El documento discute cómo Walter Benjamin argumenta que tenemos poca experiencia y demasiados estímulos. Explica que un verdadero lector interioriza las palabras del texto y se conmueve, mientras que un recitador solo repite la información. También contrasta la narración, que surge de la experiencia vivida, con la mera difusión de información, y argumenta que la lectura nos permite identificarnos con las experiencias de otros y enriquecernos.