Los vikingos tuvieron una reputación temible como depredadores marítimos que saquearon las costas de Europa occidental durante los siglos IX y X, amenazando la estabilidad de Inglaterra, Irlanda y el imperio franco. Sin embargo, la violencia no era su único aspecto, también exploraron y colonizaron islas remotas del Atlántico Norte y comerciaron productos del norte en mercados europeos, aunque la piratería fomentó el tráfico de pieles, cueros y metales preciosos.