La crisis de la eurozona comenzó en 2010 con rumores sobre la deuda griega y el riesgo de impago. Cuando estalló la crisis financiera global, el déficit griego aumentó y los inversionistas exigieron tasas más altas, afectando a otros países de la eurozona como Portugal, Irlanda, Italia y España. En 2010, la UE y el FMI acordaron un plan de rescate de 750.000 millones de euros para Grecia para evitar que la crisis se extendiera.