La homeostasis se logra a través de mecanismos de retroalimentación negativa que ayudan a mantener la estabilidad interna de un organismo ante cambios externos. Estos mecanismos involucran un centro de control que monitorea los niveles del sistema, receptores que detectan cambios y envían señales de retroalimentación, y efectores que producen una respuesta para contrarrestar dichos cambios y restaurar el equilibrio. La retroalimentación positiva puede ser peligrosa ya que puede causar inestabilidad en el sistema.