1. Moral a Nicómaco{1} · libro primero, capítulo primero
El bien es el fin de todas las acciones del hombre
Todas las artes, todas las indagaciones metódicas del espíritu, lo mismo que todos
nuestros actos y todas nuestras determinaciones morales, tienen al parecer siempre por mira
algún bien que deseamos conseguir; y por esta razón ha sido exactamente definido el bien,
cuando se ha dicho, que es el objeto de todas nuestras aspiraciones.
Pero téngase entendido, que esto no impide que haya grandes diferencias entre los fines
que uno se propone. A veces estos fines son simplemente los actos mismos que se producen;
otras, además de los actos, son los resultados que nacen de ellos. En todas las cosas que tienen
ciertos fines que trascienden de los actos, los resultados definitivos son naturalmente más
importantes que aquellos que los producen. Por otra parte, como existe una multitud de actos,
de artes y de ciencias diversas, hay otros tantos fines diferentes: por ejemplo, la salud es [4] el
fin de la medicina; la nave es el de la arquitectura naval; la victoria, el de la ciencia militar; la
riqueza, el de la ciencia económica. Todos los hechos de cada orden están en general
sometidos a una ciencia especial que los domina; y así a la ciencia de la equitación están
subordinados el arte de la guarnicionaría y todas las concernientes al caballo; así como estas
artes a su vez y todos los demás hechos militares están sometidos a la ciencia general de la
guerra. Otros actos están igualmente sometidos a otras ciencias; y respecto de todas sin
excepción, los resultados a que aspira la ciencia fundamental son superiores a los de las artes
subordinadas; porque únicamente a causa de los primeros se buscan los segundos.
Poco importa, por lo demás, que los actos mismos sean el objeto último que uno se
proponga al obrar, o que se aspire a otro resultado más allá de estos actos, como en las ciencias
que acabamos de citar. Si en todos nuestros actos hay un fin definitivo que quisiéramos
conseguir por sí mismo, y en su vista aspirar a todo lo demás; y si, por otra parte, en nuestras
determinaciones no podemos remontarnos sin cesar a un nuevo motivo, lo cual equivaldría a
perderse en el infinito y hacer todos nuestros deseos perfectamente estériles y vanos, es claro,
quo el fin común de todas nuestras aspiraciones será el bien, el bien supremo. ¿No debemos
creer que, con relación a la que ha de ser regla de la vida humana, el conocimiento de este fin
último tiene que ser de la mayor importancia, y que, a la manera de los arqueros que apuntan a
un blanco bien señalado, estaremos entonces en mejor situación para cumplir nuestro deber?
Si esto es cierto, debemos intentar definir el bien, aunque no sea más que haciendo de él
un sencillo bosquejo, y hacer notar de qué ciencia y de qué arte forma parte.
Un primer punto, que puede tenerse por evidente, es que el bien se deriva de la ciencia
soberana, de la ciencia más fundamental de todas; y esta es precisamente la ciencia política{2}
.
Ella es, en efecto, la que determina cuáles sondas ciencias indispensables para la existencia de
los Estados, cuáles son las que los ciudadanos deben aprender, y hasta qué grado deban [5]
poseerlas. Además, es preciso observar, que las ciencias más estimadas están subordinadas a la
Política; me refiero a la ciencia militar, a la ciencia administrativa, a la Retórica. Como ella se
2. sirve de todas las ciencias prácticas y prescribe también en nombre de la ley lo que se debe
hacer y lo que se debe evitar, podría decirse, que su fin abraza los fines diversos de todas las
demás ciencias; y por consiguiente el de la política será el verdadero bien, el bien supremo del
hombre. Es cierto, por otra parte, que el bien es idéntico para el individuo y para el Estado. Sin
embargo, procurar y garantir el bien del Estado, parece cosa más acabada y más grande; y si el
bien es digno de ser amado, aunque se trate de un sólo ser, es, no obstante, más bello, más
divino, cuando se aplica a toda una Nación, cuando se aplica a Estados enteros.
Por lo tanto, en el presente tratado estudiaremos todas estas cuestiones, que forman casi
un tratado político.
Habremos dicho en esta materia todo cuanto es posible si logramos tratarla con toda la
claridad que ella permite. Pero en todas las obras del espíritu no debe exigirse una precisión
igual a la que se exige en las obras de mano; porque el bien y lo justo, objetos que estudia la
ciencia política, dan lugar a opiniones de tal manera divergentes{3}
y de tal manera laxas, que se
ha llegado hasta sostener, que lo justo y el bien existen únicamente en virtud de la ley, y que no
tienen ningún fundamento en la naturaleza. Por otra parte, si los bienes mismos suscitan tan
gran diversidad de opiniones y tantos errores, es porque sucede con mucha frecuencia que los
hombres sólo sacan mal de tales bienes, y se ha visto a menudo perecer algunos a causa de sus
riquezas, como perecían otros por su valor. Así, pues, cuando se trata de un asunto de este
género y se parte de tales principios, es preciso saber contentarse con un bosquejo un poco
grosero de la verdad; y además, como se razona sobre hechos generales y ordinarios, sólo
deben sacarse consecuencias del mismo orden y también generales. De aquí que deba acogerse
con indulgente reserva todo lo que habremos de decir. Un espíritu ilustrado no debe exigir en
cada género de objetos más precisión que la que permita la naturaleza misma de la cosa de que
se trate; [6] y tan irracional sería exigir de un matemático una mera probabilidad, como exigir
de un orador demostraciones en forma{4}
.
Siempre hay razón para juzgar de aquello que se conoce, y respecto de ello es uno un
buen juez. Mas para juzgar de un objeto especial, es preciso conocer especialmente este objeto,
y para juzgar bien de una manera general, es preciso conocer el conjunto de las cosas. He aquí
por qué la juventud es poco a propósito para hacer un estudio serio de la política, puesto que
no tiene experiencia de las cosas de la vida, y precisamente de estas cosas es de las que se
ocupa la política y de las que deduce sus teorías. Debe añadirse, que la juventud que sólo
escucha la voz de sus pasiones, en vano oiría tales lecciones, y ningún provecho sacaría de
ellas, puesto que el fin que se propone la ciencia política no es el simple conocimiento de las
cosas, sino que es ante todo un fin práctico. Cuando digo juventud, quiero decir, lo mismo la
juventud del espíritu que la juventud de la edad, sin que bajo esta relación haya diferencia,
porque el defecto que yo señalo no tiene que ver con el tiempo que se ha vivido, sino que se
refiere únicamente al que se vive bajo el imperio de la pasión, sin dejarse, nunca guiar sino por
ella en la prosecución de sus deseos. Para los espíritus de este género, el conocimiento de las
cosas es completamente infecundo, tanto como lo es en los que a consecuencia de un exceso
pierden la posesión de sí mismos. Por lo contrario, los que arreglan sus deseos y sus actos
solamente según la razón, pueden aprovechar mucho en el estudio de la política.
3. Pero limitémomos a estas ideas preliminares por lo que hace al carácter de los que quieren
cultivar esta ciencia, a la manera de recibir sus lecciones y al fin que aquí nos proponemos.
———
{1} De las tres obras que componen lo que se llama Moral de Aristóteles, ésta es la más
importante, y supera en mucho a las otras dos.
{2} La Política rige los Estados, pero no es la que forma la Moral ni la que está encargada de
estudiar esta gran cuestión del bien. Por el contrario, la Política no es nada, si no recibe
sus principios fundamentales de la Moral, y si no procura seguirlos.
{3} La Moral bien comprendida da lugar a menos divergencias que la Política, y tiene para toda
conciencia ilustrada y honesta principios inquebrantables.
{4} Si la Retórica no tiene demostraciones en forma, la Moral puede tenerlas, como pudo verlo
Aristóteles en Sócrates y Platón.
El bien, el fin último y la felicidad
“La vida (...) es una búsqueda de la verdad, del bien, de la belleza. Con ese fin tomamos nuestras
decisiones, ejercemos nuestra libertad y, en esto, en la verdad, en el bien y en la belleza,
encontramos la felicidad y la alegría”. (Juan Pablo II)
¿QUÉ ES LO BUENO?
Difícilmente puede hallarse una pregunta de mayor interés: ¿Qué es lo bueno? ¿qué es el bien?
Porque todo hombre guarda en lo más hondo de su ser el deseo invencible de ser bueno y de
4. hacer lo bueno. Si hace el mal es porque le deslumbra la partecilla de bien con la que el mal se
reviste.
Cuando se dice que algo "es ético" o que "no es ético", se está diciendo que es o no es bueno.
Ahora bien, si casi todos coincidimos en que nuestra conducta ha de ser "ética", no siempre
estamos de acuerdo en "lo que es ético". Lo que parece "ético" a unos, puede resultar una
monstruosidad a otros.
¿Es posible llegar a un conocimiento cierto sobre "lo que es bueno", al menos en lo fundamental, o
estamos condenados a una eterna duda o a opiniones sin fundamento racional? ¿Existe un criterio
objetivo de bondad que nos permita, sin temor a equivocarnos, discernir el bien del mal? La
respuesta del sentido común ha sido siempre afirmativa.
Es claro que el bien -lo bueno- es tal por contener alguna perfección que hace a la cosa deseable,
apetecible. Aristóteles decía que "el bien es lo que todos desean".
¿El bien es relativo?
Es de notar ahora que no todo lo que perfecciona a un sujeto, perfecciona a todos. El abono animal
sirve para nutrir a las flores, pero no al hombre. La alfalfa es buena, sabrosa y sana, para las
vacas, no para nosotros. Es claro pues que el bien es relativo: dice relación a un sujeto o a un
conjunto más o menos numeroso de sujetos determinados.
Esa "relatividad" del bien ha inducido a muchos a pensar que el bien no es algo "objetivo", es decir,
que no está ahí, independiente de mi pensamiento, sino que cada uno puede tomar por bueno "lo
que le parezca"; cada uno sería libre de considerar bueno una cosa o su contraria y decidir por su
cuenta sobre el bien y el mal. Cada uno -se ha dicho- sería "creador de valores", porque el valor o
bondad de las cosas no estaría en ellas, sino en mi subjetividad, en mi pensamiento, en mi deseo o
en mi opinión.
En rigor, aunque el bien sea "relativo" (algo es bueno siempre "para alguien"), no hay nada menos
subjetivo u opinable. La bondad del aire que respiramos, el agua que bebemos, el calor y la luz del
sol que nos vivifica… no es algo que inventamos o creamos: no es una bondad "opinable": está
ahí, con independencia de nuestra estimación.
De modo similar descubrimos el valor de la justicia, de la libertad, de la paz, de la fraternidad:
valores objetivos que no tendría sentido negar. De modo que si yo los negase porque en algún
momento no me apetecieran, seguirían siendo valiosos para todos. Mi inapetencia sería un
síntoma seguro de alguna enfermedad del cuerpo o del alma.
Es también importante advertir -frente a lo pensado y muy difundido por ciertos filósofos- que si yo
apetezco la manzana, no es porque yo le confiera el buen sabor. La manzana no es sabrosa
simplemente porque yo la saboree con gusto. Aunque a otro no le guste -quizá porque esté
enfermo-, la bondad de la manzana no es un producto de mi subjetividad: es la manzana misma
que tiene de por sí la aptitud para causar un buen sabor y una buena nutrición. Si así no fuera, el
mismo sabor podría encontrar yo en el acíbar o en la basura.
… hay bienes relativos a personas singulares. Pero hay también, indudablemente, bienes relativos
a la naturaleza humana común, y, por tanto, a todos y a cada uno de los individuos de nuestra
especie. Por eso hay leyes o normas morales objetivas, universales y permanentes que afectan a
todos los hombres, de cualquier tiempo y lugar.
5. http://arvo.net/saber-lo-que-es-bueno/1-que-es-lo-bueno/gmx-niv159-con12121.htm
ASPECTO ETICO DEL BIEN
Es el bien que conviene a la naturaleza racional y libre del hombre, al que éste debe adaptar su
acción. Por lo que respecta a las acciones pasadas, bien es lo que se aprueba; por lo que atañe a
las acciones futuras, bien es lo que debe hacerse. Todo lo que el hombre persigue, lo quiere en
función de un bien perfecto que se muestra así como la forma misma de la felicidad. Mas con esto
se nos impone distinguir dos especies de bien último: uno subjetivo, que consiste en la felicidad en
general o beatitud; otro objetivo, que consiste en el bien concreto en cuya posesión el hombre
encontrará la felicidad. Dada la actividad racional y libre del hombre, acciones, medios y fines son
bien o males moralmente cuando van dirigidos por la razón según la norma del bien objetivo y son
realizados libremente. La razón ni crea la ley, ni la impone obligatoriamente originando el deber:
nadie se obliga a sí mismo (contra Kant). El fundamento último del bien moral no está en la razón,
sino en el Bien absoluto, de donde el orden moral toma su carácter necesario, universal y
obligatorio. El bien del hombre está en el encaminamiento a sus propios fines de verdad y bien
absolutos…
http://www.canalsocial.net/GER/ficha_GER.asp?id=11989&cat=teologia
LA CUESTIÓN DE LOS FINES Y LOS MEDIOS
Errores inquietantes
¿Qué importa que una cosa sea fin o medio? —decía el galeno—, en realidad, todo es fin y todo es
medio, por eso nada es medio ni es fin... A lo que responde el paciente: -Pues mire, doctor, esto
mismo me dijo el zapatero. Tenía unos zapatos de excelente diseño. Pero yo tenía los pies
grandes y no me cabían. La solución estuvo conforme con su teoría. Llamó al traumatólogo y me
cortó los dedos de los pies. Ahora, fíjese, los zapatos me sientan perfectamente -claro que sí,
6. hombre. Usted creía que el pie era el fin y los zapatos los medios. Una vulgaridad. Debemos ser
creativos...
Procusto no era el nombre de pila del mítico posadero de Eleusis. Se llamaba Damastes, pero le
apodaban Procusto que significa «el estirador», lo cual sólo se comprendía cuando mostraba su
sistema particular de hacer amable la estancia a sus huéspedes. Deseoso de que los más altos
estuvieran cómodos en sus lechos, se aseguraba de que éstos tuvieran la medida exacta
cortándoles - a los huéspedes - la porción sobresaliente de sus miembros. A los bajitos les ataba
grandes pesos en los pies hasta que alcanzaban la estatura justa del lecho. Menos mal que Teseo,
forzudo atleta, puso fin a las locuras del posadero devolviéndole con creces el trato que
dispensaba a sus ingenuos clientes.
El mundo real
La vida real no es una especie de plastilina que pueda adoptar la forma que queramos. Las cosas
tienen naturaleza y relaciones naturales entre ellas, que configuran un orden de prioridades —lo
contrario al caos—, una jerarquía de valores. Es más importante la cabeza que la mano; debe
conservarse antes aquella que ésta. Y si nos caemos, instintivamente la mano se adelanta a parar
el golpe. Es más importante el coche que su cenicero. Si el cenicero está lleno de colillas no es
sensato tirar el coche y comprarse otro, sino tirar las colillas y conservar el coche. Si hay que
vacunar a un niño, es mejor que llore un poco que no lo haga y haber de enterrarlo
prematuramente…
El fin no justifica los medios
El fin incluye inevitablemente los medios con los que se pretende llegar a ese fin. El fin no es una
idea abstracta, platónica, exenta, pulcra, incontaminada. Es la meta más el conjunto de todos los
pasos que llegan a ella…
Un fin elegido, con resultado bueno, por el hecho de que se realice después del mal del que se ha
seguido, no convierte en bueno a ese mal, puesto que el mal ya está hecho, ya es pasado, y no
hay nada más inmutable que el pasado. El futuro puede cambiar. No faltan quienes aseguran que
el futuro «ya no es lo que era». Pero el pasado no hay quien lo mueva. Si la voluntad ha hecho
libremente el mal, ya se ha hecho mala y no hay quien lo pueda evitar…
En cierto modo los medios contienen ya el fin; los procedimientos anuncian el resultado. Predicar,
matar, conmover, forzar, orar, no son medios neutros que sirvan para cualquier fin: cada uno lleva
implícito el resultado». La bala lleva consigo la muerte…
http://arvo.net/saber-lo-que-es-bueno/3-que-es-lo-bueno/gmx-niv159-con12124.htm
Las historias, los héroes y los villanos
7.
8. La eterna lucha entre el bien y el mal ha sido propuesta en innumerables ocasiones y de múltiples
formas; el séptimo arte no ha sido la excepción. A ratos, la frontera entre héroe y villano puede
tornarse difusa, por ejemplo en el caso de Batman.
LA BANALIDAD DEL MAL
http://www.youtube.com/watch?v=QkVb-sfuRpc
http://www.biografiasyvidas.com/biografia/a/arendt.htm
FIN ÚLTIMO
Toda la problemática suscitada por la noción de fin no arranca de su carácter de término de una
acción, lo producido por el agente, sino de aquello a lo que se dirige la acción, como término de
una intención: lo perseguido por el agente, lo que se intenta o pretende. Es aquello por lo que el
agente se determina a obrar; es el principio de la acción: aquello por lo que algo es hecho. De este
modo, el fin aparece como nudo entre el orden efectivo y el orden intencional…
La moción que ejerce el fin proviene de su bondad; la fuerza causativa del fin no es otra que por la
fuerza causativa del bien. El fin esencialmente atrae hacia sí a la causa eficiente; mediante la
causa eficiente se determina a existir…
El hombre alcanza la noción de fin, de una parte, percibiendo la realidad del mundo que le rodea,
en el que se advierten relaciones de finalidad; de otra parte, a partir de su propia experiencia
interna, ya que percibe que se propone fines u objetivos. Desde una y otra perspectiva el hombre
se ve llevado al reconocimiento de un fundamento último de la finalidad: Dios. El orden y la
finalidad del cosmos implican una inteligencia ordenadora (lo que carece de conocimiento no
tiende a un fin si no es dirigido por alguien que entienda y conozca), que obviamente no es la
humana (ya que el hombre no da su sentido al cosmos, sino que se descubre en él), sino una
causa eficiente racional supracósmica, a la que llamamos Dios (es la quinta vía tomista: Sum. Th. 1
q2 a3)…
http://www.canalsocial.net/GER/ficha_GER.asp?id=5734&cat=filosofia
FELICIDAD
9. Las definiciones que se han dado de la felicidad en la filosofía tradicional son sumamente variadas:
Cicerón: «apartados todos los males, la acumulación total de los bienes»; S. Agustín: «el gozo de
la verdad»; Boecio: «la suma de todos los bienes», «un bien que una vez poseído no permite
desear ningún otro», etc. Como puede verse, tanto por estas definiciones como por la misma
derivación lingüística de la palabra, la felicidad comporta un doble aspecto: uno subjetivo y otro
objetivo. Subjetivamente implica un gozo o satisfacción; objetivamente, la felicidad reclama algo
sobre lo que ella versa y sobre lo que se desarrolla dicho gozo. De esta distinción surge
precisamente la gran diversidad de concepciones de la felicidad tanto por el énfasis que se dé a lo
objetivo o subjetivo, como por la índole del objeto de la felicidad. Claro es que si la felicidad se
centra en el aspecto subjetivo, principal o exclusivamente, cabrá hablar de felicidades auténticas
aunque el objeto sobre el que verse sea ilusorio… Un equilibrio entre ambos extremos constituirá
el ideal de la felicidad: un estado de gozo pleno de la conciencia que satisface de una manera total
y con carácter estable todas las apetencias, deseos y potencialidades del hombre, por la índole,
asimismo plena, de bondad del objeto.
http://www.canalsocial.net/GER/ficha_GER.asp?id=5725&cat=filosofia
Actividades y ejercicios tipo examen
A. Lea atentamente los siguientes fragmentos, identifique cuál es la idea principal del autor
y subraye la alternativa correcta.
1. Cuando se dice que algo "es ético" o que "no es ético", se está diciendo que es o no es bueno.
Ahora bien, si casi todos coincidimos en que nuestra conducta ha de ser "ética", no siempre
estamos de acuerdo en "lo que es ético". Lo que parece "ético" a unos, puede resultar una
monstruosidad a otros. Así por ejemplo, algunos llaman "ético" al aborto provocado en caso de
embarazo por violación, lo cual a muchos nos parece uno de los peores crímenes -incluso quizá
peor que el terrorismo-, y negación del más elemental derecho de la persona, el derecho a la
vida… ¿Es posible llegar a un conocimiento cierto sobre "lo que es bueno", al menos en lo
fundamental, o estamos condenados a una eterna duda o a opiniones sin fundamento racional?
¿Existe un criterio objetivo de bondad que nos permita, sin temor a equivocarnos, discernir el bien
del mal? La respuesta del sentido común ha sido siempre afirmativa. (Antonio Orozco)
a) No es posible llegar a un conocimiento cierto sobre "lo que es bueno".
10. b) Lo que "es ético" es bueno y lo que "no es ético" es malo.
c) No siempre estamos de acuerdo en "lo que es ético".
d) El aborto en caso de violación es un tema muy discutido.
e) Existe un criterio objetivo de bondad que nos permite discernir el bien del mal.
2. … Por cierto, ¿por qué lleva usted este vendaje en la cabeza? ¿Le duele acaso la abundancia
de ideas inquietantes?
-No señor, es que mi sombrerero tiene unos sombreros de exquisito formato, pero mi cabeza es
demasiado grande. Por eso me limó el cráneo con mucho cuidado. Cuando me quite la venda, el
sombrero me sentará de maravilla. En realidad la cabeza no es el fin del sombrero sino al revés.
Mejor dicho, da igual. Y como lo importante es la economía de los sombreros, más vale limar las
cabezas que arruinar a los sombrereros. Además, creativamente hablando, si el fin es excelente, el
medio será también excelente, porque lo excelente y lo execrable en rigor son lo mismo y no existe
ni lo uno ni lo otro, ¿no es así? (Antonio Orozco)
a) El dolor de cabeza se relaciona con el tamaño del sombrero.
b) La cabeza no es el fin del sombrero sino al revés.
c) El sombrero no es el fin de la cabeza sino al revés.
d) Si el medio es excelente, el fin será también excelente.
e) Si el fin es excelente, el medio será también excelente.
B. Lea atentamente los siguientes fragmentos, subraye la alternativa correcta y justifique su
respuesta.
1. Es de notar ahora que no todo lo que perfecciona a un sujeto, perfecciona a todos. El abono
animal sirve para nutrir a las flores, pero no al hombre. La alfalfa es buena, sabrosa y sana, para
las vacas, no para nosotros. Es claro pues que el bien es relativo: dice relación a un sujeto o a un
conjunto más o menos numeroso de sujetos determinados. Esa "relatividad" del bien ha inducido a
muchos a pensar que el bien no es algo "objetivo", es decir, que no está ahí, independiente de mi
pensamiento, sino que cada uno puede tomar por bueno "lo que le parezca". (Antonio Orozco)
La expresión “el bien es relativo” debe entenderse en el sentido de:
a) El bien es algo objetivo.
b) El bien no es algo objetivo.
c) No todo lo que perfecciona a un sujeto, perfecciona a todos.
d) El bien de la vaca es distinto del bien del hombre.
e) El bien del hombre es superior al de la vaca.
2. Amar es encontrar en la felicidad de otro tu propia felicidad. (Gottfried Wilhelm Leibniz)
En la frase el fin y los medios son respectivamente:
11. a) La felicidad del otro y la propia felicidad.
b) La propia felicidad y la felicidad del otro.
c) El amor y la felicidad del otro.
d) La felicidad del otro y el amor.
e) El amor y la propia felicidad.
C. Lea atentamente la pregunta, exprese claramente su postura y justifique sus
afirmaciones.
1. ¿El fin justifica los medios? Explique.
2. ¿El bien es objetivo? Explique.
3. ¿La felicidad está al alcance de todos? Explique.
4. ¿Nuestra sociedad ha banalizado el mal de nuestras acciones? Explique.
5. ¿Cuál es la diferencia entre fines intermedios y fin último? Explique.
6. ¿Nuestras facultades superiores (inteligencia y voluntad) deberían influir decisivamente en
nuestra forma de actuar? Explique.
7. ¿La ética sirve para algo? Explique.
8. ¿Qué significa reducir la Ética a Antropología? Explique.
9. ¿Qué significa reducir la Ética a Psicología? Explique.
10. ¿Qué tienen en común la ética emotivista y la ética del consenso? Explique.
11. ¿Pensar es lo mismo que filosofar? Explique.
12. Escriba una semejanza y una diferencia entre un filósofo y un sabio. Explique.
13. ¿La filosofía es lo más vital que existe? Explique.
14. ¿En qué no estarían de acuerdo un sabio y un filósofo? Explique.
15. Decía Kafka: "La juventud es feliz porque posee la capacidad de ver la belleza. Es al perder
esta capacidad cuando comienza el penoso envejecimiento, la decadencia, la infelicidad". Janouch
le preguntó: "¿Entonces la vejez excluye toda posibilidad de felicidad?". Y Kafka respondió: "No. La
felicidad excluye a la vejez. Quien conserva la capacidad de ver la belleza no envejece". ¿Con
quién está de acuerdo, con Janouch o con Kafka? Explique.
D. Seleccione una canción romántica, identifique dos de los tres componentes básicos de
un ser humano (cuerpo, psiquismo, espiritualidad) y subraye los ejemplos
correspondientes.