Ente de Coordinación Operativa de Servicios en la Capital
LA EQUIDAD SOCIAL DE GUSTAVO PETRO Y SUS POSIBLES LIMITACIONES
1. LA EQUIDAD SOCIAL DE GUSTAVO PETRO
Está mañana tan pronto consulte las noticias diarias, sentí un poco de rechazo ante el
encabezado de un asunto particular que debe ser tratado, a mi parecer, con sutileza;
“Petro sigue teniendo teorías que justifican la violencia': Antanas Mockus”.
Mi desconcierto, que aclaré avalando la frase dada, radica en que desde lo que se
observa en la barrera, las filas de apoyo a Gustavo Petro están revestidas con un alto
apoyo juvenil, apoyo de quienes encuentran respuestas en programas y acciones
opuestas al estado de cosas y, además, de aquellos veteranos en el arte de la
oposición cuyas caras asisten recurrente y juiciosamente a mítines políticos que, para el
DAS por ejemplo, resultarían necesarios de infiltración.
Un número importante de ciudadanos siempre presente ideológicamente, nunca de
facto a lo largo de la historia; a algunos los encontramos en escenarios académicos
plenos de ilustración lo que les da herramientas para nunca considerar opciones
contrarias a las respuestas encontradas con sus rigurosos estudios.
Incluso, me atrevería a decir que de ésta selecta composición hacen parte aquellos
quienes, por vivencia o herencia, han sido víctimas de una o varias omisiones a la
verdad por parte del Estado Colombiano lo que no es grave, es gravísimo en un Estado
Social de Derecho.
Dos posiciones respetables, además de algunas otras con las que he convivido a lo
largo de mi escasa experiencia en el ambiente político. Sin embargo, dada la naturaleza
de sus convicciones, el debate abierto y argumentado en razones diferentes a los
errores del Estado llevaron a que hace algún tiempo tomara la decisión de minimizar los
espacios de discusión con ellos, así como lo he hecho con algunos “furivistas” radicales
cuya argumentación nunca es integral en pro del beneficio común.
Esta posición, aunque me duela y debo reconocerlo, puede ser considerada de centro
y/o gris para algunos, además de antisocrática, pero es el único punto del espectro
político en el cual me puedo ubicar hoy día.
Claro esta que Colombia nunca ha probado las soluciones dadas por, sin querer
ofender y haciendo eco a algunas voces, aquellos considerados “mamertos”. Por ello,
las banderas marxistas, por ejemplo, estarán siempre presentes en las propuestas
programáticas de este grupo numeroso de ciudadanos; algunas de las cuales están
consignadas en el Programa de Gobierno del Sr. Petro, a quien le reconozco brillantes
estratégica, elocuencia discursiva y fortaleza convincente en sus actuaciones públicas.
Sin embargo y en consonancia con un artículo previo, reitero que los errores en política
se pagan. En mi caso particular, que podría ser el sentir de muchos, está claro que
nunca votaría por alguien que halla considerado la “combinación de todas las fuerzas”
cómo una opción que construya nación o cómo estrategia para gestar un cambio:
2. aclaro, nunca votaría por alguien que haya empuñado un arma fuera de los linderos que
da la Constitución Política Colombiana.
Tampoco lo haría por alguien que desconoce el cambio en propuestas diferentes a las
suyas y señale sin argumentos que el continuismo uribista se disfraza de verde, cuando
la historia de cada uno habla sin necesidad de mencionar contrarios y el cambio en el
método puede resultar más efectivo que modificar los fines del Estado.
Finalmente, me gustaría dejar claro que el cambio no es el reinicio o formateo general
del status quo ya que no sería útil en términos de costo – beneficio para la Nación y,
quisiera recordar que estos imaginarios tampoco han sido ni serán recibidos con
beneplácito por el soberano colombiano, por el pueblo mayoritario y oprimido al que
tanto acuden los próceres de izquierda y al que poco escuchan para la conformación de
sus propuestas.
Pareciera escuchar en voz baja de la izquierda que el pueblo no siempre tiene la razón
y que las razones escritas con sangre durante siglos de historia mundial para la
consolidación de las Repúblicas son desconocidas todavía para algunos que nutren sus
filas.
VIVIANA ANDREA CICERY RAMOS