La Revolución Industrial comenzó en Gran Bretaña a principios del siglo XIX y cambió las economías agrícolas a economías industriales basadas en la fábrica. Se caracterizó por cambios tecnológicos, socioeconómicos y culturales que afectaron profundamente a la sociedad. La primera etapa utilizó la energía del carbón, mientras que la segunda etapa vio la adopción de la electricidad y el petróleo.