Los mexicas creían en un ciclo vital donde la vida y la muerte no eran opuestos, sino puntos en un mismo círculo. Concebían al ser humano como formado por un cuerpo físico y tres entidades espirituales. Tras la muerte, el teyolía o semilla viajaba al más allá, el tonalli quedaba con los familiares, y el ihíyotl podía convertirse en enfermedad. Si la muerte estaba relacionada con el agua, el cuerpo era enterrado, de lo contrario se cremaba