En la antigüedad, las personas utilizaban señales de humo, sonidos y palomas mensajeras para comunicarse a largas distancias. El ábaco se usaba para enseñar sumas, restas y multiplicaciones a los niños. La máquina de Pascal podía sumar y restar mediante complementos a 9, y se usaba para resolver problemas aritméticos comerciales. Las tarjetas perforadas, introducidas en 1725, almacenaban programas y datos para los primeros ordenadores y contribuyeron al desarrollo tecnológico.