El documento discute el dilema entre amarse a uno mismo y amar a los demás. Sugiere que es necesario encontrar un equilibrio entre el "egoísmo sano", que implica reconocer y apreciar las propias virtudes, y el amor hacia los demás como dicta la Biblia. Para lograr este equilibrio, se debe primero aprender a amarse a sí mismo a través de la autoapreciación antes de practicar el egoísmo sano, de modo que no se caiga en el narcisismo u otros extremos.