Este documento discute la importancia de integrar a la familia en el llamado misionero de Dios. Señala que cuando Abraham fue llamado, su familia no quedó fuera, y que debemos ir a los nuestros y con los nuestros a participar en la Gran Comisión de llevar el evangelio a todas las naciones. También enfatiza la necesidad de dar atención y formación integral a cada miembro de la familia, especialmente a los niños, adolescentes y jóvenes, para que se conviertan en instrumentos de Dios.