La identidad se construye a través de las experiencias de vida, incluyendo la herencia, la infancia, la niñez y la adolescencia. Las actitudes, expresiones, voces y acciones dicen quiénes somos y en quiénes nos convertiremos. Sin embargo, tenemos el derecho de reconstruir nuestra imagen basándonos en lo que Dios dice de nosotros, no en lo que pensamos de nosotros mismos. Dios nos ama incondicionalmente y tiene planes para nuestro futuro.