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EXPERIENCIAELPANDOCAUCASIA
EXPERIENCIAMARCELINOTASCÓNVALPARAISO
EXPERIENCIAPABLOMUERAZARAGOZA
Hacia una propuesta conjunta de ordenamiento
ambiental del territorio dentro de las variables
nacionales, los usos y las costumbres de las
comunidades indígenas
APUNTES PARA
EL ORDENAMIENTO
AMBIENTAL
DEL TERRITORIO INDÍGENA
CRÉDITOS
TABLA DE
CONTENIDO
CORANTIOQUIA
ALEJANDRO GONZÁLEZ VALENCIA
Director General
LUZ ADRIANA MOLINA LÓPEZ
Subdirección de Cultura Ambiental
JULIANA MARÍA GARCÍA ÁLVAREZ
Supervisión
JAIME ALBERTO ESCOBAR FERNÁNDEZ
Subdirección de Cultura Ambiental
JOHAN DAVID GARCÍA
Equipo de Comunicaciones
ISABEL CRISTINA BURITICA
Subdirección de Planeación
ASOCIACIÓN DE CABILDOS INDÍGENAS DE
ANTIOQUIA - OIA
AIDA SUÁREZ SANTOS
Presidenta
BENIGNO SINIGÜÍ
Vicepresidente
GUSTAVO VÉLEZ
Tesorero
GUSTAVO PALACIO
Secretario General
EQUIPO DE TRABAJO
Programa de Territorio y Medio Am-
biente OIA
PABLO DANIEL BARRIOS
Asesor en Territorio
RICHAR SIERRA ALQUERQUE
Coordinador Programa
ADOLFO ANDRÉS HINCAPIÉ GARCÍA
Coordinador Proyecto
ÁNGELA MARÍA ZAPATA GUZMÁN
Profesional Agroambiental
OMAR TASCÓN
Licenciado en Pedagogía de la Madre
Tierra
ZULHY TOBÓN
Profesional Social
CARLOS VILLA
Profesional Social
TEXTOS
JORGE DAVID HIGUITA
ÁNGELA MARÍA ZAPATA GUZMÁN
CARLOS DAVID VILLA
ADOLFO ANDRÉS HINCAPIE GARCÍA
CARTOGRAFÍA
ADOLFO ANDRÉS HINCAPIE GARCÍA
COMUNIDADES QUE APORTARON AL
PROCESO DE CONSTRUCCIÓN
RESGUARDO INDÍGENA EMBERA CHAMÍ
MARCELINO TASCÓN
RESGUARDO INDÍGENA PANZENÚ EL PANDO
RESGUARDO INDÍGENA SENÚ PABLO MUERA
EQUIPO DE APOYO
ORLANDO ANTONIO TASCÓN
ALFREDO ROSARIO
JONATAN GASPAR ROSARIO
JUAN CARLOS TASCÓN
IUSTRACIÓN: MARIA ANTONIA PÉREZ
DISEÑO Y PRODUCCIÓN:
PUNTO TRES.
ISBN: 978-958-57796-3-1
MEDELLÍN, MAYO 2014
LISTADO DE MAPAS 5 EL TERRITORIO	 33
PRESENTACIÓN 6 TERRITORIO AMBIENTAL	 33
APUNTES PARA EL ORDENAMIENTO AMBIENTAL DEL
TERRITORIO INDÍGENA 8 Uso del suelo 34
LOS CONTEXTOS REGIONALES Y SUS PROBLEMÁTICAS:
SUROESTE Y BAJO CAUCA EN SU RELACIÓN CON LOS PUEBLOS INDÍGENAS 10 Los cultivos 36
COMPARTIENDO REALIDADES: UN ANÁLISIS SOBRE LAS DIFERENTES
VISIONES DEL ORDENAMIENTO Y LAS ENTIDADES
TERRITORIALES Y AMBIENTALES 14
Los sitios de conservación y protección 36
LA PAZ COMO UN ELEMENTO NECESARIO PARA LA INTEGRALIDAD
AMBIENTAL DE LOS TERRITORIOS INDÍGENAS Y SUS PLANES DE VIDA	
17 RIESGOS Y AMENAZAS	 38
LA ECONOMÍA PROPIA COMO INSTRUMENTO DE DEFENSA DEL PROYECTO
DEL BUEN VIVIR O EL VIVIR BIEN 18 Usos inapropiados del suelo y sus retos 38
LOS MAPAS COMO HERRAMIENTA DE EMPODERAMIENTO,
DECISIÓN Y CONTROL TERRITORIAL
20 Las inundaciones 39
LOS ELEMENTOS FLEXIBLES DE LOS MAPAS	 22 Minería	 39
EL SITIO SAGRADO COMO ELEMENTO DE ORDENACIÓN AMBIENTAL Y
TERRITORIAL: REFLEXIÓN COLECTIVA SOBRE SU PAPEL EN LA
PROTECCIÓN AMBIENTAL DEL TERRITORIO	 24
ANÁLISIS DIAGNÓSTICO		 41
EXPERIENCIA EL PANDO - CAUCASIA 26 ¿HACIA DÓNDE VAMOS? 42
CONTEXTO – EL PANDO Y LA SUBREGIÓN DEL BAJO CAUCA 28 LO QUE ESTAMOS HACIENDO 42
EL PANDO	 30 Buenas prácticas de uso del territorio 42
¿CÓMO ERA ANTES? 30 EXPERIENCIA MARCELINO TASCÓN – VALPARAISO 46
UN PLAN DE VIDA, UN EJEMPLO DE RESISTENCIA 32 PRESENTACIÓN 48
CONTEXTO - MARCELINO TASCÓN Y LA SUBREGIÓN
DEL SUROESTE ANTIOQUEÑO 49 Cartografía y ordenamiento ambiental del territorio 65
LA MARIA	 50 Minería y consulta previa	 65
¿CÓMO ERA ANTES? 52 EXPERIENCIA PABLO MUERA – ZARAGOZA	 66
UN PLAN DE VIDA, UN EJEMPLO DE RESISTENCIA	 53 PRESENTACIÓN	 68
EL TERRITORIO	 54
CONTEXTO DEL RESGUARDO PABLO MUERA EN LA SUBREGIÓN
DEL BAJO CAUCA	 69
TERRITORIO AMBIENTAL	 55 ¿CÓMO ERA ANTES? 71
El suelo	 56 PLAN DE VIDA Y RESISTENCIA 72
Los cultivos	 56 EL TERRITORIO	 73
Los sitios de conservación y los sitios sagrados	 57 TERRITORIO AMBIENTAL	 75
RIESGOS Y AMENAZAS	 60 Flora 77
Usos inapropiados del suelo y sus retos	 60 Fauna 77
Minería	 60 RIESGOS Y AMENAZAS 78
ANÁLISIS DIAGNÓSTICO	 62 ANÁLISIS DIAGNÓSTICO	 78
¿HACIA DÓNDE VAMOS?	 63 ANÁLISIS PROSPECTIVO	 81
LO QUE ESTAMOS HACIENDO	 64
CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES PARA UN ORDENAMIENTO
AMBIENTAL TERRITORIAL EN LOS PLANES DE VIDA DE LAS
COMUNIDADES INDÍGENAS	 83
Buenas prácticas de uso del territorio 64 BIBLIOGRAFÍA 85
Figura 1. Mapa ubicación de los resguardos indígenas en el
Suroeste antioqueño. 11
Figura 7. Mapa de usos del suelo del resguardo
Marcelino Tascón.	 59
Figura 2. Mapa ubicación de las comunidades indígenas en
el Bajo Cauca antioqueño.	 13
Figura 8. Mapa de conflictos socio-ambientales
del resguardo indígena Marcelino Tascón. 61
Figura 3. Mapa ubicación del resguardo indígena El Pando
en el departamento y dentro del municipio de Caucasia.	 29
Figura 9. Mapa de ubicación del resguardo Pablo
Muera en el departamento y en el municipio de
Zaragoza-Segovia. 70
Figura 4. Mapa usos del suelo del resguardo indígena
El Pando.	 37
Figura 10. Mapa de usos del suelo del resguardo
Pablo Muera. 76
Figura 5. Mapa de conflictos socio-ambientales del resguardo
indígena El Pando	 40
Figura 11. Mapa de conflictos por uso del suelo
en resguardo Pablo Muera. 79
Figura 6. Mapa de ubicación del resguardo indígena Embera
Chamí. Marcelino Tascón en el departamento y en el municipio
de Valparaíso. 51
LISTADO DE MAPAS
6 7
PRESENTACIÓN
El convenio 956 ejecutado entre La Corporación Autóno-
ma Regional del Centro de Antioquia (CORANTIOQUIA) y la
Organización Indígena de Antioquia (OIA) fue una apuesta
por incentivar el diálogo de experiencias de las autoridades
indígenas y, asimismo, por sistematizar nuevas y diferentes
percepciones sobre el territorio, trazando rutas y acuerdos
sobre el buen uso y manejo del patrimonio ambiental.
CORANTIOQUIA y La OIA han venido implementan-
do desde años anteriores distintas estrategias, proyectos y
planes para la restitución de derechos de las comunidades
indígenas de la jurisdicción, especialmente en la apropia-
ción de conocimientos relacionados con prácticas adecua-
das y amigables con el ambiente. Estas acciones permiten
la reflexión sobre el Ordenamiento Ambiental del Territorio
(OAT), lo cual requiere mayor compromiso y reflexión comu-
nitaria, debido a las implicaciones que conlleva en términos
de gobernanza ambiental y corresponsabilidad comunitaria.
El acompañamiento a los Planes de Vida desde el Or-
denamiento Ambiental del Territorio contribuye a regular
y orientar el proceso de diseño y planificación de uso del
territorio y del patrimonio ambiental, para garantizar su
sustentabilidad; también es fundamental para la forma-
ción de criterios propios que subyacen en las prácticas
ancestrales y que son fundamentales en la protección y
uso sustentable del patrimonio natural de los territorios
indígenas, lo que permite construir alianzas y procesos
colaborativos que fortalezcan prácticas de gobierno pro-
pio favorables a la sustentabilidad de dicho patrimonio , y
que está en consonancia con los objetivos de gestión am-
biental territorial para el mejoramiento de las condiciones
de vida de los seres que habitan los territorios indígenas.
El escenario de la construcción de esta propuesta de
ordenamiento, fue planteado como una apuesta organi-
zativa de la OIA y el movimiento indígena en los ámbi-
tos nacional y regional, sustentado por los mandatos, los
congresos y los encuentros indígenas, que se sintetizan
en la Política Organizativa, en la que el territorio, además
de la tierra, está asociado a un proceso identitario que
permite la vida en comunidad y la pervivencia cultural de
los pueblos indígenas (Organización Indígena de Antio-
quia, 2007).
Los resultados se plantearon en términos conceptuales y
prácticos; los primeros permitieron avanzar en un desarrollo
teórico dentro de las comunidades con respecto a los sitios
o lugares sagrados, tanto como objetos de valor de conser-
vación como principio del ordenamiento para los pueblos
indígenas; y, el segundo, en términos prácticos, permitió
encontrar en el territorio, no solo un espacio geográfico
delimitado, sino un territorio como organismo vivo, como
“medio de vida”, que incorpora las características biofísicas,
ancestrales y espirituales. Los resultados ayudaron a tejer
acciones que permitieron concientizar a las comunidades
sobre la importancia de defender, respetar, valorar, cuidar y
aprovechar de manera sostenible los recursos naturales con
los que cuentan las comunidades; asimismo, comprender la
importancia que tienen éstos dentro de su plan de vida.
En ese sentido, la relación plan de vida-ordenamiento
ambiental del territorio constituye para las comunidades
indígenas un instrumento de ordenación, y a la vez, un me-
canismo de defensa de los territorios para vivir bien: “con
nuestras familias, con la comunidad, con todos los herma-
nos, amigos y seres de la naturaleza, por eso la protegemos,
para que la gocen y cuiden las futuras generaciones, y ellas
conserven y alimenten nuestra memoria ancestral” (Organi-
zación Indígena de Antioquia, 2007).
Este documento, dividido en cuatro secciones, plantea
una apuesta por sistematizar esos elementos conceptuales
y las experiencias vividas, desarrolladas en las comunidades
de El Pando y Pablo Muera (pertenecientes al pueblo Senú
del Bajo Cauca) y Marcelino Tascón (perteneciente al pue-
blo Embera Chamí del Suroeste antioqueño), en el proceso
de OAT. Por un lado, constituye un marco de conocimiento
construido con las comunidades para hablar de ordenamien-
to, y por otro, proporciona unos elementos diagnósticos y de
análisis que combinan la concepción natural, social y cultural
que nos propician los análisis, como insumos o apuntes para
fortalecer la gobernabilidad, la gobernanza de los recursos,
la articulación con elementos del movimiento indígena que
involucran otros pueblos y otras lenguas, y el trabajo conjun-
to con entidades estatales encargadas de la gestión ambien-
tal como CORANTIOQUIA, que permiten finalmente, tejer un
ordenamiento ambiental del territorio para la gestión soste-
nible del patrimonio ambiental en los territorios indígenas.
APUNTES PARA
EL ORDENAMIENTO
AMBIENTAL DEL
TERRITORIO
INDÍGENA
Hacia una propuesta
conjunta de
ordenamiento ambiental
del territorio dentro de
las variables nacionales,
los usos y las costumbres
de las comunidades
indígenas
10 11
LOS CONTEXTOS REGIONALES
Y SUS PROBLEMÁTICAS
Suroeste y Bajo Cauca en su relación con los pueblos indígenas
El contexto socioambiental actual para las comunidades
Embera Chamí y Senú en las subregiones Suroeste y Bajo
Cauca, respectivamente, invitan a analizar de manera dife-
renciada dos escenarios, pero vistos en un análisis macro,
plantean una misma problemática y los mismos retos. La fal-
ta de claridad en la tenencia de la tierra, la alta complejidad
de los contextos que los rodean en cuanto a lo económi-
co y político, y un proyecto cultural propio que sustenta la
pervivencia indígena, en procura de no desaparecer como
culturas.
Para el caso del Suroeste, a pesar de poseer territorios
propios, las condiciones restrictivas de acceso a la tierra
afectan el ejercicio pleno de sus autonomías, obligándolos
a estar inmersos en una población rural, campesina y de
hacendados, con los que establecen relaciones laborales y
socioculturales que han traído como consecuencias el des-
arraigo y la re-etnificación de su proyecto cultural ancestral.
Estas condiciones han conllevado históricamente a una afec-
tación negativa en la producción de alimentos para el auto-
consumo, debido a la influencia de una agricultura comer-
cial, principalmente en el cultivo de café y caña, además de
la ocupación de su fuerza de trabajo para las labores agrope-
cuarias en grandes fincas de la zona. Sumado a esto, la
matriz paisajística constituida por minifundios en zonas
de alta pendiente, generan poca disponibilidad de tierra
para la agricultura, además de la amenaza a las fuentes
hídricas, principalmente por la expansión de la ganade-
ría, los cultivos agroindustriales de cítricos y café, y por
la especulación minera del llamado “cinturón de oro”.
El pueblo Embera Chamí que habita el Suroeste an-
tioqueño está ubicado en los municipios de Valparaíso,
Támesis, Pueblorrico, Ciudad Bolívar, Andes y Jardín;
además de hallarse disperso en la zona de Urabá, Nor-
deste, Norte, Magdalena Medio, Bajo Cauca y el Valle
de Aburrá.
El ejercicio de ordenamiento para las comunidades
indígenas del Suroeste, está pensado desde un enfoque
político-organizativo que permita empoderarlas en tér-
minos de defensa de su proyecto cultural y territorial,
ante las problemáticas ambientales, resultantes de un
modelo económico globalizado que se impone a la rea-
lidad de las prácticas sociales de las poblaciones rurales
en condiciones de gran desigualdad.
Figura 1. Ubicación de los resguardos indígenas en el Suroeste Antioqueño.
Suroeste
12 13
Para el caso del Bajo Cauca, el contexto
es mucho más complejo que el Suroeste, de-
bido a la agudización del conflicto armado
que ha estado presente en la región por la
disputa territorial entre los grupos armados
ilegales, terratenientes, empresarios y el
Estado. Su causa es, en especial, la enorme
riqueza aurífera que allí existe, la falta de go-
bernanza, además de la existencia de zonas
de producción de cultivos ilícitos.
En estas difíciles condiciones sociales y
ambientales, que han conllevado a una ca-
tástrofe ambiental por los grandes impactos
de la extracción minera del oro, perviven los
caseríos y poblados de negros, indígenas y
campesinos, que no tienen otra alternativa
que tratar de sobrevivir en medio del con-
flicto armado y la escasez de tierras. Aguas
arriba de los ríos Cauca, Cáceres, Tarazá, Ne-
chí y Bagre se asientan cerca de 48 parciali-
dades indígenas del pueblo Senú.
Ser indígena en el Bajo Cauca es un
ejemplo de resistencia, lucha cultural y or-
ganizativa, dadas las condiciones de des-
igualdad y marginalidad en las que viven
estas comunidades, quienes en su mayoría
no cuentan con territorio titulado de manera
colectiva. En ese sentido, hablar de ordena-
miento ambiental del territorio (OAT) es mu-
cho más complejo, donde es necesario con-
siderar, que aún con un alto déficit de tierra
para las familias indígenas, los esfuerzos
mancomunados por preservar elementos
del patrimonio ambiental y cultural permi-
ten avanzar en dichos procesos de ordena-
miento. En el territorio Senú se mantienen
prácticas culturales y de manejo ambiental
como el tejido de trenza, las prácticas de la
medicina ancestral, la producción de pan
coger para el autoconsumo (donde se des-
tacan alimentos tradicionales como la yuca,
el ñame, la batata, el cogollo de algunas
palmas, el ají, entre otros), y los cultivos de
caña flecha que aportan a la recuperación
de suelos y conservación de aguas.
Figura 2. Ubicación de las comunidades indígenas en el Bajo Cauca Antioqueño.
Bajo Cauca
14 15
COMPARTIENDO REALIDADES
UN ANÁLISIS SOBRE LAS DIFERENTES VISIONES DEL ORDENAMIENTO
Y LAS ENTIDADES TERRITORIALES Y AMBIENTALES
En la tarea de armonizar conceptos de Ordena-
miento Ambiental Territorial (OAT) se destaca la ne-
cesidad y la pertinencia de incluir el tema en la agen-
da de los pueblos indígenas de Antioquia. Para éstos
la noción de “ordenar el territorio” tiene una dimen-
sión diferente a la del mundo no indígena, no solo
en cuanto a la forma como se entiende el ejercicio
de “ordenar”, sino, además, con respecto a las herra-
mientas por medio de las que se pueda llevar a cabo.
Poner en diálogo las distintas realidades posibi-
lita un debate que tiene como resultado esta expe-
riencia pionera en el Departamento, desarrollada por
acuerdos entre CORANTIOQUIA y La OIA, donde se
ha puesto el tema del OAT sobre la mesa en busca
de consensos que permitan avanzar en la construc-
ción de modelos de planeación ambiental alternati-
vos, para así simplificar la toma de decisiones sobre
la gestión del patrimonio ambiental en comunidades
indígenas.
Es necesario entender que la relación entre el te-
rritorio y los demás elementos de la vida cotidiana es
indisoluble. El territorio remite en las comunidades
indígenas a ideas como: “casa, familia, tradiciones,
amigos…”; incluso, se dice que el cuerpo hace parte
de él y, en ese sentido, cuidar el territorio empie-
za por respetar el cuerpo y cuidar su buena salud.
Por tanto, “ordenar” va mucho más allá de poner y
controlar unos objetos que están “desordenados”;
implica una apuesta por el cuidado, por el respeto
de lo propio como elemento del territorio.
Por otro lado –y en referencia al componente
físico de territorio–, se considera, que si bien la fi-
gura del resguardo ha sido un mecanismo para la
protección de los pueblos indígenas, su “límite” o
“frontera” no restringen el acceso a otros territorios
adyacentes al resguardo, dado su carácter de pue-
blos originarios y ancestrales, quienes en muchos
casos, son comunidades que han sido migrantes
históricamente (caso específico de la “movilidad”
del pueblo embera). En este sentido, el concepto
que se tiene de “ordenar ambientalmente el territo-
rio” pasa por la lectura de un mundo que no nece-
sariamente es físico, sino también espiritual. Igual-
mente, y en razón a que el territorio es el soporte
que posibilita la pervivencia de los pueblos indíge-
nas, su ordenamiento debe ser primero el resultado
de un acuerdo político de la comunidad, y segundo,
de ésta con el resto de la sociedad.
Así, este ejercicio de ordenación ambiental posibilitado
por el convenio 956, sirvió de canal para la apropiación de
herramientas técnicas y conceptuales por parte de los cabil-
dos y comuneros en general, para la formulación, operación
y ajuste permanente de sus planes de vida: “carta de nave-
gación que constituye un instrumento de ordenación y un
mecanismo de defensa de los territorios para vivir bien con
nuestras familias, con la comunidad, con todos los herma-
nos, amigos y seres de la naturaleza” (Organizacion Indigena
de Antioquia 2007).
Para CORANTIOQUIA y otras entidades del Sistema
Nacional Ambiental SINA, el ordenamiento ambiental del
territorio se sintetiza en tres elementos que se describen
a continuación:
El deber: ¿Qué se debe conservar? (Características físi-
co-bióticas y su localización). Es el estado ideal para el uso
del patrimonio ambiental, lo que se planifica en la legislación.
El poder: ¿Qué se puede conservar? (Estado actual y
perspectivas del territorio). Se refiere a los intereses sociales
que se generan a partir de los usos actuales de los recursos,
en función de satisfacer las necesidades de las comunidades
y buscar su desarrollo.
El hacer: ¿Qué se está conservando? Son las
diferentes áreas de protección identificadas con
base en estudios técnicos y en la normatividad
ambiental, con el ánimo de crear estrategias de
movilización ciudadana para la conservación del
patrimonio ambiental.
PREGUNTAS QUE
MOVILIZAN EL EJERCICIO
SÍNTESIS OATEscenarios
¿Qué se debe conservar?
¿Qué se puede conservar
¿Qué está conservando?
OBJETIVOS NACIONALES
DE CONSERVACIÓN
BIENES Y
SERVICIOS
PRESIONES
ACCIONES
ORIENTACIONES
PARA EL USO
ADECUADO DEL
TERRITORIO Y DE
LOS RECURSOS
NATURALES
DEBER
PODER
HACER
16 17
Por el contrario, para las comunidades indígenas el or-
denamiento ambiental no siempre tiene estas prioridades,
siendo su concepción espiritual, una determinante muy im-
portante y bastante diferenciadora de otras propuestas de
planificación en las entidades estatales. De ahí que sea ne-
cesario el diálogo de saberes, el respeto a las distintas cos-
movisiones y concepciones del “desarrollo”, así como el en-
tendimiento cabal de la “autoridad ambiental”, que tiene su
sustento en elementos jurídicos y de derecho, relacionados
con el enfoque diferencial. En este sentido hablar de OAT en
territorios indígenas es considerar el traslape existente de
distintas “autoridades ambientales” para dichos territorios,
donde debe prevalecer, a la hora de actuar, el respeto de
cada una, y en lo posible el consenso en elementos comunes,
que son al fin de cuentas, la preservación del patrimonio am-
biental. Las autoridades indígenas, dentro de los encuentros
zonales realizados, resaltaron la importancia del ordena-
miento ambiental como una alianza que ayuda a proteger el
agua, el bosque, y que aporta herramientas para enfrentar la
megaminería y la agroindustria, así como controlar la acción
de los colonos en los resguardos.
No obstante las alianzas mencionadas, y que de manera
específica corresponden a los resultados del convenio 956
entre CORANTIOQUIA y La OIA, existen importantes dife-
rencias entre las concepciones de lo que se entiende por
“recurso natural”, patrimonio ambiental”, “naturaleza”, etc.,
que obliga a mantener el reto de la discusión en futuros
convenios y acciones conjuntas, de tal manera que los con-
sensos sean reales y no fruto de la imposición de las lógicas
del mercado imperante y de las disposiciones de las entida-
des estatales.
A partir del convenio 956 hubo una apuesta conjunta
de la OIA y CORANTIOQUIA para fortalecer los canales de
comunicación interinstitucionales, en búsqueda de continuar
con la tarea de armonización de las distintas formas de orde-
namiento, situando a las autoridades indígenas como autori-
dades ambientales dentro de sus resguardos y/o territorios.
En este sentido, se debe profundizar la discusión en las comu-
nidades sobre el hecho de que los cabildos, al ser reconocidos
como autoridad ambiental, quedan inmersos en las disposi-
ciones que determina la ley en cuanto a los entes que velan
por la protección del medioambiente, y que la función de de-
fensa espiritual que hacen los jaibanás, la guardia indígena
y otras autoridades ancestrales, es de vital importancia para
mantener la integralidad de los ecosistemas, por lo que es
primordial la implementación de los planes de vida, así como
también el apoyo, formación y acompañamiento para la con-
solidación de la guardia ambiental indígena, que se consti-
tuye en uno de los resultados más relevantes de todo este
proceso de OAT desarrollado en el Suroeste y Bajo Cauca.
LA PAZ
COMO UN ELEMENTO NECESARIO PARA LA INTEGRALIDAD AMBIENTAL
DE LOS TERRITORIOS INDÍGENAS Y SUS PLANES DE VIDA
Las 342.000 hectáreas tituladas como resguardos en bene-
ficio de las comunidades indígenas de Antioquia cobran cada
vez mayor importancia debido a sus características ecológicas,
socioculturales y políticas, que han permitido mantener exten-
siones de territorio por fuera (o en bajo grado de explotación)
de los modelos extractivos de producción, tales como los mo-
nocultivos, la ganadería extensiva y la sobreurbanización, fac-
tor que ha favorecido la conservación del medioambiente y el
mantenimiento de formas ancestrales de aprovechamiento de
los recursos naturales.
Sin embargo, la globalización y los procesos de nuevo colo-
nialismo siguen despojando a las comunidades indígenas de sus
territorios, lo que se suma al desarrollo minero como una de las
principales amenazas para la pervivencia de los pueblos indíge-
nas del Departamento. El conflicto armado, las economías infor-
males y criminales, y ciertos factores internos de economía de
subsistencia, hacen que los ejercicios de planeación no sean fá-
ciles de abordar por todas las comunidades, debido a que en la
mayoría de los casos la concepción de vivir se da sobre el día a
día. Así las cosas, se pueden elaborar planes, pero su ejecución
es otra tarea mayor; se pone el ejemplo de la guardia indígena,
algunos planes de manejo forestal, manuales de convivencia,
que se han construido y que se truncan porque las realidades
cotidianas superan los planes de vida, o porque los ejercicios de
planeación en sí, no alcanzan a comprenderse en su totalidad.
Para las comunidades indígenas vivir en
armonía con el territorio va mucho más allá
de hacer una gestión sostenible de los territorios.
Vivir en armonía con el territorio y con la naturaleza,
para los planes de vida indígenas, debe ir de la mano de la solución
y priorización de disposiciones internas y externas que lo faciliten. La
revocación de títulos mineros sin consentimiento de las comunidades,
la compra de tierras, la solución de problemas territoriales con colo-
nos y el derecho consuetudinario sobre los recursos naturales, son,
entre muchas otras causas, los retos a enfrentar cuando hablamos de
implementar los ejercicios de OAT. No bastan las buenas disposiciones
internas; actores armados, violaciones a los derechos humanos, ilega-
lidad en el uso y aprovechamiento de los recursos naturales, falta de
claridad en la tenencia de la tierra por presencia de colonos, además
del abandono estatal, representan una barrera ético-política para un
efectivo goce de los derechos fundamentales y de cualquier ejercicio
prospectivo que se plantee de manera colectiva. De ahí que la gestión
institucional en otros niveles regionales y nacionales, es igual de im-
portante para la convivencia en armonía con el territorio y con la na-
turaleza. La paz por ejemplo, o el fin de la “guerra, con reconciliación
y paz duradera”, se convierte en una de las variables necesarias para
posibilitar la armonía con el territorio.
La paz para los pueblos indígenas se debe entender como un com-
promiso que implica comprender las contradicciones y transformar
conflictos de manera dialogada y no violenta.
18 19
LA ECONOMÍA PROPIA
COMO INSTRUMENTO DE DEFENSA DEL PROYECTO DEL BUEN VIVIR
O EL VIVIR BIEN
Tanto el “desarrollo” como el Ordenamiento Ambiental Terri-
torial para los resguardos indígenas, deben pensarse como una
estrategia de participación y construcción de comunidad, con mi-
ras a generar alternativas de aprovechamiento de los recursos na-
turales y su conservación en el marco que determina la legislación
nacional y la tradición de los pueblos indígenas. En este sentido, la
discusión sobre el concepto de “ordenamiento”, entendido como
el uso racional del suelo y demás recursos del territorio, es tam-
bién una invitación a comprender que la salud, la trasmisión de la
cultura, el ejercicio de la justicia, la aplicación de modelos de edu-
cación propios, la conservación del mundo espiritual y el bienestar
de la familia, hacen parte de una estrategia de resistencia integral
que apuesta por vivir bien.
En el modelo económico predominante a nivel mundial, todo
se vende y todo tiene un precio: el agua, los minerales diversos,
el oxígeno, el conocimiento, los árboles, etc. Según esta forma de
entender la economía y la política, cada quien debe jugar un papel
en el engranaje: producir, comprar y/o vender, y es aquí donde
las comunidades indígenas se quedan por fuera, puesto que su
concepción del mundo y de la economía es distinta, además de su
gran dependencia de la naturaleza: fundamentalmente si cultiva o
pesca es para el autoconsumo, y si acumula es para proveerse de
recursos para la escasez y no con el ánimo de comerciar.
En dicho contexto, los indígenas, tanto en el Suroeste
como en el Bajo Cauca, señalan como una gran amenaza
a su pervivencia como culturas diferenciadas la explotación
minera dentro de los territorios. Con el aumento del precio
del oro y la apuesta del gobierno nacional por centrar gran
parte del crecimiento económico en su explotación (sumada
a la del petróleo, hidroeléctricas y carbón), muchas comu-
nidades que se encuentran en difíciles condiciones se han
visto en la encrucijada de defender sus territorios o ceder
ante la industria. Cuentan algunos mayores que cuando la
minería llegó a los territorios indígenas, esta era artesanal,
era una actividad que no consumía gran cantidad de tiempo
y su resultado se utilizaba como complemento de una eco-
nomía agrícola que no lo producía todo. Debido a la entrada
en vigencia del nuevo Código Minero, algunas comunidades
indígenas, negras y campesinas vieron que de la noche a la
mañana su actividad estaba convertida en ilegal, y enton-
ces, en la mayoría de los casos se aliaron con hacendados de
la zona para tecnificar su producción, con resultados poco
satisfactorios para los indígenas. Para el caso de Bajo Cauca,
hoy en día los resguardos indígenas tienen presencia de tí-
tulos mineros de grades empresas, sin consentimiento de la
misma comunidad.
Estas economías que se contraponen, estos dos pro-
yectos de vida que se contradicen, pero que para el caso
de los resguardos en Antioquia coexisten y compiten entre
sí, truncan los planes de vida de las comunidades porque
limitan las expectativas y compiten con las actividades tra-
dicionales como la siembra, la pesca y la recolección de
productos forestales.
De esta manera, uno de los grandes retos para las co-
munidades indígenas en Antioquia, y por los que se apostó
en este proyecto interinstitucional de OIA-CORANTIOQUIA,
ha sido el de construir un tejido territorial económico y am-
biental, basado en los principios de autonomía, en la minga,
el trueque y el intercambio comunitario, apostando por la
generación de recursos económicos y la creación de nuevas
fuentes para su obtención, tales como los proyectos para
siembra de caña, flores y caucho.
Por último, y teniendo en cuenta que el tema de “economía
propia” es un elemento fundamental en la construcción de ca-
minos para la autonomía indígena, esos esfuerzos deben tras-
cender la alianza interinstitucional de OIA y CORANTIOQUIA e
involucrar otras instituciones, otros sectores que posibiliten el
apoyo a iniciativas productivas, que garanticen el bienestar de
las personas y propendan por el uso y manejo sostenible de
los territorios, fortalezcan la capacidad administrativa de los
cabildos, no solo en lo político-organizativo, sino también en
áreas como finanzas, contabilidad y administración.
20 21
LOS MAPAS
COMO HERRAMIENTA DE EMPODERAMIENTO, DECISIÓN
Y CONTROL TERRITORIAL
Todas las acciones del convenio 956 se enfocaron hacia
la consolidación de los planes de vida de cada comunidad, a
partir de la articulación con el proceso de OAT, por cuanto se
entiende el territorio como un sistema integrador de las po-
líticas que permiten el vivir bien. En este sentido, la defensa
del territorio es una lucha por la soberanía alimentaria, por
la medicina tradicional, por la aplicación de modelos propios
de justicia y educación, por la conservación y la pervivencia
de las prácticas culturales como el cultivo, las semillas, el uso
del bosque, del agua, los animales, y cualquier tipo de acti-
vidad que relacione el mundo natural y el mundo cultural.
La cartografía cumple aquí un papel muy importante, ya
que permite conocer el territorio para mejorar las prácticas
de uso y aprovechamiento del mismo, y, además, contribuye
a su protección y defensa. Por un lado, se debe observar
que las comunidades indígenas no tienen una tradición de
planeación en el sentido occidental del concepto, por cuan-
to históricamente se han servido de los recursos que brinda
la naturaleza de forma no calculada, y lo han hecho, más
bien, de acuerdo a los requerimientos del día a día y a las
leyes ancestrales según su cultura. Ante la pregunta “qué
es el ordenamiento ambiental del territorio para las comuni-
dades indígenas”, una respuesta común en los talleres fue:
“darle un uso apropiado a los lugares, y para eso hay que
conocerlos”. Tener una buena información sobre el territo-
rio es una condición esencial para el empoderamiento local,
con el objetivo de elaborar la cartografía de cada uno de
los tres resguardos participantes, en la que se identificaron
las siguientes temáticas: delimitación física, red hídrica, ubi-
cación de viviendas, vías y caminos, equipamientos, sitios
de protección, usos actuales del suelo, usos potenciales y
conflictos por dicho uso. Se realizaron actividades de ca-
pacitación en el manejo de GPS y levantamiento de lotes
en procesos colectivos de mapeo a través de la adaptación
de una metodología conocida como balloon mapping (que
adopta el nombre de dachira dê, “nuestra casa”), además de
una cartografía técnica con incorporación de los elementos
técnicos de OAT (Ordenamiento Ambiental del Territorio).
Las actividades cartográficas se presentaron a modo de
talleres en los que se discutió sobre una serie de indicadores
que se deben plantear en la construcción de los mapas so-
ciales, algunas de estas son (p. e.): ¿Qué tipos de suelos hay
en la comunidad (arenosos, arcillosos, tierras negras, rojas,
frías, calientes, altas, bajas, pantanosas, venenosas)? ¿Cómo
son las fuentes de agua (claras, turbias, negras, amarillas,
blancas, rojas, sucias, limpias, fuentes de contaminación en
la red hidrográfica)? ¿Cómo son los bosques (sabanas, inun-
dables, montañosos, terraza alta, terraza baja, tierra firme,
Imagen 3. Esquema de la incorporación de cartografía en los procesos de OAT.
Capacitación en GPS a líderes y
guardia indígena, para trabajo de
recorridos por el territorio
Levantamiento de los lotes para la producción agrícola, pecuaria y
forestal dentro de la comunidad, al igual que el mapeo de hitos
geográficos como quebradas, viviendas, sitios sagrados, escuelas, etc.
Dachira Dê ó Balloon Mapping
Importancia de una herramienta práctica para mapear
el territorio, establecer relaciones de poder e incorporar
criterios de cartografia a la comunidad
tierra inundable, monte biche, monte bravo, monte de res-
paldo, manglar, guandal, estero, pantanoso, varillales, man-
chales de una especie –cananguchales, milpesales –, ubi-
cación de salados? ¿Cuáles son los sitios de cacería, pesca,
recolección y cultivo? ¿Cuáles son los indicadores de suelos
aptos para cultivo, de sitios de pesca o de lugares de recolec-
ción? ¿Qué conflictos ambientales existen asociados a estos
espacios (minería, riesgos para la salud, manejo de animales,
uso de agroquímicos, de basuras, etc.)?
Los recorridos se convirtieron en una herramienta para
que las personas de la misma comunidad conocieran con
más detalle su territorio. Gran parte de los pobladores afir-
mó no conocer los lugares por los que se caminó, y sólo las
personas mayores conocían la totalidad de los lotes, caminos,
nacimientos de agua, etcétera. Esto hace que se vaya perdiendo
capacidad de actuación frente a situaciones que afectan a la co-
munidad, como la presencia de grupos armados, la intervención
de empresas mineras o de explotación forestal, el aumento de
colonos dentro de los territorios, entre otras.
El proceso de ordenamiento ambiental del territorio ha
permitido acercar a las comunidades al concepto de mapa, ha
permitido construir uno propio, y también deconstruir la idea
de aquel como una representación exacta, técnica y abstrac-
ta de la realidad. El convenio 956 buscaba la apropiación de
técnicas y herramientas que permitieran entender los mapas y
conocer el territorio.
22 23
Los elementos flexibles de los mapas
Pareciera ser una ironía, pero los mapas, a pesar de ser
una de las metáforas más comunes, están hoy lejos de ocu-
par el lugar que merecen. El mejor mapa no es el más preci-
so, “todos los mapas son diferentes”, aun los que son crea-
dos con los métodos más modernos y utilizando las mejores
herramientas. La razón es simple: “la principal característica
de un mapa es que para desempeñarse adecuadamente en
sus funciones, tiene que, inevitablemente, distorsionar la
realidad” (Santos de S 2003).
Entonces, si el mapa es una representación distorsio-
nada de la realidad, ¿Cuál es el mejor? “El mejor mapa es
el más fácil de usar”. De esta respuesta resulta una tensión
entre representación y orientación. Se trata de dos exigen-
cias contradictorias y los mapas son siempre compromisos
inestables entre ellas. Un ejemplo, a propósito, es la discu-
sión frecuente durante los talleres sobre la ubicación de los
puntos cardinales en el mapa con respecto a “la realidad”
del resguardo, puesto que muchas veces al ubicar el mapa
sobre el terreno no se tenía claridad sobre la dirección a la
que apuntaban determinados lugares. Se valora, entonces,
que la cartografía debe ser flexible con el fin de ubicar el
norte hacia donde sea más comprensible para las personas
que utilizarán el mapa. La cartografía digital tiende a estan-
darizar todos los mapas con el norte hacia arriba, origen de
un “nortecentrismo”. La orientación, en este sentido, debe
ser uno de los elementos concertados en la construcción y
elaboración cartográfica.
Sumado a las diferentes discusiones sobre la orientación
y la representación de los mapas, con el compromiso de
fortalecer a las comunidades en el manejo de herramientas
técnicas, no solo de cartografía, es necesario centrar un ejer-
cicio de capacitación en todas las áreas: biología, geología,
economía, etc. Apuntar los esfuerzos a que las comunida-
des indígenas tengan las herramientas para determinar los
impactos que están generando las políticas de desarrollo
dirigidas por el gobierno nacional, y que se implementan ac-
tualmente en sus territorios. Herramientas de trabajo como
GPS, brújulas, clinómetros, cintas métricas y Ballon Mapping
fueron determinantes en la búsqueda de capacidad instala-
da en las tres comunidades para elaborar los mapas y com-
prender que:
•	 El mapa es una representación de la realidad, un dibujo
que nos ayuda a entenderla pero que cambia de acuerdo
con la información que se le aporte, el objetivo y la meto-
dología con que se realice dicho ejercicio.
•	 Tres factores principales distorsionan la realidad de los
mapas, como son: la escala, la proyección y la simboli-
zación. Los mapas son influenciados, por ejemplo, por la
cantidad de detalle que puede ser mostrado y determina
si un símbolo dado es o no visual; imaginemos un objeto
muy pequeño en una escala muy grande, o muchos obje-
tos en una escala muy pequeña.
•	 Los recorridos y las actividades de georreferenciación y
mapeo social facilitan el reconocimiento del territorio en
su componente físico y, también, la apropiación del mis-
mo por parte de la comunidad.
Ejercicio de Balloon Mapping
24 25
que para el jaibaná también lo sea. En el mundo espiritual in-
dígena, por ejemplo, se considera sagrada la tierra cultivada
y productiva, como la tierra protegida con bosque nativo o
sembrado, ambos son sagrados, pero en distinto nivel.
La defensa territorial sustentada en la protección y pro-
moción de los sitios sagrados es una estrategia que no sólo
se basa en la protección de partes altas de las cuencas y en
las zonas de retiros de quebradas, sino también, en la salud
de los cultivos de yuca, café, en el buen estado de las que-
bradas, buenas lluvias y buen sol. Es decir, podría existir un
consenso al afirmar que los sitios sagrados son de especial
interés debido a características particulares, como sus rique-
zas naturales, presencia de espíritus, fragilidad ecosistémica
o función dentro de la cadena de bienestar de las familias
indígenas o de la comunidad completa, pero aún existen
muchos elementos que es necesario indagar para ampliar
la conceptualización de los sitios sagrados como elemento
de ordenación.
Los sitios sagrados se configuran como un “centro de
educación indígena”, en ellos se conservan saberes ancestra-
les que son trasmitidos por jaibanás, profesores, botánicos y
mayores, por cuanto son los encargados de recoger los sa-
beres que brinda la Madre Tierra, y comunicarlos al resto de
su comunidad, mientras el ordenamiento ambiental, desde el
punto de vista institucional, es una visión escalada de condi-
ciones políticas, sociales o ambientales. Para las comunidades
indígenas, su escala debe ir más allá y debe empezar por las
condiciones culturales, para luego entender las sociales, las
políticas y las económicas.
Los sitios sagrados son lugares de conocimiento y preserva-
ción cultural y ambiental porque:
•	 Mantienen el equilibrio de los territorios.
•	 Son los lugares donde viven los espíritus.
•	 Son una reserva de plantas medicinales.
•	 Son la escuela donde el jaibaná aprende y enseña.
•	 Fortalecen la unidad comunitaria.
•	 A través de ellos se cuenta la historia local y se trasmite la
cultura.
•	 Mantienen la salud colectiva del grupo social.
•	 En ellos habitan los animales y nace el agua.
•	 Permiten la comunicación de los jaibanás y los médicos tradi-
cionales con la naturaleza y los espíritus que la habitan.
•	 Permiten la conservación de semillas de uso tradicional.
Finalmente, se estima que una de las tareas que deben em-
prender la OIA y CORANTIOQUIA es la de defensa y promoción
de los resguardos y sus sitios sagrados. Dado que los territo-
rios indígenas se configuran como territorios estratégicos para
la conservación del medioambiente en el ámbito nacional, en
razón de que las comunidades son depositarias de saberes mile-
narios que han aplicado para su pervivencia y la de la naturale-
za, es necesario que tanto las comunidades indígenas como las
no-indígenas se apropien de ellos. Se debe impulsar el recono-
cimiento de las comunidades indígenas y su inclusión en los POT
y EOT municipales por medio de mesas de trabajo interinstitu-
cionales y de labor continua, como fue concluido en las últimas
sesiones de trabajo. En este punto se valora como importante
consolidar documentos que recojan esta información y que se
facilite su difusión local y nacional.
EL SITIO SAGRADO COMO ELEMENTO DE
ORDENACIÓN AMBIENTAL Y TERRITORIAL
REFLEXIÓN COLECTIVA SOBRE SU PAPEL EN LA PROTECCIÓN AMBIENTAL DEL TERRITORIO
El sitio sagrado es un concepto que, tanto en las comuni-
dades Embera como Senú, está interiorizado, que hace parte
de la cosmovisión y de la unidad del mundo material e inma-
terial; no obstante, para el caso Embera hay referentes más
claros para abordar el tema porque la relación de dicho pue-
blo con su mundo espiritual conserva fuertes lazos, basados
en la utilización de plantas, lugares y elementos rituales que
facilitan la armonización de las relaciones entre lo material
y lo espiritual. Por su parte, el pueblo Senú, asentado en la
región del Bajo Cauca, se encuentra en un proceso de redes-
cubrimiento y afianzamiento de sus valores culturales, por
lo tanto la búsqueda de los elementos que constituyen lo
sagrado se hace un poco más difícil. Asimismo, es necesa-
rio resaltar que gran parte de las comunidades del pueblo
Senú del departamento de Antioquia no cuentan con tierra,
este hecho limita la posibilidad de autonomía administrativa,
control social y ejercicio de sus prácticas tradicionales.
Las actividades del proceso de ordenamiento ambiental
del territorio, los encuentros con autoridades indígenas y las
entrevistas realizadas, permiten identificar que para algunos
casos, el sitio sagrado lo constituye todo el territorio, que a
su vez representa un “área protegida” de carácter ambiental
y cultural. En otros casos, los sitios (espacios) sagrados se
hayan por fuera de las tierras tituladas o habitadas, y corres-
ponden a la ocupación ancestral de territorios más amplios,
que han sido perdidos o arrebatados por procesos de colo-
nización histórica, representados casi siempre en hitos natu-
rales (cerros, bosques, cavernas, nacimientos de agua, etc.),
que siguen siendo de todas formas espacios simbólicos para
las culturas indígenas.
Para el caso de los Embera Chamí, los sitios sagrados po-
drían ser categorizados y jerarquizados. El nivel espiritual es
importante dependiendo de quién los utilice, si bien la escue-
la es un sitio sagrado para los más jóvenes, esto no implica
EXPERIENCIA
EL PANDO
CAUCASIA
Ordenar el territorio es mantener la
armonía entre los elementos físicos y los
espirituales para permitir la pervivencia
de la naturaleza y la continuidad de la
tradición del pueblo Senú.
28 29
CONTEXTO
EL PANDO Y LA SUBREGIÓN DEL BAJO CAUCA
El Bajo Cauca es una de las nueve subregiones en que
se divide el departamento de Antioquia; la componen seis
municipios: Cáceres, Zaragoza, Tarazá, Caucasia, El Bagre y
Nechí; los dos primeros hacen parte del grupo de los muni-
cipios más antiguos de Antioquia, fundados desde el siglo
XVI. Se localiza geográficamente en la parte nororiental del
departamento, y sus suelos forman parte de las últimas es-
tribaciones del sistema colinado del altiplano y piedemon-
te de la cordillera Central, entre las serranías de Ayapel y
San Lucas, y una parte menos representativa de la cordillera
Occidental. Cuenta con 8.485 kilómetros cuadrados de ex-
tensión aproximadamente, sus suelos son surcados por dos
arterias fluviales principales, que son los ríos Cauca y Nechí,
que hacen parte de la gran Ecorregión de La Mojana, ca-
racterizada por ser un gran reservorio de agua; cuenta con
alturas entre los 30 y los 1.000 metros sobre el nivel del mar,
por lo que posee cuatro zonas de vida que varían desde el
húmedo hasta el pluvial, y que se caracterizan por sus dos
únicos pisos climáticos altitudinales, que son el basal y el
premontano, que la definen como una zona de vida húmeda
a muy húmeda, según el IGAC (Instituto Geográfico Agustín
Codazzi, 2007). Limita con otros municipios de Antioquia:
por el norte y nordeste con Segovia, Amalfi, Anorí, Valdivia e
Ituango y, además, con los departamentos de Córdoba, Su-
cre y Bolívar.
En términos socioculturales, esta subregión del depar-
tamento es el resultado de las migraciones de pobladores
mestizos procedentes del sur de Bolívar, Córdoba y Sucre,
asimismo por afrocolombianos de la Costa Pacífica, indíge-
nas senúes del norte de Antioquia, Sucre y Córdoba, y paisas
del interior de Antioquia. La minería puede considerarse el
renglón más importante de la economía en esta subregión y
fue esta actividad la que originó su proceso de colonización
desde los tiempos coloniales (siglo XVI). Actualmente desa-
rrolla otras actividades económicas aparte de la minería, ta-
les como la ganadería, agricultura, explotaciones forestales,
piscícolas y zoocriaderos.
Caucasia es el centro poblado más importante del Bajo
Cauca (capital subregional), y se encuentra a 270 kilómetros
de distancia de Medellín y a 50 metros sobre el nivel del mar,
con una temperatura promedio de 28 ºC y una extensión de
1.441 kilómetros cuadrados, todos en zona cálida. Sus prin-
cipales fuentes hídricas son los ríos Cauca, Nechí, Man y San
Jorge, y las quebradas Cuturú, Bijagual, Popales, Cascajo,
Quebradona, Palanca y La Corcovada. Fue fundado en 1.918
por descendientes de negros esclavos cuando era un peque-
ño caserío al que llamaron Cañafístula, a orillas del río Cauca,
y cuya principal actividad económica era la minería del oro.
Finalmente, fue erigido como municipio en 1942.
El corregimiento El Pando está ubicado en la zona rural
del municipio de Caucasia, compuesto por las comunidades
El Pando, El Porvenir, La Raya, La Virgen, El Delirio, La Jagua
y Tigre 1, 2 y 3. En El Pando también habita la comunidad
indígena senú, allí se encuentra el gobernador del Cabildo
Mayor, que incluye a otras cuatro comunidades indígenas
(La Jagua, El Delirio, El Pando, Tigre1 y Tigre 2), cada una
cuenta con su respectivo cacique y están en proceso de ser
avaladas como resguardo. Tienen tres terrenos de titulación
colectiva: El Pital, en terreno vecino al caserío El Pando; La
Doctrina, ubicada a un costado de la entrada al caserío El
Pando; y Las Delicias, cerca al territorio de Tigre 1 y 2.
El Pando hace parte de la Organización Indígena de Antio-
quia OIA y, como jurisdicción ambiental, administrativamente
corresponde a la Territorial Panzenú de CORANTIOQUIA.
Figura 3. Ubicación del resguardo indígena El Pando en el
departamento y dentro del municipio de Caucasia.
Antioquia
Caucasia
Caucasia
Cáseres
Tarazá
Nechí
El Bagre
Zaragoza
30 31
EL PANDO
A 98 metros sobre el nivel del mar, la comunidad El
Pando se ubica en una zona baja de llanuras aluviales con
suelos desprovistos de materia orgánica y muy ricos en
minerales, tiene características de bosque húmedo tropi-
cal(bh-T), la precipitación excede la evapotranspiración
potencial (ETP), sus temperaturas son moderadamente
altas y constantes durante todo el año, 25 ºC como valor
medio y límites entre 24 ºC y 26 °C. Se presentan de 2 a
4 meses secos en la asociación climática, por lo que los
periodos de siembra se limitan a los meses de marzo-abril
y junio-agosto; la ganadería y la minería en altas concen-
traciones de tenencia de la tierra han sido factores que
han influenciado la pérdida de biodiversidad y producti-
vidad, porque normalmente se ha orientado el uso de esta
zona de vida de manera inadecuada, dedicándola, princi-
palmente, al pastoreo en las áreas de colonización, desa-
provechando la alta productividad biológica de los eco-
sistemas forestales y diezmando, con el pasar del tiempo,
su riqueza en flora y fauna. Es además, un área territorial
ligeramente quebrada, con planicies aluviales correspon-
dientes a las quebradas La Lucía, La Raya, Aguas Negras,
Las Arepas, El Pando y La Rayita, y suelos de fertilidad muy
baja, cuya erosión actual puede considerarse ligera, por lo
que es recomendable hacer actividades de reforestación y
proteger los retiros y las fuentes de agua.
La vía de comunicación que conduce a El Pando desde
Caucasia es la carretera pavimentada que conduce también
hacia el municipio de Zaragoza, desviándose a mano de-
recha en la primera entrada, en un punto llamado Oriente,
donde comienza la carretera destapada hacia Puerto Colom-
bia. El Pando es el primer caserío que encontramos, a unos
45 minutos en carro del casco urbano de Caucasia.
A la fecha, la comunidad cuenta con tres predios de titu-
lación colectiva, uno conocido como La Doctrina, que mide
78,36 hectáreas, aledaño al poblado de El Pando, con escri-
tura N.º 2511; un segundo lote conocido como El Pital, escri-
turado al Cabildo Mayor, con un área de 15 hectáreas, con
escritura N.º 3470 y, por último, un predio cerca a la comuni-
dad Tigre 1 que tiene 27, 5 hectáreas, con escritura N.º 3471.
¿CÓMO ERA ANTES?
“Nosotros, los del pueblo indígena Senú, venimos de
nuestro padre mayor Melxion y nuestra madre mayor Manex-
ca, quienes tuvieron tres hijos: Finsenú, Pansenú y Senufaná,
quienes se dividieron el gran territorio Senú en tres provincias
con sus características propias que los diferenciaban entre sí.
Antes de la Conquista de los españoles, éramos una gran so-
ciedad que estaba organizada en 103 cacicazgos, distribuidos
en el territorio en tres provincias: Finsenú, Pansenú y Senufa-
ná, que se mantenían en una constante interdependencia, ya
que ninguna era autosuficiente y, por esto, generaron entre
ellas estrechos lazos de intercambio económico.Los Finsenú
se asentaron en el valle del río Sinú, destacándose en las labo-
res artesanales de tejidos y cestería; los Pansenú se asentaron
en los valles del río San Jorge, donde desarrollaron técnicas
avanzadas para la agricultura y sofisticadas obras hidráulicas
con sistemas de canales artificiales para la producción masiva
de alimentos; y, por su parte, los senufaná fueron orfebres
destacados que se ubicaron en zonas de riqueza aurífera, a
orillas de los ríos Cauca y Nechí, que sacaban con batea.
El control político en nuestros territorios fue orientado
por caciques, quienes, en compañía de los mohanes o sa-
cerdotes, eran los encargados de mantener la armonía en
nuestras tierras. El gran territorio Senú que habitábamos an-
teriormente, estaba en lugares particulares donde el agua fue
la fuente de progreso y bienestar, ahora carecemos de este
importante líquido en la mayoría de nuestras comunidades.
Nuestro padre Melxion, hermoso como el sol, nos enseñó
a respetar la palabra dada y a cuidar de los animales, también
nos enseñó a odiar la mentira y nos dijo que el trabajo es el
mejor canto para los dioses…Nuestro padre y nuestra madre
tienen una procedencia divina, ellos nunca han muerto, son
nuestros dioses protectores, nos dan fuerza, abundancia y
garantizan la existencia del pueblo. Nuestra madre mayor,
Manexca, representa a nuestras mujeres como símbolo de la
fertilidad humana y agrícola, de la sabiduría y el respeto.
Muchos indígenas de la población Senú, después de per-
der nuestras tierras en San Andrés de Sotavento y Tuchín,
regresamos a ocupar antiguos territorios macroétnicos o
pertenecientes a la cultura Senú hasta el periodo colonial es-
pañol. Fuimos desplazados por fenómenos como la pérdida
de tierra y la colonización de terratenientes, vinimos a la zona
del Bajo Cauca en busca de oportunidades de trabajo en cul-
tivos de arroz y tierras baldías para vivir con nuestras familias.
En el año 1966, muchos llegaron a territorios baldíos del
Bajo Cauca, al lugar que hoy se conoce como El Pando. El
señor Miguel Peña y Máxima Beltrán establecieron su par-
cela en dicho sitio. Para el año 1967, llegaron Diego Solano y
Emiliano Gaspar con sus familias, procedentes de San Andrés
de Sotavento, ubicado en Córdoba, que aún no era recono-
cido como resguardo. Así como estas familias, luego llega-
ron otras, todas buscando una mejor calidad de vida donde
hubieran tierras que cultivar y posibilidades de trabajo por-
que en San Andrés de Sotavento, para esa época, las tierras
que históricamente nos pertenecieron, estaban en manos de
colonos, finqueros y terratenientes que nos desterraron” Re-
flexión de los participantes de los talleres.
32 33
UN PLAN DE VIDA, UN EJEMPLO DE RESISTENCIA
Ser indígena en el Bajo Cauca es un proyecto que está liga-
do a la pervivencia a partir de las prácticas artesanales, como
la “pinta” en el sombrero vueltiao, sumado a una producción
de alimentos para el autoconsumo, como es el caso de la yuca,
el ñame, la batata, el ají, el arroz, cogollos de algunas palmas y
especies forestales.
“Nosotros somos un ejemplo de resistencia, de la lucha cul-
tural y organizativa de quienes creen en la pervivencia de las co-
munidades y de su organización a través del territorio. A pesar
de que hoy la mayoría de las comunidades no cuenta con predios
titulados como resguardos y teniendo en cuenta que hay un alto
déficit territorial para las familias indígenas, mantenemos esfuer-
zos mancomunados para preservar nuestra cultura, con prácticas
como la medicina ancestral, la producción de pan coger para el
autoconsumo de alimentos de nuestra cultura Senú y cultivos de
caña flecha que aportan a la recuperación de suelos y conservan
las escasas aguas.
“Actualmente en la comunidad El Pando tenemos interiori-
zado nuestro plan de vida para vivir mejor, venimos mejorando
nuestra visión a futuro, como pueblo indígena que somos, para
planear cómo van a vivir nuestros hijos en esta tierra. El estado
actual del plan de vida de la comunidad indígena El Pando
no se encuentra documentado, aunque ésta sí se apropia del
término como tal y conoce la importancia de su significado
para la vida comunitaria. El Pando cuenta con un reglamento
interno, escrito para la convivencia de todos.
“Para nosotros, gobierno es el que hace cumplir las leyes
de la comunidad, es un proceso de gestiones que se hacen
por medio de la asamblea y un líder gobernante nombrado
por todos, quien es el encargado de gestionar beneficios para
todos. La administración, por su parte, es un sistema de forta-
lecimiento para el pueblo indígena, que garantiza nuestro de-
sarrollo y bienestar, requiere de una persona encargada, quien
ayudará a que el pueblo tenga unos mejores planes de vida y
garantice los derechos y exija el cumplimiento de los deberes.
“Nuestra generación no es igual a la de antes, se han per-
dido nuestras costumbres, como el respeto, la cultura, las
comidas, las enseñanzas ancestrales, nuestra lengua y la tra-
dición; dentro de nuestro territorio hemos perdido bosques,
animales, quebradas, plantas… En la comunidad, el tema de
la salud está marchando bien, hay buena atención, tenemos
la prioridad que otra EPS no nos brinda, las brigadas van a
cada comunidad, a los médicos ancestrales los ayudan con
dotación para un mejor desempeño.
“Nuestra EPS indígena nos está brindando el apoyo con las
huertas o especies menores. La situación en la comunidad con
respecto al medioambiente está regular, porque hay mucha
basura, la minería nos está perjudicando la naturaleza, como
también a los que en ella habitan. Las plantas medicinales aún
se encuentran en nuestros territorios, en la comunidad hay
personas que saben y las utilizan, por este motivo se están re-
servando aquí algunas como, por ejemplo, orégano, balsami-
na, entre otras. Tenemos muy pocas tierras, casi nada de agua
y poco bosque” Reflexión de los participantes de los talleres.
EL TERRITORIO
Cada pueblo, cada comunidad y cada resguardo tienen
como base su propia visión y cosmovisión, su propio y único
derecho mayor y ley de origen, su localización geográfica y
su dinámica interna de trabajo. Estos son la base que sus-
tenta su concepto de territorio.
Para nuestros pueblos indígenas Senú, contar con terri-
torio propio es el factor esencial que sirve de base a nuestra
cosmovisión y que permite nuestra sobrevivencia. Para no-
sotros, el territorio no solo es el espacio geográfico o físico,
es algo vivo y dinámico que permite el desarrollo de la vida
y la cultura, sin territorio no hay identidad.
El concepto de la tierra como madre es el que nutre
las culturas de los pueblos indígenas, es eje de la vida
económica, social, política y espiritual de cada uno de
los pueblos. Los indígenas, al pertenecer a la tierra,
no pueden estar desligados ni separados de ella. Por
estas razones, y porque los pueblos indígenas han
ganado derechos sobre sus territorios, éstos han sido
reconocidos en la legislación nacional como
derechos inalienables .
TERRITORIO AMBIENTAL
Para nuestro pueblo Senú, el sistema ecológico-ambien-
tal está estrechamente relacionado con el concepto de terri-
torio, éste, como elemento transversal a todas las políticas
organizativas de la OIA, influye en la manera como avanza-
mos o retrocedemos. El aspecto territorial es un indicador de
fortaleza o debilidad, ya que con él avanzamos también en
salud, educación, comunicación, gobierno y administración,
género, generación y familia.
34 35
La organización estratégica en la estructura territorial,
para el caso de nuestro resguardo, y los elementos definidos,
están dados por el esfuerzo y son resultado de recorridos
con GPS, georreferenciación de cultivos, ejercicios de carto-
grafía social y Balloon Mapping que mostraron lo siguiente:
Uso del suelo.
Para el tema de tierras, con un área aproximada de 122
hectáreas, según el estudio socioeconómico realizado en
el 2007, nuestro territorio se piensa distribuir de la manera
que sigue:
Las tierras consideradas para la constitución del res-
guardo indígena Pansenú alcanzan 514 hectáreas, de las
que veinte, en la actualidad, son de uso familiar. Las co-
munidades concluyeron que, por lo menos, se requieren
1.458 hectáreas adicionales para que sus familias y el Ca-
bildo puedan desarrollar las labores agrícolas y pecuarias,
situación que se debe evaluar una vez constituido el res-
guardo como una estrategia de ampliación, pues la uni-
dad de producción asignada a cada familia es insuficiente
y está limitada a la disponibilidad de tierras que tienen el
Cabildo y la comunidad.
Un corte trasversal del suelo nos muestra un color
anaranjado parejo, lo que indica presencia de hierro y
cantidad baja de materia orgánica, una porción de suelo
nos indicó que es uno arcilloso.
Este tipo de suelo es muy pesado, impermeable y di-
fícil de trabajar, aunque tiene un alto contenido de nu-
trientes, por lo que se hace necesario adicionar buena
cantidad de compost o materia orgánica para mejorar sus
condiciones y hacer disponibles para las plantas los nu-
trientes allí contenidos en cualquier tipo de siembra que
se vaya a emprender.
El territorio indígena de El Pando tiene una amplia va-
riedad de recursos: agua, tierras, cultivos, bosque, en-
tre otros. Dentro del diagnóstico realizado por medio de
GPS, Balloon Mapping, se pudo establecer que la relación
de coberturas vegetales es así:
*Descripción el uso que
se piensa dar
Porcentaje
para distribuir
(%)
No. de hectáreas
(ha)
Tierras de uso comunitario. 13 % 16,1
Tierras de uso sagrado. 3% 3,8
Territorios de caza y recolección. 74% 90,2
Territorios de uso cultural. 6% 7,1
Territorios de uso ambiental y
ecológico (áreas de bosque, áreas
culturales).
4% 4,7
TOTAL 100% 122,0
*Categorías definidas por el estudio socioeconómico de 2007 para el resguardo
indígena Pansenú-El Pando.
*COBERTURA USO
CÓDIGO
MAPA
AREA
(HA)
Cultivos permanentes
de yuca y plátano.
Cultivos de
yuca, plátano,
caucho.
Cu. 1,22
Cultivo anual o
transitorio de arroz.
Cultivos de
arroz.
Cu. Arroz. 1,40
Pastos limpios,
algunos arbolados.
Potreros y
áreas de uso
comunitario.
Pa. 76,70
Zonas pantanosas o
esteros.
Humedales. Pantanos. 0,40
Arbustos y matorrales. Rastrojos bajos. Pa. Rb. 3,00
Bosque natural denso.
Bosque y
rastrojo de
protección.
Ra. 36,80
Bosque natural
fragmentado.
Rastrojos bajos. Rb. 4,51
*Ver distribución espacial en el mapa de uso actual del suelo.
Los suelos de Bajo Cauca hacen parte de un sistema co-
linado del altiplano del piedemonte de la cordillera Central
y una parte de la cordillera Occidental. La comunidad toma
el agua de aljibes subterráneos y nacederos, puesto que no
cuenta con cuerpos de agua relevantes que puedan sopor-
tar la demanda. Estos se encuentran alejados del poblado y
además carecen de sistemas montañosos extensos y nutri-
dos que conserven este recurso vital.
36 37
Estas condiciones ambientales mencionadas anterior-
mente suman un reto, pues la carencia de agua, resultado
de dos periodos cortos de lluvia que son abril-mayo y octu-
bre-diciembre, más la intensidad solar, limitan la siembra y
la disponibilidad de riego para el establecimiento de cual-
quier intervención agrícola o agroecológica.
Los cultivos
Los cultivos, por ejemplo, son fundamentales para
nuestro existir como pueblos de la tierra que vivimos del
campo, como lo manifiesta el cacique mayor del municipio
de Caucasia. La agricultura es herencia ancestral y el apro-
vechamiento de los recursos del medio que habita es una
habilidad desarrollada de este pueblo que persiste en su
supervivencia física y cultural.
Nuestras principales actividades son la agricultura y la
artesanía. Cultivamos maíz, ají, yuca, fríjoles, ahuyama, ña-
mes; frutales como patilla, melón, mango, corozo, guayaba
y guanábana y usamos diversas palmas, gramíneas y beju-
cos para artesanías y construcción de viviendas.
Los sitios de conservación y protección.
En relación con las áreas sagradas y la conservación
ambiental, las tierras que se destinan a la conservación
ambiental son también consideradas por la comunidad
áreas sagradas o sitios sagrados naturales por la connota-
ción que tienen los ríos y las montañas en nuestra cultura;
en términos históricos, los senúes somos considerados una
cultura anfibia (que vive en el agua y la tierra), el origen de
nuestro pueblo es producto de la armonía de esos elemen-
tos, la historia también nos ha dotado de un buen entendi-
miento de ellos y, por lo tanto, nuestros antepasados eran
buenos pescadores y buenos cultivadores de arroz.
Desde la cosmovisión del pueblo Senú y la participación
en espacios de diálogo de saberes, las comunidades vienen
trabajándole a procesos de ordenamiento ambiental, pen-
sando el territorio, pero, a la vez, pensando en el territorio
que aún no se tiene, es decir, con lo poco que hay se están
generando estrategias educativas que buscan replantear
prácticas de cultivo poco amigables con el medioambiente y
retomar usos ancestrales del suelo. Las comunidades vienen
haciendo énfasis en dialogar con el territorio, entendiendo a
éste como fundamento del ser indígena y como un ser vivo
que responde a un diálogo desde nuestras acciones.
Los sitios sagrados y áreas de conservación para nuestra
comunidad las hemos definido como esos lugares en los que
hay arbustos, matorrales y bosques naturales actualmente,
no es de nuestro interés arrasar monte, ni para el cultivo ni
para la ganadería. Los territorios colectivos existentes son
tierras manejadas directamente por el Cabildo para diver-
sos usos culturales y económicos, especialmente para usos
domésticos. Además, hay un interés en la reforestación de
algunos nacimientos y en la prohibición de tumba en ciertas
áreas que protegen las fuentes de agua.
Figura 4. Mapa Usos del suelo del resguardo indígena El Pando.
38 39
“Los recursos son necesarios para la vida, para existir,
para hacer, para ser lo que somos y en donde estamos”
(Cacica local de El Pando, Rosiris Roqueme).
Esta es una expresión contundente para definir cómo
el pueblo Senú ve los recursos en su territorio.
RIESGOS Y AMENAZAS
Entender los recursos como la vida no es una concepción
ajena a los pueblos indígenas, responde a una cosmovisión
ancestral del mundo, a una forma de entender el territorio,
los indígenas lo vernos como parte de la madre tierra, lo mi-
ramos de manera integral, como de igual manera miramos la
salud, la educación y demás componentes que, en general,
atañen al existir como seres vivos. El equilibrio o el ordena-
miento ambiental del territorio, en este sentido, debe estar
orientado a saber administrar y convivir con lo que tenemos,
entendiendo cómo nos afectan o nos amenazan la ausencia
o la presencia de los recursos que necesitamos.
Usos inapropiados del suelo y sus retos.
Como mencionamos anteriormente, el tipo de suelo es
muy pesado, impermeable y difícil de trabajar, aunque tiene
un alto contenido de nutrientes, su capa orgánica es escasa,
por lo que se hace necesario añadir buena cantidad de com-
post para mejorar sus condiciones y hacer disponibles para
las plantas los nutrientes allí contenidos. La ausencia de ma-
teria orgánica, sumada a la ganadería y a la minería que dé-
cadas atrás fueron las actividades principales de las tierras
que hoy son nuestras, son los factores que han influenciado
la pérdida de biodiversidad y productividad.
En ese sentido, los conflictos por pastizales en áreas de
retiro de quebradas que se muestran en el mapa, represen-
tan las actividades anteriores a la titulación como territorio
colectivo, y no a prácticas de la comunidad.
Las inundaciones.
La zona está caracterizada por su relieve variado, do-
minado en sectores por áreas planas, localizadas en los va-
lles de los ríos Cauca y Nechí. Aunque no vemos como un
riesgo el tema de las inundaciones, el mapa representa un
procedimiento de zonificación por riesgo de inundaciones,
mediante la extrapolación de un modelo multicriterio del
proyecto: “Estimación y elaboración cartográfica de amena-
zas por inundaciones y fenómenos de remoción en masa en
la jurisdicción de CORANTIOQUIA, con el uso de tecnologías
geoespaciales: Fase I: Cuenca Baja de los Ríos Cauca y Nechí
de CORANTIOQUIA y el IGAC”, que tiene en cuenta un aná-
lisis geomorfológico que incluye morfogénesis, pendientes,
curvaturas, taxonomía de los suelos y permeabilidad de la
geología, y que puede ser útil para identificar áreas de res-
tricción para la construcción de viviendas.
La comunidad de El Pando sobre el territorio titulado
a la fecha con 122 ha, presenta dos contratos de
concesión para realizar minería, uno a título personal y,
el otro, a nombre de la empresa Coco Hondo Ltda.
Minería.
Anualmente, el ritmo de deforestación ilegal de los bos-
ques supera las 350.000 hectáreas. Cada año les estamos
sacando a las reservas forestales del país una cantidad de
madera innumerable, las falencias ambientales en cuanto a
la gestión de los recursos naturales son descuidadas. Las
razones son de todo tipo, pero las comunidades indígenas
vemos un conflicto latente en nuestros territorios, que se
ha proliferado en los últimos años, y es la competencia en-
tre las actividades agrícolas y pecuarias con la minería. La
rentabilidad que promete la minería frente a actividades
agropecuarias es insuperable y esto nos arrebata la capa-
cidad laboral de nuestros jóvenes, y, por lo tanto, nuestras
prácticas tradicionales.
40 41
Figura 5. Mapa de conflictos socio-ambientales del resguardo indígena El Pando.
DEBILIDADES OPORTUNIDADES FORTALEZAS AMENAZAS
Gobierno y
administración
Sin agua potable.
Las comunidades tienen pocos
ingresos económicos.
Desacuerdos en la comunidad y falta
de comunicación.
Capacitaciones.
Educación.
Escuela de Gobierno Mario
Domicó.
Asamblea local, zonal y regional.
Líderes capacitados.
Juntas directivas.
Comités.
Jóvenes participan en
procesos de comunidad.
El Gobierno y las entidades
del estado vulneran
nuestros derechos.
No somos reconocidos como
resguardo.
Cultura y
educación
Falta el PEC (Proyecto Educativo
Comunitario).
No funciona el SEIP (Sistema
Educativo Indígena propio).
Pérdida de juegos tradicionales,
comida, artesanías
y la lengua.
Tenemos el INDEI (Institutito
Departamental para la Educación
Indígena).
Tenemos los sabios y sabias de
nuestra comunidad.
Docentes propios, población
estudiantil, terrenos propios
para construir espacios de
formación y conocimiento
ancestral.
Enseñanzas no indígenas
en nuestras escuelas y
colegios.
La relación con otras
culturas.
Falta identidad cultural en
los jóvenes.
Territorio y
medio ambiente
Una de las debilidades más grandes
es cuando los ricos entran a nuestros
territorios a hacer compra de
nuestras tierras.
Capacitaciones que nos brinda
la OIA.
Varios jóvenes profesionales y
otros preparándose en diferentes
campos de trabajo.
Parcelas colectivas que
hemos recuperado y, por
medio de estas, nos apoyan
con proyectos productivos.
La minería contamina las
aguas, destruye la fauna.
Aumentan las enfermedades
por causa del mercurio y el
azogue.
Género,
generación
y familia
Falta comunicación entre jóvenes
y adultos.
No se conoce bien la política.
Hay maltrato y abandono familiar.
Los promotores de género no actúan.
Talleres realizados en la
comunidad para orientar a los
jóvenes, líderes y familias.
Seguir capacitando jóvenes,
mujeres y líderes.
Escuela de Género, Generación y
Familia.
Invitan a participar más a las
mujeres.
Se han capacitado
promotores de género.
Más equidad en participación
entre hombres y mujeres.
Falta remuneración a los
capacitados.
Presencia de extraños,
apartan a jóvenes de la
comunidad y del proceso
indígena.
La capacitación en género
es limitada.
Salud
Bebidas tradicionales.
Reconocimiento a médicos
tradicionales.
Rescate de las plantas medicinales.
Tener buena alimentación.
Buena higiene.
Las brigadas en las comunidades.
Un buen proyecto productivo.
Capacitación de líderes.
Capacitación de promotores
de salud.
Capacitación para médicos
tradicionales.
Médico occidental que no
conoce nuestra cultura.
Contaminación de aguas y
basuras.
Alcoholismo y drogadicción.
ANÁLISIS DIAGNÓSTICO
42 43
¿HACIA DÓNDE VAMOS?
Lo que queremos es un territorio y un medioambiente
libres de minería, de aguas contaminadas y donde se res-
pete el bosque. Para ésto se requiere educación ambiental,
procesos de reforestación, manejo adecuado del bosque y la
implementación de proyectos productivos para las familias,
para que así tengamos buena salud física y mental, y un ade-
cuado manejo de los recursos.
Queremos fortalecer el gobierno local, el ejercicio de
la justicia, el control social y del territorio. Para lograrlo, es
necesario aumentar los recursos del Cabildo, la apropiación
de un manual de convivencia que se cumpla a cabalidad,
la participación de la comunidad en las decisiones del go-
bierno local y jalonar proyectos productivos que posibiliten
otros procesos. El fin de esto es velar por la convivencia co-
munitaria, el bienestar familiar y mejorar la relación con las
comunidades no-indígenas.
Queremos preservar nuestras costumbres, que se forta-
lezcan las familias y que se aumente la capacitación para
todos sus integrantes en temas de género. Dicha tarea se
puede cumplir a través de un programa de desarrollo para
las familias y las comunidades.
Queremos recuperar la medicina tradicional a base de
plantas. Mejorar la infraestructura del resguardo: centro de
salud, relleno sanitario, acueducto. Para esto, es necesario
fortalecer el intercambio de semillas entre el pueblo senú,
hacer un buen uso de las basuras, crear acuerdos con los mé-
dicos ancestrales para, de esta forma, disminuir el riesgo de
contraer enfermedades, fortalecer el modelo de salud propio
y proteger el medioambiente.
Queremos fortalecer nuestro sistema educativo indíge-
na, que se nombren los maestros necesarios. Esto se logra
a través del trabajo comunitario, con el apoyo de nuestros
líderes, y educando a nuestros hijos teniendo en cuenta
nuestras prácticas y la historia de nuestro pueblo. Se busca
el beneficio de nuestros hijos, que sean profesionales con el
conocimiento de la comunidad, y no de la ciudad, como el
Gobierno quiere.
LO QUE ESTAMOS HACIENDO
La comunidad indígena Pansenú El Pando, junto con la
Asociación de Cabildos Indígenas de Antioquia –OIA– y la
Corporación Ambiental CORANTIOQUIA, viene desarrollan-
do acciones para elaborar insumos de ordenamiento am-
biental territorial dentro de los planes de vida.
Buenas prácticas de uso del territorio
Se rescataron las prácticas de manejo de suelo, como la
vitabosa o guandul y el abono verde, para así generar condi-
ciones favorables para el establecimiento de cultivos desde
nuestra memoria ancestral como pueblo Senú.
Se realizaron prácticas demostrativas con los
participantes para que conocieran técnicas
eficientes, de bajo costo y fácil manejo, para
trasformar los residuos orgánicos y algunos
subproductos del campo en abonos capaces
de regenerar e incorporar elementos mayores
y menores, que son los encargados de aportar
fertilidad a los suelos cultivables.
44 45
Mapa de la huerta
comunitaria
Se elaboraron tres biopreparados líquidos, como
té de estiércol, caldo microbial y té de compost.
Asimismo, se hizo activación de
microrganismos de montaña.
Todos estos abonos fueron elaborados
para mejorar la calidad del suelo, pues aportan
nutrientes que ayudan a la descomposición
de la materia orgánica en el terreno y quedan
disponibles para que las plantas los consuman.
Se establecieron un vivero y una huerta
comunitaria, donde fueron llevadas las plántulas
que sembró la comunidad.
EXPERIENCIA
MARCELINO TASCÓN
VALPARAISO
Ordenar el territorio es mantener la
armonía entre los elementos físicos y
espirituales para permitir la pervivencia de
la naturaleza y la tradición del pueblo
indígena Chamí.
48 49
PRESENTACIÓN
Este ejercicio de Ordenamiento Ambiental del
Territorio (OAT) apuntó a la caracterización del uso
y manejo tradicional del territorio, enfatizando en la
identificación de los sitios sagrados y su significación
en el plan de vida del pueblo embera chamí, como
insumo y ejemplo de resistencia de toda una historia
cultural, de toda una cosmogonía. El OAT se realizó
en el resguardo Marcelino Tascón, municipio de Val-
paraíso, con la participación de toda la comunidad y
la autoridad local: cabildo, guardia indígena, jaibanás,
mujeres, líderes, estudiantes de la escuela indígena,
etc. Involucró diferentes tipos de actividades como:
(1) elaborar la cartografía del resguardo por medio
del mapeo, con una metodología conocida como
Balloon Mapping, que adopta el nombre de Dachira
Dê, “Nuestra Casa”, y manejo de GPS. (2) Jornadas
de talleres para encontrar acuerdos sobre la visión del
territorio, no sólo como el espacio geográfico o físico,
sino también como algo vivo y dinámico que permite
el desarrollo de la vida y la cultura. (3) Cineforos. (4)
Actividades para el fortalecimiento productivo a par-
tir de una mirada agroecológica, que incluía talleres,
la construcción de un sistema de huertas familiares y
una huerta comunitaria que buscaba la diversificación
de la dieta, la custodia de semillas y el aprendizaje de
técnicas agroecológicas.
CONTEXTO
MARCELINO TASCÓN Y LA SUBREGIÓN DEL SUROESTE ANTIOQUEÑO
El Suroeste antioqueño es una región cafetera por excelen-
cia, donde el plátano, la yuca, el maíz y los frutales conviven y
garantizan una parte de la seguridad alimentaria de sus habitan-
tes. Tiene grandes yacimientos de carbón y oro aún por explotar.
Sus municipios se debaten en medio de una crisis cafetera per-
manente, en el cultivo de monocultivos de café y cítricos o de
los rumbos que les marque la minería.
En términos generales los emberas han sido considerados
de vocación hortícola, con actividades paralelas de caza y reco-
lección, y son considerados como el pueblo indígena con mayor
dispersión territorial en Colombia, pero con menor densidad
poblacional según los territorios que ocupan. Para el caso del
Suroeste, a pesar de poseer territorios propios, las condiciones
restrictivas de acceso a la tierra afectan el ejercicio pleno de
la autonomía, obligándolos a estar en medio de una población
rural mayoritariamente campesina, de hacendados, con los que
establecen relaciones laborales y socioculturales, que han traído
como consecuencia el desarraigo y la re-etnificación de su pro-
yecto cultural ancestral.
Estas condiciones han generado una afectación negativa en
la producción de alimentos para el autoconsumo, debido a la
influencia de una agricultura comercial, principalmente en el cul-
tivo de café y caña, y, además, la ocupación de su fuerza de tra-
bajo en las labores agropecuarias en grandes fincas de la zona.
Los Embera Chamí que habitan esta
subregión están presentes en los
municipios de Valparaíso, Támesis,
Pueblorrico, Ciudad Bolívar, Andes y
Jardín; también están presentes en
Urabá, Nordeste, Norte, Magdalena
Medio y en el Bajo Cauca.
50 51
LA MARIA
El resguardo Marcelino Tascón, también conocido como
La María, está ubicado en el municipio de Valparaíso, al su-
roeste del departamento de Antioquia, a sólo 5 kilómetros
por la carretera que conduce al municipio de Caramanta;
cuenta con 248 habitantes de acuerdo con el último censo,
realizado en el año 2011.
Marcelino Tascón se encuentra situado sobre una for-
mación terrestre singular, cuyos atributos y propiedades
ambientales o accidentes topográficos aportan a sus sue-
los características propias que se derivan de condiciones
naturales de vertientes semihúmedas del río Cartama, que
tributa al Cauca.
El resguardo Marcelino Tascón fue creado mediante re-
solución N.° 002 del 11 de mayo de 1998, aclarada median-
te resolución N.° 0966 del 13 de mayo de 1999. Está en un
predio de 80 hectáreas con 5.438 metros cuadrados, y fue
ampliado mediante acuerdo N.° 047 del 25 de enero de
2006 con 74 hectáreas y 5.119 metros cuadrados (Cabildo
Indígena Marcelino Tascón, 2011), para un total de 155 hec-
táreas aproximadamente.
Pertenece a la Asociación de Cabildos Indígenas de Antio-
quia (OIA) y, como jurisdicción ambiental, administrativamente
corresponde a la Territorial Cartama de la Corporación Autó-
noma Regional para el Centro de Antioquia (CORANTIOQUIA).
Figura 6. Mapa de Ubicación del resguardo indígena Embera Chamí Marcelino Tascón
en el departamento y en el municipio de Valparaíso.
Paisaje del Suroeste Antioqueño
Antioquia
Fredonia
La Pintada
Santa Bárbara
Caramanta
Valparaiso
52 53
¿CÓMO ERA ANTES?
Nos llamaron Embera Chamí porque cuando llegó la
invasión de los españoles el asentamiento estaba en la re-
gión de San Antonio del Chamí, Risaralda. ¡Más que chamí,
somos embera!
“Nuestros abuelos vivían en San Antonio del Chamí, de-
partamento de Risaralda. De esta comunidad se reunieron
las familias de Marcelino Tascón y Miguel Cértiga, quienes
realizaron el desplazamiento en la búsqueda de unas nuevas
tierras y nuevas vidas para sus hijos y llegaron al departa-
mento de Caldas, a los municipios de Marsella, Marmato y Su-
pía. Cuentan que caminaron por el río Cauca, que trabajaban
en las fincas adonde llegaban y solicitaban quedarse para
realizar las prácticas de cultivos. Ahí se demoraban meses y
hasta años cultivando para buscar el sustento para la familia,
luego anduvieron por pueblos, por fincas, hasta que llegaron
al departamento de Antioquia, a los municipios de Tarso y
Támesis, en donde las familias de Marcelino se asentaron por
varios años, y de ahí vinieron al municipio de Támesis, especí-
ficamente a la finca de José Dolores, en 1945.
“Diez años más tarde, la familia se desplazó al municipio de
Tarso. En 1956 fallece el mayor y sabio Marcelino Tascón, quien
en los tiempos de hambre supo defender a sus hijos, también
enfrentó a las chusmas, quienes estaban acabando a muchas
personas y algunas calificaron a los Embera Chamí como del
Partido Liberal y, sin saber leer y sin conocer esas clases políti-
cas, se defendió de esos grupos armados. Todas estas son haza-
ñas de este hombre importante para nuestra historia.
“Después de la muerte del sabio, los hijos regresaron a la
finca de José Dolores y junto con algunas personas se refu-
giaron en las tierras ajenas y el dueño de la finca les prestó
tierra, donde los Embera Chamí practicaban toda su cos-
tumbre y sabiduría. El dueño de la finca encontró en ellos la
fuerza del trabajo en comunidad y la unidad que los caracte-
rizaba como diferentes a las demás personas y como embe-
ra chamí, llenaban de alegría a todas las familias. En 1965 se
desplazaron a la finca llamada La María, en la jurisdicción del
municipio de Valparaíso, propiedad de la familia Vargas Ruiz,
familia de uno de los hacendados más poderosos de la época
en dicho municipio. Allí se encontraron con más familias que
llegaron en busca de buenas tierras, las familias Vélez Yagarí,
y junto con las demás se asentaron en esta finca y siguieron
trabajando como si las tierras fueran de ellos, todos unidos
demostraban la capacidad de lograr el objetivo de realizar
grandes labores que para ellos no eran difíciles. En 1969 fa-
lleció el dueño de la finca y todos sus bienes se distribuyeron
entre los herederos. La finca La María quedó como propiedad
del hijo menor, quien llevaba el nombre de su padre: Vicente
Antonio Vargas Ruiz.
En 1970 llegó desde EE. UU. y encontró en su propiedad
unas familias del pueblo embera Chamí. Él no conocía quié-
nes eran, según cuentan, él tenía mucha ansiedad de conocer
a los indios, aunque su familia le decía que tenía que echar
a esas personas porque no eran de confiar y porque tenían
la fama de hacer daño a todo lo que los rodeaba, pero esto
no era cierto, y el corazón de este personaje no estaba para
hacer algo semejante. Para él no era raro lo que la gente
estaba manifestando sobre estos personajes, para Vicente
Vargas todos eran cristianos y tenían que escuchar su histo-
ria. Después de varias discusiones con su familia y de haber
pasado varios años en los que habían trabajado para él, en
los años 80 decidió liquidarlos por los servicios prestados en
su finca. Para el señor Vicente Vargas la plata no era símbo-
lo de poder, sino de desgracias para los adinerados en esa
época y en la actualidad, pero su familia nunca compartió
ese pensamiento, y por eso decidió entregar 13 cuadras de
tierras para doce familias de la etnia y una cuadra de tierra
comunitaria para que siguieran trabajando y así no perder la
fuerza de la unidad, lo que él definió como ambacheke. En
estas tierras los embera practicaban todo tipo de actividades
culturales y religiosas, entre ellas está la alimentación porque
se ubicaban a la orilla del río Conde, lo que garantizaba que
la alimentación fuera más tradicional. Según los embera, en
esa época se consumía todo natural porque en cada una de
las familias tenían muy clara la importancia de alimentarse de
esa manera.
“En el año de 1980 empezó el proceso organizativo apo-
yado por el Movimiento Indígena de Antioquia y la Secreta-
ría de Desarrollo para la Comunidad de la Gobernación de
Antioquia y, asimismo, con la ayuda de la propia comunidad
Embera Chamí. Después de este acto, el señor Vicente Vargas
decidió acompañar el proceso organizativo, del que, por cier-
to, tenía conocimiento, y, además, tenía amigos políticos que
acompañarían este nuevo caminar de un pueblo. Por medio
de estos personajes comenzaron proyectos de construcción
de viviendas, electrificación y construcción de acueductos
para las doce familias que formaban la comunidad.
En 1987 se desplazaron a la parte sur de Valparaíso por-
que quedaron en la mitad de una gran finca de otro terrate-
niente que había comprado los bienes a los hermanos Var-
gas. En esta situación se alejaron de un gran hábitat, y el río
Conde los llevaría a un sitio que era totalmente desconocido
y de cultivos nuevos para ellos, como lo era el café. Era volver
a empezar a construir, a cultivar y a reubicar a las personas
en su nuevo hábitat, y esto llevó mucho tiempo. Es necesario
entender que para el Embera Chamí la relación con la natu-
raleza o madre tierra es fundamental y es por eso que esta
migración era alejarse de la madre, porque por mucho tiem-
po el pueblo Embera Chamí vivió cerca de los ríos, pero así
llegaron a formar el resguardo que lleva el nombre Marcelino
Tascón, en honor a ese hombre que trajo a sus hijos en busca
de nuevas vidas y que las había encontrado” (Organización
Indígena de Antioquia 2013)
UN PLAN DE VIDA, UN EJEMPLO DE
RESISTENCIA	
El ejercicio de ordenamiento pensado para la subregión
del Suroeste desde un enfoque político-organizativo, nos
permitió el empoderamiento de la comunidad en términos
de defensa de nuestro proyecto cultural y territorial, ya que
el modelo económico globalizado se extiende y se impone
en estas realidades locales y rurales cada vez con más fuer-
za. Así, ser indígena en este contexto, es representar o ser
un símbolo de constante movilización y presión para que se
nos reconozca el derecho a la tierra y el derecho al territorio.
Para el caso de los resguardos del Suroeste Antioqueño exis-
54 55
te una gran amenaza relacionada con la minería, que afec-
taría toda la subregión, en especial las fuentes hídricas que
vienen de los ecosistemas estratégicos. Por tal razón, y en
conjunto con el movimiento social y ambiental del Suroeste,
estamos firmes con nuestro: “No a la minería, sí a la vida”.
Las preocupaciones con respecto a la minería giran en
torno a los impactos ambientales, sociales, económicos y
culturales que un proyecto de extracción de esta naturaleza
tendría en la zona, afectando el futuro de los sitios sagrados
y cambiando la vocación del municipio de productor de ali-
mentos y reserva hídrica a zona minera, además de otras
implicaciones sociales, económicas, ambientales y culturales
que afectarían al conjunto del territorio y de la población.
Nuestros principios para la vida, la lucha y la pervivencia
de nuestra cultura están enmarcados en las leyes de origen y
otros acuerdos complementarios de sabios, mayores, médi-
cos, botánicos, líderes y jaibanás.
Algunos de ellos incluyen:
•	 Respeto y amor a la naturaleza.
•	 Igualdad y equidad.
•	 Responsabilidad y honestidad.
•	 Compromiso y disciplina.
•	 Autonomía.
•	 Unidad.
•	 Nobleza y dignidad.
EL TERRITORIO	
Cada pueblo, cada comunidad y cada resguardo tienen
como base su propia visión y cosmovisión, su propio y único
derecho mayor y ley de origen, su localización geográfica y su
dinámica interna de trabajo; ésto constituye la base y el contex-
to sobre lo que es y lo que sustenta su concepto de territorio.
Para el pueblo indígena Chamí contar con territorio propio
es un factor esencial que sirve de base para la cosmovisión
y que permite la supervivencia como pueblo. Para el pueblo
indígena Chamí el territorio es, además de un espacio geo-
gráfico-físico, un espacio vivo y dinámico que permite el de-
sarrollo de la vida y la cultura. Sin territorio no hay identidad.
•	 Trabajo comunitario.
•	 Conciencia y sentido de pertenencia.
•	 Defensa y conservación de la cultura (lengua, costumbres,
conocimientos propios).
•	 Tolerancia y buenas relaciones con otras comunidades
y etnias.
•	 Autoestima.
•	 Sinceridad.
•	 Enseñar y transmitir los conocimientos propios.
•	 Recuperación de la memoria y de la historia propia.
•	 Unidad e integridad familiar.
•	 Solidaridad.
•	 Gobierno y justicia propios.
•	 Defensa y conservación del territorio.
TERRITORIO AMBIENTAL	
Para nuestro pueblo Embera Chamí el sistema eco-
lógico-ambiental está estrechamente relacionado con
el concepto de territorio; éste, como elemento trans-
versal a todas las políticas organizativas de la OIA, in-
fluye en la manera cómo avanzamos o retrocedemos.
El aspecto territorial es un indicador de fortaleza o
debilidad, ya que con el avanzamos también en salud,
educación, comunicación, gobierno y administración,
género, generación y familia.
Los primeros cinco son tangibles, indicadores del
mundo natural que vivimos, que podemos ver, medir y
tocar, los cuatro restantes son indicadores del mundo
perceptible pero intangible, indicadores de la relación
armónica entre los elementos materiales y espirituales.
El concepto de la tierra como madre es el que
nutre las culturas de los pueblos indígenas,
es eje de la vida económica, social, política y
espiritual de cada uno de ellos. Los indígenas, al
pertenecer a la tierra, no pueden estar desligados
ni separados de sus tierras y territorios. Por estas
razones y porque los pueblos indígenas han
ganado el derecho sobre aquellos, su posesión
ha sido reconocida en la legislación nacional
como derecho inalienable, como a los recursos y
biodiversidad que ellos contienen.
56 57
El suelo
El suelo o la tierra en el resguardo es rico, de origen vol-
cánico y con mucho contenido de materia orgánica, lo que lo
hace muy productivo y propicio para la agricultura. Los pisos
térmicos están ubicados entre los 1500 y 1800 m. s. n. m., y
con una temperatura promedio de 20 °C. Las característi-
cas de sus zonas de vida corresponden a bosque húmedo
premontano (bh-PM) con claras muestras de transición tro-
pical; es una tierra productora de agua por naturaleza, pues
son suelos de ladera formada por las vertientes y filos de las
cordilleras Central y Occidental hacia el cañón del río Cauca,
bañada por la quebrada El Obispo, que abastece al munici-
pio de Valparaíso.
Como resultado del proceso de cartografía, encontramos
una distribución del uso del suelo que está dado por las si-
guientes coberturas vegetales.
Los cultivos	
Los cultivos son la principal matriz paisajística del res-
guardo indígena Marcelino Tascón. Entre las principales
actividades económicas para las mujeres está el cultivo de
heliconias como proyecto productivo de economía comuni-
taria, para los hombres y comuneros están los sistemas pro-
ductivos de frutales cítricos, parcelas de café y ganadería a
pequeña escala; de ésto se deriva el sustento de las familias
que habitan el resguardo. En el último año, ha habido un
* USO ACTUAL CÓDIGO
ÁREA
(Ha)
PORCENTAJE
Rastrojos altos arbolados RaA 38,601 24,25 %
Rastrojos bajos arbolados RbA 27,818 17,48 %
Rastrojos muy bajos RbPa 20,869 13,11 %
Pastizales Pa 15,844 9,96 %
Bosque natural y rastrojos altos BnRa 15,840 9,95 %
Otros cultivos en rastrojos bajos
arbolados
CuRbA 15,574 9,79 %
Cultivo de café CuCafe 7,930 4,98 %
Otros cultivos en rastrojos altos
arbolados
CuRaA 5,581 3,51 %
Rastrojos bajos Rb 3,658 2,30 %
Cultivo de caña CuCana 2,820 1,77 %
Otros cultivos en rastrojos bajos CuRb 2,146 1,35 %
Cultivos de plátano CuPlatano 1,077 0,68 %
Cultivos de heliconia CuHeliconia 0,695 0,44 %
Territorios artificiados Ta 0,575 0,36 %
Cultivos de yuca CuYuca 0,072 0,05 %
Cultivos de maíz CuMaiz 0,045 0,03 %
159,146 100 %
*La tabla no incluye la totalidad, es posible que las cantidades varíen por la
imposibilidad de cartografiar cultivos transitorios o anuales.
esfuerzo por el trabajo y desarrollo de un trapiche comu-
nitario, que cuenta con financiación de la Fundación Jaidé.
Este proyecto ha sido un proceso que viene cogiendo fuerza
y con la siembra de una hectárea de caña por parte de la
comunidad. La Organización Indígena de Antioquia en con-
junto con CORANTIOQUIA han decidido apoyar el proceso
de diversificación de sus cultivos con frutales y hortalizas
que replantean la idea de monocultivo, como estrategia de
conservación del patrimonio ambiental.
Los sitios de conservación y los sitios sagrados
Durante este ejercicio de OAT se localizaron algunos si-
tios sagrados que se encuentran dentro y fuera del territorio,
se discutió sobre la importancia de cada uno de éstos y el
reconocimiento que deben tener la guardia y la comunidad
para la defensa del territorio. Tenemos varios sitios sagrados,
unos ancestrales y varios de los compañeros que hoy no vi-
ven, sabios que han fallecido. En este momento, dentro de la
comunidad hay seis jaidés (sitios sagrados).
El jaidé ancestral se reconoce como sitio sagrado por-
que está desde la antigüedad, éste se encuentra ubicado en
la parte alta del resguardo, en el área de la reserva natural.
Se reconoce como sitio sagrado porque antes de la colo-
nización hubo asentamientos de indígenas en este espacio
con grandes jaibanás que los manejaron con espíritu que se
podía ver.
Hoy, aquí vivimos dos comunidades, los 260 habitantes
con vida y la comunidad espiritual, ¿por qué comunidad
espiritual?, nosotros, que somos jaibanás, vemos que en el
territorio lo habitan dos seres, los habitantes actuales y los
indígenas que poblaron antes de la colonización, por eso,
desde lo espiritual, aún vemos en el territorio viviendas en
tambos, es un pueblo completo, un pueblo espiritual, o sea,
jais, donde se ven diferentes etnias o indígenas. Estas per-
sonas forman un pueblo de jai, pero están encerrados con
guardia espiritual, como estos espíritus no tienen dueño,
muchos de los jaibanás han querido adueñarse de ellos,
cuando un jaibaná quiere adueñarse a la fuerza de estos es-
píritus, inmediatamente empieza a enfermarse la población
en general.
Anteriormente, los mayores educaban a la comunidad
sobre dónde están ubicados los sitios sagrados, las clases
de sitios sagrados y los jais que los habitan, esto generaba
un gran respeto de parte de la comunidad para cuidar los
dichos sitios . Al mismo tiempo, eso significaba que se cui-
daba la madre tierra, porque los sitios sagrados de nosotros
siempre están en la madre tierra: en los ríos, las cañadas,
las montañas, entre otras. Así estén por fuera del resguardo,
éstos seguirán siendo sagrados y de gran importancia para
la comunidad. Por ejemplo, en nuestro territorio hay dos si-
tios sagrados o jaidé, uno de ellos se encuentran ubicado en
la parte alta del resguardo, en la reserva forestal. Este jaidé
(casa de espíritus) es ancestral porque pertenece al maestro
Salvador Tascón, fallecido sabio, maestro y gran jaibaná de
la comunidad.
El otro gran jaidé o sitio sagrado se encuentra ubicado
en los límites del resguardo, en una vereda campesina de
58 59
nombre Comuna San José, en la parte baja. Este pertenece
al fallecido sabio, maestro y gran jaibaná de la comunidad
Julio César Vélez. Cuentan los campesinos de la zona que
de este sitio sagrado ven salir una gran culebra de muchos
metros de largo, que en su cola lleva un gran ramo de flo-
res. Para nosotros los jaibaná, en nuestra legua embera los
conocemos como Okaka. Este animal lo han visto en los ár-
boles o en los charcos de la quebrada. Este sitio sagrado
perteneciente al maestro Julio César, muchos jaibanás han
intentado apoderárselo, pero no han podido, porque los jais
que Julio César tenía eran entregados por el gran maestro
jaibaná chamí Hermeregildo Chakiama, quien le enseñó a
guardar bien los jais para que otros jaibanás no lo pudieran
robar cuando él ya no estuviera vivo.
También cerca de este territorio, en la parte alta de la
comunidad, en predios de kapunía, existe un gran sitio sa-
grado ancestral, Dojuras y Bajachar (mujeres hermosas de
agua y espíritu del rayo). Es un sitio con un gran futuro para
los próximos jaibaná (médicos tradicionales).
Sí se pueden ver, pero desde lejos, sin entrar al lugar.
Es así como debemos cuidar los sitios sagrados, a la ma-
dre tierra, nuestro territorio, porque el mundo espiritual nos
brinda tranquilidad, equilibrio y seguridad a todos los que
habitamos en esta comunidad, también los sitios sagrados
protegen la flora y la fauna. Todos los embera que vivimos
en esta comunidad tenemos la obligación de cuidar los sitios
sagrados, para que estos no sean dañados por los kapunía
o cualquier otra persona. Si nosotros cuidamos a la madre
tierra, a los sitios sagrados, la madre tierra nos ayuda para
que todos vivamos bien; miren, la madre tierra se comunica
con nosotros por medio de la abundancia en la producción
de nuestros sembrados, también la madre tierra tiene otras
formas de comunicarse, por ejemplo, miren ustedes, la madre
tierra se comunica por medio de las aguas, los caminos, por
el viento, el trueno, también por medio de las fases de la luna,
la lluvia, las montañas, los jais y los mismos sitios sagrados.
Para la comunidad de La María, el territorio todo es sa-
grado porque tenemos cultivo, vivienda, pasto, escuela,
trapiche, sitios sagrados espirituales. Debemos conocer
nuestro territorio porque tenemos amenaza de empresas
multinacionales mineras con mucho poder, capaces de ex-
terminar toda una cultura.
Una experiencia muy valiosa de este convenio 956 fue
el trabajo cartográfico elaborado por los comuneros jai-
banás, el cabildo, grupo de mujeres, de jóvenes, líderes y
estudiantes. Una cartografía a mano alzada y usando la
tecnología por medio de una cámara fotográfica en el aire.
Una forma de reconocer, construir, aprender y saber la gran
importancia del territorio como plan de vida del pueblo
Chamí del resguardo.
Figura 7. Mapa de usos del suelo del resguardo Marcelino Tascón.
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Ordenamiento ambiental indígena

  • 1. EXPERIENCIAELPANDOCAUCASIA EXPERIENCIAMARCELINOTASCÓNVALPARAISO EXPERIENCIAPABLOMUERAZARAGOZA Hacia una propuesta conjunta de ordenamiento ambiental del territorio dentro de las variables nacionales, los usos y las costumbres de las comunidades indígenas APUNTES PARA EL ORDENAMIENTO AMBIENTAL DEL TERRITORIO INDÍGENA
  • 2. CRÉDITOS TABLA DE CONTENIDO CORANTIOQUIA ALEJANDRO GONZÁLEZ VALENCIA Director General LUZ ADRIANA MOLINA LÓPEZ Subdirección de Cultura Ambiental JULIANA MARÍA GARCÍA ÁLVAREZ Supervisión JAIME ALBERTO ESCOBAR FERNÁNDEZ Subdirección de Cultura Ambiental JOHAN DAVID GARCÍA Equipo de Comunicaciones ISABEL CRISTINA BURITICA Subdirección de Planeación ASOCIACIÓN DE CABILDOS INDÍGENAS DE ANTIOQUIA - OIA AIDA SUÁREZ SANTOS Presidenta BENIGNO SINIGÜÍ Vicepresidente GUSTAVO VÉLEZ Tesorero GUSTAVO PALACIO Secretario General EQUIPO DE TRABAJO Programa de Territorio y Medio Am- biente OIA PABLO DANIEL BARRIOS Asesor en Territorio RICHAR SIERRA ALQUERQUE Coordinador Programa ADOLFO ANDRÉS HINCAPIÉ GARCÍA Coordinador Proyecto ÁNGELA MARÍA ZAPATA GUZMÁN Profesional Agroambiental OMAR TASCÓN Licenciado en Pedagogía de la Madre Tierra ZULHY TOBÓN Profesional Social CARLOS VILLA Profesional Social TEXTOS JORGE DAVID HIGUITA ÁNGELA MARÍA ZAPATA GUZMÁN CARLOS DAVID VILLA ADOLFO ANDRÉS HINCAPIE GARCÍA CARTOGRAFÍA ADOLFO ANDRÉS HINCAPIE GARCÍA COMUNIDADES QUE APORTARON AL PROCESO DE CONSTRUCCIÓN RESGUARDO INDÍGENA EMBERA CHAMÍ MARCELINO TASCÓN RESGUARDO INDÍGENA PANZENÚ EL PANDO RESGUARDO INDÍGENA SENÚ PABLO MUERA EQUIPO DE APOYO ORLANDO ANTONIO TASCÓN ALFREDO ROSARIO JONATAN GASPAR ROSARIO JUAN CARLOS TASCÓN IUSTRACIÓN: MARIA ANTONIA PÉREZ DISEÑO Y PRODUCCIÓN: PUNTO TRES. ISBN: 978-958-57796-3-1 MEDELLÍN, MAYO 2014 LISTADO DE MAPAS 5 EL TERRITORIO 33 PRESENTACIÓN 6 TERRITORIO AMBIENTAL 33 APUNTES PARA EL ORDENAMIENTO AMBIENTAL DEL TERRITORIO INDÍGENA 8 Uso del suelo 34 LOS CONTEXTOS REGIONALES Y SUS PROBLEMÁTICAS: SUROESTE Y BAJO CAUCA EN SU RELACIÓN CON LOS PUEBLOS INDÍGENAS 10 Los cultivos 36 COMPARTIENDO REALIDADES: UN ANÁLISIS SOBRE LAS DIFERENTES VISIONES DEL ORDENAMIENTO Y LAS ENTIDADES TERRITORIALES Y AMBIENTALES 14 Los sitios de conservación y protección 36 LA PAZ COMO UN ELEMENTO NECESARIO PARA LA INTEGRALIDAD AMBIENTAL DE LOS TERRITORIOS INDÍGENAS Y SUS PLANES DE VIDA 17 RIESGOS Y AMENAZAS 38 LA ECONOMÍA PROPIA COMO INSTRUMENTO DE DEFENSA DEL PROYECTO DEL BUEN VIVIR O EL VIVIR BIEN 18 Usos inapropiados del suelo y sus retos 38 LOS MAPAS COMO HERRAMIENTA DE EMPODERAMIENTO, DECISIÓN Y CONTROL TERRITORIAL 20 Las inundaciones 39 LOS ELEMENTOS FLEXIBLES DE LOS MAPAS 22 Minería 39 EL SITIO SAGRADO COMO ELEMENTO DE ORDENACIÓN AMBIENTAL Y TERRITORIAL: REFLEXIÓN COLECTIVA SOBRE SU PAPEL EN LA PROTECCIÓN AMBIENTAL DEL TERRITORIO 24 ANÁLISIS DIAGNÓSTICO 41 EXPERIENCIA EL PANDO - CAUCASIA 26 ¿HACIA DÓNDE VAMOS? 42 CONTEXTO – EL PANDO Y LA SUBREGIÓN DEL BAJO CAUCA 28 LO QUE ESTAMOS HACIENDO 42 EL PANDO 30 Buenas prácticas de uso del territorio 42 ¿CÓMO ERA ANTES? 30 EXPERIENCIA MARCELINO TASCÓN – VALPARAISO 46 UN PLAN DE VIDA, UN EJEMPLO DE RESISTENCIA 32 PRESENTACIÓN 48
  • 3. CONTEXTO - MARCELINO TASCÓN Y LA SUBREGIÓN DEL SUROESTE ANTIOQUEÑO 49 Cartografía y ordenamiento ambiental del territorio 65 LA MARIA 50 Minería y consulta previa 65 ¿CÓMO ERA ANTES? 52 EXPERIENCIA PABLO MUERA – ZARAGOZA 66 UN PLAN DE VIDA, UN EJEMPLO DE RESISTENCIA 53 PRESENTACIÓN 68 EL TERRITORIO 54 CONTEXTO DEL RESGUARDO PABLO MUERA EN LA SUBREGIÓN DEL BAJO CAUCA 69 TERRITORIO AMBIENTAL 55 ¿CÓMO ERA ANTES? 71 El suelo 56 PLAN DE VIDA Y RESISTENCIA 72 Los cultivos 56 EL TERRITORIO 73 Los sitios de conservación y los sitios sagrados 57 TERRITORIO AMBIENTAL 75 RIESGOS Y AMENAZAS 60 Flora 77 Usos inapropiados del suelo y sus retos 60 Fauna 77 Minería 60 RIESGOS Y AMENAZAS 78 ANÁLISIS DIAGNÓSTICO 62 ANÁLISIS DIAGNÓSTICO 78 ¿HACIA DÓNDE VAMOS? 63 ANÁLISIS PROSPECTIVO 81 LO QUE ESTAMOS HACIENDO 64 CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES PARA UN ORDENAMIENTO AMBIENTAL TERRITORIAL EN LOS PLANES DE VIDA DE LAS COMUNIDADES INDÍGENAS 83 Buenas prácticas de uso del territorio 64 BIBLIOGRAFÍA 85 Figura 1. Mapa ubicación de los resguardos indígenas en el Suroeste antioqueño. 11 Figura 7. Mapa de usos del suelo del resguardo Marcelino Tascón. 59 Figura 2. Mapa ubicación de las comunidades indígenas en el Bajo Cauca antioqueño. 13 Figura 8. Mapa de conflictos socio-ambientales del resguardo indígena Marcelino Tascón. 61 Figura 3. Mapa ubicación del resguardo indígena El Pando en el departamento y dentro del municipio de Caucasia. 29 Figura 9. Mapa de ubicación del resguardo Pablo Muera en el departamento y en el municipio de Zaragoza-Segovia. 70 Figura 4. Mapa usos del suelo del resguardo indígena El Pando. 37 Figura 10. Mapa de usos del suelo del resguardo Pablo Muera. 76 Figura 5. Mapa de conflictos socio-ambientales del resguardo indígena El Pando 40 Figura 11. Mapa de conflictos por uso del suelo en resguardo Pablo Muera. 79 Figura 6. Mapa de ubicación del resguardo indígena Embera Chamí. Marcelino Tascón en el departamento y en el municipio de Valparaíso. 51 LISTADO DE MAPAS
  • 4. 6 7 PRESENTACIÓN El convenio 956 ejecutado entre La Corporación Autóno- ma Regional del Centro de Antioquia (CORANTIOQUIA) y la Organización Indígena de Antioquia (OIA) fue una apuesta por incentivar el diálogo de experiencias de las autoridades indígenas y, asimismo, por sistematizar nuevas y diferentes percepciones sobre el territorio, trazando rutas y acuerdos sobre el buen uso y manejo del patrimonio ambiental. CORANTIOQUIA y La OIA han venido implementan- do desde años anteriores distintas estrategias, proyectos y planes para la restitución de derechos de las comunidades indígenas de la jurisdicción, especialmente en la apropia- ción de conocimientos relacionados con prácticas adecua- das y amigables con el ambiente. Estas acciones permiten la reflexión sobre el Ordenamiento Ambiental del Territorio (OAT), lo cual requiere mayor compromiso y reflexión comu- nitaria, debido a las implicaciones que conlleva en términos de gobernanza ambiental y corresponsabilidad comunitaria. El acompañamiento a los Planes de Vida desde el Or- denamiento Ambiental del Territorio contribuye a regular y orientar el proceso de diseño y planificación de uso del territorio y del patrimonio ambiental, para garantizar su sustentabilidad; también es fundamental para la forma- ción de criterios propios que subyacen en las prácticas ancestrales y que son fundamentales en la protección y uso sustentable del patrimonio natural de los territorios indígenas, lo que permite construir alianzas y procesos colaborativos que fortalezcan prácticas de gobierno pro- pio favorables a la sustentabilidad de dicho patrimonio , y que está en consonancia con los objetivos de gestión am- biental territorial para el mejoramiento de las condiciones de vida de los seres que habitan los territorios indígenas. El escenario de la construcción de esta propuesta de ordenamiento, fue planteado como una apuesta organi- zativa de la OIA y el movimiento indígena en los ámbi- tos nacional y regional, sustentado por los mandatos, los congresos y los encuentros indígenas, que se sintetizan en la Política Organizativa, en la que el territorio, además de la tierra, está asociado a un proceso identitario que permite la vida en comunidad y la pervivencia cultural de los pueblos indígenas (Organización Indígena de Antio- quia, 2007). Los resultados se plantearon en términos conceptuales y prácticos; los primeros permitieron avanzar en un desarrollo teórico dentro de las comunidades con respecto a los sitios o lugares sagrados, tanto como objetos de valor de conser- vación como principio del ordenamiento para los pueblos indígenas; y, el segundo, en términos prácticos, permitió encontrar en el territorio, no solo un espacio geográfico delimitado, sino un territorio como organismo vivo, como “medio de vida”, que incorpora las características biofísicas, ancestrales y espirituales. Los resultados ayudaron a tejer acciones que permitieron concientizar a las comunidades sobre la importancia de defender, respetar, valorar, cuidar y aprovechar de manera sostenible los recursos naturales con los que cuentan las comunidades; asimismo, comprender la importancia que tienen éstos dentro de su plan de vida. En ese sentido, la relación plan de vida-ordenamiento ambiental del territorio constituye para las comunidades indígenas un instrumento de ordenación, y a la vez, un me- canismo de defensa de los territorios para vivir bien: “con nuestras familias, con la comunidad, con todos los herma- nos, amigos y seres de la naturaleza, por eso la protegemos, para que la gocen y cuiden las futuras generaciones, y ellas conserven y alimenten nuestra memoria ancestral” (Organi- zación Indígena de Antioquia, 2007). Este documento, dividido en cuatro secciones, plantea una apuesta por sistematizar esos elementos conceptuales y las experiencias vividas, desarrolladas en las comunidades de El Pando y Pablo Muera (pertenecientes al pueblo Senú del Bajo Cauca) y Marcelino Tascón (perteneciente al pue- blo Embera Chamí del Suroeste antioqueño), en el proceso de OAT. Por un lado, constituye un marco de conocimiento construido con las comunidades para hablar de ordenamien- to, y por otro, proporciona unos elementos diagnósticos y de análisis que combinan la concepción natural, social y cultural que nos propician los análisis, como insumos o apuntes para fortalecer la gobernabilidad, la gobernanza de los recursos, la articulación con elementos del movimiento indígena que involucran otros pueblos y otras lenguas, y el trabajo conjun- to con entidades estatales encargadas de la gestión ambien- tal como CORANTIOQUIA, que permiten finalmente, tejer un ordenamiento ambiental del territorio para la gestión soste- nible del patrimonio ambiental en los territorios indígenas.
  • 5. APUNTES PARA EL ORDENAMIENTO AMBIENTAL DEL TERRITORIO INDÍGENA Hacia una propuesta conjunta de ordenamiento ambiental del territorio dentro de las variables nacionales, los usos y las costumbres de las comunidades indígenas
  • 6. 10 11 LOS CONTEXTOS REGIONALES Y SUS PROBLEMÁTICAS Suroeste y Bajo Cauca en su relación con los pueblos indígenas El contexto socioambiental actual para las comunidades Embera Chamí y Senú en las subregiones Suroeste y Bajo Cauca, respectivamente, invitan a analizar de manera dife- renciada dos escenarios, pero vistos en un análisis macro, plantean una misma problemática y los mismos retos. La fal- ta de claridad en la tenencia de la tierra, la alta complejidad de los contextos que los rodean en cuanto a lo económi- co y político, y un proyecto cultural propio que sustenta la pervivencia indígena, en procura de no desaparecer como culturas. Para el caso del Suroeste, a pesar de poseer territorios propios, las condiciones restrictivas de acceso a la tierra afectan el ejercicio pleno de sus autonomías, obligándolos a estar inmersos en una población rural, campesina y de hacendados, con los que establecen relaciones laborales y socioculturales que han traído como consecuencias el des- arraigo y la re-etnificación de su proyecto cultural ancestral. Estas condiciones han conllevado históricamente a una afec- tación negativa en la producción de alimentos para el auto- consumo, debido a la influencia de una agricultura comer- cial, principalmente en el cultivo de café y caña, además de la ocupación de su fuerza de trabajo para las labores agrope- cuarias en grandes fincas de la zona. Sumado a esto, la matriz paisajística constituida por minifundios en zonas de alta pendiente, generan poca disponibilidad de tierra para la agricultura, además de la amenaza a las fuentes hídricas, principalmente por la expansión de la ganade- ría, los cultivos agroindustriales de cítricos y café, y por la especulación minera del llamado “cinturón de oro”. El pueblo Embera Chamí que habita el Suroeste an- tioqueño está ubicado en los municipios de Valparaíso, Támesis, Pueblorrico, Ciudad Bolívar, Andes y Jardín; además de hallarse disperso en la zona de Urabá, Nor- deste, Norte, Magdalena Medio, Bajo Cauca y el Valle de Aburrá. El ejercicio de ordenamiento para las comunidades indígenas del Suroeste, está pensado desde un enfoque político-organizativo que permita empoderarlas en tér- minos de defensa de su proyecto cultural y territorial, ante las problemáticas ambientales, resultantes de un modelo económico globalizado que se impone a la rea- lidad de las prácticas sociales de las poblaciones rurales en condiciones de gran desigualdad. Figura 1. Ubicación de los resguardos indígenas en el Suroeste Antioqueño. Suroeste
  • 7. 12 13 Para el caso del Bajo Cauca, el contexto es mucho más complejo que el Suroeste, de- bido a la agudización del conflicto armado que ha estado presente en la región por la disputa territorial entre los grupos armados ilegales, terratenientes, empresarios y el Estado. Su causa es, en especial, la enorme riqueza aurífera que allí existe, la falta de go- bernanza, además de la existencia de zonas de producción de cultivos ilícitos. En estas difíciles condiciones sociales y ambientales, que han conllevado a una ca- tástrofe ambiental por los grandes impactos de la extracción minera del oro, perviven los caseríos y poblados de negros, indígenas y campesinos, que no tienen otra alternativa que tratar de sobrevivir en medio del con- flicto armado y la escasez de tierras. Aguas arriba de los ríos Cauca, Cáceres, Tarazá, Ne- chí y Bagre se asientan cerca de 48 parciali- dades indígenas del pueblo Senú. Ser indígena en el Bajo Cauca es un ejemplo de resistencia, lucha cultural y or- ganizativa, dadas las condiciones de des- igualdad y marginalidad en las que viven estas comunidades, quienes en su mayoría no cuentan con territorio titulado de manera colectiva. En ese sentido, hablar de ordena- miento ambiental del territorio (OAT) es mu- cho más complejo, donde es necesario con- siderar, que aún con un alto déficit de tierra para las familias indígenas, los esfuerzos mancomunados por preservar elementos del patrimonio ambiental y cultural permi- ten avanzar en dichos procesos de ordena- miento. En el territorio Senú se mantienen prácticas culturales y de manejo ambiental como el tejido de trenza, las prácticas de la medicina ancestral, la producción de pan coger para el autoconsumo (donde se des- tacan alimentos tradicionales como la yuca, el ñame, la batata, el cogollo de algunas palmas, el ají, entre otros), y los cultivos de caña flecha que aportan a la recuperación de suelos y conservación de aguas. Figura 2. Ubicación de las comunidades indígenas en el Bajo Cauca Antioqueño. Bajo Cauca
  • 8. 14 15 COMPARTIENDO REALIDADES UN ANÁLISIS SOBRE LAS DIFERENTES VISIONES DEL ORDENAMIENTO Y LAS ENTIDADES TERRITORIALES Y AMBIENTALES En la tarea de armonizar conceptos de Ordena- miento Ambiental Territorial (OAT) se destaca la ne- cesidad y la pertinencia de incluir el tema en la agen- da de los pueblos indígenas de Antioquia. Para éstos la noción de “ordenar el territorio” tiene una dimen- sión diferente a la del mundo no indígena, no solo en cuanto a la forma como se entiende el ejercicio de “ordenar”, sino, además, con respecto a las herra- mientas por medio de las que se pueda llevar a cabo. Poner en diálogo las distintas realidades posibi- lita un debate que tiene como resultado esta expe- riencia pionera en el Departamento, desarrollada por acuerdos entre CORANTIOQUIA y La OIA, donde se ha puesto el tema del OAT sobre la mesa en busca de consensos que permitan avanzar en la construc- ción de modelos de planeación ambiental alternati- vos, para así simplificar la toma de decisiones sobre la gestión del patrimonio ambiental en comunidades indígenas. Es necesario entender que la relación entre el te- rritorio y los demás elementos de la vida cotidiana es indisoluble. El territorio remite en las comunidades indígenas a ideas como: “casa, familia, tradiciones, amigos…”; incluso, se dice que el cuerpo hace parte de él y, en ese sentido, cuidar el territorio empie- za por respetar el cuerpo y cuidar su buena salud. Por tanto, “ordenar” va mucho más allá de poner y controlar unos objetos que están “desordenados”; implica una apuesta por el cuidado, por el respeto de lo propio como elemento del territorio. Por otro lado –y en referencia al componente físico de territorio–, se considera, que si bien la fi- gura del resguardo ha sido un mecanismo para la protección de los pueblos indígenas, su “límite” o “frontera” no restringen el acceso a otros territorios adyacentes al resguardo, dado su carácter de pue- blos originarios y ancestrales, quienes en muchos casos, son comunidades que han sido migrantes históricamente (caso específico de la “movilidad” del pueblo embera). En este sentido, el concepto que se tiene de “ordenar ambientalmente el territo- rio” pasa por la lectura de un mundo que no nece- sariamente es físico, sino también espiritual. Igual- mente, y en razón a que el territorio es el soporte que posibilita la pervivencia de los pueblos indíge- nas, su ordenamiento debe ser primero el resultado de un acuerdo político de la comunidad, y segundo, de ésta con el resto de la sociedad. Así, este ejercicio de ordenación ambiental posibilitado por el convenio 956, sirvió de canal para la apropiación de herramientas técnicas y conceptuales por parte de los cabil- dos y comuneros en general, para la formulación, operación y ajuste permanente de sus planes de vida: “carta de nave- gación que constituye un instrumento de ordenación y un mecanismo de defensa de los territorios para vivir bien con nuestras familias, con la comunidad, con todos los herma- nos, amigos y seres de la naturaleza” (Organizacion Indigena de Antioquia 2007). Para CORANTIOQUIA y otras entidades del Sistema Nacional Ambiental SINA, el ordenamiento ambiental del territorio se sintetiza en tres elementos que se describen a continuación: El deber: ¿Qué se debe conservar? (Características físi- co-bióticas y su localización). Es el estado ideal para el uso del patrimonio ambiental, lo que se planifica en la legislación. El poder: ¿Qué se puede conservar? (Estado actual y perspectivas del territorio). Se refiere a los intereses sociales que se generan a partir de los usos actuales de los recursos, en función de satisfacer las necesidades de las comunidades y buscar su desarrollo. El hacer: ¿Qué se está conservando? Son las diferentes áreas de protección identificadas con base en estudios técnicos y en la normatividad ambiental, con el ánimo de crear estrategias de movilización ciudadana para la conservación del patrimonio ambiental. PREGUNTAS QUE MOVILIZAN EL EJERCICIO SÍNTESIS OATEscenarios ¿Qué se debe conservar? ¿Qué se puede conservar ¿Qué está conservando? OBJETIVOS NACIONALES DE CONSERVACIÓN BIENES Y SERVICIOS PRESIONES ACCIONES ORIENTACIONES PARA EL USO ADECUADO DEL TERRITORIO Y DE LOS RECURSOS NATURALES DEBER PODER HACER
  • 9. 16 17 Por el contrario, para las comunidades indígenas el or- denamiento ambiental no siempre tiene estas prioridades, siendo su concepción espiritual, una determinante muy im- portante y bastante diferenciadora de otras propuestas de planificación en las entidades estatales. De ahí que sea ne- cesario el diálogo de saberes, el respeto a las distintas cos- movisiones y concepciones del “desarrollo”, así como el en- tendimiento cabal de la “autoridad ambiental”, que tiene su sustento en elementos jurídicos y de derecho, relacionados con el enfoque diferencial. En este sentido hablar de OAT en territorios indígenas es considerar el traslape existente de distintas “autoridades ambientales” para dichos territorios, donde debe prevalecer, a la hora de actuar, el respeto de cada una, y en lo posible el consenso en elementos comunes, que son al fin de cuentas, la preservación del patrimonio am- biental. Las autoridades indígenas, dentro de los encuentros zonales realizados, resaltaron la importancia del ordena- miento ambiental como una alianza que ayuda a proteger el agua, el bosque, y que aporta herramientas para enfrentar la megaminería y la agroindustria, así como controlar la acción de los colonos en los resguardos. No obstante las alianzas mencionadas, y que de manera específica corresponden a los resultados del convenio 956 entre CORANTIOQUIA y La OIA, existen importantes dife- rencias entre las concepciones de lo que se entiende por “recurso natural”, patrimonio ambiental”, “naturaleza”, etc., que obliga a mantener el reto de la discusión en futuros convenios y acciones conjuntas, de tal manera que los con- sensos sean reales y no fruto de la imposición de las lógicas del mercado imperante y de las disposiciones de las entida- des estatales. A partir del convenio 956 hubo una apuesta conjunta de la OIA y CORANTIOQUIA para fortalecer los canales de comunicación interinstitucionales, en búsqueda de continuar con la tarea de armonización de las distintas formas de orde- namiento, situando a las autoridades indígenas como autori- dades ambientales dentro de sus resguardos y/o territorios. En este sentido, se debe profundizar la discusión en las comu- nidades sobre el hecho de que los cabildos, al ser reconocidos como autoridad ambiental, quedan inmersos en las disposi- ciones que determina la ley en cuanto a los entes que velan por la protección del medioambiente, y que la función de de- fensa espiritual que hacen los jaibanás, la guardia indígena y otras autoridades ancestrales, es de vital importancia para mantener la integralidad de los ecosistemas, por lo que es primordial la implementación de los planes de vida, así como también el apoyo, formación y acompañamiento para la con- solidación de la guardia ambiental indígena, que se consti- tuye en uno de los resultados más relevantes de todo este proceso de OAT desarrollado en el Suroeste y Bajo Cauca. LA PAZ COMO UN ELEMENTO NECESARIO PARA LA INTEGRALIDAD AMBIENTAL DE LOS TERRITORIOS INDÍGENAS Y SUS PLANES DE VIDA Las 342.000 hectáreas tituladas como resguardos en bene- ficio de las comunidades indígenas de Antioquia cobran cada vez mayor importancia debido a sus características ecológicas, socioculturales y políticas, que han permitido mantener exten- siones de territorio por fuera (o en bajo grado de explotación) de los modelos extractivos de producción, tales como los mo- nocultivos, la ganadería extensiva y la sobreurbanización, fac- tor que ha favorecido la conservación del medioambiente y el mantenimiento de formas ancestrales de aprovechamiento de los recursos naturales. Sin embargo, la globalización y los procesos de nuevo colo- nialismo siguen despojando a las comunidades indígenas de sus territorios, lo que se suma al desarrollo minero como una de las principales amenazas para la pervivencia de los pueblos indíge- nas del Departamento. El conflicto armado, las economías infor- males y criminales, y ciertos factores internos de economía de subsistencia, hacen que los ejercicios de planeación no sean fá- ciles de abordar por todas las comunidades, debido a que en la mayoría de los casos la concepción de vivir se da sobre el día a día. Así las cosas, se pueden elaborar planes, pero su ejecución es otra tarea mayor; se pone el ejemplo de la guardia indígena, algunos planes de manejo forestal, manuales de convivencia, que se han construido y que se truncan porque las realidades cotidianas superan los planes de vida, o porque los ejercicios de planeación en sí, no alcanzan a comprenderse en su totalidad. Para las comunidades indígenas vivir en armonía con el territorio va mucho más allá de hacer una gestión sostenible de los territorios. Vivir en armonía con el territorio y con la naturaleza, para los planes de vida indígenas, debe ir de la mano de la solución y priorización de disposiciones internas y externas que lo faciliten. La revocación de títulos mineros sin consentimiento de las comunidades, la compra de tierras, la solución de problemas territoriales con colo- nos y el derecho consuetudinario sobre los recursos naturales, son, entre muchas otras causas, los retos a enfrentar cuando hablamos de implementar los ejercicios de OAT. No bastan las buenas disposiciones internas; actores armados, violaciones a los derechos humanos, ilega- lidad en el uso y aprovechamiento de los recursos naturales, falta de claridad en la tenencia de la tierra por presencia de colonos, además del abandono estatal, representan una barrera ético-política para un efectivo goce de los derechos fundamentales y de cualquier ejercicio prospectivo que se plantee de manera colectiva. De ahí que la gestión institucional en otros niveles regionales y nacionales, es igual de im- portante para la convivencia en armonía con el territorio y con la na- turaleza. La paz por ejemplo, o el fin de la “guerra, con reconciliación y paz duradera”, se convierte en una de las variables necesarias para posibilitar la armonía con el territorio. La paz para los pueblos indígenas se debe entender como un com- promiso que implica comprender las contradicciones y transformar conflictos de manera dialogada y no violenta.
  • 10. 18 19 LA ECONOMÍA PROPIA COMO INSTRUMENTO DE DEFENSA DEL PROYECTO DEL BUEN VIVIR O EL VIVIR BIEN Tanto el “desarrollo” como el Ordenamiento Ambiental Terri- torial para los resguardos indígenas, deben pensarse como una estrategia de participación y construcción de comunidad, con mi- ras a generar alternativas de aprovechamiento de los recursos na- turales y su conservación en el marco que determina la legislación nacional y la tradición de los pueblos indígenas. En este sentido, la discusión sobre el concepto de “ordenamiento”, entendido como el uso racional del suelo y demás recursos del territorio, es tam- bién una invitación a comprender que la salud, la trasmisión de la cultura, el ejercicio de la justicia, la aplicación de modelos de edu- cación propios, la conservación del mundo espiritual y el bienestar de la familia, hacen parte de una estrategia de resistencia integral que apuesta por vivir bien. En el modelo económico predominante a nivel mundial, todo se vende y todo tiene un precio: el agua, los minerales diversos, el oxígeno, el conocimiento, los árboles, etc. Según esta forma de entender la economía y la política, cada quien debe jugar un papel en el engranaje: producir, comprar y/o vender, y es aquí donde las comunidades indígenas se quedan por fuera, puesto que su concepción del mundo y de la economía es distinta, además de su gran dependencia de la naturaleza: fundamentalmente si cultiva o pesca es para el autoconsumo, y si acumula es para proveerse de recursos para la escasez y no con el ánimo de comerciar. En dicho contexto, los indígenas, tanto en el Suroeste como en el Bajo Cauca, señalan como una gran amenaza a su pervivencia como culturas diferenciadas la explotación minera dentro de los territorios. Con el aumento del precio del oro y la apuesta del gobierno nacional por centrar gran parte del crecimiento económico en su explotación (sumada a la del petróleo, hidroeléctricas y carbón), muchas comu- nidades que se encuentran en difíciles condiciones se han visto en la encrucijada de defender sus territorios o ceder ante la industria. Cuentan algunos mayores que cuando la minería llegó a los territorios indígenas, esta era artesanal, era una actividad que no consumía gran cantidad de tiempo y su resultado se utilizaba como complemento de una eco- nomía agrícola que no lo producía todo. Debido a la entrada en vigencia del nuevo Código Minero, algunas comunidades indígenas, negras y campesinas vieron que de la noche a la mañana su actividad estaba convertida en ilegal, y enton- ces, en la mayoría de los casos se aliaron con hacendados de la zona para tecnificar su producción, con resultados poco satisfactorios para los indígenas. Para el caso de Bajo Cauca, hoy en día los resguardos indígenas tienen presencia de tí- tulos mineros de grades empresas, sin consentimiento de la misma comunidad. Estas economías que se contraponen, estos dos pro- yectos de vida que se contradicen, pero que para el caso de los resguardos en Antioquia coexisten y compiten entre sí, truncan los planes de vida de las comunidades porque limitan las expectativas y compiten con las actividades tra- dicionales como la siembra, la pesca y la recolección de productos forestales. De esta manera, uno de los grandes retos para las co- munidades indígenas en Antioquia, y por los que se apostó en este proyecto interinstitucional de OIA-CORANTIOQUIA, ha sido el de construir un tejido territorial económico y am- biental, basado en los principios de autonomía, en la minga, el trueque y el intercambio comunitario, apostando por la generación de recursos económicos y la creación de nuevas fuentes para su obtención, tales como los proyectos para siembra de caña, flores y caucho. Por último, y teniendo en cuenta que el tema de “economía propia” es un elemento fundamental en la construcción de ca- minos para la autonomía indígena, esos esfuerzos deben tras- cender la alianza interinstitucional de OIA y CORANTIOQUIA e involucrar otras instituciones, otros sectores que posibiliten el apoyo a iniciativas productivas, que garanticen el bienestar de las personas y propendan por el uso y manejo sostenible de los territorios, fortalezcan la capacidad administrativa de los cabildos, no solo en lo político-organizativo, sino también en áreas como finanzas, contabilidad y administración.
  • 11. 20 21 LOS MAPAS COMO HERRAMIENTA DE EMPODERAMIENTO, DECISIÓN Y CONTROL TERRITORIAL Todas las acciones del convenio 956 se enfocaron hacia la consolidación de los planes de vida de cada comunidad, a partir de la articulación con el proceso de OAT, por cuanto se entiende el territorio como un sistema integrador de las po- líticas que permiten el vivir bien. En este sentido, la defensa del territorio es una lucha por la soberanía alimentaria, por la medicina tradicional, por la aplicación de modelos propios de justicia y educación, por la conservación y la pervivencia de las prácticas culturales como el cultivo, las semillas, el uso del bosque, del agua, los animales, y cualquier tipo de acti- vidad que relacione el mundo natural y el mundo cultural. La cartografía cumple aquí un papel muy importante, ya que permite conocer el territorio para mejorar las prácticas de uso y aprovechamiento del mismo, y, además, contribuye a su protección y defensa. Por un lado, se debe observar que las comunidades indígenas no tienen una tradición de planeación en el sentido occidental del concepto, por cuan- to históricamente se han servido de los recursos que brinda la naturaleza de forma no calculada, y lo han hecho, más bien, de acuerdo a los requerimientos del día a día y a las leyes ancestrales según su cultura. Ante la pregunta “qué es el ordenamiento ambiental del territorio para las comuni- dades indígenas”, una respuesta común en los talleres fue: “darle un uso apropiado a los lugares, y para eso hay que conocerlos”. Tener una buena información sobre el territo- rio es una condición esencial para el empoderamiento local, con el objetivo de elaborar la cartografía de cada uno de los tres resguardos participantes, en la que se identificaron las siguientes temáticas: delimitación física, red hídrica, ubi- cación de viviendas, vías y caminos, equipamientos, sitios de protección, usos actuales del suelo, usos potenciales y conflictos por dicho uso. Se realizaron actividades de ca- pacitación en el manejo de GPS y levantamiento de lotes en procesos colectivos de mapeo a través de la adaptación de una metodología conocida como balloon mapping (que adopta el nombre de dachira dê, “nuestra casa”), además de una cartografía técnica con incorporación de los elementos técnicos de OAT (Ordenamiento Ambiental del Territorio). Las actividades cartográficas se presentaron a modo de talleres en los que se discutió sobre una serie de indicadores que se deben plantear en la construcción de los mapas so- ciales, algunas de estas son (p. e.): ¿Qué tipos de suelos hay en la comunidad (arenosos, arcillosos, tierras negras, rojas, frías, calientes, altas, bajas, pantanosas, venenosas)? ¿Cómo son las fuentes de agua (claras, turbias, negras, amarillas, blancas, rojas, sucias, limpias, fuentes de contaminación en la red hidrográfica)? ¿Cómo son los bosques (sabanas, inun- dables, montañosos, terraza alta, terraza baja, tierra firme, Imagen 3. Esquema de la incorporación de cartografía en los procesos de OAT. Capacitación en GPS a líderes y guardia indígena, para trabajo de recorridos por el territorio Levantamiento de los lotes para la producción agrícola, pecuaria y forestal dentro de la comunidad, al igual que el mapeo de hitos geográficos como quebradas, viviendas, sitios sagrados, escuelas, etc. Dachira Dê ó Balloon Mapping Importancia de una herramienta práctica para mapear el territorio, establecer relaciones de poder e incorporar criterios de cartografia a la comunidad tierra inundable, monte biche, monte bravo, monte de res- paldo, manglar, guandal, estero, pantanoso, varillales, man- chales de una especie –cananguchales, milpesales –, ubi- cación de salados? ¿Cuáles son los sitios de cacería, pesca, recolección y cultivo? ¿Cuáles son los indicadores de suelos aptos para cultivo, de sitios de pesca o de lugares de recolec- ción? ¿Qué conflictos ambientales existen asociados a estos espacios (minería, riesgos para la salud, manejo de animales, uso de agroquímicos, de basuras, etc.)? Los recorridos se convirtieron en una herramienta para que las personas de la misma comunidad conocieran con más detalle su territorio. Gran parte de los pobladores afir- mó no conocer los lugares por los que se caminó, y sólo las personas mayores conocían la totalidad de los lotes, caminos, nacimientos de agua, etcétera. Esto hace que se vaya perdiendo capacidad de actuación frente a situaciones que afectan a la co- munidad, como la presencia de grupos armados, la intervención de empresas mineras o de explotación forestal, el aumento de colonos dentro de los territorios, entre otras. El proceso de ordenamiento ambiental del territorio ha permitido acercar a las comunidades al concepto de mapa, ha permitido construir uno propio, y también deconstruir la idea de aquel como una representación exacta, técnica y abstrac- ta de la realidad. El convenio 956 buscaba la apropiación de técnicas y herramientas que permitieran entender los mapas y conocer el territorio.
  • 12. 22 23 Los elementos flexibles de los mapas Pareciera ser una ironía, pero los mapas, a pesar de ser una de las metáforas más comunes, están hoy lejos de ocu- par el lugar que merecen. El mejor mapa no es el más preci- so, “todos los mapas son diferentes”, aun los que son crea- dos con los métodos más modernos y utilizando las mejores herramientas. La razón es simple: “la principal característica de un mapa es que para desempeñarse adecuadamente en sus funciones, tiene que, inevitablemente, distorsionar la realidad” (Santos de S 2003). Entonces, si el mapa es una representación distorsio- nada de la realidad, ¿Cuál es el mejor? “El mejor mapa es el más fácil de usar”. De esta respuesta resulta una tensión entre representación y orientación. Se trata de dos exigen- cias contradictorias y los mapas son siempre compromisos inestables entre ellas. Un ejemplo, a propósito, es la discu- sión frecuente durante los talleres sobre la ubicación de los puntos cardinales en el mapa con respecto a “la realidad” del resguardo, puesto que muchas veces al ubicar el mapa sobre el terreno no se tenía claridad sobre la dirección a la que apuntaban determinados lugares. Se valora, entonces, que la cartografía debe ser flexible con el fin de ubicar el norte hacia donde sea más comprensible para las personas que utilizarán el mapa. La cartografía digital tiende a estan- darizar todos los mapas con el norte hacia arriba, origen de un “nortecentrismo”. La orientación, en este sentido, debe ser uno de los elementos concertados en la construcción y elaboración cartográfica. Sumado a las diferentes discusiones sobre la orientación y la representación de los mapas, con el compromiso de fortalecer a las comunidades en el manejo de herramientas técnicas, no solo de cartografía, es necesario centrar un ejer- cicio de capacitación en todas las áreas: biología, geología, economía, etc. Apuntar los esfuerzos a que las comunida- des indígenas tengan las herramientas para determinar los impactos que están generando las políticas de desarrollo dirigidas por el gobierno nacional, y que se implementan ac- tualmente en sus territorios. Herramientas de trabajo como GPS, brújulas, clinómetros, cintas métricas y Ballon Mapping fueron determinantes en la búsqueda de capacidad instala- da en las tres comunidades para elaborar los mapas y com- prender que: • El mapa es una representación de la realidad, un dibujo que nos ayuda a entenderla pero que cambia de acuerdo con la información que se le aporte, el objetivo y la meto- dología con que se realice dicho ejercicio. • Tres factores principales distorsionan la realidad de los mapas, como son: la escala, la proyección y la simboli- zación. Los mapas son influenciados, por ejemplo, por la cantidad de detalle que puede ser mostrado y determina si un símbolo dado es o no visual; imaginemos un objeto muy pequeño en una escala muy grande, o muchos obje- tos en una escala muy pequeña. • Los recorridos y las actividades de georreferenciación y mapeo social facilitan el reconocimiento del territorio en su componente físico y, también, la apropiación del mis- mo por parte de la comunidad. Ejercicio de Balloon Mapping
  • 13. 24 25 que para el jaibaná también lo sea. En el mundo espiritual in- dígena, por ejemplo, se considera sagrada la tierra cultivada y productiva, como la tierra protegida con bosque nativo o sembrado, ambos son sagrados, pero en distinto nivel. La defensa territorial sustentada en la protección y pro- moción de los sitios sagrados es una estrategia que no sólo se basa en la protección de partes altas de las cuencas y en las zonas de retiros de quebradas, sino también, en la salud de los cultivos de yuca, café, en el buen estado de las que- bradas, buenas lluvias y buen sol. Es decir, podría existir un consenso al afirmar que los sitios sagrados son de especial interés debido a características particulares, como sus rique- zas naturales, presencia de espíritus, fragilidad ecosistémica o función dentro de la cadena de bienestar de las familias indígenas o de la comunidad completa, pero aún existen muchos elementos que es necesario indagar para ampliar la conceptualización de los sitios sagrados como elemento de ordenación. Los sitios sagrados se configuran como un “centro de educación indígena”, en ellos se conservan saberes ancestra- les que son trasmitidos por jaibanás, profesores, botánicos y mayores, por cuanto son los encargados de recoger los sa- beres que brinda la Madre Tierra, y comunicarlos al resto de su comunidad, mientras el ordenamiento ambiental, desde el punto de vista institucional, es una visión escalada de condi- ciones políticas, sociales o ambientales. Para las comunidades indígenas, su escala debe ir más allá y debe empezar por las condiciones culturales, para luego entender las sociales, las políticas y las económicas. Los sitios sagrados son lugares de conocimiento y preserva- ción cultural y ambiental porque: • Mantienen el equilibrio de los territorios. • Son los lugares donde viven los espíritus. • Son una reserva de plantas medicinales. • Son la escuela donde el jaibaná aprende y enseña. • Fortalecen la unidad comunitaria. • A través de ellos se cuenta la historia local y se trasmite la cultura. • Mantienen la salud colectiva del grupo social. • En ellos habitan los animales y nace el agua. • Permiten la comunicación de los jaibanás y los médicos tradi- cionales con la naturaleza y los espíritus que la habitan. • Permiten la conservación de semillas de uso tradicional. Finalmente, se estima que una de las tareas que deben em- prender la OIA y CORANTIOQUIA es la de defensa y promoción de los resguardos y sus sitios sagrados. Dado que los territo- rios indígenas se configuran como territorios estratégicos para la conservación del medioambiente en el ámbito nacional, en razón de que las comunidades son depositarias de saberes mile- narios que han aplicado para su pervivencia y la de la naturale- za, es necesario que tanto las comunidades indígenas como las no-indígenas se apropien de ellos. Se debe impulsar el recono- cimiento de las comunidades indígenas y su inclusión en los POT y EOT municipales por medio de mesas de trabajo interinstitu- cionales y de labor continua, como fue concluido en las últimas sesiones de trabajo. En este punto se valora como importante consolidar documentos que recojan esta información y que se facilite su difusión local y nacional. EL SITIO SAGRADO COMO ELEMENTO DE ORDENACIÓN AMBIENTAL Y TERRITORIAL REFLEXIÓN COLECTIVA SOBRE SU PAPEL EN LA PROTECCIÓN AMBIENTAL DEL TERRITORIO El sitio sagrado es un concepto que, tanto en las comuni- dades Embera como Senú, está interiorizado, que hace parte de la cosmovisión y de la unidad del mundo material e inma- terial; no obstante, para el caso Embera hay referentes más claros para abordar el tema porque la relación de dicho pue- blo con su mundo espiritual conserva fuertes lazos, basados en la utilización de plantas, lugares y elementos rituales que facilitan la armonización de las relaciones entre lo material y lo espiritual. Por su parte, el pueblo Senú, asentado en la región del Bajo Cauca, se encuentra en un proceso de redes- cubrimiento y afianzamiento de sus valores culturales, por lo tanto la búsqueda de los elementos que constituyen lo sagrado se hace un poco más difícil. Asimismo, es necesa- rio resaltar que gran parte de las comunidades del pueblo Senú del departamento de Antioquia no cuentan con tierra, este hecho limita la posibilidad de autonomía administrativa, control social y ejercicio de sus prácticas tradicionales. Las actividades del proceso de ordenamiento ambiental del territorio, los encuentros con autoridades indígenas y las entrevistas realizadas, permiten identificar que para algunos casos, el sitio sagrado lo constituye todo el territorio, que a su vez representa un “área protegida” de carácter ambiental y cultural. En otros casos, los sitios (espacios) sagrados se hayan por fuera de las tierras tituladas o habitadas, y corres- ponden a la ocupación ancestral de territorios más amplios, que han sido perdidos o arrebatados por procesos de colo- nización histórica, representados casi siempre en hitos natu- rales (cerros, bosques, cavernas, nacimientos de agua, etc.), que siguen siendo de todas formas espacios simbólicos para las culturas indígenas. Para el caso de los Embera Chamí, los sitios sagrados po- drían ser categorizados y jerarquizados. El nivel espiritual es importante dependiendo de quién los utilice, si bien la escue- la es un sitio sagrado para los más jóvenes, esto no implica
  • 14. EXPERIENCIA EL PANDO CAUCASIA Ordenar el territorio es mantener la armonía entre los elementos físicos y los espirituales para permitir la pervivencia de la naturaleza y la continuidad de la tradición del pueblo Senú.
  • 15. 28 29 CONTEXTO EL PANDO Y LA SUBREGIÓN DEL BAJO CAUCA El Bajo Cauca es una de las nueve subregiones en que se divide el departamento de Antioquia; la componen seis municipios: Cáceres, Zaragoza, Tarazá, Caucasia, El Bagre y Nechí; los dos primeros hacen parte del grupo de los muni- cipios más antiguos de Antioquia, fundados desde el siglo XVI. Se localiza geográficamente en la parte nororiental del departamento, y sus suelos forman parte de las últimas es- tribaciones del sistema colinado del altiplano y piedemon- te de la cordillera Central, entre las serranías de Ayapel y San Lucas, y una parte menos representativa de la cordillera Occidental. Cuenta con 8.485 kilómetros cuadrados de ex- tensión aproximadamente, sus suelos son surcados por dos arterias fluviales principales, que son los ríos Cauca y Nechí, que hacen parte de la gran Ecorregión de La Mojana, ca- racterizada por ser un gran reservorio de agua; cuenta con alturas entre los 30 y los 1.000 metros sobre el nivel del mar, por lo que posee cuatro zonas de vida que varían desde el húmedo hasta el pluvial, y que se caracterizan por sus dos únicos pisos climáticos altitudinales, que son el basal y el premontano, que la definen como una zona de vida húmeda a muy húmeda, según el IGAC (Instituto Geográfico Agustín Codazzi, 2007). Limita con otros municipios de Antioquia: por el norte y nordeste con Segovia, Amalfi, Anorí, Valdivia e Ituango y, además, con los departamentos de Córdoba, Su- cre y Bolívar. En términos socioculturales, esta subregión del depar- tamento es el resultado de las migraciones de pobladores mestizos procedentes del sur de Bolívar, Córdoba y Sucre, asimismo por afrocolombianos de la Costa Pacífica, indíge- nas senúes del norte de Antioquia, Sucre y Córdoba, y paisas del interior de Antioquia. La minería puede considerarse el renglón más importante de la economía en esta subregión y fue esta actividad la que originó su proceso de colonización desde los tiempos coloniales (siglo XVI). Actualmente desa- rrolla otras actividades económicas aparte de la minería, ta- les como la ganadería, agricultura, explotaciones forestales, piscícolas y zoocriaderos. Caucasia es el centro poblado más importante del Bajo Cauca (capital subregional), y se encuentra a 270 kilómetros de distancia de Medellín y a 50 metros sobre el nivel del mar, con una temperatura promedio de 28 ºC y una extensión de 1.441 kilómetros cuadrados, todos en zona cálida. Sus prin- cipales fuentes hídricas son los ríos Cauca, Nechí, Man y San Jorge, y las quebradas Cuturú, Bijagual, Popales, Cascajo, Quebradona, Palanca y La Corcovada. Fue fundado en 1.918 por descendientes de negros esclavos cuando era un peque- ño caserío al que llamaron Cañafístula, a orillas del río Cauca, y cuya principal actividad económica era la minería del oro. Finalmente, fue erigido como municipio en 1942. El corregimiento El Pando está ubicado en la zona rural del municipio de Caucasia, compuesto por las comunidades El Pando, El Porvenir, La Raya, La Virgen, El Delirio, La Jagua y Tigre 1, 2 y 3. En El Pando también habita la comunidad indígena senú, allí se encuentra el gobernador del Cabildo Mayor, que incluye a otras cuatro comunidades indígenas (La Jagua, El Delirio, El Pando, Tigre1 y Tigre 2), cada una cuenta con su respectivo cacique y están en proceso de ser avaladas como resguardo. Tienen tres terrenos de titulación colectiva: El Pital, en terreno vecino al caserío El Pando; La Doctrina, ubicada a un costado de la entrada al caserío El Pando; y Las Delicias, cerca al territorio de Tigre 1 y 2. El Pando hace parte de la Organización Indígena de Antio- quia OIA y, como jurisdicción ambiental, administrativamente corresponde a la Territorial Panzenú de CORANTIOQUIA. Figura 3. Ubicación del resguardo indígena El Pando en el departamento y dentro del municipio de Caucasia. Antioquia Caucasia Caucasia Cáseres Tarazá Nechí El Bagre Zaragoza
  • 16. 30 31 EL PANDO A 98 metros sobre el nivel del mar, la comunidad El Pando se ubica en una zona baja de llanuras aluviales con suelos desprovistos de materia orgánica y muy ricos en minerales, tiene características de bosque húmedo tropi- cal(bh-T), la precipitación excede la evapotranspiración potencial (ETP), sus temperaturas son moderadamente altas y constantes durante todo el año, 25 ºC como valor medio y límites entre 24 ºC y 26 °C. Se presentan de 2 a 4 meses secos en la asociación climática, por lo que los periodos de siembra se limitan a los meses de marzo-abril y junio-agosto; la ganadería y la minería en altas concen- traciones de tenencia de la tierra han sido factores que han influenciado la pérdida de biodiversidad y producti- vidad, porque normalmente se ha orientado el uso de esta zona de vida de manera inadecuada, dedicándola, princi- palmente, al pastoreo en las áreas de colonización, desa- provechando la alta productividad biológica de los eco- sistemas forestales y diezmando, con el pasar del tiempo, su riqueza en flora y fauna. Es además, un área territorial ligeramente quebrada, con planicies aluviales correspon- dientes a las quebradas La Lucía, La Raya, Aguas Negras, Las Arepas, El Pando y La Rayita, y suelos de fertilidad muy baja, cuya erosión actual puede considerarse ligera, por lo que es recomendable hacer actividades de reforestación y proteger los retiros y las fuentes de agua. La vía de comunicación que conduce a El Pando desde Caucasia es la carretera pavimentada que conduce también hacia el municipio de Zaragoza, desviándose a mano de- recha en la primera entrada, en un punto llamado Oriente, donde comienza la carretera destapada hacia Puerto Colom- bia. El Pando es el primer caserío que encontramos, a unos 45 minutos en carro del casco urbano de Caucasia. A la fecha, la comunidad cuenta con tres predios de titu- lación colectiva, uno conocido como La Doctrina, que mide 78,36 hectáreas, aledaño al poblado de El Pando, con escri- tura N.º 2511; un segundo lote conocido como El Pital, escri- turado al Cabildo Mayor, con un área de 15 hectáreas, con escritura N.º 3470 y, por último, un predio cerca a la comuni- dad Tigre 1 que tiene 27, 5 hectáreas, con escritura N.º 3471. ¿CÓMO ERA ANTES? “Nosotros, los del pueblo indígena Senú, venimos de nuestro padre mayor Melxion y nuestra madre mayor Manex- ca, quienes tuvieron tres hijos: Finsenú, Pansenú y Senufaná, quienes se dividieron el gran territorio Senú en tres provincias con sus características propias que los diferenciaban entre sí. Antes de la Conquista de los españoles, éramos una gran so- ciedad que estaba organizada en 103 cacicazgos, distribuidos en el territorio en tres provincias: Finsenú, Pansenú y Senufa- ná, que se mantenían en una constante interdependencia, ya que ninguna era autosuficiente y, por esto, generaron entre ellas estrechos lazos de intercambio económico.Los Finsenú se asentaron en el valle del río Sinú, destacándose en las labo- res artesanales de tejidos y cestería; los Pansenú se asentaron en los valles del río San Jorge, donde desarrollaron técnicas avanzadas para la agricultura y sofisticadas obras hidráulicas con sistemas de canales artificiales para la producción masiva de alimentos; y, por su parte, los senufaná fueron orfebres destacados que se ubicaron en zonas de riqueza aurífera, a orillas de los ríos Cauca y Nechí, que sacaban con batea. El control político en nuestros territorios fue orientado por caciques, quienes, en compañía de los mohanes o sa- cerdotes, eran los encargados de mantener la armonía en nuestras tierras. El gran territorio Senú que habitábamos an- teriormente, estaba en lugares particulares donde el agua fue la fuente de progreso y bienestar, ahora carecemos de este importante líquido en la mayoría de nuestras comunidades. Nuestro padre Melxion, hermoso como el sol, nos enseñó a respetar la palabra dada y a cuidar de los animales, también nos enseñó a odiar la mentira y nos dijo que el trabajo es el mejor canto para los dioses…Nuestro padre y nuestra madre tienen una procedencia divina, ellos nunca han muerto, son nuestros dioses protectores, nos dan fuerza, abundancia y garantizan la existencia del pueblo. Nuestra madre mayor, Manexca, representa a nuestras mujeres como símbolo de la fertilidad humana y agrícola, de la sabiduría y el respeto. Muchos indígenas de la población Senú, después de per- der nuestras tierras en San Andrés de Sotavento y Tuchín, regresamos a ocupar antiguos territorios macroétnicos o pertenecientes a la cultura Senú hasta el periodo colonial es- pañol. Fuimos desplazados por fenómenos como la pérdida de tierra y la colonización de terratenientes, vinimos a la zona del Bajo Cauca en busca de oportunidades de trabajo en cul- tivos de arroz y tierras baldías para vivir con nuestras familias. En el año 1966, muchos llegaron a territorios baldíos del Bajo Cauca, al lugar que hoy se conoce como El Pando. El señor Miguel Peña y Máxima Beltrán establecieron su par- cela en dicho sitio. Para el año 1967, llegaron Diego Solano y Emiliano Gaspar con sus familias, procedentes de San Andrés de Sotavento, ubicado en Córdoba, que aún no era recono- cido como resguardo. Así como estas familias, luego llega- ron otras, todas buscando una mejor calidad de vida donde hubieran tierras que cultivar y posibilidades de trabajo por- que en San Andrés de Sotavento, para esa época, las tierras que históricamente nos pertenecieron, estaban en manos de colonos, finqueros y terratenientes que nos desterraron” Re- flexión de los participantes de los talleres.
  • 17. 32 33 UN PLAN DE VIDA, UN EJEMPLO DE RESISTENCIA Ser indígena en el Bajo Cauca es un proyecto que está liga- do a la pervivencia a partir de las prácticas artesanales, como la “pinta” en el sombrero vueltiao, sumado a una producción de alimentos para el autoconsumo, como es el caso de la yuca, el ñame, la batata, el ají, el arroz, cogollos de algunas palmas y especies forestales. “Nosotros somos un ejemplo de resistencia, de la lucha cul- tural y organizativa de quienes creen en la pervivencia de las co- munidades y de su organización a través del territorio. A pesar de que hoy la mayoría de las comunidades no cuenta con predios titulados como resguardos y teniendo en cuenta que hay un alto déficit territorial para las familias indígenas, mantenemos esfuer- zos mancomunados para preservar nuestra cultura, con prácticas como la medicina ancestral, la producción de pan coger para el autoconsumo de alimentos de nuestra cultura Senú y cultivos de caña flecha que aportan a la recuperación de suelos y conservan las escasas aguas. “Actualmente en la comunidad El Pando tenemos interiori- zado nuestro plan de vida para vivir mejor, venimos mejorando nuestra visión a futuro, como pueblo indígena que somos, para planear cómo van a vivir nuestros hijos en esta tierra. El estado actual del plan de vida de la comunidad indígena El Pando no se encuentra documentado, aunque ésta sí se apropia del término como tal y conoce la importancia de su significado para la vida comunitaria. El Pando cuenta con un reglamento interno, escrito para la convivencia de todos. “Para nosotros, gobierno es el que hace cumplir las leyes de la comunidad, es un proceso de gestiones que se hacen por medio de la asamblea y un líder gobernante nombrado por todos, quien es el encargado de gestionar beneficios para todos. La administración, por su parte, es un sistema de forta- lecimiento para el pueblo indígena, que garantiza nuestro de- sarrollo y bienestar, requiere de una persona encargada, quien ayudará a que el pueblo tenga unos mejores planes de vida y garantice los derechos y exija el cumplimiento de los deberes. “Nuestra generación no es igual a la de antes, se han per- dido nuestras costumbres, como el respeto, la cultura, las comidas, las enseñanzas ancestrales, nuestra lengua y la tra- dición; dentro de nuestro territorio hemos perdido bosques, animales, quebradas, plantas… En la comunidad, el tema de la salud está marchando bien, hay buena atención, tenemos la prioridad que otra EPS no nos brinda, las brigadas van a cada comunidad, a los médicos ancestrales los ayudan con dotación para un mejor desempeño. “Nuestra EPS indígena nos está brindando el apoyo con las huertas o especies menores. La situación en la comunidad con respecto al medioambiente está regular, porque hay mucha basura, la minería nos está perjudicando la naturaleza, como también a los que en ella habitan. Las plantas medicinales aún se encuentran en nuestros territorios, en la comunidad hay personas que saben y las utilizan, por este motivo se están re- servando aquí algunas como, por ejemplo, orégano, balsami- na, entre otras. Tenemos muy pocas tierras, casi nada de agua y poco bosque” Reflexión de los participantes de los talleres. EL TERRITORIO Cada pueblo, cada comunidad y cada resguardo tienen como base su propia visión y cosmovisión, su propio y único derecho mayor y ley de origen, su localización geográfica y su dinámica interna de trabajo. Estos son la base que sus- tenta su concepto de territorio. Para nuestros pueblos indígenas Senú, contar con terri- torio propio es el factor esencial que sirve de base a nuestra cosmovisión y que permite nuestra sobrevivencia. Para no- sotros, el territorio no solo es el espacio geográfico o físico, es algo vivo y dinámico que permite el desarrollo de la vida y la cultura, sin territorio no hay identidad. El concepto de la tierra como madre es el que nutre las culturas de los pueblos indígenas, es eje de la vida económica, social, política y espiritual de cada uno de los pueblos. Los indígenas, al pertenecer a la tierra, no pueden estar desligados ni separados de ella. Por estas razones, y porque los pueblos indígenas han ganado derechos sobre sus territorios, éstos han sido reconocidos en la legislación nacional como derechos inalienables . TERRITORIO AMBIENTAL Para nuestro pueblo Senú, el sistema ecológico-ambien- tal está estrechamente relacionado con el concepto de terri- torio, éste, como elemento transversal a todas las políticas organizativas de la OIA, influye en la manera como avanza- mos o retrocedemos. El aspecto territorial es un indicador de fortaleza o debilidad, ya que con él avanzamos también en salud, educación, comunicación, gobierno y administración, género, generación y familia.
  • 18. 34 35 La organización estratégica en la estructura territorial, para el caso de nuestro resguardo, y los elementos definidos, están dados por el esfuerzo y son resultado de recorridos con GPS, georreferenciación de cultivos, ejercicios de carto- grafía social y Balloon Mapping que mostraron lo siguiente: Uso del suelo. Para el tema de tierras, con un área aproximada de 122 hectáreas, según el estudio socioeconómico realizado en el 2007, nuestro territorio se piensa distribuir de la manera que sigue: Las tierras consideradas para la constitución del res- guardo indígena Pansenú alcanzan 514 hectáreas, de las que veinte, en la actualidad, son de uso familiar. Las co- munidades concluyeron que, por lo menos, se requieren 1.458 hectáreas adicionales para que sus familias y el Ca- bildo puedan desarrollar las labores agrícolas y pecuarias, situación que se debe evaluar una vez constituido el res- guardo como una estrategia de ampliación, pues la uni- dad de producción asignada a cada familia es insuficiente y está limitada a la disponibilidad de tierras que tienen el Cabildo y la comunidad. Un corte trasversal del suelo nos muestra un color anaranjado parejo, lo que indica presencia de hierro y cantidad baja de materia orgánica, una porción de suelo nos indicó que es uno arcilloso. Este tipo de suelo es muy pesado, impermeable y di- fícil de trabajar, aunque tiene un alto contenido de nu- trientes, por lo que se hace necesario adicionar buena cantidad de compost o materia orgánica para mejorar sus condiciones y hacer disponibles para las plantas los nu- trientes allí contenidos en cualquier tipo de siembra que se vaya a emprender. El territorio indígena de El Pando tiene una amplia va- riedad de recursos: agua, tierras, cultivos, bosque, en- tre otros. Dentro del diagnóstico realizado por medio de GPS, Balloon Mapping, se pudo establecer que la relación de coberturas vegetales es así: *Descripción el uso que se piensa dar Porcentaje para distribuir (%) No. de hectáreas (ha) Tierras de uso comunitario. 13 % 16,1 Tierras de uso sagrado. 3% 3,8 Territorios de caza y recolección. 74% 90,2 Territorios de uso cultural. 6% 7,1 Territorios de uso ambiental y ecológico (áreas de bosque, áreas culturales). 4% 4,7 TOTAL 100% 122,0 *Categorías definidas por el estudio socioeconómico de 2007 para el resguardo indígena Pansenú-El Pando. *COBERTURA USO CÓDIGO MAPA AREA (HA) Cultivos permanentes de yuca y plátano. Cultivos de yuca, plátano, caucho. Cu. 1,22 Cultivo anual o transitorio de arroz. Cultivos de arroz. Cu. Arroz. 1,40 Pastos limpios, algunos arbolados. Potreros y áreas de uso comunitario. Pa. 76,70 Zonas pantanosas o esteros. Humedales. Pantanos. 0,40 Arbustos y matorrales. Rastrojos bajos. Pa. Rb. 3,00 Bosque natural denso. Bosque y rastrojo de protección. Ra. 36,80 Bosque natural fragmentado. Rastrojos bajos. Rb. 4,51 *Ver distribución espacial en el mapa de uso actual del suelo. Los suelos de Bajo Cauca hacen parte de un sistema co- linado del altiplano del piedemonte de la cordillera Central y una parte de la cordillera Occidental. La comunidad toma el agua de aljibes subterráneos y nacederos, puesto que no cuenta con cuerpos de agua relevantes que puedan sopor- tar la demanda. Estos se encuentran alejados del poblado y además carecen de sistemas montañosos extensos y nutri- dos que conserven este recurso vital.
  • 19. 36 37 Estas condiciones ambientales mencionadas anterior- mente suman un reto, pues la carencia de agua, resultado de dos periodos cortos de lluvia que son abril-mayo y octu- bre-diciembre, más la intensidad solar, limitan la siembra y la disponibilidad de riego para el establecimiento de cual- quier intervención agrícola o agroecológica. Los cultivos Los cultivos, por ejemplo, son fundamentales para nuestro existir como pueblos de la tierra que vivimos del campo, como lo manifiesta el cacique mayor del municipio de Caucasia. La agricultura es herencia ancestral y el apro- vechamiento de los recursos del medio que habita es una habilidad desarrollada de este pueblo que persiste en su supervivencia física y cultural. Nuestras principales actividades son la agricultura y la artesanía. Cultivamos maíz, ají, yuca, fríjoles, ahuyama, ña- mes; frutales como patilla, melón, mango, corozo, guayaba y guanábana y usamos diversas palmas, gramíneas y beju- cos para artesanías y construcción de viviendas. Los sitios de conservación y protección. En relación con las áreas sagradas y la conservación ambiental, las tierras que se destinan a la conservación ambiental son también consideradas por la comunidad áreas sagradas o sitios sagrados naturales por la connota- ción que tienen los ríos y las montañas en nuestra cultura; en términos históricos, los senúes somos considerados una cultura anfibia (que vive en el agua y la tierra), el origen de nuestro pueblo es producto de la armonía de esos elemen- tos, la historia también nos ha dotado de un buen entendi- miento de ellos y, por lo tanto, nuestros antepasados eran buenos pescadores y buenos cultivadores de arroz. Desde la cosmovisión del pueblo Senú y la participación en espacios de diálogo de saberes, las comunidades vienen trabajándole a procesos de ordenamiento ambiental, pen- sando el territorio, pero, a la vez, pensando en el territorio que aún no se tiene, es decir, con lo poco que hay se están generando estrategias educativas que buscan replantear prácticas de cultivo poco amigables con el medioambiente y retomar usos ancestrales del suelo. Las comunidades vienen haciendo énfasis en dialogar con el territorio, entendiendo a éste como fundamento del ser indígena y como un ser vivo que responde a un diálogo desde nuestras acciones. Los sitios sagrados y áreas de conservación para nuestra comunidad las hemos definido como esos lugares en los que hay arbustos, matorrales y bosques naturales actualmente, no es de nuestro interés arrasar monte, ni para el cultivo ni para la ganadería. Los territorios colectivos existentes son tierras manejadas directamente por el Cabildo para diver- sos usos culturales y económicos, especialmente para usos domésticos. Además, hay un interés en la reforestación de algunos nacimientos y en la prohibición de tumba en ciertas áreas que protegen las fuentes de agua. Figura 4. Mapa Usos del suelo del resguardo indígena El Pando.
  • 20. 38 39 “Los recursos son necesarios para la vida, para existir, para hacer, para ser lo que somos y en donde estamos” (Cacica local de El Pando, Rosiris Roqueme). Esta es una expresión contundente para definir cómo el pueblo Senú ve los recursos en su territorio. RIESGOS Y AMENAZAS Entender los recursos como la vida no es una concepción ajena a los pueblos indígenas, responde a una cosmovisión ancestral del mundo, a una forma de entender el territorio, los indígenas lo vernos como parte de la madre tierra, lo mi- ramos de manera integral, como de igual manera miramos la salud, la educación y demás componentes que, en general, atañen al existir como seres vivos. El equilibrio o el ordena- miento ambiental del territorio, en este sentido, debe estar orientado a saber administrar y convivir con lo que tenemos, entendiendo cómo nos afectan o nos amenazan la ausencia o la presencia de los recursos que necesitamos. Usos inapropiados del suelo y sus retos. Como mencionamos anteriormente, el tipo de suelo es muy pesado, impermeable y difícil de trabajar, aunque tiene un alto contenido de nutrientes, su capa orgánica es escasa, por lo que se hace necesario añadir buena cantidad de com- post para mejorar sus condiciones y hacer disponibles para las plantas los nutrientes allí contenidos. La ausencia de ma- teria orgánica, sumada a la ganadería y a la minería que dé- cadas atrás fueron las actividades principales de las tierras que hoy son nuestras, son los factores que han influenciado la pérdida de biodiversidad y productividad. En ese sentido, los conflictos por pastizales en áreas de retiro de quebradas que se muestran en el mapa, represen- tan las actividades anteriores a la titulación como territorio colectivo, y no a prácticas de la comunidad. Las inundaciones. La zona está caracterizada por su relieve variado, do- minado en sectores por áreas planas, localizadas en los va- lles de los ríos Cauca y Nechí. Aunque no vemos como un riesgo el tema de las inundaciones, el mapa representa un procedimiento de zonificación por riesgo de inundaciones, mediante la extrapolación de un modelo multicriterio del proyecto: “Estimación y elaboración cartográfica de amena- zas por inundaciones y fenómenos de remoción en masa en la jurisdicción de CORANTIOQUIA, con el uso de tecnologías geoespaciales: Fase I: Cuenca Baja de los Ríos Cauca y Nechí de CORANTIOQUIA y el IGAC”, que tiene en cuenta un aná- lisis geomorfológico que incluye morfogénesis, pendientes, curvaturas, taxonomía de los suelos y permeabilidad de la geología, y que puede ser útil para identificar áreas de res- tricción para la construcción de viviendas. La comunidad de El Pando sobre el territorio titulado a la fecha con 122 ha, presenta dos contratos de concesión para realizar minería, uno a título personal y, el otro, a nombre de la empresa Coco Hondo Ltda. Minería. Anualmente, el ritmo de deforestación ilegal de los bos- ques supera las 350.000 hectáreas. Cada año les estamos sacando a las reservas forestales del país una cantidad de madera innumerable, las falencias ambientales en cuanto a la gestión de los recursos naturales son descuidadas. Las razones son de todo tipo, pero las comunidades indígenas vemos un conflicto latente en nuestros territorios, que se ha proliferado en los últimos años, y es la competencia en- tre las actividades agrícolas y pecuarias con la minería. La rentabilidad que promete la minería frente a actividades agropecuarias es insuperable y esto nos arrebata la capa- cidad laboral de nuestros jóvenes, y, por lo tanto, nuestras prácticas tradicionales.
  • 21. 40 41 Figura 5. Mapa de conflictos socio-ambientales del resguardo indígena El Pando. DEBILIDADES OPORTUNIDADES FORTALEZAS AMENAZAS Gobierno y administración Sin agua potable. Las comunidades tienen pocos ingresos económicos. Desacuerdos en la comunidad y falta de comunicación. Capacitaciones. Educación. Escuela de Gobierno Mario Domicó. Asamblea local, zonal y regional. Líderes capacitados. Juntas directivas. Comités. Jóvenes participan en procesos de comunidad. El Gobierno y las entidades del estado vulneran nuestros derechos. No somos reconocidos como resguardo. Cultura y educación Falta el PEC (Proyecto Educativo Comunitario). No funciona el SEIP (Sistema Educativo Indígena propio). Pérdida de juegos tradicionales, comida, artesanías y la lengua. Tenemos el INDEI (Institutito Departamental para la Educación Indígena). Tenemos los sabios y sabias de nuestra comunidad. Docentes propios, población estudiantil, terrenos propios para construir espacios de formación y conocimiento ancestral. Enseñanzas no indígenas en nuestras escuelas y colegios. La relación con otras culturas. Falta identidad cultural en los jóvenes. Territorio y medio ambiente Una de las debilidades más grandes es cuando los ricos entran a nuestros territorios a hacer compra de nuestras tierras. Capacitaciones que nos brinda la OIA. Varios jóvenes profesionales y otros preparándose en diferentes campos de trabajo. Parcelas colectivas que hemos recuperado y, por medio de estas, nos apoyan con proyectos productivos. La minería contamina las aguas, destruye la fauna. Aumentan las enfermedades por causa del mercurio y el azogue. Género, generación y familia Falta comunicación entre jóvenes y adultos. No se conoce bien la política. Hay maltrato y abandono familiar. Los promotores de género no actúan. Talleres realizados en la comunidad para orientar a los jóvenes, líderes y familias. Seguir capacitando jóvenes, mujeres y líderes. Escuela de Género, Generación y Familia. Invitan a participar más a las mujeres. Se han capacitado promotores de género. Más equidad en participación entre hombres y mujeres. Falta remuneración a los capacitados. Presencia de extraños, apartan a jóvenes de la comunidad y del proceso indígena. La capacitación en género es limitada. Salud Bebidas tradicionales. Reconocimiento a médicos tradicionales. Rescate de las plantas medicinales. Tener buena alimentación. Buena higiene. Las brigadas en las comunidades. Un buen proyecto productivo. Capacitación de líderes. Capacitación de promotores de salud. Capacitación para médicos tradicionales. Médico occidental que no conoce nuestra cultura. Contaminación de aguas y basuras. Alcoholismo y drogadicción. ANÁLISIS DIAGNÓSTICO
  • 22. 42 43 ¿HACIA DÓNDE VAMOS? Lo que queremos es un territorio y un medioambiente libres de minería, de aguas contaminadas y donde se res- pete el bosque. Para ésto se requiere educación ambiental, procesos de reforestación, manejo adecuado del bosque y la implementación de proyectos productivos para las familias, para que así tengamos buena salud física y mental, y un ade- cuado manejo de los recursos. Queremos fortalecer el gobierno local, el ejercicio de la justicia, el control social y del territorio. Para lograrlo, es necesario aumentar los recursos del Cabildo, la apropiación de un manual de convivencia que se cumpla a cabalidad, la participación de la comunidad en las decisiones del go- bierno local y jalonar proyectos productivos que posibiliten otros procesos. El fin de esto es velar por la convivencia co- munitaria, el bienestar familiar y mejorar la relación con las comunidades no-indígenas. Queremos preservar nuestras costumbres, que se forta- lezcan las familias y que se aumente la capacitación para todos sus integrantes en temas de género. Dicha tarea se puede cumplir a través de un programa de desarrollo para las familias y las comunidades. Queremos recuperar la medicina tradicional a base de plantas. Mejorar la infraestructura del resguardo: centro de salud, relleno sanitario, acueducto. Para esto, es necesario fortalecer el intercambio de semillas entre el pueblo senú, hacer un buen uso de las basuras, crear acuerdos con los mé- dicos ancestrales para, de esta forma, disminuir el riesgo de contraer enfermedades, fortalecer el modelo de salud propio y proteger el medioambiente. Queremos fortalecer nuestro sistema educativo indíge- na, que se nombren los maestros necesarios. Esto se logra a través del trabajo comunitario, con el apoyo de nuestros líderes, y educando a nuestros hijos teniendo en cuenta nuestras prácticas y la historia de nuestro pueblo. Se busca el beneficio de nuestros hijos, que sean profesionales con el conocimiento de la comunidad, y no de la ciudad, como el Gobierno quiere. LO QUE ESTAMOS HACIENDO La comunidad indígena Pansenú El Pando, junto con la Asociación de Cabildos Indígenas de Antioquia –OIA– y la Corporación Ambiental CORANTIOQUIA, viene desarrollan- do acciones para elaborar insumos de ordenamiento am- biental territorial dentro de los planes de vida. Buenas prácticas de uso del territorio Se rescataron las prácticas de manejo de suelo, como la vitabosa o guandul y el abono verde, para así generar condi- ciones favorables para el establecimiento de cultivos desde nuestra memoria ancestral como pueblo Senú. Se realizaron prácticas demostrativas con los participantes para que conocieran técnicas eficientes, de bajo costo y fácil manejo, para trasformar los residuos orgánicos y algunos subproductos del campo en abonos capaces de regenerar e incorporar elementos mayores y menores, que son los encargados de aportar fertilidad a los suelos cultivables.
  • 23. 44 45 Mapa de la huerta comunitaria Se elaboraron tres biopreparados líquidos, como té de estiércol, caldo microbial y té de compost. Asimismo, se hizo activación de microrganismos de montaña. Todos estos abonos fueron elaborados para mejorar la calidad del suelo, pues aportan nutrientes que ayudan a la descomposición de la materia orgánica en el terreno y quedan disponibles para que las plantas los consuman. Se establecieron un vivero y una huerta comunitaria, donde fueron llevadas las plántulas que sembró la comunidad.
  • 24. EXPERIENCIA MARCELINO TASCÓN VALPARAISO Ordenar el territorio es mantener la armonía entre los elementos físicos y espirituales para permitir la pervivencia de la naturaleza y la tradición del pueblo indígena Chamí.
  • 25. 48 49 PRESENTACIÓN Este ejercicio de Ordenamiento Ambiental del Territorio (OAT) apuntó a la caracterización del uso y manejo tradicional del territorio, enfatizando en la identificación de los sitios sagrados y su significación en el plan de vida del pueblo embera chamí, como insumo y ejemplo de resistencia de toda una historia cultural, de toda una cosmogonía. El OAT se realizó en el resguardo Marcelino Tascón, municipio de Val- paraíso, con la participación de toda la comunidad y la autoridad local: cabildo, guardia indígena, jaibanás, mujeres, líderes, estudiantes de la escuela indígena, etc. Involucró diferentes tipos de actividades como: (1) elaborar la cartografía del resguardo por medio del mapeo, con una metodología conocida como Balloon Mapping, que adopta el nombre de Dachira Dê, “Nuestra Casa”, y manejo de GPS. (2) Jornadas de talleres para encontrar acuerdos sobre la visión del territorio, no sólo como el espacio geográfico o físico, sino también como algo vivo y dinámico que permite el desarrollo de la vida y la cultura. (3) Cineforos. (4) Actividades para el fortalecimiento productivo a par- tir de una mirada agroecológica, que incluía talleres, la construcción de un sistema de huertas familiares y una huerta comunitaria que buscaba la diversificación de la dieta, la custodia de semillas y el aprendizaje de técnicas agroecológicas. CONTEXTO MARCELINO TASCÓN Y LA SUBREGIÓN DEL SUROESTE ANTIOQUEÑO El Suroeste antioqueño es una región cafetera por excelen- cia, donde el plátano, la yuca, el maíz y los frutales conviven y garantizan una parte de la seguridad alimentaria de sus habitan- tes. Tiene grandes yacimientos de carbón y oro aún por explotar. Sus municipios se debaten en medio de una crisis cafetera per- manente, en el cultivo de monocultivos de café y cítricos o de los rumbos que les marque la minería. En términos generales los emberas han sido considerados de vocación hortícola, con actividades paralelas de caza y reco- lección, y son considerados como el pueblo indígena con mayor dispersión territorial en Colombia, pero con menor densidad poblacional según los territorios que ocupan. Para el caso del Suroeste, a pesar de poseer territorios propios, las condiciones restrictivas de acceso a la tierra afectan el ejercicio pleno de la autonomía, obligándolos a estar en medio de una población rural mayoritariamente campesina, de hacendados, con los que establecen relaciones laborales y socioculturales, que han traído como consecuencia el desarraigo y la re-etnificación de su pro- yecto cultural ancestral. Estas condiciones han generado una afectación negativa en la producción de alimentos para el autoconsumo, debido a la influencia de una agricultura comercial, principalmente en el cul- tivo de café y caña, y, además, la ocupación de su fuerza de tra- bajo en las labores agropecuarias en grandes fincas de la zona. Los Embera Chamí que habitan esta subregión están presentes en los municipios de Valparaíso, Támesis, Pueblorrico, Ciudad Bolívar, Andes y Jardín; también están presentes en Urabá, Nordeste, Norte, Magdalena Medio y en el Bajo Cauca.
  • 26. 50 51 LA MARIA El resguardo Marcelino Tascón, también conocido como La María, está ubicado en el municipio de Valparaíso, al su- roeste del departamento de Antioquia, a sólo 5 kilómetros por la carretera que conduce al municipio de Caramanta; cuenta con 248 habitantes de acuerdo con el último censo, realizado en el año 2011. Marcelino Tascón se encuentra situado sobre una for- mación terrestre singular, cuyos atributos y propiedades ambientales o accidentes topográficos aportan a sus sue- los características propias que se derivan de condiciones naturales de vertientes semihúmedas del río Cartama, que tributa al Cauca. El resguardo Marcelino Tascón fue creado mediante re- solución N.° 002 del 11 de mayo de 1998, aclarada median- te resolución N.° 0966 del 13 de mayo de 1999. Está en un predio de 80 hectáreas con 5.438 metros cuadrados, y fue ampliado mediante acuerdo N.° 047 del 25 de enero de 2006 con 74 hectáreas y 5.119 metros cuadrados (Cabildo Indígena Marcelino Tascón, 2011), para un total de 155 hec- táreas aproximadamente. Pertenece a la Asociación de Cabildos Indígenas de Antio- quia (OIA) y, como jurisdicción ambiental, administrativamente corresponde a la Territorial Cartama de la Corporación Autó- noma Regional para el Centro de Antioquia (CORANTIOQUIA). Figura 6. Mapa de Ubicación del resguardo indígena Embera Chamí Marcelino Tascón en el departamento y en el municipio de Valparaíso. Paisaje del Suroeste Antioqueño Antioquia Fredonia La Pintada Santa Bárbara Caramanta Valparaiso
  • 27. 52 53 ¿CÓMO ERA ANTES? Nos llamaron Embera Chamí porque cuando llegó la invasión de los españoles el asentamiento estaba en la re- gión de San Antonio del Chamí, Risaralda. ¡Más que chamí, somos embera! “Nuestros abuelos vivían en San Antonio del Chamí, de- partamento de Risaralda. De esta comunidad se reunieron las familias de Marcelino Tascón y Miguel Cértiga, quienes realizaron el desplazamiento en la búsqueda de unas nuevas tierras y nuevas vidas para sus hijos y llegaron al departa- mento de Caldas, a los municipios de Marsella, Marmato y Su- pía. Cuentan que caminaron por el río Cauca, que trabajaban en las fincas adonde llegaban y solicitaban quedarse para realizar las prácticas de cultivos. Ahí se demoraban meses y hasta años cultivando para buscar el sustento para la familia, luego anduvieron por pueblos, por fincas, hasta que llegaron al departamento de Antioquia, a los municipios de Tarso y Támesis, en donde las familias de Marcelino se asentaron por varios años, y de ahí vinieron al municipio de Támesis, especí- ficamente a la finca de José Dolores, en 1945. “Diez años más tarde, la familia se desplazó al municipio de Tarso. En 1956 fallece el mayor y sabio Marcelino Tascón, quien en los tiempos de hambre supo defender a sus hijos, también enfrentó a las chusmas, quienes estaban acabando a muchas personas y algunas calificaron a los Embera Chamí como del Partido Liberal y, sin saber leer y sin conocer esas clases políti- cas, se defendió de esos grupos armados. Todas estas son haza- ñas de este hombre importante para nuestra historia. “Después de la muerte del sabio, los hijos regresaron a la finca de José Dolores y junto con algunas personas se refu- giaron en las tierras ajenas y el dueño de la finca les prestó tierra, donde los Embera Chamí practicaban toda su cos- tumbre y sabiduría. El dueño de la finca encontró en ellos la fuerza del trabajo en comunidad y la unidad que los caracte- rizaba como diferentes a las demás personas y como embe- ra chamí, llenaban de alegría a todas las familias. En 1965 se desplazaron a la finca llamada La María, en la jurisdicción del municipio de Valparaíso, propiedad de la familia Vargas Ruiz, familia de uno de los hacendados más poderosos de la época en dicho municipio. Allí se encontraron con más familias que llegaron en busca de buenas tierras, las familias Vélez Yagarí, y junto con las demás se asentaron en esta finca y siguieron trabajando como si las tierras fueran de ellos, todos unidos demostraban la capacidad de lograr el objetivo de realizar grandes labores que para ellos no eran difíciles. En 1969 fa- lleció el dueño de la finca y todos sus bienes se distribuyeron entre los herederos. La finca La María quedó como propiedad del hijo menor, quien llevaba el nombre de su padre: Vicente Antonio Vargas Ruiz. En 1970 llegó desde EE. UU. y encontró en su propiedad unas familias del pueblo embera Chamí. Él no conocía quié- nes eran, según cuentan, él tenía mucha ansiedad de conocer a los indios, aunque su familia le decía que tenía que echar a esas personas porque no eran de confiar y porque tenían la fama de hacer daño a todo lo que los rodeaba, pero esto no era cierto, y el corazón de este personaje no estaba para hacer algo semejante. Para él no era raro lo que la gente estaba manifestando sobre estos personajes, para Vicente Vargas todos eran cristianos y tenían que escuchar su histo- ria. Después de varias discusiones con su familia y de haber pasado varios años en los que habían trabajado para él, en los años 80 decidió liquidarlos por los servicios prestados en su finca. Para el señor Vicente Vargas la plata no era símbo- lo de poder, sino de desgracias para los adinerados en esa época y en la actualidad, pero su familia nunca compartió ese pensamiento, y por eso decidió entregar 13 cuadras de tierras para doce familias de la etnia y una cuadra de tierra comunitaria para que siguieran trabajando y así no perder la fuerza de la unidad, lo que él definió como ambacheke. En estas tierras los embera practicaban todo tipo de actividades culturales y religiosas, entre ellas está la alimentación porque se ubicaban a la orilla del río Conde, lo que garantizaba que la alimentación fuera más tradicional. Según los embera, en esa época se consumía todo natural porque en cada una de las familias tenían muy clara la importancia de alimentarse de esa manera. “En el año de 1980 empezó el proceso organizativo apo- yado por el Movimiento Indígena de Antioquia y la Secreta- ría de Desarrollo para la Comunidad de la Gobernación de Antioquia y, asimismo, con la ayuda de la propia comunidad Embera Chamí. Después de este acto, el señor Vicente Vargas decidió acompañar el proceso organizativo, del que, por cier- to, tenía conocimiento, y, además, tenía amigos políticos que acompañarían este nuevo caminar de un pueblo. Por medio de estos personajes comenzaron proyectos de construcción de viviendas, electrificación y construcción de acueductos para las doce familias que formaban la comunidad. En 1987 se desplazaron a la parte sur de Valparaíso por- que quedaron en la mitad de una gran finca de otro terrate- niente que había comprado los bienes a los hermanos Var- gas. En esta situación se alejaron de un gran hábitat, y el río Conde los llevaría a un sitio que era totalmente desconocido y de cultivos nuevos para ellos, como lo era el café. Era volver a empezar a construir, a cultivar y a reubicar a las personas en su nuevo hábitat, y esto llevó mucho tiempo. Es necesario entender que para el Embera Chamí la relación con la natu- raleza o madre tierra es fundamental y es por eso que esta migración era alejarse de la madre, porque por mucho tiem- po el pueblo Embera Chamí vivió cerca de los ríos, pero así llegaron a formar el resguardo que lleva el nombre Marcelino Tascón, en honor a ese hombre que trajo a sus hijos en busca de nuevas vidas y que las había encontrado” (Organización Indígena de Antioquia 2013) UN PLAN DE VIDA, UN EJEMPLO DE RESISTENCIA El ejercicio de ordenamiento pensado para la subregión del Suroeste desde un enfoque político-organizativo, nos permitió el empoderamiento de la comunidad en términos de defensa de nuestro proyecto cultural y territorial, ya que el modelo económico globalizado se extiende y se impone en estas realidades locales y rurales cada vez con más fuer- za. Así, ser indígena en este contexto, es representar o ser un símbolo de constante movilización y presión para que se nos reconozca el derecho a la tierra y el derecho al territorio. Para el caso de los resguardos del Suroeste Antioqueño exis-
  • 28. 54 55 te una gran amenaza relacionada con la minería, que afec- taría toda la subregión, en especial las fuentes hídricas que vienen de los ecosistemas estratégicos. Por tal razón, y en conjunto con el movimiento social y ambiental del Suroeste, estamos firmes con nuestro: “No a la minería, sí a la vida”. Las preocupaciones con respecto a la minería giran en torno a los impactos ambientales, sociales, económicos y culturales que un proyecto de extracción de esta naturaleza tendría en la zona, afectando el futuro de los sitios sagrados y cambiando la vocación del municipio de productor de ali- mentos y reserva hídrica a zona minera, además de otras implicaciones sociales, económicas, ambientales y culturales que afectarían al conjunto del territorio y de la población. Nuestros principios para la vida, la lucha y la pervivencia de nuestra cultura están enmarcados en las leyes de origen y otros acuerdos complementarios de sabios, mayores, médi- cos, botánicos, líderes y jaibanás. Algunos de ellos incluyen: • Respeto y amor a la naturaleza. • Igualdad y equidad. • Responsabilidad y honestidad. • Compromiso y disciplina. • Autonomía. • Unidad. • Nobleza y dignidad. EL TERRITORIO Cada pueblo, cada comunidad y cada resguardo tienen como base su propia visión y cosmovisión, su propio y único derecho mayor y ley de origen, su localización geográfica y su dinámica interna de trabajo; ésto constituye la base y el contex- to sobre lo que es y lo que sustenta su concepto de territorio. Para el pueblo indígena Chamí contar con territorio propio es un factor esencial que sirve de base para la cosmovisión y que permite la supervivencia como pueblo. Para el pueblo indígena Chamí el territorio es, además de un espacio geo- gráfico-físico, un espacio vivo y dinámico que permite el de- sarrollo de la vida y la cultura. Sin territorio no hay identidad. • Trabajo comunitario. • Conciencia y sentido de pertenencia. • Defensa y conservación de la cultura (lengua, costumbres, conocimientos propios). • Tolerancia y buenas relaciones con otras comunidades y etnias. • Autoestima. • Sinceridad. • Enseñar y transmitir los conocimientos propios. • Recuperación de la memoria y de la historia propia. • Unidad e integridad familiar. • Solidaridad. • Gobierno y justicia propios. • Defensa y conservación del territorio. TERRITORIO AMBIENTAL Para nuestro pueblo Embera Chamí el sistema eco- lógico-ambiental está estrechamente relacionado con el concepto de territorio; éste, como elemento trans- versal a todas las políticas organizativas de la OIA, in- fluye en la manera cómo avanzamos o retrocedemos. El aspecto territorial es un indicador de fortaleza o debilidad, ya que con el avanzamos también en salud, educación, comunicación, gobierno y administración, género, generación y familia. Los primeros cinco son tangibles, indicadores del mundo natural que vivimos, que podemos ver, medir y tocar, los cuatro restantes son indicadores del mundo perceptible pero intangible, indicadores de la relación armónica entre los elementos materiales y espirituales. El concepto de la tierra como madre es el que nutre las culturas de los pueblos indígenas, es eje de la vida económica, social, política y espiritual de cada uno de ellos. Los indígenas, al pertenecer a la tierra, no pueden estar desligados ni separados de sus tierras y territorios. Por estas razones y porque los pueblos indígenas han ganado el derecho sobre aquellos, su posesión ha sido reconocida en la legislación nacional como derecho inalienable, como a los recursos y biodiversidad que ellos contienen.
  • 29. 56 57 El suelo El suelo o la tierra en el resguardo es rico, de origen vol- cánico y con mucho contenido de materia orgánica, lo que lo hace muy productivo y propicio para la agricultura. Los pisos térmicos están ubicados entre los 1500 y 1800 m. s. n. m., y con una temperatura promedio de 20 °C. Las característi- cas de sus zonas de vida corresponden a bosque húmedo premontano (bh-PM) con claras muestras de transición tro- pical; es una tierra productora de agua por naturaleza, pues son suelos de ladera formada por las vertientes y filos de las cordilleras Central y Occidental hacia el cañón del río Cauca, bañada por la quebrada El Obispo, que abastece al munici- pio de Valparaíso. Como resultado del proceso de cartografía, encontramos una distribución del uso del suelo que está dado por las si- guientes coberturas vegetales. Los cultivos Los cultivos son la principal matriz paisajística del res- guardo indígena Marcelino Tascón. Entre las principales actividades económicas para las mujeres está el cultivo de heliconias como proyecto productivo de economía comuni- taria, para los hombres y comuneros están los sistemas pro- ductivos de frutales cítricos, parcelas de café y ganadería a pequeña escala; de ésto se deriva el sustento de las familias que habitan el resguardo. En el último año, ha habido un * USO ACTUAL CÓDIGO ÁREA (Ha) PORCENTAJE Rastrojos altos arbolados RaA 38,601 24,25 % Rastrojos bajos arbolados RbA 27,818 17,48 % Rastrojos muy bajos RbPa 20,869 13,11 % Pastizales Pa 15,844 9,96 % Bosque natural y rastrojos altos BnRa 15,840 9,95 % Otros cultivos en rastrojos bajos arbolados CuRbA 15,574 9,79 % Cultivo de café CuCafe 7,930 4,98 % Otros cultivos en rastrojos altos arbolados CuRaA 5,581 3,51 % Rastrojos bajos Rb 3,658 2,30 % Cultivo de caña CuCana 2,820 1,77 % Otros cultivos en rastrojos bajos CuRb 2,146 1,35 % Cultivos de plátano CuPlatano 1,077 0,68 % Cultivos de heliconia CuHeliconia 0,695 0,44 % Territorios artificiados Ta 0,575 0,36 % Cultivos de yuca CuYuca 0,072 0,05 % Cultivos de maíz CuMaiz 0,045 0,03 % 159,146 100 % *La tabla no incluye la totalidad, es posible que las cantidades varíen por la imposibilidad de cartografiar cultivos transitorios o anuales. esfuerzo por el trabajo y desarrollo de un trapiche comu- nitario, que cuenta con financiación de la Fundación Jaidé. Este proyecto ha sido un proceso que viene cogiendo fuerza y con la siembra de una hectárea de caña por parte de la comunidad. La Organización Indígena de Antioquia en con- junto con CORANTIOQUIA han decidido apoyar el proceso de diversificación de sus cultivos con frutales y hortalizas que replantean la idea de monocultivo, como estrategia de conservación del patrimonio ambiental. Los sitios de conservación y los sitios sagrados Durante este ejercicio de OAT se localizaron algunos si- tios sagrados que se encuentran dentro y fuera del territorio, se discutió sobre la importancia de cada uno de éstos y el reconocimiento que deben tener la guardia y la comunidad para la defensa del territorio. Tenemos varios sitios sagrados, unos ancestrales y varios de los compañeros que hoy no vi- ven, sabios que han fallecido. En este momento, dentro de la comunidad hay seis jaidés (sitios sagrados). El jaidé ancestral se reconoce como sitio sagrado por- que está desde la antigüedad, éste se encuentra ubicado en la parte alta del resguardo, en el área de la reserva natural. Se reconoce como sitio sagrado porque antes de la colo- nización hubo asentamientos de indígenas en este espacio con grandes jaibanás que los manejaron con espíritu que se podía ver. Hoy, aquí vivimos dos comunidades, los 260 habitantes con vida y la comunidad espiritual, ¿por qué comunidad espiritual?, nosotros, que somos jaibanás, vemos que en el territorio lo habitan dos seres, los habitantes actuales y los indígenas que poblaron antes de la colonización, por eso, desde lo espiritual, aún vemos en el territorio viviendas en tambos, es un pueblo completo, un pueblo espiritual, o sea, jais, donde se ven diferentes etnias o indígenas. Estas per- sonas forman un pueblo de jai, pero están encerrados con guardia espiritual, como estos espíritus no tienen dueño, muchos de los jaibanás han querido adueñarse de ellos, cuando un jaibaná quiere adueñarse a la fuerza de estos es- píritus, inmediatamente empieza a enfermarse la población en general. Anteriormente, los mayores educaban a la comunidad sobre dónde están ubicados los sitios sagrados, las clases de sitios sagrados y los jais que los habitan, esto generaba un gran respeto de parte de la comunidad para cuidar los dichos sitios . Al mismo tiempo, eso significaba que se cui- daba la madre tierra, porque los sitios sagrados de nosotros siempre están en la madre tierra: en los ríos, las cañadas, las montañas, entre otras. Así estén por fuera del resguardo, éstos seguirán siendo sagrados y de gran importancia para la comunidad. Por ejemplo, en nuestro territorio hay dos si- tios sagrados o jaidé, uno de ellos se encuentran ubicado en la parte alta del resguardo, en la reserva forestal. Este jaidé (casa de espíritus) es ancestral porque pertenece al maestro Salvador Tascón, fallecido sabio, maestro y gran jaibaná de la comunidad. El otro gran jaidé o sitio sagrado se encuentra ubicado en los límites del resguardo, en una vereda campesina de
  • 30. 58 59 nombre Comuna San José, en la parte baja. Este pertenece al fallecido sabio, maestro y gran jaibaná de la comunidad Julio César Vélez. Cuentan los campesinos de la zona que de este sitio sagrado ven salir una gran culebra de muchos metros de largo, que en su cola lleva un gran ramo de flo- res. Para nosotros los jaibaná, en nuestra legua embera los conocemos como Okaka. Este animal lo han visto en los ár- boles o en los charcos de la quebrada. Este sitio sagrado perteneciente al maestro Julio César, muchos jaibanás han intentado apoderárselo, pero no han podido, porque los jais que Julio César tenía eran entregados por el gran maestro jaibaná chamí Hermeregildo Chakiama, quien le enseñó a guardar bien los jais para que otros jaibanás no lo pudieran robar cuando él ya no estuviera vivo. También cerca de este territorio, en la parte alta de la comunidad, en predios de kapunía, existe un gran sitio sa- grado ancestral, Dojuras y Bajachar (mujeres hermosas de agua y espíritu del rayo). Es un sitio con un gran futuro para los próximos jaibaná (médicos tradicionales). Sí se pueden ver, pero desde lejos, sin entrar al lugar. Es así como debemos cuidar los sitios sagrados, a la ma- dre tierra, nuestro territorio, porque el mundo espiritual nos brinda tranquilidad, equilibrio y seguridad a todos los que habitamos en esta comunidad, también los sitios sagrados protegen la flora y la fauna. Todos los embera que vivimos en esta comunidad tenemos la obligación de cuidar los sitios sagrados, para que estos no sean dañados por los kapunía o cualquier otra persona. Si nosotros cuidamos a la madre tierra, a los sitios sagrados, la madre tierra nos ayuda para que todos vivamos bien; miren, la madre tierra se comunica con nosotros por medio de la abundancia en la producción de nuestros sembrados, también la madre tierra tiene otras formas de comunicarse, por ejemplo, miren ustedes, la madre tierra se comunica por medio de las aguas, los caminos, por el viento, el trueno, también por medio de las fases de la luna, la lluvia, las montañas, los jais y los mismos sitios sagrados. Para la comunidad de La María, el territorio todo es sa- grado porque tenemos cultivo, vivienda, pasto, escuela, trapiche, sitios sagrados espirituales. Debemos conocer nuestro territorio porque tenemos amenaza de empresas multinacionales mineras con mucho poder, capaces de ex- terminar toda una cultura. Una experiencia muy valiosa de este convenio 956 fue el trabajo cartográfico elaborado por los comuneros jai- banás, el cabildo, grupo de mujeres, de jóvenes, líderes y estudiantes. Una cartografía a mano alzada y usando la tecnología por medio de una cámara fotográfica en el aire. Una forma de reconocer, construir, aprender y saber la gran importancia del territorio como plan de vida del pueblo Chamí del resguardo. Figura 7. Mapa de usos del suelo del resguardo Marcelino Tascón.