El resurgir de las ciudades en el siglo XIII se debió al aumento de la agricultura y el comercio, lo que impulsó el crecimiento de la población urbana. Las ciudades se expandieron más allá de sus murallas originales y contenían barrios, plazas y calles estrechas. Los gremios de artesanos se fortalecieron y definieron roles como maestros y aprendices. Además, los monarcas reforzaron su poder convocando cortes o parlamentos y creando ejércitos profesionales