La crisis económica en España tuvo su origen en el exceso de liquidez y endeudamiento del sistema, especialmente en el sector inmobiliario. Esto detonó una crisis crediticia con hipotecas de alto riesgo y aumento de la morosidad, lo que generó desconfianza entre los bancos y falta de liquidez. Como consecuencia, aumentó el paro y cierre de empresas, con una fuerte caída del PIB. El gobierno adoptó medidas como inyecciones a los bancos, rebajas de tipos de interés y ayudas fiscales