1. A NATURALEZA
La formidable
vida
de las horesde que comenzó a
i observar la vida y cos-
tumbres de las hormigas
hace unos 3,000 años, el
ha sentido fascinado
zas que existen
formas de vida
broso in-
hombre
por las S
entre sus propia
social y las de este
secto. Tanto los hum
las hormigas construyen
des, cultivan la tierra, manti^s
nen esclavos y domestican a
otros animales, sostienen encar-
nizadas guerras, parecen estar
naturalmente dotados para la
especialización y organización,
y producen comunidades mara-
villosamente intrincadas.
Los zoólogos calculan entre
12,000 y 14,00 especies de hor-
migas. Viven lo mismo en jun-
glas que en desiertos, en montañas
que en playas, en islotes, ciudades,
navios y hasta modernos aviones a
reacción. Los biólogos explican el
éxito de esta especie por su dieta
omnívora, su extraordinaria longe-
vidad, el gran tamaño de su cerebro
y su sorprendente resistencia: una
hormiga puede sobrevivir hasta 8
. días inmersa en agua, y hasta un
fies si se le extirpa el cerebro.
mide apenas la cuarta
parte de ,,.„.,
bro de la hormiga 1;
complejo como el deF "^'^»
bre. La capacidad visual
de las hormigas es en
cambio muy escasa y por
lo común huyen de la luz
2. La organización social
de estos insectos muestra
tantos puntos brillantes
y oscuros, que casi parece
ser la del hombre.
miabas^ ^ ^ B Por JOAQUÍN REPETO
3. y prefieren la oscuridad. Para en-
trar en contacto con el mundo que
las rodea se sirven del olfato: dis-
dnguen los olores por medio de
cientos de conos olfatorios y de las
vellosidades de sus antenas.
Desprovista de sus antenas, una
hormiga trata a sus enemigas
como a sus compañeras y se
muestra incapaz de eje-
cutar cualquiera de
sus acdvidades nor-
males. El olor de
las hormigas está
determinado por
su alimentación:
cuando se separa
a hormigas de un
mismo grupo para
someterlas por algu-
nas semanas a dietas diferentes, al vol-
ver a encontrarse combaten entre sí.
REDOBLE DE TAMBOR
Al parecer las hormigas no emiten
ningún sonido, aunque hay autores
que mencionan un redoble como
de tambor entre ciertas especies y
un siseo como de serpiente entre
otras. Se comunican, según se cree,
por medio de un sistema de señales
que incluye movimientos de antenas
y cabeza, golpes, empujones y algo
como zapateado contra el suelo.
Durante siglos se pensó que las
hormigas, virtualmente ciegas, debían
tener un especial sistema de memoria
para reconstruir el camino recorrido
en sus andanzas fuera del hormi-
guero. Ahora se sabe que cuando
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4. marchan dejan caer a intervalos regu-
lares unas gotas de líquido segregado
por unas glándulas especiales: para
regresar siguen la pista con el olfato.
Cuando el agua u otro agente borra
estas huellas, las hormigas se pierden
y pueden morir de hambre o fatiga,
pues vagabundean días enteros sin
lograr regresar a su guarida.
ARQUITECTOS Y MILITARES
Cada especie de hormigas tiene su
estilo arquitectónico propio: la mayo-
ría construye sus hormigueros en la
tierra, pero hay algunas que prefieren
los troncos de árbol, las hendiduras
de las rocas, o incluso estructuras
suspendidas, una especie de hamaca
tejida con hojas y la "seda" que segre-
gan determinadas especies por unas
glándulas especiales.
Los hormigueros típicos, subte-
rráneos, están formados por una red
de galerías tubulares que conectan
las cámaras abovedadas donde habi-
tan las crías, se cultivan hongos o se
almacenan alimentos. Por las noches
y cuando llueve, las hormigas cierran
las entradas del hormiguero con pie-
drecitas, formando unos montículos
característicos. Algunas especies pue-
den construir entradas de hormigue-
ro más altas que un hombre y con un
diámetro hasta de 10 metros.
Las hormigas constituyen un
elemento importante en la dieta
de muchas aves y batracios, pero
sus peores enemigos son las hor-
[ JUNIO 2013 /
5. migas mismas. Las especies rivales
sostienen continuas luchas: obreras
y soldados se atacan mordiéndose
o arrojándose ácido fórmico. En
algunas especies las reinas se espe-
cializan en invadir hormigueros
ajenos, matar a la reina rival, poner
allí sus propios huevos y obligar a
los vencidos a cuidar de sus crías.
En las selvas del trópico hay hor-
migas militares: avanzan en masivas
hordas, como una marea de un
rojo oscuro, exterminando insectos y
pequeños mamíferos e, incluso, son
capaces de acabar con una boa o
con un hombre.
También en los trópicos es donde
se encuentran las hormigas de mayor
tamaño. Las más grandes habitan
las selvas de Sudamérica y Uegan a
medir 3 centímetros de largo. Sus
picaduras pueden paralizar al hom-
bre y provocarle fiebres altísimas.
Algunas tribus de indígenas sudame-
ricanos utilizan a estas hormigas para
provocar estados de trance durante la
celebración de ciertos ritos.
PERSONAJES DE FÁBULAS
Algunos pueblos primitivos utiliza-
ban hormigas para ahuyentar a los
demonios y las enfermedades, y a
veces empleaban las enormes man-
díbulas de las cortadoras de hojas
como grapas para cerrar heridas.
En Europa, los médicos recurrieron
durante siglos a las hormigas para
provocar la fertilidad, fabricar lava-
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6. '''"^•'^síí4¿a
tivas, combatir dolores de estóma-
go y malestares de la vista. Muchos
campesinos europeos todavía tra-
tan el reumatismo con el antiguo
sistema de permitir que las hormi-
gas les piquen las piernas.
Las hormigas mantienen buenas
relaciones con insectos de unas 1,500
especies distintas, a quienes permiten
entrar al hormiguero. Casi todos los
huéspedes pagan por la comida que
reciben permitiendo a sus anfitrionas
que laman sus exudaciones. Las hor-
migas además
son tan adic-
tas a ciertos
tipos de escarabajos,
que descuidan asuspro-
pias crías para comérsel
El ser humano no ha sacado nunca
provecho de las hormigas, que siguen
siendo ante todo una plaga domésti-
ca. Sin embargo resultan benéficas,
ya que oxigenan el suelo.
Tal vez el uso más importan-
te que haya dado el hombre a las
hormigas es convertirlas en perso-
najes de fábulas. Cualesquiera que
sean las relaciones entre las hormi-
gas y el hombre, el parecido entre
los patrones de vida de ambas es-
pecies es notable. Hoy, los sociólo-
gos hablan de la ciudad hor-
miguero y de las naciones
hormiguero: ¿Evolucio-
naremos hacia la orga-
nización social de
as hormigas? C
[ JUNIO 2013 / Contanido ]
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