La santidad de Dios significa que está separado del pecado y dedicado a mantener su honor. Dios y todo lo relacionado con él, como su morada y el sabbat, son santos. Dios llama a su pueblo a ser santo como él es santo, separándose del pecado y dedicándose a su servicio. La iglesia debe buscar la santidad para ver a Dios y permitir que él la santifique a través de la disciplina.