3. Nos enojamos con facilidad
cuando no aprendimos a:
Controlar Nuestros Impulsos,
Pensar Antes De Actuar,
Tolerar La Frustración,
Manejar De Otra Manera La Angustia
O El Miedo,
Reconocer Que El Enojo Puede Ser
Síntoma De Depresión.
• Mateo 5:22 Pero yo les digo que
cualquiera que se enoje contra su
hermano, será culpable de juicio, y
cualquiera que a su hermano le diga
“necio”, será culpable ante el
concilio, y cualquiera que le diga
“fatuo”, quedará expuesto al
infierno de fuego.
4. •El enojo, como muchas otras
emociones, puede:
Desencadenarse Automáticamente,
•Brotar Sin Que Nos Demos
Cuenta Del Momento En Que Se
Inicia,
•Surgir Sin Que Conozcamos La
Causa Real Que Lo Provoca.
•Sin Embargo, Son Nuestros
Pensamientos Los Que Lo
Aumentan, Mantienen O
Disminuyen.
•Colosenses 3:8
Pero ahora deben abandonar
también la ira, el enojo, la malicia,
la blasfemia y las conversaciones
obscenas.
5. CONSECUENCIAS DEL ENOJO.
Las consecuencias del enojo pueden
abarcar todas las áreas de nuestra vida.
Es indispensable aprender a manejar el
enojo, ya que los resultados de manejar
inadecuadamente el coraje son:
A Nivel Físico, Sufrimos Un Desgaste
Emocional
Cuando nos enojamos, nuestro organismo
produce una mayor cantidad de sustancias
químicas, entre ellas la adrenalina, que
alteran el funcionamiento normal de
nuestro cuerpo.
Esta alteración afecta nuestro sistema
inmunológico, puede provocar
contracturas y dolores musculares o de
cabeza y nos hace más vulnerables a
algunas enfermedades, como gastritis,
colitis, dermatitis, etc.
6. A nivel familiar o social, nuestras relaciones
se alteran o pueden terminarse.
Cuando estamos enojados, podemos lastimar
física o emocionalmente, a los demás, dando
como resultado resentimiento, deseos de
venganza o alejamiento.
Cuando no podemos manejar adecuadamente
el coraje, podemos desquitarnos con otras
personas, aumentando así, nuestros
problemas.
A nivel emocional:
Cuando sentimos que otras personas nos
hacen enojar (o nos ponen tristes, tensos, etc.),
les estamos dando todo el control de la
situación, aumentando así nuestra sensación
de incapacidad y de coraje.
Nuestra respuesta puede provocarnos
sentimientos de vergüenza o culpa,
prolongando nuestro malestar.
7. ¿Qué hacer?
Para manejar el coraje, haz una lista
de las personas que te hacen enojar y
otra de las situaciones en las que te
molestas o enojas con mayor facilidad.
Revisa los disparadores del enojo y ve
cuáles son tus sentimientos y/o
pensamientos en relación a cada una
de dichas personas y situaciones.
Es mejor si lo haces por escrito.
¿Qué elementos (pensamientos o
sentimientos) comunes encontraste?
Si esa lista no fuera tuya, sino de otra
persona, ¿qué conclusión podrías
sacar?
8. Es importante que sepas cómo se relaciona
contigo, cómo lo expresas y qué mitos o
creencias equivocadas pueden ser un
obstáculo en su manejo.
La influencia de pensamientos en
nuestros sentimientos, sobre nuestros
diferentes estilos de pensamiento y
sobre cómo podemos cambiarlo, para
sentirnos y actuar mejor.
Si tu enojo está relacionado con la
angustia, los Conceptos
sobre inseguridad, el estrés y las
preocupaciones y la manera de vencerlas,
te puede ayudar.
Aumentar nuestra tolerancia a
la frustración, puede ayudarnos a lograr
nuestros objetivos con mayor facilidad y
bienestar.
La respuesta amable calma la ira; la
respuesta grosera aumenta el enojo.
Proverbios 15:1
9. Revisa nuevamente tus listas y observa
si, en cada situación o con cada
persona, tu enojo te proporciona algún
beneficio.
Si te ayuda a obtener lo que quieres, si
te protege o te hace sentir fuerte.
Pero piensa, que hay formas mucho más
adecuadas y menos desgastantes, de
lograr tus objetivos.
En ocasiones nos cuesta trabajo
reconocer nuestro enojo o su nivel,
porque puede ser parte de nuestra
forma de ser o porque creemos que es
una respuesta lógica y natural ante la
vida tan estresada que tenemos.
Sin embargo, recuerda que el enojo daña
tu salud, tus relaciones e impide que
rindas en toda tu capacidad.
Manejar el enojo no es fácil, pero sus
beneficios valen la pena.
10. LOS PECADOS QUE SURGEN DEL
ENOJO.
Efesios 4:26
(“Airaos pero no pequéis”) es quizás
el único ejemplo en el cual la Biblia
distingue entre la emoción del enojo, y
las actitudes y acciones pecaminosas
que surgen de él.
Sin embargo, el propósito de esta
exhortación no es el de justificar
nuestro sentimiento de enojo, sino
hacernos conscientes de la rapidez
con la cual el enojo nos conduce hacia
el pecado.
El enojo se puede manifestar en el
pecado de muchas maneras.
11. 1) Un comportamiento explosivo. La
persona se enoja fácilmente y otros le
tienen miedo o la tratan “con pinzas” para
no ofenderla. Una persona con este
comportamiento procura controlar a otros
y realizar sus deseos por medio del
enojo.
2) El abuso familiar. Esta persona
expresa su enojo abusando de su
cónyuge y/o de sus hijos. Este abuso
puede ser verbal, físico o ambos.
3) La amargura y el resentimiento.
Algunos creyentes ocultan su enojo,
convirtiéndolo en la amargura y el
resentimiento. A menudo estas personas
no parecen estar enojadas, y piensan
que están manejando su enojo
bíblicamente. La verdad es que la
amargura y el resentimiento son tan
pecaminosos y dañinos como el enojo
abierto.
12. Suelen expresarse en el chisme, la
crítica, la mentira, la burla, y la
resistencia pasiva ya que en muchos
casos se trata de sentimientos de
hostilidad hacia personas en autoridad
contra quienes no se puede expresar
el enojo en forma abierta.
Un ejemplo de esto es el caso de
Esaú.
Se sintió profundamente resentido por
el favoritismo que su madre le
mostraba a Jacob y por la falta de
aceptación de parte de su familia
hacia sus esposas cananeas, Judit y
Basemat (Génesis 26:34).
Las Manisfestaciones Del Enojo
13. 4) La depresión. Puede tener varias causas no
relacionadas con el enojo. Sin embargo, el
creyente que reprime sus sentimientos de enojo y
no los resuelve, puede caer en un estado
depresivo, sintiéndose fracasado y de ninguna
importancia. A veces, esta clase de depresión se
trata del enojo contra Dios porque las cosas no han
salido de acuerdo con lo planeado (véase el
número 6. a continuación).
5) La venganza y los desquites. La Biblia
presenta muchos casos en los cuales el enojo se
manifestó en la venganza y las represalias
violentas. El rey Asa “se encolerizó grandemente”
con un “vidente” (profeta) y lo echó en la cárcel
porque el vidente expuso la falta de fe de Asa y
anunció el juicio de Dios sobre su reino
(2 Crónicas. 16:9-10). Absalón guardó su enojo
contra Amnón por la violación de Tamar y luego dio
órdenes que le matasen (2 Samuel 13:22, 28-29)
lo cual produjo una rotura severa en la relación
entre David y Absalón. Simeón y Leví mataron a
muchas personas inocentes para vengarse contra
el príncipe Siquem por haber violado a Dina
(Génesis 34).
14. 6) El enojo contra Dios.
Números 11:10-15
Moisés se sentía disgustado con el
pueblo de Israel por su rebeldía contra
Dios. Como consecuencia de ello, se
enojó con Dios, acusándolo de haberle
dado una carga imposible de llevar:
“No puedo yo solo soportar a todo
este pueblo, que me es pesado en
demasía. Y si así lo haces tú conmigo,
yo te ruego que me des muerte, si he
hallado gracia en tus ojos; y que yo no
vea mi mal ” (Números 11:14-15). Asaf
se enojó con Dios al ver la prosperidad de
los malos (Salmo 73:13-14), y Jeremías
también se resintió con el Señor porque
nadie le hizo caso a su mensaje profético
(Jeremías 20:7-8, 14-18). El rey Asa (en
el caso arriba citado) se enojó con Dios y
“no lo buscó” aun frente a la enfermedad
que le quitó la vida
(2 Crónicas. 16:12).
15. Enójense, pero no pequen; reconcíliense antes de
que el sol se ponga. y no den lugar al diablo.
Efesios 4:26-27
Hoy hay cristianos viven enojados
con Dios porque no salvó la vida de un
ser querido o no les proveyó lo que
ellos pidieron, o de otra manera no
cumplió con las expectativas que
tenían de él.
Es importante reconocer que Dios
desea que sus hijos le expresen
todo lo que está en su corazón,
hasta sus sentimientos de enojo
hacia él.
Sin embargo, el creyente que escoge
seguir viviendo con sentimientos de
enojo hacia Dios, le dará lugar a
Satanás, y terminará en la amargura,
el resentimiento, o la depresión.