3. Forma parte de la historia.
Es la voz del personaje
principal.
Cuenta los hechos como los
vivió.
Usa la 1ra. persona
gramatical.
Narrador interno
protagonista
“Lamentablemente, estaba distraído
manejando, leyendo los mensajes; por
eso, no pude evitar el impacto con el
auto de adelante”.
“Comencé a coleccionar rompecabezas cuando tenía quince años. Hoy no hay nadie en
esta ciudad –dicen- más hábil que yo para armar esos juegos que exigen paciencia y
obsesión.
Cuando leí en el diario que habían asesinado a Nicolás Fabbri, adiviné que pronto sería
llamado a declarar”.
“La pieza ausente”, de Pablo De Santis.
4. Forma parte de la historia.
Es un personaje secundario.
Cuenta lo que vio o le
contaron.
Usa la 1ra. o la 3ra. persona
gramatical.
Narrador interno testigo
1ra. persona: “Estaba en la parada,
aguardando el colectivo, cuando vi que
el chofer (que venía mirando su celular)
no frenó y chocó con el auto de
adelante”.
3ra. persona: “El chofer estaba
manejando y mirando su celular, cuando
chocó con el auto de adelante”.
5. Usa la 1ra. o la 3ra. persona
gramatical.
Narrador interno testigo
1ª y 3ª Persona: narrador interno testigo
“Lo vi. Desde que se zambulló en el río. Apechugó el cuerpo y luego se dejó ir corriendo
abajo, sin manotear, como si caminara pisando en el fondo, después rebalsó la orilla y puso
sus trapos a secar, lo vi. Que temblaba de frío, hacía aire y estaba nublado”.
“El hombre”, de Juan Rulfo.
3ª Persona: narrador interno testigo
“Luego se habían metido poco a poco los dos y se iban riendo, conforme el agua les subía
por las piernas y el vientre y la cintura. Se detenían, mirándose, y las sonrisas les crecían. Se
salpicaron y se agarraron dando gritos, hasta que ambos estuvieron del todo mojados,
jadeantes de risa”.
El Jarama, de Rafael Sánchez Ferlosio.
6. NO forma parte de la
historia.
Conoce todo lo que sienten
y piensan los personajes.
Usa la 3ra. persona
gramatical.
Narrador externo
omnisciente
“El chofer estaba manejando
distraído, leyendo tristemente sus
mensajes, cuando chocó con el auto
de adelante”.
“La mañana del 4 de octubre, Gregorio Olías se levantó más temprano de lo
habitual. Había pasado una noche confusa, y hacia el amanecer creyó soñar
que un mensajero con antorcha se asomaba a la puerta para anunciarle que
el día de la desgracia había llegado al fin”.
Juegos de la edad tardía, de Luis Landero.