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Un estudio comparativo de la figura mítica griega
y sus diversos mitologemas
Texto Extraído de La Naturaleza del Mito y de La Mitología Griega
Por
E. J. Ríos
— OCÉANO: Es, junto a Gea y Urano, otra divinidad primordial «πρωτόγενος», y, según
Hesíodo, es el hijo primogénito de esta pareja cosmogónica, aunque otras tradiciones lo
consideran nacido de la misma simiente de donde proceden Urano y Gea1
. Océano era
considerado por los griegos de épocas primitivas la suprema divinidad del elemento fluvial
y marítimo, ya que pensaban que circundaba a la tierra en todo su perímetro, marcando por
ende sus confines por el norte, el sur, el este y el oeste, estas regiones extremas a menudo
consistían en umbrales de mundos terribles, inalcanzables e inhóspitos para los mortales,
pues, más allá del Océano se solía ubicar, por ejemplo, las famosas Columnas de Heracles,
que el héroe tuvo que atravesar hasta llegar a la isla Eritia y robar el ganado del monstruoso
Gerión; para poder cruzar el Océano, Heracles tomó prestada la copa de oro del Hiperión en
la que, al caer el ocaso, este dios surcaba diariamente sus aguas para retornar a su morada
que quedaba justo al lado de las riberas del dios marítimo2
, pues se pensaba que Océano era
el dios regulador de la salida y puesta de los cuerpos celestes que emergían y descendían de
su reino acuático. Homero también ubica el Hades más allá del Océano ya que Odiseo debió
cruzarlo para llegar al mundo de los muertos3
. Otros lugares terribles o fabulosos también
solían ubicarse allende el Océano como el país de las Gorgonas, la Isla de los
Bienaventurados o el Jardín de las Hespérides. Las disposiciones de estos lugares
característicos fuera del mundo terrestre conocido «non terrae plus ultra» se debía quizás al
temor que el mar producía a los griegos continentales en tiempos donde aún no estaba
completamente desarrollada la navegación, entonces podía leerse sentencias tales como:
«σοφός οὐκ ἔστιν ὅς ϑάλασσαν ἄγῃ»4
Claro está, esto obedecía más al temor a lo
desconocido que al mismo Océano, pues sabemos que sociedades griegas más arcaicas como
la cretense dependían exclusivamente del mar e incluso instalaron, en su apogeo, la llamada
talasocracia, ya que dominaban gran parte del Mediterráneo.
Océano obtuvo como esposa a su hermana Tethys, con ella procreó todos los ríos, arroyos,
fuentes, lagos y algunas divinidades marinas asociadas a éstos como sus hijas e hijos las
ninfas Oceánides y los Oceánidas, estos últimos también llamados potamoi los cuales eran
divinidades fluviales. Hesíodo en su Teogonía los nombra del modo siguiente:
Tetis con el Océano parió a los voraginosos Ríos: el Nilo, el Alfeo, el Erídano de profundos
remolinos, el Estrimón, el Meandro, el Istro de bellas corrientes, el Fasis, el Reso, el Aqueloo
de plateados remolinos, el Neso, el Rodio, el Haliacmón, el Heptáporo, el Gránico, el Esepo y
el divino Simunte, el Peneo, el Hermo, el Ceco de bella corriente, el largo Sangario, el Ladón,
el Partenio, el Eveno, el Ardesco y el divino Escamandro.
Tuvo también una sagrada estirpe de hijas que por la tierra se encargan de la crianza de los
hombres, en compañía del soberano Apolo y de los Ríos y han recibido de Zeus este destino:
Peito, Admeta, Yanta, Electra, Doris, Primno, la divinal Urania, Hipo, Clímene, Rodea,
Calírroe, Zeuxo, Clitia, Idía, Pisítoa, Plexaura, la encantadora Galaxaura, Dione, Melóbosis,
Toa, la bella Polidora, Cerceis de graciosa figura, Pluto ojos de buey, Perseis, Yanira, Acasta,
1
q.v. n. 372
2
HOM., Il., VII, 422; VIII, 485.
3
HOM., Od., X, 508; XI, 2, 13, 158, 638; XXIV, 12. HES., Th, 787.
4
«No es prudente aquel que se dirige al mar»
Jante, la deliciosa Petrea, Menesto, Europa, Metis, Eurínome, Telesto de azafranado peplo,
Criseida, Asia, la deseable, Calipso, Eudora, Tyche, Ánfiro, Ocírroe y Estiga, la que es más
importante de todas.5
Más adelante el poeta nos dice que sólo nombra a los hijos e hijas más antiguos de Océano y
Tethys y que resultaría imposible para los mortales recordarlos a todos, pues, cuenta tres mil
Oceánides y un sinnúmero de Potamoi, sin embargo, esto no es tarea difícil para aquellos que
habitan en las riberas del Océano (entiéndase dioses-astros como el Hiperión, Helios, Selene)
La mayor parte de los nombres de los Oceánidas concuerdan con ríos tanto de Grecia como
de las otras regiones conocidas en el mundo antiguo, así, por ejemplo, tres de ellos
constituyen los linderos o límites de los que hablábamos: el Nilo al nordeste del continente
africano, el Fasis correspondiente a la orilla oriental del Mar Negro y el Erídano, identificado
con el Po y muchas veces considerado uno de los cinco ríos que cruzaba el Hades6
, de modo
que eran fronteras naturales que los griegos miraban con recelo y a su vez intriga, pues, esos
lugares desconocidos propiciaban temor, pero también excitaban la imaginación de los
griegos y suscitaban toda clase de mitos. En cuanto a los otros ríos que menciona podemos
ubicar el Aqueloo, el Alfeo, el Peneo, el Ladón, el Haliacmón y el Eveno en Grecia7
; el
5
Τηθὺς δ' Ὠκεανῷ ποταμοὺς τέκε δινήεντας, / Νεῖλόν τ' Ἀλφειόν τε καὶ Ἠριδανὸν βαθυδίνην, / Στρυμόνα
Μαίανδρόν τε καὶ Ἴστρον καλλιρέεθρον / Φᾶσίν τε Ῥῆσόν τ' Ἀχελῷόν τ' ἀργυροδίνην / Νέσσόν τε Ῥοδίον
θ' Ἁλιάκμονά θ' Ἑπτάπορόν τε / Γρήνικόν τε καὶ Αἴσηπον θεῖόν τε Σιμοῦντα / Πηνειόν τε καὶ Ἕρμον
ἐυρρείτην τε Κάικον / Σαγγάριόν τε μέγαν Λάδωνά τε Παρθένιόν τε / Εὔηνόν τε καὶ Ἀλδῆσκον θεῖόν τε
Σκάμανδρον· / τίκτε δὲ Κουράων ἱερὸν γένος, αἳ κατὰ γαῖαν / ἄνδρας κουρίζουσι σὺν Ἀπόλλωνι ἄνακτι /
καὶ ποταμοῖς, ταύτην δὲ Διὸς πάρα μοῖραν ἔχουσι, / Πειθώ τ' Ἀδμήτη τε Ἰάνθη τ' Ἠλέκτρη τε / Δωρίς τε
Πρυμνώ τε καὶ Οὐρανίη θεοειδὴς / Ἱππώ τε Κλυμένη τε Ῥόδειά τε Καλλιρόη τε / Ζευξώ τε Κλυτίη τε Ἰδυῖά
τε Πασιθόη τε / Πληξαύρη τε Γαλαξαύρη τ' ἐρατή τε Διώνη / Μηλόβοσίς τε Θόη τε καὶ εὐειδὴς Πολυδώρη /
Κερκηίς τε φυὴν ἐρατὴ Πλουτώ τε βοῶπις / Περσηίς τ' Ἰάνειρά τ' Ἀκάστη τε Ξάνθη τε / Πετραίη τ' ἐρόεσσα
Μενεσθώ τ' Εὐρώπη τε / Μῆτίς τ' Εὐρυνόμη τε Τελεστώ τε κροκόπεπλος / Χρυσηίς τ' Ἀσίη τε καὶ ἱμερόεσσα
Καλυψὼ/Εὐδώρη τε Τύχη τε καὶ Ἀμφιρὼ Ὠκυρόη τε / καὶ Στύξ, ἣ δή σφεων προφερεστάτη ἐστὶν ἁπασέων.
HES., Th., 337-362.
6
Sin embargo sabemos que los cinco ríos pertenecientes al Hades eran: el Aqueronte o río de la pena por donde
Caronte pasaba a los difuntos en su barca al otro lado del inframundo; el Cocito o río de los lamentos donde
vagaban aquellas almas que no podían pagar el óbolo a Caronte para que los pasase de orilla, se dice río de los
lamentos porque su caudal lo proporciona las lágrimas de los condenados; el Flegetonte o río de fuego el cual
jamás se extinguía y donde eran lanzados los espíritus coléricos; el Leteo o río del olvido donde se sumergía a
aquellas almas dispuestas a la encarnación para que no recordasen nada de sus vidas pasadas y finalmente el
Estigia el río de los juramentos.
7
Estos ríos, revestidos en su figuras mitológicas como oceánidas, cuentan con una abundante mitología, las
cuales estaban muy extendidas en las regiones por donde pasaban sus cauces, y algunos en toda Grecia, como,
por ejemplo, la del dios-río Aqueloo tan respetado en Grecia que terminó representando a todos los ríos de
aguas dulces provechosos para la agricultura; era invocado en las oraciones y sacrificios para la fertilidad y la
abundancia, asimismo, se hacían juramentos en su nombre. Aqueloo era representado como un toro con cabeza
humana o como un anciano que llevaba dos cuernos en la cabeza, pelo grisáceo y una barba hirsuta de la que
manaba constantemente agua. Se le atribuye diversos amoríos con las musas, y con Melpómene, tuvo a las
Sirenas, también es considerado el padre de diversos manantiales de Grecia; uno de los amoríos de Aqueloo
más anecdótico fue cuando quedó prendado de Deyanira, hija del rey Eneo que regía en Calidón una antigua
ciudad de la Etólia, sin embargo, Heracles también era pretendiente de la princesa, por tanto, hubo una contienda
entre Aqueloo y Heracles por la mano de Deyanira, Heracles hizo uso de su fuerza sobrehumana y Aqueloo de
sus poderes de metamorfosis transformándose primero en serpiente y luego en un toro, pero una vez asumida
esa forma, Heracles le arrancó un cuerno quedando así derrotado y fue condescendiente con su rival dejándole
Meandro, el Hermo y el Ceso en Asia Menor; el Escamandro, el Simunte, el Esepo, el Reso,
el Heptáporo, el Rodio y el Gránico en la la región de Tróade en la Anatolia8
; el Estrimón y
el Neso en Tracia y el Istro, el Aldesco, el Sangario y el Partenio se ubican en el Mar Negro.
En el caso de las oceánides son pocas las nombradas por Hesíodo que correspondan con un
lugar geográfico específico, sin embargo hay quien relaciona el nombre de Perseis y el de
Doris con el Oriente, el de Yaneira con el de los Jonios, asimismo, Europa con el continente9
;
sin embargo, lo más resaltante de las oceánides son sus funciones de protectoras de la tierra
y de las profundidades de las lagunas10
, igualmente son consideradas ayas de muchos varones
que luego resultaron ser héroes, no obstante, no puede dejarse a un lado, la connotación
negativa que tienen otras figuras míticas muy parecidas y que podrían muy bien tildarse
casar con Deyanira a condición que le regresara su cuerno, Heracles accedió, y en su lugar el dios-río le regaló
el cuerno de la cabra Amaltea, nodriza de Zeus, que luego fue llamado el cuerno de la abundancia. Se dice que
el río Aqueloo fue formado por las abundantes lágrimas de Niobe cuando Apolo y Artemis mataron a casi todos
sus hijos por haberse burlado de su madre Leto que sólo había tenido dos; otro mito nos cuenta que la formación
del río se produjo por las lágrimas del mismo Aqueloo cuando lloraba la pérdida de sus hijas las sirenas y, en
su sufrimiento, éste aclamaba a Gea quien lo auspició en su seno de donde comenzó a brotar el río. Del dios-
río Alfeo se dice que estaba profundamente enamorado de la doncella y diosa guerrera Artemis, quien había
hecho votos de castidad y por tanto desdeñaba a todos sus pretendientes, Alfeo al no poder seducir a Artemis,
decidió tomarla por la fuerza, ésta emprendió una vertiginosa carrera por medio del bosque hasta llegar cerca
de una ciénaga, allí llamó a su séquito: las ninfas del bosque, y les pidió que se embadurnaran el rostro y el
cuerpo con el lodo de la ciénega, así cuando Alfeo quiso buscar a su amada no la reconoció entre todas las
ninfas y desistió de su empeño. No obstante al cabo de un tiempo, fue víctima de su desafuero amoroso la ninfa
Aretusa a quien también persiguió hasta llegar a la isla Ortigia cerca de Siracusa, allí la ninfa se transformó en
la fuente que lleva su nombre para librarse así de la persecución de Alfeo, pero el dios-río se transformó entonces
en el río del Peloponeso, el cual fluye por debajo de la tierra y reaparece en la isla Ortigia y sus aguas se reúnen
con la fuente Aretusa, materializando de este modo su amor por la ninfa. Peneo con la ninfa Creúsa tuvo a
Hipseo, rey de los lápitas, y tres hijas: Círene, Estilbe y Dafne; esta última hija pidió su socorro cuando el dios
Apolo, enamorado de ella a causa de una flecha arrojada por Eros, la perseguía, Peneo salió en su ayuda y la
transformó en un árbol de laurel que luego sería consagrado a Apolo. Otras versiones consideran a Ladón como
padre de Dafne así como de Métope, Telpousa, Temis y las Náyades. En cuanto a los ríos Haliacmón y Eveno,
deben sus nombres a trágicas anécdotas de personajes ahogados en sus aguas, entre estas cabe destacar la de
Eveno, el cual era un rey de Etolia, este tenía una hija hermosísima llamada Marpesa, el rey solía retar a una
carrera de carros a los pretendientes de su hija jurando que aquel que saliera victorioso obtendría la mano de la
bella Marpesa, sin embargo, él siempre ganaba la carrera y decapitaba a los vencidos y apilaba sus cráneos
insertándolos en las columnas de su palacio como trofeos decorativos, hasta que un día lo retó Idas, un hijo de
Poseidón, quien tenía un carro halado por caballos divinos, regalo de su padre, por tanto no le fue difícil vencer
a Eveno y raptar su hija; el rey trató de perseguir en vano a Idas en su caballo, pero éste nunca pudo alcanzar la
velocidad de aquellos, a lo que el rey reaccionó asesinándolo para luego lanzarse a las caudalosas aguas del
Licormas donde se ahogó y fue así, que pasado algún tiempo, el río adquirió su nombre.
8
Todos estos nombres se encuentran en la Iliada, aunque en distinto orden. HOM. Il., XII 20-22.
9
FELDMAN, PH., “Personification and Structure in Hesiod's Theogony”, S.O., p.12
10
HES., Th., 365-366.
descendientes de las oceánides como son las sirenas11
y especialmente las náyades12
y las
ondinas13
que también habitaban y custodiaban las profundidades de lagos y lagunas; también
las nereidas14
son particularmente asimilables y, ciertamente, consanguíneas ya que son hijas
de Nereo y Doris, aunque éstas sí conservan ese lado benigno de ser protectoras de los
humanos, especialmente de los hombres, y en esto no coinciden con sus ya nombradas
11
Como sabemos las sirenas, hijas de Aqueloo y según Platón de Forcis y Ceto, son seres acuáticos con cola de
pez, busto y rostro de mujer, aunque en un primer momento su iconografía respondía más bien a una criatura
ornitomorfa que a una pesciforme, sin embargo, a partir de la iconografía medieval la asimilación de la sirena
a un pez tuvo mayor alcance y se fue difuminando la clásica figura de mujer-pájaro, esta transformación parece
tener ciertas connotaciones mistéricas que se atribuyen a casi todas las divinidades marinas como es el don de
la profecía, sin embargo, las sirenas mantienen aún un eco de su antigua forma y que igualmente se halla
relacionado con aspectos iniciáticos como es su canto enigmático capaz de trastornar a cualquier mortal que lo
escuchase sin la debida preparación (recuérdese a Odiseo, al acercarse a la isla de las sirenas, quien sólo
haciéndose atar al mástil de la nave y obstruyendo los oídos de sus hombres, logra escuchar los misterios que
revelan los enigmáticos cantos de las sirenas y su tripulación sale ilesa del peligro que suponía el conocimiento
de esos secretos HOM, Od., XII, vv. 154-200) No sólo el canto irresistible de las sirenas resulta peligroso, pues,
a partir del cristianismo, esta seducción intelectual que acusaba a la sabiduría iniciática y mistérica, se trocó por
una seducción sexual mundana, de donde se comenzó a interpretar a este ser mítico como a un ser de
temperamento maléfico, que explotaba sus dotes físicos, mostrando los senos, para seducir a los jóvenes
ignorantes e incautos para matarlos arrastrándolos a las profundidades del mar donde aquéllas celebraban.
12
Las Náyades a menudo son consideradas o llamadas Ninfas, las cuales son divinidades menores ligadas a los
elementos de la naturaleza. Ya en Homero (Od. VI 108 ss. Y XII, 356) se asiste a una primera especialización
en ninfas de las aguas de manantial, del mar, de los bosques y de los montes. Físicamente, en la iconografía no
tienen características particulares que las distingan unas de otras; en la época arcaica son figuras femeninas con
largas túnicas; con el tiempo cada vez van descubriendo más el torso. En la mitología griega, el número de
categorías de ninfas, dedicadas a cada contexto físico o geográfico, era enorme; recordemos sólo algunos
nombres: las celestiales o uranias, las terrestres, que se dividían en oréadas y orestíadas, de las montañas;
napeas, de los vallles; limoniadas, de los claros y de los prados; alseidas, dríadas y hamadríades de los bosques
y de los árboles; melíadas, de los fresnos; agrostinas, de los campos; querquentulanas de las encinas. Las
acuáticas, por su parte, se dividían en oceánidas y nereidas, del mar; náyades, creneas y pegeas, de las fuentes;
potámidas, de los ríos; limníadas, de los lagos avernales, de las aguas infernales. Además existían subespecies
ligadas a emplazamientos geográficos concretos, como las dodómidas o las citerónidas. Cf. IZZI, M. op. cit.
“nymphai” p. 360.
13
Nombre genérico de todos los seres de género femenino asociados al agua y que participan de su propia
naturaleza. Se dice que las ondinas pueden presentarse en forma de ninfas; viven en los lagos y en los ríos, bajo
cuyas aguas danzan en el momento en que alguien se ahoga. Esto da la medida de su índole maligna y peligrosa,
contrapuesta a su aspecto generalmente placentero y seductor. Su deseo de adquirir un alma inmortal, cosa que
sólo puede obtenerse mediante el matrimonio con un mortal, las lleva con frecuencia a salir de las aguas para
conocer y seducir a los hombres. Cuando están en tierra, se distinguen de las mujeres humanas sólo por el hecho
de que sus vestidos gotean agua por el borde posterior. Ibid. “ondinas” p. 365.
14
Son las cincuenta hijas del dios marino Nereo y la oceánide Doris. Se las consideraba las ninfas del mar,
puesto que vivían en las profundidades del océano; no obstante emergían a la superficie para ayudar a marineros
que surcaban los procelosos mares, siendo los argonautas los más famosos entre los que socorrieron mientras
viajaban en búsqueda del vellocino de oro. Se aparecen a los hombres del mar montadas en delfines y otros
animales marinos. Representaban todo aquello que hubiese de hermoso y amable en el mar. Cantaban con voz
melodiosa y bailaban alrededor de su padre. Se las representa coronadas por ramas de coral y portando el
tridente de Poseidón, de cuyo séquito formaban parte. Sin embargo, en Grecia actualmente se ha creado otro
mito en torno a unas figuras míticas casi homónimas llamadas neraides y que se asimilan a las ondinas por su
naturaleza maligna, ya que son seres feéricos con aspecto de mujeres altas y delgadas, con el pelo largo rizado,
y de una belleza turbadora. Desdichadamente, esta belleza la usan para seducir y dañar a los incautos que quedan
fascinados por ellas. Sólo con estar cerca de una nereida se pierde inmediatamente la voz. Son espíritus de
carácter predominantemente acuático, pero a veces relacionados también con la vegetación y las selvas. Ibid.,
“neraides” p.350.
antítesis; de todas formas, todos estos mitos de seres acuáticos con figura de mujer, tienen
como raíz común a Océano, y a través de sus diversos atributos, ya sean estos malignos o
benignos, se da a conocer, indirectamente, atributos del mismo dios Océano, pues, recuérdese
que este dios, como casi todos los dioses griegos, puede mostrar su naturaleza benigna o
maligna a aquellos que pisen sus dominios y mostrarse afable u hostil a voluntad15
.
En cuanto a la iconografía del dios Océano, a diferencia a la de sus padres o antecesores
Urano y Gea, es mucho más abundante, o por lo menos, cuenta con atributos y características
concretas que se le reconocen resueltamente como propias.
Océano en épocas arcaicas, al ser considerado un elemento natural abstracto, carecía de
representación antropomórfica, pues, como ya hemos mencionado, se consideraba como un
inmenso río que circundaba la tierra en toda su esfericidad16
a manera de una serpiente que
se enrosca sobre sí misma o sobre el huevo cósmico17
; sin embargo, este tipo de
representación parecía obedecer más a la idea generalizada del cosmos que a una clara
representación del magno dios-río.
No es hasta el siglo IV a.C. cuando vemos un perfil iconográfico definido de su figura, pues,
es en ese entonces que el dios Océano comienza a ser tomado como tal, es decir, es en pleno
período helenístico cuando Océano comienza a tener un protagonismo religioso y de culto,
aunque ciertamente poco difundido, o al menos es muy poco lo que nosotros sabemos de ello,
sin embargo, hay que reconocer que ya en períodos arcaicos comienza a gestarse una imagen
representativa del dios, claro está, casi siempre de trasfondo, acompañando a otros dioses
quizás más prominentes en cuanto a culto y religiosidad se refiere. Así lo demuestra un dinos
ático de figuras negras, firmado por Sophilos, en el que se observa la celebración de la boda
entre Peleo y Tetis, en la que asisten casi todos los dioses los cuales van en procesión hasta
llegar al sagrario, allí Océano va acompañado de su esposa Tethys, su cuerpo es anguiforme,
mostrando en la parte superior a un viejo corpulento, barbado y con luenga cabellera mientras
15
En el mito de Heracles cruzando el océano en la copa de oro del Hiperión, Océano en un primer momento se
muestra hostil al héroe para ponerlo a prueba, sacudiendo con fuerza la improvisada embarcación, pero luego
desiste de tal empeño cuando Heracles lo amenaza con su arco, desde ese entonces, el viaje del héroe a través
del Océano fue apacible.
16
Algunos estudiosos creen que representaba en su origen todas las masas de agua salada, incluyendo el Mar
Mediterráneo y el Océano Atlántico, las dos extensiones de agua principales que los antiguos griegos conocían.
Sin embargo, como la geografía se hizo más precisa, Océano, llegó a representar las no muy exploradas aguas
del Océano Atlántico, mientras que Poseidón gobernó sobre el Mediterráneo.
17
Así descrito recuerda a dos símbolos mistéricos griegos: el ouroboros y el ónfalo, el primero aparece sobre
todo entre los gnósticos, el cual representa a una serpiente mordiéndose la cola y, en su sentido más amplio,
simboliza el tiempo y la continuidad de la vida, aunque, algunos también lo comprenden como el símbolo
primordial de la creación del mundo y que contiene la idea de una naturaleza cíclica capaz de renovarse a sí
misma. Cf. CIRLOT, E. J., op. cit., p.351. El ónfalo, por su parte, es un símbolo del centro cósmico, donde se
produce la comunicación entre el mundo de los hombres, el de los muertos y el de los dioses. Cf. CIRLOT, E. J.,
op. cit., p.347. Aunque se trata de símbolos totalmente distintos y diferenciados entre sí, al igual que la imagen
primitiva del gran dios-río Océano, no puede dejarse de observar la similitud simbólica entre los tres, pues,
considérese que Océano también fue considerado, por algunas tradiciones, el creador de todo lo existente y al
ser un protogenos surgido de la misma simiente que Urano y Gea no puede descartarse que los antiguos lo
considerasen también como centro del universo.
que la parte inferior culmina en cola de sierpe marina, en la mano derecha Océano sostiene
una serpiente y en la izquierda un pez y de su cabeza surge una protuberancia muy similar a
un cuerno de toro18
; aunque estas características físicas podrían ser asimilables a otras
entidades míticas19
como, por ejemplo, Tifón o los tritones, ya muestra ciertos atributos que
serán emblemáticos en las posteriores representaciones de Océano, como son: el aspecto
físico del dios (al menos el de ser representado como anciano barbado), la sierpe enroscada
en uno de sus brazos y las protuberancias que surgen de su cabeza, claro está, estos emblemas
se van modificando con el paso del tiempo, sin embargo, ya desde sus inicios van
presentándose como permanentes, aunque, ciertamente, aún restan algunos otros atributos
que se le irán añadiendo.
Aunque en el helenismo y en el periodo clásico se puede observar ya un perfil iconográfico
definido del dios que nos ocupa, debido a la inexistencia de inscripciones que lo identifiquen
en esos períodos, diremos que la mayor fuerza iconográfica de Océano tiene lugar, sin duda
alguna, durante todo el Imperio Romano y especialmente se ven bastantes referencias de su
figura en las costas norafricanas y en Turquía, desde donde ésta fue promovida por los
romanos en sus característicos mosaicos marítimos.
De los mosaicos norafricanos vale mencionar la tendencia de representarlo a manera de
mascarón en medallones muy elaborados y ornamentados con motivos marinos, así tenemos,
por ejemplo, los restos de un mosaico hexagonal que data del S. III d.C. hallado en Vicus
Augusti. Sidi, El Hani-Túnez pero actualmente conservado en el Museo Arqueológico del
Bardo (sala Dougga); o los hallados en Acholla y en Bulla Regia, estos mosaicos casi siempre
representan sólo la cabeza del dios-río, el cual aparece como un anciano con una cabellera
verde de algas marinas y una barba muy poblada y de las sienes de su cabeza surgen dos
tenazas de langosta; este tipo de representación y sus variantes las encontraremos
sucesivamente en muchas villas romanas, quizás las más famosas pertenecen a la Hispania
romana, estas son: La Villa de Materno (Carrenque); Villa de Dueñas (Palencia); Villa de
Sasamón (Burgos).
18
La protuberancia que se observa sale de la cabeza de Océano en este dinos no es muy clara, pero, se sabe que
el toro, así como el caballo y el león, también estaba asociado al Océano y a las deidades marítimas, incluso
muchas veces estas criaturas las encontramos representadas junto a la efigie de Océano como, por ejemplo, los
frentes de sarcófagos datados del S. II d. C. del Palacio Aldobrandi en Roma (q.v. figs.58 y 59) Aunque, de
igual forma, podría especularse que se trata de un par de antenas de crustáceo, como se muestra en otras
representaciones suyas de mosaicos posteriores.
19
Sin embargo en el vaso aludido no se tiene ninguna duda que se trata en efecto de una efigie de Océano y no
de cualquier otra entidad marítima, ya que lo corrobora una inscripción al lado de la misma.
Asimismo, encontramos este tipo de mosaicos en Marruecos, en Susa, en los territorios de la
antigua Cartago, en Chott Meriem, la antigua Themetra, pues, como hemos indicado
ya, se encuentran en las regiones occidentales y sobre todo en la parte norte de África a partir
de la época Severiana (192-235 d.C.). Tan extendido estuvo este mascarón en el arte imperial
romano que hallamos representaciones similares del dios en muchas otras regiones
conquistadas por ellos, tal es el caso de la región de Britania, de allí se han extraído piezas
de arte con la efigie de Océano que participan de las características de los mosaicos como,
por ejemplo, la bandeja de plata del Tesoro de Midenhall del S. IV d. C. y que hoy se conserva
en el Museo Británico. En la misma Roma, aún en el Medioevo, se contaba con la efigie de
un mascarón, que presenta exactamente esos atributos, estaba ubicado en la plaza central y
probablemente servía de fuente, aunque tampoco se descarta otros posibles usos, se trata de
La Bocca della Verità20
un medallón de mármol de 1,75 m. que data ca. S. I d. C., sin
embargo, en época post-renacentista (año 1632), se trasladó a la Iglesia de Santa María de
Cosmedín, lugar donde aún hoy puede admirarse.
Pero no sólo el rostro de Océano se configuró como representación ideal del dios, pues, para
aquellos entonces, también se gestó una figura de cuerpo completo que iría añadiendo aún
mucho más atributos a su iconografía: la personificación de Océano como dios-río.
20
q.v. fig. 60
[Fig. 55]
El perfil del dios, así representado, solía presentar una postura monumental, casi siempre
reclinado sobre un lectus circundado por una corriente de agua, su figura se representaba
igualmente como un anciano musculoso de espesa cabellera y barba poblada, un rostro
curtido por el sol y una mirada apacible; su torso iba desnudo y de la cintura para abajo iba
cubierto con un manto o pallium, en sus manos llevaba siempre objetos que lo identifican
que pueden ser una sierpe marina o un dragón, un arpón o un remo, también solía llevar un
ánfora o vasija llena de agua que vuelca y algunas veces iba acompañado por delfines o la
personificación de la tranquilidad; de esta forma, por ejemplo, lo vemos representado en el
mosaico del Domus Mithraeum o Casa del Mitreo, llamada así por su proximidad con los
restos aparecidos en un solar ocupado por la Plaza de Toros de la localidad de Mérida-
España, además, ya que presenta un conjunto de habitaciones subterráneas que junto a las
imágenes representadas en el mosaico de corte cosmogónico parece hallarse relacionado con
el culto al dios iranio Mithra, esta Casa data del s. II d.C., el mosaico integra al dios Océano
en un escenario policromo donde abundan los colores brillantes y profundos: turquesa,
índigo, dorado y ocres; la figura de Océano aparece en la esquina inferior izquierda del
mosaico reclinado y ataviado tal y como lo hemos descrito sosteniendo en su mano derecha
una serpiente y en su mano izquierda una lanza y va acompañado por un delfín y un joven
que personifica la tranquilidad de sus aguas, la cabeza del dios también mantiene los rasgos
característicos del mascarón: las protuberancias que surgen de la frente en forma de tenazas
de langosta, cabello y barba abundante con tonos verdosos por la acumulación de algas, una
mirada apacible y serena; como dato curioso alrededor del dios existen otras
personificaciones marítimas y fluviales como el río Eufrates y el Nilo, asimismo el Ponto el
cual en muchos mosaicos era representado con las mismas características de Océano, por lo
cual, muchas veces, es difícil discernir de cuál de los dos dioses se trata como, por ejemplo,
el mosaico de Utique en Acholla, igualmente conservado en el Museo del Bardo. También
procedente del Mitreo de Mérida, encontramos una estatua mutilada de la que se conserva
solo el cuerpo y que posee las mismas características de Océano como dios-río, pues, se halla
extendida sobre una corriente de agua fluvial con el torso desnudo y la típica manta que cubre
sus piernas, esta obra también se data en el s. II d. C. y se conserva en el Museo Nacional de
Arte Romano. Otras esculturas relevantes de este tipo son: la proveniente de Efeso que data
del II milenio d.C. y el cual se halla conservada en el Museo Arqueológico de Estambul21
,
por otro lado, la colosal estatua que hace parte de una fuente del Museo capitolino en Roma,
la estatua data entre el I y II s. d.C. se cree que perteneció al Foro de Augusto, fue hallada en
las cercanías de la Chiesa di San Pietro en Carcere y fue adquirida por el Museo Capitolino
en 1644 donde un escultor de esta época le hizo restauraciones y la hizo parte de la fuente en
la que aún se encuentra situada renombrándola como “Océano Marforio”22
que es el nombre
con el que comúnmente se llama a esta estatua.
21
q.v. fig. 56
22
q.v. fig. 57
[Fig. 56]
[Fig. 57]
A partir de estos dos tipos de representación de Océano: el mascarón y la efigie reclinada, se
concibieron luego muchas otras variantes a lo largo de su historia iconográfica, las cuales
tomaron uno o más de los atributos que presentan aquellos modelos, aunque siempre bajo la
libre interpretación y cánones estéticos tanto de los diversos artistas como de la época en que
se inscriben. Son numerosas este tipo de interpretaciones iconográficas libres, sin embargo,
cabe mencionar algunas que pueden considerarse como efigies reconocidas de Océano, entre
éstas la más antigua quizás sea el alto relieve que se halla en el altar de Pérgamo que hoy
resguarda el Museo Arqueológico de Berlín, datada en tiempos helenísticos 160-180 a. C.,
allí se ve a Océano, centrado en un grupo escultórico, en la lucha contra los Gigantes
acompañado de un séquito de divinidades marinas: Tetys su inseparable esposa, Nereo y
Doris; sin embargo, esta imagen de Océano se muestra interesante ya que se entiende como
una efigie en proceso de gestación, pues, puede inferirse algunos de los atributos que se le
fueron adosando posteriormente, este Océano se halla de pie, con un cuerpo musculoso y
semidesnudo envuelto en una túnica, cabello y barba abundante, mantiene una actitud
triunfante ante los abatidos Gigantes y su cuerpo está ligeramente retraído en ademán de
lanzar un arma arrojadiza con su mano derecha23
; es claro que aquí el artista representó a
Océano según el contexto mítico y el grupo relivario en el que se halla inmerso de modo que
esta correspondencia lo aísla de sus rasgos individuales y por tanto es probable que por esto
no haya quedado como un modelo a seguir para su iconografía posterior. Entre otras estatuas
relevantes, ya mucho más recientes, con los rasgos del dios-río Océano podemos mencionar:
a uno de los personajes de La Fuente de los Cuatro Ríos que se halla en la plaza Navona de
Roma, realizada por Lorenzo Bernini, nos referimos al anciano desnudo de barba y cabello
abundante que sostiene en su mano izquierda un remo, atributo por antonomasia de Océano;
de igual modo, vemos otras interpretaciones libérrimas del dios-río, donde sólo es necesario
evocar el aspecto físico y uno u otro atributo del mismo para representarlo, y esto se cumple
no sólo en la estatuaria, sino también en otras artes: pinturas, grabados, relieves, orfebrería,
etc.
Por último, también debemos reconocer que otra figura no menos importante y que hasta, quizás
pueda decirse, restó preponderancia a Océano, influyó poderosamente en las representaciones
iconográficas del dios-río, nos referimos a Poseidón, pues, vemos algunas estatuas, u otras obras de
arte, donde se mezclan sus atributos creando de esta forma híbridos entre los dos dioses del mar, hasta
el punto que se hace difícil discernir a cuál de los dos se representa, entre estas obras podemos citar:
la figura central de la Fontana di Trevi en Roma, que representa un viejo que, al igual que Océano va
envuelto en un manto, pero que es auriga de caballos marinos: atributo mucho más conforme con las
representaciones de Poseidón; o la estatua del Salón del Prado en Madrid, que representa a Poseidón
con su carro y su particular tridente, aunque en el brazo izquierdo lleva enroscada una serpiente
marina, más asociada con Océano.24
23
Lamentablemente no sabemos qué tipo de arma llevaba, puesto que la mano y el brazo derecho al igual que
la mano izquierda de la estatua se hallan mutiladas.
24
Para conocer más sobre aspectos iconográficos del dios Océano Cf.: RODRÍGUEZ L, Mª ISABEL, “Océano:
iconografía de un dios abismal y misterioso”, Revista de Arqueología, Nº 226, 2000, pp.30-41.
Océano, como ya hemos apuntado, no se le conoce culto como divinidad, sin embargo, sí fue
considerado en la Antigüedad un principio primordial y por tanto concebido así en las corrientes
filosóficas y místicas arcaicas. Entre las primeras, bien conocido es la especulación de Tales de Mileto
que comprendía el agua como «ἀρχή» o principio universal de todas las cosas. Una de las razones
por las cuales pensaba esto era precisamente porque consideraba25
a la tierra descansando como una
isla sobre el agua, tal como se concebía la efigie de Océano como dios-río26
. Esto, como vimos, no se
riñe con las concepción mítica arcaica de Océano como ente primordial y guarida de todos los
dioses27
, sobre todo los «Πρωτόγενοι» de naturaleza femenina, como las titanesas, asimismo, Hera,
Démeter, Temis y Thetys, la esposa de Océano, que durante la Titanomaquia, permanecieron ocultas
en la cueva donde manaba la primera corriente de agua de la Tierra, quizás esto esté relacionado con
el principio pasivo y conservador de la vida, con lo femenino, y es de este mismo principio que
participa Océano en su aspecto pasivo, pues el mito también lo refleja, al referirnos que sólo él se
abstuvo de participar en la Guerra de los Titanes así como en el complot armado por Gea y sus
hermanos en contra de su padre Urano.
Para los órficos la concepción de Océano no se alejaba mucho de la tradicional, pues, también
lo consideraban el principio de toda vida, tanto de mortales como de los mismos dioses,
coincidiendo así con lo que, Homero28
y muchos otros poetas29
, afirmaron en mitos oficiales,
de igual modo, los órficos identificaban a Océano con el dios-río lindero del mundo que
circundaba a la tierra en todo su perímetro y que dominaba por tanto todo el mundo acuático,
esto lo podemos constatar en el hermoso himno que hemos transcrito más adelante y el cual
era declamado en su honor y concebido como una invocación para que esta personificación
del elemento líquido primordial asistiera a sus ritos de iniciación en los misterios. Quizás el
único atributo que acuñaban a Océano, distinto a los poetas tradicionales, era el hecho de que
también lo consideraban rector del cielo, esto tal vez se deba, piensan algunos eruditos, a la
homologación o posible relación que Océano tenía con Ofión, como sabemos este dios es
perteneciente a la concepción mítica órfica, se trata de un Titán que rigió en el cielo junto a
su esposa Eurinome por muy corto período antes del arribo al trono de Cronos y Rea; estas
parejas divinas se disputaron la soberanía en una fuerte lucha, hasta que Cronos pudo arrojar
a Ofión al Océano y Rea hizo lo propio con Eurinome30
. Ofión, en consecuencia, lo vemos a
menudo identificado con los lugares relacionados con su corta biografía, es decir, su reinado
y derrocamiento lo que equivale al Cielo y al Tártaro o al Océano, encarnado
alternativamente de este modo a Urano y a Océano, aunque también se ha identificado con
Fanes, pero la relación que debemos resaltar aquí es la de sus pares marítimos: Ofión-Océano,
Eurinome-Thetys; Ofión pudo confundirse con Océano
25
ARIST., Metaph.,
26
q.v. pp. 131 y 139
27
Cf. HOM. Il. XVIII, 402; XIV 200; 244; Od. XX, 61; APOLLOD. I, 503; CALL. Diam III, 40; A. Pr. 301; PI.,
Fr. XXX; NONN. D. VIII, 110; XLI, 264.
28
HOM. Il, XIV 200, 244, 300.
29
Ar. Av. 685 ; PL., Tht, 152 e; NONN, D. XXII, 280.
30
A.R. I, 503
A OCÉANO:
«Invoco a Océano, padre inmortal, omnipresente, origen de mortales hombres y de inmortales
dioses, aquel que rodea por todas partes con sus olas el contorno de la tierra, aquel de donde
todos los ríos, todos los mares y manantiales que fluyen debajo de la tierra [toman] su sagrada
humedad. ¡Escucha! Bienaventurado, pletórico ¡Oh, gran bálsamo de los dioses! Amado confin
de la tierra, principio rector del cielo, morador de las aguas, ven a los misterios siempre apacible
y benévolo. 31
***
a partir de su etimología, ya que Ofión, en griego «Ὀφίων», corresponde a la raíz de «ὄφις»
(serpiente, culebra) y ya sabemos que Océano precisamente era representado ora con cola de
pez o serpiente en lugar de piernas, ora sosteniendo una serpiente enrollada en un brazo.
Eurinome, por su parte, sabemos que se consideraba hija del propio Océano y por tanto una
de las Oceánides, también se cuenta que ella junto a Thetys salvaron al dios herrero Hefesto
cuando fue arrojado del Olimpo por su propia madre Hera a causa de su fealdad, además que
concibió con Zeus a las Gracias y, según otros, a Asopo, sin embargo, su naturaleza marítima
y proximidad con su madre Thetys es innegable ya que en Figalia, una región de la Arcadia,
se han hallado altares en su honor donde era representada con cola de pez o serpiente y torso
de mujer, en éstas se le ve muy cercana a las representaciones de Océano, dando pie, por
tanto, a ser confundida con su consorte Thetys.
Del carácter o temperamento del dios-río Océano, es muy poco lo que puede decirse, debido
al escaso contexto mitológico en el que aparece interactuando con las demás divinidades. A
saber, aparte de las anécdotas ya mencionadas con Heracles y las Titanides; un solo poeta le
31
<Ὠκεανοῦ>, θυμίαμα ἀρώματα. / Ὠκεανὸν καλέω, πατέρ' ἄφθιτον, αἰὲν ἐόντα, / ἀθανάτων τε θεῶν
γένεσιν θνητῶν τ' ἀνθρώπων, / ὃς περικυμαίνει γαίης περιτέρμονα κύκλον· / ἐξ οὗπερ πάντες ποταμοὶ καὶ
πᾶσα θάλασσα / καὶ χθόνιοι γαίης πηγόρρυτοι ἰκμάδες ἁγναί. / κλῦθι, μάκαρ, πολύολβε, θεῶν ἅγνισμα
μέγιστον, / τέρμα φίλον γαίης, ἀρχὴ πόλου, ὑγροκέλευθε, / ἔλθοις εὐμενέων μύσταις κεχαρημένος αἰεί.
ORPH., H., LXXXIII [T. A.]
[Fig. 58]
da voz y protagonismo en una de sus obras: Esquilo en su Prometeo encadenado, allí vemos
a Océano sosteniendo un profuso diálogo con Prometeo, del cual podemos servirnos para
obtener así su perfil psicológico. Veamos:
(Mientras las Oceánides bajan del carro, llega
Océano en un carro tirado por un grifo.)
OCÉANO. — Llego junto a ti, Prometeo, tras haber alcanzado el final de un largo camino,
conduciendo con mi pensamiento, sin necesidad ni siquiera de bridas, este ave de rápidas alas.
Sufro contigo, sábelo bien, por tu infortunio, pues el parentesco –así lo creo– me fuerza a
ello. Y, aparte la estirpe común, no existe nadie de cuyo lado yo me pusiera antes que de ti.
Vas a saber que esto es verdad y que no existe en mí la intención de hablarte con vanas lisonjas.
Vamos, indícame en que te debo ayudar. Nunca dirás que tienes un amigo más constante que
Océano.
PROMETEO. — ¡Vamos! ¿Qué es esto? ¿También vienes tú a ser espectador de mis penas?
¿Cómo osaste dejar la corriente que lleva tu nombre y las grutas techadas de piedra, para venir
a esta región madre del hierro? ¿Has venido a contemplar mi infortunio y a indignarte conmigo
por mis males? ¡Ve el espectáculo!: ¡aquí está el enemigo de Zeus, el que le ayudó a instaurar
su reinado! ¡Mira en qué clase de sufrimientos me estoy consumiendo por su voluntad!
OCÉANO. — Ya lo estoy viendo, Prometeo y, aunque eres astuto, quiero aconsejarte lo mejor
para ti. Toma conciencia de quién eres tú y ajusta tu forma de ser a nuevas maneras, pues, entre
los dioses hay también un rey nuevo. Si sigues así, profiriendo ásperas y punzantes palabras,
quizá, aunque tenga lejos su sede, más alto que tú, Zeus te oiga, con la consecuencia de que
la tortura ahora presente de tus dolores podrá parecerte que es un juego de niños.
Vamos, infeliz, depón la cólera que ahora tienes y ponte a buscar la liberación de estos
sufrimientos. Quizá te parezca que digo antiguallas. Sin embargo, Prometeo, penas de esa clase
suelen ser el fruto de una lengua en exceso altanera. Nunca, hasta la fecha, has sido humilde,
ni tampoco cedes ante la desgracia, sino que quieres agregar otros nuevos a los males presentes.
Usa de mí como un maestro y no des coces contra el aguijón. Mira que el monarca es severo y
que ejerce el poder sin necesidad de rendirle cuentas a nadie.
Ahora me voy e intentaré liberarte, si puedo, de estos trabajos. Permanece tranquilo y
procura hablar sin excesiva falta de mesura. ¿No sabes muy bien, a pesar de tu mucha sabiduría,
que a una lengua imprudente se le aplica siempre el castigo?
PROMETEO. — Te envidio por estar tú exento de culpa. Ya que no osaste participar en todo
conmigo, déjalo ahora y no te preocupes. De todas formas no vas a persuadirlo. No se deja
convencer fácilmente. Mira bien que no sufras tú mismo algún daño por este viaje.
OCÉANO. — Eres mucho mejor para hacer entrar en razón a la gente que se acerca a ti que a ti
mismo. Lo advierto en los hechos y no en las palabras. Ya que estoy en camino de hacerlo, no
te opongas a ello. Presumo —sí—, presumo que Zeus ha de concederme esta gracia de suerte
que pueda librarte de estos trabajos.
PROMETEO. — Te alabo en eso y jamás dejaré de alabarte, porque no te falta buena voluntad.
Pero no te esfuerces, porque vas a tomarte molestias en vano sin ninguna utilidad para mí, si a
esforzarte por mí te dispones. Antes, al contrario, tranquilízate y mantente alejado de este
asunto. Ya que yo estoy sumido en el infortunio, no por esto voy a querer para otros muchos
que les alcancen sufrimientos como los míos. No, desde luego. Ya me atormentan bastante las
desdichas de mi hermano Atlante que, por las regiones occidentales, permanece en pie
sosteniendo sobre sus hombros la columna existente entre el cielo y la tierra, trabajo no fácil
de soportar.
También sentí compasión cuando vi subyugado por la violencia al fogoso Tifón, hijo de
Tierra, destructor monstruoso de cien cabezas, habitante de grutas cilicias. Se había enfrentado
a todos los dioses, silbando terror con sus horrendas quijadas. Brillaba en sus ojos el fulgor de
una mirada aterradora, como si fuera a aniquilar con su violencia la realeza de Zeus. Pero le
alcanzó el dardo de Zeus que siempre está alerta, el rayo que baja a la tierra exhalando fuego,
y lo abatió terriblemente de sus jactancias de lengua altanera, pues, herido en las mismas
entrañas, fue aniquilada por el rayo su fuerza y él quedó reducido a cenizas. Y por ahora, como
algo inútil que se ha tirado, yace cerca de un estrecho marino, aprisionado en el fondo del Etna,
en tanto que Hefesto, instalado en sus más altas cumbres, se dedica a la forja del hierro. De allí
algún día reventarán ríos de fuego que devorarán con quijadas feroces los llanos campos de
Sicilia, productora de excelentes frutos. ¡Tal será la cólera que hará hervir Tifón con los rayos
ardientes de una terrible tempestad que exhalará, a pesar de estar carbonizado por el rayo de
Zeus!
No eres tú inexperto ni necesitas que yo sea tu maestro. Ponte ya a salvo como sabes hacerlo,
que yo agotaré mi presente infortunio hasta que la mente de Zeus abandone su ira.
OCÉANO. — ¿No sabes, Prometeo, que para un temple enfermo los únicos médicos son las
palabras?
PROMETEO. — Eso es así, si en el momento oportuno alguien procura apaciguar su corazón,
en lugar de intentar desinflarlo cuando está hinchado por la pasión.
OCÉANO. — ¿Ves acaso que exista algún daño en poner entusiasmo y arrojarse a ello?
Explícamelo.
PROMETEO. — ¡Vano trabajo y frívola simplicidad!
OCÉANO. — Déjame que enferme de esa dolencia, que es muy ventajoso tener sensatez y
parecer que no se tiene.
PROMETEO. — Va a parecer que esa falta es cosa mía.
OCÉANO. — Tus palabras me envían por las claras a mi casa de nuevo.
PROMETEO. — Sí, no vaya a ser que esos lamentos tuyos por mí te hagan caer en enemistad.
OCÉANO. — ¿Con quien hace poco que ocupa el trono todopoderoso?
PROMETEO. — Guárdate, no sea que un día el corazón de ese se irrite contigo.
OCÉANO. — Prometeo, tu desgracia me da una lección.
PROMETEO. — ¡Márchate! ¡Vete! ¡Pon a salvo tu actual forma de pensar!
OCÉANO. — Me has dado esos gritos cuando ya estoy marchándome, pues mi ave cuadrúpeda
roza ya con sus alas el liso camino del aire y pronto en su establo doblará con gusto las patas
para descansar.32
(Sale Océano cabalgando su grifo)
32
ΩΚΕΑΝΟΣ / ἥκω δολιχῆς τέρμα κελεύθου/ διαμειψάμενος πρὸς σέ, Προμηθεῦ, / τὸν πτερυγωκῆ τόνδ'
οἰωνὸν / γνώμῃ στομίων ἄτερ εὐθύνων·/ ταῖς σαῖς δὲ τύχαις, ἴσθι, συναλγῶ. / τό τε γάρ με, δοκῶ, ξυγγενὲς
οὕτως / ἐπαναγκάζει,/ χωρίς τε γένους οὐκ ἔστιν ὅτῳ / μείζονα μοῖραν νείμαιμ' ἢ σοί. / γνώσῃ δὲ τάδ'
ὡς ἔτυμ', οὐδὲ μάτην / χαριτογλωσσεῖν ἔνι μοι· φέρε γὰρ / σήμαιν' ὅ τι χρή σοι συμπράσσειν· / οὐ γάρ ποτ'
ἐρεῖς ὡς Ὠκεανοῦ / φίλος ἐστὶ βεβαιότερός σοι.// Πρ. ἔα· τί χρῆμα; καὶ σὺ δὴ πόνων ἐμῶν / ἥκεις ἐπόπτης;
πῶς ἐτόλμησας, λιπὼν / ἐπώνυμόν τε ῥεῦμα καὶ πετρηρεφῆ / αὐτόκτιτ' ἄντρα, τὴν σιδηρομήτορα / ἐλθεῖν
ἐς αἶαν; ἦ θεωρήσων τύχας /ἐμὰς ἀφῖξαι καὶ συνασχαλῶν κακοῖς; / δέρκου θέαμα, τόνδε τὸν Διὸς φίλον, /
τὸν συγκαταστήσαντα τὴν τυραννίδα, / οἵαις ὑπ' αὐτοῦ πημοναῖσι κάμπτομαι. // Ωκ. ὁρῶ, Προμηθεῦ,
καὶ παραινέσαι γέ σοι / θέλω τὰ λῷστα, καίπερ ὄντι ποικίλῳ. / γίγνωσκε σαυτὸν καὶ μεθάρμοσαι τρόπους
/ νέους· νέος γὰρ καὶ τύραννος ἐν θεοῖς. / εἰ δ' ὧδε τραχεῖς καὶ τεθηγμένους λόγους / ῥίψεις, τάχ' ἄν σου καὶ
μακρὰν ἀνωτέρω / θακῶν κλύοι Ζεύς, ὥστε σοι τὸν νῦν ὄχλον / παρόντα μόχθων παιδιὰν εἶναι δοκεῖν./
ἀλλ', ὦ ταλαίπωρ', ἃς ἔχεις ὀργὰς ἄφες, / ζήτει δὲ τῶνδε πημάτων ἀπαλλαγάς. / ἀρχαῖ' ἴσως σοι φαίνομαι
λέγειν τάδε. / τοιαῦτα μέντοι τῆς ἄγαν ὑψηγόρου / γλώσσης, Προμηθεῦ, τἀπίχειρα γίγνεται. / σὺ δ' οὐδέπω
ταπεινὸς οὐδ' εἴκεις κακοῖς, / πρὸς τοῖς παροῦσι δ' ἄλλα προσλαβεῖν θέλεις. / οὔκουν ἔμοιγε χρώμενος
A partir de este diálogo que Océano sostiene con Prometeo, podemos ver ciertos elementos
de su personalidad que le ha acuñado la tradición desde su aparición tanto en el campo
mitológico, como en las diversas manifestaciones artísticas que lo han representado.
Lo primero que podemos enfocar es su talante completamente emotivo, pues, Esquilo nos
muestra un perfil de Océano capaz de ser correspondiente con la aflicción que sufre
Prometeo, aunque este padecimiento está subordinado a los lazos consanguíneos de Océano
con Prometeo33
es de entender que lo que prela en su ánimo es la «φύλια» amistad y voluntad
generosa con el prójimo. En segunda medida, vemos que a ese ánimo generoso corresponde
una postura prudente y comedida ante la vida y los superiores, por tanto, no duda en
amonestar a Prometeo a que deponga su discurso contra Zeus lleno de palabras soberbias que
podrían condenarlo aún más y sumirlo en un castigo aún peor; sin embargo Océano, impelido
siempre por la buena voluntad, desea ayudar a Prometeo intercediendo por él ante Zeus, pero una
vez más triunfa la prudencia, la cordura y el buen juicio, solo bastó con escuchar las advertencias de
su interlocutor, quien padece precisamente por su ánimo y voluntad obstinada, aun en las
διδασκάλῳ / πρὸς κέντρα κῶλον ἐκτενεῖς, ὁρῶν ὅτι / τραχὺς μόναρχος οὐδ' ὑπεύθυνος κρατεῖ. / καὶ νῦν ἐγὼ
μὲν εἶμι καὶ πειράσομαι / ἐὰν δύνωμαι τῶνδέ σ' ἐκλῦσαι πόνων· / σὺ δ' ἡσύχαζε μηδ' ἄγαν λαβροστόμει. /
ἢ οὐκ οἶσθ' ἀκριβῶς ὢν περισσόφρων ὅτι / γλώσσῃ ματαίᾳ ζημία προστρίβεται; // Πρ. ζηλῶ σ' ὁθούνεκ'
ἐκτὸς αἰτίας κυρεῖς, / † πάντων μετασχὼν καὶ τετολμηκὼς ἐμοί. † / καὶ νῦν ἔασον μηδέ σοι μελησάτω. /
πάντως γὰρ οὐ πείσεις νιν· οὐ γὰρ εὐπιθής. / πάπταινε δ' αὐτὸς μή τι πημανθῇς ὁδῷ. / Ωκ. πολλῷ γ'
ἀμείνων τοὺς πέλας φρενοῦν ἔφυς / ἢ σαυτόν· ἔργῳ κοὐ λόγῳ τεκμαίρομαι./ ὁρμώμενον δὲ μηδαμῶς
ἀντισπάσῃς./ αὐχῶ γάρ, αὐχῶ, τήνδε δωρειὰν ἐμοὶ / δώσειν Δί', ὥστε τῶνδέ σ' ἐκλῦσαι πόνων./ Πρ. τὰ μέν
σ' ἐπαινῶ κοὐδαμῇ λήξω ποτέ·/ προθυμίας γὰρ οὐδὲν ἐλλείπεις. ἀτὰρ / μηδὲν πόνει· μάτην γὰρ οὐδὲν
ὠφελῶν / ἐμοὶ πονήσεις, εἴ τι καὶ πονεῖν θέλεις. / ἀλλ' ἡσύχαζε σαυτὸν ἐκποδὼν ἔχων· / ἐγὼ γὰρ οὐκ εἰ
δυστυχῶ, τοῦδ' εἵνεκα / θέλοιμ' ἂν ὡς πλείστοισι πημονὰς τυχεῖν. / οὐ δῆτ', ἐπεί με καὶ κασιγνήτου τύχαι
/ τείρουσ' Ἄτλαντος, ὃς πρὸς ἑσπέρους τόπους / ἕστηκε κίον' οὐρανοῦ τε καὶ χθονὸς /ὤμοις ἐρείδων, ἄχθος
οὐκ εὐάγκαλον. / τὸν γηγενῆ τε Κιλικίων οἰκήτορα/ ἄντρων ἰδὼν ᾤκτιρα, δάιον τέρας,/ἑκατογκάρανον
πρὸς βίαν χειρούμενον, / † Τυφῶνα θοῦρον. ὃς πᾶσιν ἀντέστη θεοῖς, / σμερδναῖσι γαμφηλαῖσι συρίζων
φόβον,
ἐξ ὀμμάτων δ' ἤστραπτε γοργωπὸν σέλας, / ὡς τὴν Διὸς τυραννίδ' ἐκπέρσων βίᾳ·/ ἀλλ' ἦλθεν αὐτῷ Ζηνὸς
ἄγρυπνον βέλος, / καταιβάτης κεραυνὸς ἐκπνέων φλόγα, / ὃς αὐτὸν ἐξέπληξε τῶν ὑψηγόρων
κομπασμάτων. φρένας γὰρ εἰς αὐτὰς τυπεὶς / ἐφεψαλώθη κἀξεβροντήθη σθένος. / καὶ νῦν ἀχρεῖον καὶ
παράορον δέμας / κεῖται στενωποῦ πλησίον θαλασσίου / ἰπούμενος ῥίζαισιν Αἰτναίαις ὕπο. / κορυφαῖς
δ' ἐν ἄκραις ἥμενος μυδροκτυπεῖ / Ἥφαιστος, ἔνθεν ἐκραγήσονταί ποτε/ ποταμοὶ πυρὸς δάπτοντες ἀγρίαις
γνάθοις / τῆς καλλικάρπου Σικελίας λευροὺς γύας· / τοιόνδε Τυφὼς ἐξαναζέσει χόλον / θερμοῖς ἀπλάτου
βέλεσι πυρπνόου ζάλης, / καίπερ κεραυνῷ Ζηνὸς ἠνθρακωμένος. / σὺ δ' οὐκ ἄπειρος, οὐδ' ἐμοῦ διδασκάλου
/ χρῄζεις· σεαυτὸν σῷζ' ὅπως ἐπίστασαι· / ἐγὼ δὲ τὴν παροῦσαν ἀντλήσω τύχην, / ἔστ' ἂν Διὸς φρόνημα
λωφήσῃ χόλου.// Ωκ. οὔκουν, Προμηθεῦ, τοῦτο γιγνώσκεις, ὅτι / ὀργῆς νοσούσης εἰσὶν ἰατροὶ λόγοι; // Πρ.
ἐάν τις ἐν καιρῷ γε μαλθάσσῃ κέαρ // καὶ μὴ σφριγῶντα θυμὸν ἰσχναίνῃ βίᾳ. // Ωκ. ἐν τῷ προθυμεῖσθαι
δὲ καὶ τολμᾶν τίνα ὁρᾷς ἐνοῦσαν ζημίαν; δίδασκέ με. // Πρ. μόχθον περισσὸν κουφόνουν τ' εὐηθίαν. //
Ωκ. ἔα με τῇδε τῇ νόσῳ νοσεῖν, ἐπεὶ κέρδιστον εὖ φρονοῦντα μὴ φρονεῖν δοκεῖν. // Πρ. ἐμὸν δοκήσει
τἀμπλάκημ' εἶναι τόδε. // Ωκ. σαφῶς μ' ἐς οἶκον σὸς λόγος στέλλει πάλιν. // Πρ. μὴ γάρ σε θρῆνος
οὑμὸς εἰς ἔχθραν βάλῃ. // Ωκ. ἦ τῷ νέον θακοῦντι παγκρατεῖς ἕδρας; // Πρ. τούτου φυλάσσου μή ποτ'
ἀχθεσθῇ κέαρ. // Ωκ. ἡ σή, Προμηθεῦ, συμφορὰ διδάσκαλος. // Πρ. στέλλου, κομίζου, σῷζε τὸν παρόντα
νοῦν. // Ωκ. ὁρμωμένῳ μοι τόνδ' ἐθώυξας λόγον. / λευρὸν γὰρ οἷμον αἰθέρος ψαίρει πτεροῖς /
τετρασκελὴς οἰωνός· ἄσμενος δέ τἂν / σταθμοῖς ἐν οἰκείοισι κάμψειεν γόνυ. A. Pr. 286-397.
33
Al ser Océano hermano de Iapeto resulta ser tío de Prometeo.
circunstancias en que se encuentra sumido; de manera tal que Océano, en cuestión de carácter, es
precisamente la antítesis de su sobrino Prometeo, Océano se muestra con un talante compasivo, pero
nunca en exceso como para arriesgar su integridad y mucho menos su seguridad y libertad, de modo
que prefiere subordinarse y regirse por las leyes establecidas por los poderes supremos (en este caso
Zeus) para no sufrir un castigo severo que comprende seguro e inminente ante cualquier falla; no
obstante, la mucha prudencia de Océano, ha de conducirlo a permanecer inactivo ante los sucesos
conflictivos, como bien se narra en el episodio de la titanomaquia en la emboscada realizada por su
madre Gea y sus otros cinco hermanos para castrar a Urano34
, esta pasividad se halla también sugerida
en la iconografía común de Océano, pues, casi siempre se ha representado con un rostro y mirada
apacible o tumbado regocijadamente entre sus elementos, de hecho, no es de extrañar que al lado
también se represente a la Tranquilidad misma35
lo que refuerza este perfil.
En cuanto a la interpretación simbólica que pueda hacerse de Océano, siempre tendremos que recurrir
a su elemento: el agua, que sin lugar a dudas mantiene una estrecha relación con las diversas
categorías simbólicas de Océano, sin embargo, él comprende una amplitud de significados, ya que no
se trata de este elemento aislado, sino la suma de sus características, es decir, así como el océano se
origina de diversas aguas (mares, ríos, afluentes, lagos, etc.) asimismo, contiene en sí mismo todas
las categorías simbólicas de su elemento de manera amplificada, así por ejemplo, sabemos que el
agua es considerada como un principio vital, pero también es equivalente a la destrucción y a la
muerte; el océano comprende el anverso y reverso simbólico de las aguas de manera unificada, ya no
es posible aislar en él principios vitales o mortales, sino que se descubre como un todo caótico de
donde se extraerá estos principios universales, de allí que resulte comprensible la reflexión arcaica
filosófica de considerar a Océano como padre de todo lo creado… Las aguas además comprende dos
ideas según sea su estado: fluyente o estático; cristalino o turbio, dulces o saladas, etc. según uno u
otro se dirá que su connotación es positiva o negativa; el océano, por su lado, se muestra ambiguo
ante estas connotaciones, pues genera la idea de movilidad y a su vez se comprende estático, ocupando
un sitio determinado y, en su vastedad, sus aguas pueden encontrarse turbias o tranquilas y esto, como
señalábamos, conformó parte del carácter que los griegos acuñaron a la deidad, ya que Océano era de
temperamento tranquilo pero también era irascible según se presentara la ocasión; el hecho de que el
océano contenga en sí aguas de diversa naturaleza, proyecta simbólicamente la capacidad de
sincretismo que posee ante elementos antagónicos, ya su propia fisicidad en comparación con la tierra,
que en términos mitológicos deberemos confrontar con Gea, evoca este antagonismo del que
hablamos, frente al elemento sólido que comprende la tierra y su líquida sustancia.
Sin embargo, recordemos que el agua tiene propiedades cambiantes y puede asumir cualquier forma
de los otros elementos, lo que lo sitúa dentro de lo informe, de lo inmanifestado o dentro de los estados
34
HES. Th. 398; APOLLOD. 1.3, 3
35
Mosaico del Domus Mithraeum S. II d.C [Fig. 59]
embrionarios, como también en lo cambiante e impredecible, tal como se muestran las criaturas
mitológicas que alberga, tales como Proteo o las Sirenas “el océano expresa una situación
ambivalente; como creador de monstruos es la perfecta morada abisal, la fuente caótica de donde aún
emerge lo inferior, lo no capacitado para la vida en sus formas aéreas y superiores”36
nos dice Cirlot
respecto a la relación existente entre su condición elemental anómala, indeterminada, monstruosa y
aquellas otras pautadas por el elemento tierra, el cual supone superior, en cuanto a contenidos
espirituales y por ende psicológicos lo que incluso se deja ver en lo que se gesta corporalmente en
cada elemento, por ello Cirlot continúa diciendo: “Por esta razón, los monstruos marinos exponen
una situación cósmica o psicológica de estrato más bajo que la de los monstruos terrestres; por esta
causa las sirenas y tritones aluden a una infraanimalidad”37
pero, en todo caso, esta «infraanimalidad»
se ve compensada por su inherente estado de «pureza», aquella que sólo puede tener un elemento
prístino, embrionario, maleable, adaptable… por ello los monstruos marinos y divinidades acuáticas
poseen todos facultades proféticas, ya que tienen la capacidad de «movilizarse» o «retraerse» a su
origen: el Caos, donde nada se ha conformado y la estructura lineal del tiempo (pasado, presente y
futuro) es inexistente; esta «maleabilidad» y ambigüedad entre los elementos, las formas, el tiempo,
el espacio, también halla un calco en el océano de la psiquis y condición humana, que hace emerger
o sumergir el sol espiritual en las aguas del consciente e inconsciente para la muerte, renovación y
transformación del ser, tal como Helios y Selene, surgen y se ocultan del reino acuático del gran dios
Océano.
36
CIRLOT E. “Océano”, op.cit. p. 344.
37
Loc. cit.
E. J. Ríos

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  • 1. Un estudio comparativo de la figura mítica griega y sus diversos mitologemas Texto Extraído de La Naturaleza del Mito y de La Mitología Griega Por E. J. Ríos
  • 2. — OCÉANO: Es, junto a Gea y Urano, otra divinidad primordial «πρωτόγενος», y, según Hesíodo, es el hijo primogénito de esta pareja cosmogónica, aunque otras tradiciones lo consideran nacido de la misma simiente de donde proceden Urano y Gea1 . Océano era considerado por los griegos de épocas primitivas la suprema divinidad del elemento fluvial y marítimo, ya que pensaban que circundaba a la tierra en todo su perímetro, marcando por ende sus confines por el norte, el sur, el este y el oeste, estas regiones extremas a menudo consistían en umbrales de mundos terribles, inalcanzables e inhóspitos para los mortales, pues, más allá del Océano se solía ubicar, por ejemplo, las famosas Columnas de Heracles, que el héroe tuvo que atravesar hasta llegar a la isla Eritia y robar el ganado del monstruoso Gerión; para poder cruzar el Océano, Heracles tomó prestada la copa de oro del Hiperión en la que, al caer el ocaso, este dios surcaba diariamente sus aguas para retornar a su morada que quedaba justo al lado de las riberas del dios marítimo2 , pues se pensaba que Océano era el dios regulador de la salida y puesta de los cuerpos celestes que emergían y descendían de su reino acuático. Homero también ubica el Hades más allá del Océano ya que Odiseo debió cruzarlo para llegar al mundo de los muertos3 . Otros lugares terribles o fabulosos también solían ubicarse allende el Océano como el país de las Gorgonas, la Isla de los Bienaventurados o el Jardín de las Hespérides. Las disposiciones de estos lugares característicos fuera del mundo terrestre conocido «non terrae plus ultra» se debía quizás al temor que el mar producía a los griegos continentales en tiempos donde aún no estaba completamente desarrollada la navegación, entonces podía leerse sentencias tales como: «σοφός οὐκ ἔστιν ὅς ϑάλασσαν ἄγῃ»4 Claro está, esto obedecía más al temor a lo desconocido que al mismo Océano, pues sabemos que sociedades griegas más arcaicas como la cretense dependían exclusivamente del mar e incluso instalaron, en su apogeo, la llamada talasocracia, ya que dominaban gran parte del Mediterráneo. Océano obtuvo como esposa a su hermana Tethys, con ella procreó todos los ríos, arroyos, fuentes, lagos y algunas divinidades marinas asociadas a éstos como sus hijas e hijos las ninfas Oceánides y los Oceánidas, estos últimos también llamados potamoi los cuales eran divinidades fluviales. Hesíodo en su Teogonía los nombra del modo siguiente: Tetis con el Océano parió a los voraginosos Ríos: el Nilo, el Alfeo, el Erídano de profundos remolinos, el Estrimón, el Meandro, el Istro de bellas corrientes, el Fasis, el Reso, el Aqueloo de plateados remolinos, el Neso, el Rodio, el Haliacmón, el Heptáporo, el Gránico, el Esepo y el divino Simunte, el Peneo, el Hermo, el Ceco de bella corriente, el largo Sangario, el Ladón, el Partenio, el Eveno, el Ardesco y el divino Escamandro. Tuvo también una sagrada estirpe de hijas que por la tierra se encargan de la crianza de los hombres, en compañía del soberano Apolo y de los Ríos y han recibido de Zeus este destino: Peito, Admeta, Yanta, Electra, Doris, Primno, la divinal Urania, Hipo, Clímene, Rodea, Calírroe, Zeuxo, Clitia, Idía, Pisítoa, Plexaura, la encantadora Galaxaura, Dione, Melóbosis, Toa, la bella Polidora, Cerceis de graciosa figura, Pluto ojos de buey, Perseis, Yanira, Acasta, 1 q.v. n. 372 2 HOM., Il., VII, 422; VIII, 485. 3 HOM., Od., X, 508; XI, 2, 13, 158, 638; XXIV, 12. HES., Th, 787. 4 «No es prudente aquel que se dirige al mar»
  • 3. Jante, la deliciosa Petrea, Menesto, Europa, Metis, Eurínome, Telesto de azafranado peplo, Criseida, Asia, la deseable, Calipso, Eudora, Tyche, Ánfiro, Ocírroe y Estiga, la que es más importante de todas.5 Más adelante el poeta nos dice que sólo nombra a los hijos e hijas más antiguos de Océano y Tethys y que resultaría imposible para los mortales recordarlos a todos, pues, cuenta tres mil Oceánides y un sinnúmero de Potamoi, sin embargo, esto no es tarea difícil para aquellos que habitan en las riberas del Océano (entiéndase dioses-astros como el Hiperión, Helios, Selene) La mayor parte de los nombres de los Oceánidas concuerdan con ríos tanto de Grecia como de las otras regiones conocidas en el mundo antiguo, así, por ejemplo, tres de ellos constituyen los linderos o límites de los que hablábamos: el Nilo al nordeste del continente africano, el Fasis correspondiente a la orilla oriental del Mar Negro y el Erídano, identificado con el Po y muchas veces considerado uno de los cinco ríos que cruzaba el Hades6 , de modo que eran fronteras naturales que los griegos miraban con recelo y a su vez intriga, pues, esos lugares desconocidos propiciaban temor, pero también excitaban la imaginación de los griegos y suscitaban toda clase de mitos. En cuanto a los otros ríos que menciona podemos ubicar el Aqueloo, el Alfeo, el Peneo, el Ladón, el Haliacmón y el Eveno en Grecia7 ; el 5 Τηθὺς δ' Ὠκεανῷ ποταμοὺς τέκε δινήεντας, / Νεῖλόν τ' Ἀλφειόν τε καὶ Ἠριδανὸν βαθυδίνην, / Στρυμόνα Μαίανδρόν τε καὶ Ἴστρον καλλιρέεθρον / Φᾶσίν τε Ῥῆσόν τ' Ἀχελῷόν τ' ἀργυροδίνην / Νέσσόν τε Ῥοδίον θ' Ἁλιάκμονά θ' Ἑπτάπορόν τε / Γρήνικόν τε καὶ Αἴσηπον θεῖόν τε Σιμοῦντα / Πηνειόν τε καὶ Ἕρμον ἐυρρείτην τε Κάικον / Σαγγάριόν τε μέγαν Λάδωνά τε Παρθένιόν τε / Εὔηνόν τε καὶ Ἀλδῆσκον θεῖόν τε Σκάμανδρον· / τίκτε δὲ Κουράων ἱερὸν γένος, αἳ κατὰ γαῖαν / ἄνδρας κουρίζουσι σὺν Ἀπόλλωνι ἄνακτι / καὶ ποταμοῖς, ταύτην δὲ Διὸς πάρα μοῖραν ἔχουσι, / Πειθώ τ' Ἀδμήτη τε Ἰάνθη τ' Ἠλέκτρη τε / Δωρίς τε Πρυμνώ τε καὶ Οὐρανίη θεοειδὴς / Ἱππώ τε Κλυμένη τε Ῥόδειά τε Καλλιρόη τε / Ζευξώ τε Κλυτίη τε Ἰδυῖά τε Πασιθόη τε / Πληξαύρη τε Γαλαξαύρη τ' ἐρατή τε Διώνη / Μηλόβοσίς τε Θόη τε καὶ εὐειδὴς Πολυδώρη / Κερκηίς τε φυὴν ἐρατὴ Πλουτώ τε βοῶπις / Περσηίς τ' Ἰάνειρά τ' Ἀκάστη τε Ξάνθη τε / Πετραίη τ' ἐρόεσσα Μενεσθώ τ' Εὐρώπη τε / Μῆτίς τ' Εὐρυνόμη τε Τελεστώ τε κροκόπεπλος / Χρυσηίς τ' Ἀσίη τε καὶ ἱμερόεσσα Καλυψὼ/Εὐδώρη τε Τύχη τε καὶ Ἀμφιρὼ Ὠκυρόη τε / καὶ Στύξ, ἣ δή σφεων προφερεστάτη ἐστὶν ἁπασέων. HES., Th., 337-362. 6 Sin embargo sabemos que los cinco ríos pertenecientes al Hades eran: el Aqueronte o río de la pena por donde Caronte pasaba a los difuntos en su barca al otro lado del inframundo; el Cocito o río de los lamentos donde vagaban aquellas almas que no podían pagar el óbolo a Caronte para que los pasase de orilla, se dice río de los lamentos porque su caudal lo proporciona las lágrimas de los condenados; el Flegetonte o río de fuego el cual jamás se extinguía y donde eran lanzados los espíritus coléricos; el Leteo o río del olvido donde se sumergía a aquellas almas dispuestas a la encarnación para que no recordasen nada de sus vidas pasadas y finalmente el Estigia el río de los juramentos. 7 Estos ríos, revestidos en su figuras mitológicas como oceánidas, cuentan con una abundante mitología, las cuales estaban muy extendidas en las regiones por donde pasaban sus cauces, y algunos en toda Grecia, como, por ejemplo, la del dios-río Aqueloo tan respetado en Grecia que terminó representando a todos los ríos de aguas dulces provechosos para la agricultura; era invocado en las oraciones y sacrificios para la fertilidad y la abundancia, asimismo, se hacían juramentos en su nombre. Aqueloo era representado como un toro con cabeza humana o como un anciano que llevaba dos cuernos en la cabeza, pelo grisáceo y una barba hirsuta de la que manaba constantemente agua. Se le atribuye diversos amoríos con las musas, y con Melpómene, tuvo a las Sirenas, también es considerado el padre de diversos manantiales de Grecia; uno de los amoríos de Aqueloo más anecdótico fue cuando quedó prendado de Deyanira, hija del rey Eneo que regía en Calidón una antigua ciudad de la Etólia, sin embargo, Heracles también era pretendiente de la princesa, por tanto, hubo una contienda entre Aqueloo y Heracles por la mano de Deyanira, Heracles hizo uso de su fuerza sobrehumana y Aqueloo de sus poderes de metamorfosis transformándose primero en serpiente y luego en un toro, pero una vez asumida esa forma, Heracles le arrancó un cuerno quedando así derrotado y fue condescendiente con su rival dejándole
  • 4. Meandro, el Hermo y el Ceso en Asia Menor; el Escamandro, el Simunte, el Esepo, el Reso, el Heptáporo, el Rodio y el Gránico en la la región de Tróade en la Anatolia8 ; el Estrimón y el Neso en Tracia y el Istro, el Aldesco, el Sangario y el Partenio se ubican en el Mar Negro. En el caso de las oceánides son pocas las nombradas por Hesíodo que correspondan con un lugar geográfico específico, sin embargo hay quien relaciona el nombre de Perseis y el de Doris con el Oriente, el de Yaneira con el de los Jonios, asimismo, Europa con el continente9 ; sin embargo, lo más resaltante de las oceánides son sus funciones de protectoras de la tierra y de las profundidades de las lagunas10 , igualmente son consideradas ayas de muchos varones que luego resultaron ser héroes, no obstante, no puede dejarse a un lado, la connotación negativa que tienen otras figuras míticas muy parecidas y que podrían muy bien tildarse casar con Deyanira a condición que le regresara su cuerno, Heracles accedió, y en su lugar el dios-río le regaló el cuerno de la cabra Amaltea, nodriza de Zeus, que luego fue llamado el cuerno de la abundancia. Se dice que el río Aqueloo fue formado por las abundantes lágrimas de Niobe cuando Apolo y Artemis mataron a casi todos sus hijos por haberse burlado de su madre Leto que sólo había tenido dos; otro mito nos cuenta que la formación del río se produjo por las lágrimas del mismo Aqueloo cuando lloraba la pérdida de sus hijas las sirenas y, en su sufrimiento, éste aclamaba a Gea quien lo auspició en su seno de donde comenzó a brotar el río. Del dios- río Alfeo se dice que estaba profundamente enamorado de la doncella y diosa guerrera Artemis, quien había hecho votos de castidad y por tanto desdeñaba a todos sus pretendientes, Alfeo al no poder seducir a Artemis, decidió tomarla por la fuerza, ésta emprendió una vertiginosa carrera por medio del bosque hasta llegar cerca de una ciénaga, allí llamó a su séquito: las ninfas del bosque, y les pidió que se embadurnaran el rostro y el cuerpo con el lodo de la ciénega, así cuando Alfeo quiso buscar a su amada no la reconoció entre todas las ninfas y desistió de su empeño. No obstante al cabo de un tiempo, fue víctima de su desafuero amoroso la ninfa Aretusa a quien también persiguió hasta llegar a la isla Ortigia cerca de Siracusa, allí la ninfa se transformó en la fuente que lleva su nombre para librarse así de la persecución de Alfeo, pero el dios-río se transformó entonces en el río del Peloponeso, el cual fluye por debajo de la tierra y reaparece en la isla Ortigia y sus aguas se reúnen con la fuente Aretusa, materializando de este modo su amor por la ninfa. Peneo con la ninfa Creúsa tuvo a Hipseo, rey de los lápitas, y tres hijas: Círene, Estilbe y Dafne; esta última hija pidió su socorro cuando el dios Apolo, enamorado de ella a causa de una flecha arrojada por Eros, la perseguía, Peneo salió en su ayuda y la transformó en un árbol de laurel que luego sería consagrado a Apolo. Otras versiones consideran a Ladón como padre de Dafne así como de Métope, Telpousa, Temis y las Náyades. En cuanto a los ríos Haliacmón y Eveno, deben sus nombres a trágicas anécdotas de personajes ahogados en sus aguas, entre estas cabe destacar la de Eveno, el cual era un rey de Etolia, este tenía una hija hermosísima llamada Marpesa, el rey solía retar a una carrera de carros a los pretendientes de su hija jurando que aquel que saliera victorioso obtendría la mano de la bella Marpesa, sin embargo, él siempre ganaba la carrera y decapitaba a los vencidos y apilaba sus cráneos insertándolos en las columnas de su palacio como trofeos decorativos, hasta que un día lo retó Idas, un hijo de Poseidón, quien tenía un carro halado por caballos divinos, regalo de su padre, por tanto no le fue difícil vencer a Eveno y raptar su hija; el rey trató de perseguir en vano a Idas en su caballo, pero éste nunca pudo alcanzar la velocidad de aquellos, a lo que el rey reaccionó asesinándolo para luego lanzarse a las caudalosas aguas del Licormas donde se ahogó y fue así, que pasado algún tiempo, el río adquirió su nombre. 8 Todos estos nombres se encuentran en la Iliada, aunque en distinto orden. HOM. Il., XII 20-22. 9 FELDMAN, PH., “Personification and Structure in Hesiod's Theogony”, S.O., p.12 10 HES., Th., 365-366.
  • 5. descendientes de las oceánides como son las sirenas11 y especialmente las náyades12 y las ondinas13 que también habitaban y custodiaban las profundidades de lagos y lagunas; también las nereidas14 son particularmente asimilables y, ciertamente, consanguíneas ya que son hijas de Nereo y Doris, aunque éstas sí conservan ese lado benigno de ser protectoras de los humanos, especialmente de los hombres, y en esto no coinciden con sus ya nombradas 11 Como sabemos las sirenas, hijas de Aqueloo y según Platón de Forcis y Ceto, son seres acuáticos con cola de pez, busto y rostro de mujer, aunque en un primer momento su iconografía respondía más bien a una criatura ornitomorfa que a una pesciforme, sin embargo, a partir de la iconografía medieval la asimilación de la sirena a un pez tuvo mayor alcance y se fue difuminando la clásica figura de mujer-pájaro, esta transformación parece tener ciertas connotaciones mistéricas que se atribuyen a casi todas las divinidades marinas como es el don de la profecía, sin embargo, las sirenas mantienen aún un eco de su antigua forma y que igualmente se halla relacionado con aspectos iniciáticos como es su canto enigmático capaz de trastornar a cualquier mortal que lo escuchase sin la debida preparación (recuérdese a Odiseo, al acercarse a la isla de las sirenas, quien sólo haciéndose atar al mástil de la nave y obstruyendo los oídos de sus hombres, logra escuchar los misterios que revelan los enigmáticos cantos de las sirenas y su tripulación sale ilesa del peligro que suponía el conocimiento de esos secretos HOM, Od., XII, vv. 154-200) No sólo el canto irresistible de las sirenas resulta peligroso, pues, a partir del cristianismo, esta seducción intelectual que acusaba a la sabiduría iniciática y mistérica, se trocó por una seducción sexual mundana, de donde se comenzó a interpretar a este ser mítico como a un ser de temperamento maléfico, que explotaba sus dotes físicos, mostrando los senos, para seducir a los jóvenes ignorantes e incautos para matarlos arrastrándolos a las profundidades del mar donde aquéllas celebraban. 12 Las Náyades a menudo son consideradas o llamadas Ninfas, las cuales son divinidades menores ligadas a los elementos de la naturaleza. Ya en Homero (Od. VI 108 ss. Y XII, 356) se asiste a una primera especialización en ninfas de las aguas de manantial, del mar, de los bosques y de los montes. Físicamente, en la iconografía no tienen características particulares que las distingan unas de otras; en la época arcaica son figuras femeninas con largas túnicas; con el tiempo cada vez van descubriendo más el torso. En la mitología griega, el número de categorías de ninfas, dedicadas a cada contexto físico o geográfico, era enorme; recordemos sólo algunos nombres: las celestiales o uranias, las terrestres, que se dividían en oréadas y orestíadas, de las montañas; napeas, de los vallles; limoniadas, de los claros y de los prados; alseidas, dríadas y hamadríades de los bosques y de los árboles; melíadas, de los fresnos; agrostinas, de los campos; querquentulanas de las encinas. Las acuáticas, por su parte, se dividían en oceánidas y nereidas, del mar; náyades, creneas y pegeas, de las fuentes; potámidas, de los ríos; limníadas, de los lagos avernales, de las aguas infernales. Además existían subespecies ligadas a emplazamientos geográficos concretos, como las dodómidas o las citerónidas. Cf. IZZI, M. op. cit. “nymphai” p. 360. 13 Nombre genérico de todos los seres de género femenino asociados al agua y que participan de su propia naturaleza. Se dice que las ondinas pueden presentarse en forma de ninfas; viven en los lagos y en los ríos, bajo cuyas aguas danzan en el momento en que alguien se ahoga. Esto da la medida de su índole maligna y peligrosa, contrapuesta a su aspecto generalmente placentero y seductor. Su deseo de adquirir un alma inmortal, cosa que sólo puede obtenerse mediante el matrimonio con un mortal, las lleva con frecuencia a salir de las aguas para conocer y seducir a los hombres. Cuando están en tierra, se distinguen de las mujeres humanas sólo por el hecho de que sus vestidos gotean agua por el borde posterior. Ibid. “ondinas” p. 365. 14 Son las cincuenta hijas del dios marino Nereo y la oceánide Doris. Se las consideraba las ninfas del mar, puesto que vivían en las profundidades del océano; no obstante emergían a la superficie para ayudar a marineros que surcaban los procelosos mares, siendo los argonautas los más famosos entre los que socorrieron mientras viajaban en búsqueda del vellocino de oro. Se aparecen a los hombres del mar montadas en delfines y otros animales marinos. Representaban todo aquello que hubiese de hermoso y amable en el mar. Cantaban con voz melodiosa y bailaban alrededor de su padre. Se las representa coronadas por ramas de coral y portando el tridente de Poseidón, de cuyo séquito formaban parte. Sin embargo, en Grecia actualmente se ha creado otro mito en torno a unas figuras míticas casi homónimas llamadas neraides y que se asimilan a las ondinas por su naturaleza maligna, ya que son seres feéricos con aspecto de mujeres altas y delgadas, con el pelo largo rizado, y de una belleza turbadora. Desdichadamente, esta belleza la usan para seducir y dañar a los incautos que quedan fascinados por ellas. Sólo con estar cerca de una nereida se pierde inmediatamente la voz. Son espíritus de carácter predominantemente acuático, pero a veces relacionados también con la vegetación y las selvas. Ibid., “neraides” p.350.
  • 6. antítesis; de todas formas, todos estos mitos de seres acuáticos con figura de mujer, tienen como raíz común a Océano, y a través de sus diversos atributos, ya sean estos malignos o benignos, se da a conocer, indirectamente, atributos del mismo dios Océano, pues, recuérdese que este dios, como casi todos los dioses griegos, puede mostrar su naturaleza benigna o maligna a aquellos que pisen sus dominios y mostrarse afable u hostil a voluntad15 . En cuanto a la iconografía del dios Océano, a diferencia a la de sus padres o antecesores Urano y Gea, es mucho más abundante, o por lo menos, cuenta con atributos y características concretas que se le reconocen resueltamente como propias. Océano en épocas arcaicas, al ser considerado un elemento natural abstracto, carecía de representación antropomórfica, pues, como ya hemos mencionado, se consideraba como un inmenso río que circundaba la tierra en toda su esfericidad16 a manera de una serpiente que se enrosca sobre sí misma o sobre el huevo cósmico17 ; sin embargo, este tipo de representación parecía obedecer más a la idea generalizada del cosmos que a una clara representación del magno dios-río. No es hasta el siglo IV a.C. cuando vemos un perfil iconográfico definido de su figura, pues, es en ese entonces que el dios Océano comienza a ser tomado como tal, es decir, es en pleno período helenístico cuando Océano comienza a tener un protagonismo religioso y de culto, aunque ciertamente poco difundido, o al menos es muy poco lo que nosotros sabemos de ello, sin embargo, hay que reconocer que ya en períodos arcaicos comienza a gestarse una imagen representativa del dios, claro está, casi siempre de trasfondo, acompañando a otros dioses quizás más prominentes en cuanto a culto y religiosidad se refiere. Así lo demuestra un dinos ático de figuras negras, firmado por Sophilos, en el que se observa la celebración de la boda entre Peleo y Tetis, en la que asisten casi todos los dioses los cuales van en procesión hasta llegar al sagrario, allí Océano va acompañado de su esposa Tethys, su cuerpo es anguiforme, mostrando en la parte superior a un viejo corpulento, barbado y con luenga cabellera mientras 15 En el mito de Heracles cruzando el océano en la copa de oro del Hiperión, Océano en un primer momento se muestra hostil al héroe para ponerlo a prueba, sacudiendo con fuerza la improvisada embarcación, pero luego desiste de tal empeño cuando Heracles lo amenaza con su arco, desde ese entonces, el viaje del héroe a través del Océano fue apacible. 16 Algunos estudiosos creen que representaba en su origen todas las masas de agua salada, incluyendo el Mar Mediterráneo y el Océano Atlántico, las dos extensiones de agua principales que los antiguos griegos conocían. Sin embargo, como la geografía se hizo más precisa, Océano, llegó a representar las no muy exploradas aguas del Océano Atlántico, mientras que Poseidón gobernó sobre el Mediterráneo. 17 Así descrito recuerda a dos símbolos mistéricos griegos: el ouroboros y el ónfalo, el primero aparece sobre todo entre los gnósticos, el cual representa a una serpiente mordiéndose la cola y, en su sentido más amplio, simboliza el tiempo y la continuidad de la vida, aunque, algunos también lo comprenden como el símbolo primordial de la creación del mundo y que contiene la idea de una naturaleza cíclica capaz de renovarse a sí misma. Cf. CIRLOT, E. J., op. cit., p.351. El ónfalo, por su parte, es un símbolo del centro cósmico, donde se produce la comunicación entre el mundo de los hombres, el de los muertos y el de los dioses. Cf. CIRLOT, E. J., op. cit., p.347. Aunque se trata de símbolos totalmente distintos y diferenciados entre sí, al igual que la imagen primitiva del gran dios-río Océano, no puede dejarse de observar la similitud simbólica entre los tres, pues, considérese que Océano también fue considerado, por algunas tradiciones, el creador de todo lo existente y al ser un protogenos surgido de la misma simiente que Urano y Gea no puede descartarse que los antiguos lo considerasen también como centro del universo.
  • 7. que la parte inferior culmina en cola de sierpe marina, en la mano derecha Océano sostiene una serpiente y en la izquierda un pez y de su cabeza surge una protuberancia muy similar a un cuerno de toro18 ; aunque estas características físicas podrían ser asimilables a otras entidades míticas19 como, por ejemplo, Tifón o los tritones, ya muestra ciertos atributos que serán emblemáticos en las posteriores representaciones de Océano, como son: el aspecto físico del dios (al menos el de ser representado como anciano barbado), la sierpe enroscada en uno de sus brazos y las protuberancias que surgen de su cabeza, claro está, estos emblemas se van modificando con el paso del tiempo, sin embargo, ya desde sus inicios van presentándose como permanentes, aunque, ciertamente, aún restan algunos otros atributos que se le irán añadiendo. Aunque en el helenismo y en el periodo clásico se puede observar ya un perfil iconográfico definido del dios que nos ocupa, debido a la inexistencia de inscripciones que lo identifiquen en esos períodos, diremos que la mayor fuerza iconográfica de Océano tiene lugar, sin duda alguna, durante todo el Imperio Romano y especialmente se ven bastantes referencias de su figura en las costas norafricanas y en Turquía, desde donde ésta fue promovida por los romanos en sus característicos mosaicos marítimos. De los mosaicos norafricanos vale mencionar la tendencia de representarlo a manera de mascarón en medallones muy elaborados y ornamentados con motivos marinos, así tenemos, por ejemplo, los restos de un mosaico hexagonal que data del S. III d.C. hallado en Vicus Augusti. Sidi, El Hani-Túnez pero actualmente conservado en el Museo Arqueológico del Bardo (sala Dougga); o los hallados en Acholla y en Bulla Regia, estos mosaicos casi siempre representan sólo la cabeza del dios-río, el cual aparece como un anciano con una cabellera verde de algas marinas y una barba muy poblada y de las sienes de su cabeza surgen dos tenazas de langosta; este tipo de representación y sus variantes las encontraremos sucesivamente en muchas villas romanas, quizás las más famosas pertenecen a la Hispania romana, estas son: La Villa de Materno (Carrenque); Villa de Dueñas (Palencia); Villa de Sasamón (Burgos). 18 La protuberancia que se observa sale de la cabeza de Océano en este dinos no es muy clara, pero, se sabe que el toro, así como el caballo y el león, también estaba asociado al Océano y a las deidades marítimas, incluso muchas veces estas criaturas las encontramos representadas junto a la efigie de Océano como, por ejemplo, los frentes de sarcófagos datados del S. II d. C. del Palacio Aldobrandi en Roma (q.v. figs.58 y 59) Aunque, de igual forma, podría especularse que se trata de un par de antenas de crustáceo, como se muestra en otras representaciones suyas de mosaicos posteriores. 19 Sin embargo en el vaso aludido no se tiene ninguna duda que se trata en efecto de una efigie de Océano y no de cualquier otra entidad marítima, ya que lo corrobora una inscripción al lado de la misma.
  • 8. Asimismo, encontramos este tipo de mosaicos en Marruecos, en Susa, en los territorios de la antigua Cartago, en Chott Meriem, la antigua Themetra, pues, como hemos indicado ya, se encuentran en las regiones occidentales y sobre todo en la parte norte de África a partir de la época Severiana (192-235 d.C.). Tan extendido estuvo este mascarón en el arte imperial romano que hallamos representaciones similares del dios en muchas otras regiones conquistadas por ellos, tal es el caso de la región de Britania, de allí se han extraído piezas de arte con la efigie de Océano que participan de las características de los mosaicos como, por ejemplo, la bandeja de plata del Tesoro de Midenhall del S. IV d. C. y que hoy se conserva en el Museo Británico. En la misma Roma, aún en el Medioevo, se contaba con la efigie de un mascarón, que presenta exactamente esos atributos, estaba ubicado en la plaza central y probablemente servía de fuente, aunque tampoco se descarta otros posibles usos, se trata de La Bocca della Verità20 un medallón de mármol de 1,75 m. que data ca. S. I d. C., sin embargo, en época post-renacentista (año 1632), se trasladó a la Iglesia de Santa María de Cosmedín, lugar donde aún hoy puede admirarse. Pero no sólo el rostro de Océano se configuró como representación ideal del dios, pues, para aquellos entonces, también se gestó una figura de cuerpo completo que iría añadiendo aún mucho más atributos a su iconografía: la personificación de Océano como dios-río. 20 q.v. fig. 60 [Fig. 55]
  • 9. El perfil del dios, así representado, solía presentar una postura monumental, casi siempre reclinado sobre un lectus circundado por una corriente de agua, su figura se representaba igualmente como un anciano musculoso de espesa cabellera y barba poblada, un rostro curtido por el sol y una mirada apacible; su torso iba desnudo y de la cintura para abajo iba cubierto con un manto o pallium, en sus manos llevaba siempre objetos que lo identifican que pueden ser una sierpe marina o un dragón, un arpón o un remo, también solía llevar un ánfora o vasija llena de agua que vuelca y algunas veces iba acompañado por delfines o la personificación de la tranquilidad; de esta forma, por ejemplo, lo vemos representado en el mosaico del Domus Mithraeum o Casa del Mitreo, llamada así por su proximidad con los restos aparecidos en un solar ocupado por la Plaza de Toros de la localidad de Mérida- España, además, ya que presenta un conjunto de habitaciones subterráneas que junto a las imágenes representadas en el mosaico de corte cosmogónico parece hallarse relacionado con el culto al dios iranio Mithra, esta Casa data del s. II d.C., el mosaico integra al dios Océano en un escenario policromo donde abundan los colores brillantes y profundos: turquesa, índigo, dorado y ocres; la figura de Océano aparece en la esquina inferior izquierda del mosaico reclinado y ataviado tal y como lo hemos descrito sosteniendo en su mano derecha una serpiente y en su mano izquierda una lanza y va acompañado por un delfín y un joven que personifica la tranquilidad de sus aguas, la cabeza del dios también mantiene los rasgos característicos del mascarón: las protuberancias que surgen de la frente en forma de tenazas de langosta, cabello y barba abundante con tonos verdosos por la acumulación de algas, una mirada apacible y serena; como dato curioso alrededor del dios existen otras personificaciones marítimas y fluviales como el río Eufrates y el Nilo, asimismo el Ponto el cual en muchos mosaicos era representado con las mismas características de Océano, por lo cual, muchas veces, es difícil discernir de cuál de los dos dioses se trata como, por ejemplo, el mosaico de Utique en Acholla, igualmente conservado en el Museo del Bardo. También procedente del Mitreo de Mérida, encontramos una estatua mutilada de la que se conserva solo el cuerpo y que posee las mismas características de Océano como dios-río, pues, se halla extendida sobre una corriente de agua fluvial con el torso desnudo y la típica manta que cubre sus piernas, esta obra también se data en el s. II d. C. y se conserva en el Museo Nacional de Arte Romano. Otras esculturas relevantes de este tipo son: la proveniente de Efeso que data del II milenio d.C. y el cual se halla conservada en el Museo Arqueológico de Estambul21 , por otro lado, la colosal estatua que hace parte de una fuente del Museo capitolino en Roma, la estatua data entre el I y II s. d.C. se cree que perteneció al Foro de Augusto, fue hallada en las cercanías de la Chiesa di San Pietro en Carcere y fue adquirida por el Museo Capitolino en 1644 donde un escultor de esta época le hizo restauraciones y la hizo parte de la fuente en la que aún se encuentra situada renombrándola como “Océano Marforio”22 que es el nombre con el que comúnmente se llama a esta estatua. 21 q.v. fig. 56 22 q.v. fig. 57
  • 11. A partir de estos dos tipos de representación de Océano: el mascarón y la efigie reclinada, se concibieron luego muchas otras variantes a lo largo de su historia iconográfica, las cuales tomaron uno o más de los atributos que presentan aquellos modelos, aunque siempre bajo la libre interpretación y cánones estéticos tanto de los diversos artistas como de la época en que se inscriben. Son numerosas este tipo de interpretaciones iconográficas libres, sin embargo, cabe mencionar algunas que pueden considerarse como efigies reconocidas de Océano, entre éstas la más antigua quizás sea el alto relieve que se halla en el altar de Pérgamo que hoy resguarda el Museo Arqueológico de Berlín, datada en tiempos helenísticos 160-180 a. C., allí se ve a Océano, centrado en un grupo escultórico, en la lucha contra los Gigantes acompañado de un séquito de divinidades marinas: Tetys su inseparable esposa, Nereo y Doris; sin embargo, esta imagen de Océano se muestra interesante ya que se entiende como una efigie en proceso de gestación, pues, puede inferirse algunos de los atributos que se le fueron adosando posteriormente, este Océano se halla de pie, con un cuerpo musculoso y semidesnudo envuelto en una túnica, cabello y barba abundante, mantiene una actitud triunfante ante los abatidos Gigantes y su cuerpo está ligeramente retraído en ademán de lanzar un arma arrojadiza con su mano derecha23 ; es claro que aquí el artista representó a Océano según el contexto mítico y el grupo relivario en el que se halla inmerso de modo que esta correspondencia lo aísla de sus rasgos individuales y por tanto es probable que por esto no haya quedado como un modelo a seguir para su iconografía posterior. Entre otras estatuas relevantes, ya mucho más recientes, con los rasgos del dios-río Océano podemos mencionar: a uno de los personajes de La Fuente de los Cuatro Ríos que se halla en la plaza Navona de Roma, realizada por Lorenzo Bernini, nos referimos al anciano desnudo de barba y cabello abundante que sostiene en su mano izquierda un remo, atributo por antonomasia de Océano; de igual modo, vemos otras interpretaciones libérrimas del dios-río, donde sólo es necesario evocar el aspecto físico y uno u otro atributo del mismo para representarlo, y esto se cumple no sólo en la estatuaria, sino también en otras artes: pinturas, grabados, relieves, orfebrería, etc. Por último, también debemos reconocer que otra figura no menos importante y que hasta, quizás pueda decirse, restó preponderancia a Océano, influyó poderosamente en las representaciones iconográficas del dios-río, nos referimos a Poseidón, pues, vemos algunas estatuas, u otras obras de arte, donde se mezclan sus atributos creando de esta forma híbridos entre los dos dioses del mar, hasta el punto que se hace difícil discernir a cuál de los dos se representa, entre estas obras podemos citar: la figura central de la Fontana di Trevi en Roma, que representa un viejo que, al igual que Océano va envuelto en un manto, pero que es auriga de caballos marinos: atributo mucho más conforme con las representaciones de Poseidón; o la estatua del Salón del Prado en Madrid, que representa a Poseidón con su carro y su particular tridente, aunque en el brazo izquierdo lleva enroscada una serpiente marina, más asociada con Océano.24 23 Lamentablemente no sabemos qué tipo de arma llevaba, puesto que la mano y el brazo derecho al igual que la mano izquierda de la estatua se hallan mutiladas. 24 Para conocer más sobre aspectos iconográficos del dios Océano Cf.: RODRÍGUEZ L, Mª ISABEL, “Océano: iconografía de un dios abismal y misterioso”, Revista de Arqueología, Nº 226, 2000, pp.30-41.
  • 12. Océano, como ya hemos apuntado, no se le conoce culto como divinidad, sin embargo, sí fue considerado en la Antigüedad un principio primordial y por tanto concebido así en las corrientes filosóficas y místicas arcaicas. Entre las primeras, bien conocido es la especulación de Tales de Mileto que comprendía el agua como «ἀρχή» o principio universal de todas las cosas. Una de las razones por las cuales pensaba esto era precisamente porque consideraba25 a la tierra descansando como una isla sobre el agua, tal como se concebía la efigie de Océano como dios-río26 . Esto, como vimos, no se riñe con las concepción mítica arcaica de Océano como ente primordial y guarida de todos los dioses27 , sobre todo los «Πρωτόγενοι» de naturaleza femenina, como las titanesas, asimismo, Hera, Démeter, Temis y Thetys, la esposa de Océano, que durante la Titanomaquia, permanecieron ocultas en la cueva donde manaba la primera corriente de agua de la Tierra, quizás esto esté relacionado con el principio pasivo y conservador de la vida, con lo femenino, y es de este mismo principio que participa Océano en su aspecto pasivo, pues el mito también lo refleja, al referirnos que sólo él se abstuvo de participar en la Guerra de los Titanes así como en el complot armado por Gea y sus hermanos en contra de su padre Urano. Para los órficos la concepción de Océano no se alejaba mucho de la tradicional, pues, también lo consideraban el principio de toda vida, tanto de mortales como de los mismos dioses, coincidiendo así con lo que, Homero28 y muchos otros poetas29 , afirmaron en mitos oficiales, de igual modo, los órficos identificaban a Océano con el dios-río lindero del mundo que circundaba a la tierra en todo su perímetro y que dominaba por tanto todo el mundo acuático, esto lo podemos constatar en el hermoso himno que hemos transcrito más adelante y el cual era declamado en su honor y concebido como una invocación para que esta personificación del elemento líquido primordial asistiera a sus ritos de iniciación en los misterios. Quizás el único atributo que acuñaban a Océano, distinto a los poetas tradicionales, era el hecho de que también lo consideraban rector del cielo, esto tal vez se deba, piensan algunos eruditos, a la homologación o posible relación que Océano tenía con Ofión, como sabemos este dios es perteneciente a la concepción mítica órfica, se trata de un Titán que rigió en el cielo junto a su esposa Eurinome por muy corto período antes del arribo al trono de Cronos y Rea; estas parejas divinas se disputaron la soberanía en una fuerte lucha, hasta que Cronos pudo arrojar a Ofión al Océano y Rea hizo lo propio con Eurinome30 . Ofión, en consecuencia, lo vemos a menudo identificado con los lugares relacionados con su corta biografía, es decir, su reinado y derrocamiento lo que equivale al Cielo y al Tártaro o al Océano, encarnado alternativamente de este modo a Urano y a Océano, aunque también se ha identificado con Fanes, pero la relación que debemos resaltar aquí es la de sus pares marítimos: Ofión-Océano, Eurinome-Thetys; Ofión pudo confundirse con Océano 25 ARIST., Metaph., 26 q.v. pp. 131 y 139 27 Cf. HOM. Il. XVIII, 402; XIV 200; 244; Od. XX, 61; APOLLOD. I, 503; CALL. Diam III, 40; A. Pr. 301; PI., Fr. XXX; NONN. D. VIII, 110; XLI, 264. 28 HOM. Il, XIV 200, 244, 300. 29 Ar. Av. 685 ; PL., Tht, 152 e; NONN, D. XXII, 280. 30 A.R. I, 503
  • 13. A OCÉANO: «Invoco a Océano, padre inmortal, omnipresente, origen de mortales hombres y de inmortales dioses, aquel que rodea por todas partes con sus olas el contorno de la tierra, aquel de donde todos los ríos, todos los mares y manantiales que fluyen debajo de la tierra [toman] su sagrada humedad. ¡Escucha! Bienaventurado, pletórico ¡Oh, gran bálsamo de los dioses! Amado confin de la tierra, principio rector del cielo, morador de las aguas, ven a los misterios siempre apacible y benévolo. 31 *** a partir de su etimología, ya que Ofión, en griego «Ὀφίων», corresponde a la raíz de «ὄφις» (serpiente, culebra) y ya sabemos que Océano precisamente era representado ora con cola de pez o serpiente en lugar de piernas, ora sosteniendo una serpiente enrollada en un brazo. Eurinome, por su parte, sabemos que se consideraba hija del propio Océano y por tanto una de las Oceánides, también se cuenta que ella junto a Thetys salvaron al dios herrero Hefesto cuando fue arrojado del Olimpo por su propia madre Hera a causa de su fealdad, además que concibió con Zeus a las Gracias y, según otros, a Asopo, sin embargo, su naturaleza marítima y proximidad con su madre Thetys es innegable ya que en Figalia, una región de la Arcadia, se han hallado altares en su honor donde era representada con cola de pez o serpiente y torso de mujer, en éstas se le ve muy cercana a las representaciones de Océano, dando pie, por tanto, a ser confundida con su consorte Thetys. Del carácter o temperamento del dios-río Océano, es muy poco lo que puede decirse, debido al escaso contexto mitológico en el que aparece interactuando con las demás divinidades. A saber, aparte de las anécdotas ya mencionadas con Heracles y las Titanides; un solo poeta le 31 <Ὠκεανοῦ>, θυμίαμα ἀρώματα. / Ὠκεανὸν καλέω, πατέρ' ἄφθιτον, αἰὲν ἐόντα, / ἀθανάτων τε θεῶν γένεσιν θνητῶν τ' ἀνθρώπων, / ὃς περικυμαίνει γαίης περιτέρμονα κύκλον· / ἐξ οὗπερ πάντες ποταμοὶ καὶ πᾶσα θάλασσα / καὶ χθόνιοι γαίης πηγόρρυτοι ἰκμάδες ἁγναί. / κλῦθι, μάκαρ, πολύολβε, θεῶν ἅγνισμα μέγιστον, / τέρμα φίλον γαίης, ἀρχὴ πόλου, ὑγροκέλευθε, / ἔλθοις εὐμενέων μύσταις κεχαρημένος αἰεί. ORPH., H., LXXXIII [T. A.] [Fig. 58]
  • 14. da voz y protagonismo en una de sus obras: Esquilo en su Prometeo encadenado, allí vemos a Océano sosteniendo un profuso diálogo con Prometeo, del cual podemos servirnos para obtener así su perfil psicológico. Veamos: (Mientras las Oceánides bajan del carro, llega Océano en un carro tirado por un grifo.) OCÉANO. — Llego junto a ti, Prometeo, tras haber alcanzado el final de un largo camino, conduciendo con mi pensamiento, sin necesidad ni siquiera de bridas, este ave de rápidas alas. Sufro contigo, sábelo bien, por tu infortunio, pues el parentesco –así lo creo– me fuerza a ello. Y, aparte la estirpe común, no existe nadie de cuyo lado yo me pusiera antes que de ti. Vas a saber que esto es verdad y que no existe en mí la intención de hablarte con vanas lisonjas. Vamos, indícame en que te debo ayudar. Nunca dirás que tienes un amigo más constante que Océano. PROMETEO. — ¡Vamos! ¿Qué es esto? ¿También vienes tú a ser espectador de mis penas? ¿Cómo osaste dejar la corriente que lleva tu nombre y las grutas techadas de piedra, para venir a esta región madre del hierro? ¿Has venido a contemplar mi infortunio y a indignarte conmigo por mis males? ¡Ve el espectáculo!: ¡aquí está el enemigo de Zeus, el que le ayudó a instaurar su reinado! ¡Mira en qué clase de sufrimientos me estoy consumiendo por su voluntad! OCÉANO. — Ya lo estoy viendo, Prometeo y, aunque eres astuto, quiero aconsejarte lo mejor para ti. Toma conciencia de quién eres tú y ajusta tu forma de ser a nuevas maneras, pues, entre los dioses hay también un rey nuevo. Si sigues así, profiriendo ásperas y punzantes palabras, quizá, aunque tenga lejos su sede, más alto que tú, Zeus te oiga, con la consecuencia de que la tortura ahora presente de tus dolores podrá parecerte que es un juego de niños. Vamos, infeliz, depón la cólera que ahora tienes y ponte a buscar la liberación de estos sufrimientos. Quizá te parezca que digo antiguallas. Sin embargo, Prometeo, penas de esa clase suelen ser el fruto de una lengua en exceso altanera. Nunca, hasta la fecha, has sido humilde, ni tampoco cedes ante la desgracia, sino que quieres agregar otros nuevos a los males presentes. Usa de mí como un maestro y no des coces contra el aguijón. Mira que el monarca es severo y que ejerce el poder sin necesidad de rendirle cuentas a nadie. Ahora me voy e intentaré liberarte, si puedo, de estos trabajos. Permanece tranquilo y procura hablar sin excesiva falta de mesura. ¿No sabes muy bien, a pesar de tu mucha sabiduría, que a una lengua imprudente se le aplica siempre el castigo? PROMETEO. — Te envidio por estar tú exento de culpa. Ya que no osaste participar en todo conmigo, déjalo ahora y no te preocupes. De todas formas no vas a persuadirlo. No se deja convencer fácilmente. Mira bien que no sufras tú mismo algún daño por este viaje. OCÉANO. — Eres mucho mejor para hacer entrar en razón a la gente que se acerca a ti que a ti mismo. Lo advierto en los hechos y no en las palabras. Ya que estoy en camino de hacerlo, no te opongas a ello. Presumo —sí—, presumo que Zeus ha de concederme esta gracia de suerte que pueda librarte de estos trabajos. PROMETEO. — Te alabo en eso y jamás dejaré de alabarte, porque no te falta buena voluntad. Pero no te esfuerces, porque vas a tomarte molestias en vano sin ninguna utilidad para mí, si a esforzarte por mí te dispones. Antes, al contrario, tranquilízate y mantente alejado de este asunto. Ya que yo estoy sumido en el infortunio, no por esto voy a querer para otros muchos que les alcancen sufrimientos como los míos. No, desde luego. Ya me atormentan bastante las desdichas de mi hermano Atlante que, por las regiones occidentales, permanece en pie sosteniendo sobre sus hombros la columna existente entre el cielo y la tierra, trabajo no fácil de soportar.
  • 15. También sentí compasión cuando vi subyugado por la violencia al fogoso Tifón, hijo de Tierra, destructor monstruoso de cien cabezas, habitante de grutas cilicias. Se había enfrentado a todos los dioses, silbando terror con sus horrendas quijadas. Brillaba en sus ojos el fulgor de una mirada aterradora, como si fuera a aniquilar con su violencia la realeza de Zeus. Pero le alcanzó el dardo de Zeus que siempre está alerta, el rayo que baja a la tierra exhalando fuego, y lo abatió terriblemente de sus jactancias de lengua altanera, pues, herido en las mismas entrañas, fue aniquilada por el rayo su fuerza y él quedó reducido a cenizas. Y por ahora, como algo inútil que se ha tirado, yace cerca de un estrecho marino, aprisionado en el fondo del Etna, en tanto que Hefesto, instalado en sus más altas cumbres, se dedica a la forja del hierro. De allí algún día reventarán ríos de fuego que devorarán con quijadas feroces los llanos campos de Sicilia, productora de excelentes frutos. ¡Tal será la cólera que hará hervir Tifón con los rayos ardientes de una terrible tempestad que exhalará, a pesar de estar carbonizado por el rayo de Zeus! No eres tú inexperto ni necesitas que yo sea tu maestro. Ponte ya a salvo como sabes hacerlo, que yo agotaré mi presente infortunio hasta que la mente de Zeus abandone su ira. OCÉANO. — ¿No sabes, Prometeo, que para un temple enfermo los únicos médicos son las palabras? PROMETEO. — Eso es así, si en el momento oportuno alguien procura apaciguar su corazón, en lugar de intentar desinflarlo cuando está hinchado por la pasión. OCÉANO. — ¿Ves acaso que exista algún daño en poner entusiasmo y arrojarse a ello? Explícamelo. PROMETEO. — ¡Vano trabajo y frívola simplicidad! OCÉANO. — Déjame que enferme de esa dolencia, que es muy ventajoso tener sensatez y parecer que no se tiene. PROMETEO. — Va a parecer que esa falta es cosa mía. OCÉANO. — Tus palabras me envían por las claras a mi casa de nuevo. PROMETEO. — Sí, no vaya a ser que esos lamentos tuyos por mí te hagan caer en enemistad. OCÉANO. — ¿Con quien hace poco que ocupa el trono todopoderoso? PROMETEO. — Guárdate, no sea que un día el corazón de ese se irrite contigo. OCÉANO. — Prometeo, tu desgracia me da una lección. PROMETEO. — ¡Márchate! ¡Vete! ¡Pon a salvo tu actual forma de pensar! OCÉANO. — Me has dado esos gritos cuando ya estoy marchándome, pues mi ave cuadrúpeda roza ya con sus alas el liso camino del aire y pronto en su establo doblará con gusto las patas para descansar.32 (Sale Océano cabalgando su grifo) 32 ΩΚΕΑΝΟΣ / ἥκω δολιχῆς τέρμα κελεύθου/ διαμειψάμενος πρὸς σέ, Προμηθεῦ, / τὸν πτερυγωκῆ τόνδ' οἰωνὸν / γνώμῃ στομίων ἄτερ εὐθύνων·/ ταῖς σαῖς δὲ τύχαις, ἴσθι, συναλγῶ. / τό τε γάρ με, δοκῶ, ξυγγενὲς οὕτως / ἐπαναγκάζει,/ χωρίς τε γένους οὐκ ἔστιν ὅτῳ / μείζονα μοῖραν νείμαιμ' ἢ σοί. / γνώσῃ δὲ τάδ' ὡς ἔτυμ', οὐδὲ μάτην / χαριτογλωσσεῖν ἔνι μοι· φέρε γὰρ / σήμαιν' ὅ τι χρή σοι συμπράσσειν· / οὐ γάρ ποτ' ἐρεῖς ὡς Ὠκεανοῦ / φίλος ἐστὶ βεβαιότερός σοι.// Πρ. ἔα· τί χρῆμα; καὶ σὺ δὴ πόνων ἐμῶν / ἥκεις ἐπόπτης; πῶς ἐτόλμησας, λιπὼν / ἐπώνυμόν τε ῥεῦμα καὶ πετρηρεφῆ / αὐτόκτιτ' ἄντρα, τὴν σιδηρομήτορα / ἐλθεῖν ἐς αἶαν; ἦ θεωρήσων τύχας /ἐμὰς ἀφῖξαι καὶ συνασχαλῶν κακοῖς; / δέρκου θέαμα, τόνδε τὸν Διὸς φίλον, / τὸν συγκαταστήσαντα τὴν τυραννίδα, / οἵαις ὑπ' αὐτοῦ πημοναῖσι κάμπτομαι. // Ωκ. ὁρῶ, Προμηθεῦ, καὶ παραινέσαι γέ σοι / θέλω τὰ λῷστα, καίπερ ὄντι ποικίλῳ. / γίγνωσκε σαυτὸν καὶ μεθάρμοσαι τρόπους / νέους· νέος γὰρ καὶ τύραννος ἐν θεοῖς. / εἰ δ' ὧδε τραχεῖς καὶ τεθηγμένους λόγους / ῥίψεις, τάχ' ἄν σου καὶ μακρὰν ἀνωτέρω / θακῶν κλύοι Ζεύς, ὥστε σοι τὸν νῦν ὄχλον / παρόντα μόχθων παιδιὰν εἶναι δοκεῖν./ ἀλλ', ὦ ταλαίπωρ', ἃς ἔχεις ὀργὰς ἄφες, / ζήτει δὲ τῶνδε πημάτων ἀπαλλαγάς. / ἀρχαῖ' ἴσως σοι φαίνομαι λέγειν τάδε. / τοιαῦτα μέντοι τῆς ἄγαν ὑψηγόρου / γλώσσης, Προμηθεῦ, τἀπίχειρα γίγνεται. / σὺ δ' οὐδέπω ταπεινὸς οὐδ' εἴκεις κακοῖς, / πρὸς τοῖς παροῦσι δ' ἄλλα προσλαβεῖν θέλεις. / οὔκουν ἔμοιγε χρώμενος
  • 16. A partir de este diálogo que Océano sostiene con Prometeo, podemos ver ciertos elementos de su personalidad que le ha acuñado la tradición desde su aparición tanto en el campo mitológico, como en las diversas manifestaciones artísticas que lo han representado. Lo primero que podemos enfocar es su talante completamente emotivo, pues, Esquilo nos muestra un perfil de Océano capaz de ser correspondiente con la aflicción que sufre Prometeo, aunque este padecimiento está subordinado a los lazos consanguíneos de Océano con Prometeo33 es de entender que lo que prela en su ánimo es la «φύλια» amistad y voluntad generosa con el prójimo. En segunda medida, vemos que a ese ánimo generoso corresponde una postura prudente y comedida ante la vida y los superiores, por tanto, no duda en amonestar a Prometeo a que deponga su discurso contra Zeus lleno de palabras soberbias que podrían condenarlo aún más y sumirlo en un castigo aún peor; sin embargo Océano, impelido siempre por la buena voluntad, desea ayudar a Prometeo intercediendo por él ante Zeus, pero una vez más triunfa la prudencia, la cordura y el buen juicio, solo bastó con escuchar las advertencias de su interlocutor, quien padece precisamente por su ánimo y voluntad obstinada, aun en las διδασκάλῳ / πρὸς κέντρα κῶλον ἐκτενεῖς, ὁρῶν ὅτι / τραχὺς μόναρχος οὐδ' ὑπεύθυνος κρατεῖ. / καὶ νῦν ἐγὼ μὲν εἶμι καὶ πειράσομαι / ἐὰν δύνωμαι τῶνδέ σ' ἐκλῦσαι πόνων· / σὺ δ' ἡσύχαζε μηδ' ἄγαν λαβροστόμει. / ἢ οὐκ οἶσθ' ἀκριβῶς ὢν περισσόφρων ὅτι / γλώσσῃ ματαίᾳ ζημία προστρίβεται; // Πρ. ζηλῶ σ' ὁθούνεκ' ἐκτὸς αἰτίας κυρεῖς, / † πάντων μετασχὼν καὶ τετολμηκὼς ἐμοί. † / καὶ νῦν ἔασον μηδέ σοι μελησάτω. / πάντως γὰρ οὐ πείσεις νιν· οὐ γὰρ εὐπιθής. / πάπταινε δ' αὐτὸς μή τι πημανθῇς ὁδῷ. / Ωκ. πολλῷ γ' ἀμείνων τοὺς πέλας φρενοῦν ἔφυς / ἢ σαυτόν· ἔργῳ κοὐ λόγῳ τεκμαίρομαι./ ὁρμώμενον δὲ μηδαμῶς ἀντισπάσῃς./ αὐχῶ γάρ, αὐχῶ, τήνδε δωρειὰν ἐμοὶ / δώσειν Δί', ὥστε τῶνδέ σ' ἐκλῦσαι πόνων./ Πρ. τὰ μέν σ' ἐπαινῶ κοὐδαμῇ λήξω ποτέ·/ προθυμίας γὰρ οὐδὲν ἐλλείπεις. ἀτὰρ / μηδὲν πόνει· μάτην γὰρ οὐδὲν ὠφελῶν / ἐμοὶ πονήσεις, εἴ τι καὶ πονεῖν θέλεις. / ἀλλ' ἡσύχαζε σαυτὸν ἐκποδὼν ἔχων· / ἐγὼ γὰρ οὐκ εἰ δυστυχῶ, τοῦδ' εἵνεκα / θέλοιμ' ἂν ὡς πλείστοισι πημονὰς τυχεῖν. / οὐ δῆτ', ἐπεί με καὶ κασιγνήτου τύχαι / τείρουσ' Ἄτλαντος, ὃς πρὸς ἑσπέρους τόπους / ἕστηκε κίον' οὐρανοῦ τε καὶ χθονὸς /ὤμοις ἐρείδων, ἄχθος οὐκ εὐάγκαλον. / τὸν γηγενῆ τε Κιλικίων οἰκήτορα/ ἄντρων ἰδὼν ᾤκτιρα, δάιον τέρας,/ἑκατογκάρανον πρὸς βίαν χειρούμενον, / † Τυφῶνα θοῦρον. ὃς πᾶσιν ἀντέστη θεοῖς, / σμερδναῖσι γαμφηλαῖσι συρίζων φόβον, ἐξ ὀμμάτων δ' ἤστραπτε γοργωπὸν σέλας, / ὡς τὴν Διὸς τυραννίδ' ἐκπέρσων βίᾳ·/ ἀλλ' ἦλθεν αὐτῷ Ζηνὸς ἄγρυπνον βέλος, / καταιβάτης κεραυνὸς ἐκπνέων φλόγα, / ὃς αὐτὸν ἐξέπληξε τῶν ὑψηγόρων κομπασμάτων. φρένας γὰρ εἰς αὐτὰς τυπεὶς / ἐφεψαλώθη κἀξεβροντήθη σθένος. / καὶ νῦν ἀχρεῖον καὶ παράορον δέμας / κεῖται στενωποῦ πλησίον θαλασσίου / ἰπούμενος ῥίζαισιν Αἰτναίαις ὕπο. / κορυφαῖς δ' ἐν ἄκραις ἥμενος μυδροκτυπεῖ / Ἥφαιστος, ἔνθεν ἐκραγήσονταί ποτε/ ποταμοὶ πυρὸς δάπτοντες ἀγρίαις γνάθοις / τῆς καλλικάρπου Σικελίας λευροὺς γύας· / τοιόνδε Τυφὼς ἐξαναζέσει χόλον / θερμοῖς ἀπλάτου βέλεσι πυρπνόου ζάλης, / καίπερ κεραυνῷ Ζηνὸς ἠνθρακωμένος. / σὺ δ' οὐκ ἄπειρος, οὐδ' ἐμοῦ διδασκάλου / χρῄζεις· σεαυτὸν σῷζ' ὅπως ἐπίστασαι· / ἐγὼ δὲ τὴν παροῦσαν ἀντλήσω τύχην, / ἔστ' ἂν Διὸς φρόνημα λωφήσῃ χόλου.// Ωκ. οὔκουν, Προμηθεῦ, τοῦτο γιγνώσκεις, ὅτι / ὀργῆς νοσούσης εἰσὶν ἰατροὶ λόγοι; // Πρ. ἐάν τις ἐν καιρῷ γε μαλθάσσῃ κέαρ // καὶ μὴ σφριγῶντα θυμὸν ἰσχναίνῃ βίᾳ. // Ωκ. ἐν τῷ προθυμεῖσθαι δὲ καὶ τολμᾶν τίνα ὁρᾷς ἐνοῦσαν ζημίαν; δίδασκέ με. // Πρ. μόχθον περισσὸν κουφόνουν τ' εὐηθίαν. // Ωκ. ἔα με τῇδε τῇ νόσῳ νοσεῖν, ἐπεὶ κέρδιστον εὖ φρονοῦντα μὴ φρονεῖν δοκεῖν. // Πρ. ἐμὸν δοκήσει τἀμπλάκημ' εἶναι τόδε. // Ωκ. σαφῶς μ' ἐς οἶκον σὸς λόγος στέλλει πάλιν. // Πρ. μὴ γάρ σε θρῆνος οὑμὸς εἰς ἔχθραν βάλῃ. // Ωκ. ἦ τῷ νέον θακοῦντι παγκρατεῖς ἕδρας; // Πρ. τούτου φυλάσσου μή ποτ' ἀχθεσθῇ κέαρ. // Ωκ. ἡ σή, Προμηθεῦ, συμφορὰ διδάσκαλος. // Πρ. στέλλου, κομίζου, σῷζε τὸν παρόντα νοῦν. // Ωκ. ὁρμωμένῳ μοι τόνδ' ἐθώυξας λόγον. / λευρὸν γὰρ οἷμον αἰθέρος ψαίρει πτεροῖς / τετρασκελὴς οἰωνός· ἄσμενος δέ τἂν / σταθμοῖς ἐν οἰκείοισι κάμψειεν γόνυ. A. Pr. 286-397. 33 Al ser Océano hermano de Iapeto resulta ser tío de Prometeo.
  • 17. circunstancias en que se encuentra sumido; de manera tal que Océano, en cuestión de carácter, es precisamente la antítesis de su sobrino Prometeo, Océano se muestra con un talante compasivo, pero nunca en exceso como para arriesgar su integridad y mucho menos su seguridad y libertad, de modo que prefiere subordinarse y regirse por las leyes establecidas por los poderes supremos (en este caso Zeus) para no sufrir un castigo severo que comprende seguro e inminente ante cualquier falla; no obstante, la mucha prudencia de Océano, ha de conducirlo a permanecer inactivo ante los sucesos conflictivos, como bien se narra en el episodio de la titanomaquia en la emboscada realizada por su madre Gea y sus otros cinco hermanos para castrar a Urano34 , esta pasividad se halla también sugerida en la iconografía común de Océano, pues, casi siempre se ha representado con un rostro y mirada apacible o tumbado regocijadamente entre sus elementos, de hecho, no es de extrañar que al lado también se represente a la Tranquilidad misma35 lo que refuerza este perfil. En cuanto a la interpretación simbólica que pueda hacerse de Océano, siempre tendremos que recurrir a su elemento: el agua, que sin lugar a dudas mantiene una estrecha relación con las diversas categorías simbólicas de Océano, sin embargo, él comprende una amplitud de significados, ya que no se trata de este elemento aislado, sino la suma de sus características, es decir, así como el océano se origina de diversas aguas (mares, ríos, afluentes, lagos, etc.) asimismo, contiene en sí mismo todas las categorías simbólicas de su elemento de manera amplificada, así por ejemplo, sabemos que el agua es considerada como un principio vital, pero también es equivalente a la destrucción y a la muerte; el océano comprende el anverso y reverso simbólico de las aguas de manera unificada, ya no es posible aislar en él principios vitales o mortales, sino que se descubre como un todo caótico de donde se extraerá estos principios universales, de allí que resulte comprensible la reflexión arcaica filosófica de considerar a Océano como padre de todo lo creado… Las aguas además comprende dos ideas según sea su estado: fluyente o estático; cristalino o turbio, dulces o saladas, etc. según uno u otro se dirá que su connotación es positiva o negativa; el océano, por su lado, se muestra ambiguo ante estas connotaciones, pues genera la idea de movilidad y a su vez se comprende estático, ocupando un sitio determinado y, en su vastedad, sus aguas pueden encontrarse turbias o tranquilas y esto, como señalábamos, conformó parte del carácter que los griegos acuñaron a la deidad, ya que Océano era de temperamento tranquilo pero también era irascible según se presentara la ocasión; el hecho de que el océano contenga en sí aguas de diversa naturaleza, proyecta simbólicamente la capacidad de sincretismo que posee ante elementos antagónicos, ya su propia fisicidad en comparación con la tierra, que en términos mitológicos deberemos confrontar con Gea, evoca este antagonismo del que hablamos, frente al elemento sólido que comprende la tierra y su líquida sustancia. Sin embargo, recordemos que el agua tiene propiedades cambiantes y puede asumir cualquier forma de los otros elementos, lo que lo sitúa dentro de lo informe, de lo inmanifestado o dentro de los estados 34 HES. Th. 398; APOLLOD. 1.3, 3 35 Mosaico del Domus Mithraeum S. II d.C [Fig. 59]
  • 18. embrionarios, como también en lo cambiante e impredecible, tal como se muestran las criaturas mitológicas que alberga, tales como Proteo o las Sirenas “el océano expresa una situación ambivalente; como creador de monstruos es la perfecta morada abisal, la fuente caótica de donde aún emerge lo inferior, lo no capacitado para la vida en sus formas aéreas y superiores”36 nos dice Cirlot respecto a la relación existente entre su condición elemental anómala, indeterminada, monstruosa y aquellas otras pautadas por el elemento tierra, el cual supone superior, en cuanto a contenidos espirituales y por ende psicológicos lo que incluso se deja ver en lo que se gesta corporalmente en cada elemento, por ello Cirlot continúa diciendo: “Por esta razón, los monstruos marinos exponen una situación cósmica o psicológica de estrato más bajo que la de los monstruos terrestres; por esta causa las sirenas y tritones aluden a una infraanimalidad”37 pero, en todo caso, esta «infraanimalidad» se ve compensada por su inherente estado de «pureza», aquella que sólo puede tener un elemento prístino, embrionario, maleable, adaptable… por ello los monstruos marinos y divinidades acuáticas poseen todos facultades proféticas, ya que tienen la capacidad de «movilizarse» o «retraerse» a su origen: el Caos, donde nada se ha conformado y la estructura lineal del tiempo (pasado, presente y futuro) es inexistente; esta «maleabilidad» y ambigüedad entre los elementos, las formas, el tiempo, el espacio, también halla un calco en el océano de la psiquis y condición humana, que hace emerger o sumergir el sol espiritual en las aguas del consciente e inconsciente para la muerte, renovación y transformación del ser, tal como Helios y Selene, surgen y se ocultan del reino acuático del gran dios Océano. 36 CIRLOT E. “Océano”, op.cit. p. 344. 37 Loc. cit. E. J. Ríos