¿Por qué la industrialización necesitó un nuevo sistema económico
1. ¿POR QUÉ LA INDUSTRIALIZACIÓN NECESITÓ UN NUEVO SISTEMA
ECONÓMICO?
El proceso de cambio económico y social que se llevó a cabo con la Revolución
Industrial desde la segunda mitad del siglo XVIII estuvo íntimamente unido al dominio de
nuevas ideas en materia económica, el Liberalismo económico, y a la consolidación de un
nuevo sistema económico: el capitalismo.
La teoría del liberalismo económico elaborados a finales del XVII por un conjunto de
pensadores británicos como Adam Smith o David Ricardo, se fundamenta en varios
principios:
- El interés individual: la satisfacción del interés particular es el motor del
desarrollo económico (la gente actúa en busca del beneficio individual)
- La Ley de la oferta y la demanda: la economía se controla siguiendo al Ley de
la Oferta y la Demanda. Esta ley permite equilibrar, mediante “una mano invisible”, los
diferentes intereses individuales y ajusta los precios de los intercambios, a través de ajustar
la oferta a la demanda.
- El desarrollo de la economía se lleva a cabo mediante la libre competencia
entre las empresas. La libre competencia estimula el descenso de los precios (y ello, el
consumo de los productos) y la innovación tecnológica (bien en busca de dicho descenso en
el precio, bien creando nuevos o mejores productos)
- Para que la libre competencia pueda desarrollarse, el Estado no debe intervenir
en ella.
- La otra condición esencial para el adecuado desarrollo de la libre competencia
(y, por tanto, del desarrollo económica) es el librecomercio: debe existir una libre circulación
de mercancías entre países. Esto, en la práctica, suponía liminar los aranceles (impuestos)
a los productos extranjeros.
Esta teoría económica se impuso a lo largo del siglo XIX y se vinculó a la imposición
del modelo capitalista como modelo de organización económica. Las características del
capitalismo, las podemos resumir en:
- La propiedad privada de los medios de producción y de los bienes (productos)
que se fabrican. La propiedad de los medios de producción recae en un grupo social
llamado burguesía, que es el que aporta el capital (dinero).
- El trabajo asalariado (a cambio de un salario, establecido en moneda) que
realiza el proletariado (trabajador de la empresa industrial), a cambio de un jornal (sueldo
hoy en día).
- Este sistema tiene como objetivo la búsqueda del máximo beneficio
empresarial. Para ello, debe producirse en la economía La libre iniciativa y la no intervención
del Estado.
- Los desajustes creados entre la oferta y la demanda provocan crisis
económicas con carácter periódico.
Un elementos destacable del sistema capitalista es su asociación con las crisis. A lo
largo de la historia las crisis económicas se producían por la carestía de productos, lo que
implicaba el aumento de los precios. A raíz de la hegemonía del capitalismo como sistema
económico las crisis cambian y, a lo largo del siglo XIX, van a ser crisis de
sobreproducción.
Estas crisis vienen motivadas porque la oferta de productos tiende a aumentar más
rápidamente que la demanda de dichos productos. Este hecho, cuando se produce, provoca
una descompensación entre la demanda y la oferta. De ahí viene la sobreproducción (se
produce más de lo que la demanda puede consumir/adquirir). Al existir mayor oferta de
2. productos que demanda de los mismos el precio se reduce provocando una caída de
precios. Esta caída reduce considerablemente los beneficios de las empresas, llegando
incluso a quebrar. Aquí se producen dos posibles hechos o el cierre de la empresa o el
descenso en su producción de bienes. Ambos llevan a sus trabajadores asalariados al paro
ante la necesaria reducción de plantilla. Este hecho, a su vez, traslada la crisis de la oferta a
la demanda ya que se produce una disminución de la demanda de productos ante el
descenso del nivel de vida asociado a la ausencia de trabajo. El descenso en el consumo
también aumenta la sobreproducción. Desde el punto de vista de los trabajadores
(proletarios en el contexto del siglo XIX) las crisis periódicas suponían el paro y el descenso
del nivel de vida.
Otro elemento importante dentro del modelo capitalista es la intervención del Estado.
A lo largo del siglo XIX (e incluso hoy en día, aunque con menos fuerza) existieron dos
tendencias: librecambismo y proteccionismo. Entre ambas tendencias la discusión central
residía en los aranceles que los gobiernos de los países podían imponer a los productos
creados en otros países.
El librecambismo defendía que dichos aranceles debían de no existir con el fin de
estimular la libre competencia entre empresas, lo que beneficiaba a los consumidores al
permitir la reducción de los precios.
Por su parte, el proteccionismo anteponía las necesidades de la economía del país
con el fin de compensar las desventajas que puede provocar la librecompentencia. Esto se
podía provocar mediante el aumento de los aranceles.
Por último, el desarrollo del capitalismo en el siglo XIX llevó un nuevo modelo de
empresa: la sociedad por acciones (sociedad anónima). Este tipo de empresa supone una
agrupación de varios inversores para crear una nueva actividad económica. El capital inicial
de la sociedad se reparte en acciones, que son adquiridas por diferentes inversores y dan
derecho al cobro de una parte proporcional del beneficio generado por la sociedad. Otro
forma de que el inversor obtenga beneficio es vendiendo sus acciones en la bolsa, que es
donde se emiten las acciones de las empresas y su compraventa. Los inversores, a partir de
un porcentaje determinado, forman parte del consejo de administración de la empresa que
es el que se encarga de la dirección y toma de decisiones dentro de la empresa.
El motivo del desarrollo de la sociedad por acciones vino motivado por la necesidad
que las nuevas actividades económicas tenían de capital (superior a la que pudiera aportar
una solo persona) y, a su vez, esta fórmula, ya ideada anteriormente, permitió impulsar las
grandes inversiones necesarias en actividades como el ferrocarril o la siderurgia, ya que, por
ejemplo, para edificar una fábrica, comprar maquinaria, construir una red de ferrocarril o
abrir una mina eran necesarias grandes inversiones de capital.