1. RELIGIÓN GRADO 8°
EJERCICIO DE REFLEXIÓN
Lea el texto completo, conteste de manera amplia las preguntas que
aparecen a lo largo de la lectura y elabore tres conclusiones del tema en
su cuaderno y en el blog socialsciencesinternational.blogspot.com
El dios del ego1
Hay un problema que ha azotado al hombre desde el principio de
la creación. Todo empezó cuando el hombre tomó la decisión de
hacer su propia voluntad en lugar de obedecer al mandato de Dios.
Nos referimos al problema del “yo” o el “ego”.
La palabra ego viene del latín, y el diccionario la define de la siguiente
forma: “La parte del ser humano que piensa, que siente, y que actúa; que
es consciente de sí misma: consciente de que es distinta de los otros seres
a su alrededor”. Podemos decir que es la parte interior, la parte céntrica del
ser humano. Es la parte que distingue a un ser humano de otro.
La palabra “egoísta” se deriva de la palabra ego, y un diccionario le da
esta definición: “El nombre puesto a los que seguían a Des Cartes, que
tenían la opinión que no podían confiar en ninguna cosa fuera de su propia
existencia y en las operaciones e ideas de su propia mente”. En un sentido
informal, podemos decir que el ego es una preocupación desmedida por
uno mismo; es vanidad o presunción.
El ego es la tendencia del hombre a considerarse el centro del universo.
Él se considera el más importante y cree que todo gira alrededor de sí y de
sus intereses. Es un amor desmedida por sí mismo. Hay otro término
derivado de la palabra ego que es egolatría. Esta palabra significa “culto a
sí mismo”. Todos sabemos que la tendencia del ser humano es elevarse a
sí mismo a un nivel que él sea el Dios de nuestra vida.
Dios estableció muy al principio de su trato con su pueblo el hecho de
que sólo el Dios creador y verdadero debe tener cabida en el corazón de
sus hijos. Cuando Dios le entregó los diez mandamientos a Moisés en el
desierto, el primero de los diez decía: “No tendrás dioses ajenos delante de
mí” (Éxodo 20:3). Como Creador y Sustentador de toda la creación, él es el
único Dios que merece adoración y lealtad. Él es Dios celoso y no puede
permitir que otro dios comparta el trono con él. Dios sigue diciendo en el
versículo cinco de Éxodo 20: “No te inclinarás a ellas, ni las honrarás;
porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los
padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me
aborrecen”. El conflicto se ha dado porque el ego del hombre no quiere
1
http://www.elcristianismoprimitivo.com/el%20dios%20del%20ego.htm
2. humillarse bajo el mando de otro, y compite por la posición de más alta
autoridad en la vida de la persona.
Cuando Satanás llegó a Eva en el huerto de Edén, lo atractivo de su
oferta era la promesa de satisfacer el deseo del ego al tomar el fruto
prohibido. Adán y Eva habían estado satisfechos con sujetarse al
mandamiento de Dios y no pensaban desviarse de él. Pero cuando Satanás
sembró la duda en Eva y le despertó el ego, su pensamiento cambió. Ella
empezó a dudar de la autoridad única del Dios verdadero en su vida. Quizá
se hizo preguntas semejantes a las que vemos en la ilustración:
En ese momento, el ego empezó a tomar fuerza sobre el Dios verdadero
y ella tomó la decisión de ponerse a sí misma en el trono de su corazón y
hacer a un lado la autoridad de Dios en su vida. Por un momento el conflicto
se dio entre el ego y Dios, compitiendo por el trono de su vida: pero al fin,
por decisión de él, ganó el ego. Era puso a Dios y su mandamiento a un
lado y siguió lo que a ella le agradaría. El resultado de esa desobediencia
descarada es la naturaleza pecaminosa con la que todo ser humano nace y
con la que no puede agradar a Dios (Romanos 5:12). Este conflicto sigue
en pie desde ese día para acá, y hay millones de personas que han
quedado destrozadas al haber permitido que el dios del ego los domine.
¿Cómo se manifiesta el dios del ego?
El ego se manifiesta de muchas maneras en nuestra vida pero queremos
notar sólo algunas de ellas.
El ego tiende a querer dominar la conversación cuando estamos
hablando con otra persona. La conversación gira alrededor de sí mismo; lo
que yo he hecho, lo que puedo hacer, o lo que pienso, es decir, mi mundo.
Cuando la otra persona trata de meter sus ideas, yo la interrumpo y sigo
hablando de mis logros e ideas. El ego piensa en sí mismo. No tiene tiempo
para otros. El ego también se manifiesta cuando yo me enojo o me
impaciento con otras personas por cualquier cosa. Fácilmente me irrito y
siento que están abusando de mis derechos. Eso no complace al ego, sino
que me molesta y me irrita.
El ego se muestra cuando no acepto el consejo o la corrección que otra
persona me quiere dar, y cuando no me gusta que otros se metan en mi
vida. El ego es autosuficiente y no desea que otros interfieran con su
agenda.
El ego también se manifiesta en el hecho de que no puedo perdonar a
otro por algún mal que me ha hecho. En lugar de perdonar, el ego guarda
rencor por muchos años, a veces por toda la vida, y piensa que está
haciéndole un mal al otro en retribución por lo que el otro hizo. El ego no
sabe que el daño mayor se lo está haciendo a sí mismo.
¿Qué podemos hacer con este dios del ego?
Jesús nos enseña claramente que el requisito para seguirle a él es
negarnos a nosotros mismos: “Si alguno quiere venir en pos de niéguese a
sí mismo, y tome su cruz, y sígame” (Mateo 16:24). No nos habla
necesariamente de privarnos de cosas que quisiéramos tener, aunque
pudiera incluir eso, sino de una manera de vivir que él requiere de sus
3. seguidores. Es un principio que debemos aplicar a nuestra vida en todo
momento. El seguidor de Cristo debe renunciar a las demandas de su
antiguo EGO porque éste ha sido crucificado junto con Cristo. “Con Cristo
estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en
mí...’” (Gálatas 2:20). Ahora vivimos bajo un nuevo principio... un nuevo
estilo... un nuevo rey que gobierna nuestra vida. Es Jesucristo el que
gobierna nuestra vida y no nosotros mismos. Alguien dijo así: “Nadie puede
hacerse más daño que amarse a sí mismo mas que a Dios”. Jesús dijo: “El
que no toma su cruz y sigue en pos de mí no es digno de mí” (Mateo 10:38).
En Juan 12:25 Jesús nos dice: “El que ama su vida, la perderá; y el que
aborrece su vida en este mundo, para vida eterna la guardara”. Para llevar
fruto, el grano de trigo tiene que morir primero (Juan 12:24).
Hermano, si somos sinceros con nosotros mismos, tenemos que
reconocer que una de las luchas más tenaces en nuestra vida es la lucha
contra el ego (contra la carne, contra el egoísmo), y a favor de dejar que
Dios tome completo control de nuestra vida.
Aun después de haberlo crucificado, el ego vuelve a aparecer y es
necesario volver a tratar con él. El apóstol Pablo dice que él muere
diariamente (1 Corintios 15:31). Es algo con lo que tenemos que tratar
continuamente, pero de ello depende, en gran parte, que logremos la
victoria cristiana en nuestra vida. Es un hecho que el ego milita constan-
temente en contra de Jesucristo para que no ocupe el trono.
Para lograr la victoria sobre el ego en nuestra vida, recordemos que
tenemos que tomar una decisión. Cuando nos enfrentamos con una
situación hagámonos la pregunta: ¿Qué es lo que más le agradaría a Dios?
¿Qué le causaría una sonrisa de aprobación? No debemos basar la
decisión sobre lo que nos complace a nosotros mismos. La diferencia entre
estas dos opciones es determinada precisamente por quién está en el trono
de nuestra vida. ¿Quién está al mando? Hermano, no puedes esperar el
éxito de tu vida espiritual si hay competencia para el trono de tu vida. Dios
no comparte el trono con otro. Si le das lugar al ego, Dios se aparta de ti, y
frustras su plan para tu vida.
Puede finalmente evaluar en consecuencia:
1. ¿Quién está en el trono de tu vida?
2. En tu relación con los demás, ¿qué se manifiesta
en cuanto al ego? ¿Está muerto o vivo?
3. ¿Has tratado de servir al Señor y a la vez mantener
el “yo” vivo y en pie?
4. ¿Has sentido la frustración continua de fracasos,
choques, derrotas y conflictos? ¿Está crucificado tu ego?
5. ¿Has pensado sacar lo que puedes de la religión y a
la vez mantener lo tuyo?
6. ¿Sientes que todo el mundo está en tu contra?
Pudiera ser que el ego está en pie.