1. LUNÁTICOS.
En la segunda mitad del s. XVIII se reunían un grupo de científicos, inventores y pensadores en
Birmingham. Procedían de familiar humildes y lo hacían porque querían cambiar el mundo para siempre,
sabiendo que lo realizarían.
Se reunían cada luna llena, de ahí el nombre propuesto por ellos mismos como lunáticos, pero lo hacían
así para tener luz suficiente para volver a casa.
Su pasión por la ciencia era la mayor convicción de que serviría para mejorar la vida de toda la
humanidad. Esto era el motor de arranque de la madre de todas las revoluciones del s. XVIII, la
Revolución Industrial.
La máquina de vapor, los medicamentos, construcción de canales, globos, plantas, descubrimiento de
nuevos gases y la creación de nuevos objetos lograron cambiar la cara de Inglaterra e hicieron traspasar el
umbral de la modernidad.
El núcleo central del grupo estaba compuesto por cinco mentes maravillosas, entre los que se
encontraban:
- Erasmus Darwin, médico, poeta e inventor y pionero de la teoría de la evolución.
- Josiah Wedgwod, alfarero, el cual desarrolló nuevas técnicas en la producción de cerámica.
- Matthew Boulton, director de la primera fábrica de Inglaterra e inventor del sistema monetario
antifraude.
- James Watt, inventor de la máquina de vapor.
- Joseph Priestley, descubrió el oxígeno, el agua carbonatada y la goma de borrar.
Llegando a tener la asociación hasta catorce miembros.
La confianza y la pasión con la que alcanzaron la luna fue su mayor legado.
Los cambios surgidos con la Revolución Industrial transformaron una economía agraria en otra
industrializada y mecanizada. La máquina de vapor fue el gran invento que incrementó la producción sin
coste en personal, lo que llevó a obtener unas consecuencias aparentemente buenas, como el paso de un
mundo rural a otro urbano y el cambio en las clases sociales como el cambio y/o desarrollo de la clase
obrera.
El auge científico-técnico, con gran rapidez y potencial ha llevado a la economía global y al teletrabajo
(movilidad y/o flexibilidad laboral) en la actualidad. Por ello nos planteamos si estamos viviendo una 3ª
Revolución.
Aristóteles ya planteó grandes reflexiones, las ciencias desarrollaron los estudios en Humanidades y el
Arte empezó a trabajar diversos campos como la óptica, perspectiva o la anatomía humana. Así Leonardo
Da Vinci fue el máximo exponente uniendo Ciencia y Arte, dando lugar a multitud de discípulos
multidisciplinares.
A partir del s. XIX había muchas ciencias creando especialistas. Y ya en el s. XX las disciplinas fueron
más complejas, todas ellas utilizadas para comunicarse y compartir conocimientos, como el
descubrimiento de la estructura del ADN en los años 50, desarrollando la genética y dando lugar a otras
disciplinas, fantaseando a su vez con los ordenadores y las redes neuronales del cerebro.
La química moderna desarrolló nuevos materiales como tintes sintéticos, dando lugar a la industria
química actual. El comienzo en el tinte de células para la investigación fue el gran paso para la
elaboración del primer fármaco sintético utilizado en medicina para combatir la sífilis.
Y el desarrollo de plásticos, con un diseño molecular premeditado ha facilitado la vida actual, ¿vivimos
en la Edad del Plástico?
Todo esto lleva a pensar que la química es la más creativa de todas las ciencias y aunque se conoce mejor
el mundo molecular, ya que es una disciplina estudiada que no se deja en manos del azar, se debe utilizar
en perfecta combinación pues todavía queda mucho por aprender y modelos que imitar de la Naturaleza
porque aún no se ha logrado un hilo tan resistente como el de la araña o material tan duro como el
diamante.