El documento discute la tentación de monopolizar el bien y la necesidad de reconocer el bien que hacen otros, incluso aquellos fuera de la Iglesia. Jesús enseñó que quien no está en contra de ellos está a favor de ellos. La Iglesia debe aprender del mundo y reconocer la obra del Espíritu Santo en toda persona de buena voluntad. Reconocer sinceramente el bien de los demás es condición para el diálogo y la evangelización.