La sobreprotección de los padres puede ser perjudicial para el desarrollo de los niños. Al satisfacer excesivamente las necesidades básicas y evitar cualquier riesgo o exposición, los padres demasiado proteccionistas dificultan que los niños se desenvuelvan de forma independiente y los hacen más propensos a conductas antisociales, dependencia y baja autoestima. En su lugar, se recomienda un equilibrio entre amor, disciplina y libertad que permita a los niños asumir responsabilidades de forma gradual.