El documento discute cómo la percepción mental de la ansiedad puede indicar enfermedad y cómo la tecnología cerebral permite determinar cómo los estados emocionales complicados del cerebro humano podrían influir en el dolor a largo plazo. También explica que el dolor sirve como un programa de seguridad para proteger el cuerpo y que los estados de ánimo negativos aumentan la sensibilidad al dolor. Además, las personas deprimidas tienen un mayor riesgo de sufrir dolor a largo plazo.