El documento discute la relevancia del constructivismo y los modelos pedagógicos en la escuela actual. Argumenta que los estudiantes llegan con conocimientos previos que deben ser considerados, y que el aprendizaje debe articularse con lo que el estudiante ya sabe. Sin embargo, discrepa con algunos aspectos de los modelos pedagógicos que no se ajustan a la realidad. Sostiene que el problema principal de la educación colombiana no es el modelo en sí, sino factores contextuales como las condiciones familiares, la pobreza y la
Evaluación de los Factores Internos de la Organización
Constructivismo
1. La pertinencia del constructivismo y los modelos pedagógicos en la
escuela de hoy
El constructivismo entendido cómo el proceso de formación dado a partir de las
elaboraciones de los individuos, cuenta con elementos que desde el análisis
pedagógico se deben considerar.
En primera instancia el entender que el estudiante, en quien se despliega el
aparato educativo, cuenta con saberes previos que antes que desconocerse
pueden servir para fortalecer los procesos de aprendizaje, sobre todo en el nivel
secundario que es donde se pone en juego el conjunto de conceptos plantados y
cimentados desde el hogar y en los estadios elementales de enseñanza.
Es de aceptar igualmente lo que propone Ausubel, en relación a que el
aprendizaje que resulta significativo de alguna manera debe articularse con
aquello que el estudiante conoce, esto de modo programado y no accidental o que
el docente es un facilitador o guía en el proceso que los educandos llevan de
construcción de conocimientos y nuevos significados.
Sin embargo hay que discrepar en otros aspectos asociados a los modelos y
enfoques pedagógicos que si bien los impulsores de los mismos abordan, no se
ven reflejados en sus análisis y prácticas finales y lo que es más dramático,
nuestras comunidades que ni viven el tiempo ni las circunstancias en que aquellos
teorizaron, se atreven a implantar, no pocas veces sin los ajustes debidos
conceptos que no se compadecen con los hechos y por lo demás hacen que los
modelos pedagógicos, enfoques o estrategias didácticas por notables que
parezcan, tiendan a fracasar estrepitosamente.
Es entonces factible sostener la tesis de que el problema de la educación en
Colombia en general y en Bogotá en particular no reside en el modelo pedagógico
2. implementado, ni en su atraso o adelanto, aplicación o desconocimiento, en vez
de ello deberíamos preguntarnos por las condiciones de las familias que
acompañan o no, al estudiantado, desestructuración, disfuncionalidad, ausencia
de patrones morales visibles o ejemplarizantes, ausencia de escolaridad de los
padres, pobreza persistente entre otras variables que si bien, no pueden ser del
resorte de las entidades educativas si la afectan, y en especial a los docentes
quienes son los directos señalados cómo culpables a la hora de revisar cifras, que
parece ser lo único relevante en toda discusión académica en los colegios, esto
asociado a los presupuestos de las instituciones.
Sin un entorno con condiciones aceptables que no óptimas, es casi fantasioso
esperar grandes resultados más allá de la generación espontánea de mentes
brillantes fruto de familias con condiciones puntuales apropiadas o de educandos
con dotes superlativos, pero que nada tendrán que ver con los alcances plausibles
del sistema escolar.
Asimismo, en el entendido que el magisterio se encuentra cada vez más y mejor
cualificado para el ejercicio de su labor, resulta contradictorio que en lugar de
estimulársele hacia el desarrollo óptimo de su quehacer profesional, se le
desaliente cargándole con responsabilidades crecientes desde el papel que no
hay manera dentro de lo humanamente posible, que sea capaz de cumplir,
agotándole al extremo con arandelas psicológicas, afectivas, normativas,
disciplinares y académicas, que sumado a grupos de 40 o más alumnos con
demandas desproporcionadas, dan al traste con toda consigna formativa a
propender.
Es de reiterar que si bien el contexto de los estudiantes es válido para el
aprendizaje, que es menester buscar su pertinencia y balance para ponerlo al
alcance de los mismos y que son ellos quienes deciden cuanto y que quieren
aprender, no es menos cierto que sin condiciones mínimas toda discusión
3. pedagógica, metodológica o didáctica del tenor que sea, queda en letra muerta o
palabrería sin fundamento práctico.
El conocimiento requiere trabajo, repeticiones, refuerzos, vuelta sobre aspectos
complejos o asuntos inconclusos etc., ¿pero cómo desarrollar tareas de
enseñanza eficaces en escenarios en lo que el maestro debe concentrarse en
contener o tramitar situaciones de violencia, agresiones, indisciplina persistente o
ausencia de patrones de comportamiento familiar ahondados por grupos
numéricamente inmanejables ajenos a todo interés por el saber?
Entonces, se debe tomar en serio el asunto evidente y es que, indistintamente que
se enseñe Ciencias Sociales, ética, geografía, política o la disciplina que sea, bajo
la égida de cualquier perspectiva pedagógica, no van a funcionar, entre tanto las
interrogantes o dificultades que sobre todo en el plano local e institucional se
presentan, no se traten con seriedad.
Pareciera ser que todo se reduce a pensarnos en la manera de aplicar un modelo
en el aula y así, desde unos resultados determinar qué tan cerca o lejos estamos
de un ranking que, para ningún pedagogo es desconocido, se elaboró pensando
en criterios de organismos multilaterales con intereses más económicos que
formativos. Si ese es el caso, y lo que interesa es la tasa de aprobación para
medir la eficiencia de un maestro, o la posición del colegio con respecto a otras
instituciones en las pruebas saber y demás evaluaciones de orden distrital y
nacional, pues eso se resuelve de manera pragmática, dediquemos grado por
grado a preparar a los estudiantes para las dichas pruebas, tomemos los
exámenes cómo pauta de evaluación o copiémoslo y por efecto de repetición
semana a semana o mes a mes implementemos pruebas de tal suerte que el
estudiante se entrene en la contestación eficaz de las mismas y problema
resuelto.
Sin embargo, si el interés real son las dificultades que se presentan en el manejo
de los grupos por cuenta de las violencias, la falta de apoyo de las familias y las
4. demandas de un estado que agobia a los docentes responsabilizándolos por los
males en conjunto de lo educativo, entonces se deben tomar medidas de rigor que
coadyuven al trabajo noble y sacrificado que de por sí los maestros ya realizan. Es
entonces que, una vez abordadas las problemáticas estructurales de la escuela y
focales de la institución en particular, será factible pensar en qué modelo favorece
el aprendizaje de los estudiantes por cuanto en las condiciones actuales, y aunque
suene impresentable ese es la menor de las preocupaciones. Tanto más cuando
los valores, principios ciudadanos, el respeto, la solidaridad, el compañerismo, el
trabajo en equipo, el perdón, la amistad desinteresada o el amor fraterno, no
parecen ser relevantes en el sistema educativo colombiano moderno, que a fin de
cuentas se cree existente para organizar algo que cada vez pareciera menos
humano, menos vivible.
Elaborado por: Johan Fernando Alfonso Aguirre