El documento discute la belleza convulsa propuesta por André Bretón en 1934, en la cual la belleza es involuntaria y casual en lugar de ser creada intencionalmente por un artista. También analiza cómo las propuestas artísticas vanguardistas incorporaron elementos irracionales y cómo la arquitectura del período de entreguerras respondió con un nuevo racionalismo. Finalmente, argumenta que lo irracional en arquitectura tiende a una morfología anti-geométrica y orgánica que implica desarticular los procesos de