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Relatos y cuentos 2008 Rafael López Azuaga
Universidad de Cádiz
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Primera edición: diciembre 2014
Relatos y Cuentos. Textos elaborados para el taller de creación de cuentos 2008.
Universidad de Cádiz.
(c) Rafael López Azuaga. Creative Commons. Librear.
Escritura de los textos: 2006-2008.
Publicación del libro: 2014.
Relatos y Cuentos by Rafael López Azuaga is licensed under a Creative Commons
Reconocimiento-CompartirIgual 4.0 Internacional License.
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ÍNDICE DE RELATOS
Paquillo “El Marinerillo” y la Comunicación No Verbal 4
Juan, la mujer y el sobre especial 5
La esperanza es lo último que se pierde 9
Las llamas me cubren 17
Mi primer día en la Universidad 19
Paco o pasión de amor 23
Cuando la familia se separó 30
Titirítirí 36
45 minutos en el Parque Genovés 37
Del cielo al infierno 38
El mundo de Georgie 51
¿Capítulo X? 53
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4
Paquillo “El Marinerillo” y la Comunicación No Verbal
Rafael López Azuaga
Fueron subiendo en cada puerto y hablaban distintos idiomas. Estaba
Paquillo “El Marinerillo” muy confuso en esa situación. No entendía nada de lo
que hablaban todas esas personas. Escucha diferentes formas de hablar, muchas
palabras nuevas, acentos diferentes al suyo, cada uno pareciéndole más raro que
el anterior:
-Oh, this wine is very good! Spanish’ drinks are the best!
-Waku waku, wuach chi nare jar?
-Bonjour! Comment s’appelle vous, monsieur?
-Achierikina!
Su principal temor era cuando tuviese que llamarles para ir a comer. No
sabía cómo hacerlo. Él nunca estudió idiomas. Probó a hablar en castellano,
pero nadie lo entendía. Se agobió mucho, así que decidió hacer lo siguiente: se
acordó de las películas del cine mudo, en donde se expresaban a través de
gestos. Por ello, decidió correr y pararse a tocar el hombro a todo el mundo y
decirles, mediante gestos, que había que irse a comer a la cocina, y tocándose el
reloj que llevaba en la muñeca como indicándoles que ya era la hora de comer.
El primer paso estaba ya cumplido, pero ¿cómo iba ahora a saber qué plato
querían, si la carta estaba en castellano? Lo que hizo fue cocinar todo y llevarlo
en una gran camarera y que ya cada uno escogiese lo que deseaba comer. Se
ponía delante de cada plato, y hacía gestos con los brazos, señalando los platos
para que la gente le señalase con el dedo cual quería para luego él servírselo sin
problemas. Bueno, poco a poco iba saliendo del paso, pero ¿cómo lograr atender
sus necesidades a lo largo de la travesía? Para ello, intentó simular que era
sordo y que, para comunicarse con él, tenían que usar señas.
Para ir al servicio, simulaban que le apretaban la barriga. Para pedir un
teléfono, simulaban con los dedos que tenían uno pegado a la oreja. Para pedir
una bebida, simulaban con la mano, formando una “c”, que estaban bebiendo, y
se la acercaban a la boca para hacerlo más creíble.
Son algunos de los ejemplos que transcurrieron en el barco. Al acabar el
trayecto, se despidieron con la mano de él. La motivación de Paquillo mejoró.
Ha aprendido a comunicarse no verbalmente, y se siente preparado para recibir
a cualquier extranjero en su barco, y esto incita a que su barco genere muchos
clientes.
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Juan, la mujer y el sobre especial
Rafael López Azuaga
Juan salía de la facultad, tenía clase de Fundamentos de la Doctrina
Católica y se dirigía a un curso sobre Animación Sociocultural. A Juan le
encantaba la enseñanza y sobretodo los niños. Le encantaba hacer cursos, ya
que tenía unas ansias por aprender y mejorar su formación para poder
satisfacer a sus niños de una manera más satisfactoria. Él tiene veinticinco
tacos, es natural de Ubrique y, aunque al principio quiso estudiar Informática,
se dio cuenta que el trabajar con los ordenadores y el ocuparse de toda su
maquinaria le aburría y que le encantaba ayudar a sus compañeros con las
tareas y a enseñarles cosas a sus hermanos y primos más pequeños. Con ello, se
dio cuenta que lo suyo era la enseñanza.
Este curso es el momento preferido de la semana para Juan. Le cae bien
todo el mundo, aparte de que le gustan los perritos calientes que sirven en la
cafetería, pero sobretodo le encantaba ir porque se encontraba la chica que le
gustaba: Nuria. Desde aquel día en que se sentó a la vuelta en el autobús al lado
de ella, se quedó completamente enamorado de ella. Su dulzura, su sonrisa, su
pelo y su manera de expresarse y de reflexionar, cautivó a Juan. Además, al
igual que Juan, le encantan los niños y el magisterio, así que prácticamente
están hechos el uno para el otro.
Hoy, tras salir de clase, Juan se atrevió a pedirle si le gustaría ir mañana
viernes por la tarde al cine. Nuria aceptó encantada, ya que le caía muy bien
Juan y además que estaba cansada de tantos exámenes y le gustaría despejarse.
Juan se puso muy contento, casi pegando saltos a medida que iba dirigiéndose a
su casa. Cabe destacar que Juan siempre ha sido muy fracaso con las chicas.
Para empezar, es algo tímido y cuando ha tenido alguna oportunidad, la ha
echado a perder por culpa de una metedura de pata suya: plantón inesperado
(una vez se quedó dormido y una chica que le gustaba se enfadó con él),
malentendidos (tras una borrachera, acabó echado encima de otra que estaba
borracha y la chica con la que estaba saliendo le vio y le dijo que no quería
volverle a ver nunca más) y muchas más cosas, pudiendo escribir perfectamente
un libro tan gordo como el Quijote. Al día siguiente, Juan se despertó tras pasar
una mala noche debido a lo nervioso que estaba por lo que le esperaba hoy. Se
pone su mejor ropa, se echa gomina en el pelo, se echa colonia y coge un par de
rosas de su maceta para regalárselas a Nuria. Se dirige hacia la parada de
autobús más próxima, ya que Nuria vive un poco lejos de donde él vive. Desde
allí, percibe que una mujer en la acera ha roto un sobre en mil pedazos.
Le pareció una actitud bastante extraña, aparte de que se dijo a sí mismo: “qué
mujer más marrana, ya podía haberlo tirado a la basura en lugar de poner
perdida la calle”.
Cerca hay un chico con un sobre en el bolsillo y, al ver que ella lo
rompe ( esto antes de que Juan se percatase de esta situación ), se detiene. Es
un chico con dos pendientes y un “piercing” en la ceja, pelo rizado y con unos
pantalones de rapero de manera que se le asomaban los gayumbos. Juan, que es
muy cotilla, se acerca a preguntarle qué ha ocurrido. El chico le dice a Juan:
Relatos y cuentos 2008 Rafael López Azuaga
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-¿Sabes qué ha hecho esta mujer? ¡Ha roto el sobre en donde venía la
formulación para la creación de un antídoto contra el cáncer! ¡Es una locura!
-¿Contra el cáncer? ¿Y por qué ha podido hacer una cosa así?
-¿Qué por qué? ¡Te lo diré! Su suegra padece cáncer de hígado y quiere que
se muera ya para heredar toda su fortuna. Si ella entrega el sobre con la fórmula
esa, sus sueños se echarían a perder.
-¡Eso es muy cruel! Además, se va a morir igualmente, ¿qué más le da
esperar?
-Es que resulta que su relación con su marido está bastante regular, y si
heredan ahora y se divorcian, perfectamente ella puede apoderarse como
penalización de toda su fortuna.
-¡Dios, qué mujer más cruel! Oye, ¿y tú cómo sabes todo eso?
-Soy su vecino, y muchas veces le he escuchado quejarse de su suegra y de
que iba a destruir esa fórmula, la cual ha costado mucho lograr, imagínate, ¡más
de cincuenta años!
Juan no se podía creer lo que escuchaba. ¿Cómo podía existir una mujer
tan egoísta que no solamente por sus caprichos iba a fallecer un familiar, sino
que además millones de personas que padecen de cáncer van a tener menos
posibilidades de curarse por su culpa? Es por ello que decidió recoger los
papeles e intentar reconstruir la fórmula, pero antes que nada, necesitaba la
ayuda de esa mujer para hacerlo. Por ello, decidió perseguirla. Se pone a
buscarla, pero no la ve por ningún lado. Juan empieza a agobiarse, ya que la ha
perdido de vista y olvidó pedirle los datos a aquel chico. Cuando pensó en
retirarse, la vio de lejos. Juan se esconde detrás de un árbol y la divisa. Dicha
mujer está esperando el autobús para irse a Madrid, para huir mientras se
olvidan de ella por todo este jaleo del sobre. Se pone de mientras a leer la prensa
y de repente saca el móvil y habla con alguien. Aprovechando este
descuido, Juan decide comportarse como un héroe y decide cogerla de un brazo
y llevársela a la Comisaría.
-¿Pero qué haces, niño? –dice la mujer.
-La voy a llevar a Comisaría, lo sé todo –Le comenta Juan.
-¿Qué dices qué sabes? ¿Estás drogado o qué? ¡Suéltame! – Comienza a
forzar para largarse de allí.
-¡Y un carajo la voy a soltar, asesina! Las personas como usted solamente
merecen estar en la cárcel.
-¿Yo en la cárcel? ¡Válgame Dios, lo que hay que oír! ¡Suéltame, cretino!
Juan y la mujer comienzan a pelearse hasta que de repente aparece la
policía y decide entrometerse en la pelea. Los esposa y los mete dentro de su
coche y se los lleva a la Comisaría. Allí, Juan y la mujer están con las esposas
puestas y vigilados por otros policías para evitar que se escapen. Están sentados
enfrente del Comisario, el cual pide explicaciones de lo ocurrido en la calle.
-¡Este niñato debe de haberse escapado del manicomio! Estaba yo tan
tranquila sentada en mi parada esperando el autobús para irme a Madrid a ver a
mi hermana y de repente aparece este y dice que me va a meter en la cárcel –
comenta la mujer.
-¡Del manicomio ha salido usted, so loca! ¿Cómo se ha atrevido a hacer lo
que ha hecho? ¡Señor, la vi rompiendo un sobre en cuyo interior se encontraba
el antídoto para el cáncer! ¿Y saben por qué lo ha hecho? ¡Porque desea que su
suegra, la cual padece de cáncer, fallezca para así heredar toda su fortuna!
Relatos y cuentos 2008 Rafael López Azuaga
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-¿Pero qué dices? ¿Yo romper el sobre del antídoto del cáncer? ¡Dios me
libre! Además, ¡mi suegra falleció hace dos años y que en paz descanse!
-Sí, y yo voy y me lo creo, aquí tengo la prueba. Recogí los pedazos del
sobre que rompió usted en la calle. Ahora mismo los juntaremos y obtendremos
la fórmula de dicho antídoto.
Los policías comienzan a montar el sobre y se dan cuenta que lo que hay es
un mensaje escrito, pero no aparecen fórmulas químicas ni nada por estilo, ni
siquiera nombres de elementos químicos. Juan no entiende qué está pasando.
Cuando se disponen a leer, ven que se trata de un mensaje publicitario de “El
Corte Inglés”, el cual le decían que había ganado un pelapatatas.
-¡Pero si esto es sobre un premio para un pelapatatas! No entiendo nada.
-Sí, es que ya tengo cuatro pelapatatas en mi casa y ninguna de mis amigas
los quieren, ya que siempre me regalan pelapatatas. ¡Estoy harta de comer
patatas todos los días!
-Pero entonces, ¿por qué su vecino me contó que usted llevaba el antídoto
y que quería que su suegra muriese?
-¿Te refieres al yonkie ese? ¡Ese se mete de pastillas y de marihuana como
si fuese agua! A lo que te refieres de la suegra y el cáncer, eso es la novela que
escucho todas las tardes por la radio. Se llama “Problemas de Matrimonio”, en
donde se cuentan las desventuras y odios de unos matrimonios que se llevan
muy mal y que solamente desean la desgracia para el otro. Es bastante original y
me tiene enganchada. Lo que pasa es que ese tarado es aficionado a cotillear a
los vecinos. Imagínate que escuchó que mi vecina Doña Úrsula había cortado la
cabeza a Teodoro, y se pensó que era un tío y se puso a difundirlo por el barrio, y
luego resulta que Teodoro era un lechón que le habían traído del pueblo y que le
cortó la cabeza para asarlo y comérselo con sus hijos y nietos. ¡Manda huevos!
Juan se llevó un chasco enorme y todos los policías se echaron a reír. Juan
estaba avergonzando de todo lo ocurrido. De repente, se acordó de la cita que
tenía con Nuria. Fue corriendo a su casa pero ya no estaba allí. Han pasado seis
horas desde la hora en que quedó con ella. Intenta llamarla al móvil, pero no lo
coge. Juan se vuelve a su casa. Otra vez ha vuelto a meter la pata. Al llegar a
casa, su hermana pequeña, de veintidós años, le preguntó qué tal le había ido la
cita y que por qué había tardado tanto en regresar. Juan dice: “ya he vuelto a
hacerlo”.
Una vez más la ingenuidad de Juan le había causado una mala pasada. Su
hermana la estuvo consolando. De nombre Marta, no es tan amante de los
estudios como su hermano (no acabó el Bachillerato y se puso a trabajar de
dependienta en una tienda de ropa y por las noches en un “pub” de camarera)
pero es bastante más espabilada que él (ha salido mucho más, conoce más
mundo y ha convivido con un tipo de gente tanto en la tienda como en el
“pub”...). Le preparó sus crépes preferidos, aquellos rellenos de chocolate y miel
que tanto les gustan. Juan se animó y decidió al día siguiente llamar a Nuria y
explicarle lo ocurrido.
Pero algo malo ocurrió. Se enteró de que Nuria se puso muy triste con el
plantón que le dio Juan y se lo contó a un amigo íntimo que ella tiene. Fueron
los dos al cine y luego a cenar. La cita fue tan romántica que acabaron
besándose, él se declaró y han acabado juntos. Juan, tras escuchar esto, se
deprimió. Se fue a llorar a su cuarto, lamentándose de ser tan inocente y de
Relatos y cuentos 2008 Rafael López Azuaga
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creerse todo lo que le dicen. A partir de ahora, decide centrarse más en los
estudios, ya que su obsesión por tener novia le está bajando las notas ( antes
sacaba todo Sobresaliente, y ahora no pasa del Notable alto ) y lo que le hace es
amargarse más.
Relatos y cuentos 2008 Rafael López Azuaga
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La esperanza es lo último que se pierde
Este relato está basado en un sueño
de un buen amigo mío, poseedor de
una gran imaginación que le llevará
muy lejos. Le dedico este relato con
todo mi cariño.
Rafael López Azuaga
Fernando se levanta a las siete de la mañana, como suele hacer todos los
días para ir al trabajo. Suena su genuino despertador redondo con dos
campanas y un pequeño pero valioso martillo se encarga de golpear dichas
campanitas para intentar que Fernando no se quede dormido como le ha llegado
a pasar algunas veces. La cama de Fernando es algo estrecha, solamente cabe él
y pudiendo apenas moverse, con lo que si un día se trae alguna chica a la cama,
van a tener que hacerlo en el suelo porque de otra manera pues resultaría
bastante incómodo. Se estira, se tira el cuesco que siempre se tira a primera
hora de la mañana y se dispone a vestirse. Comienza un nuevo día de trabajo
para Fernando. Trabaja de conserje en la facultad de ciencias de la educación de
Puerto Real, aguantando a profesores egoístas, cada uno con sus manías, y a
alumnos que, aún estando en el último año de psicopedagogía, todavía no sepan
contactar con los profesores, dónde están las aulas o perdiendo todas sus cosas
por diferentes rincones e la facultad. Pero sobretodo, todavía nadie ha
aprendido que está prohibido fumar, y Fernando odio el tabaco y su salud está
empeorando por culpa del ambiente tabaquero en el que se encuentra metido.
En otro lado del planeta, se despierta Rachid. Trabaja de camarero en un
buen restaurante de su ciudad. Es muy aficionado a las ciencias ocultas. Por las
noches, lee libros dedicados a esa ciencia, elabora un diario de los sueños que ha
tenido y los analiza mediante una serie de diccionarios que posee, ve películas
de fantasía y magia, ...Es su pasión. Por desgracia, muchos de sus amigos y
familiares han rechazado esta afición que tiene Rachid. Lo consideran un loco.
Le dicen que todo son tonterías, que eso no puede considerarse una ciencia
porque está basado en una serie de concepciones que ya no se encuentran de
moda en la actualidad. De pequeño, la gente le puso “El Brujo” debido a esta
afición que poseía. Rachid pasaba de todos ellos. Se refugiaba en un blog que
había creado, en donde publicaba informes sobre sus investigaciones. Entre
ellas, destacaba algunas en donde decía que había conseguido contactar con
espíritus. Los convocaba mediante una serie de conjuros que había extraído
descifrando las leyendas sobre dichos espíritus y aparecían delante de él.
Rachid, a pesar de las críticas que recibía, era feliz. Se ganaba la vida
honradamente y su blog, a pesar de todo, la gente lo visitaba, aunque muchos lo
hicieran para reírse de él.
Fernando no es feliz con su vida. No le gusta su trabajo. Él estudió
casualmente en esa facultad, pero esto es lo único que ha podido encontrar, una
vez que se jubiló el anterior conserje. Los profesores lo conocían, así que se
aprovechaban mucho de él, ya que Fernando siempre fue un alumno muy
obediente: “Fernandete, tráeme esto”, “Fernando, llama a mi mujer para decirle
que voy a llegar más tarde, anda”, “Fernanditín, ábreme el aula de informática
mientras me tomo un carajillo”, “Venga, Fernando, no le digas a nadie que he
sido yo el que ha fumado en este despacho”, ...Hasta los alumnos le faltaban el
Relatos y cuentos 2008 Rafael López Azuaga
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respeto, puesto que, debido a su actual situación amorosa, la gente pensaba que
era mariquita y muchos tíos se burlaban de él. Dentro de conserjería, se
encontraba escrito cosas como: “Fernandote, cómete to el cipote”, “Fernando, ya
estás de nuevo mariconeando”, “Fernandón mariposón”, etc. Su vida era pura
monotonía: de casa al trabajo, del trabajo a casa. Tan solo su monotonía se
rompía cuando tenía que ir a comprar comida, la cual era poca.
Fernando coge el coche y sale de su casa, teniendo cuidado de que nadie
viniese por detrás, ya que si se carga el coche, ya le esperaba una buena con su
padre, el cual era su dueño. Vivía en “El Chinarejo”, cerca de Conil, con lo que
siempre tenía que recorrer media hora con su coche para poder llegar al trabajo.
¡Oh, cuánto deseaba poder aprobar unas oposiciones y trasladarse a una gran
ciudad, y vivir cerca de su trabajo para poder dormir hasta la hora en que
comenzasen las clases! Para colmo, había una niebla muy espesa por la zona, así
que puso la radio para intentar relajarse un poco. En ese momento estaban
dando el parte deportivo. Una vez más, el Cádiz C.F había perdido un
importante partido. Se está jugando la permanencia en segunda división.
Comentaba que, tanto la afición como los jugadores están desanimados con la
racha que está últimamente teniendo el equipo, pero les asegura que la
esperanza es lo último que se pierde y que, a pesar de todas las dificultades que
tienen, que irán a por todas. Fernando rechazó el comentario que soltó el
entrenador: “¡Bah, que lo último que se pierde es la esperanza! Eso dicen todos,
y luego pasa lo que pasa. A mí ya no habrá nada que me haga cambiar mi actual
situación. Estoy condenado”.
De repente, debido a la distracción de Fernando y a la espesa niebla en la
que se hallaba inmerso, acaba chocando contra algo. Se trata de una persona
que iba en moto hacia Conil. La niebla lo había hecho casi invisible. Fernando
aparcó en el arcén y se bajó a socorrerle. Se trataba de un joven de unos quince
años que al parecer se dirigía al instituto a un nuevo día de clase. Intenta
comprobar si está consciente, pero tiene dificultad para respirar. No sabe que
hacer, nunca antes le había pasado algo parecido a Fernando y no disponía del
manual de conducir puesto que se lo había prestado a su primo Andrés. En esos
instantes, el joven muere. Fernando se encuentra agobiado. No sabe que hacer.
Piensa que es un asesino, que acaba e matar a este pobre joven. Fernando se
está volviendo loco. Su vida es una mierda, y ahora estará lamentándose todo el
tiempo debido al acto que acaba de cometer. Va a tener que estar dando parte de
su sueldo a la familia para cubrir la pérdida de su hijo. “¡Dios, qué calvario me
espera!”, se dice Fernando a sí mismo. Debido a esta desesperación, se mete
dentro del coche, arranca a toda velocidad y decide estrellarse contra el primer
árbol que esté en su camino. A 150 Km/h, Fernando se estrella contra un árbol,
estrellándose contra el parabrisas de su coche, dándose un golpe tan fuerte que
le quita. Fernando había muerto.
Bueno, Fernando no va a sufrir más. No soportará más las tonterías de los
profesores y de los alumnos de la facultad, ni tampoco a sus padres ni tampoco a
las cotorras de las vecinas, que siempre le criticaban por todo. Ya ha muerto y ya
le dejarán en paz, para siempre. O...¿tal vez no? De repente, sale un espíritu del
cuerpo de Fernando que empieza a expandirse por toda la zona. Fernando va
cambiando de apariencia. Conserva la misma cara, pero su cuerpo representa al
de un ángel. Tiene dos alitas y no tiene cuerpo. Parece un muñeco hecho de
Relatos y cuentos 2008 Rafael López Azuaga
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globo y sin dibujitos. Pero eso no es lo más raro de todo. Lo curioso es que, allá
por donde vaya él, la niebla le sigue. Fernando gira el brazo, y la niebla también
gira alrededor de la zona. Fernando se encoge, y la niebla desaparece. Se vuelve
a abrir, y ésta vuelve a aparecer. Sí. Al parecer, Fernando se había convertido en
un espíritu de la Tierra, y a él le había tocado ser el controlador de las nieblas.
Había oído hablar de estos espíritus en muchas leyendas. Una leyenda dice que
existe un espíritu llamado Cesáreo que se ocupa de decidir dónde y cuándo
llueve mediante sus llantos, otro llamado Alexandro que se ocupaba de levantar
viento con sus brazos cuando él lo veía conveniente y otro llamado Seymour que
se ocupaba de promover un calor desértico por la zona cuando le producía fiebre
lo mala que era la gente. Todos esos chicos murieron en un cruel accidente de
tráfico: ambos chocaron, no consecutivamente, contra un árbol cerca de “El
Colorado”.
¿Sería ese mismo árbol en el cual Fernando ha chocado violentamente?
¿Tiene ese árbol poderes para que cualquier que choque sobre él, tenga como
destino el controlar algo característico de nuestro planeta? Fernando no sabía.
Puede que haya sido casualidad, o puede que tal vez no. Pero se hacía la
siguiente pregunta: ¿por qué le había tocado ser el controlador de la niebla, y no
de otra cosa? Llegó a la conclusión de que, debido a que la niebla había sido el
causante de todo lo ocurrido, se le dio este poder para intentar controlar de que
a nadie, a nadie más, le pasase lo mismo que a él por culpa de la niebla. Tenía su
sentido: como él había muerto por culpa de la niebla, quiere decir que necesita
un control para que nadie le pase lo mismo que a él, ya que es algo por lo que se
sufre mucho, y él es una prueba de ello. Fernando estaba orgulloso de su misión,
pero Fernando se encontraba lleno de odio. Mucha gente le había tratado mal
desde el día en que nació. Sus padres continuamente le daban hostias por todo,
en el colegio se metían con él siempre y le pegaban a la salida del colegio,
muchas chicas le habían dado calabazas, en la facultad nunca le invitaban a las
fiestas y los profesores le pedían favores debido a que era demasiado “cagao”
como para negarse. Y, como ya sabemos, actualmente su vida no era como para
tirarle flores. ¿Por qué se iba a preocupar por la seguridad de aquellos que tanto
le habían maltratado? ¿Por qué a él tenía que haberle pasado esto, alguien que
nunca hacía ningún mal a nadie, mientras que otros están traficando con drogas
en el pueblo y nadie se atreve a echarles el guante? ¡Se acabó! Fernando estaba
harto de siempre ser el “primo” de Conil. Por ello, decidió vengarse.
Fernando cubrió todo el pueblo de niebla. Durante varios días, la niebla no
cesaba en el pueblo. La gente no sabía que es lo que ocurría. Algunos se
pensaban que les había caído una maldición, otros que el Señor estaba furioso
con todos y uno, tranquilos, pensaban que se trataba de una mala racha y que
luego vendría el buen tiempo. La venganza de Fernando no se estaba
cumpliendo, ya que los conileños parecían haberse acostumbrado a que hubiese
niebla en su pueblo. Fernando estaba empezando a enfurecerse. De entrada,
nadie le había echado de menos. Vio que recogieron su cuerpo y el del joven,
pero solamente hicieron un gran funeral para el joven, mientras que a él
solamente le dedicaron una misa que duró menos de la cuenta para poder
dedicarle tiempo al joven, y lo enterraron con solamente la presencia de sus
padres y de sus tíos, mientras que a la del joven, el cual era un macarra
pervertido y drogata (por lo que había podido oír) acudió toda esa gente a la que
no pudo acudir a la de él. Lo gracioso es que, en los pueblos vecinos, le
Relatos y cuentos 2008 Rafael López Azuaga
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dedicaron fiestas en homenaje a su muerte, mientras que él permaneció
discriminado dentro de su ataúd, sin que nadie se acordarse de él y viéndolo
todos como un criminal por haber matado al joven. Fernando, indignado,
decidió extender la niebla a todos los pueblos de alrededor de Conil.
La gente comenzaba a sufrir. Ya estaban pensándose que esto era una
epidemia. La niebla comenzaba a afectar a las cosechas y a la flora. El sol no
llegaba prácticamente a los pueblos y todo se estaba muriendo. Las placas
solares se estaban convirtiendo en inútiles y se estaba gastando más energía
eléctrica que nunca, ya que, al no llegar el sol, no había luz para poder ver. Los
animales estaban desorientados, no sabía cuando era de noche y cuando de día,
ya que la niebla prácticamente tapaba los rayos solares de lo densas que eran. La
gente no cogía los coches por temor a tener un accidente y llegaban tarde al
trabajo, muchos de ellos teniendo que salir muy temprano para poder llegar con
tiempo. Por las calles, la gente tenía que estar toqueteando todo lo que tenían
alrededor por temor a chocarse con algo. Se producían muchos accidentes a
pesar de todo: gente que se caía por las alcantarillas, gente que resbalaba por la
calle, motos a las que atropellaban a personas, excursiones suspendidas por el
mal tiempo, cargamentos de comida que no llegaban debido al mal temporal
que hacía, ...Sí, señor. La venganza de Fernando empieza a surgir efecto.
Fernando está tan obsesionado con los resultados que decide extender su niebla
por todo el planeta. Fernando extiende más sus brazos y la niebla va
aumentando. Llega a Badajoz, llega a París, llega a Estocolmo, llega a Nueva
York, llega a Bagdad, llega a Sydney, ...Sí, Fernando ha conseguido invadir todo
el planeta con su niebla.
Las televisiones de todo el mundo daban parte de todo lo ocurrido. Conil
parte como el lugar en donde surgió, ya que eran conscientes de que allí
predominó la niebla durante semanas antes de extenderse por todo el planeta de
una manera abrasadora. Los conileños no sabían de dónde procedía la niebla.
Surgió un día por arte de magia, decían. Cuando dijeron “magia”, llamó la
atención a muchos individuos que eran amantes de todo lo relacionado con las
ciencias ocultas. Estos individuos estuvieron estudiando y estudiando, a ver si
encontraban alguna solución. Probaron exorcismos, ritos, pociones mágicas,
darle regalos a Dios para que ponga fin a esta amenaza, intentaron convocar a
los dioses para que pusieran fin a esta niebla, grupos de personas bailaron la
danza de la lluvia para intentar desaparecer la niebla ( bien era sabido por todos
que, cuando llovía, era imposible que hubiese niebla a la vez ), ...Nada, no
ocurría nada. Nadie podía ver que el espíritu de Fernando era el que controlaba
la niebla y el que, a causa de todos los males que le produjo la sociedad, extendía
de tal manera la niebla como venganza.
Rachid se entera de todo esto gracias a un e-mail que le enviaron con unos
enlaces a vídeos en Youtube sobre estos fenómenos. Él, evidentemente, estaba
padeciendo las nieblas y dudaba de que era por acción de los dioses, pero
desconocía exactamente cuáles. Le pareció esta leyenda muy interesante y
añadió una entrada en su blog comentando su experiencia con otros espíritus.
Recordó cómo gracias a una serie de conjuros logró contactar con otros
espíritus. Decía que todos estos espíritus, cuando ejecutaban malas acciones,
era porque había algo en el mundo que le desagradaba. No sabía el qué, pero
que seguro que a Fernando algo le disgustaba. Pensó que tal vez los seres más
Relatos y cuentos 2008 Rafael López Azuaga
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cercanos a Fernando podrían tener alguna idea. Si a Fernando las cosas le iban
mal, pues esta epidemia podría ser su venganza. Rachid estaba reflexionando y
poco a poco acercándose a lo que en realidad estaba ocurriendo.
Fernando se encontraba en un momento de gloria. Daba gracias por el
poder que le había sido otorgado. Le hubiera gustado podido conocer a los otros
dioses para que le contasen sus experiencias, pero por si acaso éstos le llegasen a
obligar a que parase toda esta masacre, pues prefiere no conocerlos. Los
amantes del ocultismo siguieron estudiando hasta que una viejecita de ochenta
y dos años llamada Eusebia recordó que, hace muchos años, tres chicos se
estrellaron contra un árbol en “El Colorado” y que, a partir de entonces, se
convirtieron en tres espíritus de la Tierra. Uno controlaba la lluvia, otro el
viento y el tercero se ocupaba del calor. Ellos tres podían controlar estos
fenómenos de la forma en que les diese la gana, extendiéndose todo cuanto ellos
quisieran. La gente se rió de esta leyenda, pero de repente, uno de los primos del
joven al que atropelló Fernando recuerda que el “asesino” se estrelló en un árbol
en “El Colorado”. Sale en televisión comentándolo. La gente empieza a
reflexionar. Todo encaja. Si la masacre comenzó tras la muerte del joven y del
asesino, y éste murió estrellándose en un árbol cerca de “El Colorado”, pues
todas las piezas encajan. ¿Cómo poder encontrar a Fernando? ¿Dónde se
encontraba?
Mucha gente se fue al lugar en donde falleció Fernando y comenzaron a
gritar su nombre. ¡Fernandoooo, Fernandooooo! Nada. Fernando no aparecía.
¿No se enteraría o tal vez se hacía el loco? No se supo, pero Fernando viajaba
por todo el planeta aprovechando este poder, y disfrutaba de ciertos placeres:
ver a chicas bonitas desnudas, ver las películas que nunca pudo ver en su día y
gratis, ver partidos de baloncesto gratis, ...lo que no podía era comer, ya que era
un espíritu y no tenía necesidad de ello. Total, ya estaba muerto. Los amantes
del ocultismo formaron una asamblea para analizar alguna forma de contactar
con Fernando. Trajeron sus libros de ocultismo, diccionarios, apuntes, ...hasta
un portátil con un cañón para visionar posibles páginas de Internet o vídeos o
presentaciones que tuviesen elaboradas. Fueron buscando datos sobre esa
leyenda. Lo que les interesaba era poder saber alguna manera de contactar con
los espíritus. Rebuscando, encontraron un blog perteneciente a un tal Rachid.
Leyeron las entradas en donde comentaba su opinión sobre la epidemia de las
nieblas y sobre cómo consiguió contactar con otros espíritus.
Los ocultistas hablaron con el alcalde de Conil sobre esto y decidió
contactar con Rachid. Gracias al blog y al poseer e-mail, no hubo problemas
para ello. Rachid comentó que, para poder contactar con Fernando, tenía que
dirigirse al mismo lugar en donde falleció. El problema es que, por culpa de la
niebla, el viajar era muy peligroso. El asunto era peliagudo. ¿Qué podían hacer
para que Rachid viniese a Conil sin peligro alguno? A Rachid se le ocurrió lo
siguiente: si la niebla impide que, por encima del mar, la visibilidad sea escasa,
¿por qué no ir por debajo? Total, que decidieron enviar un submarino para
recoger a Rachid. Por mar Fernando no tenía ningún poder, así que no había
ningún peligro. Rachid llegó a Conil. Cada vez las plantas se van muriendo y los
animales se están muriendo de hambre. El planeta está cada vez más en peligro.
La niebla está afectando negativamente a la sociedad, incluyendo trastornos
psíquicos. Rachid decidió ir sólo al lugar, sin ninguna compañía, para evitar que
Relatos y cuentos 2008 Rafael López Azuaga
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Fernando se asustase. Todos se pusieron de acuerdo para no acudir al lugar ni a
grabarlo en vídeo. Ellos mismos, según se fuese la niebla o no, ya sabrían el
resultado.
Rachid pronunció las siguientes palabras: ¡ALAKAZAM ECHYGA CHIBA
BISNESS FERNANDO! ¡NIEBLA DU POSTA! ¡VEA MOI! De repente, empezó a
salir un brillo del cielo. Poco a poco iba creciendo e iba apareciendo un espíritu.
Sí. Era Fernando. No sabía cómo habían podido encontrarle, ya que desconocía
el conjuro. Rachid se encontraba frente a él, cara a cara.
-¡Oh, Fernando! Es un placer conocerte. Todos te hemos estado buscando
durante estos días. Dime, ¿por qué has hecho esto?
-¿Quién eres tú? ¿Cómo me has encontrado? ¿Cómo sabes mi nombre?
-Me llamo Rachid y soy ocultista. Todo el mundo habla de ti. Todos saben que tú
creaste esta niebla. Han leído la leyenda. Todos han estado intentando contactar
contigo para acabar con esta niebla.
-¡Y un carajo voy a acabar con esta niebla! ¡Que se lo han creído ellos! ¡Encima
eso!
-Fernando, sé que tienes un problema. Sé que haces todo esto por venganza. A
tu funeral sé que fue muy poca gente. ¿Estas enfadado por eso?
-Ojalá fuera solamente por eso. ¡Todos me habéis maltratado durante todos
estos años! Me han insultado, me han pegado, me han marginado, se han
aprovechado de mí, no me dan trabajo para lo mío, ...He sido siempre el “primo”
de Conil. ¿Cómo no voy a estarlo? Y ahora me muero y la gente ni se acuerda de
mí, les importa un carajo que yo haya desaparecido.
-Fernando, te han dado ese poder para hacer el bien. Todos los que han fallecido
en tus circunstancias se les asignó un poder para que ejerciesen el bien. El clima
es importante, tú lo sabes, has estudiado magisterio. ¿Por qué te vengas?
-¡Ya te lo he dicho! No me trataron bien. Así es como mejor me siento.
Haciéndoles sufrir, qué sepan cómo sufría yo. ¡Ahora me toca a mí ser el malo!
-Pero esto no va a llevarte a nada, Fernando. ¿Por qué no intentas solucionar tu
vida?
-¿Vida? No te has enterado todavía. ¡Que estoy muerto, coño!
-¿Y que más da? ¿No tienes espíritu propio? Estás aquí, de todas formas. Puede
que no tengas un cuerpo y no puedas ya influir con tu inteligencia en la
sociedad, tan solo con tu poder. Pero, si lo deseas, puedes comenzar una nueva
vida en ese nuevo mundo.
-¿Nuevo mundo?
Relatos y cuentos 2008 Rafael López Azuaga
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-¡Claro! Tienes mente y puedes hablar, escuchar, reír, sentir, ...Comer tal vez no,
pero el resto sí. Nadie ya se va a meter más contigo, puesto que ya has muerto.
Podrías formar una familia de espíritus, jugar al parchís con los espíritus,
...Ellos no te conocen aún, ya que te dedicaste a producir niebla por todo el
planeta para satisfacer tus ansias de venganza.
-Bueno, no es malo lo que me propones, pero no por ello voy a dejar esta niebla.
La gente me hizo mucho daño, y ese daño persistirá siempre y no voy a irme
tranquilo sin consumir mi venganza.
-¿Y si te curásemos ese gran daño que tienes, podrías rectificar?
-Sí, podría. Solamente deseo que el pueblo se arrepienta de sus actos y me lo
manifiesta de la manera en que ellos quieran.
-Dime, ¿alguna persona te ha amado?
-Nadie. Yo he amado a muchas personas, pero siempre me han dado calabazas.
-¿Y cómo sabes que nadie te ha amado?
-Hombre, me imagino que lo sabría. Vamos, digo yo. Además, para que veas, a
mi funeral solamente fueron mis padres.
-¿Estás seguro de que solamente fueron tus padres? ¿Seguro que nadie fue a
verte?
-Segurísimo. Yo estuve presente tanto en el funeral como en el entierro.
-No digo que no, pero creo que no viste lo que pasó después. Estarías tan
enfurecido que solamente pensabas en ejecutar tu venganza.
-¿Cómo?
-Había una chica alta, con pañuelo de la romería y muy guapa que fue a llevarte
flores y que, cada tres meses, ha ido a visitarte. Se llama Marta. Ella ha estado
siempre enamorada de ti. Nunca se metía contigo. Lo sé porque, antes de venir
aquí, contacté con todos los seres cercanos a ti y aquellos con los que te
relacionabas. Y hablé con ella.
-¡Marta! ¡Dios, no me acordaba de ella! Estudiábamos juntos y algunas veces me
invitaba a su casa a merendar. En el recreo algunas veces jugábamos al
escondite.
-Exacto. Ella te amaba en secreto y te lo reflejaba con sus actos de cariño. No se
atrevía a declararse, pero siempre hablaba bien de ti y ella, al igual que tú, fue
discriminada por sus compañeros. Nunca ha tenido pareja y está igual que tú.
-Dios...es verdad...¡Y yo pasé de ella debido a mi obsesión por querer tener
novia! Al estar con ella, las chicas pensaban que era mi novia, así que no podía
ligar. ¡Dios! ¿cómo he podido estar tan ciego?
Relatos y cuentos 2008 Rafael López Azuaga
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-Le hiciste mucho daño, y aún así, se acuerda de ti y desea volver a verte. Sabe
todo lo que estás haciendo. ¿No te lleva esto a la reflexión, Fernando?
-Sí, es cierto...¡Cómo me gustaría abrazarla y besarla! ¡Quiero reencontrarme
con ella!
-Ahora estás muerto. No puedes resucitar, pero ella sí puede morir y
reencontraros.
-¡Ah, no! ¡Eso ni hablar! No puedo hacer que muera a la fuerza por estar
conmigo. Tiene ella que morir honradamente, es decir, que le pase algo por el
destino, pero nunca que sea asesinada o se suicide para poder estar conmigo.
-Está bien. No le diré nada a nadie, pero a cambio, me gustaría que le dieses una
oportunidad a la gente. Ellos se portaron mal, pero tú también con ella te
portaste muy mal.
-¿Y cómo sé que no me engañas?
-Bueno, si quieres seguir, sigue. Espera un tiempo. Puede que te haga abrir los
ojos.
Rachid se fue a su casa. Escribió en su blog los resultados sobre la charla
con Fernando. Decidió ocultar lo de Marta para evitar cualquier conflicto, ¡no
vaya a ser que la asesinen a propósito para acabar con esta epidemia! Contó que
Fernando estaba muy enfadado y que cuando viera que los seres que le
perjudicaron tengan ya su castigo completo, levantará la epidemia y todo
volverá a ser como antes. Pasaron los años. Todo seguía igual. La gente se había
acostumbrado a la niebla, pero deseaban con ansiedad que llegase el sol. Todo
parecía seguir igual hasta que ocurrió un suceso: Marta decidió coger la moto
para enviar un correo urgente a su tía Clotilde, pero se estrelló contra un árbol.
Una vez más, Fernando tuvo la culpa. Presenció este hecho y se reencontró con
Marta. Ambos, al verse, se dieron un abrazo. Fernando le pidió disculpas por
haber pasado de ella y por haber hecho que ella tuviese un accidente por culpa
de su niebla. Arrepentido, se ve como una mala persona y decide hacer
desaparecer toda la niebla, dejando el cielo despejado. Las plantas vuelven a
florecer, los animales son felices, nadie sufre más trastornos psíquicos y todo el
mundo es feliz de nuevo. Fernando también es feliz. Va a comenzar una nueva
vida, aunque muerto, junto con una maravillosa mujer al lado. Todos los
problemas del pasado ya no valen la pena. Todo ya iba a ser mejor.
Rachid no estuvo presente, pero sí vio que el cielo se había despejado.
Pensó que tal vez ya Fernando encontró el amor verdadero. A pesar de haber
muerto y de todo lo ocurrido, consiguió Fernando su objetivo de no estar solo y
de ser respetado y vivir una vida feliz, algo que no poseía antes. Sí, tuvo razón el
entrenador del Cádiz C.F: la esperanza es lo último que se pierde.
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Las llamas me cubren
Rafael López Azuaga
No te vas a creer lo que ha pasado, mi vida. Estaba yo, tan tranquilo,
administrando unos documentos cuando de repente se ha proclamado un
incendio. No sé cómo ha podido producirse. ¿Un tarado ha dejado un cigarrillo
encendido al lado del butano? ¿un miembro de la competencia quiere acabar
con nosotros? ¿Dios está enfadado con nosotros y ha provocado este incendio?
No lo sé. Yo estaba aquí trabajando y no he prestado atención a esos detalles. He
intentado salir de alguna manera, pero me encuentro a una gran altura, las
escaleras están en llamas y el ascensor no funciona. Si me tiro, moriré en el acto,
así que prefiero esperar y, en estos instantes que me quedan de vida, escribirte
esta carta, la cual introduciré en mi chaqueta para que, cuando encuentren mi
cadáver, a su vez encuentren esta carta.
Quiero decirte que el haberte conocido ha sido lo mejor que me ha pasado
en la vida. Hasta entonces, era un tipo amargado que lo único que hacía era
estudiar, trabajar y quedarse encerrado en su casa viendo la televisión mientras
el resto salía de marcha. Mi vida estaba condenada a la soledad, pero entonces
llegaste tú. Todavía recuerdo aquel día en el parque, como si hubiese sido ayer.
Te caíste en la fuente, yo te rescaté y te llevé a mi casa para ducharte y cambiarte
de ropa. Fue un flechazo. Tu sonrisa de felicidad con motivo de agradecimiento
me conquistó. Desde entonces, siempre hemos estado juntos, y ese amor dio
lugar a dos niños preciosos. Siempre llevo conmigo sus fotos, y lo peor de todo
esto es no poder volver a verlos y que pierdan a su padre. ¡Dios, me hubiera
gustado verles crecer, verles avanzar en los estudios y casándose, dándome
preciosos nietos!
Me he quedado sólo en el edificio. Todos lograron huir a tiempo, pero se
olvidaron de mí. Tal vez porque era el único que se encontraba en esta planta y
se pensaban que estaba vacía. ¡Dios mío! ¿Por qué tuve que quedarme sólo
aquí? ¿Por qué tuve que quedarme dormido mientras trabajaba? ¿Por qué tuve
que dejarme el móvil en casa? ¿Tal vez estaba todo programado para que
coincidiese el incendio estando yo en esta situación? Ya no vale la pena
debatirse el por qué, sino en el qué hacer ahora. Quisiera vivir estos últimos
momentos relajados, pero el hecho de no poder despedirme de ti no me deja
concentrarme. He pensado en hacer imitaciones de artistas que siempre me
gustaron pero que nunca me atreví a hacerlo por vergüenza, pero si tú no estás
aquí para verlo, no sirve de nada. He pensado hasta en masturbarme pensando
en ti, al menos despedirme de este mundo sintiendo placer y haciéndome
olvidar los sufrimientos, pero me siento como un cerdo, y tampoco deseo morir
así, ¡lo que me faltaba sería fallecer estando caliente y que la gente, al
descubrirme, se debata qué estaba haciendo en ese momento en horas de
trabajo!
He estado pensando incluso qué hay después de la muerte. ¿Comenzamos
otra vida sin acordarnos de la anterior? ¿Nos vamos al cielo y nos convertimos
en fantasmas o ángeles de la guarda? ¿O simplemente nos morimos y punto?
Esto me inquieta, ya que antes de nacer entiendo que viésemos todo apagado,
pero tras morir, ¿cómo vamos a pasar lo que queda del mundo sin poder verlo,
Relatos y cuentos 2008 Rafael López Azuaga
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sin poder sentirlo? ¡Ojalá hubiese alguna forma de demostrarlo y así quedarme
tranquilo!
Lo que más me fastidia de todo es no haberte demostrado mi amor al cien
por cien. Últimamente, reconozco que estaba muy apagado. Solamente estaba
centrado en el trabajo, apenas dedicaba tiempo a mis hijos, no te hacía caso en
la cama, no te ayudaba en las tareas de la casa, prefería ver el partido antes que
ir contigo al cine o al teatro, ...Estás muy disgustada conmigo, lo sé. Lo descubrí
un día que, buscando una revista, vi una hoja escrita a mano que hablaba de la
separación de bienes y del proceso del divorcio en sí. Me sentó como un tiro. Me
hizo dar cuenta de que, tontamente, os estaba perdiendo. Casualmente hoy, a la
salida del trabajo, tenía pensado darte una sorpresa: había cogido unos días
libres para irnos todos juntos de vacaciones a donde quisiéramos. Íbamos a
recuperar el tiempo perdido, pero el destino parece haberme fastidiado. Tal vez
Dios me ha castigado por eso, por haberos descuidado durante este tiempo.
Hasta ahora, no me he dado cuenta de todo lo que habéis estado sufriendo. Este
suceso me ha hecho ver lo que se sufre cuando se está a punto de perder a lo que
más quieres en este mundo y que encima ha sido algo que uno ha estado
descuidando, consciente o inconscientemente.
Bueno, esto cada vez se va derrumbando más. Casi se me cae una viga
encima, mientras te estaba escribiendo estas palabras. Ahora mismo voy a dar
por finalizada la carta. Solamente quiero decirte que te quiero, a ti y a nuestros
hijos, que siento mucho mi comportamiento de estos últimos tiempos y que
cuides bien a mis hijos. Bueno, tú eres libre de hacer lo que quieras con tu vida.
Si deseas casarte de nuevo, te dejo libertad, ya que lo que quiero es que seas feliz
y si otra persona puede hacer que consigas esa felicidad, pues me parece bien.
Lo único que te pido es que te reúnas conmigo en el cementerio cuando te llegue
el momento, que nos entierren juntos para poder volver a sentir tu calor. Adiós,
amor mío, tu marido nunca te olvidará.
Relatos y cuentos 2008 Rafael López Azuaga
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Mi primer día en la Universidad
Rafael López Azuaga
Hoy es un día muy especial. Mi clase y yo vamos a visitar la universidad.
Nunca he estado allí. He oído decir a mis padres que allí van aquellos que
quieren estudiar mucho y trabajar en lo que les gusta. Pensé en ese momento
que habría solamente cuatro gatos, ya que no creo que a muchos les guste
estudiar. Tomo como referencia a mis hermanos, que son la pesadilla de mis
padres y lo que hacen es jugar a la videoconsola, salir a ligar con chicas, chatear
en el ordenador, escuchar música todo el día, ...Nada relacionado con los
estudios, son unos auténticos flojos. Además, con la de camareros que hay por
aquí, dudo que tuviesen que estudiar una carrera universitaria para serlo, ya que
me veo hasta yo misma capacitada para ser camarera a mis cuatro años.
Mi clase estaba revolucionada. Adorábamos las excursiones, ya que lo
mejor era salir fuera de nuestra clase y no tener que hacer tantas fichas.
Estamos correteando y jugando con los juguetes cuando la maestra nos llama
para formar una asamblea. Nos comenta que vamos a ir a la universidad, ni más
ni menos que a la escuela en donde estudian aquellas personas que quieren ser
maestros como ella y en donde en su día ella fue a estudiar, por lo que está muy
contenta. Me preguntaba: ¿cómo será la universidad en donde estudian los que
quieren ser maestros? ¿habrá niños para que puedan practicar, o incluso robots
que simulan ser esos niños? ¿elaborarán allí las fichas que tanto nos obliga a
hacer la maestra? ¿se inventarán allí nuevos juegos educativos para nosotros?
Mi curiosidad aumentaba como subía la leche cuando mi madre la dejaba en el
fuego demasiado tiempo. Tras hablarnos sobre cómo era la universidad, nos
mandó a recoger nuestras mochilas, nuestros chaquetones y a ponernos en fila
por parejas para salir a coger el autobús para ir por primera vez a la universidad.
Mientras llegábamos, me puse a mirar por la ventana. El cielo estaba tan
despejado que no lo lograba distinguir del agua del océano. Mis compañeros
saltaban en el asiento y mi profesora les llamaba cada dos por tres la atención.
Algunos se dedicaban a charlar más que los políticos, otros a comer y eructar
más que un borracho en una taberna, mi compañero del asiento de detrás se tiró
un pedo que ahogó a su compañero de al lado y yo estaba nerviosa por conocer
la universidad. Me habían hablado hasta ahora tan bien de ella que estaba
ansiosa por conocerla. Deseaba que hubiese niñas como yo para jugar con ellas
o unas maestras simpáticas a las que abrazar y besar como la mía. Cada vez nos
acercábamos ya a la urbanización y de lejos veía una cúpula muy extraña. La
maestra nos dijo que esa era una de las universidades de la zona, pero a la que
nosotros íbamos era la facultad de ciencias de la educación. Cuando vi la
universidad de la cúpula más de cerca, me quedé maravillada. Era preciosa.
Cada vez tenía más ganas de llegar y conocer por dentro ese fantástico mundo
de las universidades.
Cuando fuimos llegando a la facultad de ciencias de la educación, me llevé
una desilusión. Mientras que la primera que vi era preciosa, de mi color
preferido, limpia y con una cúpula, la que íbamos a visitar era vieja, fea, de un
color verdoso asqueroso, con un patio más viejo que el de mi colegio y lleno de
coches con más años que Matusalén. Nos bajamos del autobús y la maestra nos
Relatos y cuentos 2008 Rafael López Azuaga
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presentó al facultad. Comentó que allí estudió durante tres años y que fueron los
tres mejores años de su vida. Tal vez por dentro era diferente al exterior. Mi
madre siempre me dice que nunca debo fiarme de las apariencias, que siempre
tengo que mirar como son las personas por dentro. Tal vez por dentro esta
facultad sea preciosa, llena de colores, de animalitos e incluso de caramelos. Por
ello, me animé más.
A la entrada, nos recibió un hombre más calvo que un huevo y con gafas
que me recordaba a Mortadelo, uno de los personajes preferidos de mi hermano
mayor. Llevaba un polo blanco con el símbolo de la universidad y nos saludó
muy cariñosamente dándonos la bienvenida a la universidad, y que a
continuación íbamos a recorrer toda la facultad. De nuevo volví a
desilusionarme. No veía ni colores, ni caramelos, ni animalitos, ni maestras, ni
niñas como yo ni nada. Tan sólo vi unos pocos ordenadores más viejos que yo,
un panel con tres o cuatro folletos pobres y unas paredes tan desgastadas como
las lápidas del cementerio de mi pueblo. Fuimos andando en fila y recorriendo
la facultad. A medida que avanzaba, nada me impresionaba. Todo me parecía
igual de feo. Fuimos pasando por un pasillo que llevaba a una sala en donde
había muchos estudiantes. La diversidad era enorme: una gorda con unos
pantalones estrechos que le hacían ver todas las bragas, una chica con gafitas y
más granos que una paella valenciana, un melenudo con perillita que llevaba un
mp3 como el de mi hermano mediano y con un anillo en el ombligo que me
daba escalofríos al sentir el dolor que tiene que producir el llevar eso puesto ahí,
un grupo de chicos que se reían tanto que parecían hienas, lo que me aterraba
aún más.
Por fortuna, ya este miedo que se me había acumulado fue disminuyendo
al cruzarnos con un señor simpático y regordete. Nos saludó cariñosamente, nos
preguntó dónde veníamos y se puso a echarnos piropos. Al ver ese pelo canoso,
esa barriguita y esa simpatía, pensé que tal vez podía ser Papá Noel que se había
afeitado o su hijo, el cual se gana aquí su sueldo mientras su padres, ya mayor,
solamente trabajaba una vez al año mientras los elfos se ocupaban de prepararle
todos los regalos para el día de Navidad. Al verme a mi, me preguntó cómo me
llamaba y cuántos añitos tenía. Me dio un fuerte beso, y me animé. Me dije que
tal vez este sitio era bonito por dentro y que también podía tener cosas
maravillosas. Pero esta sensación de bienestar se vino abajo a medida que fui
avanzando por el pasillo. Me encontré a una señora delgada, fea, con gafas de
cubo de botella y con una coleta que me recordaba a una bruja. Se puso a
saludarnos y me recordó a las brujas de la televisión. Esas manos, esas uñas y
todos esos papeles que llevaba me asustaron. ¿Tendría poderes para
hipnotizarnos? ¿Esos papeles estarían llenos de conjuros para aterrorizar a los
niños? Su risa me heló, era más maléfica que la de la madrastra de
Blancanieves. Comencé a pedirle a mi maestra que nos fuéramos, pero ella se
entretuvo hablando con ella, parece que la conocía. Cuando la señora nos dijo
“si venís a estudiar aquí, seré muy dura con vosotros”, ya me entraron ganas de
llorar.
Comenzamos a subir por las escaleras. A medida que me iba alejando de
esa mujer, mis lágrimas empezaron a apagarse. Ya estaba más calmada y
empecé a pensar en el simpático regordete que nos encontramos al principio. La
planta baja no me dio una gran satisfacción, así que espero que el resto de la
Relatos y cuentos 2008 Rafael López Azuaga
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facultad resuelva todas estas malas impresiones. Pues cuando terminé de subir
las escaleras, todo me pareció más triste que antes. Abajo al menos había
carteles, folletos, fotografías, un cuarto de baño, ...ahora solamente veíamos una
pared y encima de nuevo ese color verdoso apestoso. Nos encontramos a un
señor con gafas que parecía muy simpático y nos saludó. Ya empezaba a
relajarme pero cuando se agachó para saludarnos, se le cayeron unas carpetas y
unos papeles se revolearon por el suelo. Me fijé y estaba lleno de marcas rojas.
Todas decían cosas negativas y que estaban suspensos todos esos trabajos. Me
aterroricé. Me desilusioné y me di cuenta de la gran verdad que me dijo mi
madre aquel día. ¡Dios, este hombre, con lo dulce que parece por fuera, por
dentro es más malo que el tabaco! Me espanté y quise insistirle a la profesora
que nos fuéramos, que me daba miedo ese hombre. Cuando terminó de hablar
con él, proseguimos nuestro camino.
Cada vez me desilusionaba más la facultad. Grietas por todas partes,
señores feos y con cara de mico, paredes desgastadas, enchufes rotos, olor a
pipí, ...¡Dios! ¿qué sitio era éste? ¿y aquí era donde estudiaban aquellos que
querían ser maestros? Pues mi escuela es así. Es bonita, llena de flores, con
dibujos de payasos y de mis personajes preferidos de dibujos animados, de azul
y rosa, con olor a alegría y con unas maestras bonitas, jóvenes y cariñosas como
la mía. ¿Cómo mi maestra pudo haber estudiado aquí? ¿Aprendió aquí a ser tan
buena maestra como lo es con nosotros? No veía ninguna referencia a la
realidad en esta facultad. Todo me parecía muy diferente. ¿Cómo esta facultad
podía tener esta estética y estos maestros tan feos cuando la mía es preciosa? ¿Y
éstos son los que preparan a los futuros docentes? No sé si aprenderían algo
aquí, pero por ahora me está dando la sensación de que todo lo que aprendieron
lo aprendieron cuando se fueron al colegio a practicar.
De repente se nos acercó un hombre con gafas, viejo, cuerpo deformado,
canillas y con una nariz más fea que picio. Saludó a mi maestra y nos pidió hacer
una práctica con nosotros. Me dije que tal vez ahora se iba a animar la cosa.
¿Veríamos payasos? ¿habría dibujos animados? ¿jugaríamos al escondite?
Estaba ansiosa, parece que tal vez esto pueda comenzar a acercarse a lo que
tengo en mente como escuela. Nos metió dentro de un aula fea y nos repartió
por parejas un vaso con azúcar. Se puso a hacernos preguntas y yo no entendía
nada. Nos preguntó cosas absurdas como que si el azúcar desaparece cuando se
echa en el agua. ¿Cómo va a desaparecer? ¿acaso se muere cuando contacta con
el agua? Si muriese, no notaríamos el sabor dulce en el agua. Se puso a hablar
con mi maestra de cosas raras, nombrando no se qué de las concepciones cada
dos por tres. En el colegio nunca hacíamos estas cosas tan raras y aburridas.
¿Qué entiende este hombre feo y narigudo por educación? Nosotros jugamos,
manejamos ordenadores, salimos al patio, ...vale que de vez en cuando hacemos
fichas, pero son más bonitas y aparecen personas divertidos, y aquí solamente
aparece un estúpido vaso de agua con azúcar y encima el aula es más pobre que
el garaje en donde mi padre deja el coche.
Luego bajamos de nuevo abajo y nos llevaron a la cafetería. ¡Qué bien, por
fin algo interesante! Estaba muerta de hambre. Todo este paseo por la fea
facultad y los disgustos que me había llevado me habían abierto el apetito. Tenía
ganas de comerme diez natillas para satisfacer mis disgustos. Entramos en la
cafetería y todo cambió. Era preciosa, con unos cuadros bonitos, todo muy
Relatos y cuentos 2008 Rafael López Azuaga
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abstracto y hasta había una televisión en donde echaban “Los Simpsons”. ¡Oh,
qué alegría sentí! ¿Cómo una facultad tan fea podía tener una cafetería tan
preciosa? Las paredes me recordaban al chocolate con leche que me traía
siempre mi padre cuando regresaba del trabajo, y las camareras tenían un
uniforme que me recordaba a la de mi hamburguesería preferida. El día parece
que iba a mejorar, me sentía más alegre. Pero esta alegría se vino abajo cuando
me sirvieron la comida. Estaba seca, lleno de verduras que olían fatal, los
espaguetis eran sin tomate y nos dieron agua en lugar de coca-cola. Además, las
camareras estaban continuamente encima de nosotros, quitándonos el plato
cuando terminábamos, no dejándonos charlar alto ni jugar. Parecía que
estábamos en la cárcel, ya que hasta en el comedor del colegio tenemos más
libertad. Además, las camareras eran muy serias, amargadas, mientras que en el
colegio siempre nos contaban chistes, nos alababan cuando nos comíamos
todos, ...aquí les daba igual si no comíamos, nos retiraban el plato y a otra cosa.
No se preocupaban por nuestra nutrición. ¿Y esta es una cafetería? ¿De aquí
toman ejemplo los maestros que decidan encargarse del comedor? ¡Pues nos
podemos preparar!
Nos despedimos de la facultad. Hoy ha sido mi primer día en la
universidad. No sé si todas las universidades serán como esta, pero espero que
no sea así. No sé que voy a ser de mayor, solamente tengo cuatro años y todavía
no he experimentado mucho en la vida como para decidirme. Mis hermanos no
me inspiran, pasan mucho de la universidad. La verdad es que, viendo el
panorama que hay aquí, no me sorprende que no les guste estudiar. ¿Cómo será
la escuela a medida que vaya avanzando de cursos? ¿Será cada vez más
aburrida? ¿Estará decorada con los intereses que tenga por esas edades? ¿Estará
cercana a mis intereses o simplemente me obligarán a comportarme y a ser lo
que ellos digan? Al menos las otras dos universidades están más
contextualizadas, estando una más cerca del mar y la otra al lado de un edificio
de investigación científica y lleno de aparatos y laboratorios, al menos por lo que
veo cuando me voy dirigiendo al autobús con mi grupo. ¿Volveré algún día a la
universidad? No sé si con el paso del tiempo me acostumbraría e incluso le
cogería cariño. No sé si detrás de estas impresiones que me ha dado la facultad
se oculta algo asombroso. ¿Volveré para experimentar? Tal vez, pero cuando sea
más mayor y sobretodo cuando me haya comprado una armadura para
defenderme.
Relatos y cuentos 2008 Rafael López Azuaga
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Paco o pasión de amor
Rafael López Azuaga
Nota: Este relato fue escrito en agosto de 2006, pero hemos decidido incluirlo aquí.
Aquí estoy yo. Mirando las estrellas tranquilamente sin que nada me moleste.
Una de mis aficiones es hacer dibujos con ellas. Pero no me refiero a dibujar la
osa mayor, el cazador,...Me refiero a hacer mis propios dibujos. ¿No han hecho
ustedes algún librillo de esos de unir los puntos en los que al unirlos siguiendo
los números indicados les sale un dibujito? Pues esto viene a ser lo mismo.
Principalmente dibujo animales, aunque luego voy dibujando objetos, personas,
extraterrestres,...Cuando se está solo y no se tiene nada, uno se busca las
diversiones necesarias.
Perdón, no me he presentado. Me llamo Francisco Jacobo Ramírez, aunque la
gente me conoce como “Paco”. Tengo 22 años y vivo en una chabola. Soy una
persona que vagabundea por las calles en busca de comida, dinero,...lo que sea
para poder mantenerme. Probablemente no dure demasiado tiempo, no tengo
una higiene y una nutrición demasiado adecuada. Actualmente tengo un trabajo
de cocinero en un restaurante de lujo el cual conseguí hace poco ( ya más
adelante les comentaré como lo logré ), pero el dinero voy ahorrándolo para
causas mayores. Detesto el consumismo, prefiero ahorrarlo para casos de
urgencia, lo que debería de hacer la gente. Se preguntaran ustedes que por qué
estoy en esta situación.
Mi familia, aunque ustedes no se lo crean, era más bien rica. Teníamos dos
casas, una de ellas un chalet precioso con piscina y pista de tenis. La otra era un
piso enorme, de los más caros de la ciudad, y aún así nos podíamos permitir
tener una asistenta y monitores personales de deporte: una monitora de aeróbic,
un monitor de tenis y otro de golf,...y aparte teníamos contratado un masajista
espléndido, todavía hecho de menos sus masajes. Te hacían sentir que estabas
en el paraíso. Pero termino de dar detalles porque ustedes están a la espera de
que vaya al grano. Nuestra riqueza procedía de invertir en bolsa. Al
encontrarnos en una ciudad grande, invertimos en una empresa de taxis. La
gente necesitaba los taxis para ir de un lado a otro, puesto que en la ciudad no
había metro y los autobuses iban siempre llenos y tardaban mucho en llegar. La
gente siempre va con prisas a todos lados, no paran. No sé para que tanto
presumir si nunca pueden relajarse y disfrutar de la vida. Se les ve siempre
corriendo, con el móvil en la mano, vestidos de etiqueta aunque sea en verano y
comiendo asquerosa comida congelada. Pues bien, resulta que al cabo de unos
años instalaron una red de metro en la ciudad. Los beneficios eran los
siguientes: seguridad, velocidad, capacidad de llevar gente, coste,...Un ticket de
metro con varias entradas para entrar en la red vale unos seis euros mientras
que un taxi por llevarte a la esquina de donde te encuentras, ya te cobran eso.
Evidentemente, nos arruinamos al caer en picado nuestra inversión. Mi familia
tuvo que prescindir de los monitores, de la asistenta y vender el piso y la casa de
campo. Como no encontrábamos compradores debido al alto precio de las casas,
tuvimos que rebajar de manera escandalosa el precio. Ahora están instalados en
el piso viejo de mi abuela en otra ciudad, llegando escasamente a fin de mes.
Relatos y cuentos 2008 Rafael López Azuaga
Universidad de Cádiz
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Estarán ustedes con una cara bastante rara. Estarán preguntándose que por qué
no me fui con ellos. Resulta que yo y mis padres nos llevamos como el perro y el
gato. Nos peleamos continuamente por todo. Mi padre quiso que estudiara la
carrera de Medicina ( como él ), pero a mí no me gustaba estudiar. No me llegué
a sacar ni el graduado escolar, era demasiado flojo. Me echaron porque no podía
repetir más veces y me puse a ayudar a los cocineros. Resulta que uno de los
cocineros tuvo que darse de baja, así que me ofrecí para ayudarles. Los
resultados eran tan positivos que decidieron no contratar a otro cocinero y
tenerme ahí. Ya que no estudiaba, pues que hiciera algo por lo menos. Tras esas
buenas experiencias, me entró el gusanillo de estudiar algún curso de hostelería
y dedicarme a la cocina. Él decía que el mundo de la hostelería es un trabajo
muy mal pagado y muy duro, y que había hosteleros por todos lados y que iba a
quedarme en el paro. Insistía en que retomara los estudios. Su insistencia era
tan severa que me matriculó en un colegio en donde la edad no importaba. Lo
hizo sin mi opinión. Me negué completamente, estaba muy a gusto trabajando
en la cocina, me iba de maravilla. Estuve dos años allí y fueron los dos mejores
años de mi vida. Mis padres no se molestaron en buscar otro cocinero porque
decidieron usar dicho dinero para los caprichos de mis hermanos. Ellos se
compraban de todo, así que usó el dinero para darles la paga semanal. Ellos sí
estudiaron, pero eran unos pijos de mierda y creidísimos. Yo me peleaba mucho
con ellos.
Tras la negativa de mi padre, me fui de casa. Cuando me fui, todavía mi familia
era rica, no había pasado lo de la red de metro. Con el dinero de mi cartilla, me
busqué un pisito. Estuve buscando trabajo, pero como no tenía ni el graduado
escolar, me echaban de todos lados. Poco a poco se me iba agotando el dinero y
me negaba a volver con mis padres. Lo siento, tengo mi orgullo.
Al poco tiempo, el casero me echó por falta de pago. Y ya ven, por eso estoy en
esta situación. Hace ya dos meses de eso. Ahora vivo aquí, en esta pequeña
chabola que me he montado. Tengo muebles, ropa y hasta una televisión. Es
pequeña, pero suficiente para mí. Se preguntarán ustedes: Pero si se quedó sin
dinero, ¿cómo ha conseguido usted todas esas cosas? ¿robando? No señor, yo no
soy ningún ladrón. Yo tengo mi dignidad y mi orgullo, ya lo he comentado antes.
Lo he conseguido de forma honrada y sin trabajar.
La gente no sabe apreciar el valor de las cosas que tienen. Enseguida se ponen a
tirar cuando compran algo nuevo o porque se desgasta un poco. La gente saca
los muebles que no quieren y los dejan al lado de los contenedores de basura
para que los recojan y los tiren. Yo siempre todas las noches, antes de que venga
el camión de los basureros, miro lo que hay y lo cojo. Tengo tres sillas, un
mueble con cajones para guardar cosas, un zapatero, una mesa de playa medio
coja pero que lo he solucionado con un ladrillo, un colchón para dormir, dos
mantas viejas, una televisión que el único problema que tenía era que la antena
estaba rota pero que conseguí una que habían tirado por ahí y vino de perlas. El
mundo está corrompido por el consumismo. La gente no para de comprar por
comprar, no ahorran el dinero y lo que hacen con él es gastarlo todo sin parar.
Yo por ejemplo tengo solo un par de pantalones y tres o cuatro camisetas, las
que me llevé cuando me fui de casa. No necesito más, cuando se ensucian las
lavo en la fuente y listo. Entiendo que la gente puede entrar a robarme, pero
estoy en una zona privada escondido. El dueño está en el extranjero de viaje de
Relatos y cuentos 2008 Rafael López Azuaga
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negocios y viene solo una vez al año. Aquí llevo solamente dos meses, que fue
cuando se fue. Todavía me queda tiempo hasta entonces. Ese tipo no tiene
familia, así que nadie vendrá aquí.
Para alimentarme, tengo mis truquitos. Aquí hay manzanos, con lo que con ellas
tengo mis vitaminas. Luego me paso disimuladamente por la plaza. No saben
ustedes lo que desperdician los dependientes. Tiran bolsas con lo que les ha
sobrado, que luego no solamente son huesos, hay hasta trozos enormes de
carne. Disimuladamente las cojo, ya que las dejan para que luego las tiren a la
basura. No solo de carne, también de verduras o cosas caducadas como cajas de
galletas, envases de leches y zumos, conservas,...Para el agua, me basto con la
fuente del parque ( allí hay naranjos, con lo que de vez en cuando cojo algunas ).
Todos los días hago en el parque algo de footing y gimnasia, para mantenerme
en forma. Paso de volverme obeso, hay que cuidarse.
Pero eso sí, no se puede estar toda la vida así. Hay que trabajar para ganarse
algún piquillo. Un día hice el siguiente truco para conseguir que me admitieran
en un restaurante como cocinero ( ya les dije antes que les contaría como lo
conseguí ). Uno de los restaurantes más conocidos es “Rojo y Amarillo” ( de los
colores de la bandera de España, el fundador era algo facha y amaba mucho su
país como lo amaban en su día todos los franquistas ). Pedían experiencia en el
currículum y yo ni siquiera tenía hecho el currículum y no tenía ni el graduado
escolar. Por ello, lo más probable es que me echaran en cuanto entrara. Tenía
que demostrar mis cualidades como cocinero para que ellos las vieran y así
vieran lo bueno que soy. Tuve que idear una táctica para convencerles. Entré (
eso sí, con mi mejor ropa y recién lavado ) y pedí de lo mejor de la casa ( es
decir, lo más caro ). Hacía tiempo que no comía tan bien: Una ensalada mixta
gigantesca, pato a la naranja con patatas y pimientos fritos, dos vasos de fanta
de limón ( no bebo bebidas alcohólicas ni fumo, ya les he dicho que me cuido ) y
tarta helada, de la más cara que había. Tras darme el festín, le dije al camarero
que no poseía el suficiente dinero pero que si me dejaba trabajar hasta cumplir
con el dinero ( vi que necesitaban ayudantes ), que ningún problema. Resulta
que un camarero estaba de baja por enfermedad, así que con ello evitaban
buscar un suplente para ese día ( era sábado por la noche, que es cuando más se
llena ). Estuve al principio lavando los platos pero necesitaban ayuda en la
cocina. Me colé e hice el plato que habían pedido, un empresario riquísimo:
pavo relleno adornado con caviar y especias, versión 2006. Me dispuse a
hacerlo. Ya les dije que me encantaba la cocina y que pensaba dedicarme a la
hostelería, así que me dispuse a cocinarlo y añadirle ingredientes secretos. El
camarero que me “contrató” vio como terminaba de hacerlo, así que se llevó
algo confuso la bandeja. Cuando el empresario probó el plato, se quedó
entusiasmado con el sabor. Decía que anteriormente no había probado un pavo
trufado igual ni cuando otras veces había comido en el mismo restaurante.
Orgulloso, decidió que se enteraría todo el mundo de esta mejora en la cocina
del restaurante. El camarero se dio cuenta de que yo lo hice, así que se dispuso a
llamar al dueño ( el hijo del que lo fundó ). Le comentó lo ocurrido con el
empresario, así que me contrataron como cocinero.
Sigo trabajando allí, cobrando un suelto decente. Ahora ustedes se preguntarán
que por qué sigo viviendo en esta chabola. Paso de gastarlo directamente, ya les
he dicho que detesto el mundo del consumismo. Lo guardo en mi cartilla, que
Relatos y cuentos 2008 Rafael López Azuaga
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aún la conservo. A veces como allí de lo que sobra. La gente desperdicia la
comida. Piden platos enormes y luego se dejan la mitad. Disimuladamente, en
vez de tirar todo eso a la basura, lo guardo en una fiambrera de la empresa y me
lo llevo para comérmelo. Con eso y con lo que comenté, estoy por ahora bien
cuidado.
No tengo amigos. Perdí los que tenía cuando vivía con mis padres. Recuerdo que
los sábados por la noche salíamos de marcha y nos íbamos a las discotecas a
ligar y menear el esqueleto. Reconozco que hecho de menos el sexo. Por las
noches, a escondidas, solía masturbarme. Ya no lo hago, pero reconozco que
hecho de menos los placeres eróticos. El otro día, cuando salía de trabajar, me
crucé con una chica que me atrajo. No era muy guapa, tenía el pelo raro, gafas y
totalmente plana ( nada de senos ni glúteos prácticamente ). Pero vi algo en ella
que me llamó la atención. El caso es que mi corazón latía sin parar y tenía la
sangre helada. Apenas podía moverme. Comencé a seguirla disimuladamente.
La chica parecía distraída pensando en sus cosas, así que no notó que la seguía.
Averigüé la casa en donde vivía, pero si quería algo con ella, tenía que
informarme. Así que ideé lo siguiente: subí al piso en donde vivía ella, llamé a la
puerta haciéndome pasar por un misionero que quería ofrecerle cosas sobre
Dios. Afortunadamente un tipo me dio cosas de estas sobre sectas, la palabra de
Dios, Jesucristo,...Me soltó un rollo que de repetírmelo tantas veces me lo
aprendí de memoria. No soy creyente, pero esta vez puede serme útil hacerme
pasar por uno. La chica me hizo pasar al salón y mientras se dirigía a por un
vaso de agua, me puse a ver la casa. Solamente había fotos de viejos, ninguna de
un joven. Con ello pude deducir que la chica no tenía novio. Le pregunté si podía
ir al servicio. Era una excusa para colarme más adentro en la casa sin que
sospechara. El cuarto de baño estaba al lado de su habitación y pude ver un libro
que ponía “diario”. Lo cogí y me lo escondí. Tras darle el discurso sobre la
religión ( idéntico al que me dieron a mí en su día ), me fui y le di en vez del
teléfono que allí venía, mi correo electrónico. El correo electrónico me lo saqué
en su día cuando aún mi familia era millonaria. Este es: gust@hotmail.com. De
chico me interesaron los tornados, y “gust” es tornado en inglés.
De momento todo estaba saliendo a pedir de boca. En el trabajo me iba bien y
además aprendía cada vez más sobre cocina y cada vez me salían mejores los
platos. Siguen tirando cosas en los contenedores, las cuales yo cojo, limpio y las
uso. El otro día tiraron un teléfono móvil que llevé a una tienda para que me lo
arreglaran y perfecto. Así para cualquier urgencia lo tengo, y ya lo puedo usar
cuando me llame mi chica. He estado leyendo su diario. Se llama Blanca Morillo
Fernández, tiene 21 años y trabaja en una tienda de ropa. Su vida es muy
monótona: solo trabaja, nada más. No sale apenas, no tiene vida social porque
de pequeña siempre la discriminaron. En su diario se lamenta por todo eso y
espera algún día encontrar el amor verdadero. Se me ocurrió visitarla en la
tienda en donde trabajaba. Me disfracé para que no me reconociera. Me afeité,
me corté el pelo y me puse un bigote postizo. Además, me encontré unas gafas
de sol, con lo que con ellas disimulé bastante. Entré, pregunté por un traje para
una boda y me los enseñó. Comencé a hablar con ella, sacando los temas que a
ella le gustaban. Uno de sus hobbies eran los gatos. Le encantan los gatos. Así
que solté que mi gato se había meado en mis zapatos. Mientras me enseñaba
zapatos, le hablaba. Disimuladamente me fui hacia la biblioteca municipal.
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Entré en el correo y vi un e-mail de ella. Me decía que aceptaba la oferta, pero
que podía interesarle a una prima suya que es forofa de esas cosas. Así que me
dijo que un día quedáramos. Le respondí al e-mail diciéndole que fuera por la
noche a cenar al restaurante en donde trabajo en mi día libre. Me puse mis
mejores ropas y me dirigí allí. Allí la vi y la saludé desde lejos.
Al sentarse, me comentó lo de su prima y me dio sus datos. Al pedir la comida,
los camareros me reconocieron y me saludaron. Le rebelé a la chica que yo
trabajaba allí. Tras comentar lo de su prima, comenzamos a charlar. Empecé a
sacar otros temas que a ella le gustaban. Para empezar, le encanta el cine. Todos
los sábados por la tarde ella asiste al cine. Le encantan las películas de amor.
Una de las últimas que vio fue “El tigre y la nieve”, del actor y director Roberto
Begnini ( algo así era su apellido ). La chica estaba encantada conmigo, parecía
que hacía tiempo que no mantenía una conversación así con nadie. Tanto que
me atreví quedar para ir los dos al cine el próximo sábado por la noche. Aceptó
encantada ( siempre iba sola, ir por una vez acompañada para luego comentar
con alguien la película, era algo que no hacía desde hace mucho tiempo ). Parece
que todo va viento en popa, pero me equivoqué. Pasó lo peor que podía haber
pasado. Blanca llamó a la empresa de religión y al decir mi nombre, nadie lo
reconoció. Blanca se quedó asustada, no sabía que pensar. Se pensaría que era
alguien que quería timarla o algo por el estilo ( bueno, en este caso sería timar a
su prima, no a ella ).
Al día siguiente, durante el descanso por la comida, Blanca fue al restaurante
donde trabajo. Preguntó por mí. Cuando salí, me dio una bofetada. Me dijo que
era un timador, un farsante, que había hecho todo esto para timarla, que se
aprovechaba de la gente inocente como ella,...Me echó un broncazo tremendo.
Me desanimó bastante y hasta cometí algunos fallos en la cocina ( me pasé con
la sal en uno de los platos, se me cayeron unos platos, resbalé con un poco de
agua que cayó al suelo,... ). Cuando acabó mi turno, me fui corriendo a mi casa.
Me puse a mirar las estrellas, como ya saben ustedes que me gusta. En todos los
dibujos que hacía, me salía el rostro de Blanca. No paraba de pensar en Blanca.
Me he enamorado completamente de ella. Pensé en la forma en como
perdonarle lo que he hecho y aclarárselo todo, que yo no quería timarla. Así que
me dirigí a las dos de la madrugada a su casa. Subí hasta la planta en donde
estaba su piso. Pegué la oreja a la puerta y escuché un silencio absoluto. Quería
pensar algo para conquistarla. Necesitaba una idea para que se despertara de
forma agradable y no enfadada. Ella debía de seguir enfadada conmigo por el
tema de hoy. Seguidamente me acordé de un cantautor que le gustaba: Luis
Eduardo Aute. Recordé que una de sus canciones preferidas era “Al Alba”. Fui
enseguida a buscar la letra en Internet. A esas horas estaba un salón recreativo
abierto. Me conecté enseguida, me conecté en el Google y copié en una hoja de
un anuncio que arranqué de las paredes. Luego, con ayuda de los coches que se
encontraban debajo del edificio y de una escalera que encontré un día por ahí
tirada, me subí a un balcón del segundo piso. Ella vivía en el quinto, así que
cuidadosamente comencé a escalar. Reconozco que tenía un poco de miedo,
porque si me caía, podría fallecer. Tenía que haberme traído el colchón para
amortiguar la caída. Pero en el amor no existen baches. Cuando hay que
recuperar o salvar una relación ( bueno, en este caso, una posible relación ), no
existen obstáculos. Por suerte no había nadie alrededor. A esas horas por esas
Relatos y cuentos 2008 Rafael López Azuaga
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calles no había ni Dios. Reconozco que temía encontrarme con un policía y que
pensara que era un ladrón.
Logré escalar hasta su ventana. Como truco me imaginaba que ella estaba
esperándome en la ventana para rescatarla, como si fuese la princesa Fiona o
aquella de las trenzas larguísimas. La tenía un poco abierta porque hace calor.
Tuve que echar para arriba despacito la persiana, con cuidado de no caerme. De
repente resbalé y me agarré a la cornisa. Estaba a punto de caerme. Estaba
colgado y no había nadie para ayudarme. Maldecí el momento en el que olvidé
coger el colchón. No me quedaba más remedio: cantar la canción. Era la única
forma de llamarle la atención a Blanca. Me puse a cantarla.
Blanca se despertó y reconoció la canción. La escuchó con alegría, aunque con
algo de desprecio puesto que no se me da bien cantar. De repente, pensó y
reconoció mi voz. Abrió la ventana y al verme agarrado a la cornisa, gritó. Le
pedí que me agarrara, que en ningún momento quise timarla para llevarme el
dinero, que lo hice todo para poder llamarle la atención, que robé su diario ( ella
estaba confusa porque pensó que lo había perdido ) para conocerla mejor y así
saber como conquistarla, que me colé haciéndome pasar por el de la secta
religiosa para tener una excusa para colarme,...y por último, la frase mágica: que
me había enamorado de ella, que no paraba de pensar en ella, que yo si la quería
por como era y que les dieran por saco a todos los que la discriminaban porque
para mí era una diosa. De repente empezó a llorar y las lágrimas cayeron en mis
manos. El escalofrío hizo que una de ellas resbalara. Estaba a punto de caerme.
Cuando la otra comenzó a resbalarse, ella me agarró. Los vecinos, por el jaleo
armado, se asomaron por la ventana. Vieron el acontecimiento y estaban
asustados. Algunos pensaban que me quería suicidar, otros que me había
asomado por la ventana y había resbalado,...dudo de que pensaran que había
escalado hasta allí para recuperar el amor. Con la ayuda de Blanca y un poco de
esfuerzo por mi parte, conseguí entrar dentro de la casa. En ese momento
Blanca y yo nos besamos y acabamos enrollándonos. Lo hicimos con una pasión
que jamás ninguno de nosotros dos experimentó. Era pasión de amor.
Bueno, aquí acaba mi historia. Ahora mismo he quedado con ella para tomar
algo. Mientras llegaba la hora, me puse a dibujar en las estrellas y de paso a
contarles mi historia. Estamos pensando en vivir juntos. Para ello, tendría que
deshacerme de todos estos muebles. Puede que les parezca raro que ya tan
pronto vivamos juntos, pero ambos estamos solos y nos necesitamos el uno al
otro. Pienso vender mañana todo esto a un trapero o a algún sitio para que lo
reciclen. Por suerte, con mi trabajo en el restaurante, me han subido el sueldo.
El fallo que tuve con la sal aquel día no se me contó por lo que ocurrió aquel día
en el restaurante. La gente de allí es comprensiva a pesar de todo, entienden lo
que es tener problemas. Actualmente la mayoría de las familias tienen
problemas en sus relaciones, no tienen confianza entre ellos. Y con los amigos
ocurre, es muy difícil evitar los malos rollos. Todos mis compañeros pasan por
eso, así que entendieron mi problema, y más tratándose de que era la persona
de quien estás enamorado. Con mi sueldo, el suyo y los ahorros ya mencionados
más los que ya tenía de que iba ahorrando por mi contrariedad al consumismo
(tal como he ido demostrando a lo largo de esta historia ). Si nos amamos,
puede marchar todo bien. Hace poco envié un correo a mi madre. Le conté como
era mi vida:
Relatos y cuentos 2008 Rafael López Azuaga
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“Vivo con una persona maravillosa de la que estoy locamente enamorados,
ambos tenemos un trabajo fijo con un sueldo decente para mantenernos y no
somos consumistas, con lo que nos va de maravilla. Un día de esto iré a
visitaros. Quiero que olvidemos todas las discusiones y que nos perdonemos.
Siento el haberme escapado, pero lo necesitaba para rehacer mi vida. Con ello,
mirad lo que he conseguido, hago lo que me gusta y tengo a Blanca. Tengo ganas
de que la conozcáis. Un abrazo”.
Bueno, ya me marcho. Espero no haberles aburrido con mi historia. Espero oír
sus historias pronto. Gracias.
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Cuando la familia se separó
Rafael López Azuaga
Somos una familia que siempre estuvo espiritualmente muy unida.
Siempre íbamos juntos a la iglesia, teníamos la misma ideología política, nos
gustaban las mismas cosas y detestábamos las mismas cosas. Siempre hacíamos
todo juntos, pero últimamente, la familia se ha separado bastante. Perdón, no
me he presentado, me llamo Julián, tengo cuarenta y cuatro años y soy
pastelero. Tengo una mujer llamada Juana María, de dos años menos que yo, y
tres hijos: Christian, de dieciocho años; Marta, de quince años y Ernesto, el
pequeño, con solo ocho años. Mi suegro vive con nosotros, se llama Pedro y
tiene setenta y cuatro años. Mi suegra falleció hace cuatro años y mi mujer se
negó a que se quedase sólo, así que se quedó a vivir con nosotros. Todos vivimos
juntos en la ciudad de Cádiz, más conocida como la “tacita de plata”.
Mi familia ya no es lo que era. No sé que ha podido ocurrir, pero con el
tiempo nos hemos distanciado. Ya no vemos juntos la televisión ni salimos
juntos para ir al cine o al teatro. Cuando lo hemos hecho, cada uno ha entrado
en una película diferente. Antes tomábamos la leche juntos con pastelitos que
había hecho en el trabajo, pero siempre cada uno está con sus amigos o de
compras. Mi suegro se pasa el día en la taberna jugando con sus amiguetes a las
cartas y al dominó, aspirando grandes cantidades de tabaco de sus amigos. Mi
mujer se va todas las tardes a un club de escritura y luego se va con sus amigas a
una cafetería a cotillear y a criticar a todo el mundo. En cuanto a mis hijos, el
mayor está todo el día estudiando y cuando no, sale de marcha con sus amigos.
Mi hija se ha echado un novio y está todo el día fuera con él, descuidando los
estudios. El pequeño se encuentra todo el día jugando al fútbol, a la
videoconsola y viendo los dibujos animados. Yo, por mi parte, me quedo en casa
aburrido. Me pongo a leer la prensa, me conecto a Internet un rato, echo la
siesta, veo alguna película en la televisión o simplemente salgo a pasear,
recordando los viejos tiempos.
Parece ser que, con el paso de los años, todas las familias comienzan a
distanciarse. Yo no quiero que me pase eso. Por ello, decidí acudir a un
psicólogo para ver qué podía recetarme.
-Veamos a ver, Don Julián, lo que ocurre es que usted tiene miedo de que,
con el paso de los años, su familia empiece a olvidarse de la microsociedad que
forman ustedes como familia y empiece cada uno a hacer su vida. A veces, pasan
de la familia por temor a que ustedes se metan en su vida y les dejen en mal
lugar ante su nueva microsociedad, en este caso, los amigos, las parejitas, ...Ya
asocian las palabras “ocio” y “diversión” con esas nuevas microsociedades y no
con la familia –le comenta el psicólogo.
-Bueno, eso ya lo sé, pero ¿qué puedo hacer para evitarlo? –pregunta
Julián, muy preocupado.
-El problema es que ya no asimilan lo que les ha aportado el estar siempre
todos juntos. Tienes que intentar que recuerden aquellos momentos que
pasabais juntos, aquellos en donde compartíais todo. Deberíais de visitar a
Relatos y cuentos 2008 Rafael López Azuaga
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antiguos familiares, ver imágenes de familiares que no están, vídeos y
fotografías de cosas que habéis hecho juntos, contar anécdotas, ...Todo eso hará
ver la luz en tu familia e intentar recuperar el tiempo perdido.
Bueno, a partir de entonces, intenté buscar vídeos, fotos, ...de cosas que
habíamos hecho juntos. Un día, mientras esperaba a que llegasen todos, instalé
mi viejo proyector de súper-8 y el proyector de diapositivas e instalé una gran
pantalla. Decidí prepararles una suculenta comida, como sorpresa. Nuestro
plato preferido, aquel que todos teníamos en común, era el “arroz tres delicias”.
Cocí arroz y lo freí mezclando ajos, salchichas, jamón de York y trocitos de
tortilla. Preparé dos salsas diferentes y las puse en un cuenco, para que cada uno
se sirviese a su gusto. Pensé en aquel licor que a todos nos gustaba. Era un licor
que nos preparaba siempre mi suegra, que en paz descanse. Mezclaba zumo de
limón natural, zumo de fresas natural, “seven up” y zumo de albaricoque. Te
dejaba un gusto en la boca que parecía que había una discoteca a rebosar dentro
de ella. Poco a poco fueron llegando todos. Les sorprendió mucho que hubiese
preparado la cena por sorpresa.
Nos sentamos todos y comencé a preguntarles qué tal les había ido el día.
Se quedaron todos en silencio. Así que fui paso por paso. Primero le pregunté a
Christian qué tal le iban los estudios. Me dijo “Bien...”. Él ya nunca comparte
sus notas, solamente cuando tengo que firmarlas. Parece ser que no quiere
ninguna presión sobre mí, ¡ni que yo les presionase, si yo siempre les digo que lo
hagan lo mejor que puedan! A continuación pasé por Ernesto, preguntándole
qué tal el partido. Dijo: “Bien, empatamos”. De repente, otro silencio. No sé
cómo conseguir que me cuenten más detalles. Parece que tengan miedo de cómo
vamos a reaccionar. ¿Qué puedo hacer ahora? Por ello, decidí enseguida poner
en marcha los proyectores. Comenzamos con una película de nuestro viaje a
Barcelona. Aparecíamos todos de jóvenes. Ernesto todavía era un bebé y fueron
también mis padres con nosotros. Mi suegro no fue, se quedó con mi suegra en
su casa. Estuve comentándola.
-¡Dios, ¿os acordáis del Palacio Episcopal? ¡era precioso! Por allí cerca
había personas actuando para que les echáramos dinero. Echo de menos las
pesetas, con esto del euro los precios han subido una barbaridad. Además, eran
más nuestras, no sé. ¿Vosotros qué pensáis?
Cuando me asomé, vi que Marta estaba enviando mensajitos por el móvil,
Ernesto estaba leyendo un tebeo de “Mortadelo y Filemón”, mi mujer se puso a
fregar los platos y mi suegro y Christian se quedaron dormidos. Sentí un gran
vacío en mí. No sabía qué hacer. La conexión entre mi familia había
desaparecido. Durante la cena, el único que hablaba era yo. Me ponía a contar
los pasteles que vendí, lo que me comentaban las vecinas que venían a comprar
pan, el pedo que se tiró mi compañero de trabajo Basilio cuando se agachó a
atarse el zapato, ...pero no me respondían apenas, solamente Marta me
respondió diciéndome que había perdido el apetito cuando conté lo del pedo de
Basilio. Me siento completamente chafado, como si yo fuese un bollito relleno
de crema y me hubiesen aplastado con la palma de la mano contra la mesa. La
crema es mi sangre, mi esperanza por conseguir la unidad de mi familia, y se va
esparciendo por la mesa, perdiéndola para siempre, puesto que cuando la
recojan la van a tirar a la basura, y desaparecer para siempre toda mi esperanza.
Relatos y cuentos 2008 Rafael López Azuaga
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Recogí todo y les dije que me iba a acostar ya, que entre el trabajo y la cena,
estaba agotado. Me pasé toda la noche dando vueltas en la cama, preocupado.
¿Había perdido para siempre a mi familia? ¿Qué podría hacer para recuperarla?
¿Cómo podría lograr que mi familia se diese cuenta de mi preocupación y de
nuestro problema? ¿Debería llamar a mi psicólogo para que venga a mi casa a
darles una charla? ¿Y si eso resulta demasiado violento para ellos, como forzado
a querernos? No sé qué hacer, estoy desesperado, más que el coyote intentando
cazar al correcaminos, que el equipo de mi ciudad por lograr el ansiado ascenso
a primera división, ...¡Señor, dame fuerzas, por favor!
Al día siguiente, tras salir del trabajo, fui a ver a mi psicólogo. En lugar de
coger el autobús, me fui andando. Cogí por el paseo marítimo para relajarme un
rato. Ya hace calor, así que viene gente a disfrutar de la playa. Todavía hay pocas
sombrillas, pero ya dentro de nada comenzará la temporada de playa y esto se
llenará. Esto me recuerda a cuando íbamos todos juntos a la playa. Nos
poníamos en el lado en donde se encontraba la heladería “Alicante”, solo que
acercándonos más a donde se encontraba el agua. Nos tumbábamos boca arriba
y charlábamos de nuestras cosas. El estar todos juntos ahí tumbados y hablando
era un gran momento de placer, parecía que nos encontrásemos durmiendo en
un balneario, sin presiones, como si ya estuviésemos jubilados y mientras tanto
el Sol se encargaba de darnos un masaje con sus manos con forma de rayos. A la
hora de bañarnos, nos turnábamos por miedo a que nos robasen, pero cuando
jugábamos en la arena, siempre estábamos todos juntos. Construíamos castillos,
dibujábamos en la arena mojada, jugábamos a las palas, al fútbol, a enterrarme,
...Eso sí, como estoy gordito, les costaba hacerlo y nos podíamos llevar toda la
tarde.
Llegué a la consulta, cerca de las puertas de tierra. Le comenté todo lo que
ocurrió anoche a mi psicólogo.
-Bueno, parece ser que los recuerdos del pasado no han funcionado
correctamente. Pero si te fijas, solamente has usado aquellos que funcionaron
correctamente. Nos queda otro tipo de recuerdos que puede hacerles ver la luz y
recuperar la confianza en ti y entre todos –comenta el psicólogo.
-¿Cuál es? ¡Por favor, estoy desesperado!
-Pues se trata de intentar recordar algo que en su día intentasteis hacer
pero que, entre una cosa y otra, pues no lograsteis hacer. Vamos a ver, ¿hubo
algún viaje que intentasteis hacer, que todos deseaban con fuerzas pero que
luego no pudisteis hacer? –pregunta el psicólogo.
-Bueno, quisimos ir a Disneylandía, pero costaba carísimo y coincidió
además con el fallecimiento de mi madre. Estábamos muy dolidos y mi padre se
encontraba con la moral por los suelos y comenzó a enfermar. No podíamos
irnos de allí y dejarle solo en el estado en el que se encontraban.
-¡Pues ya está! Reintenta de nuevo hacer ese viaje. En aquellos tiempos, no
estabais en condiciones de viajar. Pero tus padres ya fallecieron, que en paz
Relatos y cuentos 2008 Rafael López Azuaga
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descansen, y ya no tenéis por qué preocuparos. Tu suegro, afortunadamente,
todavía se encuentran bien y podéis llevároslo de viaje.
La idea no me pareció mala, así que decidí probar. Para que todo fuese más
emotivo, preferí darles una sorpresa a mi familia. Fui a la agencia de viajes del
Corte Inglés y reservé un viaje a Disneylandia para seis personas. Toda la
familia junta allí de viaje en este fin de semana. Había salido algo caro, pero
todo sacrificio valía la pena para poder recuperar a mi familia. Llegué a casa y
me puse a preparar el paquete con los pasajes, envuelto en papel celofan para
que fuese más emocionante, como cuando nosotros éramos pequeños y veíamos
con ilusión los regalos de los Reyes Magos envueltos. Tras cenar nuestra tortilla
de patatas de todos los jueves, les puse en medio de la mesa el paquete. Les dije
“adivinad lo que es”. Mi familia me miró con cara rara. Comenzaron a decir
cosas absurdas: “pastelitos para el postre”, “una foto”, “un paquete envuelto en
papel celofan”, “dinero”, “un perfume”, “puros”, ...Nadie acertó, así que le di el
paquete a Ernesto para que lo abriera.
-Parecen unos billetes de avión, papá –comentó Ernesto.
-Exacto. Son unos billetes de avión. Me acordé de que, hace algunos años,
quisimos ir todos a Disneylandia, pero por las circunstancias que ocurrieron por
aquellos tiempos, no pudimos hacerlo. Pues bien, para este fin de semana, he
pensado que podríamos recuperar aquel sueño que tuvimos y pasárnoslo en
grande, todos juntos, en familia.
-Pero papá, ¿estás loco? Este fin de semana tengo yo el partido contra el
colegio “Rebaño de María”. ¡Soy el pichichi del equipo, me necesitan! –comenta
Ernesto, muy enfurecido.
-¡Y yo tengo el lunes un examen de Matemáticas, con Don Gerardo, y
aprobar un examen de los suyos es más difícil que lograr que Cádiz y Jerez sean
hermanos! –comenta a continuación Christian, muy nervioso.
-¡Y yo he quedado con mi novio para ir al concierto de Roberto
Chikilicuatre, en Chiclana! ¡Tenemos las entradas desde hace un mes! –comenta
Marta, muy histérica.
En ese momento, me vine abajo. Recogí los pasajes y me fui a dar una
vuelta. Esperaba que mi familia saliese detrás mía, pero no. No sé si es que no se
han dado cuenta de que he salido, o si se piensan que he ido a sacar la basura o
si he ido a mirar el correo o a sacar dinero, ...No lo sé, pero es una muestra más
de que mi familia ya no es lo que era. Me fui a dar un paseo, esta vez por dentro
de la ciudad, ya que hacía mucho frío por el paseo marítimo. Fui andando por la
avenida Juan Carlos I, viendo las luces y los coches circulando por allí, con un
tono amarillo como el de un caramelo de limón. Estaba destrozado por dentro.
Me sentía como si corazón fuese un jarrón que un loco, totalmente enfurecido,
ha arrojado al suelo con todas sus fuerzas para desahogarse. Estaba totalmente
destrozado, en cachitos, y los llevaba arrastrando y hacía que mi andar fuese
incómodo. No pude más y me senté en uno de los bancos que hay en la acera
que se encuentra enfrente del bar “Stop”.
Relatos y cuentos 2008 Rafael López Azuaga
Universidad de Cádiz
34
Me puse a pensar: ¿qué podría hacer ahora? He perdido una buena
cantidad de dinero inútilmente. Puedo devolverlo, pero no me devuelven todo el
dinero. ¿Devuelvo cinco y me voy sólo este fin de semana a pensar? ¿Los vendo
y con el dinero que gane me hago un viaje para mí solo a Estados Unidos? ¿Pido
el divorcio? Necesito cambiar de vida. Me siento como un niño perdido en un
laberinto con muchas caminos pero que solamente uno da lugar a la salida.
Volví a las tres de la madrugada a casa. Mi familia estaba acostada. Nadie me
esperó para saber a dónde había ido. Esto ya era el colmo. Jamás me había
sentido tan mal. Decidí acostarme en el sofá, no tenía ganas de estar al lado de
mi mujer. Me puse a pensar en una solución, pero ya empezaba a quedarme
dormido.
Al día siguiente, siendo viernes, una vez que salí de trabajar, volví a visitar
a mi psicólogo. Le conté todo lo ocurrido. Esta vez me dijo que hablase esta
noche con la familia para explicarles por qué salí de casa sólo, sin avisar a dónde
iba. Esta vez la herramienta tenía que ser el diálogo. Si quería reforzar el diálogo
y que mi familia fuese sincera conmigo, tenía yo que romper el hielo. Ya tenía un
suceso interesante a contar que, en teoría, tenía que interesar a toda la familia:
mi salida de anoche. Esta noche decidí en la cena comentarlo todo. La volví a
preparar yo, esta vez cociné unos filetes de pescado con habichuelas salteadas
con jamón de York y cebolla y una ensalada. Durante la cena, nadie se inmutó.
Parecía que no se acordaban de lo que pasó anoche. Por ello, decidí empezar yo.
Les conté el por qué anoche salí y la actitud que he tenido durante estos días con
los recuerdos y luego con el viaje a Disneylandia. Mi familia comenzó a
reflexionar, no se habían dado cuenta de mis intenciones durante estos días.
Me comentaron que reconocían que habían desatendido demasiado a la
familia. Estaban tan concentrados en sus intereses, sean los exámenes, los
amigos, el novio, los partidos de futbito, los juegos de la consola, el club de
escritura, el trabajo, ...que ya parecíamos que éramos un grupo de vecinos que
compartían mesa y que luego cada uno se iba a por su lado. La rutina había
hecho despistarnos. En el fondo, reconocieron que echaban de menos los viajes
que hacíamos hace años, que iban a conocer sitios y a mucha gente. También se
acuerdan de que íbamos siempre juntos a todos los sitios, y ahora cada uno se va
con sus amigos. En su momento les pareció una novedad el irse con otras
personas y por eso acabaron rechazando a la familia. Lo mismo ocurre con las
cartas frente a los e-mails, las cámaras digitales frente a las de súper-8, los
carritos frente a los coches, los barcos de vela frente a los aviones, ...Todo
aquello que siempre estuvo con nosotros y que nos trae bellos recuerdos, lo
hemos sustituido por las novedades de una manera desagradecida.
Está decidido. Vamos a intentar recuperarnos. Por ello, tras cenar,
decidimos reunirnos todos juntos y nos comentamos nuestras intimidades.
Christian nos contó que últimamente no estaba contento con las notas, ya que se
esforzaba y le ponían siempre menos de la que se merecía; Marta comentó que
su novio tenía miedo de ir a casa y que por eso nunca lo trajo para
presentárnoslo, pero que era un buen chico, muy atento a ella y que quería
estudiar periodismo; Ernesto comentó que le gustaba una chica llamada Susana,
prima de su amigo David Jesús, y que intentaba siempre lucirse en los partidos
de futbito para impresionarla, y que además jugando al último juego de
Pokémon ha conseguido seis medallas en dos días y cuarenta nuevos Pokémon
Relatos y cuentos 2008 Rafael López Azuaga
Universidad de Cádiz
35
capturados. Mi mujer, comentó que estaba pensando en publicar un libro con
los relatos que había escrito estos días en su club de escritura y le pedimos que
nos leyese algunos de ellos. Nos comentó que le daba vergüenza contárnoslo
debido a la rutina que últimamente se había formado en nuestra casa. En cuanto
a mi suegro, comentó que un amigo hizo trampas jugando al póker y que se
pelearon, aunque luego se pidieron disculpas y se tomaron unos tintos.
Al final, todo salió bien. Le compré un ramo de flores a mi psicólogo como
agradecimiento por toda su ayuda, ya que si no hubiera seguido todo lo que me
decía día tras día, jamás hubiera llegado hasta este nivel. En vista de que mi
familia y yo teníamos una agenda apretada, nos prometimos contarnos todos los
días los detalles más relevantes de nuestro día y los domingos ir todos juntos a
la iglesia, comer y luego ir al cine, cada día tocándole a uno de nosotros elegir
restaurante y película. Tenemos pensado este verano ir todos juntos a
Disneylandia, ahora en serio. Mi suegro últimamente está más feliz, más atento
con todos nosotros. Parece ser que el clima que se ha formado en casa le ha
agradado y últimamente no va demasiado a jugar con sus amigos, sino que va a
ver a Ernesto a jugar al fútbol, me visita en el trabajo, va al club de escritura a
escuchar los relatos, nos hace algunas veces la cena, ...Estoy feliz.
Somos una familia que estuvo espiritualmente muy unida. Tuvimos un
bache, y ahora volvemos a estar unida, puede que no tan espiritualmente, pero
sí unida. Y esto lo digo porque Christian se ha hecho fan de Mariano Rajoy
cuando nosotros siempre hemos sido del partido socialista. Pero bueno, hay que
saber respetar las creencias, y estar unidos sin que éstas nos dañen.
Relatos y Cuentos. Textos elaborados para el taller de creación de cuentos 2008.
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Relatos y Cuentos. Textos elaborados para el taller de creación de cuentos 2008.

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  • 2. Relatos y cuentos 2008 Rafael López Azuaga Universidad de Cádiz 2 Primera edición: diciembre 2014 Relatos y Cuentos. Textos elaborados para el taller de creación de cuentos 2008. Universidad de Cádiz. (c) Rafael López Azuaga. Creative Commons. Librear. Escritura de los textos: 2006-2008. Publicación del libro: 2014. Relatos y Cuentos by Rafael López Azuaga is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-CompartirIgual 4.0 Internacional License.
  • 3. Relatos y cuentos 2008 Rafael López Azuaga Universidad de Cádiz 3 ÍNDICE DE RELATOS Paquillo “El Marinerillo” y la Comunicación No Verbal 4 Juan, la mujer y el sobre especial 5 La esperanza es lo último que se pierde 9 Las llamas me cubren 17 Mi primer día en la Universidad 19 Paco o pasión de amor 23 Cuando la familia se separó 30 Titirítirí 36 45 minutos en el Parque Genovés 37 Del cielo al infierno 38 El mundo de Georgie 51 ¿Capítulo X? 53
  • 4. Relatos y cuentos 2008 Rafael López Azuaga Universidad de Cádiz 4 Paquillo “El Marinerillo” y la Comunicación No Verbal Rafael López Azuaga Fueron subiendo en cada puerto y hablaban distintos idiomas. Estaba Paquillo “El Marinerillo” muy confuso en esa situación. No entendía nada de lo que hablaban todas esas personas. Escucha diferentes formas de hablar, muchas palabras nuevas, acentos diferentes al suyo, cada uno pareciéndole más raro que el anterior: -Oh, this wine is very good! Spanish’ drinks are the best! -Waku waku, wuach chi nare jar? -Bonjour! Comment s’appelle vous, monsieur? -Achierikina! Su principal temor era cuando tuviese que llamarles para ir a comer. No sabía cómo hacerlo. Él nunca estudió idiomas. Probó a hablar en castellano, pero nadie lo entendía. Se agobió mucho, así que decidió hacer lo siguiente: se acordó de las películas del cine mudo, en donde se expresaban a través de gestos. Por ello, decidió correr y pararse a tocar el hombro a todo el mundo y decirles, mediante gestos, que había que irse a comer a la cocina, y tocándose el reloj que llevaba en la muñeca como indicándoles que ya era la hora de comer. El primer paso estaba ya cumplido, pero ¿cómo iba ahora a saber qué plato querían, si la carta estaba en castellano? Lo que hizo fue cocinar todo y llevarlo en una gran camarera y que ya cada uno escogiese lo que deseaba comer. Se ponía delante de cada plato, y hacía gestos con los brazos, señalando los platos para que la gente le señalase con el dedo cual quería para luego él servírselo sin problemas. Bueno, poco a poco iba saliendo del paso, pero ¿cómo lograr atender sus necesidades a lo largo de la travesía? Para ello, intentó simular que era sordo y que, para comunicarse con él, tenían que usar señas. Para ir al servicio, simulaban que le apretaban la barriga. Para pedir un teléfono, simulaban con los dedos que tenían uno pegado a la oreja. Para pedir una bebida, simulaban con la mano, formando una “c”, que estaban bebiendo, y se la acercaban a la boca para hacerlo más creíble. Son algunos de los ejemplos que transcurrieron en el barco. Al acabar el trayecto, se despidieron con la mano de él. La motivación de Paquillo mejoró. Ha aprendido a comunicarse no verbalmente, y se siente preparado para recibir a cualquier extranjero en su barco, y esto incita a que su barco genere muchos clientes.
  • 5. Relatos y cuentos 2008 Rafael López Azuaga Universidad de Cádiz 5 Juan, la mujer y el sobre especial Rafael López Azuaga Juan salía de la facultad, tenía clase de Fundamentos de la Doctrina Católica y se dirigía a un curso sobre Animación Sociocultural. A Juan le encantaba la enseñanza y sobretodo los niños. Le encantaba hacer cursos, ya que tenía unas ansias por aprender y mejorar su formación para poder satisfacer a sus niños de una manera más satisfactoria. Él tiene veinticinco tacos, es natural de Ubrique y, aunque al principio quiso estudiar Informática, se dio cuenta que el trabajar con los ordenadores y el ocuparse de toda su maquinaria le aburría y que le encantaba ayudar a sus compañeros con las tareas y a enseñarles cosas a sus hermanos y primos más pequeños. Con ello, se dio cuenta que lo suyo era la enseñanza. Este curso es el momento preferido de la semana para Juan. Le cae bien todo el mundo, aparte de que le gustan los perritos calientes que sirven en la cafetería, pero sobretodo le encantaba ir porque se encontraba la chica que le gustaba: Nuria. Desde aquel día en que se sentó a la vuelta en el autobús al lado de ella, se quedó completamente enamorado de ella. Su dulzura, su sonrisa, su pelo y su manera de expresarse y de reflexionar, cautivó a Juan. Además, al igual que Juan, le encantan los niños y el magisterio, así que prácticamente están hechos el uno para el otro. Hoy, tras salir de clase, Juan se atrevió a pedirle si le gustaría ir mañana viernes por la tarde al cine. Nuria aceptó encantada, ya que le caía muy bien Juan y además que estaba cansada de tantos exámenes y le gustaría despejarse. Juan se puso muy contento, casi pegando saltos a medida que iba dirigiéndose a su casa. Cabe destacar que Juan siempre ha sido muy fracaso con las chicas. Para empezar, es algo tímido y cuando ha tenido alguna oportunidad, la ha echado a perder por culpa de una metedura de pata suya: plantón inesperado (una vez se quedó dormido y una chica que le gustaba se enfadó con él), malentendidos (tras una borrachera, acabó echado encima de otra que estaba borracha y la chica con la que estaba saliendo le vio y le dijo que no quería volverle a ver nunca más) y muchas más cosas, pudiendo escribir perfectamente un libro tan gordo como el Quijote. Al día siguiente, Juan se despertó tras pasar una mala noche debido a lo nervioso que estaba por lo que le esperaba hoy. Se pone su mejor ropa, se echa gomina en el pelo, se echa colonia y coge un par de rosas de su maceta para regalárselas a Nuria. Se dirige hacia la parada de autobús más próxima, ya que Nuria vive un poco lejos de donde él vive. Desde allí, percibe que una mujer en la acera ha roto un sobre en mil pedazos. Le pareció una actitud bastante extraña, aparte de que se dijo a sí mismo: “qué mujer más marrana, ya podía haberlo tirado a la basura en lugar de poner perdida la calle”. Cerca hay un chico con un sobre en el bolsillo y, al ver que ella lo rompe ( esto antes de que Juan se percatase de esta situación ), se detiene. Es un chico con dos pendientes y un “piercing” en la ceja, pelo rizado y con unos pantalones de rapero de manera que se le asomaban los gayumbos. Juan, que es muy cotilla, se acerca a preguntarle qué ha ocurrido. El chico le dice a Juan:
  • 6. Relatos y cuentos 2008 Rafael López Azuaga Universidad de Cádiz 6 -¿Sabes qué ha hecho esta mujer? ¡Ha roto el sobre en donde venía la formulación para la creación de un antídoto contra el cáncer! ¡Es una locura! -¿Contra el cáncer? ¿Y por qué ha podido hacer una cosa así? -¿Qué por qué? ¡Te lo diré! Su suegra padece cáncer de hígado y quiere que se muera ya para heredar toda su fortuna. Si ella entrega el sobre con la fórmula esa, sus sueños se echarían a perder. -¡Eso es muy cruel! Además, se va a morir igualmente, ¿qué más le da esperar? -Es que resulta que su relación con su marido está bastante regular, y si heredan ahora y se divorcian, perfectamente ella puede apoderarse como penalización de toda su fortuna. -¡Dios, qué mujer más cruel! Oye, ¿y tú cómo sabes todo eso? -Soy su vecino, y muchas veces le he escuchado quejarse de su suegra y de que iba a destruir esa fórmula, la cual ha costado mucho lograr, imagínate, ¡más de cincuenta años! Juan no se podía creer lo que escuchaba. ¿Cómo podía existir una mujer tan egoísta que no solamente por sus caprichos iba a fallecer un familiar, sino que además millones de personas que padecen de cáncer van a tener menos posibilidades de curarse por su culpa? Es por ello que decidió recoger los papeles e intentar reconstruir la fórmula, pero antes que nada, necesitaba la ayuda de esa mujer para hacerlo. Por ello, decidió perseguirla. Se pone a buscarla, pero no la ve por ningún lado. Juan empieza a agobiarse, ya que la ha perdido de vista y olvidó pedirle los datos a aquel chico. Cuando pensó en retirarse, la vio de lejos. Juan se esconde detrás de un árbol y la divisa. Dicha mujer está esperando el autobús para irse a Madrid, para huir mientras se olvidan de ella por todo este jaleo del sobre. Se pone de mientras a leer la prensa y de repente saca el móvil y habla con alguien. Aprovechando este descuido, Juan decide comportarse como un héroe y decide cogerla de un brazo y llevársela a la Comisaría. -¿Pero qué haces, niño? –dice la mujer. -La voy a llevar a Comisaría, lo sé todo –Le comenta Juan. -¿Qué dices qué sabes? ¿Estás drogado o qué? ¡Suéltame! – Comienza a forzar para largarse de allí. -¡Y un carajo la voy a soltar, asesina! Las personas como usted solamente merecen estar en la cárcel. -¿Yo en la cárcel? ¡Válgame Dios, lo que hay que oír! ¡Suéltame, cretino! Juan y la mujer comienzan a pelearse hasta que de repente aparece la policía y decide entrometerse en la pelea. Los esposa y los mete dentro de su coche y se los lleva a la Comisaría. Allí, Juan y la mujer están con las esposas puestas y vigilados por otros policías para evitar que se escapen. Están sentados enfrente del Comisario, el cual pide explicaciones de lo ocurrido en la calle. -¡Este niñato debe de haberse escapado del manicomio! Estaba yo tan tranquila sentada en mi parada esperando el autobús para irme a Madrid a ver a mi hermana y de repente aparece este y dice que me va a meter en la cárcel – comenta la mujer. -¡Del manicomio ha salido usted, so loca! ¿Cómo se ha atrevido a hacer lo que ha hecho? ¡Señor, la vi rompiendo un sobre en cuyo interior se encontraba el antídoto para el cáncer! ¿Y saben por qué lo ha hecho? ¡Porque desea que su suegra, la cual padece de cáncer, fallezca para así heredar toda su fortuna!
  • 7. Relatos y cuentos 2008 Rafael López Azuaga Universidad de Cádiz 7 -¿Pero qué dices? ¿Yo romper el sobre del antídoto del cáncer? ¡Dios me libre! Además, ¡mi suegra falleció hace dos años y que en paz descanse! -Sí, y yo voy y me lo creo, aquí tengo la prueba. Recogí los pedazos del sobre que rompió usted en la calle. Ahora mismo los juntaremos y obtendremos la fórmula de dicho antídoto. Los policías comienzan a montar el sobre y se dan cuenta que lo que hay es un mensaje escrito, pero no aparecen fórmulas químicas ni nada por estilo, ni siquiera nombres de elementos químicos. Juan no entiende qué está pasando. Cuando se disponen a leer, ven que se trata de un mensaje publicitario de “El Corte Inglés”, el cual le decían que había ganado un pelapatatas. -¡Pero si esto es sobre un premio para un pelapatatas! No entiendo nada. -Sí, es que ya tengo cuatro pelapatatas en mi casa y ninguna de mis amigas los quieren, ya que siempre me regalan pelapatatas. ¡Estoy harta de comer patatas todos los días! -Pero entonces, ¿por qué su vecino me contó que usted llevaba el antídoto y que quería que su suegra muriese? -¿Te refieres al yonkie ese? ¡Ese se mete de pastillas y de marihuana como si fuese agua! A lo que te refieres de la suegra y el cáncer, eso es la novela que escucho todas las tardes por la radio. Se llama “Problemas de Matrimonio”, en donde se cuentan las desventuras y odios de unos matrimonios que se llevan muy mal y que solamente desean la desgracia para el otro. Es bastante original y me tiene enganchada. Lo que pasa es que ese tarado es aficionado a cotillear a los vecinos. Imagínate que escuchó que mi vecina Doña Úrsula había cortado la cabeza a Teodoro, y se pensó que era un tío y se puso a difundirlo por el barrio, y luego resulta que Teodoro era un lechón que le habían traído del pueblo y que le cortó la cabeza para asarlo y comérselo con sus hijos y nietos. ¡Manda huevos! Juan se llevó un chasco enorme y todos los policías se echaron a reír. Juan estaba avergonzando de todo lo ocurrido. De repente, se acordó de la cita que tenía con Nuria. Fue corriendo a su casa pero ya no estaba allí. Han pasado seis horas desde la hora en que quedó con ella. Intenta llamarla al móvil, pero no lo coge. Juan se vuelve a su casa. Otra vez ha vuelto a meter la pata. Al llegar a casa, su hermana pequeña, de veintidós años, le preguntó qué tal le había ido la cita y que por qué había tardado tanto en regresar. Juan dice: “ya he vuelto a hacerlo”. Una vez más la ingenuidad de Juan le había causado una mala pasada. Su hermana la estuvo consolando. De nombre Marta, no es tan amante de los estudios como su hermano (no acabó el Bachillerato y se puso a trabajar de dependienta en una tienda de ropa y por las noches en un “pub” de camarera) pero es bastante más espabilada que él (ha salido mucho más, conoce más mundo y ha convivido con un tipo de gente tanto en la tienda como en el “pub”...). Le preparó sus crépes preferidos, aquellos rellenos de chocolate y miel que tanto les gustan. Juan se animó y decidió al día siguiente llamar a Nuria y explicarle lo ocurrido. Pero algo malo ocurrió. Se enteró de que Nuria se puso muy triste con el plantón que le dio Juan y se lo contó a un amigo íntimo que ella tiene. Fueron los dos al cine y luego a cenar. La cita fue tan romántica que acabaron besándose, él se declaró y han acabado juntos. Juan, tras escuchar esto, se deprimió. Se fue a llorar a su cuarto, lamentándose de ser tan inocente y de
  • 8. Relatos y cuentos 2008 Rafael López Azuaga Universidad de Cádiz 8 creerse todo lo que le dicen. A partir de ahora, decide centrarse más en los estudios, ya que su obsesión por tener novia le está bajando las notas ( antes sacaba todo Sobresaliente, y ahora no pasa del Notable alto ) y lo que le hace es amargarse más.
  • 9. Relatos y cuentos 2008 Rafael López Azuaga Universidad de Cádiz 9 La esperanza es lo último que se pierde Este relato está basado en un sueño de un buen amigo mío, poseedor de una gran imaginación que le llevará muy lejos. Le dedico este relato con todo mi cariño. Rafael López Azuaga Fernando se levanta a las siete de la mañana, como suele hacer todos los días para ir al trabajo. Suena su genuino despertador redondo con dos campanas y un pequeño pero valioso martillo se encarga de golpear dichas campanitas para intentar que Fernando no se quede dormido como le ha llegado a pasar algunas veces. La cama de Fernando es algo estrecha, solamente cabe él y pudiendo apenas moverse, con lo que si un día se trae alguna chica a la cama, van a tener que hacerlo en el suelo porque de otra manera pues resultaría bastante incómodo. Se estira, se tira el cuesco que siempre se tira a primera hora de la mañana y se dispone a vestirse. Comienza un nuevo día de trabajo para Fernando. Trabaja de conserje en la facultad de ciencias de la educación de Puerto Real, aguantando a profesores egoístas, cada uno con sus manías, y a alumnos que, aún estando en el último año de psicopedagogía, todavía no sepan contactar con los profesores, dónde están las aulas o perdiendo todas sus cosas por diferentes rincones e la facultad. Pero sobretodo, todavía nadie ha aprendido que está prohibido fumar, y Fernando odio el tabaco y su salud está empeorando por culpa del ambiente tabaquero en el que se encuentra metido. En otro lado del planeta, se despierta Rachid. Trabaja de camarero en un buen restaurante de su ciudad. Es muy aficionado a las ciencias ocultas. Por las noches, lee libros dedicados a esa ciencia, elabora un diario de los sueños que ha tenido y los analiza mediante una serie de diccionarios que posee, ve películas de fantasía y magia, ...Es su pasión. Por desgracia, muchos de sus amigos y familiares han rechazado esta afición que tiene Rachid. Lo consideran un loco. Le dicen que todo son tonterías, que eso no puede considerarse una ciencia porque está basado en una serie de concepciones que ya no se encuentran de moda en la actualidad. De pequeño, la gente le puso “El Brujo” debido a esta afición que poseía. Rachid pasaba de todos ellos. Se refugiaba en un blog que había creado, en donde publicaba informes sobre sus investigaciones. Entre ellas, destacaba algunas en donde decía que había conseguido contactar con espíritus. Los convocaba mediante una serie de conjuros que había extraído descifrando las leyendas sobre dichos espíritus y aparecían delante de él. Rachid, a pesar de las críticas que recibía, era feliz. Se ganaba la vida honradamente y su blog, a pesar de todo, la gente lo visitaba, aunque muchos lo hicieran para reírse de él. Fernando no es feliz con su vida. No le gusta su trabajo. Él estudió casualmente en esa facultad, pero esto es lo único que ha podido encontrar, una vez que se jubiló el anterior conserje. Los profesores lo conocían, así que se aprovechaban mucho de él, ya que Fernando siempre fue un alumno muy obediente: “Fernandete, tráeme esto”, “Fernando, llama a mi mujer para decirle que voy a llegar más tarde, anda”, “Fernanditín, ábreme el aula de informática mientras me tomo un carajillo”, “Venga, Fernando, no le digas a nadie que he sido yo el que ha fumado en este despacho”, ...Hasta los alumnos le faltaban el
  • 10. Relatos y cuentos 2008 Rafael López Azuaga Universidad de Cádiz 10 respeto, puesto que, debido a su actual situación amorosa, la gente pensaba que era mariquita y muchos tíos se burlaban de él. Dentro de conserjería, se encontraba escrito cosas como: “Fernandote, cómete to el cipote”, “Fernando, ya estás de nuevo mariconeando”, “Fernandón mariposón”, etc. Su vida era pura monotonía: de casa al trabajo, del trabajo a casa. Tan solo su monotonía se rompía cuando tenía que ir a comprar comida, la cual era poca. Fernando coge el coche y sale de su casa, teniendo cuidado de que nadie viniese por detrás, ya que si se carga el coche, ya le esperaba una buena con su padre, el cual era su dueño. Vivía en “El Chinarejo”, cerca de Conil, con lo que siempre tenía que recorrer media hora con su coche para poder llegar al trabajo. ¡Oh, cuánto deseaba poder aprobar unas oposiciones y trasladarse a una gran ciudad, y vivir cerca de su trabajo para poder dormir hasta la hora en que comenzasen las clases! Para colmo, había una niebla muy espesa por la zona, así que puso la radio para intentar relajarse un poco. En ese momento estaban dando el parte deportivo. Una vez más, el Cádiz C.F había perdido un importante partido. Se está jugando la permanencia en segunda división. Comentaba que, tanto la afición como los jugadores están desanimados con la racha que está últimamente teniendo el equipo, pero les asegura que la esperanza es lo último que se pierde y que, a pesar de todas las dificultades que tienen, que irán a por todas. Fernando rechazó el comentario que soltó el entrenador: “¡Bah, que lo último que se pierde es la esperanza! Eso dicen todos, y luego pasa lo que pasa. A mí ya no habrá nada que me haga cambiar mi actual situación. Estoy condenado”. De repente, debido a la distracción de Fernando y a la espesa niebla en la que se hallaba inmerso, acaba chocando contra algo. Se trata de una persona que iba en moto hacia Conil. La niebla lo había hecho casi invisible. Fernando aparcó en el arcén y se bajó a socorrerle. Se trataba de un joven de unos quince años que al parecer se dirigía al instituto a un nuevo día de clase. Intenta comprobar si está consciente, pero tiene dificultad para respirar. No sabe que hacer, nunca antes le había pasado algo parecido a Fernando y no disponía del manual de conducir puesto que se lo había prestado a su primo Andrés. En esos instantes, el joven muere. Fernando se encuentra agobiado. No sabe que hacer. Piensa que es un asesino, que acaba e matar a este pobre joven. Fernando se está volviendo loco. Su vida es una mierda, y ahora estará lamentándose todo el tiempo debido al acto que acaba de cometer. Va a tener que estar dando parte de su sueldo a la familia para cubrir la pérdida de su hijo. “¡Dios, qué calvario me espera!”, se dice Fernando a sí mismo. Debido a esta desesperación, se mete dentro del coche, arranca a toda velocidad y decide estrellarse contra el primer árbol que esté en su camino. A 150 Km/h, Fernando se estrella contra un árbol, estrellándose contra el parabrisas de su coche, dándose un golpe tan fuerte que le quita. Fernando había muerto. Bueno, Fernando no va a sufrir más. No soportará más las tonterías de los profesores y de los alumnos de la facultad, ni tampoco a sus padres ni tampoco a las cotorras de las vecinas, que siempre le criticaban por todo. Ya ha muerto y ya le dejarán en paz, para siempre. O...¿tal vez no? De repente, sale un espíritu del cuerpo de Fernando que empieza a expandirse por toda la zona. Fernando va cambiando de apariencia. Conserva la misma cara, pero su cuerpo representa al de un ángel. Tiene dos alitas y no tiene cuerpo. Parece un muñeco hecho de
  • 11. Relatos y cuentos 2008 Rafael López Azuaga Universidad de Cádiz 11 globo y sin dibujitos. Pero eso no es lo más raro de todo. Lo curioso es que, allá por donde vaya él, la niebla le sigue. Fernando gira el brazo, y la niebla también gira alrededor de la zona. Fernando se encoge, y la niebla desaparece. Se vuelve a abrir, y ésta vuelve a aparecer. Sí. Al parecer, Fernando se había convertido en un espíritu de la Tierra, y a él le había tocado ser el controlador de las nieblas. Había oído hablar de estos espíritus en muchas leyendas. Una leyenda dice que existe un espíritu llamado Cesáreo que se ocupa de decidir dónde y cuándo llueve mediante sus llantos, otro llamado Alexandro que se ocupaba de levantar viento con sus brazos cuando él lo veía conveniente y otro llamado Seymour que se ocupaba de promover un calor desértico por la zona cuando le producía fiebre lo mala que era la gente. Todos esos chicos murieron en un cruel accidente de tráfico: ambos chocaron, no consecutivamente, contra un árbol cerca de “El Colorado”. ¿Sería ese mismo árbol en el cual Fernando ha chocado violentamente? ¿Tiene ese árbol poderes para que cualquier que choque sobre él, tenga como destino el controlar algo característico de nuestro planeta? Fernando no sabía. Puede que haya sido casualidad, o puede que tal vez no. Pero se hacía la siguiente pregunta: ¿por qué le había tocado ser el controlador de la niebla, y no de otra cosa? Llegó a la conclusión de que, debido a que la niebla había sido el causante de todo lo ocurrido, se le dio este poder para intentar controlar de que a nadie, a nadie más, le pasase lo mismo que a él por culpa de la niebla. Tenía su sentido: como él había muerto por culpa de la niebla, quiere decir que necesita un control para que nadie le pase lo mismo que a él, ya que es algo por lo que se sufre mucho, y él es una prueba de ello. Fernando estaba orgulloso de su misión, pero Fernando se encontraba lleno de odio. Mucha gente le había tratado mal desde el día en que nació. Sus padres continuamente le daban hostias por todo, en el colegio se metían con él siempre y le pegaban a la salida del colegio, muchas chicas le habían dado calabazas, en la facultad nunca le invitaban a las fiestas y los profesores le pedían favores debido a que era demasiado “cagao” como para negarse. Y, como ya sabemos, actualmente su vida no era como para tirarle flores. ¿Por qué se iba a preocupar por la seguridad de aquellos que tanto le habían maltratado? ¿Por qué a él tenía que haberle pasado esto, alguien que nunca hacía ningún mal a nadie, mientras que otros están traficando con drogas en el pueblo y nadie se atreve a echarles el guante? ¡Se acabó! Fernando estaba harto de siempre ser el “primo” de Conil. Por ello, decidió vengarse. Fernando cubrió todo el pueblo de niebla. Durante varios días, la niebla no cesaba en el pueblo. La gente no sabía que es lo que ocurría. Algunos se pensaban que les había caído una maldición, otros que el Señor estaba furioso con todos y uno, tranquilos, pensaban que se trataba de una mala racha y que luego vendría el buen tiempo. La venganza de Fernando no se estaba cumpliendo, ya que los conileños parecían haberse acostumbrado a que hubiese niebla en su pueblo. Fernando estaba empezando a enfurecerse. De entrada, nadie le había echado de menos. Vio que recogieron su cuerpo y el del joven, pero solamente hicieron un gran funeral para el joven, mientras que a él solamente le dedicaron una misa que duró menos de la cuenta para poder dedicarle tiempo al joven, y lo enterraron con solamente la presencia de sus padres y de sus tíos, mientras que a la del joven, el cual era un macarra pervertido y drogata (por lo que había podido oír) acudió toda esa gente a la que no pudo acudir a la de él. Lo gracioso es que, en los pueblos vecinos, le
  • 12. Relatos y cuentos 2008 Rafael López Azuaga Universidad de Cádiz 12 dedicaron fiestas en homenaje a su muerte, mientras que él permaneció discriminado dentro de su ataúd, sin que nadie se acordarse de él y viéndolo todos como un criminal por haber matado al joven. Fernando, indignado, decidió extender la niebla a todos los pueblos de alrededor de Conil. La gente comenzaba a sufrir. Ya estaban pensándose que esto era una epidemia. La niebla comenzaba a afectar a las cosechas y a la flora. El sol no llegaba prácticamente a los pueblos y todo se estaba muriendo. Las placas solares se estaban convirtiendo en inútiles y se estaba gastando más energía eléctrica que nunca, ya que, al no llegar el sol, no había luz para poder ver. Los animales estaban desorientados, no sabía cuando era de noche y cuando de día, ya que la niebla prácticamente tapaba los rayos solares de lo densas que eran. La gente no cogía los coches por temor a tener un accidente y llegaban tarde al trabajo, muchos de ellos teniendo que salir muy temprano para poder llegar con tiempo. Por las calles, la gente tenía que estar toqueteando todo lo que tenían alrededor por temor a chocarse con algo. Se producían muchos accidentes a pesar de todo: gente que se caía por las alcantarillas, gente que resbalaba por la calle, motos a las que atropellaban a personas, excursiones suspendidas por el mal tiempo, cargamentos de comida que no llegaban debido al mal temporal que hacía, ...Sí, señor. La venganza de Fernando empieza a surgir efecto. Fernando está tan obsesionado con los resultados que decide extender su niebla por todo el planeta. Fernando extiende más sus brazos y la niebla va aumentando. Llega a Badajoz, llega a París, llega a Estocolmo, llega a Nueva York, llega a Bagdad, llega a Sydney, ...Sí, Fernando ha conseguido invadir todo el planeta con su niebla. Las televisiones de todo el mundo daban parte de todo lo ocurrido. Conil parte como el lugar en donde surgió, ya que eran conscientes de que allí predominó la niebla durante semanas antes de extenderse por todo el planeta de una manera abrasadora. Los conileños no sabían de dónde procedía la niebla. Surgió un día por arte de magia, decían. Cuando dijeron “magia”, llamó la atención a muchos individuos que eran amantes de todo lo relacionado con las ciencias ocultas. Estos individuos estuvieron estudiando y estudiando, a ver si encontraban alguna solución. Probaron exorcismos, ritos, pociones mágicas, darle regalos a Dios para que ponga fin a esta amenaza, intentaron convocar a los dioses para que pusieran fin a esta niebla, grupos de personas bailaron la danza de la lluvia para intentar desaparecer la niebla ( bien era sabido por todos que, cuando llovía, era imposible que hubiese niebla a la vez ), ...Nada, no ocurría nada. Nadie podía ver que el espíritu de Fernando era el que controlaba la niebla y el que, a causa de todos los males que le produjo la sociedad, extendía de tal manera la niebla como venganza. Rachid se entera de todo esto gracias a un e-mail que le enviaron con unos enlaces a vídeos en Youtube sobre estos fenómenos. Él, evidentemente, estaba padeciendo las nieblas y dudaba de que era por acción de los dioses, pero desconocía exactamente cuáles. Le pareció esta leyenda muy interesante y añadió una entrada en su blog comentando su experiencia con otros espíritus. Recordó cómo gracias a una serie de conjuros logró contactar con otros espíritus. Decía que todos estos espíritus, cuando ejecutaban malas acciones, era porque había algo en el mundo que le desagradaba. No sabía el qué, pero que seguro que a Fernando algo le disgustaba. Pensó que tal vez los seres más
  • 13. Relatos y cuentos 2008 Rafael López Azuaga Universidad de Cádiz 13 cercanos a Fernando podrían tener alguna idea. Si a Fernando las cosas le iban mal, pues esta epidemia podría ser su venganza. Rachid estaba reflexionando y poco a poco acercándose a lo que en realidad estaba ocurriendo. Fernando se encontraba en un momento de gloria. Daba gracias por el poder que le había sido otorgado. Le hubiera gustado podido conocer a los otros dioses para que le contasen sus experiencias, pero por si acaso éstos le llegasen a obligar a que parase toda esta masacre, pues prefiere no conocerlos. Los amantes del ocultismo siguieron estudiando hasta que una viejecita de ochenta y dos años llamada Eusebia recordó que, hace muchos años, tres chicos se estrellaron contra un árbol en “El Colorado” y que, a partir de entonces, se convirtieron en tres espíritus de la Tierra. Uno controlaba la lluvia, otro el viento y el tercero se ocupaba del calor. Ellos tres podían controlar estos fenómenos de la forma en que les diese la gana, extendiéndose todo cuanto ellos quisieran. La gente se rió de esta leyenda, pero de repente, uno de los primos del joven al que atropelló Fernando recuerda que el “asesino” se estrelló en un árbol en “El Colorado”. Sale en televisión comentándolo. La gente empieza a reflexionar. Todo encaja. Si la masacre comenzó tras la muerte del joven y del asesino, y éste murió estrellándose en un árbol cerca de “El Colorado”, pues todas las piezas encajan. ¿Cómo poder encontrar a Fernando? ¿Dónde se encontraba? Mucha gente se fue al lugar en donde falleció Fernando y comenzaron a gritar su nombre. ¡Fernandoooo, Fernandooooo! Nada. Fernando no aparecía. ¿No se enteraría o tal vez se hacía el loco? No se supo, pero Fernando viajaba por todo el planeta aprovechando este poder, y disfrutaba de ciertos placeres: ver a chicas bonitas desnudas, ver las películas que nunca pudo ver en su día y gratis, ver partidos de baloncesto gratis, ...lo que no podía era comer, ya que era un espíritu y no tenía necesidad de ello. Total, ya estaba muerto. Los amantes del ocultismo formaron una asamblea para analizar alguna forma de contactar con Fernando. Trajeron sus libros de ocultismo, diccionarios, apuntes, ...hasta un portátil con un cañón para visionar posibles páginas de Internet o vídeos o presentaciones que tuviesen elaboradas. Fueron buscando datos sobre esa leyenda. Lo que les interesaba era poder saber alguna manera de contactar con los espíritus. Rebuscando, encontraron un blog perteneciente a un tal Rachid. Leyeron las entradas en donde comentaba su opinión sobre la epidemia de las nieblas y sobre cómo consiguió contactar con otros espíritus. Los ocultistas hablaron con el alcalde de Conil sobre esto y decidió contactar con Rachid. Gracias al blog y al poseer e-mail, no hubo problemas para ello. Rachid comentó que, para poder contactar con Fernando, tenía que dirigirse al mismo lugar en donde falleció. El problema es que, por culpa de la niebla, el viajar era muy peligroso. El asunto era peliagudo. ¿Qué podían hacer para que Rachid viniese a Conil sin peligro alguno? A Rachid se le ocurrió lo siguiente: si la niebla impide que, por encima del mar, la visibilidad sea escasa, ¿por qué no ir por debajo? Total, que decidieron enviar un submarino para recoger a Rachid. Por mar Fernando no tenía ningún poder, así que no había ningún peligro. Rachid llegó a Conil. Cada vez las plantas se van muriendo y los animales se están muriendo de hambre. El planeta está cada vez más en peligro. La niebla está afectando negativamente a la sociedad, incluyendo trastornos psíquicos. Rachid decidió ir sólo al lugar, sin ninguna compañía, para evitar que
  • 14. Relatos y cuentos 2008 Rafael López Azuaga Universidad de Cádiz 14 Fernando se asustase. Todos se pusieron de acuerdo para no acudir al lugar ni a grabarlo en vídeo. Ellos mismos, según se fuese la niebla o no, ya sabrían el resultado. Rachid pronunció las siguientes palabras: ¡ALAKAZAM ECHYGA CHIBA BISNESS FERNANDO! ¡NIEBLA DU POSTA! ¡VEA MOI! De repente, empezó a salir un brillo del cielo. Poco a poco iba creciendo e iba apareciendo un espíritu. Sí. Era Fernando. No sabía cómo habían podido encontrarle, ya que desconocía el conjuro. Rachid se encontraba frente a él, cara a cara. -¡Oh, Fernando! Es un placer conocerte. Todos te hemos estado buscando durante estos días. Dime, ¿por qué has hecho esto? -¿Quién eres tú? ¿Cómo me has encontrado? ¿Cómo sabes mi nombre? -Me llamo Rachid y soy ocultista. Todo el mundo habla de ti. Todos saben que tú creaste esta niebla. Han leído la leyenda. Todos han estado intentando contactar contigo para acabar con esta niebla. -¡Y un carajo voy a acabar con esta niebla! ¡Que se lo han creído ellos! ¡Encima eso! -Fernando, sé que tienes un problema. Sé que haces todo esto por venganza. A tu funeral sé que fue muy poca gente. ¿Estas enfadado por eso? -Ojalá fuera solamente por eso. ¡Todos me habéis maltratado durante todos estos años! Me han insultado, me han pegado, me han marginado, se han aprovechado de mí, no me dan trabajo para lo mío, ...He sido siempre el “primo” de Conil. ¿Cómo no voy a estarlo? Y ahora me muero y la gente ni se acuerda de mí, les importa un carajo que yo haya desaparecido. -Fernando, te han dado ese poder para hacer el bien. Todos los que han fallecido en tus circunstancias se les asignó un poder para que ejerciesen el bien. El clima es importante, tú lo sabes, has estudiado magisterio. ¿Por qué te vengas? -¡Ya te lo he dicho! No me trataron bien. Así es como mejor me siento. Haciéndoles sufrir, qué sepan cómo sufría yo. ¡Ahora me toca a mí ser el malo! -Pero esto no va a llevarte a nada, Fernando. ¿Por qué no intentas solucionar tu vida? -¿Vida? No te has enterado todavía. ¡Que estoy muerto, coño! -¿Y que más da? ¿No tienes espíritu propio? Estás aquí, de todas formas. Puede que no tengas un cuerpo y no puedas ya influir con tu inteligencia en la sociedad, tan solo con tu poder. Pero, si lo deseas, puedes comenzar una nueva vida en ese nuevo mundo. -¿Nuevo mundo?
  • 15. Relatos y cuentos 2008 Rafael López Azuaga Universidad de Cádiz 15 -¡Claro! Tienes mente y puedes hablar, escuchar, reír, sentir, ...Comer tal vez no, pero el resto sí. Nadie ya se va a meter más contigo, puesto que ya has muerto. Podrías formar una familia de espíritus, jugar al parchís con los espíritus, ...Ellos no te conocen aún, ya que te dedicaste a producir niebla por todo el planeta para satisfacer tus ansias de venganza. -Bueno, no es malo lo que me propones, pero no por ello voy a dejar esta niebla. La gente me hizo mucho daño, y ese daño persistirá siempre y no voy a irme tranquilo sin consumir mi venganza. -¿Y si te curásemos ese gran daño que tienes, podrías rectificar? -Sí, podría. Solamente deseo que el pueblo se arrepienta de sus actos y me lo manifiesta de la manera en que ellos quieran. -Dime, ¿alguna persona te ha amado? -Nadie. Yo he amado a muchas personas, pero siempre me han dado calabazas. -¿Y cómo sabes que nadie te ha amado? -Hombre, me imagino que lo sabría. Vamos, digo yo. Además, para que veas, a mi funeral solamente fueron mis padres. -¿Estás seguro de que solamente fueron tus padres? ¿Seguro que nadie fue a verte? -Segurísimo. Yo estuve presente tanto en el funeral como en el entierro. -No digo que no, pero creo que no viste lo que pasó después. Estarías tan enfurecido que solamente pensabas en ejecutar tu venganza. -¿Cómo? -Había una chica alta, con pañuelo de la romería y muy guapa que fue a llevarte flores y que, cada tres meses, ha ido a visitarte. Se llama Marta. Ella ha estado siempre enamorada de ti. Nunca se metía contigo. Lo sé porque, antes de venir aquí, contacté con todos los seres cercanos a ti y aquellos con los que te relacionabas. Y hablé con ella. -¡Marta! ¡Dios, no me acordaba de ella! Estudiábamos juntos y algunas veces me invitaba a su casa a merendar. En el recreo algunas veces jugábamos al escondite. -Exacto. Ella te amaba en secreto y te lo reflejaba con sus actos de cariño. No se atrevía a declararse, pero siempre hablaba bien de ti y ella, al igual que tú, fue discriminada por sus compañeros. Nunca ha tenido pareja y está igual que tú. -Dios...es verdad...¡Y yo pasé de ella debido a mi obsesión por querer tener novia! Al estar con ella, las chicas pensaban que era mi novia, así que no podía ligar. ¡Dios! ¿cómo he podido estar tan ciego?
  • 16. Relatos y cuentos 2008 Rafael López Azuaga Universidad de Cádiz 16 -Le hiciste mucho daño, y aún así, se acuerda de ti y desea volver a verte. Sabe todo lo que estás haciendo. ¿No te lleva esto a la reflexión, Fernando? -Sí, es cierto...¡Cómo me gustaría abrazarla y besarla! ¡Quiero reencontrarme con ella! -Ahora estás muerto. No puedes resucitar, pero ella sí puede morir y reencontraros. -¡Ah, no! ¡Eso ni hablar! No puedo hacer que muera a la fuerza por estar conmigo. Tiene ella que morir honradamente, es decir, que le pase algo por el destino, pero nunca que sea asesinada o se suicide para poder estar conmigo. -Está bien. No le diré nada a nadie, pero a cambio, me gustaría que le dieses una oportunidad a la gente. Ellos se portaron mal, pero tú también con ella te portaste muy mal. -¿Y cómo sé que no me engañas? -Bueno, si quieres seguir, sigue. Espera un tiempo. Puede que te haga abrir los ojos. Rachid se fue a su casa. Escribió en su blog los resultados sobre la charla con Fernando. Decidió ocultar lo de Marta para evitar cualquier conflicto, ¡no vaya a ser que la asesinen a propósito para acabar con esta epidemia! Contó que Fernando estaba muy enfadado y que cuando viera que los seres que le perjudicaron tengan ya su castigo completo, levantará la epidemia y todo volverá a ser como antes. Pasaron los años. Todo seguía igual. La gente se había acostumbrado a la niebla, pero deseaban con ansiedad que llegase el sol. Todo parecía seguir igual hasta que ocurrió un suceso: Marta decidió coger la moto para enviar un correo urgente a su tía Clotilde, pero se estrelló contra un árbol. Una vez más, Fernando tuvo la culpa. Presenció este hecho y se reencontró con Marta. Ambos, al verse, se dieron un abrazo. Fernando le pidió disculpas por haber pasado de ella y por haber hecho que ella tuviese un accidente por culpa de su niebla. Arrepentido, se ve como una mala persona y decide hacer desaparecer toda la niebla, dejando el cielo despejado. Las plantas vuelven a florecer, los animales son felices, nadie sufre más trastornos psíquicos y todo el mundo es feliz de nuevo. Fernando también es feliz. Va a comenzar una nueva vida, aunque muerto, junto con una maravillosa mujer al lado. Todos los problemas del pasado ya no valen la pena. Todo ya iba a ser mejor. Rachid no estuvo presente, pero sí vio que el cielo se había despejado. Pensó que tal vez ya Fernando encontró el amor verdadero. A pesar de haber muerto y de todo lo ocurrido, consiguió Fernando su objetivo de no estar solo y de ser respetado y vivir una vida feliz, algo que no poseía antes. Sí, tuvo razón el entrenador del Cádiz C.F: la esperanza es lo último que se pierde.
  • 17. Relatos y cuentos 2008 Rafael López Azuaga Universidad de Cádiz 17 Las llamas me cubren Rafael López Azuaga No te vas a creer lo que ha pasado, mi vida. Estaba yo, tan tranquilo, administrando unos documentos cuando de repente se ha proclamado un incendio. No sé cómo ha podido producirse. ¿Un tarado ha dejado un cigarrillo encendido al lado del butano? ¿un miembro de la competencia quiere acabar con nosotros? ¿Dios está enfadado con nosotros y ha provocado este incendio? No lo sé. Yo estaba aquí trabajando y no he prestado atención a esos detalles. He intentado salir de alguna manera, pero me encuentro a una gran altura, las escaleras están en llamas y el ascensor no funciona. Si me tiro, moriré en el acto, así que prefiero esperar y, en estos instantes que me quedan de vida, escribirte esta carta, la cual introduciré en mi chaqueta para que, cuando encuentren mi cadáver, a su vez encuentren esta carta. Quiero decirte que el haberte conocido ha sido lo mejor que me ha pasado en la vida. Hasta entonces, era un tipo amargado que lo único que hacía era estudiar, trabajar y quedarse encerrado en su casa viendo la televisión mientras el resto salía de marcha. Mi vida estaba condenada a la soledad, pero entonces llegaste tú. Todavía recuerdo aquel día en el parque, como si hubiese sido ayer. Te caíste en la fuente, yo te rescaté y te llevé a mi casa para ducharte y cambiarte de ropa. Fue un flechazo. Tu sonrisa de felicidad con motivo de agradecimiento me conquistó. Desde entonces, siempre hemos estado juntos, y ese amor dio lugar a dos niños preciosos. Siempre llevo conmigo sus fotos, y lo peor de todo esto es no poder volver a verlos y que pierdan a su padre. ¡Dios, me hubiera gustado verles crecer, verles avanzar en los estudios y casándose, dándome preciosos nietos! Me he quedado sólo en el edificio. Todos lograron huir a tiempo, pero se olvidaron de mí. Tal vez porque era el único que se encontraba en esta planta y se pensaban que estaba vacía. ¡Dios mío! ¿Por qué tuve que quedarme sólo aquí? ¿Por qué tuve que quedarme dormido mientras trabajaba? ¿Por qué tuve que dejarme el móvil en casa? ¿Tal vez estaba todo programado para que coincidiese el incendio estando yo en esta situación? Ya no vale la pena debatirse el por qué, sino en el qué hacer ahora. Quisiera vivir estos últimos momentos relajados, pero el hecho de no poder despedirme de ti no me deja concentrarme. He pensado en hacer imitaciones de artistas que siempre me gustaron pero que nunca me atreví a hacerlo por vergüenza, pero si tú no estás aquí para verlo, no sirve de nada. He pensado hasta en masturbarme pensando en ti, al menos despedirme de este mundo sintiendo placer y haciéndome olvidar los sufrimientos, pero me siento como un cerdo, y tampoco deseo morir así, ¡lo que me faltaba sería fallecer estando caliente y que la gente, al descubrirme, se debata qué estaba haciendo en ese momento en horas de trabajo! He estado pensando incluso qué hay después de la muerte. ¿Comenzamos otra vida sin acordarnos de la anterior? ¿Nos vamos al cielo y nos convertimos en fantasmas o ángeles de la guarda? ¿O simplemente nos morimos y punto? Esto me inquieta, ya que antes de nacer entiendo que viésemos todo apagado, pero tras morir, ¿cómo vamos a pasar lo que queda del mundo sin poder verlo,
  • 18. Relatos y cuentos 2008 Rafael López Azuaga Universidad de Cádiz 18 sin poder sentirlo? ¡Ojalá hubiese alguna forma de demostrarlo y así quedarme tranquilo! Lo que más me fastidia de todo es no haberte demostrado mi amor al cien por cien. Últimamente, reconozco que estaba muy apagado. Solamente estaba centrado en el trabajo, apenas dedicaba tiempo a mis hijos, no te hacía caso en la cama, no te ayudaba en las tareas de la casa, prefería ver el partido antes que ir contigo al cine o al teatro, ...Estás muy disgustada conmigo, lo sé. Lo descubrí un día que, buscando una revista, vi una hoja escrita a mano que hablaba de la separación de bienes y del proceso del divorcio en sí. Me sentó como un tiro. Me hizo dar cuenta de que, tontamente, os estaba perdiendo. Casualmente hoy, a la salida del trabajo, tenía pensado darte una sorpresa: había cogido unos días libres para irnos todos juntos de vacaciones a donde quisiéramos. Íbamos a recuperar el tiempo perdido, pero el destino parece haberme fastidiado. Tal vez Dios me ha castigado por eso, por haberos descuidado durante este tiempo. Hasta ahora, no me he dado cuenta de todo lo que habéis estado sufriendo. Este suceso me ha hecho ver lo que se sufre cuando se está a punto de perder a lo que más quieres en este mundo y que encima ha sido algo que uno ha estado descuidando, consciente o inconscientemente. Bueno, esto cada vez se va derrumbando más. Casi se me cae una viga encima, mientras te estaba escribiendo estas palabras. Ahora mismo voy a dar por finalizada la carta. Solamente quiero decirte que te quiero, a ti y a nuestros hijos, que siento mucho mi comportamiento de estos últimos tiempos y que cuides bien a mis hijos. Bueno, tú eres libre de hacer lo que quieras con tu vida. Si deseas casarte de nuevo, te dejo libertad, ya que lo que quiero es que seas feliz y si otra persona puede hacer que consigas esa felicidad, pues me parece bien. Lo único que te pido es que te reúnas conmigo en el cementerio cuando te llegue el momento, que nos entierren juntos para poder volver a sentir tu calor. Adiós, amor mío, tu marido nunca te olvidará.
  • 19. Relatos y cuentos 2008 Rafael López Azuaga Universidad de Cádiz 19 Mi primer día en la Universidad Rafael López Azuaga Hoy es un día muy especial. Mi clase y yo vamos a visitar la universidad. Nunca he estado allí. He oído decir a mis padres que allí van aquellos que quieren estudiar mucho y trabajar en lo que les gusta. Pensé en ese momento que habría solamente cuatro gatos, ya que no creo que a muchos les guste estudiar. Tomo como referencia a mis hermanos, que son la pesadilla de mis padres y lo que hacen es jugar a la videoconsola, salir a ligar con chicas, chatear en el ordenador, escuchar música todo el día, ...Nada relacionado con los estudios, son unos auténticos flojos. Además, con la de camareros que hay por aquí, dudo que tuviesen que estudiar una carrera universitaria para serlo, ya que me veo hasta yo misma capacitada para ser camarera a mis cuatro años. Mi clase estaba revolucionada. Adorábamos las excursiones, ya que lo mejor era salir fuera de nuestra clase y no tener que hacer tantas fichas. Estamos correteando y jugando con los juguetes cuando la maestra nos llama para formar una asamblea. Nos comenta que vamos a ir a la universidad, ni más ni menos que a la escuela en donde estudian aquellas personas que quieren ser maestros como ella y en donde en su día ella fue a estudiar, por lo que está muy contenta. Me preguntaba: ¿cómo será la universidad en donde estudian los que quieren ser maestros? ¿habrá niños para que puedan practicar, o incluso robots que simulan ser esos niños? ¿elaborarán allí las fichas que tanto nos obliga a hacer la maestra? ¿se inventarán allí nuevos juegos educativos para nosotros? Mi curiosidad aumentaba como subía la leche cuando mi madre la dejaba en el fuego demasiado tiempo. Tras hablarnos sobre cómo era la universidad, nos mandó a recoger nuestras mochilas, nuestros chaquetones y a ponernos en fila por parejas para salir a coger el autobús para ir por primera vez a la universidad. Mientras llegábamos, me puse a mirar por la ventana. El cielo estaba tan despejado que no lo lograba distinguir del agua del océano. Mis compañeros saltaban en el asiento y mi profesora les llamaba cada dos por tres la atención. Algunos se dedicaban a charlar más que los políticos, otros a comer y eructar más que un borracho en una taberna, mi compañero del asiento de detrás se tiró un pedo que ahogó a su compañero de al lado y yo estaba nerviosa por conocer la universidad. Me habían hablado hasta ahora tan bien de ella que estaba ansiosa por conocerla. Deseaba que hubiese niñas como yo para jugar con ellas o unas maestras simpáticas a las que abrazar y besar como la mía. Cada vez nos acercábamos ya a la urbanización y de lejos veía una cúpula muy extraña. La maestra nos dijo que esa era una de las universidades de la zona, pero a la que nosotros íbamos era la facultad de ciencias de la educación. Cuando vi la universidad de la cúpula más de cerca, me quedé maravillada. Era preciosa. Cada vez tenía más ganas de llegar y conocer por dentro ese fantástico mundo de las universidades. Cuando fuimos llegando a la facultad de ciencias de la educación, me llevé una desilusión. Mientras que la primera que vi era preciosa, de mi color preferido, limpia y con una cúpula, la que íbamos a visitar era vieja, fea, de un color verdoso asqueroso, con un patio más viejo que el de mi colegio y lleno de coches con más años que Matusalén. Nos bajamos del autobús y la maestra nos
  • 20. Relatos y cuentos 2008 Rafael López Azuaga Universidad de Cádiz 20 presentó al facultad. Comentó que allí estudió durante tres años y que fueron los tres mejores años de su vida. Tal vez por dentro era diferente al exterior. Mi madre siempre me dice que nunca debo fiarme de las apariencias, que siempre tengo que mirar como son las personas por dentro. Tal vez por dentro esta facultad sea preciosa, llena de colores, de animalitos e incluso de caramelos. Por ello, me animé más. A la entrada, nos recibió un hombre más calvo que un huevo y con gafas que me recordaba a Mortadelo, uno de los personajes preferidos de mi hermano mayor. Llevaba un polo blanco con el símbolo de la universidad y nos saludó muy cariñosamente dándonos la bienvenida a la universidad, y que a continuación íbamos a recorrer toda la facultad. De nuevo volví a desilusionarme. No veía ni colores, ni caramelos, ni animalitos, ni maestras, ni niñas como yo ni nada. Tan sólo vi unos pocos ordenadores más viejos que yo, un panel con tres o cuatro folletos pobres y unas paredes tan desgastadas como las lápidas del cementerio de mi pueblo. Fuimos andando en fila y recorriendo la facultad. A medida que avanzaba, nada me impresionaba. Todo me parecía igual de feo. Fuimos pasando por un pasillo que llevaba a una sala en donde había muchos estudiantes. La diversidad era enorme: una gorda con unos pantalones estrechos que le hacían ver todas las bragas, una chica con gafitas y más granos que una paella valenciana, un melenudo con perillita que llevaba un mp3 como el de mi hermano mediano y con un anillo en el ombligo que me daba escalofríos al sentir el dolor que tiene que producir el llevar eso puesto ahí, un grupo de chicos que se reían tanto que parecían hienas, lo que me aterraba aún más. Por fortuna, ya este miedo que se me había acumulado fue disminuyendo al cruzarnos con un señor simpático y regordete. Nos saludó cariñosamente, nos preguntó dónde veníamos y se puso a echarnos piropos. Al ver ese pelo canoso, esa barriguita y esa simpatía, pensé que tal vez podía ser Papá Noel que se había afeitado o su hijo, el cual se gana aquí su sueldo mientras su padres, ya mayor, solamente trabajaba una vez al año mientras los elfos se ocupaban de prepararle todos los regalos para el día de Navidad. Al verme a mi, me preguntó cómo me llamaba y cuántos añitos tenía. Me dio un fuerte beso, y me animé. Me dije que tal vez este sitio era bonito por dentro y que también podía tener cosas maravillosas. Pero esta sensación de bienestar se vino abajo a medida que fui avanzando por el pasillo. Me encontré a una señora delgada, fea, con gafas de cubo de botella y con una coleta que me recordaba a una bruja. Se puso a saludarnos y me recordó a las brujas de la televisión. Esas manos, esas uñas y todos esos papeles que llevaba me asustaron. ¿Tendría poderes para hipnotizarnos? ¿Esos papeles estarían llenos de conjuros para aterrorizar a los niños? Su risa me heló, era más maléfica que la de la madrastra de Blancanieves. Comencé a pedirle a mi maestra que nos fuéramos, pero ella se entretuvo hablando con ella, parece que la conocía. Cuando la señora nos dijo “si venís a estudiar aquí, seré muy dura con vosotros”, ya me entraron ganas de llorar. Comenzamos a subir por las escaleras. A medida que me iba alejando de esa mujer, mis lágrimas empezaron a apagarse. Ya estaba más calmada y empecé a pensar en el simpático regordete que nos encontramos al principio. La planta baja no me dio una gran satisfacción, así que espero que el resto de la
  • 21. Relatos y cuentos 2008 Rafael López Azuaga Universidad de Cádiz 21 facultad resuelva todas estas malas impresiones. Pues cuando terminé de subir las escaleras, todo me pareció más triste que antes. Abajo al menos había carteles, folletos, fotografías, un cuarto de baño, ...ahora solamente veíamos una pared y encima de nuevo ese color verdoso apestoso. Nos encontramos a un señor con gafas que parecía muy simpático y nos saludó. Ya empezaba a relajarme pero cuando se agachó para saludarnos, se le cayeron unas carpetas y unos papeles se revolearon por el suelo. Me fijé y estaba lleno de marcas rojas. Todas decían cosas negativas y que estaban suspensos todos esos trabajos. Me aterroricé. Me desilusioné y me di cuenta de la gran verdad que me dijo mi madre aquel día. ¡Dios, este hombre, con lo dulce que parece por fuera, por dentro es más malo que el tabaco! Me espanté y quise insistirle a la profesora que nos fuéramos, que me daba miedo ese hombre. Cuando terminó de hablar con él, proseguimos nuestro camino. Cada vez me desilusionaba más la facultad. Grietas por todas partes, señores feos y con cara de mico, paredes desgastadas, enchufes rotos, olor a pipí, ...¡Dios! ¿qué sitio era éste? ¿y aquí era donde estudiaban aquellos que querían ser maestros? Pues mi escuela es así. Es bonita, llena de flores, con dibujos de payasos y de mis personajes preferidos de dibujos animados, de azul y rosa, con olor a alegría y con unas maestras bonitas, jóvenes y cariñosas como la mía. ¿Cómo mi maestra pudo haber estudiado aquí? ¿Aprendió aquí a ser tan buena maestra como lo es con nosotros? No veía ninguna referencia a la realidad en esta facultad. Todo me parecía muy diferente. ¿Cómo esta facultad podía tener esta estética y estos maestros tan feos cuando la mía es preciosa? ¿Y éstos son los que preparan a los futuros docentes? No sé si aprenderían algo aquí, pero por ahora me está dando la sensación de que todo lo que aprendieron lo aprendieron cuando se fueron al colegio a practicar. De repente se nos acercó un hombre con gafas, viejo, cuerpo deformado, canillas y con una nariz más fea que picio. Saludó a mi maestra y nos pidió hacer una práctica con nosotros. Me dije que tal vez ahora se iba a animar la cosa. ¿Veríamos payasos? ¿habría dibujos animados? ¿jugaríamos al escondite? Estaba ansiosa, parece que tal vez esto pueda comenzar a acercarse a lo que tengo en mente como escuela. Nos metió dentro de un aula fea y nos repartió por parejas un vaso con azúcar. Se puso a hacernos preguntas y yo no entendía nada. Nos preguntó cosas absurdas como que si el azúcar desaparece cuando se echa en el agua. ¿Cómo va a desaparecer? ¿acaso se muere cuando contacta con el agua? Si muriese, no notaríamos el sabor dulce en el agua. Se puso a hablar con mi maestra de cosas raras, nombrando no se qué de las concepciones cada dos por tres. En el colegio nunca hacíamos estas cosas tan raras y aburridas. ¿Qué entiende este hombre feo y narigudo por educación? Nosotros jugamos, manejamos ordenadores, salimos al patio, ...vale que de vez en cuando hacemos fichas, pero son más bonitas y aparecen personas divertidos, y aquí solamente aparece un estúpido vaso de agua con azúcar y encima el aula es más pobre que el garaje en donde mi padre deja el coche. Luego bajamos de nuevo abajo y nos llevaron a la cafetería. ¡Qué bien, por fin algo interesante! Estaba muerta de hambre. Todo este paseo por la fea facultad y los disgustos que me había llevado me habían abierto el apetito. Tenía ganas de comerme diez natillas para satisfacer mis disgustos. Entramos en la cafetería y todo cambió. Era preciosa, con unos cuadros bonitos, todo muy
  • 22. Relatos y cuentos 2008 Rafael López Azuaga Universidad de Cádiz 22 abstracto y hasta había una televisión en donde echaban “Los Simpsons”. ¡Oh, qué alegría sentí! ¿Cómo una facultad tan fea podía tener una cafetería tan preciosa? Las paredes me recordaban al chocolate con leche que me traía siempre mi padre cuando regresaba del trabajo, y las camareras tenían un uniforme que me recordaba a la de mi hamburguesería preferida. El día parece que iba a mejorar, me sentía más alegre. Pero esta alegría se vino abajo cuando me sirvieron la comida. Estaba seca, lleno de verduras que olían fatal, los espaguetis eran sin tomate y nos dieron agua en lugar de coca-cola. Además, las camareras estaban continuamente encima de nosotros, quitándonos el plato cuando terminábamos, no dejándonos charlar alto ni jugar. Parecía que estábamos en la cárcel, ya que hasta en el comedor del colegio tenemos más libertad. Además, las camareras eran muy serias, amargadas, mientras que en el colegio siempre nos contaban chistes, nos alababan cuando nos comíamos todos, ...aquí les daba igual si no comíamos, nos retiraban el plato y a otra cosa. No se preocupaban por nuestra nutrición. ¿Y esta es una cafetería? ¿De aquí toman ejemplo los maestros que decidan encargarse del comedor? ¡Pues nos podemos preparar! Nos despedimos de la facultad. Hoy ha sido mi primer día en la universidad. No sé si todas las universidades serán como esta, pero espero que no sea así. No sé que voy a ser de mayor, solamente tengo cuatro años y todavía no he experimentado mucho en la vida como para decidirme. Mis hermanos no me inspiran, pasan mucho de la universidad. La verdad es que, viendo el panorama que hay aquí, no me sorprende que no les guste estudiar. ¿Cómo será la escuela a medida que vaya avanzando de cursos? ¿Será cada vez más aburrida? ¿Estará decorada con los intereses que tenga por esas edades? ¿Estará cercana a mis intereses o simplemente me obligarán a comportarme y a ser lo que ellos digan? Al menos las otras dos universidades están más contextualizadas, estando una más cerca del mar y la otra al lado de un edificio de investigación científica y lleno de aparatos y laboratorios, al menos por lo que veo cuando me voy dirigiendo al autobús con mi grupo. ¿Volveré algún día a la universidad? No sé si con el paso del tiempo me acostumbraría e incluso le cogería cariño. No sé si detrás de estas impresiones que me ha dado la facultad se oculta algo asombroso. ¿Volveré para experimentar? Tal vez, pero cuando sea más mayor y sobretodo cuando me haya comprado una armadura para defenderme.
  • 23. Relatos y cuentos 2008 Rafael López Azuaga Universidad de Cádiz 23 Paco o pasión de amor Rafael López Azuaga Nota: Este relato fue escrito en agosto de 2006, pero hemos decidido incluirlo aquí. Aquí estoy yo. Mirando las estrellas tranquilamente sin que nada me moleste. Una de mis aficiones es hacer dibujos con ellas. Pero no me refiero a dibujar la osa mayor, el cazador,...Me refiero a hacer mis propios dibujos. ¿No han hecho ustedes algún librillo de esos de unir los puntos en los que al unirlos siguiendo los números indicados les sale un dibujito? Pues esto viene a ser lo mismo. Principalmente dibujo animales, aunque luego voy dibujando objetos, personas, extraterrestres,...Cuando se está solo y no se tiene nada, uno se busca las diversiones necesarias. Perdón, no me he presentado. Me llamo Francisco Jacobo Ramírez, aunque la gente me conoce como “Paco”. Tengo 22 años y vivo en una chabola. Soy una persona que vagabundea por las calles en busca de comida, dinero,...lo que sea para poder mantenerme. Probablemente no dure demasiado tiempo, no tengo una higiene y una nutrición demasiado adecuada. Actualmente tengo un trabajo de cocinero en un restaurante de lujo el cual conseguí hace poco ( ya más adelante les comentaré como lo logré ), pero el dinero voy ahorrándolo para causas mayores. Detesto el consumismo, prefiero ahorrarlo para casos de urgencia, lo que debería de hacer la gente. Se preguntaran ustedes que por qué estoy en esta situación. Mi familia, aunque ustedes no se lo crean, era más bien rica. Teníamos dos casas, una de ellas un chalet precioso con piscina y pista de tenis. La otra era un piso enorme, de los más caros de la ciudad, y aún así nos podíamos permitir tener una asistenta y monitores personales de deporte: una monitora de aeróbic, un monitor de tenis y otro de golf,...y aparte teníamos contratado un masajista espléndido, todavía hecho de menos sus masajes. Te hacían sentir que estabas en el paraíso. Pero termino de dar detalles porque ustedes están a la espera de que vaya al grano. Nuestra riqueza procedía de invertir en bolsa. Al encontrarnos en una ciudad grande, invertimos en una empresa de taxis. La gente necesitaba los taxis para ir de un lado a otro, puesto que en la ciudad no había metro y los autobuses iban siempre llenos y tardaban mucho en llegar. La gente siempre va con prisas a todos lados, no paran. No sé para que tanto presumir si nunca pueden relajarse y disfrutar de la vida. Se les ve siempre corriendo, con el móvil en la mano, vestidos de etiqueta aunque sea en verano y comiendo asquerosa comida congelada. Pues bien, resulta que al cabo de unos años instalaron una red de metro en la ciudad. Los beneficios eran los siguientes: seguridad, velocidad, capacidad de llevar gente, coste,...Un ticket de metro con varias entradas para entrar en la red vale unos seis euros mientras que un taxi por llevarte a la esquina de donde te encuentras, ya te cobran eso. Evidentemente, nos arruinamos al caer en picado nuestra inversión. Mi familia tuvo que prescindir de los monitores, de la asistenta y vender el piso y la casa de campo. Como no encontrábamos compradores debido al alto precio de las casas, tuvimos que rebajar de manera escandalosa el precio. Ahora están instalados en el piso viejo de mi abuela en otra ciudad, llegando escasamente a fin de mes.
  • 24. Relatos y cuentos 2008 Rafael López Azuaga Universidad de Cádiz 24 Estarán ustedes con una cara bastante rara. Estarán preguntándose que por qué no me fui con ellos. Resulta que yo y mis padres nos llevamos como el perro y el gato. Nos peleamos continuamente por todo. Mi padre quiso que estudiara la carrera de Medicina ( como él ), pero a mí no me gustaba estudiar. No me llegué a sacar ni el graduado escolar, era demasiado flojo. Me echaron porque no podía repetir más veces y me puse a ayudar a los cocineros. Resulta que uno de los cocineros tuvo que darse de baja, así que me ofrecí para ayudarles. Los resultados eran tan positivos que decidieron no contratar a otro cocinero y tenerme ahí. Ya que no estudiaba, pues que hiciera algo por lo menos. Tras esas buenas experiencias, me entró el gusanillo de estudiar algún curso de hostelería y dedicarme a la cocina. Él decía que el mundo de la hostelería es un trabajo muy mal pagado y muy duro, y que había hosteleros por todos lados y que iba a quedarme en el paro. Insistía en que retomara los estudios. Su insistencia era tan severa que me matriculó en un colegio en donde la edad no importaba. Lo hizo sin mi opinión. Me negué completamente, estaba muy a gusto trabajando en la cocina, me iba de maravilla. Estuve dos años allí y fueron los dos mejores años de mi vida. Mis padres no se molestaron en buscar otro cocinero porque decidieron usar dicho dinero para los caprichos de mis hermanos. Ellos se compraban de todo, así que usó el dinero para darles la paga semanal. Ellos sí estudiaron, pero eran unos pijos de mierda y creidísimos. Yo me peleaba mucho con ellos. Tras la negativa de mi padre, me fui de casa. Cuando me fui, todavía mi familia era rica, no había pasado lo de la red de metro. Con el dinero de mi cartilla, me busqué un pisito. Estuve buscando trabajo, pero como no tenía ni el graduado escolar, me echaban de todos lados. Poco a poco se me iba agotando el dinero y me negaba a volver con mis padres. Lo siento, tengo mi orgullo. Al poco tiempo, el casero me echó por falta de pago. Y ya ven, por eso estoy en esta situación. Hace ya dos meses de eso. Ahora vivo aquí, en esta pequeña chabola que me he montado. Tengo muebles, ropa y hasta una televisión. Es pequeña, pero suficiente para mí. Se preguntarán ustedes: Pero si se quedó sin dinero, ¿cómo ha conseguido usted todas esas cosas? ¿robando? No señor, yo no soy ningún ladrón. Yo tengo mi dignidad y mi orgullo, ya lo he comentado antes. Lo he conseguido de forma honrada y sin trabajar. La gente no sabe apreciar el valor de las cosas que tienen. Enseguida se ponen a tirar cuando compran algo nuevo o porque se desgasta un poco. La gente saca los muebles que no quieren y los dejan al lado de los contenedores de basura para que los recojan y los tiren. Yo siempre todas las noches, antes de que venga el camión de los basureros, miro lo que hay y lo cojo. Tengo tres sillas, un mueble con cajones para guardar cosas, un zapatero, una mesa de playa medio coja pero que lo he solucionado con un ladrillo, un colchón para dormir, dos mantas viejas, una televisión que el único problema que tenía era que la antena estaba rota pero que conseguí una que habían tirado por ahí y vino de perlas. El mundo está corrompido por el consumismo. La gente no para de comprar por comprar, no ahorran el dinero y lo que hacen con él es gastarlo todo sin parar. Yo por ejemplo tengo solo un par de pantalones y tres o cuatro camisetas, las que me llevé cuando me fui de casa. No necesito más, cuando se ensucian las lavo en la fuente y listo. Entiendo que la gente puede entrar a robarme, pero estoy en una zona privada escondido. El dueño está en el extranjero de viaje de
  • 25. Relatos y cuentos 2008 Rafael López Azuaga Universidad de Cádiz 25 negocios y viene solo una vez al año. Aquí llevo solamente dos meses, que fue cuando se fue. Todavía me queda tiempo hasta entonces. Ese tipo no tiene familia, así que nadie vendrá aquí. Para alimentarme, tengo mis truquitos. Aquí hay manzanos, con lo que con ellas tengo mis vitaminas. Luego me paso disimuladamente por la plaza. No saben ustedes lo que desperdician los dependientes. Tiran bolsas con lo que les ha sobrado, que luego no solamente son huesos, hay hasta trozos enormes de carne. Disimuladamente las cojo, ya que las dejan para que luego las tiren a la basura. No solo de carne, también de verduras o cosas caducadas como cajas de galletas, envases de leches y zumos, conservas,...Para el agua, me basto con la fuente del parque ( allí hay naranjos, con lo que de vez en cuando cojo algunas ). Todos los días hago en el parque algo de footing y gimnasia, para mantenerme en forma. Paso de volverme obeso, hay que cuidarse. Pero eso sí, no se puede estar toda la vida así. Hay que trabajar para ganarse algún piquillo. Un día hice el siguiente truco para conseguir que me admitieran en un restaurante como cocinero ( ya les dije antes que les contaría como lo conseguí ). Uno de los restaurantes más conocidos es “Rojo y Amarillo” ( de los colores de la bandera de España, el fundador era algo facha y amaba mucho su país como lo amaban en su día todos los franquistas ). Pedían experiencia en el currículum y yo ni siquiera tenía hecho el currículum y no tenía ni el graduado escolar. Por ello, lo más probable es que me echaran en cuanto entrara. Tenía que demostrar mis cualidades como cocinero para que ellos las vieran y así vieran lo bueno que soy. Tuve que idear una táctica para convencerles. Entré ( eso sí, con mi mejor ropa y recién lavado ) y pedí de lo mejor de la casa ( es decir, lo más caro ). Hacía tiempo que no comía tan bien: Una ensalada mixta gigantesca, pato a la naranja con patatas y pimientos fritos, dos vasos de fanta de limón ( no bebo bebidas alcohólicas ni fumo, ya les he dicho que me cuido ) y tarta helada, de la más cara que había. Tras darme el festín, le dije al camarero que no poseía el suficiente dinero pero que si me dejaba trabajar hasta cumplir con el dinero ( vi que necesitaban ayudantes ), que ningún problema. Resulta que un camarero estaba de baja por enfermedad, así que con ello evitaban buscar un suplente para ese día ( era sábado por la noche, que es cuando más se llena ). Estuve al principio lavando los platos pero necesitaban ayuda en la cocina. Me colé e hice el plato que habían pedido, un empresario riquísimo: pavo relleno adornado con caviar y especias, versión 2006. Me dispuse a hacerlo. Ya les dije que me encantaba la cocina y que pensaba dedicarme a la hostelería, así que me dispuse a cocinarlo y añadirle ingredientes secretos. El camarero que me “contrató” vio como terminaba de hacerlo, así que se llevó algo confuso la bandeja. Cuando el empresario probó el plato, se quedó entusiasmado con el sabor. Decía que anteriormente no había probado un pavo trufado igual ni cuando otras veces había comido en el mismo restaurante. Orgulloso, decidió que se enteraría todo el mundo de esta mejora en la cocina del restaurante. El camarero se dio cuenta de que yo lo hice, así que se dispuso a llamar al dueño ( el hijo del que lo fundó ). Le comentó lo ocurrido con el empresario, así que me contrataron como cocinero. Sigo trabajando allí, cobrando un suelto decente. Ahora ustedes se preguntarán que por qué sigo viviendo en esta chabola. Paso de gastarlo directamente, ya les he dicho que detesto el mundo del consumismo. Lo guardo en mi cartilla, que
  • 26. Relatos y cuentos 2008 Rafael López Azuaga Universidad de Cádiz 26 aún la conservo. A veces como allí de lo que sobra. La gente desperdicia la comida. Piden platos enormes y luego se dejan la mitad. Disimuladamente, en vez de tirar todo eso a la basura, lo guardo en una fiambrera de la empresa y me lo llevo para comérmelo. Con eso y con lo que comenté, estoy por ahora bien cuidado. No tengo amigos. Perdí los que tenía cuando vivía con mis padres. Recuerdo que los sábados por la noche salíamos de marcha y nos íbamos a las discotecas a ligar y menear el esqueleto. Reconozco que hecho de menos el sexo. Por las noches, a escondidas, solía masturbarme. Ya no lo hago, pero reconozco que hecho de menos los placeres eróticos. El otro día, cuando salía de trabajar, me crucé con una chica que me atrajo. No era muy guapa, tenía el pelo raro, gafas y totalmente plana ( nada de senos ni glúteos prácticamente ). Pero vi algo en ella que me llamó la atención. El caso es que mi corazón latía sin parar y tenía la sangre helada. Apenas podía moverme. Comencé a seguirla disimuladamente. La chica parecía distraída pensando en sus cosas, así que no notó que la seguía. Averigüé la casa en donde vivía, pero si quería algo con ella, tenía que informarme. Así que ideé lo siguiente: subí al piso en donde vivía ella, llamé a la puerta haciéndome pasar por un misionero que quería ofrecerle cosas sobre Dios. Afortunadamente un tipo me dio cosas de estas sobre sectas, la palabra de Dios, Jesucristo,...Me soltó un rollo que de repetírmelo tantas veces me lo aprendí de memoria. No soy creyente, pero esta vez puede serme útil hacerme pasar por uno. La chica me hizo pasar al salón y mientras se dirigía a por un vaso de agua, me puse a ver la casa. Solamente había fotos de viejos, ninguna de un joven. Con ello pude deducir que la chica no tenía novio. Le pregunté si podía ir al servicio. Era una excusa para colarme más adentro en la casa sin que sospechara. El cuarto de baño estaba al lado de su habitación y pude ver un libro que ponía “diario”. Lo cogí y me lo escondí. Tras darle el discurso sobre la religión ( idéntico al que me dieron a mí en su día ), me fui y le di en vez del teléfono que allí venía, mi correo electrónico. El correo electrónico me lo saqué en su día cuando aún mi familia era millonaria. Este es: gust@hotmail.com. De chico me interesaron los tornados, y “gust” es tornado en inglés. De momento todo estaba saliendo a pedir de boca. En el trabajo me iba bien y además aprendía cada vez más sobre cocina y cada vez me salían mejores los platos. Siguen tirando cosas en los contenedores, las cuales yo cojo, limpio y las uso. El otro día tiraron un teléfono móvil que llevé a una tienda para que me lo arreglaran y perfecto. Así para cualquier urgencia lo tengo, y ya lo puedo usar cuando me llame mi chica. He estado leyendo su diario. Se llama Blanca Morillo Fernández, tiene 21 años y trabaja en una tienda de ropa. Su vida es muy monótona: solo trabaja, nada más. No sale apenas, no tiene vida social porque de pequeña siempre la discriminaron. En su diario se lamenta por todo eso y espera algún día encontrar el amor verdadero. Se me ocurrió visitarla en la tienda en donde trabajaba. Me disfracé para que no me reconociera. Me afeité, me corté el pelo y me puse un bigote postizo. Además, me encontré unas gafas de sol, con lo que con ellas disimulé bastante. Entré, pregunté por un traje para una boda y me los enseñó. Comencé a hablar con ella, sacando los temas que a ella le gustaban. Uno de sus hobbies eran los gatos. Le encantan los gatos. Así que solté que mi gato se había meado en mis zapatos. Mientras me enseñaba zapatos, le hablaba. Disimuladamente me fui hacia la biblioteca municipal.
  • 27. Relatos y cuentos 2008 Rafael López Azuaga Universidad de Cádiz 27 Entré en el correo y vi un e-mail de ella. Me decía que aceptaba la oferta, pero que podía interesarle a una prima suya que es forofa de esas cosas. Así que me dijo que un día quedáramos. Le respondí al e-mail diciéndole que fuera por la noche a cenar al restaurante en donde trabajo en mi día libre. Me puse mis mejores ropas y me dirigí allí. Allí la vi y la saludé desde lejos. Al sentarse, me comentó lo de su prima y me dio sus datos. Al pedir la comida, los camareros me reconocieron y me saludaron. Le rebelé a la chica que yo trabajaba allí. Tras comentar lo de su prima, comenzamos a charlar. Empecé a sacar otros temas que a ella le gustaban. Para empezar, le encanta el cine. Todos los sábados por la tarde ella asiste al cine. Le encantan las películas de amor. Una de las últimas que vio fue “El tigre y la nieve”, del actor y director Roberto Begnini ( algo así era su apellido ). La chica estaba encantada conmigo, parecía que hacía tiempo que no mantenía una conversación así con nadie. Tanto que me atreví quedar para ir los dos al cine el próximo sábado por la noche. Aceptó encantada ( siempre iba sola, ir por una vez acompañada para luego comentar con alguien la película, era algo que no hacía desde hace mucho tiempo ). Parece que todo va viento en popa, pero me equivoqué. Pasó lo peor que podía haber pasado. Blanca llamó a la empresa de religión y al decir mi nombre, nadie lo reconoció. Blanca se quedó asustada, no sabía que pensar. Se pensaría que era alguien que quería timarla o algo por el estilo ( bueno, en este caso sería timar a su prima, no a ella ). Al día siguiente, durante el descanso por la comida, Blanca fue al restaurante donde trabajo. Preguntó por mí. Cuando salí, me dio una bofetada. Me dijo que era un timador, un farsante, que había hecho todo esto para timarla, que se aprovechaba de la gente inocente como ella,...Me echó un broncazo tremendo. Me desanimó bastante y hasta cometí algunos fallos en la cocina ( me pasé con la sal en uno de los platos, se me cayeron unos platos, resbalé con un poco de agua que cayó al suelo,... ). Cuando acabó mi turno, me fui corriendo a mi casa. Me puse a mirar las estrellas, como ya saben ustedes que me gusta. En todos los dibujos que hacía, me salía el rostro de Blanca. No paraba de pensar en Blanca. Me he enamorado completamente de ella. Pensé en la forma en como perdonarle lo que he hecho y aclarárselo todo, que yo no quería timarla. Así que me dirigí a las dos de la madrugada a su casa. Subí hasta la planta en donde estaba su piso. Pegué la oreja a la puerta y escuché un silencio absoluto. Quería pensar algo para conquistarla. Necesitaba una idea para que se despertara de forma agradable y no enfadada. Ella debía de seguir enfadada conmigo por el tema de hoy. Seguidamente me acordé de un cantautor que le gustaba: Luis Eduardo Aute. Recordé que una de sus canciones preferidas era “Al Alba”. Fui enseguida a buscar la letra en Internet. A esas horas estaba un salón recreativo abierto. Me conecté enseguida, me conecté en el Google y copié en una hoja de un anuncio que arranqué de las paredes. Luego, con ayuda de los coches que se encontraban debajo del edificio y de una escalera que encontré un día por ahí tirada, me subí a un balcón del segundo piso. Ella vivía en el quinto, así que cuidadosamente comencé a escalar. Reconozco que tenía un poco de miedo, porque si me caía, podría fallecer. Tenía que haberme traído el colchón para amortiguar la caída. Pero en el amor no existen baches. Cuando hay que recuperar o salvar una relación ( bueno, en este caso, una posible relación ), no existen obstáculos. Por suerte no había nadie alrededor. A esas horas por esas
  • 28. Relatos y cuentos 2008 Rafael López Azuaga Universidad de Cádiz 28 calles no había ni Dios. Reconozco que temía encontrarme con un policía y que pensara que era un ladrón. Logré escalar hasta su ventana. Como truco me imaginaba que ella estaba esperándome en la ventana para rescatarla, como si fuese la princesa Fiona o aquella de las trenzas larguísimas. La tenía un poco abierta porque hace calor. Tuve que echar para arriba despacito la persiana, con cuidado de no caerme. De repente resbalé y me agarré a la cornisa. Estaba a punto de caerme. Estaba colgado y no había nadie para ayudarme. Maldecí el momento en el que olvidé coger el colchón. No me quedaba más remedio: cantar la canción. Era la única forma de llamarle la atención a Blanca. Me puse a cantarla. Blanca se despertó y reconoció la canción. La escuchó con alegría, aunque con algo de desprecio puesto que no se me da bien cantar. De repente, pensó y reconoció mi voz. Abrió la ventana y al verme agarrado a la cornisa, gritó. Le pedí que me agarrara, que en ningún momento quise timarla para llevarme el dinero, que lo hice todo para poder llamarle la atención, que robé su diario ( ella estaba confusa porque pensó que lo había perdido ) para conocerla mejor y así saber como conquistarla, que me colé haciéndome pasar por el de la secta religiosa para tener una excusa para colarme,...y por último, la frase mágica: que me había enamorado de ella, que no paraba de pensar en ella, que yo si la quería por como era y que les dieran por saco a todos los que la discriminaban porque para mí era una diosa. De repente empezó a llorar y las lágrimas cayeron en mis manos. El escalofrío hizo que una de ellas resbalara. Estaba a punto de caerme. Cuando la otra comenzó a resbalarse, ella me agarró. Los vecinos, por el jaleo armado, se asomaron por la ventana. Vieron el acontecimiento y estaban asustados. Algunos pensaban que me quería suicidar, otros que me había asomado por la ventana y había resbalado,...dudo de que pensaran que había escalado hasta allí para recuperar el amor. Con la ayuda de Blanca y un poco de esfuerzo por mi parte, conseguí entrar dentro de la casa. En ese momento Blanca y yo nos besamos y acabamos enrollándonos. Lo hicimos con una pasión que jamás ninguno de nosotros dos experimentó. Era pasión de amor. Bueno, aquí acaba mi historia. Ahora mismo he quedado con ella para tomar algo. Mientras llegaba la hora, me puse a dibujar en las estrellas y de paso a contarles mi historia. Estamos pensando en vivir juntos. Para ello, tendría que deshacerme de todos estos muebles. Puede que les parezca raro que ya tan pronto vivamos juntos, pero ambos estamos solos y nos necesitamos el uno al otro. Pienso vender mañana todo esto a un trapero o a algún sitio para que lo reciclen. Por suerte, con mi trabajo en el restaurante, me han subido el sueldo. El fallo que tuve con la sal aquel día no se me contó por lo que ocurrió aquel día en el restaurante. La gente de allí es comprensiva a pesar de todo, entienden lo que es tener problemas. Actualmente la mayoría de las familias tienen problemas en sus relaciones, no tienen confianza entre ellos. Y con los amigos ocurre, es muy difícil evitar los malos rollos. Todos mis compañeros pasan por eso, así que entendieron mi problema, y más tratándose de que era la persona de quien estás enamorado. Con mi sueldo, el suyo y los ahorros ya mencionados más los que ya tenía de que iba ahorrando por mi contrariedad al consumismo (tal como he ido demostrando a lo largo de esta historia ). Si nos amamos, puede marchar todo bien. Hace poco envié un correo a mi madre. Le conté como era mi vida:
  • 29. Relatos y cuentos 2008 Rafael López Azuaga Universidad de Cádiz 29 “Vivo con una persona maravillosa de la que estoy locamente enamorados, ambos tenemos un trabajo fijo con un sueldo decente para mantenernos y no somos consumistas, con lo que nos va de maravilla. Un día de esto iré a visitaros. Quiero que olvidemos todas las discusiones y que nos perdonemos. Siento el haberme escapado, pero lo necesitaba para rehacer mi vida. Con ello, mirad lo que he conseguido, hago lo que me gusta y tengo a Blanca. Tengo ganas de que la conozcáis. Un abrazo”. Bueno, ya me marcho. Espero no haberles aburrido con mi historia. Espero oír sus historias pronto. Gracias.
  • 30. Relatos y cuentos 2008 Rafael López Azuaga Universidad de Cádiz 30 Cuando la familia se separó Rafael López Azuaga Somos una familia que siempre estuvo espiritualmente muy unida. Siempre íbamos juntos a la iglesia, teníamos la misma ideología política, nos gustaban las mismas cosas y detestábamos las mismas cosas. Siempre hacíamos todo juntos, pero últimamente, la familia se ha separado bastante. Perdón, no me he presentado, me llamo Julián, tengo cuarenta y cuatro años y soy pastelero. Tengo una mujer llamada Juana María, de dos años menos que yo, y tres hijos: Christian, de dieciocho años; Marta, de quince años y Ernesto, el pequeño, con solo ocho años. Mi suegro vive con nosotros, se llama Pedro y tiene setenta y cuatro años. Mi suegra falleció hace cuatro años y mi mujer se negó a que se quedase sólo, así que se quedó a vivir con nosotros. Todos vivimos juntos en la ciudad de Cádiz, más conocida como la “tacita de plata”. Mi familia ya no es lo que era. No sé que ha podido ocurrir, pero con el tiempo nos hemos distanciado. Ya no vemos juntos la televisión ni salimos juntos para ir al cine o al teatro. Cuando lo hemos hecho, cada uno ha entrado en una película diferente. Antes tomábamos la leche juntos con pastelitos que había hecho en el trabajo, pero siempre cada uno está con sus amigos o de compras. Mi suegro se pasa el día en la taberna jugando con sus amiguetes a las cartas y al dominó, aspirando grandes cantidades de tabaco de sus amigos. Mi mujer se va todas las tardes a un club de escritura y luego se va con sus amigas a una cafetería a cotillear y a criticar a todo el mundo. En cuanto a mis hijos, el mayor está todo el día estudiando y cuando no, sale de marcha con sus amigos. Mi hija se ha echado un novio y está todo el día fuera con él, descuidando los estudios. El pequeño se encuentra todo el día jugando al fútbol, a la videoconsola y viendo los dibujos animados. Yo, por mi parte, me quedo en casa aburrido. Me pongo a leer la prensa, me conecto a Internet un rato, echo la siesta, veo alguna película en la televisión o simplemente salgo a pasear, recordando los viejos tiempos. Parece ser que, con el paso de los años, todas las familias comienzan a distanciarse. Yo no quiero que me pase eso. Por ello, decidí acudir a un psicólogo para ver qué podía recetarme. -Veamos a ver, Don Julián, lo que ocurre es que usted tiene miedo de que, con el paso de los años, su familia empiece a olvidarse de la microsociedad que forman ustedes como familia y empiece cada uno a hacer su vida. A veces, pasan de la familia por temor a que ustedes se metan en su vida y les dejen en mal lugar ante su nueva microsociedad, en este caso, los amigos, las parejitas, ...Ya asocian las palabras “ocio” y “diversión” con esas nuevas microsociedades y no con la familia –le comenta el psicólogo. -Bueno, eso ya lo sé, pero ¿qué puedo hacer para evitarlo? –pregunta Julián, muy preocupado. -El problema es que ya no asimilan lo que les ha aportado el estar siempre todos juntos. Tienes que intentar que recuerden aquellos momentos que pasabais juntos, aquellos en donde compartíais todo. Deberíais de visitar a
  • 31. Relatos y cuentos 2008 Rafael López Azuaga Universidad de Cádiz 31 antiguos familiares, ver imágenes de familiares que no están, vídeos y fotografías de cosas que habéis hecho juntos, contar anécdotas, ...Todo eso hará ver la luz en tu familia e intentar recuperar el tiempo perdido. Bueno, a partir de entonces, intenté buscar vídeos, fotos, ...de cosas que habíamos hecho juntos. Un día, mientras esperaba a que llegasen todos, instalé mi viejo proyector de súper-8 y el proyector de diapositivas e instalé una gran pantalla. Decidí prepararles una suculenta comida, como sorpresa. Nuestro plato preferido, aquel que todos teníamos en común, era el “arroz tres delicias”. Cocí arroz y lo freí mezclando ajos, salchichas, jamón de York y trocitos de tortilla. Preparé dos salsas diferentes y las puse en un cuenco, para que cada uno se sirviese a su gusto. Pensé en aquel licor que a todos nos gustaba. Era un licor que nos preparaba siempre mi suegra, que en paz descanse. Mezclaba zumo de limón natural, zumo de fresas natural, “seven up” y zumo de albaricoque. Te dejaba un gusto en la boca que parecía que había una discoteca a rebosar dentro de ella. Poco a poco fueron llegando todos. Les sorprendió mucho que hubiese preparado la cena por sorpresa. Nos sentamos todos y comencé a preguntarles qué tal les había ido el día. Se quedaron todos en silencio. Así que fui paso por paso. Primero le pregunté a Christian qué tal le iban los estudios. Me dijo “Bien...”. Él ya nunca comparte sus notas, solamente cuando tengo que firmarlas. Parece ser que no quiere ninguna presión sobre mí, ¡ni que yo les presionase, si yo siempre les digo que lo hagan lo mejor que puedan! A continuación pasé por Ernesto, preguntándole qué tal el partido. Dijo: “Bien, empatamos”. De repente, otro silencio. No sé cómo conseguir que me cuenten más detalles. Parece que tengan miedo de cómo vamos a reaccionar. ¿Qué puedo hacer ahora? Por ello, decidí enseguida poner en marcha los proyectores. Comenzamos con una película de nuestro viaje a Barcelona. Aparecíamos todos de jóvenes. Ernesto todavía era un bebé y fueron también mis padres con nosotros. Mi suegro no fue, se quedó con mi suegra en su casa. Estuve comentándola. -¡Dios, ¿os acordáis del Palacio Episcopal? ¡era precioso! Por allí cerca había personas actuando para que les echáramos dinero. Echo de menos las pesetas, con esto del euro los precios han subido una barbaridad. Además, eran más nuestras, no sé. ¿Vosotros qué pensáis? Cuando me asomé, vi que Marta estaba enviando mensajitos por el móvil, Ernesto estaba leyendo un tebeo de “Mortadelo y Filemón”, mi mujer se puso a fregar los platos y mi suegro y Christian se quedaron dormidos. Sentí un gran vacío en mí. No sabía qué hacer. La conexión entre mi familia había desaparecido. Durante la cena, el único que hablaba era yo. Me ponía a contar los pasteles que vendí, lo que me comentaban las vecinas que venían a comprar pan, el pedo que se tiró mi compañero de trabajo Basilio cuando se agachó a atarse el zapato, ...pero no me respondían apenas, solamente Marta me respondió diciéndome que había perdido el apetito cuando conté lo del pedo de Basilio. Me siento completamente chafado, como si yo fuese un bollito relleno de crema y me hubiesen aplastado con la palma de la mano contra la mesa. La crema es mi sangre, mi esperanza por conseguir la unidad de mi familia, y se va esparciendo por la mesa, perdiéndola para siempre, puesto que cuando la recojan la van a tirar a la basura, y desaparecer para siempre toda mi esperanza.
  • 32. Relatos y cuentos 2008 Rafael López Azuaga Universidad de Cádiz 32 Recogí todo y les dije que me iba a acostar ya, que entre el trabajo y la cena, estaba agotado. Me pasé toda la noche dando vueltas en la cama, preocupado. ¿Había perdido para siempre a mi familia? ¿Qué podría hacer para recuperarla? ¿Cómo podría lograr que mi familia se diese cuenta de mi preocupación y de nuestro problema? ¿Debería llamar a mi psicólogo para que venga a mi casa a darles una charla? ¿Y si eso resulta demasiado violento para ellos, como forzado a querernos? No sé qué hacer, estoy desesperado, más que el coyote intentando cazar al correcaminos, que el equipo de mi ciudad por lograr el ansiado ascenso a primera división, ...¡Señor, dame fuerzas, por favor! Al día siguiente, tras salir del trabajo, fui a ver a mi psicólogo. En lugar de coger el autobús, me fui andando. Cogí por el paseo marítimo para relajarme un rato. Ya hace calor, así que viene gente a disfrutar de la playa. Todavía hay pocas sombrillas, pero ya dentro de nada comenzará la temporada de playa y esto se llenará. Esto me recuerda a cuando íbamos todos juntos a la playa. Nos poníamos en el lado en donde se encontraba la heladería “Alicante”, solo que acercándonos más a donde se encontraba el agua. Nos tumbábamos boca arriba y charlábamos de nuestras cosas. El estar todos juntos ahí tumbados y hablando era un gran momento de placer, parecía que nos encontrásemos durmiendo en un balneario, sin presiones, como si ya estuviésemos jubilados y mientras tanto el Sol se encargaba de darnos un masaje con sus manos con forma de rayos. A la hora de bañarnos, nos turnábamos por miedo a que nos robasen, pero cuando jugábamos en la arena, siempre estábamos todos juntos. Construíamos castillos, dibujábamos en la arena mojada, jugábamos a las palas, al fútbol, a enterrarme, ...Eso sí, como estoy gordito, les costaba hacerlo y nos podíamos llevar toda la tarde. Llegué a la consulta, cerca de las puertas de tierra. Le comenté todo lo que ocurrió anoche a mi psicólogo. -Bueno, parece ser que los recuerdos del pasado no han funcionado correctamente. Pero si te fijas, solamente has usado aquellos que funcionaron correctamente. Nos queda otro tipo de recuerdos que puede hacerles ver la luz y recuperar la confianza en ti y entre todos –comenta el psicólogo. -¿Cuál es? ¡Por favor, estoy desesperado! -Pues se trata de intentar recordar algo que en su día intentasteis hacer pero que, entre una cosa y otra, pues no lograsteis hacer. Vamos a ver, ¿hubo algún viaje que intentasteis hacer, que todos deseaban con fuerzas pero que luego no pudisteis hacer? –pregunta el psicólogo. -Bueno, quisimos ir a Disneylandía, pero costaba carísimo y coincidió además con el fallecimiento de mi madre. Estábamos muy dolidos y mi padre se encontraba con la moral por los suelos y comenzó a enfermar. No podíamos irnos de allí y dejarle solo en el estado en el que se encontraban. -¡Pues ya está! Reintenta de nuevo hacer ese viaje. En aquellos tiempos, no estabais en condiciones de viajar. Pero tus padres ya fallecieron, que en paz
  • 33. Relatos y cuentos 2008 Rafael López Azuaga Universidad de Cádiz 33 descansen, y ya no tenéis por qué preocuparos. Tu suegro, afortunadamente, todavía se encuentran bien y podéis llevároslo de viaje. La idea no me pareció mala, así que decidí probar. Para que todo fuese más emotivo, preferí darles una sorpresa a mi familia. Fui a la agencia de viajes del Corte Inglés y reservé un viaje a Disneylandia para seis personas. Toda la familia junta allí de viaje en este fin de semana. Había salido algo caro, pero todo sacrificio valía la pena para poder recuperar a mi familia. Llegué a casa y me puse a preparar el paquete con los pasajes, envuelto en papel celofan para que fuese más emocionante, como cuando nosotros éramos pequeños y veíamos con ilusión los regalos de los Reyes Magos envueltos. Tras cenar nuestra tortilla de patatas de todos los jueves, les puse en medio de la mesa el paquete. Les dije “adivinad lo que es”. Mi familia me miró con cara rara. Comenzaron a decir cosas absurdas: “pastelitos para el postre”, “una foto”, “un paquete envuelto en papel celofan”, “dinero”, “un perfume”, “puros”, ...Nadie acertó, así que le di el paquete a Ernesto para que lo abriera. -Parecen unos billetes de avión, papá –comentó Ernesto. -Exacto. Son unos billetes de avión. Me acordé de que, hace algunos años, quisimos ir todos a Disneylandia, pero por las circunstancias que ocurrieron por aquellos tiempos, no pudimos hacerlo. Pues bien, para este fin de semana, he pensado que podríamos recuperar aquel sueño que tuvimos y pasárnoslo en grande, todos juntos, en familia. -Pero papá, ¿estás loco? Este fin de semana tengo yo el partido contra el colegio “Rebaño de María”. ¡Soy el pichichi del equipo, me necesitan! –comenta Ernesto, muy enfurecido. -¡Y yo tengo el lunes un examen de Matemáticas, con Don Gerardo, y aprobar un examen de los suyos es más difícil que lograr que Cádiz y Jerez sean hermanos! –comenta a continuación Christian, muy nervioso. -¡Y yo he quedado con mi novio para ir al concierto de Roberto Chikilicuatre, en Chiclana! ¡Tenemos las entradas desde hace un mes! –comenta Marta, muy histérica. En ese momento, me vine abajo. Recogí los pasajes y me fui a dar una vuelta. Esperaba que mi familia saliese detrás mía, pero no. No sé si es que no se han dado cuenta de que he salido, o si se piensan que he ido a sacar la basura o si he ido a mirar el correo o a sacar dinero, ...No lo sé, pero es una muestra más de que mi familia ya no es lo que era. Me fui a dar un paseo, esta vez por dentro de la ciudad, ya que hacía mucho frío por el paseo marítimo. Fui andando por la avenida Juan Carlos I, viendo las luces y los coches circulando por allí, con un tono amarillo como el de un caramelo de limón. Estaba destrozado por dentro. Me sentía como si corazón fuese un jarrón que un loco, totalmente enfurecido, ha arrojado al suelo con todas sus fuerzas para desahogarse. Estaba totalmente destrozado, en cachitos, y los llevaba arrastrando y hacía que mi andar fuese incómodo. No pude más y me senté en uno de los bancos que hay en la acera que se encuentra enfrente del bar “Stop”.
  • 34. Relatos y cuentos 2008 Rafael López Azuaga Universidad de Cádiz 34 Me puse a pensar: ¿qué podría hacer ahora? He perdido una buena cantidad de dinero inútilmente. Puedo devolverlo, pero no me devuelven todo el dinero. ¿Devuelvo cinco y me voy sólo este fin de semana a pensar? ¿Los vendo y con el dinero que gane me hago un viaje para mí solo a Estados Unidos? ¿Pido el divorcio? Necesito cambiar de vida. Me siento como un niño perdido en un laberinto con muchas caminos pero que solamente uno da lugar a la salida. Volví a las tres de la madrugada a casa. Mi familia estaba acostada. Nadie me esperó para saber a dónde había ido. Esto ya era el colmo. Jamás me había sentido tan mal. Decidí acostarme en el sofá, no tenía ganas de estar al lado de mi mujer. Me puse a pensar en una solución, pero ya empezaba a quedarme dormido. Al día siguiente, siendo viernes, una vez que salí de trabajar, volví a visitar a mi psicólogo. Le conté todo lo ocurrido. Esta vez me dijo que hablase esta noche con la familia para explicarles por qué salí de casa sólo, sin avisar a dónde iba. Esta vez la herramienta tenía que ser el diálogo. Si quería reforzar el diálogo y que mi familia fuese sincera conmigo, tenía yo que romper el hielo. Ya tenía un suceso interesante a contar que, en teoría, tenía que interesar a toda la familia: mi salida de anoche. Esta noche decidí en la cena comentarlo todo. La volví a preparar yo, esta vez cociné unos filetes de pescado con habichuelas salteadas con jamón de York y cebolla y una ensalada. Durante la cena, nadie se inmutó. Parecía que no se acordaban de lo que pasó anoche. Por ello, decidí empezar yo. Les conté el por qué anoche salí y la actitud que he tenido durante estos días con los recuerdos y luego con el viaje a Disneylandia. Mi familia comenzó a reflexionar, no se habían dado cuenta de mis intenciones durante estos días. Me comentaron que reconocían que habían desatendido demasiado a la familia. Estaban tan concentrados en sus intereses, sean los exámenes, los amigos, el novio, los partidos de futbito, los juegos de la consola, el club de escritura, el trabajo, ...que ya parecíamos que éramos un grupo de vecinos que compartían mesa y que luego cada uno se iba a por su lado. La rutina había hecho despistarnos. En el fondo, reconocieron que echaban de menos los viajes que hacíamos hace años, que iban a conocer sitios y a mucha gente. También se acuerdan de que íbamos siempre juntos a todos los sitios, y ahora cada uno se va con sus amigos. En su momento les pareció una novedad el irse con otras personas y por eso acabaron rechazando a la familia. Lo mismo ocurre con las cartas frente a los e-mails, las cámaras digitales frente a las de súper-8, los carritos frente a los coches, los barcos de vela frente a los aviones, ...Todo aquello que siempre estuvo con nosotros y que nos trae bellos recuerdos, lo hemos sustituido por las novedades de una manera desagradecida. Está decidido. Vamos a intentar recuperarnos. Por ello, tras cenar, decidimos reunirnos todos juntos y nos comentamos nuestras intimidades. Christian nos contó que últimamente no estaba contento con las notas, ya que se esforzaba y le ponían siempre menos de la que se merecía; Marta comentó que su novio tenía miedo de ir a casa y que por eso nunca lo trajo para presentárnoslo, pero que era un buen chico, muy atento a ella y que quería estudiar periodismo; Ernesto comentó que le gustaba una chica llamada Susana, prima de su amigo David Jesús, y que intentaba siempre lucirse en los partidos de futbito para impresionarla, y que además jugando al último juego de Pokémon ha conseguido seis medallas en dos días y cuarenta nuevos Pokémon
  • 35. Relatos y cuentos 2008 Rafael López Azuaga Universidad de Cádiz 35 capturados. Mi mujer, comentó que estaba pensando en publicar un libro con los relatos que había escrito estos días en su club de escritura y le pedimos que nos leyese algunos de ellos. Nos comentó que le daba vergüenza contárnoslo debido a la rutina que últimamente se había formado en nuestra casa. En cuanto a mi suegro, comentó que un amigo hizo trampas jugando al póker y que se pelearon, aunque luego se pidieron disculpas y se tomaron unos tintos. Al final, todo salió bien. Le compré un ramo de flores a mi psicólogo como agradecimiento por toda su ayuda, ya que si no hubiera seguido todo lo que me decía día tras día, jamás hubiera llegado hasta este nivel. En vista de que mi familia y yo teníamos una agenda apretada, nos prometimos contarnos todos los días los detalles más relevantes de nuestro día y los domingos ir todos juntos a la iglesia, comer y luego ir al cine, cada día tocándole a uno de nosotros elegir restaurante y película. Tenemos pensado este verano ir todos juntos a Disneylandia, ahora en serio. Mi suegro últimamente está más feliz, más atento con todos nosotros. Parece ser que el clima que se ha formado en casa le ha agradado y últimamente no va demasiado a jugar con sus amigos, sino que va a ver a Ernesto a jugar al fútbol, me visita en el trabajo, va al club de escritura a escuchar los relatos, nos hace algunas veces la cena, ...Estoy feliz. Somos una familia que estuvo espiritualmente muy unida. Tuvimos un bache, y ahora volvemos a estar unida, puede que no tan espiritualmente, pero sí unida. Y esto lo digo porque Christian se ha hecho fan de Mariano Rajoy cuando nosotros siempre hemos sido del partido socialista. Pero bueno, hay que saber respetar las creencias, y estar unidos sin que éstas nos dañen.