1. La hojitade los niños
Año XIX • nº 1.285 • 14 de febrero de 2016
¡La buena noticia para todos! • Domingo 1º de Cuaresma
OBSERVAR CON
MISERICORIDA
Mensaje de La Palabra de Dios para esta semana
Empezamos la preparación para la Pascua. Vamos a hacerlo pensando que
cada domingo de Cuaresma en un paso en el camino de la misericordia.
1.- El primer paso es: “mirarse hacia adentro”.
Para poder amar, tenemos que saber qué dones tenemos, qué capa-
cidades ha puesto Dios en nuestro corazón. Sólo podemos dar lo que
tenemos y sabemos que tenemos. Es el momento de descubrir nuestras
capacidades y lo que debemos mejorar.
La actividad de hoy invita a observar dónde va cada cuadradito.
Al mismo tiempo pensemos cómo miramos a los demás y para qué.
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2. La Biblia, el libro de la Palabra de Dios
Las lecturas de la misa del domingo
Segunda lectura: Romanos 10, 5 – 13
ermanos: Moisés, en efecto, escribe acerca de la justicia que
proviene de la Ley: “El hombre que la practique vivirá por ella”.
En cambio, la justicia que proviene de la fe habla así: “No digas en tu cora-
zón: ¿Quién subirá al cielo?”, esto es, para hacer descender a Cristo. O bien:
“¿Quién descenderá al Abismo?”, esto es, para hacer subir a Cristo de entre
los muertos. ¿Pero qué es lo que dice la justicia?: “La palabra está cerca de ti, en tu boca y en
tu corazón”, es decir, la palabra de la fe que nosotros predicamos. Porque si confiesas con tu
boca que Jesús es el Señor y crees en tu corazón que Dios lo resucitó de entre los muertos,
serás salvado. Con el corazón se cree para alcanzar la justicia, y con la boca se confiesa para
obtener la salvación. Así lo afirma la Escritura: “El que cree en él, no quedará confundido”.
Porque no hay distinción entre judíos y los que no lo son: Todos tienen el mismo Señor, que
colma de bienes a quienes lo invocan. Ya que “todo el que invoque el nombre del Señor se
salvará”.
H
esús, lleno del Espíritu Santo, regresó de las orillas del Jordán y
fue conducido por el Espíritu al desierto, donde fue tentado por el
demonio durante cuarenta días. No comió nada durante esos días, y al cabo
de ellos tuvo hambre. El demonio le dijo entonces: “Si tú eres Hijo de Dios,
manda a esta piedra que se convierta en pan”. Pero Jesús le respondió: “Dice la Escritura: El
hombre no vive solamente de pan”.
Luego el demonio lo llevó a un lugar más alto, le mostró en un instante todos los reinos de la
tierra y le dijo: “Te daré todo este poder y el esplendor de estos reinos, porque me han sido
entregados, y yo los doy a quien quiero. Si tú te postras delante de mí, todo eso te pertene-
cerá”. Pero Jesús le respondió: “Está escrito: Adorarás al Señor, tu Dios, y a él solo rendirás
culto”. Después el demonio lo condujo a Jerusalén, lo puso en la parte más alta del Templo y
le dijo: “Si tú eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo, porque está escrito: Él dará órdenes a sus
ángeles para que ellos te cuiden. Y también: Ellos te llevarán en sus manos para que tu pie
no tropiece con ninguna piedra”. Pero Jesús le respondió: “Está escrito: No tentarás al Señor,
tu Dios”. Una vez agotadas todas las formas de tentación, el demonio se alejó de él, hasta el
momento oportuno.
Evangelio: Lucas 4, 1-13
J
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3. Hace años escuché un relato que me hizo
pensar mucho. Se encuentra en versiones
diferentes, en distintos sitios de internet y
se atribuye a un escritor anónimo.
Dicen que en un barrio donde las casas no
están pegadas una a la otra y están rodeadas
de jardines, vivía una se-
ñora; la llamaremos Car-
mencita.
Carmencita reunía a sus
amigas de la escuela en
su casa todos los sába-
dos. Preparaba torta de
ricota y té en hebras con
yuyos que ella misma
cultivaba. Sus amigas lle-
vaban algo salado. Todo
debía ser casero, hecho
con las propias manos.
En general, pasaban una
tarde genial, recordando lo que habían vi-
vido, cómo era el pueblo hacía unos años y
chusmeando un poco. Quién había cambia-
do el auto, quién esperaba un hijo, quiénes
estaban saliendo, quiénes habían cortado,
se habían ido, habían conseguido un puesto
mejor o los habían echado… Nada de lo que
sucedía en el pueblo escapaba a las charlas
de los sábados.
Cierta vez, se puso en venta la casa de al
lado. Desde la ventana del comedor se veía
el jardín del vecino. Nunca se preocuparon
por el cerco, porque eran amigos y no tenían
problemas entre ellos.
Los nuevos eran una familia con tres niños.
Los padres trabajaban durante la semana y
los sábados era el día en que lavaban la ropa.
Su anterior vecina tenía una pequeña soga
en el fondo, pero ahora, con tanta gente, tan-
tas sábanas, remeras, medias… no era sufi-
ciente. Su nueva vecina puso dos palos y una
soga justo delante de la ventana.
Carmencita se puso de
muy mal humor. Iban a
venir sus amigas y ve-
rían toda esa ropa col-
gando; espantoso. Como
diría mi abuela, Carmen-
cita no tenía pelos en la
lengua. Salió de su casa y
tocó el timbre de la veci-
na. Se presentó y le dijo
que por favor, saque esa
soga o descuelgue la ro-
pa antes de que llegaran
sus amigas.
La señora le explico que no la podía poner
en otro lugar porque sus hijos jugaban a la
pelota o andaban en bicicleta mientras con
su marido ordenaban y preparaban las co-
sas para la semana. Pero, se comprometía a
plantar una enredadera para que no se viera
a través del alambre y, mientras tanto, des-
colgaría la ropa antes de las seis.
Y así hizo durante varios sábados, hasta que
una vez, en que llovió toda la semana, se le
juntó más ropa que de costumbre. Uno de su
hijos tuvo fiebre y no pudo descolgar las sá-
banas a tiempo.
Cuando llegaron las amigas de Carmencita
se sentaron a tomar el té y la única que es-
taba preocupada por las sábanas era ella. Ni
Cuentos de la Misericordia
Tolerar los defectos de nuestros prójimos
de María Inés Casalá - Dibujo de Hania Kollenberger
Si desean la serie completa, la pueden solicitarla a: inescasala@gmail.com
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4. El Bebéhojita
y sus amigos
por Gladys y Margarita Pérez
Las Melli
bien se sentó a la mesa empezó a criticar a
su vecina: “Para colmo, cuelga sábanas su-
cias, se ve que no sabe lavar. Las mujeres de
ahora van a trabajar afuera, yo lo vi al mari-
do tendiendo esas sábanas que están todas
manchadas. Pobre hombre…”
Mientras hablaba, una de sus amigas se pu-
so de pie y se acercó a la ventana. Sin decir
nada, la abrió, sacó su mano y pasó el de-
do por el otro lado del vidrio. Carmencita
no terminó la frase; en ese momento se
dio cuenta de que lo que estaba sucio era
su ventana y no la ropa de los vecinos. La
lluvia había ensuciado el vidrio y ella esta-
ba viendo a través de la tierra que tenía su
ventana.
No hicieron falta palabras. Las amigas se
conocían desde siempre y se alegraron de
que Carmencita, por una vez, se quedara
sin palabras y dejara de criticar a los demás.
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La hojita de los niños. Semanario religioso infantil de uso litúrgico. No reemplaza el uso de los leccionarios.
Nihil Obstat: Conferencia Episcopal Argentina. Imprimatur: Arquidiócesis de Buenos Aires. Edita: Sociedad de San Pablo.
Propietario Sociedad de San Pablo (Paulinos). Registro Nacional de la Propiedad Intelectual: nº 5.233.004 del 29/5/2014
Dirección: P. Aderico Dolzani. Redactora: Inés Casalá.
Dibujos: Hania Kollenberger (cuento). Gladys y Margarita «Las Melli» Pérez.
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Horario: Lunes a viernes de 9.00 a 18.00
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Para pensar y
conversar después
de leer el relato
Tolerar no es sinónimo de aguantar hasta que
estamos a punto de estallar. Tolerar es soste-
ner al otro, es apoyarnos mutuamente para
superar las dificultades o lo que hacemos mal.
Carmencita estaba tan preocupada por las
apariencias y por ver los defectos del otro que
no veía los suyos.
¿Somos tolerantes con los demás? ¿Nos ayu-
damos mutuamente para superar las dificul-
tades?
Estemos cerca
de Jesús
para sentirnos
perdonados.
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