El documento argumenta que en lugar de bloquear páginas web para estudiantes, es mejor educarlos sobre el uso apropiado de la tecnología. Las tecnologías de la información son fundamentales en la vida cotidiana, por lo que no se puede prohibir su uso, sino enseñar directrices para un uso correcto. También sugiere que la pedagogía debe cambiar para considerar al estudiante inteligente como aquel que sabe hacer preguntas y responderlas usando herramientas tecnológicas.