La leyenda guaraní cuenta que Anahí, una indígena que amaba la selva, fue condenada a morir en la hoguera después de que su tribu luchara contra invasores. Mientras las llamas la envolvían, Anahí cantó una invocación a su tierra. Con la llegada del nuevo día y el apagarse de las llamas, el cuerpo de Anahí se había transformado en un manojo de flores rojas adornando el árbol.