Robert empieza a tener sueños recurrentes sobre un diablo que le enseña conceptos matemáticos avanzados como el triángulo de Pascal, las permutaciones, y los números de Fibonacci. Aunque al principio Robert se enoja con el diablo, eventualmente aprende a apreciar sus lecciones. El diablo lo lleva a un paraíso de los números donde conocen a Lord Russell. Al final, Robert demuestra haber aprendido al poder resolver fácilmente un problema matemático que su maestro le presenta.