por eso,
todos los días iban dos albañiles para tra-
bajar. Uno de ellos llegaba antes, calentaba
agua y, mientras esperaba a su compañero,
se sentaba junto al perro, lo acariciaba, le
tiraba una pelotita, le convidaba de sus biz-
cochos y le hablaba serio si hacía travesu-
ras.
El perro lo había reconocido como su ami-
go, lo respetaba y lo acompañaba. Por la
mañana, bien temprano, estaba parado tras
la reja esperándolo.
El día que terminó el trabajo y no fue más,
el perro se quedó tirado en el suelo. No ha-
bía nada que lo distrajera. Entonces, llama-
ron al albañil, le preguntaron si lo quería y
como aceptó, se lo llevó a su casa.
El perro saltaba de alegría. Volvió la mirada
a los niños, los despidió con unos buenos
lengüetazos, y salió corriendo como si co-
nociera esa casa de toda la vida.
www.sanpablo.com.ar
La hojita de los niños. Semanario religioso infantil de uso litúrgico. No reemplaza el uso de los leccionarios.
Nihil Obstat: Conferencia Episcopal Argentina. Imprimatur: Arquidiócesis de Buenos Aires. Edita: Sociedad de San Pablo.
Propietario Sociedad de San Pablo (Paulinos). Registro Nacional de la Propiedad Intelectual: nº 5291558 del 31/5/16
Dirección: P. Aderico Dolzani. Redactora: Inés Casalá. Diagramación: Alfredo Repetto
Dibujos: Hania Kollenberger (cuento). Gladys y Margarita «Las Melli» Pérez.
Dirección y administración: Riobamba 230 C1025ABF Bs. As., Argentina.
Horario: Lunes a viernes de 9.00 a 18.00
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¿Qué se había establecido entre
el hombre y el perro?
¿Damos importancia a los vín-
culos?
Para pensar y
conversar después
de leer el relato
¿Quién es el
Cordero de Dios?
“Ahi viene el Cordero de Dios”
dijo Juan Bautista. Con esas palabras
anunciaba que Jesús se entregaría
como “verdadero Cordero Pascual”.
Eso es lo que significan las palabras
del sacerdote cuando, presentando
la Hostia consagrada dice: “Este es
el Cordero de Dios que quita el pe-
cado del mundo”.
Curiosidades de la Hojita
por Gladys y Margarita Pérez
Las Melli
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